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- AGUIJONES DE LA VIDA Y COMO TRATARLOS
Las actitudes de las
personas ante las circunstancias adversas, por un lado, los que viven siempre
insatisfechos, con la queja permanente en la boca y que acaban (bañados) de
amargura. Por el contrario, en el otro
polo encontramos a personas cuya reacción ante las tormentas de la vida, los
aguijones es sorprendentemente positiva: azotadas por los más duros embates
luchan contra uno o varias experiencias, son capaces de disfrutar del más
,pequeño detalle y de mantener un espíritu admirable de superación. Su ejemplo
nos estimula y su ánimo es contagioso!
Para nosotros, como
creyentes, la capacidad de superar un trauma no depende sólo ni en primer lugar
del buen uso de mis recursos interiores —La fuerza que está en mí»-, sino de la
fuerza sobrenatural que proviene de Dios y que transforma mis debilidades en
fortalezas. 2 Co. 12:9. «Mi gracia te es suficiente. Porque mi poder se perfecciona
en la debilidad». Y por ello Pablo puede llegar a exclamar: «Porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte» (2 Co. 12:10).
Cuando logramos aceptación
o creencia en la integridad de la Palabra de Dios, El mérito no está en nuestro
propio esfuerzo, sino en la gracia de Dios, nosotros pondremos de nuestra parte
todo lo posible, haremos bien en esforzarnos. pero la gracia es el requisito imprescindible para la victoria sobre
nuestras debilidades.
¿Qué significa
aceptar?
Aceptar no es
resignarse: Para muchos la aceptación es la conclusión a la que llegas cuando
«ya no puedes hacer nada más». Entonces «no queda más remedio que aceptar». Es
una rendición sin‘condiciones_después de una ardua lucha.
EI fatalismo nace de
la convicción de que: •no podemos hacer nada para luchar contra nuestro
destino, Por supuesto; el creyente no está de acuerdo con esa idea. Somos responsables por lo que hacemos con
lo que hemos recibido.
Una de las peores
actitudes en la lucha contra situaciones circunstancias de la vida es la resignación fatalista generadora de
tanta pasividad como amargura.
El que se que da
cruzado de brazos tiene muchas posibilidades de acabar agriando su vida y la de
los que le rodean. De ahí la importancia de no confundir estar contento con estar contentado
Por eso el ser feliz o desdichado no depende tanto de las
circunstancias, sino de nuestra actitud ante estas circunstancias. Nuestra
actitud determinara los resultados.
1.- Aprender a ver
diferente
2.- Aprender a pensar
diferente
3.- Aprender a vivir
diferente
1 – APRENDER A VER
DIFERENTE: «He aprendido a contentarme cualquiera sea mi situación (Filip. 4:11)
El elemento clave
para llegar a ver diferente es el contentamiento. Pablo pronuncia una lección sobre el
contentamiento. y lo hace desde la cárcel de Roma y en peligro de muerte: no se dirige a sus lectores de una
posición de tranquila comodidad.
La naturaleza del
contentamiento
¿Qué quería decir
Pablo al afirmar «he aprendido a contentarme»? La palabra original -autarkeia nos da mucha luz sobre
su significado implica no depender de, estar por encima de las circunstancias:
Su énfasis está en la
autonomía. en no quedar ligado a los acontecimientos o problemas.
Si no se logra un mínimo
de contentamiento, nuestro ánimo va a depender por completo de las circunstancias
buenas o malas y entonces la vida se
convierte en un auténtico problema emocional
con bruscas oscilaciones.
El secreto del
contentamiento por tanto. radica en lograr cierta «independencia» de los
acontecimientos vitales y no quedar atrapados por ellos.
El contentamiento del
apóstol pablo no es con las circunstancias o con el contexto de tener o no
tener en abundancia o de tener escasez sino con la voluntad de Dios, por la
figura Elipsis, dice he aprendido a contentarme, elipsis, con la voluntad de
Dios cualquiera sea mi situación, que era lo importante para el apóstol
Pablo, la voluntad de Dios cualquiera fuera su situación en abundancia o
en escasez aprendió ser autárquico con la voluntad de Dios, y no suficiente en
si mismo, porque eso es muy limitado y nadie es suficiente en si mismo pero con
Dios con toda palabra que procede de la boca de Dios, El es el que suple toda
necesidad, cuando ha sido autárquico por la voluntad de Dios, entonces ha
aprendido a contentarse.
AUTARQUES significa,
suficiente, fuerte contando con lo suficiente, como para no necesitar ayuda
apoyo independiente de las circunstancias externas.
Se trata de encontrar
a distancia correcta entre lo que nos sucede y cómo nos afecta.
La Introspección. La
introspección, valga esta sencilla comparación, es como la sal en la comida: un
poco es conveniente porque nos ayuda a escuchar nuestras voces interiores y
desarrollar capacidad de reflexión.
No podemos hurgar
todo el tiempo en nuestro interior nos lleva a extraviarnos en un laberinto de
sensaciones, sentimientos y dudas angustiantes
introspección sólo surgen « qués?».porque?
Superar una
adversidad o problema no es tanto solucionarlo, sino ser capaz de contemplarlo
«desde arriba». Esta nueva visión es el primer paso para experimentar la paz
aun en medio de la tormenta.
Cuando logro subir al
lugar alto y contemplar desde una distancia correcta, se abre a ‘mis ojos una
perspectiva panorámica de toda la vida. Mi visión se agranda.
Sobre todo. me ayuda
a poner en su lugar lo que es realmente importante en la vida. MATEO 6:33
Vislumbrar a Dios más
allá del cualquier cosa .
Poco a poco aprendo a
ver que Dios no está tan lejos como yo sentía, sino el Dios que rescata del hoyo
mi vida y me corona de favores y misericordia y me sacia de bien .
2.- Aprender a pensar
diferente. Como se piensa, así se siente.
«Llevando cautivo todo pensamiento... a Cristo» (2 Co.
10:5)
Aprender a pensar diferente,
lo que sentimos depende en gran manera de lo que pensamos. Lo importante en
nuestra vida no es o que nos pasa sino cómo lo interpretamos. En otras palabras. no puedes controlar lo que
te sucede. pero sí puedes decidir cuánto te afecta.
Si’ logramos entender
y aceptar esta realidad, podremos empezar a controlar nuestras emociones mucho
mejor de lo que habíamos imaginado.
Ante todo. El
pensamiento viene antes que la emoción y eso que nos hace sentir bien o mal.
afortunados o desdichados. Mis emociones vienen determinadas por mí forma de
pensar.
Por esta razón ante
un mismo acontecimiento, las personas reaccionan de muy diversas formas. Porque
lo interpretan de manera distintas. Observemos esta frase: «No
puedo
Sí. los pensamientos
son los responsable de nuestras emociones. Una ilustración nos ayudará
entenderlo: mi personalidad es como un jardin en el que planto constantemente
semillas. los pensamientos. Según la semilla, así será la planta. Puede ser un
pensamiento de ánimo y entonces me hará sentir bien, o puedo sembrar ideas
pesimistas. desalentadoras y me causarán desazón. Aun sin darme cuenta. le
estoy enviando a mi mente mensajes todo el tiempo que influyen mucho en mi
estado de ánimo, mi calidad de vida e incluso en mi salud.
La conclusión es
obvia: ser felices o desdichados. en gran manera, depende de nuestra reacción
ante la desgracia. En esta reacción contamos con una poderosa herramienta, el
cerebro, que podemos poner a nuestro favor como un aliado o en contra nuestra
como un enemigo. .
Este proceso de
«re-aprender a pensar» se parece al aprendizaje de una lengua extranjera: hay
que practicarlo, requiere voluntad y no es instantáneo.
Analicemos en primer lugar el pasaje de
Corintios: «Llevando
cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Co. 10:5).
Requiere un esfuerzo.
La idea de «llevar cautivo» implica una lucha previa. Uno debe pelear contra LOS
pensamientos negativos, desarmarlos y hacerlos prisioneros o
cautivos. Todo ello
excluye una actitud pasiva, hay que esforzarse, y aquí la voluntad juega un
papel clave.
El destinatario es
Cristo y la meta la obediencia.
El siguiente paso
después de dominar y hacer cautivos mis pensamientos negativos es presentarlos
a Cristo.
El control del
pensamiento no busca solo en primer
lugar mi beneficio personal. Lograr la paz mental es tal como el mismo Pablo .lo
expresa en Fil. 4:7 Pero esta paz que «sobrepasa todo entendimiento no es la
meta sino uno de sus efectos beneficiosos,
LA META ES MAYOR
OBEDIENCIA A LA VOLUNTAD DE DIOS.
«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre: si
hay virtud alguna, si algo digno de alabanza. en esto pensad.» (Fil4:8)
Queremos destacar los
siguientes aspectos:
Los ocho elementos de
la lista tienen una clara connotación moral. Afectan no sólo mi ánimo o
sentimientos, sino mi conducta. En la medida que yo cultive —pensar en»- esta
lista de virtudes, estaré influyendo también en los demás, afectará no sólo mi
mente. sino también mi conducta y mis relaciones.
El verbo «pensar» (logizomai no significa tanto
tener en mente o recordar, sino sobre todo reflexionar, ponderar el justo valor
de algo para aplicarlo a la vida.
De manera que su
efecto positivo no es fugaz. sino que afecta a mi vida de forma profunda y
duradera. Es un hábito que moldea mi conducta.
La paz de Dios,
beneficio
La introducción al
versículo 7 objeto de nuestro análisis no puede ser más extraordinaria: «Y la paz de Dios.
que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones en Cristo Jesús»
(Fil. 4:7) Para los hebreos, el shalom es una paz completa. que afecta a toda
la persona, mente. cuerpo y espíritu (Pues bien, dice Pablo, esta paz es de
Dios, viene de él. y su resultado es que nos mantiene «guardados)) —cobijados-
en Cristo Jesús.
Hay una relación
inseparable entre la paz de Dios y el Dios de paz.
Vamos a identificar,
en primar lugar, cuáles son los hábitos de pensamiento negativo más frecuentes
en la persona afligida. Ante la adversidad
la persona suele darse tres explicaciones:
1.-
La culpa es mía. Se busca una causa personal a la adversidad. Culpabilizarse
es una reacción propia del duelo que
desaparece con el tiempo.
2.-
No va a cambiar nunca. Esto será permanente. No se ve ninguna luz en el
futuro: todo parece negro. Es como si el mundo se acabara.
3-
Va a arruinar toda mi vida. Sus efectos son globales, afectan todas las
áreas. Estoy incapacitado para hacer nada.
Darse uno mismo estas
explicaciones personales. permanentes y globales para las cosas malas que le
suceden en la vida produce un sentimiento de derrota e impotencia. ¿Cómo luchar
contra estos hábitos negativos de pensamiento?
¿Cómo podemos
combatir estas pautas tan negativas? Recordemos tal como pensamos así sentimos:
no son las circunstancias, sino las actitudes lo que nos hace felices o
desdichados. Por ello necesitamos aprender preguntas estimulantes que produzcan
respuestas positivas y, finalmente, sentimientos de esperanza.
1.-
¿Puedo hacer yo algo para cambiar o mejorar esta situación? ¿Hay
algún remedio con el que pueda contribuir a aliviarla Si es así, por pequeño
que sea el paso inicial, empieza ya. A veces. pequeños cambios producen grandes
modificaciones.
2.-
¿Hay algo o alguien por lo que puedas estar agradecido? Busca
motivos de gratitud a Dios o a los demás en medio de tu problemas.
¿Por qué muchas
personas se empeñan en bajar con tanta frecuencia al sótano. incluso se quedan
allí mucho tiempo? ¿Tanto cuesta subir a lo alto y llenar nuestra mente de la
palabra de Dios de luz, de aire fresco y gratitud.?
No olvidemos que
David sufrió una opresora experiencia de aguijón de parte de una persona. Saúl.
que le persiguió durante 18 años para matarle.
David tenía muchos
motivos para quejarse al Señor y lamentar, como en realidad hace en algunos de
sus salmos. Y sin embargo. cuán luminosas y estimulantes son aquí sus palabras:
«Bendice,
alma mía, a Jehová,
Y bendiga
todo mi ser su santo nombre.
Bendice.
alma mía, a Jehová.
Y no
olvides ninguno de sus beneficios.
El es quien
perdona todas tus iniquidades.
El que sana
todas tus dolencias:
El que
rescata del hoyo tu vida.
El que te
corona de favores y misericordias:
El que
sacie de bien tu boca
De modo que
te rejuvenezcas como el águila. » (Sal. 103:1-5)
Observemos cómo el
salmista. dialoga consigo mismo y le envía a su mente mensajes de estímulo y de
esfuerzo: «bendiga todo mi ser su santo nombre» y «no olvides ninguno de sus
beneficios».
Cuánto necesitamos
todos aprender de David. tanto los que viven afligidos por una experiencia como
los que no. Subir a lo alto de nuestra mente y evitar en lo posible instalarnos
en el sótano es la mejor manera para poder exclamar ((Bendice alma mía al Señor
y no olvides ninguno de sus. Beneficios
La diferencia
entre una vida plena; y una vida
amargada no radica tanto en las circunstancias del entorno sino en las actitudes del
corazón. .
Aprender
a vivir diferente
«Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo
estoy enseñado...»
.¿Por qué hay árboles
que se parten cuando sopla el huracán y otros. por el contrario. se adaptan a la
fuerza agresora de viento inclinándose? La respuesta es importante porque ahí
radica su capacidad de sobrevivir; La palabra clave es flexibilidad;
Ante el trauma. las
personas somos como los árboles: tenemos una capacidad de adaptación que nos
permite resistir y reorganizar la vida después del impacto de la experiencia
traumática, A esta capacidad elástica se la conoce hoy con el nombre de
resilencia.
Podríamos definir la
resiliencia como la facultad de recuperarse después del trauma. El término se
emplea en dos grandes áreas: en la metalurgia se aplica a la capacidad de un material
de recuperar sus condiciones iniciales después de haber sufrido un golpe
fuerte, De manera parecida. en física alude a la resistencia de los materiales
a la presión y la recuperación de su estructura; ha tenido que aprender: «Sé vivir
humildemente, y sé tener abundancia: en todo y por todo estoy enseñado» (Fil.
4:12).
Aunque Pablo aqui
alude sobre todo a su situación material; sabemos que su vida constituye un
excelente ejemplo de adaptación a uno o varios problemas o aguijones.
Disposición
a cambiar.
El cambio es parte integral de la vida. De hecho, nuestra supervivencia como
raza depende en gran medida de la capacidad de cambiar para adaptarnos a alas
circunstancias nuevas; Sin embargo a la mayoría de personas los cambios nos
producen ansiedad porque nos abocan a situaciones desconocidas; El primer
requisito es la flexibilidad como ya apuntábamos antes.
Ser
flexible
es esencial para aprender a convivir con la nueva situación porque disminuye el
estrés del cambio y nos permite, así, luchar mejor; Por el contrario, su
opuesto que es la rigidez nos lleva a quedar anclados en el pasado añorando «lo
que antes era o tenía» y lamentando. «que cualquier tiempo pasado fue mejor».
Una persona rígida no sabe adaptarse al presente, teme al futuro y se refugia
en el pasado. Esta actitud es un gran obstáculo para la adaptación.
El apóstol Pablo fue
un verdadero maestro de la flexibilidad y la disposición a adaptarse a cambios—
contentarse- a nuevas situaciones. Su dramática conversión supuso un cambio tan
radical que afectó hasta lo más profundo de su identidad, simbolizado en un
nombre nuevo. Saulo. el perseguidor, pasó a ser Pablo el perseguido: de una
posición social respetable. pasó a ser un paria para sus ex colegas fariseos:
de tener autoridad, pasó a sufrir azotes y cárcel. En un memorable pasaje Pablo
nos abre su corazón para compartir con detalle algunos de estos cambios tan
significativos (Fil. 3:4-8).
De igual manera en
Corintios nos da algunas pinceladas de su estado emocional: «como castigados, mas
no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas
enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada. mas poseyéndolo todo»
(2 Co. 8:9-10).
No hay por qué
avergonzarse ni sentirse humillado por tener que pedir ayuda cuando se
necesita. En el fondo, esta es la esencia misma del Evangelio: «este pobre clamó y
le oyó Dios» (Sal. 34:6).
El requisito esencial
aquí es la confianza. tan importante como aprender a confiar en ti mismo, es
saber confiar en los demás.
La relación de David
con Jonatán es un ejemplo de este prinicipio. En su larga lucha contra el
aguijón que significaba la persecución a muerte de Saul, David establece con
Jonatán, su amigo del alma, un vínculo de confianza tan fuerte que llega a
decir:
«Más dulce me fue tu
amor que el de las mujeres)). Y en otro texto leemos: «el alma de Jonatán quedó
ligada con la de David. y lo amó Jonatán como a si mismo)) (1 S. 18:1-3).
Humanamente la vida de David dependió en muchas ocasiones de la ayuda y la
información de Jonatán. Fue la clave que le permitió huir —adaptarse- durante
tantos años de desierto absurdo. Si. esta es la forma de actuar de Dios: Él
raramente nos deja solos ante el aguijón. Dios suele proveer de un Jonatán que
nos ayuda decisivamente en nuestra lucha. Qué gran privilegio.
Es admirable
comprobar los sentimientos de Pablo hacia Epafrodito en el pasaje de Fil.
2:25-30. Intenta descubrir quiénes son tu Jonatán o tu Epafrodito en tu lucha
contra el aguijón. Esta es una de las experiencias más enriquecedoras de una
vida.
Cristo
¿Puede haber una
experiencia más traumática tanto física como moralmente? En la cruz. Cristo
experimentá una de las muertes más sádicas desde el punto de vista físico y
sobre todo la mayor injusticia y el mayor dolor moral que jamás hombre alguno
haya sufrido aguijón en el NT. se refiero precisamente a la muerte y al pecado
(1 Co. 15:55-56). Cristo tenia que pasar por el mayor de los aguijones
—experimentar la muerte y el peso del pecado- precisamente para librarnos a
nosotros de su veneno mortal.
Nuestras experiencias
de dolor pueden ser muy duras y difíciles de sobrellevar, pero quedan
relativizadas ante el aguijón por excelencia que fue la cruz. Ningún aguijón
humano puede ser mayor que éste: «Mas él herido fue por nuestras rebeliones . molido por nuestros
pecados. El castigo de nuestra paz fue sobre él y por su llaga fuimos nosotros
curados».
Este vivido pasaje
profético de Is. 53 nos presenta a Jesús como un experto en el sufrimiento,
“doctorado en aguijones”: «despreciado y desechado entre los hombres. varón de dolores
y experimentado en quebrantos...» (la. 53:3).
Todo ello porque Dios
«cargó en el el
pecado de todos nosotros» (lsa. 53:6). sufrimiento injusto
Personalmente se me hace difícil leer este pasaje sin emocionarme.
En aquella noche oscura
de angustia, vemos al Señor en Getsemaní ante el aguijón de su muerte atroz
siguiendo los mismos pasos que hemos visto en el apóstol Pablo:
• «Padre, si es
posible, pase esta copa de mi)). Lucha por eliminar el aguijón. Como hombre,
Jesús tiene la misma reacción que cualquiera de nosotros: procura evitar aquel
trauma, busca cambiar las cosas. Es la fase legítima y natural de lucha.
• «Con gran clamor y
lágrimas)). Oración ferviente al Padre. El autor de hebreos nos describe con
gran realismo, casi de forma cruda, la intensidad emocional de la lucha en
oración de Jesús con el Padre: ((Y Cristo. en los días de su carne, ofreciendo ruegos y
súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podia librar de la muerte, fue
oido a causa de su temor reverente.)>. (He. 5:7). Por el relato
de los Evangelios sabemos que «se angustió en gran manera)) y <(estando en
agonía oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que
caían hasta la tierra)) (Lc. 22:44). Y en Mateo se lee: «mi alma está muy triste
hasta la muerte» (Mt. 26:38).
• «Mas no se haga mi
voluntad, sino la tuya». Una disposición plena a la obediencia: «pero no sea
como yo quiero, sino como tú» (Mt. 26:39). El sometimiento de Cristo a la
voluntad del Padre era completo ya desde el comienzo mismo de su vida en la
tierra. El cántico de Filipenses 2 nos lo describe con estas palabras: <...se humilló a si
mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz» (Fil.
2:8).
Jesús «fue oído a
causa de su temor reverente>) (He. 5:7). ¿En qué sentido fue oído? Dios no
le libró de la muerte.
Cristo tuvo que pasar
por el trago amargo de la cruz, Desde nuestra perspectiva humana ser oído por
el Padre debería implicar una respuesta afirmativa a su petición, es decir
librarle de la copa de la muerte.
Pero sabemos que esto
no fue así. Dios le oyó en el sentido de que envió un ángel del cielo para
fortalecerle.
Es muy evidente en el
texto de Lucas la relación causa efecto entre la petición de Jesús <(Padre,
si quieres, pasa de mi esta copa» (Lc. 22:42) y la respuesta inmediata del
Padre: <(Se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle>) (Lc.
22:43). Gran lección para nosotros: Dios no siempre nos va a librar del
aguijón, pero siempre nos dará los recursos necesarios para luchar contra él.
Concluimos. Cristo
sufrió y superó de forma admirable el más grande aguijón. Por ello «no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades» (He.
4:15). Cristo nos ayuda en nuestros aguijones de dos grandes maneras: por un
lado, porque nos da un ejemplo supremo es nuestro modelo a seguir. Pero
también, y sobre todo, porque su gracia sobrenatural nos fortalece en nuestra
debilidad. todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Dependemos de Cristo
porque por la gracia se hace perfecta en
nuestra debilidad.
«Cuando soy débil, entonces soy
fuerte»
«Mi gracia te es suficiente; porque mi poder se perfecciona en la
debilidad»
La
primera reacción de Pablo fue lógica y natural: le pide al Señor que le quite
el aguijón. Ante una situación de sufrimiento es legítimo pedir que Dios lo
elimine si es su voluntad. Hasta el Señor Jesús mismo pidió al Padre que «si es
posible, pase esta copa de mi, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».
Pablo oró «tres veces», expresión que no hay que tomar de forma literal sino
que más bien significa «numerosas veces» tal como apuntan muchos comentaristas.
Sin embargo, la respuesta a esta oración ferviente y prolongada no es la
liberación, sino la provisión de lo necesario para vivir con gozo su situación
de sufrimiento crónico.
¡Dios
no le quita, le da! Esta idea es esencial para
comprender cómo ve Dios nuestros aguijones. Para nosotros la «solución»
consiste en eliminar el problema. La visión de Dios, sin embargo, es muy
distinta: para él lo más importante no es la ausencia de sufrimiento, sino su
presencia en medio de este sufrimiento y los recursos que tal presencia
conlleva. ¿Cuáles son estos recursos?
Lo
que en español aparece como un simple adjetivo posesivo «mi», en el original es
un genitivo cuya traducción literal sería: «el poder de mí» y la «gracia de
mí», estructura gramatical que busca resaltar su procedencia. Este énfasis
confirma nuestro argumento: hay unos recursos que trascienden la capacidad del
ser humano, van más allá de cualquier técnica psicológica o de medidas
sociales. Son los recursos que vienen de Dios
Gracia: «Mi gracia te es suficiente» Pablo
necesitaba aprender. La palabra «gracia» «mi gracia», esta gracia es el poder
de Dios operando de formas muy concretas en la persona y en sus circunstancias.
«afanado y turbado estás por el aguijón,
pero una sola cosa es necesaria. Te basta mi gracia».
¿Qué
significa, entonces, esta expresión «mi gracia te es suficiente»? La
gracia es el conjunto de recursos sobrenaturales que vienen de Dios gratuitamente
y que nos permiten luchar contra el aguijón con un poder divino.
Ahí
radica la diferencia esencial entre la persona creyente y la no creyente al
afrontar el sufrimiento: en sus recursos. La situación de aguijón puede ser la
misma, pero el creyente tiene unos medios de los que carece la persona sin una
fe personal en Dios.
¿En
qué sentido la gracia es suficiente? Pablo recibe justo lo necesario
para que la aceptación sea «de buena gana» (2 Co. 12:9)
y «con gozo» (2 Co. 12:10).
No se trata de soportar el aguijón o de sobrevivir en medio de la
prueba. Esta actitud no es suficiente. Mal asunto cuando aceptamos las
espinas a regañadientes, sólo porque no hay más remedio. Dios no quiere esta
aceptación forzada más cercana a la resignación. El nivel de suficiencia
que Dios pide es mucho más alto: Él no quiere hijos «gruñones», sino «más que
vencedores» (Ro. 8:37).
Poder: «Porque mi
poder se perfecciona en la debilidad»
El
Señor no se limita a decirle que se conforme con su gracia, como si fuera una
orden. Por ello la exhortación va acompañada de una explicación convincente:
«mi poder se perfecciona en la debilidad». Aquí radica el secreto que nos ayuda
a entender por qué la gracia de Dios nos basta.
«Cuando soy débil,
entonces soy fuerte» Por pura
lógica, una debilidad es un obstáculo para cualquiera, una limitación. Así
concebía Pablo su aguijón al principio. La lección que el apóstol debe aprender
ahora es que Dios piensa exactamente al revés. No se trata sólo de que la
espina no estorba al Todopoderoso, sino que precisamente es ahí -en la
debilidad- donde el Señor puede manifestar su poder.
Y
aún es más, este poder divino se perfecciona, se hace «completo», en esta
debilidad. Por ello Pablo afirma: «...por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades
para que repose sobre mí el poder de Cristo» (2 Co. 12:9).
Él dijo de sí mismo «yo soy la luz del mundo... la luz en las tinieblas
resplandece» (Jn. 8:12;
Jn. 1:5).
La luz de Cristo puede brillar con mucha más intensidad en mis momentos de
oscuridad, en la penumbra del dolor.
Es
en «la noche oscura del alma», que empezamos a comprender esta gran paradoja:
Entonces soy fuerte porque cuanto mayor es la oscuridad, tanto más brilla su
luz.