Obedecer La Voz De Dios
"Luego la fe es por el oir...la palabra [rema]
de Dios" (Ro 10:17).
A. LOGOS Y RHEMA
Existen dos términos griegos que traducidos quieren
decir "palabra" en nuestras Biblias en español. "LOGOS" y
"RHEMA". Logos a menudo se refiere al "verbo o palabra"
viviente o que da vida.
[Nota del editor: Los siguientes ejemplos no exponen
significados tan exactos o precisos en el uso de estas palabras griegas. Son
dados como ejemplos de la idea que el autor procura explicar con relación a las
palabras logos y rhema.]
Jesús dijo: "Escrito [logos] está: No con sólo
el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra [rema] que sale de la boca de
Dios" (Mt 4:4).
De los bereanos se dijo: "Y fueron éstos más
nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra [rema] con
toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras [logos], si estas cosas
eran así." (Hch 17:11).
Estos versículos ilustran el vínculo inseparable
entre logos y rhema. Siempre operan juntos. Es vital que conozcamos las
Escrituras (logos), a fin de juzgar si la palabra (rhema) que recibimos en
realidad viene de parte del Señor o de algún otro espíritu. El Espíritu Santo
(rhema) y la Santa Biblia (logos) siempre concuerdan.
Jesús dijo de los fariseos: "Erráis ignorando
las Escrituras [logos], y el poder [rema] de Dios" (Mt 22:29). Los
fariseos de la época de Jesús no conocían el logos ni la rhema.
Muchos líderes de la Iglesia no conocen ni las
Escrituras, ni tampoco el poder de Dios. Tales dirigentes e iglesias hacen
vomitar a Dios (Ap 3:15).
Hay otros líderes en la Iglesia que conocen las
Escrituras, pero desconocen el poder de Dios. Estos usualmente se marchitan.
Por el contrario, hay otros que conocen el poder de
Dios, pero desconocen la Biblia. Estos usualmente explotan.
Si usted conoce ambos, las Escrituras y el poder de
Dios, ello hará que usted y su iglesia crezcan.
1. Una Rhema De Dios
Una palabra rema, es usualmente una comunicación de
Dios diseñada y revestida de poder para su aplicación a una situación
específica. Cuando estamos leyendo la Biblia y un cierto versículo nos inunda
repentinamente con poder, estamos recibiendo una rhema (palabra viva) para
nuestra necesidad personal.
Cuando hemos estado orando por la sabiduría de Dios
o Su respuesta para un problema sin solución y de repente Él nos comunica tal
solución al corazón en términos prácticamente claros, eso es lo que denominamos
rhema.
Cuando estamos envueltos en alguna actividad
relacionada con el ministerio y recibimos una impresión momentánea para tomar
una acción específica, la cual resulta en una gran bendición, eso es rhema.
[Una advertencia: No debemos asumir que todo impulso, impresión o sensación es
rhema. Ninguna palabra rhema será contraria a la Escritura (logos) de la Eterna
Palabra de Dios.]
Si estoy enfermo, puedo abrir mi Biblia y leer:
"…por la herida del cual habéis sido sanados" (1 P 2:24). Tengo la
Palabra (logos) que me dice que la voluntad de Dios es sanarme. Sin embargo,
puede ser que no sea sanado cuando leo tal versículo.
a. Pedro Y El Hombre Cojo. El hombre cojo (Hechos 3)
que ponían a la puerta del templo por años, no fue sanado por Jesús en las
muchas ocasiones que había entrado y salido al templo mientras estaba
ministrando por los alrededores.
Pedro, lleno de vigor por la experiencia Pentecostal
recibida hacía poco, iba para el templo a orar. Cuando el cojo le pidió una
limosna, Pedro recibió un rhema para él. "¡Mira a nosotros... Ni tengo
plata ni oro; mas lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret
levántate y anda!"
Instantáneamente, el cojo saltó y siguió a Pedro
hacia el interior del templo caminando, saltando y alabando a Dios. Puede ser
que el cojo tuviera conocimiento del versículo bíblico en Éxodo 15:26: "Yo
soy Jehová [Rafa] tu Sanador". No obstante, no fue sanado hasta que Pedro
escuchó la voz de Dios y le habló la palabra que da vida (rhema).
"Luego la fe es por el oír; y el oir por la
palabra [rhema] de Dios" (Ro 10:17). Cuando Dios le habla a usted, recibe
fe. Si responde obedientemente a lo que Dios le ha dicho, de seguro que
experimentará milagros en su vida como los que hicieron los hombres de Dios en
los tiempos bíblicos.
B. RELACIÓN, NO UNA FÓRMULA
Necesitamos entender que la palabra que da vida de
Dios, raras veces viene en respuesta a las fórmulas religiosas. Jesús sanó a un
ciego por medio de mezclar saliva con lodo, el cual, aplicó a los ojos del
ciego. Luego le dijo que fuera al estanque de Siloé a lavarse o limpiar el lodo
de sus ojos; cuando obedeció Su orden, fue sanado (Juan 9).
Si yo tomara lodo, escupiera sobre él y lo untara en
los ojos de un ciego, lo más probable es que el lodo caiga dentro de sus ojos.
Ahora, si Dios me dice que lo haga (como se lo dijo a Jesús), entonces, el
ciego sería sanado.
No es la forma o fórmula, sino más bien el escuchar
la voz de Dios y obedecerla. En otras ocasiones, Jesús sanó diversos ciegos
utilizando otros medios (Mt 9:29; Mr 10:52).
El secreto del ministerio de Jesús radicó en Su
relación íntima con el Padre celestial. Cristo declaró: "Porque yo, lo que
a él agrada, hago siempre" (Jn 8:29). Siendo que la condición del corazón de
Jesús siempre era perfecta con Su Padre celestial, podía escuchar y obedecer Su
voz con facilidad.
Jesús lo dijo bien claro: "No puede el Hijo
hacer nada por sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre; porque todo lo que
él hace, esto también hace el Hijo juntamente" (Jn 5:19).
1. Pasar Tiempo Con Dios
Jesús conocía las Escrituras. Él confundió a los
sabios en el templo, cuando tenía doce años de edad, con Sus conocimientos de
la Biblia. No obstante, el secreto de Su ministerio radicaba en Su sensibilidad
a la Voz del Padre, haciendo lo que había visto hacer al Padre y en la misma
forma que Él hacía las cosas.
Cuando Jesús necesitaba escuchar la voz del Padre,
se apartaba a lugares aislados para pasar algún tiempo en oración (y otras
veces en ayuno). Usted recuerda que el ministerio de Jesús comenzó con cuarenta
días de ayuno y oración. En muchas ocasiones posteriores, lo encontramos
pasando noches enteras en oración (como en el tiempo en que estableció a Sus
Doce Apóstoles). Lo encontramos apartándose de la multitud para irse a lugares
desiertos a orar.
De esa vida devocional emergió Su sensibilidad para
escuchar la voz del Padre. ¿Ha desarrollado usted esas mismas relaciones con el
Padre en tiempos de oración y ayunos? Si no lo ha hecho, ¿por qué no lo trata y
ve lo que sucede? De seguro que se sorprenderá.
C. LO REAL, NO SUSTITUTOS
Desearía que las escuelas bíblicas y seminarios
enfatizaran más la enseñanza de moverse en los dones del Espíritu Santo y cómo
escuchar la voz de Dios.
1. La Palabra Y Espíritu De Dios, No Conocimiento
Académico
Necesitamos hombres como Felipe, quien descendió a
la ciudad de Samaria y predicó a Cristo con poder. La Biblia dice: "Y las
gentes escuchaban atentamente unánimes las cosas que decía Felipe, oyendo y
viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos,
salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran
sanados" (Hch 8:6, 7).
Nuestras instituciones de entrenamiento, deben
transformar a los hombres en líderes de fe como Esteban y Felipe; hombres que
desafíen los poderes de las tinieblas y triunfen en el proceso. Entonces
veremos el cumplimiento de lo que nos dice Mateo 24:14: "Y será predicado
este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones
[naciones del mundo]".
2. Fe, No Orgullo
Si continuamos sustituyendo el rhema de Dios por el
conocimiento académico, estamos destinados al fracaso. Uno de los peligros
mayores de la educación superior es que torna a las personas en hombres
arrogantes (orgullosos), en lugar de en hombres de fe. Parafraseando a Pablo:
"La ciencia hincha, mas la caridad [amor] edifica" (1 Co 8:1).
No adoremos en el altar del conocimiento secular, no
pongamos nuestra fe en la sabiduría y tecnología académica, lo cual, solo puede
proveer un sustituto conveniente pero sin frutos del poder de Dios en nuestras
vidas y ministerio. Por el contrario, procuremos ser oidores y hacedores de la
Palabra de Dios. Aprendamos a escuchar Su voz.
D. EL MENSAJE, NO LAS CONSTRUCCIONES
Los líderes o dirigentes de iglesias en las naciones
occidentales, a menudo compensan la falta de poder y habilidad para escuchar la
voz del Señor, por la inversión de millones de dólares en catedrales
impresionantes y santuarios muy lujosos. Ellos piensan que eso atraerá al mundo
y a las personas a su iglesia.
A medida que estudie la historia de la iglesia,
descubrirá que entre más descarriada está la iglesia, más dinero gastarán sus
líderes en estructuras, lo cual, ayudó muy poco en la salvación de los perdidos
o en la tarea de difundir el evangelio. Lo que tal vez hicieron dichas
estructuras fue cumplir un propósito principal: satisficieron las pasiones de
los líderes eclesiásticos y promovieron el orgullo de los miembros afluentes.
Si observa cómo tales iglesias operan, recibirá la
impresión clara de que las últimas palabras de Jesús para estos líderes fueron:
"Id por todo el mundo y edificad catedrales para cada criatura". La
prioridad principal de la mayoría de sus líderes es "edificar un establo
más grande".
1. Prioridades De Dios
Lo que realmente dijo Jesús fue: "…Id por todo
el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Mr 16:15). Dios ha
puesto prioridad en la predicación del mensaje, no en las construcciones. Dios
coloca el énfasis en el ayudar las almas. El hombre lo pone en las
construcciones.
Uno no puede evitar comparar la conducta de los
líderes de la iglesia con la de nuestro Señor. Él escogió un establo como el
lugar para Su nacimiento; vivió como parte de una familia de un carpintero
pobre en Nazaret y nos dijo que había venido a predicar el evangelio a los
pobres. No tenía un lugar donde reclinar Su cabeza durante los años de Su
ministerio. Cuando murió, fue cubierto con un manto prestado. Su cuerpo fue
puesto en una tumba prestada durante aquellas horas de gloriosa conquista sobre
la muerte, el infierno y la tumba. Él se hizo pobre por amor a nosotros.
Por consiguiente, ¿de dónde reciben autoridad los
líderes de la Iglesia para desperdiciar los recursos de la Iglesia en
catedrales llamativas y santuarios lujosos cuando todavía hay dos billones de
personas que no han escuchado el evangelio?
No hay un registro que diga que los cristianos
primitivos se dedicaran a la construcción de edificios eclesiásticos hasta el
tercer siglo cuando Constantino, el primer Emperador Romano
"cristiano", mezcló la iglesia con la política.
La influencia de Constantino fue espiritualmente
perjudicial y desastrosa para la Iglesia. Una vez que la Iglesia vino a ser
respetable y rica, su poder con Dios desapareció. Lo que había sido un
organismo vivo, esparciendo vida y bendiciones por todas partes, se convirtió
en una institución muerta, proliferando "forma sin unción",
desprovista de la Palabra y el poder de Dios. Pablo nos amonestó: "… Y a
éstos evita" (2 Ti 3:5).
2. La Iglesia En China: Un Ejemplo
China muestra un caso de estudio interesante de lo
que puede ocurrir cuando una iglesia es liberada del afán de construir
catedrales y edificios eclesiásticos elaborados.
Desde antes de los cambios en 1950, Dios levantó
obras que reconocieron la mano de Dios sobre China y su cultura.
En vez de confiar en las costumbres Occidentales, se
dieron cuenta que muchos aspectos de la cultura China armonizaban con las
Escrituras, tales como: la fuerza y estructura de la familia China y la
importancia dada al hogar como lugar de adoración.
Por ello, muchos de los creyentes Chinos se reunían
como familias, en hogares, a adorar y a orar al Dios viviente.
Podemos entender el porqué después de 1950 (cuando
todos los misioneros Occidentales fueron forzados a salir de China) millones de
hermanos y hermanas de todo el país han encontrado satisfacción espiritual, no
en el estilo Occidental de Catedrales, sino a través de una creciente red de
iglesias en hogares.
Los cristianos chinos comenzaron a compartir su fe
con sus parientes y amigos. A través del "evangelismo relacional"
(evangelismo que se esparce de pariente a pariente), un crecimiento eclesial
milagroso comenzó a tomar lugar en la Iglesia en China.
En el año 1952 después de 120 años de actividad
misionera occidental, había un promedio de dos millones de creyentes chinos.
Veinte años más tarde (1972), cuando China abrió sus puertas al occidente de
nuevo, se descubrió que había 20 millones de cristianos en China. Al presente
(1990), fuentes confiables registran un promedio de 50 a 60 millones de
cristianos en China.
¿Por qué este crecimiento dramático? Librados del
dinero de los misioneros occidentales (que es a menudo una influencia
controladora) y de sus costumbres, la iglesia china se adaptó rápidamente a los
métodos que eran más compatibles con su cultura. Echados fuera de sus
catedrales, la iglesia en China retomó la práctica del Nuevo Testamento de
adorar en los hogares. Los creyentes comenzaron a funcionar como una familia, y
los resultados evangelísticos fueron dramáticos.
Debido a que la Iglesia en China fue aliviada de la
carga económica requerida por los edificios de adoración lujosos y grandes,
ahora podían invertir su dinero en ayudar a los pobres y a esparcir el
evangelio. La prioridad vino a ser la difusión del mensaje, y no la de promover
las grandes construcciones.
3. Difusión Del Mensaje
Ni el Antiguo ni el Nuevo Testamento tienen una
palabra que respalde el asunto de edificar iglesias. No obstante, esa es una de
las prioridades principales en la mayoría de las iglesias occidentales u
organizaciones misioneras.
El énfasis en el Nuevo Testamento es sobre la
difusión del mensaje. "Y ellos [los discípulos], saliendo, predicaron en
todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las
señales que la seguían" (Mr 16:20).
"Porque no me avergüenzo de estas buenas nuevas
[el mensaje] acerca de Cristo. Este es el método saturado del poder de Dios
para llevar a todos los que creen, al cielo" (Ro 1:16) (Declaración
parafraseada).
"Y de esta manera me esforcé a predicar el
evangelio, no donde antes Cristo fuese nombrado… Mas nosotros predicamos a
Cristo crucificado… Cristo potencia de Dios, y sabiduría de Dios" (Ro
15:20; 1 Co 1:23, 24).
Los edificios de iglesias extremadamente lujosos no
harán que los pecadores crean o que los perdidos se salven. Solamente el poder
de Dios puede salvar a los perdidos.
Los ritos o ceremonias muertas y religiosas no
llevarán a los hombres al Cristo vivo, quien triunfó sobre la muerte, el
infierno y la tumba. No obstante, la predicación del evangelio completo lo
hará. Pablo escribió: "con potencia de milagros y prodigios, en virtud del
Espíritu de Dios… he llenado todo del evangelio de Cristo" (Ro 15:19). Y
quiero agregar que el evangelio no será predicado a plenitud hasta que no vaya
acompañado de una exhibición milagrosa del amor de Dios a través de poderosas
señales y maravillas.
4. Darle Prioridad A Nuestros Recursos
¡Líderes de la iglesia, créanme! Lo que tenemos en
la Iglesia occidental es un capricho impío de nuestras catedrales (ya sean
hechas de cristal o cualquier otro material). Cuando edificamos santuarios
elaborados a expensas de la difusión del evangelio, de seguro que son una
ofensa a un Dios que nos comisionó hace unos dos mil años a: "…Id por todo
el mundo: predicad el evangelio a toda criatura". Hasta que no nos
pongamos en línea con tal prioridad, todo lo demás que hagamos es "…
madera, heno, hojarasca" (1 Co 3:12).
¡Dos billones de almas todavía esperan el evangelio!
Dios dice: "… su sangre demandaré de tu mano" (Ez 3:20).
Después de predicar el evangelio a plenitud a través
de todo el Imperio Romano, Pablo pudo testificar: "… soy limpio de la
sangre de todos" (Hch 20:26). ¿Qué respecto a nosotros? ¡Creo que no
podemos decir lo mismo que Pablo! Es vital que volvamos al principio y
comencemos a darle, con nuestros recursos, prioridad para hacer lo que Dios ha
dicho en la Biblia y lo que nos sigue diciendo que hagamos por Su Espíritu.
No estoy contra la construcción de edificios
eclesiales para los usos necesarios. Estoy en contra de invertir grandes sumas
de dinero en proyectos que sólo satisfacen el ego y que podrían ser utilizadas
para ayudar a los pobres y a la difusión del evangelio.
E. CONCLUSION
Los africanos cuentan una historia acerca de un
ratón que se asoció con un elefante solitario. El ratón siempre montaba sobre
la espalda del elefante, un poco cerca de su oreja derecha. Allí se sentaba
para platicar felizmente con su amigo el elefante, haciéndole compañía mientras
caminaban.
Un día llegaron cerca de un puente que pasaba por
encima de un río. El puente parecía lo suficientemente fuerte, y el elefante
comenzó a cruzarlo; y cruzaron al otro lado del río. Cuando estuvieron seguros
al otro lado, el ratón le dijo al elefante: "¡Carambolas, sacudimos todo
el puente! ¿Verdad que sí?".
Usted y yo somos como el ratón. Nos hemos asociado
con un Dios todopoderoso. Como el ratón, por nosotros mismos, no podríamos
hacer absolutamente nada. Pero trabajando en asociación con Dios, aprendiendo y
escuchando Su voz, de seguro que podemos herir de muerte a la serpiente
antigua: Satanás, y poner en libertad a los prisioneros en el pecado, en las
enfermedades y en la pobreza (Ro 16:20).
Recuerde:
1. El Conocimiento Académico
Aunque el conocimiento académico es de utilidad en
algunos círculos de acción, no puede producir el poder salvador y sanador de
Dios, ni tampoco la clase de líderes que la Iglesia de hoy necesita. Recuerde
que la mayoría de los discípulos de Jesús, fueron descritos como:
"…hombres sin letra e ignorantes … y les conocían que habían estado con
Jesús" (Hch 4:13). Así que, debemos tomar mucho tiempo en oración y en
ayuno para estar con Jesús, y después verá la diferencia en su vida.
2. La Palabra De Dios (rhema) Y Su Plan Son
Singulares...
Para cada situación, persona y organización; Los
patrones, métodos, fórmulas y tradiciones, a menos que no sean ungidos con el
Espíritu Santo, pueden ser grandes impedimentos en nuestro esfuerzo de escuchar
la voz de Dios.
3. El Plan De Dios Para Su Vida, Es Más Grande Que
El Suyo
Espere en Dios en oración hasta que tenga un
entendimiento claro de lo que es el plan de Dios.
Oremos
Señor Jesús, deseo escuchar Tu voz. Permite que la
fe venga sobre mí ahora por medio del escuchar Tu voz. Entrego en Tus manos mi
vida, iglesia y ministerio. Guíame con Tu Palabra (rhema) y Tu verdad (logos).
¡AMEN!
¡Escuche atentamente en estos momentos! ¿Qué le está
diciendo? Acabó de orar pidiéndole que le hable. Deténgase a oír durante uno o
dos minutos.
María, la madre de Jesús, dijo algo que debemos
prestar cuidadosa atención. "…Haced todo lo que os dijere" (Jn 2:5).