La
guía de la Iglesia de Dios
En
nuestra búsqueda de las grandes verdades de las Sagradas Escrituras, ninguna de
las fuentes de consulta que tengamos puede remplazar la guía de maestros
guiados por el Espíritu de Dios.
Un
fiel servidor de Dios puede ayudarnos en gran manera a entender correctamente
las Escrituras.
Como
dijo el apóstol Pablo: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han
creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber
quién les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está
escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que
anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:14-15).
Jesucristo
dijo claramente: “Edificaré mi iglesia”, y agregó: “Las puertas del Hades [el
sepulcro o la muerte] no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).
Tiempo
después ordenó a sus discípulos: “Id, y haced discípulos a todas las naciones.
. . enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí que
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20).
¿Qué
es la Iglesia? La Biblia no la describe como un edificio o una corporación
física, sino como gente guiada por el Espíritu de Dios (Romanos 8:14). El compañerismo con el pueblo de Dios puede
ayudarnos en el aprendizaje de las verdades espirituales de las que habló
Jesucristo.
Dios
nos dice: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21). Nosotros tenemos que hacer una parte, pero él
ha funda- do su Iglesia que es “columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15).
También
ha puesto maestros fieles en su Iglesia para que enseñen su Palabra sin tergiversaciones.
Consideremos lo que el apóstol Pablo escribió
a uno de sus discípulos:
“Por esta razón te dejé en Creta, para que corrigieseis lo
deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como te mandé . . . Porque
es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios . . .
retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda
exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen” (Tito 1:5-9).
Cristo
advirtió que habría engañadores que dirían que eran sus representantes:
“Guardaos
de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por
dentro son lobos rapaces. Por sus frutos
los conoceréis. . . Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre
hicimos muchos milagros? Y entonces les
declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo
7:15-16, 22-23).
Un
ministro de Dios debe enseñar fielmente las leyes y los caminos de Dios. Como dice la Biblia: “¡A la ley y al
testimonio! Si no dijeren conforme a
esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20).
Pero
más importante aún, ¡debe vivir de acuerdo con lo que enseña!
Por
lo tanto, siguiendo las claves que Dios nos ha dado en su Palabra, necesitamos
escudriñar las Escrituras para ver cómo éstas describen a la Iglesia y a sus
ministros. ¿Cuáles son algunas de las
características del pueblo de Dios? En
seguida mencionamos cuatro formas en que la Biblia las describe, pero desde
luego no son todas:
•
Sumisos a las leyes de Dios: Los miembros de la Iglesia de Dios, los
“santos”, se describen como “los que guardan los mandamientos de Dios
y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12).
El
pueblo de Dios también se describe como la obediente novia de Cristo:
“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y su esposa [la Iglesia] se ha preparado. Y a ella se le ha concedido
que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las
acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:7-8).
Quienes
forman la Iglesia de Dios guardan fielmente los mandamientos de Dios y confían
en “la fe de Jesús” para su salvación.
•
Permanecen en el amor de Dios: Una de las grandes cualidades de la
Iglesia de Dios la señaló Jesucristo en la noche en que fue traicionado: “En
esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con
los otros” (Juan 13:35).
El
apóstol Juan hizo eco a esto al escribir: “Queridos hermanos, debemos amarnos
unos a otros,
porque
el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. El que
no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor . . . Queridos hermanos, si
Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos unos a otros. A Dios
nunca lo ha visto nadie; pero si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros
y su amor se hace realidad en nosotros”
(1
Juan 4:7-8, 11-12, Versión Popular).
•
Una manada pequeña: En
la Biblia, la Iglesia de Dios no se describe como una organización grande e
influyente. A quienes forman su Iglesia Cristo dijo:
“No
temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el
reino” (Lucas 12:32). A los cristianos se les describe también como quienes
siguen el camino estrecho
y
difícil que pocos desean seguir en este presente mundo de perdición (Mateo
7:13-14).
•
Rechazan los caminos del mundo: Cristo dijo claramente que sus
discípulos “no son del mundo”, como tampoco él era del mundo (Juan 17:14).
De
manera franca y abierta, el apóstol Santiago advierte a los cristianos que no
cedan ante la influencia nociva de este mundo:
“¡Oh
almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de
Dios”
(Santiago
4:4). Como resultado de no seguir los caminos de este mundo —que en realidad es
el mundo de Satanás
(2
Corintios 4:4; 1 Juan 5:19)— la Iglesia de Dios finalmente se verá forzada a
huir de la persecución de que será objeto antes del retorno de Jesucristo
(Apocalipsis 12:13-17).
Estas
descripciones deben ayudarnos a entender cómo podemos buscar y encontrar
miembros de la Iglesia de Dios.
Que Dios le ayude en su búsqueda por entender las Escrituras, y que
por medio de las
claves que él ha dado, pueda usted encontrar a sus fieles y
obedientes seguidores.
jca