lunes, 27 de agosto de 2012


La guía de la      Iglesia de Dios

En nuestra búsqueda de las grandes verdades de las Sagradas Escrituras, ninguna de las fuentes de consulta que tengamos puede remplazar la guía de maestros guiados por el Espíritu de Dios.

Un fiel servidor de Dios puede ayudarnos en gran manera a entender correctamente las Escrituras.
Como dijo el apóstol Pablo: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:14-15).

Jesucristo dijo claramente: “Edificaré mi iglesia”, y agregó: “Las puertas del Hades [el sepulcro o la muerte] no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).
Tiempo después ordenó a sus discípulos: “Id, y haced discípulos a todas las naciones. . . enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20).

¿Qué es la Iglesia? La Biblia no la describe como un edificio o una corporación física, sino como gente guiada por el Espíritu de Dios (Romanos 8:14).  El compañerismo con el pueblo de Dios puede ayudarnos en el aprendizaje de las verdades espirituales de las que habló Jesucristo.

Dios nos dice: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21).  Nosotros tenemos que hacer una parte, pero él ha funda- do su Iglesia que es “columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15).
También ha puesto maestros fieles en su Iglesia para que enseñen su Palabra sin tergiversaciones.  Consideremos lo que el apóstol Pablo escribió a uno de sus discípulos:

“Por esta razón te dejé en Creta, para que corrigieseis lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como te mandé . . . Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios . . . retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen” (Tito 1:5-9).

Cristo advirtió que habría engañadores que dirían que eran sus representantes:
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.  Por sus frutos los conoceréis. . . Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?   Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:15-16, 22-23).

Un ministro de Dios debe enseñar fielmente las leyes y los caminos de Dios.  Como dice la Biblia: “¡A la ley y al testimonio!  Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20).
Pero más importante aún, ¡debe vivir de acuerdo con lo que enseña!

Por lo tanto, siguiendo las claves que Dios nos ha dado en su Palabra, necesitamos escudriñar las Escrituras para ver cómo éstas describen a la Iglesia y a sus ministros.  ¿Cuáles son algunas de las características del pueblo de Dios?  En seguida mencionamos cuatro formas en que la Biblia las describe, pero desde luego no son todas:

• Sumisos a las leyes de Dios: Los miembros de la Iglesia de Dios, los “santos”, se describen como “los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12).
El pueblo de Dios también se describe como la obediente novia de Cristo: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa [la Iglesia] se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:7-8).

Quienes forman la Iglesia de Dios guardan fielmente los mandamientos de Dios y confían en “la fe de Jesús” para su salvación.

• Permanecen en el amor de Dios: Una de las grandes cualidades de la Iglesia de Dios la señaló Jesucristo en la noche en que fue traicionado: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35).

El apóstol Juan hizo eco a esto al escribir: “Queridos hermanos, debemos amarnos unos a otros,
porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor . . . Queridos hermanos, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos unos a otros. A Dios nunca lo ha visto nadie; pero si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y su amor se hace realidad en nosotros”
(1 Juan 4:7-8, 11-12, Versión Popular).

• Una manada pequeña: En la Biblia, la Iglesia de Dios no se describe como una organización grande e influyente. A quienes forman su Iglesia Cristo dijo:
“No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12:32). A los cristianos se les describe también como quienes siguen el camino estrecho
y difícil que pocos desean seguir en este presente mundo de perdición (Mateo 7:13-14).

• Rechazan los caminos del mundo: Cristo dijo claramente que sus discípulos “no son del mundo”, como tampoco él era del mundo (Juan 17:14).
De manera franca y abierta, el apóstol Santiago advierte a los cristianos que no cedan ante la influencia nociva de este mundo:

“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”
(Santiago 4:4). Como resultado de no seguir los caminos de este mundo —que en realidad es el mundo de Satanás

(2 Corintios 4:4; 1 Juan 5:19)— la Iglesia de Dios finalmente se verá forzada a huir de la persecución de que será objeto antes del retorno de Jesucristo (Apocalipsis 12:13-17).

Estas descripciones deben ayudarnos a entender cómo podemos buscar y encontrar miembros de la Iglesia de Dios.

Que Dios le ayude en su búsqueda por entender las Escrituras, y que por medio de las
claves que él ha dado, pueda usted encontrar a sus fieles y obedientes  seguidores.
jca

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