Tener
en cuenta el contexto
La
Biblia nos revela otra clave para entender el significado de las Escrituras:
el contexto.
Podemos evitar muchas interpretaciones erróneas si tenemos siempre en cuenta el
contexto de los ejemplos y las enseñanzas que la Biblia nos da.
De
hecho, la gran mayoría de las equivocaciones o malentendidos acerca de la
Biblia son la consecuencia de sacar versículos de su contexto.
Leer el contexto quiere decir simplemente tener en cuenta los versículos
anteriores y posteriores al texto que se esté estudiando. Sacar un
versículo fuera de su contexto es tratar de entenderlo sin tener en cuenta el
tema del pasaje en que se encuentra. Estudiar el contexto incluye examinar los
versículos dentro del marco del párrafo, el capítulo, el libro y, en un sentido
más amplio, todos los escritos del mismo autor e incluso la Biblia como un
todo.
Por
ejemplo, en Génesis 3:4 leemos: “No moriréis”. Al leer esto algunos podrían
pensar que el hombre ya posee la inmortalidad, que posee un alma que no puede
morir. Sin embargo, tal suposición está en contra de otros versículos muy
claros, entre ellos Ezequiel 18:4, 20;
Santiago
5:20; 1 Timoteo 6:14-16 y Romanos 2:7. Pero el contexto nos muestra que fue
Satanás, en apariencia de serpiente, quien dijo esta mentira asegurándole a Eva
que ella y su esposo Adán no morirían.
Unos
versículos antes podemos ver cuál fue la enseñanza correcta que Dios les había
dado: “Y mandó el Eterno Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto
podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque
el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17).
Vemos,
pues, que no basta con citar un versículo aislado; debemos tener en cuenta el
contexto. En este ejemplo la cita de Génesis 3:4 se aclara fácilmente cuando
analizamos todo el pasaje. Podemos evitarnos confusiones con sólo aplicar este
sencillo principio.
En
ocasiones es necesario leer todo un capítulo para entender correctamente el
asunto. Por ejemplo, algunos citan Marcos 7:18-19 para apoyar el concepto de
que ahora ya se pueden comer las carnes que en Levítico 11 y Deuteronomio 14 se
clasifican como inmundas. Jesús
preguntó
a sus discípulos: “¿También vosotros estáis así sin entendimiento?
¿No
entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar,
porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto
decía, haciendo limpios todos los alimentos”.
Otra
versión, la Reina-Valera, revisión de 1977, dice así: “¿No os dais cuenta de
que todo lo que de fuera entra en el hombre, no puede contaminarle, porque no
entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la cloaca, purificando todos
los alimentos”.
Este
pasaje es especialmente interesante, porque presenta el caso de un error de
traducción que nos sirve de ilustración no sólo de lo importante que es leer el
contexto, sino también del beneficio de comparar diferentes versiones de la
Biblia. Aquí, el contexto contiene la clave
para
entender el verdadero significado del pasaje y también para determinar cuál es
la traducción más acertada.
Primero,
notemos que el contexto revela el verdadero tema de este capítulo: “Le
preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no
andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos
inmundas?” (vers. 5).
La
pregunta de los escribas y fariseos no era si se podían comer determinados tipos
de carne, sino por qué los discípulos pasaban por alto un rito de purificación
ceremonial. La crítica tenía que ver con el hecho de que Jesús y los discípulos
comían sin lavarse las manos.
Cristo
les contestó: “Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición
de los hombres; los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y
hacéis otras muchas cosas semejantes” (vers. 8). Queda muy claro cuál era el
tema de esta conversación entre Jesús y los dirigentes religiosos.
Ahora,
conociendo el contexto del pasaje, consideremos las dos traducciones. En la
versión Reina-Valera, revisión de 1960, el versículo 19 termina con estas
palabras: “Esto decía [Jesús], haciendo limpios todos los alimentos”. En
cambio, la revisión de 1977 dice simplemente:
“purificando
todos los alimentos”. El significado claro de esta última es que mediante el
proceso digestivo el cuerpo asimila los alimentos y elimina las partículas de
polvo que puede haber en ellos. ¿Cuál de las dos versiones es la correcta?
Si
nos atenemos al medio cultural del Nuevo Testamento, en el que sólo se
consumían las carnes limpias (según Levítico 11 y Deuteronomio 14), y si
tenemos en cuenta que lo que se estaba discutiendo en este pasaje era la
necesidad de lavarse las manos antes de comer, podremos ver claramente
que el texto de la Reina-Valera de 1977 es el que encaja perfectamente con el
contexto. (Conviene mencionar en este punto que las palabras Esto decía, refiriéndose
a Jesús, no aparecen en los manuscritos originales griegos, sino que fueron
agregadas por los traductores en un intento por interpretar el pensamiento de
Marcos.)
Además de analizar cuidadosamente el contexto, otra clave para entender
correctamente la Biblia es estudiar todos los pasajes relacionados con el tema
que se estudia
(de esto hablaremos más en el próximo capítulo). En este caso tenemos la
ventaja de que en Mateo 15 se
menciona
el mismo incidente y se aclara aún más el asunto:
“Del
corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones,
los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias [todo esto son infracciones
de la ley de Dios y, por tanto, pecados]. Estas cosas son las que contaminan al
hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al
hombre” (vers. 19-20).
Al
tener en cuenta el contexto en que se encuentra la amonestación de Cristo, se
despeja toda confusión. Él no estaba rechazando ni anulando las leyes de Dios
sobre las carnes limpias e inmundas; estaba simplemente diciendo que cualquier
pequeña cantidad de polvo que pudiera tener la comida sería eliminada como
consecuencia natural del proceso de digestión.
Pasando a otro ejemplo, podemos ver que en ciertas ocasiones es necesario
tener en cuenta el contexto de todo un libro. Un ejemplo importante de esto es el
uso que el apóstol Pablo hizo de la palabra ley en la Epístola a los
Romanos. Algunas veces, cuando la usó estaba refi-
riéndose
al concepto legalista según el cual la ley servía como un medio para ganarse la
salvación, concepto que Pablo rechazó.
“¿Qué,
pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la
justicia,
es decir, la justicia que es por fe; mas Israel, que iba tras una ley de
justicia, no la alcanzó. ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como
por obras de la ley . . .” (Romanos 9:30-32).
En
otras partes, Pablo describió la ley de Dios como el patrón divino de la
conducta humana que Dios nos ha dado para nuestro bien: “Por medio de la ley es
el conocimiento del pecado . . . yo no conocí el pecado sino por la ley . . .
De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y
bueno. ¿Luego lo que es bueno vino a ser muerte para mí? En ninguna manera;
sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de
lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser
sobremanera pecaminoso” (Romanos 3:20; 7:7, 12-13).
Aquí,
en el mismo libro, vemos que la palabra ley aparece en contextos
diferentes. Es un error tratar de generalizar el uso que se le da a una palabra
sacándola de su debido contexto.
El
uso de esta clave de revisar el contexto nos ayudará a evitar muchas interpretaciones
erróneas al estudiar la Biblia.
Tener en cuenta todos los pasajes relacionados con el tema que se
estudia
Otra clave importante para entender la Biblia es estudiar diferentes
versículos relacionados con determinado tema antes de llegar a una conclusión.
Con respecto
a esto, el apóstol Pablo dio un ejemplo notable cuando, enseñando ciertas
verdades acerca de Jesús, se refirió a muchos
pasajes
de lo que en su tiempo era la Biblia, las Escrituras en hebreo (lo que ahora se
conoce como el Antiguo Testamento).
“Y
habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les
declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde,
persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los
profetas” (Hechos 28:23). Para demostrar que estaba
en
lo correcto, Pablo explicaba cuidadosamente los pasajes que tenían que ver con
Cristo como el Mesías.
Para entender correctamente un tema bíblico, es necesario tener en
cuenta todos los pasajes relacionados con el mismo.
Aquí
se aplica el principio de acomodar lo espiritual a lo espiritual (1 Corintios
2:13). El carácter espiritual de la Biblia se describe en Efesios 6:17,
donde
leemos
acerca de “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”.
Comparación de textos:
¿Cuál
fue el título que se puso sobre la cruz?
La Biblia contiene
algunos pasajes que parecen contradecirse, pero que realmente se complementan.
Un buen
ejemplo de esto son los versículos que se refieren al título que Pilato, el
gobernador romano en Judea, mandó poner sobre el madero donde fue crucificado
Jesús:
• Mateo
27:37: “ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS”.
• Marcos
15:26: “EL REY DE LOS JUDÍOS”.
• Lucas
23:38: “ESTE ES EL REYDE LOS JUDÍOS”.
• Juan
19:19: “JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS”.
A primera
vista podría parecer que ninguno de los cuatro escritores copió correctamente
las palabras del título. Pero cuando leemos los cuatro relatos nos damos cuenta
de que cada uno agrega un poco más de información.
Juan nos
dice que fue Pilato quien escribió el título y Lucas nos permite entender por
qué las palabras eran diferentes: el título había sido escrito en tres idiomas,
griego, latín y hebreo (lo que también se hace notar en Juan 19:20). Este hecho
hace pensar,
lógicamente,
que las diferencias se deban en parte a los tres idiomas que se utilizaron, así
como al punto de vista personal de cada autor o biógrafo.
Al
combinar las cuatro versiones del título podemos ver el mensaje completo:
“Este es Jesús nazareno, el rey de los judíos”.
Ninguno de los cuatro evangelios contradice a los otros; más bien se
complementan, ya que cada uno hace
resaltar aspectos ligeramente diferentes de la vida y ministerio de Jesucristo,
lo que nos permite tener una mejor perspectiva en general.
El libro
titulado Una armonía de los cuatro evangelios, por A.T. Robertson (editado
por la Casa Bautista de Publicaciones), puede ser de mucha ayuda en el estudio
de la
vida de
Cristo, ya que acomoda los cuatro relatos en columnas paralelas y en orden
cronológico.
En muchos casos, las aparentes contradicciones se aclaran con un
poco de investigación y una cuidadosa comparación de pasajes paralelos. También
puede ser de beneficio el uso prudente de los libros de consulta.
Al
examinar varios versículos sobre el mismo tema se pueden aclarar las doctrinas
bíblicas.
Muchas
veces cuando dos versículos parecen contradecirse, la realidad es que se
complementan porque cada uno dice parte del relato.
Por
ejemplo, en Lucas 14:26 Jesús dijo: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su
padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su
propia vida, no puede ser mi discípulo”.
Esta
expresión de aborrecer a la familia suena muy contraria a las enseñanzas de Jesús,
quien en otra ocasión dijo: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y
aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a
los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por lo que os
ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:43-44).
Jesús
claramente enseñó que no debemos aborrecer a nadie. Entonces ¿cómo pueden
explicarse estos dos versículos?
Si
analizamos otros relatos sobre el mismo tema podremos ver que, de hecho,
armonizan. En Mateo 10:37 leemos: “El que ama a padre o madre más que a mí, no
es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí”. Aquí
el sentido claro es amar a los familiares menos que a Cristo, no
“aborrecerlos”. Es cierto que Cristo usó el término aborrecer; sin embargo, según algunos
estudiosos de la Biblia esta fue una expresión figurada que la gente de esa
época entendía como “amar menos”, tal
como Mateo lo aclara aquí.
La
contradicción desaparece al comparar ambos pasajes. Vemos, pues, que es muy
fácil adoptar una interpretación errónea si sacamos un versículo de su contexto
o lo aislamos de otros que se refieren al mismo tema.
Si
compilamos cuidadosamente los versículos que se relacionan entre sí antes de
decidir qué es lo que la Biblia dice sobre un tema determinado, podemos evitar
la confusión o el error. La Biblia no se contradice; gracias
a la inspiración de Dios, los que la escribieron se complementaron unos a
otros. En verdad, “la Escritura no puede ser quebrantada” (Juan 10:35).
El
uso correcto de los libros de consulta Si se aplican las cinco claves que hemos
mencionado hasta este punto, ciertamente podremos entender las enseñanzas y los
principios esenciales de la Palabra de Dios. De esto no hay duda. No obstante,
con sólo leer la Biblia, ¿alcanzaremos a entender todos los detalles de lo que
nos dicen las Escrituras?
La
verdad es que podemos aumentar nuestro entendimiento de los personajes, lugares
y acontecimientos bíblicos si aprovechamos el trabajo de aquellos que han
estudiado la cultura, los idiomas, la historia y la arqueología de la Biblia.
Ya
han transcurrido entre 2.000 y 3.500 años desde que se escribieron las
diferentes partes de la Biblia. Quienes las escribieron lo hicieron en el
idioma y las condiciones de sus respectivas épocas, y esas culturas y lenguas
eran muy diferentes de las actuales. Debido a estas diferencias, los libros de
consulta son útiles para que podamos entender mejor las Escrituras tal como
fueron escritas y entendidas originalmente.
El
apóstol Pablo le dijo a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios
aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra
de verdad” (2 Timoteo 2:15).
Así
como un artífice utiliza varios instrumentos y herramientas que le ayudan en su
trabajo,
también
nosotros podemos aprovechar diferentes recursos que nos ayuden a entender mejor
ciertos aspectos de la Biblia.
Los
apóstoles, además de citar frecuentemente las Escrituras, a veces citaban otras
fuentes con el propósito de aclarar el tema que es- taban tratando. A fin de
que los filósofos atenienses pudieran entender claramente un principio acerca
de Dios, Pablo les citó a un poeta de
Cilicia
llamado Arato (Hechos 17:28). En igual forma, Judas citó de un escrito que se
conocía como el libro de Enoc (Judas 14). Como podemos ver por estos ejemplos,
los apóstoles, con el afán de ayudar a la gente a entender más claramente la
Palabra de Dios, en ocasiones citaban
otras
fuentes aparte de las Escrituras.
Cómo entender la Biblia
Es muy conveniente marcar la Biblia
Con sus cientos de páginas en letra pequeña, la Biblia puede parecernos
bastante abrumadora. Sin embargo, la Biblia es el “manual de instrucciones” que
Dios nuestro Hacedor nos ha proporcionado, y como tal es un libro al que
debemos referirnos con frecuencia. Con el fin de poder recordar pasajes
importantes —y de poder encontrarlos más fácilmente— es conveniente marcar la
Biblia. Los métodos usados por los estudiantes de la Biblia varían desde un solo
color hasta una gama variada
de colores, flechas, asteriscos, notas y corchetes, así como
palabras, frases y oraciones subrayadas.
La experiencia de muchos les ha llevado a adoptar un sistema más
o menos sencillo. De otra forma, al cabo de varios meses o algunos años la
Biblia puede llegar a verse como un desordenado cuaderno de colorear. Lo
importante es utilizar un método práctico que tenga sentido para usted. A
continuación encontrará unas pocas indicaciones que pueden ayudarle a evitar la
tendencia a hacer muchas marcas innecesarias en su Biblia.
Es recomendable usar los colores sólo para hacer resaltar
palabras importantes. Los lápices de colores son prácticos; o si prefiere usar
una pluma o marcador, tenga
cuidado de que sea de un tipo que no manche o pase a través del
papel. Para mayor nitidez, cuando subraye es conveniente usar una regla. Con
una marca apropiada, una palabra o frase importante le indicará al instante el
tema del pasaje.
Como podrá darse cuenta, marcar la Biblia tiene la ventaja de ayudarle
a recordar no sólo en qué página, sino también en qué parte de la página se
encuentra un versículo. Le ahorrará mucho tiempo al tratar de localizar pasajes
importantes en el futuro.
¿Cuáles
son los libros de consulta que podemos utilizar? A continuación mencionamos
algunos:
•
Otras versiones de la Biblia: Desde luego, lo más indispensable para
el estudio de la Biblia es la Biblia misma. Y si está dentro de nuestras
posibilidades, es conveniente tener más de una versión de ésta para poder
comparar las diferentes traducciones. Naturalmente, quienes estudian la Biblia
buscan la traducción que sea más exacta, más literal o más fácil de leer, pero
no hay una sola traducción que tenga todas estas características.
Existen
varias versiones en el idioma español en las cuales la traducción puede ser más
o menos literal, o puede adaptarse un poco más a nuestra forma de expresarnos.
Un
ejemplo sencillo tomado de Lucas 9:51 bastará para ilustrar esta diferencia. En
la versión Reina-Valera, revisión de 1960, vemos una correspondencia formal
entre el texto griego y la traducción al español: “. . . afirmó su rostro para
ir a Jerusalén”.
En
cambio, la Versión Popular emplea una equivalencia dinámica para expresar en
términos propios de nuestro idioma el significado de esta frase: “. . .
emprendió con valor su viaje a Jerusalén”.
Por
su parte, la Nueva Biblia Española la traduce así: “. . . Jesús decidió
irrevocablemente
ir a
Jerusalén”.
Así pues, cuando el texto no resulta claro, muchas veces es de gran
ayuda leer una versión más actualizada. Obviamente, lo más importante en una
versión es la exactitud, y por lo general las traducciones literales son las
que más se apegan a los textos originales en hebreo, arameo y griego. En las
publicaciones de la Iglesia de Dios Unida la que más se usa es la Reina-Valera,
revisión 1960, la cual es una fiel traducción de los textos originales y, con
pocas excepciones, su lenguaje es bastante claro.
Aunque
en cualquier traducción de la Biblia se pueden encontrar algunos errores,
siempre es más conveniente usar una traducción literal cuando se trata de
establecer las doctrinas correctas.
•
Una concordancia: Ciertamente
el más práctico, y por tanto el más importante, de los libros de consulta es
una concordancia bíblica, la cual es simplemente una compilación alfabética de
muchas o de todas las palabras que aparecen en la Biblia y una lista de los
versículos en que se encuentra cada una. Al buscar una palabra determinada, una
concordancia nos permite localizarla rápidamente en cualquier versículo de la
Biblia. Una concordancia completa resulta de gran ayuda en la compilación,
comparación y estudio de todos los pasajes sobre algún tema, debido a que
indica todos los versículos en que se usa cierta palabra.
También
existen concordancias temáticas que, como su nombre lo indica, pueden ayudarnos
a encontrar los pasajes o versículos que tratan un tema determinado.
•
Una enciclopedia o diccionario bíblico: El segundo recurso en importancia es una
enciclopedia o diccionario bíblico. Una obra de este tipo explica temas
determinados o el significado que tenían algunas palabras en los idiomas en que
se escribió la Biblia originalmente. Muchos diccionarios bíblicos contienen
reseñas biográficas, mapas, tablas
cronológicas
y varios otros datos históricos y arqueológicos.
No
obstante, debemos estar conscientes de que tales obras pueden mostrar la parcialidad
del autor al explicar los aspectos de orden teológico, por lo que no suelen ser
una fuente confiable en asuntos de doctrina.
Los
autores moderados tienden a ser más exactos debido a que ellos creen que la
Biblia fue divinamente inspirada y por lo tanto creen en lo que ésta dice.
Otros autores consideran la Biblia sólo como literatura étnica, producto de una
mezcla de historia, leyenda y mitología.
•
Un comentario bíblico: Este es otro recurso que puede resultar muy útil,
pero es sólo lo que su título indica: los comentarios y opiniones del autor.
Los comentarios bíblicos pueden ser de uno o varios volúmenes y pueden ser la
obra de un solo autor o de un grupo de autores.
Es
necesario tener en cuenta los antecedentes y tendencias de los autores, cuya
gama va de quienes creen en la inspiración de la Biblia hasta los teólogos que
consideran gran parte de las Escrituras como simple literatura humana.
Por
razón natural, los comentarios de estos últimos son muy diferentes de los de
quienes sí creen en la Biblia y casi siempre los contradicen.
Por
lo tanto, lo que estos autores escriban no debe ser usado nunca para establecer
doctrinas bíblicas.
La
doctrina verdaderamente bíblica sólo puede ser establecida “acomodando lo
espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:13).
Los
escritos de los hombres no deben considerarse nunca en igualdad con la Biblia.
Los libros de consulta son simplemente recursos limitados que por medio de su
información geográfica, lingüística, cultural e histórica nos ayudan a entender
en gran parte las circunstancias y épocas en que fueron escritos los libros que
componen la Biblia.
DIOS
LOS BENDIGA EN CRISTO
Jca
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