la Biblia Me lo Dice
Estudios sobre la vida Abundante
Volumen I
Victor Paul Wierwille
CAPÍTULO TRES
¿Está usted Limitando a Dios?
Jesucristo es el
nombre más dulce que yo conozco, pues es en su nombre, y sólo en su nombre, que
veo el potencial ilimitado en el hombre. Es en el nombre de Jesucristo que
hombres y mujeres son salvos, renacidos, convertidos. Es en el nombre de
Jesucristo que los enfermos son sanados para levantarse de nuevo y declarar la
gloria del Señor. Es en el nombre de Jesucristo que los espíritus malos son
echados fuera y la gente es liberada para siempre en cuerpo y mente. A menos
que conozcamos ese nombre de Jesucristo como una realidad viviente y vital en
nuestras vidas, estamos definitivamente limitando a Dios.
El espíritu de Dios nace dentro de nosotros
en el momento mismo en que aceptamos y creemos en el Señor Jesucristo y que
Dios lo levantó de los muertos. Este es un milagro sobrenatural de Dios. Como
creyentes no tenemos nada que ver con este nuevo nacimiento. Dios es el hacedor
de milagros. Él es el que crea un nuevo espíritu dentro de nosotros y nos hace
Sus hijos. De ahí en adelante, somos hijos de Dios, pertenecemos a la familia de Dios, somos niños de Dios,
hijos de Dios y coherederos con Cristo Jesús. Entonces ya no somos siervos que permanecen ignorantes
en cuanto a su Amo; sino que somos
hijos, hijos de Dios. Como hijos de Dios, Satanás ya no tiene más derechos
legales sobre nosotros a menos que le permitamos usurpar autoridad que él no
posee legítimamente. Nosotros podemos limitar a Dios en nuestras vidas por no
saber lo que es legalmente nuestro como hijos de Dios por Cristo Jesús.
Cuando Cristo murió en el calvario, fue
nuestro completo substituto, no sólo para el pecado sino también para las consecuencias
del pecado. Nada fue dejado sin hacer en su substitución por nosotros. Cuando
comenzamos a ver esta verdad y aceptamos la obra que Cristo llevó a cabo como
una realidad finalizada, llegamos a ser hombres y mujeres llenos del espíritu
muy deseosos de manifestar nuestros derechos filiales.
Cuando esta gran transformación tenga lugar y
no limitemos a Dios, entonces no hablaremos sobre preocupación, miedo,
ansiedad, enfermedad y deseo. Olvidamos estos negativos pues somos hijos por
medio de Jesucristo que los venció. Somos hombres y mujeres que rehusamos limitar el poder de Dios en nosotros porque deseamos traer al
mundo el conocimiento del Cristo vivo. Cuando no limitemos a Dios, estaremos viviendo
en la Palabra y la Palabra estará viviendo en nosotros.
2
Corintios 9:8:
Y poderoso es Dios para hacer que abunde
en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo
lo suficiente, abundéis para toda buena obra.
¿Hemos estado limitando a Dios en nuestras
vidas? Debemos estar haciéndolo si no tenemos todo lo suficiente en todo.
Suficiencia es la voluntad de Dios para Sus hijos a fin de que Sus hijos puedan
abundar para toda buena obra. Que tengamos suficiencia es la voluntad de Dios
para nosotros; y sin embargo, ¿cuántos de nosotros hemos limitado a Dios al no
permitirle llevar a cabo esta promesa en nuestras vidas? Cuán lentos hemos sido
en darnos cuenta que Dios es
nuestra habilidad, que Él es
la vida de nuestras vidas, que Él
es la fuerza de nuestras fuerzas, que Él
es nuestra suficiencia.
Frecuentemente limitamos a Dios en nosotros
mismos por nuestra creencia equivocada. Nuestro propio razonamiento dice:
“Simplemente no podemos tener todo
lo suficiente. Eso no puede ser”. Y así confesamos lo negativo, cuando todo
el tiempo Su espíritu dentro de nosotros está gritando: “Suficiencia en todo”. Hemos sido de tal manera enseñados a
respetar el conocimiento que nos viene por nuestros cinco sentidos que no
logramos reconocer el conocimiento que viene a nosotros del reino superior, el
espiritual, donde la Palabra de Dios, y no la razón, ocupa el primer lugar.
Ambos reinos o mundos están aquí: el mundo natural es un hecho, el mundo espiritual
es verdad.
Hay cuatro reinos en este mundo, y uno se
sobrepone al otro: el reino vegetal, el
reino animal, el reino del hombre y el Reino de Dios. Los primeros tres
componen el mundo natural; el Reino de Dios es el mundo sobrenatural o
espiritual. El mundo natural y todas las cosas en él vienen a la mente a través
o por medio de los sentidos naturales. Las verdades del mundo espiritual
absolutamente no dependen de
los sentidos, sino más bien del espíritu proveniente de Dios en el hombre.
No podemos saber nada del mundo espiritual
por medio de los sentidos. Por eso es que Pablo dijo por inspiración divina en
1 Corintios 2:14: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura... porque [los asuntos
espirituales] se han de discernir espiritualmente”.
Las cosas espirituales del mundo espiritual pueden
ser conocidas en este mundo únicamente por el Espíritu de Dios que mora en
nosotros. Entonces, y sólo entonces, puede el Espíritu relatarnos verdades
acerca del mundo espiritual y darlas a conocer a nuestros sentidos. Entonces, y
sólo entonces, tenemos la habilidad dada por Dios dentro de nosotros,
haciéndonos conocer cosas acerca del mundo espiritual.
Una y otra vez, después que he explicado la
diferencia entre el mundo natural y el espiritual, cómo uno se sobrepone al
otro y que dos conjuntos de leyes enteramente diferentes están en existencia,
la gente me ha dicho que ellos de allí en adelante fueron capaces de darle a
Dios el lugar que Él merecía. Entones rehusaron limitar a Dios dentro de sí
mismos.
Poca gente se da cuenta de la gran verdad
espiritual de la substitución de Cristo y la justicia del creyente. Un hombre
en quien la nueva creación vive es justo ante Dios, de acuerdo con la Palabra
de Dios. El hombre renacido es justo, y ser justo quiere decir que podemos
pararnos ante Dios en la justicia con la cual Él nos vistió por nuestra
aceptación de Cristo como nuestro substituto por el pecado y las consecuencias
del pecado.
Permítame darle una definición de justicia
que le ayudará a romper los poderes de las tinieblas en y sobre su vida. Justicia
es su habilidad dada por Dios para estar en la presencia del Padre sin un
sentido de pecado, culpa o condenación. Esto quiere decir que usted como un
hijo de Dios puede pararse también en la presencia misma de Satanás sin miedo o
derrota porque usted conoce sus derechos en Cristo y ha reclamado la
suficiencia que Dios le ha dado.
Cuando reconocemos que Dios en Cristo vive en
nosotros, esa clase de creencia nos hace victoriosos sobre Satanás en todos los
aspectos. Entonces llegamos al punto en que confiamos en el poder o la
habilidad de Dios en Cristo en nosotros. Reconocemos nuestro lugar en la vida y
trabajamos sabiendo que Dios en Cristo en nosotros nos asegura el éxito. Vamos
a nuestras tiendas con confianza natural; entramos en nuestros hogares, en nuestros
negocios, sabiendo que Dios en Cristo en nosotros nos hace ganadores en toda
situación.
Al señalar la abundancia que Dios nos ha
dado, quiero que note Efesios 3:20. Es más, quiero que lo aprenda tan bien que
será una realidad viviente en usted día a día, pues entonces usted sabrá que el
poder de Dios está actuando en su vida.
Efesios
3:20:
Y a Aquel que es poderoso para hacer
todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según
el poder [o habilidad de Dios] que actúa en nosotros.
¿Cuánto le estamos permitiendo a Dios que
actúe en nosotros? Esa es la pregunta principalísima. No es una cuestión de la
habilidad o la voluntad de Dios. Simplemente es una cuestión de permitir que la
grandeza ilimitada de Dios viva en nosotros y produzca en nosotros así el
querer como el hacer, por Su buena voluntad. Él hará todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, pero sólo al grado que
manifestemos el poder potencial interno.
1
Juan 4:4:
...vosotros sois de Dios... porque mayor
es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.
Así pues, yo sé que la “vida más abundante”
de la cual se habla en Juan 10:10 está en mí. Él no está más conmigo para condenarme por mis
pecados y mis defectos; si no que Él está en
mí para guiarme y llevarme a toda verdad y a una abundancia aun más
allá de lo que yo me puedo imaginar.
Quiero que Dios pueda implementar la grandeza
de Su amor y suficiencia en su vida. Pero Él no puede exceder el deseo o la
libertad de voluntad que usted tiene. Usted tiene que aceptar, por creencia,
los positivos de Su Palabra y echar de su mente los negativos de este mundo.
Dios ha escrito Su voluntad (Su testamento) de abundancia para usted, pero
usted no puede recibir lo que Él ha hecho disponible hasta que crea Su Palabra.
¿Ha estado usted limitando a Dios? ¿Por qué
no libera el poder de Dios que está latente en usted, y cree a Dios para la abundancia que Él ha prometido?
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