SUBIENDO A LO ALTO EN BUSCA DE LA VERDAD
Capítulo Once de "Ordena mis pasos con Tu Palabra"
Por V.P. Wierwille
Mientras atravesamos por la vida, tenemos que escalar en
nuestros corazones y mentes cada vez más alto con la grandeza de la Palabra de
Dios. Debemos siempre mantenernos progresando para ver más y más de la Palabra
de Dios y Sus promesas manifestadas en nuestras vidas diarias.
Lucas 19 contiene el registro de un hombre que literalmente
subió a lo alto para ver al salvador. Este es el relato de Jesús y Zaqueo, una
historia que siempre conmueve los corazones de aquellos que tienen hambre por
la Palabra de Dios.
Lucas 19:1:
Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.
La ciudad de Jericó se encuentra al noreste de Jerusalén, situada
en el río Jordán. Frecuentemente, cuando Jesús viajaba de Galilea a Jerusalén,
pasaba por Jericó. Lucas 19 relata lo que ocurrió en un caso en particular.
Versículo 2:
Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los
publicanos, y rico…
Zaqueo era un jefe de los publicanos. Los publicanos eran
recaudadores de impuestos. Zaqueo no era un recaudador de impuestos común; él
era jefe en esa área de Judea. Recolectar impuestos entonces, aún más que hoy
día, era considerado una ocupación poco honorable. El sistema romano de
recaudación de impuestos en Judea y en todo el Imperio Romano durante la vida
de Jesús, era conocido por ser un sistema abusivo que era agravado por la
deshonestidad y la extorsión de los publicanos asociados a él. Muchos pasajes
de los Evangelios traen este hecho a la luz, Lucas 3 es un ejemplo.
Lucas 3:12 y13:
Vinieron también unos publicanos para ser bautizados [por
Juan el Bautista], y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?
El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado [o,
“no tomen más de lo que se les ha ordenado recolectar”].
No era una práctica poco común para los publicanos el exigir
más impuestos de lo que estaban obligados a recaudar. Por ejemplo, si un
recaudador de impuestos tenia la instrucción de recolectar de usted $100
dólares, tal vez él le informaría que debía $120. Él recaudaría $120 dólares,
daría 100 al gobierno romano, y pondría los otros $20 en su bolsillo.
Otra razón por la que los recaudadores de impuestos eran
tenidos en tan baja estima fue porque estos publicanos, siendo de Judea,
estaban ayudando a los romanos
incircuncisos, a expensas de su propio pueblo. Los publicanos estaban tratando
con, y ayudando a los conquistadores extranjeros haciendo el “trabajo sucio” de
los romanos.
El Evangelio de Mateo da un registro de Jesucristo siendo
confrontado por un grupo de personas en este mismo tema tan sensible de los
impuestos.
Mateo 22: 17 y 18:
... [la gente preguntó a Jesús] ¿Es lícito dar tributo a
César, o no?
Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por
qué me tentáis, hipócritas?
En la situación registrada aquí, aquellos que cuestionaban a
Jesús no estaban sinceramente interesados en la verdad; ellos estaban
interesados en atrapar a Jesús por medio de sus propias declaraciones. Sin
embargo, aquellos de nosotros que estamos sinceramente interesados en aprender,
podemos aprender de la respuesta de Jesús.
Algunos de estos perversos hipócritas que tentaban a Jesús
eran judíos herodianos, que apoyaban el dominio romano. Entre ellos se
encontraban probablemente publicanos que
exigían más impuestos de los que la ley pedía. Jesús sabía quiénes eran
y los tomó por sorpresa con su sabia respuesta.
Versículos 19-21:
Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.
Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la
inscripción?
Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que
es de César, y a Dios lo que es de Dios.
Toda nación debe tener algún tipo de sistema de recolección
de impuestos. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos y cristianos dar al
César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios y debemos reconocer la
diferencia.
Sólo porque la recaudación de impuestos era considerada como
una ocupación baja o vulgar asociada con la extorsión en un sistema abusivo,
eso no hacía de todos los que recaudaban impuestos un ladrón. Esto es tan
cierto hoy como lo fue en los días de Jesucristo.
He explicado esta información adicional sobre publicanos en
el primer siglo con el fin de que podamos apreciar el gran significado que se
encuentra en el relato de Zaqueo y Jesús en Lucas 19. Necesitamos entender las
implicaciones sociales en la recaudación de impuestos y de los recaudadores de
impuestos.
El versículo 2 de Lucas 19 nos dice que Zaqueo era “jefe de
los publicanos, y rico”. Ahora, la gente ha leído estas dos afirmaciones como
si estuvieran directamente relacionadas. Algunos concluyen que la razón por la
cual Zaqueo era rico, era porque él era un publicano que recaudaba más de lo
que le requerían, que él estaba robando dinero de la gente. Pero, ¿la Palabra
de Dios dice eso? No, no dice eso. Simplemente dice que Zaqueo era jefe de los
publicanos y que era rico. No dice que él robó para hacerse rico. Eso puedo
haber sido una práctica de otros publicanos, pero no dice que Zaqueo lo hacía.
No tenemos el derecho de leer dentro de esta declaración en Lucas, que Zaqueo
obtuvo su riqueza en forma deshonesta.
Los publicanos eran recaudadores de impuestos, así como
algunas personas hoy en día son agricultores o plomeros o políticos o maestros.
El hecho de que una persona sea un plomero rico no indica que él sea un plomero
corrupto que ha obtenido su riqueza deshonestamente. Eso es una suposición
injustificada. Ni la ocupación ni la riqueza indican deshonestidad. Todo lo que
sé es que la Palabra de Dios dice que Zaqueo era un publicano y que era rico.
En este registro aprendemos una cosa más acerca de Zaqueo, y es que estuvo
motivado por un deseo maravilloso: Él quería ver a Jesús.
Lucas 19:3:
Procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la
multitud, pues era pequeño de estatura.
Zaqueo quería ver a Jesús, quería saber quién era él. Quizá
lo impulsó la simple curiosidad. El texto no lo dice. Pero cualquiera que sea
la razón, al fin y al cabo él quería ver a Jesús. Ojalá que hoy hubiera más
gente que quisiera ver a Jesús. Cuando la gente pide ver a Jesús hoy, tenemos
que mostrárselos. Cuando ellos quieren ver a Jesús y quien es él, podemos
mostrarles la Palabra de Dios y la grandeza de la posición de Jesucristo en la
Palabra.
Zaqueo quería ver a Jesús, pero no podía. La multitud no se
lo permitía. Había tantas personas rodeando a Jesús que Zaqueo no alcanzaba a
verlo.
Versículo 3:
… pues era pequeño de estatura.
Zaqueo era pequeño. Lo más importante acerca de él era su
deseo de ver a Jesús.
Versículo 4:
Y corriendo [Zaqueo] delante [por delante de donde Jesús
estaba caminando], subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar
por allí.
Zaqueo subió a un árbol sicómoro con el fin de ver a Jesús,
esta persona notable de quien la gente hablaba. Zaqueo tomó las medidas
necesarias para cumplir su deseo. Eso es muy importante. Si usted quiere ver a
Jesucristo a través de la Palabra de Dios, tiene que moverse, tiene que tomar
acción. Zaqueo tomó la iniciativa y subió a ese árbol sicómoro.
El que la Palabra registre que el árbol al que Zaqueo se
subió era un sicómoro, es una información interesante. El árbol llamado
“sicómoro” en la Biblia no es el mismo árbol sicómoro común que se encuentra
aquí en América. El árbol sicómoro del que se habla en el Oriente en los
tiempos bíblicos era un cierto tipo de higuera. Una higuera sicómoro es
específicamente lo que era este árbol. Es significativo que Zaqueo se subiera a
este tipo de árbol. Los sicómoros higueras eran despreciados; daban un fruto
con el que se alimentaba a las vacas y a los cerdos*. Pero Zaqueo subió a uno
de ellos en busca de alimento espiritual, en busca del mismo Señor Jesucristo,
quien es el mejor alimento de todos los tiempos; de hecho, él es el Pan de
Vida. El que Zaqueo subiera a un árbol sicómoro higuera, que era despreciado,
fue un acto de gran humildad.
Versículo 5:
Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba…
Zaqueo estaba agazapado en la higuera sicómoro mirando hacia
abajo, mientras Jesucristo miraba hacia arriba. Jesucristo se interesó lo
suficiente en este hombre como para parar en medio de todo el alboroto y las
demandas de la multitud, y le habló directamente a esa sola persona.
Quiero decirle, que dondequiera que haya hombres y mujeres
que deseen conocer al señor Jesucristo, ellos tendrán ese deseo saciado de
acuerdo a la Palabra de Dios. Aquellas personas que tienen hambre y sed de
justicia serán (absolutamente) saciadas. Así es. Qué ejemplo del cumplimiento
de esta promesa en este registro en la Palabra de Dios.
Versículo 5:
Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le
vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose
yo en tu casa.
¿Acaso dijo Jesús: “Zaqueo, eres un publicano insignificante
y bueno para nada”? ¿O le dijo: “Oye enano”? No. ¿Y cómo sabía Jesús su nombre?
El registro no nos lo dice, pero él se dirigió directamente a Zaqueo. Zaqueo
nunca antes había visto a Jesucristo, y mucho menos alguna vez había tenido una
conversación con él. ¡Qué electrizante!
Ya que Zaqueo no podía ver a Jesús por la multitud y por su
tamaño, él subió al sicómoro higuera para poder verlo. Jesús pasó, rodeado de
masas de gente, se detuvo y dijo: “Hola, Zaqueo. Es maravilloso que me estés
buscando. Baja ahora. Voy a ir a tu casa contigo”. ¿Qué creen ustedes que pasó
en el corazón de Zaqueo? Apuesto que comenzó a latir rápidamente. Apuesto que
las lágrimas brotaron de los ojos de este hombre sorprendido y bendecido.
Zaqueo no podía concebir la oferta de Jesús. “¿Yo? ¿Yo? ¿Yo?” Jesús dijo: “Sí,
tu, Zaqueo. Vamos, date prisa, desciende. Hoy voy a pasar tiempo en tu casa”. Y
saben, Zaqueo respondido rápidamente y con alegría a la oferta de Jesús. Lo dice
en el versículo 6.
Versículo 6:
Entonces él descendió aprisa, y le recibió [en su casa]
gozoso.
*K.C. Pillai, Luz a través de una ventana Oriental Vol. I
pág. 18, (New York: Robert Speller & Sons, 1963). Disponible en el blog
“Mira sólo a Dios”.
Zaqueo se apresuró y recibió a Jesús gozosamente en su casa.
Nadie que viva en forma deshonesta, engañando a la gente y con un corazón de
piedra, recibiría a Jesucristo gozosamente. Pero el corazón de Zaqueo y su vida
personal debieron estar puros y en paz, porque él rápidamente recibió a Jesús
en su casa.
Póngase en el lugar de Zaqueo. Digamos que usted vive como
el Diablo, y que usted ha armado un gran lío y que lo sigue haciendo. Y de
pronto un poderoso y destacado creyente le dice: “Vamos, quiero pasar el día
contigo”. ¿Cómo se sentiría? Terrible. Su inclinación probablemente sería poner
excusas y luego declinar la invitación; la situación podría llegar a ser
demasiado incómoda.
Es por esto que no creo en todas las cosas sin fundamento
que algunas personas han sugerido acerca de Zaqueo; tales acusaciones no pueden
sostenerse contra la verdad de la Palabra de Dios. Creo Zaqueo debió ser un
hombre maravilloso.
Versículo 7:
Al ver esto [la gente alrededor de Jesús, quizá incluyendo a
los apóstoles, discípulos y otros], todos murmuraban [acerca de que Jesús había
ido a la casa de Zaqueo], diciendo que había entrado a posar con un hombre
pecador.
La gente murmuró. No hablaron en un tono normal; ellos
susurraron: “¿Cómo puede Jesús, este gran profeta, ir a esa casa y ser el
invitado de un hombre que es un pecador?” ¿Qué te parece eso? La multitud no
vino directamente y le dijo: “Jesús, ¿te das cuenta de que estás comiendo con
un chico malo?” No, ellos murmuraron a sus espaldas.
Mientras la gente hacia alarde de su ignorancia, Zaqueo
estaba hablando con Jesús acerca de sí mismo.
Versículo 8:
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí,
Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres…
Cuando Zaqueo reveló esta información, esto dio una completa
y nueva perspectiva sobre este hombre. ¿Cuántas personas conoce usted que den
el cincuenta por ciento de sus ingresos para ayudar a otros? De esa forma daba
Zaqueo. Y él no le estaba mintiendo a Jesús, o Jesús lo habría sabido y lo
habría reprendido. Él dijo: “Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres”.
…y si en algo he defraudado a alguno [o he robado, es decir,
si he tomado cualquier cosa como recaudador de impuestos, algo de alguien
ilegalmente], se lo devuelvo [¿Cómo?] cuadruplicado.
Quiero decirle, ¡Zaqueo era un hombre maravilloso! Él estaba
diciendo al Señor: “Si he tomado algo de cualquier hombre que yo no debería
haber tomado, Señor, yo devuelvo cuatro veces la cantidad que tomé”. Vaya
recaudador de impuestos. Sí, era rico. Pero eso no era todo lo que
caracterizaba a este hombre. También era extremadamente caritativo. Él
compartía el cincuenta por ciento de sus bienes con los pobres. Y declaró: “Si
he tomado algo de alguien, lo devolveré cuadruplicado”. ¡Qué hombre!
Es por esto que Jesús se detuvo en su casa. No se detuvo
allí porque Zaqueo era un ladrón encubierto, o porque fuera un recaudador de
impuestos deshonesto. Como publicano Zaqueo era despreciado por la totalidad de
la gente. Muchos considerarían que él tenía una ocupación deshonrosa trabajando
para los gentiles. Sin embargo, Jesús se detuvo con él aquel día, porque Jesús
no vivía por estereotipos. Él caminaba por revelación de Dios, y él sabía que
Zaqueo no era una persona malvada, deshonesta y de corazón duro. Jesús sabía por
revelación, que Zaqueo era un hombre maravilloso y honesto deseando escuchar la
Palabra de Dios. Y las propias palabras de Zaqueo pusieron al descubierto esa
revelación.
¡Imagínese la venida de Jesucristo a la casa de este hombre!
Un hombre a quien nunca había conocido antes. Esto debió ser emocionante para
Zaqueo. Una experiencia única en la vida.
Versículo 9:
Hoy ha venido la salvación a esta casa.
¿Por qué había venido la salvación a esa casa? Porque el
salvador mismo estaba allí. Dondequiera que el salvador está, ahí hay
salvación. Pero, ¿porqué la casa de Zaqueo?
… por cuanto él también es hijo de Abraham.
¿Sabe usted lo que un hijo de Abraham es? Un creyente. Una
persona que, cuando la Palabra de Dios se abre ante él, escucha esa Palabra y
la cree*. Zaqueo no sólo era un descendiente sanguíneo de Abraham, él era un
creyente. Jesús fue a casa con él, compartió su vida con él, y le enseñó la
Palabra de Dios. La salvación llegó ese día a la casa de Zaqueo, porque un hijo
de Abraham, un creyente, vino a conocer a Jesús, el Cristo. ¡Qué maravilloso
registro en la Palabra de Dios.
Luego viene la declaración de Jesús en el versículo 10,
reprobando las murmuraciones habladas en el versículo 7.
Versículo 10:
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se
había perdido.
Zaqueo nunca antes había tenido el privilegio de conocer a
Jesús. Nunca antes había oído lo que usted y yo llamaríamos hoy “el mensaje de
salvación”. Sin embargo, él quería ver a Jesús. Así que se subió en un árbol.
Cuando Jesús lo vio, le dijo: “Zaqueo, baja, y voy a pasar algún tiempo en tu
casa”. Ahí Jesús le enseñó la verdad de Dios, y Zaqueo creyó. Jesús dijo
entonces que el Hijo del hombre, Jesucristo, había venido a salvar a aquellos
que estaban perdidos.
*Gálatas 3:7 Sabed, por tanto, que los que son de fe
[creencia], éstos son hijos de Abraham.
Jesucristo es un médico del alma. Un médico no es necesario
cuando uno está sano. Jesucristo viene a buscar y a salvar, para dar plenitud a
aquellos en necesidad espiritual. Él busca a aquellos que están perdidos,
hombres y mujeres que necesitan al señor Jesucristo. Él no tiene ningún
problema extendiéndose a usted y a mí, porque somos personas que él vino a
buscar y a salvar. Hebreos 7:25 dice de Jesucristo “por lo cual puede también
salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios”. Jesucristo está
siempre dispuesto a conocerle. Él conoció a Zaqueo, que se había subido a un
árbol para verlo. Dondequiera que haya hombres y mujeres que realmente quieren
escuchar, Jesucristo siempre está ahí.
No hay nadie tan abajo que los brazos del Todopoderoso no
estén debajo de él. No hay nadie tan alto que los brazos del Todopoderoso no
estén por encima de él. Y no hay otro que no sea Su Hijo, que puede salvar a la
gente. Porque no hay otro nombre dado a los hombres, en que podamos ser
salvos.*
Damas y caballeros, lo que sea que ustedes tengan que hacer
para conocer al señor Jesucristo, háganlo. A donde sea que ustedes tengan que
ir para aprender acerca de él, háganlo. La única gran fuerza motora de su alma
debe ser conocer a Jesucristo. ¿Quién es él? La única manera en que alguna vez
sabrán quién es Jesucristo es viniendo a la Palabra de Dios. La Palabra nos da
a conocer a Jesucristo. La Palabra nos dice quién es él. Es esta Palabra que
ofrece el conocimiento de la salvación.
¿Qué es lo que usted necesita oír? La Palabra de Dios.**
Jesucristo fue esa Palabra, la Palabra Viviente, que se encontró aquel día con
Zaqueo en Jericó. Y esa Palabra trajo a Zaqueo a la gran realidad de ser un
creyente, porque Jesús estuvo dispuesto a enseñarle, y Zaqueo fue manso para
aprender. Si usted quiere experimentar la verdad de la Palabra de Dios, suba a
lo alto en busca de la verdad. Dios siempre ha sido y siempre será buscado y
encontrado por aquellos que están buscando a Jesucristo como su salvador y
señor.
*Hechos 4:12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay
otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
** Romanos 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por
la palabra de Dios.
Traducción por Claudia Juárez Garbalena
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