CAMINO DE
VIDA O CAMINO DE MUERTE
Capítulo
Diez de "Ordena mis pasos con Tu Palabra"
Por V.P.
Wierwille
Jeremías, un profeta del Antiguo
Testamento, ha sido llamado el profeta que llora, porque siempre estaba
llorando por Israel cuando se alejaba de Dios*. Independientemente de la forma
en que la gente pueda llamar a los que buscan a Dios y Sus caminos, Dios se
revela a los humildes. Y a veces lo que Dios revela tiene como propósito dar a
los no creyentes, que son mansos, una oportunidad de salir de su oscuridad
espiritual y del valle de la muerte para seguir el camino de vida. Jeremías fue
un mensajero de Dios que brindó el plan de Dios para la gente en su tiempo.
“Hay dos caminos frente a ustedes”, dijo Jeremías a los hijos de
Israel. “Un camino es el camino de vida; el otro es el camino de muerte. Ahora
ustedes elijen que camino van a seguir. Ustedes eligen su destino”.
Creo que
como creyentes tenemos la oportunidad de poner ante la gente de nuestro tiempo
esas dos opciones: el camino de vida y el camino de muerte.
Aquellos
que rechazan la Palabra de Dios, y aquellos que deliberadamente abusan de ella
están eligiendo el camino de muerte. Pero los que vienen a la Palabra de Dios,
la creen, y actúan en ella, están escogiendo el camino de vida.
Cuando los portavoces de Dios
declaran estos dos caminos y dejan claro a la gente las dos alternativas, la
gente no siempre está contenta. No siempre quieren escuchar la verdad y puede
que no aprecien a aquellos que la hablan. Jeremías y otros profetas, algunos de
ellos enlistados en Hebreos 11, fueron maravillosos portavoces de Dios que
escucharon la voz de Dios y que expusieron delante de la gente de su tiempo la
verdad de la Palabra de Dios. Hebreos 11 describe cómo algunos de estos
profetas y creyentes fueron tratados en respuesta a su hablar en nombre de
Dios.
Hebreos 11:37 y 38:
Fueron apedreados, aserrados
[cortados en pedazos], puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron
de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras [Las pieles de los
animales recién despellejados fueron cosidas en ellos. Cuando la piel se secó,
sus cuerpos se comprimieron en el interior.], pobres, angustiados, maltratados;
De los cuales el mundo no era
digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las
cavernas de la tierra.
Estos fueron hombres y mujeres de
Dios que en su día y en su tiempo se esforzaron por llevar a cabo la Palabra de
Dios; ellos procuraron hacerlo en la medida de sus posibilidades. La respuesta
de la gente a estos hombres y mujeres de Dios fue lo que acabamos de leer. Y la
gente no ha cambiado. Algunos individuos, sí, pero naciones enteras, no.
Debemos llegar a la posición de exponer de nuevo ante la gente lo que es el
camino de vida para aquellos que creen la Palabra de Dios, y el camino de
muerte para aquellos que no lo hacen, independientemente de su respuesta a la
persona que presenta la elección.
*Jeremías13:15-17;
22:9,10; 48:29-32.
Usted
expone la Palabra ante la gente y las personas deciden si quieren creerla o si
no quiere creerla. Aquellos que la creen, obtienen los resultados de su
creencia. Aquellos que no la creen obtienen las consecuencias de su
incredulidad. Para aquellos que creen, la Palabra es el camino de vida. Para
aquellos que no creen, es el camino de muerte.
En el
Libro de Jeremías, ciertamente somos impresionados por el número de veces que
Jeremías fue instruido por Dios para ofrecer a los habitantes de Judá un camino
de escape a la condenación que su incredulidad traería sobre ellos. A través
del capítulo 19 de Jeremías, donde comienza este estudio, Dios le había dicho
en repetidas ocasiones a Jeremías que declarara a los habitantes de Jerusalén y
de Judá que a menos que ellos destruyeran sus ídolos y volvieran a adorar a
Jehová, ellos serían llevados cautivos a Babilonia durante setenta años. Un
cautiverio literal sería la consecuencia que traería sobre ellos el no hacer
caso a la voz de Dios dada a través del profeta Jeremías. Ahora, ¡la gente no
quería escuchar esto! No querían deshacerse de su idolatría; no querían
cambiar. Así que Dios, una vez más, le dijo a Jeremías que fuera al pueblo de
Jerusalén y pronunciara su condena sobre ellos.
Jeremías 19: 14 y 15:
Y volvió Jeremías de Tofet,
adonde le envió Jehová a profetizar, y se paró en el atrio de la casa de Jehová
[en el Templo] y dijo a todo el pueblo:
Así ha dicho Jehová de los
ejércitos, Dios de Israel: He aquí, yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas
sus villas todo el mal que hablé contra ella; porque han endurecido su cerviz
para no oír mis palabras.
La declaración de Jeremías de la
revelación de Dios a él: “Yo [Dios] traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus
villas todo el mal que hablé contra ella” –no fue una noticia recibida con
aprecio y la mansedumbre. En los días del profeta Jonás, toda la ciudad de
Nínive respondió a una advertencia similar, y con arrepentimiento se volvieron
a Dios. Pero el pueblo de Judá rechazó la predicación de Jeremías y no
sintieron ningún remordimiento, negándose a prestar atención a la Palabra de
Dios. De hecho, el libro de Jeremías continúa este registro hablando del abuso
que Jeremías tuvo que soportar por haber sido el portavoz de Dios.
Jeremías 20:1:
El sacerdote Pasur hijo de Imer,
que presidía como príncipe [o gobernador] en la casa de Jehová, oyó a Jeremías
que profetizaba estas palabras.
Estamos a punto de descubrir cómo
este hombre Pasur procedió con Dios y con el hombre de Dios, Jeremías. Es claro
que Pasur era un hombre de prestigio y autoridad. Además de ser el hijo de un
sacerdote, y tener un estatus en los círculos religiosos de su tiempo, él era
también el “príncipe [o gobernador] en la casa de Jehová”, el Templo. ¡Qué
elevada posición de liderazgo tenia! ¡Qué prestigio religioso y social!
Pero Pasur, el hijo de un sacerdote
y gobernante principal del Templo, no fue ni manso ni abierto a Dios y Su
Palabra como fue entregada por el profeta Jeremías.
Versículo 2:
Y azotó [hirió, nakah]
Pasur al profeta Jeremías, y lo puso en el cepo que estaba en
la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa de Jehová.
Cuando Pasur oyó que Jeremías
había profetizado la ruina de Judá, Pasur azotó [o “hirió” como dice la versión
en inglés KJ] al profeta Jeremías”. Jeremías no había hecho daño a
nadie. Él no había salido a robar a la gente. No andaba por ahí destruyendo
alguna propiedad. Y sin embargo, Pasur, este hombre de prestigio y autoridad,
un hombre muy respetado por la gran mayoría de las personas, hirió, azotó al
profeta Jeremías, el portavoz de Dios.
Ahora,
¿qué piensa usted cuando lee que Pasur “azotó [o “hirió”] a Jeremías?” ¿Qué es
exactamente lo hizo Pasur? Tal vez usted nunca ha pensado acerca de esto. Es
sólo una palabra, “azotó” o “hirió”. La palabra hebrea para “azotó” es nakah.
Deuteronomio explica el significado de esta palabra “azotar” también usada en
Deuteronomio 25.
Deuteronomio 25:2 y 3:
Y si el delincuente mereciere ser
azotado [nakah], entonces el juez le hará echar en tierra, y le hará
azotar [nakah] en su presencia; según su delito será el número de
azotes.
Se podrá dar cuarenta azotes, no
más; no sea que, si lo hirieren [nakah] con muchos azotes más que éstos,
se sienta tu hermano envilecido delante de tus ojos.
Pasur
forzó a Jeremías a soportar treinta y nueve azotes con un látigo. Así es como Pasur
hirió a Jeremías. Luego él tuvo a Jeremías puesto en un cepo, con sus manos,
sus pies y su cuello atrapados entre dos grandes piezas de madera, en la puerta
superior de Benjamín.
La puerta superior de Benjamín
estaba en el lado norte del área del Templo, que conducía a la ciudad. Esta
puerta estaba “en la casa”, en el Templo. Castigando a Jeremías en el área de
la casa de Jehová, Pasur hizo con el profeta una exhibición pública en el mismo
lugar donde Dios dijo que se reuniría con Su pueblo. ¡Pasur estaba haciendo una
burla del portavoz de Dios, y por lo tanto una burla de Dios, en la propia Casa
de Dios!
En primer lugar, Pasur hizo que
Jeremías fuera molido con treinta y nueve azotes. Luego lo puso en un cepo en
la puerta superior de Benjamín, haciendo de él un ejemplo y causando temor en
la gente para que no creyeran el pronunciamiento de Jeremías de aquella
sentencia o juicio. Si alguien creía lo que dijo Jeremías, recibirían el mismo
trato que él había recibido. Nadie se atrevería a escucharle, a seguirlo, o a
juntarse con él.
Pasur dejó a Jeremías en el cepo
todo el día y toda la noche, para castigarlo, para avergonzarlo y deshonrarlo,
y para esparcir el miedo y así mantener el control sobre toda la ciudad.
Jeremías 20:3:
Y el día siguiente Pasur sacó a
Jeremías del cepo. Le dijo entonces Jeremías: Jehová no ha llamado tu nombre
Pasur, sino Magor-misabib.
Pasur
estaba causando que la gente temiera. Jeremías dijo a Pasur: “El Señor no te
llamará mas ‘Pasur’, que significa ‘el más noble’. Ese no era más su
nombre en lo que concernía a Dios. Su nombre era 'Magor-misabib,' que significa
'a quien temen por todas partes’. Requirió mucho valor para un hombre en la
posición de Jeremías –que acababa de ser azotado, puesto en un cepo, y había
sido públicamente deshonrado– para hablar con la grandeza de la verdad de la
Palabra de Dios en el momento de su liberación. ¿Usted habría tenido todo ese
denuedo?
Versículos 4 y 5:
Porque así ha dicho Jehová: He
aquí, haré que seas un terror [magor] a ti mismo [haré que tengas miedo
de ti mismo] y a todos los que bien te quieren, y caerán por la espada de sus
enemigos, y tus ojos lo verán; y a todo Judá entregaré en manos del
rey de Babilonia, y los llevará cautivos a Babilonia, y los matará a espada.
Entregaré asimismo toda la
riqueza [todos los recursos humanos, la mano de obra] de esta ciudad, todo su
trabajo y todas sus cosas preciosas [todo lo de valor]; y daré todos los
tesoros de los reyes de Judá en manos de sus enemigos, y los saquearán, y los
tomarán y los llevarán a Babilonia.
No era la voluntad de Dios que
esto le sucediera a Judá, pero la gente causó que esto pasara por su
incredulidad, por su rechazo a Dios y por su forma de tratar al profeta de
Dios, Jeremías, que habló en nombre de Dios. Cuando ellos rechazaron el camino
de vida y trataron con desprecio a Jeremías, fue como si Dios mismo hubiera
sido tratado con desprecio.
El hombre puede hacer muchas
cosas; pero hay una cosa que él no puede hacer y salirse con la suya, y eso es
burlarse de Dios. Puede parecer a veces como si él estuviera saliéndose con la
suya, pero que no se engañe. Así parecía cuando Pasur empuñaba su autoridad.
Pero las circunstancias cambian. La vida de Pasur no había terminado aún.
Jeremías tuvo el denuedo de mirar
directamente a Pasur y decirle: “Mira, puedes ponerme en un cepo, puedes
azotarme, está bien. Pero quiero decirte algo: Tú y todo Judá van a sufrir
porque no han obedecido mi advertencia”.
Versículo 6:
Y tú, Pasur, y todos los
moradores de tu casa iréis cautivos; entrarás en Babilonia, y allí morirás, y
allí serás enterrado tú, y todos los que bien te quieren, a los cuales has
profetizado con mentira.
Pasur podía hacer una burla
pública del profeta. Pero al final, la verdad de Dios ciertamente prevalecería.
El final profetizado de Pasur, el poderoso primer oficial del Templo, era su
muerte en Babilonia junto con sus amigos. La Palabra del Señor fue claramente
hablada por Jeremías, y eso es exactamente lo que ocurrió.
Después de ver el denuedo de
Jeremías en los primeros seis versículos de Jeremías 20, los próximos tres
versículos pareciera que no hablan de su carácter.
Versículos 7-9:
Me sedujiste, oh Jehová, y fui
seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido,
cada cual se burla de mí.
Porque cuantas veces hablo, doy
voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido
para afrenta y escarnio cada día.
Y dije: No me acordaré más de él,
ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego
ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.
Estos tres versículos son
difíciles de entender después de observar la rotundidad de Jeremías en los
versículos anteriores. Una traducción mucho mejor y más clara de los versículos
7, 8 y 9 se encuentra en la traducción aramea del Dr. George M. Lamsa:
Oh Señor, Tú me has consolado, y
estoy consolado; tú eres más fuerte que yo, y has prevalecido; me he convertido
en un hazmerreír cada día, todos se burlan de mí.
Porque cuando yo hablé y grite,
hablé contra los estafadores y en contra de los ladrones; y la Palabra del
Señor se convirtió en oprobio y escarnio para mi cada día.
Entonces dije: No me acordaré más
de Él [del Señor], ni hablaré más en su nombre. Pero Su Palabra se convirtió en
mi corazón como un fuego ardiente de leña en mis huesos; y he tratado de ser
paciente, pero no pude soportarlo.*
Esto es tremendo. Qué
maravillosas son estas palabras de Jeremías. Jeremías alabó a Dios por ser su
consuelo. “Señor, me has consolado. Estoy en paz”.
En su interior, Jeremías era como
cualquier ser humano que hubiera estado en su situación. El quería ser
respetado, amado y bendecido. Él no estaba hablando la Palabra de Dios
simplemente porque quería causar problemas. Él habló la Palabra de Dios, porque
era el único que sabía hacer.
Pero mientras él hablaba la
Palabra de Dios, fue castigado por ello con oprobio, escarnio y la
burla de la gente. Como ser humano, Jeremías llegó a estar desanimado. ¿Quién
quiere ser un hazmerreír y sufrir oprobio? Jeremías se cansó de esto y sus
emociones casi lo vencen. Pensó que si él no mencionaba a Jehová o si ya no
hablaba nunca más en Su nombre, la gente lo dejaría en paz. Pero entonces,
Jeremías declaró: “Su Palabra se convirtió en mi corazón como un fuego ardiente
de leña en mis huesos”. Jeremías no podía soportar o resistir el no hablar la
Palabra de Dios.
* George M. Lamsa, traducción de La
Santa Biblia de Manuscritos Antiguos Orientales (Nashville, Tenn .: AJ
Holman, 1957).
Desgastado por el castigo, el
ridículo y la burla, Jeremías quiso cerrar la boca y mantenerse lejos de
cualquier problema. Pero entonces justo cuando iba a retirarse y estar en
silencio, la Palabra de Dios se hizo como un fuego ardiente en su corazón. La
Palabra de Dios brotaba dentro de Jeremías. No podía guardar silencio. Mientras
la Palabra de Dios ardía en su corazón y en sus huesos, en su ser entero,
Jeremías no podía estarse quieto. Tenía que hablar lo que él fue llamado a
hablar en nombre de Dios sin importar las consecuencias; de lo contrario, él
dijo que no podría haberlo soportado.
A lo largo de los siglos, los
hombres han ido y venido, pero la Palabra de Dios ha vivido y continuará
permaneciendo para siempre. Jeremías van y vienen, pero la Palabra de Dios que
ellos proclaman sucede. Es la Palabra de Dios la que se cumple. Y es la Palabra
de Dios la que permanece sin importar lo que los hombres digan, piensen o
hagan. No se deje engañar por el mundo. ¿Usted cree que la gente en este mundo
tiene poder? El hombre no tiene poder. El hombre es como la hierba del campo,
está aquí hoy y mañana se ha ido. Es la Palabra de Dios lo que permanece. Es la
Palabra de Dios la que pone ante la humanidad las dos opciones de vida o
muerte. Jeremías, como portavoz de Dios, presentó estas opciones a los
habitantes de Jerusalén y a todo Judá en su día.
Jeremías 21:8:
He aquí pongo delante de vosotros
camino de vida y camino de muerte.
La elección hace esta separación.
Usted tiene que tomar la decisión si va a creer la Palabra de Dios, o si va a
creer a los Pasurs que hablan en contra de la Palabra de Dios.
Hebreos
4:12:
Porque la
palabra de Dios es viva y eficaz [poderosa, energética], y [la
Palabra de Dios es] más cortante que toda espada de dos filos; y
penetra hasta partir el alma [la vida natural] y el espíritu [la vida
espiritual], las coyunturas y los tuétanos, y discierne [critica; la Palabra de
Dios es el crítico de] los pensamientos y las intenciones del corazón [la mente
del hombre].
La Palabra de Dios es el crítico.
Sin embargo, muchas personas piensan que son los jueces de Dios y Su Palabra.
El hombre siempre pone las cosas al revés cuando anda en su propio camino.
Usted debe tomar una decisión, si
va o no a caminar por Dios y a vivir de acuerdo a Su Palabra. Ya sea que viva o
no de acuerdo con esa Palabra, ahora y siempre la Palabra de Dios sigue siendo
su crítico. Nosotros, por nuestra propia voluntad, elegimos entre el camino de
vida o el camino de muerte. Pasur no fue más astuto que Dios por ridiculizar a
la persona que habló la Palabra de Dios. Tampoco podemos burlar a Dios ideando
nuestros propios caminos y trabajando contrariamente a Sus caminos. Más bien,
necesitamos encender el fuego de la Palabra de Dios en nuestros corazones y permitirle
a ella encender nuestras vidas con el poder de Dios. Con ello elegimos el
camino de vida.
Traducción: Claudia Juárez
Garbalena
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