ESCOGEOS HOY
Capítulo 9 de "Ordena Mis Pasos con Tu Palabra"
Por Victor Paul Wierwille
Traducción por Claudia Juárez Garbalena
La vida entera de Josué fue un testimonio para la honra de
Dios. Hemos estudiado algo de la vida de Josué en el capítulo 7 “La
transferencia de liderazgo”, observando desde el momento en que actuó como un
espía para observar la Tierra Prometida, hasta el momento en que él estuvo a
cargo tras la muerte de Moisés. Josué había sido ministro y siervo del gran
profeta Moisés. Y cuando se acercaba la muerte de Moisés, Dios le dio
instrucciones a él para que llevara a Josué al tabernáculo para que le pudiera
ser dado el encargo de dirigir a los hijos de Israel.
Deuteronomio 31:7, 8,14:
Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo
Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra
que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar.
Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni
te desamparará; no temas ni te intimides…
Y Jehová dijo a Moisés: He aquí se ha acercado el día de tu
muerte; llama a Josué, y esperad en el tabernáculo de reunión para que yo le dé
el cargo. Fueron, pues, Moisés y Josué, y esperaron en el tabernáculo de
reunión.
Cuando Moisés y Josué se presentaron delante de Dios, Dios
le dijo a Moisés que ordenara a Josué y dejara en claro al pueblo que Josué
sería su líder cuando Moisés muriera.
Moisés murió en el Monte Nebo, después de haber visto de
lejos Canaán, la Tierra Prometida. Así las riendas del liderazgo pasaron a
Josué. Josué asumió el liderazgo de los hijos de Israel y, después de treinta
días de hacer duelo por la muerte de Moisés, él inmediatamente obedeció el
mandamiento de Dios de “levantarse e ir” al otro lado del Jordán y comenzar a reclamar
la tierra que Dios había prometido dar a la simiente de Abraham.
Josué 3:7:
Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a
engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como
estuve con Moisés, así estaré contigo.
Dios le aseguró a Josué que Él lo establecería como el líder
de los hijos de Israel. Con el fin de engrandecer a Josué a los ojos de Israel,
Dios levantó murallas con las aguas desbordantes del río Jordán para que todo
Israel pudiera pasar por la parte oeste de ese río a la Tierra Prometida.
Josué, de acuerdo con las instrucciones de Dios, entonces levantó piedras como
un monumento conmemorativo en el lugar donde los sacerdotes estuvieron parados
y habían llevado el arca del Pacto cuando las aguas del Jordán fueron
“cortadas”.
Este gran milagro de cruzar el Jordán por el cauce seco fue
seguido por la primera victoria de Josué al tomar posesión de la Tierra
Prometida en la ciudad de Jericó. El éxito de Josué en Jericó fue el resultado
de seguir las instrucciones de Dios para él, y de seguirlas exactamente: Los
hijos de Israel rodearon Jericó una vez al día durante seis días consecutivos.
En el séptimo día, Dios les hizo caminar alrededor de la ciudad siete veces.
Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, el pueblo gritó y el muro de
Jericó “se vino abajo”, tal y como Dios había prometido.
Después de estos dos grandes milagros –el cruce del río Jordán y la conquista de
Jericó–Josué continuó actuando en el mandato de Dios para librar la tierra de
sus habitantes y hacer que los hijos de Israel tomaran posesión de ella. Pero
la siguiente confrontación, la batalla de Hai, no fue una historia de éxito. El
ejército de Israel fue derrotado por el ejército de Hai pues, sin que Josué lo
supiera, un guerrero israelita había desobedecido a Dios en la batalla de
Jericó. Con esta derrota en Hai, Josué, sorprendido y afligido, rogó al Señor,
preguntando por qué Él no les había ayudado. Dios respondió en Josué 7:12: “…ni
estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de
vosotros”. Josué debía destruir al hombre que había tomado botín de Jericó. No
sólo al hombre, sino que toda su casa debía ser destruida a causa de su
desobediencia a la orden de Dios. Una vez más, Josué obedeció a Dios, y una vez
más el ejército de Israel atacó Hai, y esta vez fue capaz de conquistarlo.
Una y otra vez Josué demostró ser obediente a las
instrucciones de Dios dividiendo la tierra prometida entre las tribus,
señalando ciudades de refugio y estableciendo ciudades para los levitas. Él
sofocó una pelea potencial entre las dos tribus y media en el lado este del
Jordán, con el resto de las tribus, y la paz reinó en medio de los hijos de
Israel.
Josué vivió una vida que agradó a Dios. Y cuando se hizo
evidente para él que su vida estaba llegando a su fin, Josué tomó un último
paso para asegurarse que los hijos de Israel se mantuvieran fieles a Dios. Yo
llamo a esto “el testimonio de Josué”. El registro específico del testimonio de
Josué ocurre muy cerca del final de la vida de Josué, cuando Josué llamó a
todas las tribus de Israel a Siquem.
Josué 24:1
Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó
a los ancianos de Israel, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales; y se
presentaron delante de Dios.
Antes de morir, Josué no sólo convocó a los hijos de Israel,
sino que los llamó a Siquem. ¿Por qué a Siquem? No porque el tabernáculo
estuviera allí, porque no estaba ahí. El tabernáculo estaba en Silo. Entonces,
¿Por qué llamó Josué al pueblo a Siquem?
Por diversas razones. Siquem fue el primer lugar en la
Tierra Prometida, donde Dios le había dicho a Abraham que la tierra era suya.
Así Siquem estaba asociado con la promesa de Dios a Abraham y su pacto con
Abraham*. Siquem era también el lugar donde Jacob había enterrado a dioses
extraños, de acuerdo a Génesis 35:1-4. Y Siquem se extendía entre el monte Ebal
y el Monte Gerizim, las dos montañas desde donde fueron pronunciadas las
bendiciones y las maldiciones de la ley, de acuerdo a Deuteronomio 27.
*Compare Génesis 12:6,7; y 17:1 con Josué 24:2,3, 13,14.
Por todas estas razones, Siquem era el lugar más
impresionante para que Josué congregara al pueblo de Israel para traer a su
memoria el pacto y la ley, y para reconstruir su compromiso.
El pueblo se “presentó delante de Dios” en Siquem. Esto
significa que se presentaron ante el portavoz y el profeta de Dios, Josué.
Josué entonces tenía el reto de presentar la Palabra de Dios al pueblo de
Israel. Dios había hecho muchas cosas grandes para aquellas personas que fueron
conducidas fuera de Egipto a la Tierra Prometida, y Josué les recordó esto.
Josué 24:11:
Pasasteis el Jordán, y vinisteis a Jericó, y los moradores
de Jericó pelearon contra vosotros: los amorreos, ferezeos, cananeos, heteos,
gergeseos, heveos y jebuseos, y yo [Dios] los entregué en vuestras manos.
Dios dijo: “Yo los entregué [a sus enemigos] en vuestras
manos”. No fueron los hijos de Israel quienes ganaron las victorias; fue Dios
Quien las ganó. Y Él utilizó formas inusuales y sorprendentes para
entregárselos. Por ejemplo, la liberación de Israel de los amorreos.
Versículo 12:
Y envié delante de vosotros tábanos, los cuales los
arrojaron de delante de vosotros, esto es, a los dos reyes de los amorreos; no
con tu espada, ni con tu arco.
Dios tiene un gran sentido del humor y un gran ingenio. Su
método para derrotar a los amorreos fue enviar avispas para que picaran a sus
poderosos ejércitos.
Versículo 13:
Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las
ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares
que no plantasteis, coméis.
A menudo pienso en cómo Dios ha hecho cosas como estas para
nosotros hoy, Él nos ha dado cosas que no nos merecemos, victorias que no
logramos, cosas que desde nuestro punto de vista, nunca habríamos tenido. Dios
simplemente nos las entregó.
Después de repasar con los hijos de Israel lo que Dios había
hecho por ellos, Josué enseguida les recordó su responsabilidad ante Dios.
Versículo 14:
Ahora, pues, temed [reverenciad, respetad, permaneced en
asombro y admiración] a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad
de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro
lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová.
El primer mandato que Josué dio al pueblo era que se
deshicieran de otros dioses. Cuando alguien tiene un dios que no sea el único y
verdadero Dios, esa persona está en problemas. En tanto que Israel fue fiel y
sirvió al único y verdadero Dios, Dios los libró.
Yo sé que la Palabra de Dios está hablando aquí de ídolos
literales, y hoy puede que usted no tenga un ídolo o una estatua de un dios.
Pero usted todavía puede tener un dios que no sea el único Dios verdadero. Su
dios podría ser un trabajo, una posición social, comida, o una afición,
simplemente es cualquier cosa que sea más importante para usted que hacer la
voluntad de Dios. ¿Qué es lo primero en su vida? ¿Quién o qué es su dios? Josué
dijo a los hijos de Israel que se deshicieran de todo lo que estaba en su
camino de servir al único Dios verdadero. Si el dinero es aún más importante
para usted que Dios, usted tiene un dios: el dinero. Eso es lo que se quiere
decir con la expresión: “Ponga su billetera en el altar. Dedíquela a Dios”. Hay
que llegar al lugar en el que sólo hay un Dios en su vida, y ese Dios es el
Dios verdadero, Jehová, y Él es al único al que usted va a servir. Él es el
único a quien usted está dedicado. Todo lo demás en la vida es secundario.
Mateo 6 nos dice esto.
Mateo 6:33:
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas.
El único camino al verdadero éxito es tener al único Dios
verdadero, y ponerlo a Él primero en su vida. La decisión de servir al único
Dios verdadero, y no hay otros dioses era la preocupación de Josué en sus
instrucciones finales a los hijos de Israel antes de morir.
Josué 24:15
Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién
sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron
al otro lado del río [y esos dioses no fueron lo suficientemente poderosos para
guardarnos de nuestra salida de Egipto], o a los dioses de los amorreos en cuya
tierra habitáis [y esos dioses no fueron lo suficientemente poderosos para
ayudarnos a someter a sus seguidores y tomar sus tierras]; pero yo y mi casa
serviremos a Jehová.
Josué dijo al pueblo que eligiera, que tomara una decisión,
a quién iban ellos a servir. Jehová los había librado de los egipcios y sus
dioses, y Jehová los había librado de los amorreos, y sus dioses, por citar
sólo dos ejemplos del poder de Dios que había sido abundantemente manifestado a
ellos. Los hijos de Israel podrían servir los dioses de otras personas si así
lo deseaban. Pero también tenían la opción de elegir servir a Jehová, el único
Dios que los había librado una y otra vez.
“…Escogeos hoy a
quién sirváis…” Nosotros, también, tenemos que tomar una decisión. ¿De verdad
vamos a permanecer firmes por Dios y Su Palabra o sólo vamos a hablar de ello?
Debemos hacer la decisión en nuestras mentes. Josué había hecho la decisión
cuando dijo con gran determinación: “Yo y mi casa serviremos a Jehová”.
Con estas palabras, Josué puso el ejemplo y lanzó un reto
para que los demás lo aceptaran. Josué y su casa estaban determinados a servir
al Señor. Y quedaba la pregunta: ¿A quién serviría el resto de la gente de
Israel?
Versículos 16-18:
Entonces el pueblo respondió y dijo: Nunca tal acontezca,
que dejemos a Jehová para servir a otros dioses;
Porque Jehová nuestro
Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto,
de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales, y nos ha
guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por
entre los cuales pasamos.
Y Jehová arrojó de delante de nosotros a todos los pueblos,
y al amorreo que habitaba en la tierra; nosotros, pues, también serviremos a
Jehová, porque él es nuestro Dios.
Una vez que el pueblo expresó su decisión de continuar
sirviendo a Jehová, Josué pudo entonces darles instrucciones adicionales para
su caminar delante Dios.
Versículos 19 y 20:
Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová,
porque él es Dios santo, y [es] Dios
celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados.
Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se
volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien.
Esta advertencia de Josué, es la forma en Antiguo Testamento
para expresar que cuando la gente se aleja de Dios, ya no están más protegidos
por Él. El diablo entonces puede hacer lo que quiera con ellos. El diablo podrá
conseguir incursionar en nuestras vidas algunas veces, pero el poder del diablo
sobre los renacidos es limitado porque Dios está siempre presente dentro de
ellos.
Versículos 21 y 22:
El pueblo entonces dijo a Josué: No [no abandonaremos al
Señor], sino que a Jehová serviremos.
Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra
vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos
respondieron: Testigos somos.
Y el pueblo respondió a Josué, quien habló en nombre de
Dios, que iban a ser fieles a Jehová. Y Josué respondió: “Ustedes mismos son
testigos de la promesa que acaban de hacer”.
Versículos 23-26:
Quitad, pues, [dijo él] ahora los dioses ajenos que están
entre vosotros [algunos todavía estaba entre ellos], e inclinad vuestro corazón
a Jehová Dios de Israel.
Y el pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios
serviremos, y a su voz obedeceremos.
Entonces Josué hizo pacto [un acuerdo] con el pueblo el
mismo día, y les dio estatutos y leyes [un mandamiento] en Siquem.
Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de
Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba
junto al santuario de Jehová.
Josué hizo un acuerdo con el pueblo y lo escribió en un
manuscrito. El poner el pacto por escrito después de haber hecho un voto oral,
hizo un mayor impacto en las mentes del pueblo, y se convirtió en una constante
referencia y en un recordatorio de su voto. El pacto, o acuerdo, fue el
compromiso que Josué, el hombre que hablaba por Dios, había escuchado hacer al
pueblo: Ellos servirían a Dios y obedecerían Su voz. Cuando al pueblo se le dio
la opción de a quién iban a servir, ellos respondieron a Josué a una sola voz:
“Vamos a permanecer siendo fieles a Jehová. Elegimos servir a Jehová. Y
nosotros no vamos a permitir que nuestra gente se case con hombres y mujeres
que sirvan a otros dioses. Aseguramos, afirmamos que vamos a permanecer firmes
por el Dios verdadero”.
Josué escribió entonces el compromiso que Israel había
hecho, y él “tomó una gran piedra” –la cosa más duradera y más grande que podía
haber utilizado– y edificó un lugar donde todas las personas pudieran ver la
piedra. Este rotulado permanente debía ser un recordatorio constante de su
compromiso a Jehová, como fue atestiguado por Josué.
Josué tomó el símbolo del compromiso de este pueblo, una
gran piedra y la colocó debajo de una encina. El árbol de encina en la Biblia
simboliza la presencia de Dios. En los tiempos bíblicos la gente se sentaba
debajo de una encina para orar. Cuando una persona en la cultura oriental
quería reflexionar algo o quería considerar cuidadosamente una situación y
tomar una decisión, se sentaba debajo de una encina. Así que fue debajo de una
encina que Josué escogió señalarles a los hijos de Israel, esta grande e
importante decisión de comprometerse a servir al Señor.
Con los años, la piedra permaneció. La Palabra declaraba que
estas personas debían enseñar los mandamientos a sus hijos y a los hijos de sus
hijos*. Ellos verían la piedra y
recordarían que sus antepasados habían hecho un compromiso para no
servir a ningún otro Dios sino sólo a Jehová. Esta gran piedra era algo que
podían ver por años y años, y les recordaría el pacto hecho en Siquem.
Versículos 27 y 28:
Y dijo Josué a todo el pueblo: He aquí esta piedra nos
servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha
hablado; será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra
vuestro Dios.
Y envió Josué al pueblo, cada uno a su posesión.
Josué envió a todos los hombres de regreso a su tierra
heredada que Dios les había dado. Él permitió a la gente regresar y cosechar el
fruto de lo que Dios había puesto a su disposición.
Como creyentes tenemos sólo una vida por vivir y sólo una
vida para dar, y tenemos que dar todo lo posible para del Dios Altísimo.
Nuestro compromiso de servir a Dios libera la bendición de Dios en nuestras
vidas, tal como lo hizo en el tiempo de Josué. Tenemos hoy la libertad de
elección para decidir a quién vamos a servir. Yo le exhorto a usted a hacer el
mismo compromiso junto conmigo: “Yo y mi casa, serviremos a Jehová”. Esta es la
gran decisión en torno a la cual toda nuestra vida gira. Comprométase a
servirle a Dios y sólo a Él, y enseñe a sus hijos y los hijos de tus hijos a
hacer lo mismo. Abrace ese compromiso y disfrute la herencia provista para
usted por Dios a través de Cristo Jesús, y declaremos con denuedo: “!Yo y mi
casa serviremos al Jehová!"
Deuteronomio 6:6-9: Y estas palabras que yo te mando hoy,
estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas
estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te
levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales
entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
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