miércoles, 31 de diciembre de 2014

LA TRANSFERENCIA DEL LIDERAZGO
Capítulo Siete de "Ordena mis pasos con Tu Palabra"
Por V.P. Wierwille

El 22 de noviembre de 1963, el día en que John F. Kennedy fue asesinado, algunos amigos y yo estábamos cazando, cuando la noticia estalló en nuestra radio. Estábamos estupefactos de que nuestro presidente hubiera muerto. Todos estábamos pasmados más allá de lo que las palabras pueden expresar.

Mientras pensaba sobre la muerte repentina de nuestro Presidente, un joven que proyectaba tanta vitalidad, pensé en cómo conmociones y sacudidas como estas que generan cambios, han ocurrido a lo largo de toda la historia. Hay muchos ejemplos bíblicos de grandes líderes emergentes enfrentando este tipo de estruendo y adversidad. Cuando hubo tiempos opresivos, se levantaron hombres y mujeres que creyeron la grandeza de la Palabra de Dios, y cuyas vidas dieron dirección a los que les rodeaban, a pesar de las circunstancias difíciles. Así surgió un hombre como Josué a quien el liderazgo del pueblo de Dios le fue transferido después de la muerte de Moisés. Moisés mismo fue levantado para guiar al pueblo de Dios en un momento de gran opresión. Él guió a los hijos de Israel de la esclavitud de Egipto a los límites de la Tierra Prometida. Durante cuarenta años, él les enseñó, les enseñó de dos formas, a través de su caminar con Dios y a través de su andar entre los hombres.

La relación de Dios con Moisés se desarrolló al punto de estar en los mejores términos. Ellos hablaban íntimamente, “cara a cara” como se registra en Éxodo 33:11. Salmos 103:7 dice que “Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras”. Mientras que los hijos de Israel vieron los actos de Dios, Dios le dijo a Moisés los porqués y los cómos de sus actos, las razones detrás ellos. Durante los cuarenta años en que Moisés condujo a los hijos de Israel, las bendiciones de Dios permanecieron sobre ellos porque Moisés estuvo firme, sin titubear, actuando en su favor. Moisés intercedió una y otra vez por sus errores y defectos, y Dios siempre honró las peticiones de Moisés. Mientras Moisés intercedió por Israel, Dios siguió bendiciendo a los hijos de Israel, y grandes cosas llenas de gracia sucedieron. Sin embargo, un día este monumento humano, Moisés, murió.

Josué 1:2:
Mi siervo Moisés ha muerto…

¡Qué tremendo vacío dejó la ausencia de Moisés. Después de que Moisés había guiado a los hijos de Israel durante cuarenta años, su muerte seguramente fue muy impactante para ellos, incluso más que el impacto que los estadounidenses experimentaron cuando el presidente Kennedy fue asesinado. Imagínese qué hubiera sido si John F. Kennedy por sí solo hubiera llevado a nuestra nación durante cuarenta años, como Moisés había guiado a Israel. Supongamos que Kennedy nos hubiera llevado a través de dificultades extremas y grandes victorias como las que los hijos de Israel experimentaron bajo el liderazgo de Moisés. Supongamos que Kennedy nos hubiera puesto directrices que sirvieran de guía para la vida, como Moisés había hecho al dar a los hijos de Israel los mandamientos de Dios. Moisés instruyó al pueblo, dirigió al pueblo. Y el pueblo sabía que era Moisés con quien Dios se comunicaba, y a quien Dios escuchaba. De repente, el hombre que había llevado a los hijos de Israel durante cuarenta largos años había muerto.

¡Qué tremendo impacto fue para el pueblo de Israel cuando se dieron cuenta de que este hombre que los había guiado y los había aguantado con sus quejas, disputas e inseguridades durante tantos años se había ido. El hombre que había trazado la guía de Dios para sus vidas estaba muerto.

Por lo tanto Israel necesitaba un nuevo líder. Y Dios ya tenía un líder escogido para ellos. Ese fue Josué, servidor de Moisés, su asistente y sustituto, a quien Dios había llamado para tomar las riendas del liderazgo cuando Moisés ya no estuviera allí para dirigir a la nación.

Josué había trabajado, codo con codo al lado de Moisés, cumpliendo fielmente responsabilidades como Moisés lo dirigió a hacer. Así Josué había sido un aprendiz, por así decirlo, para Moisés. Así que una vez Moisés se había ido, Dios, siendo un Dios de orden, continuó dando instrucciones y hablando con Josué.

Josué 1:1 y 2:
Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:

Mi siervo Moisés ha muerto…

Dios habló a Josué, servidor de Moisés, y le dijo: “Mi siervo Moisés ha muerto”. Si usted pudiera leer estas palabras en el texto original, podría observar qué palabras tan tristes y duras son. No puedo expresarle en nuestro idioma la forma en que estas palabras, “Mi siervo Moisés ha muerto”, están escritas en el texto original. Envuelven todo el dolor, el drama, la tragedia y todo el sentimiento que Josué habría sentido después de haber estado asociado cuarenta años con el fuerte y demandante liderazgo de este hombre, Moisés.

He pensado a menudo en Josué y el llamado que Dios le hizo. ¿Hubiera usted querido ser Josué en aquel día? No, gracias. Moisés había tenido las manos llenas liderando a aquellos israelitas duros de cerviz. Un día ellos cantaban alabanzas a Dios, y al día siguiente construían un becerro de oro para adorarlo. Un día ellos decían: “Oh, Señor, vamos a hacer siempre Tu voluntad”, y al día siguiente conspiraban para derrocar a Moisés como su líder. Conociendo la forma de conducirse de los israelitas, ¿le habría gustado ser Josué cuando Dios lo llamó?

Póngase a sí mismo en el contexto de esta situación. Cuando el Señor habló a Josué poco después de la muerte de Moisés, los hijos de Israel estaban en dolor, corrían lágrimas de sus ojos. Pero la gente no puede quedarse en duelo para siempre. Es por eso que Dios pronunció esas palabras de tanto peso para Josué aquel día, diciendo: “Mi siervo Moisés ha muerto”. Dios estaba tratando de señalarle a Josué y al resto de Israel que no podían ya depender más de Moisés. Moisés se había ido. Él no iba a guiar e interceder por Israel nunca más. Dios le dijo a Josué: “Sí, Moisés ha muerto, pero otros siguen vivos. Así que superen su duelo y comiencen a moverse hacia la meta de entrar y vivir en la Tierra Prometida”.


Josué de hecho había sido preparado para esta tarea. El liderazgo no se le atribuyó de repente de la nada. Un ejemplo del entrenamiento de Josué fue el momento en que Moisés envió a Josué con otros once espías a la Tierra Prometida para explorarla y para que trajeran información. En respuesta al reconocer la tierra, dos de los doce espías aconsejaron a Moisés que fueran inmediatamente a la tierra y la reclamaran sin demora.

Números 14:6-9:
Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos,

Y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena.

Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel.

Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis.

Josué y Caleb mostraron una fuerte determinación de carácter y confianza en el poder de Jehová. Ninguno de los otros diez espías aconsejó a Moisés que guiara en ese momento a los hijos de Israel a la Tierra Prometida porque esos diez espías temían las circunstancias; no confiaban en el poder de Dios.

Como usted sabe, los hijos de Israel no entraron en la tierra en ese momento, ya que se pusieron de parte del informe de los diez espías temerosos, en vez de creer el informe creyente de Josué y Caleb. Pero Dios recompensó, como siempre lo hace, la firmeza creyente de Josué y Caleb, ya que ellos fueron los únicos de su generación que eventualmente vivieron en la Tierra Prometida.

Números 32:11 y 12:
No verán los varones que subieron de Egipto de veinte años arriba, la tierra que prometí con juramento a Abraham, Isaac y Jacob, por cuanto no fueron perfectos en pos de mí;

Excepto Caleb hijo de Jefone cenezeo, y Josué hijo de Nun, que fueron perfectos en pos de Jehová.

Además de ser un espía capaz, Josué también se desempeñó como comandante de Israel en batalla.

Éxodo 17:9-14:
Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.

E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.

Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.

Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.

Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.

Moisés y Josué no sólo trabajaron juntos en aniquilar a los amalecitas, sino que Dios le dijo a Moisés que escribiera el relato del evento y repitiera la historia para que Josué la escuchara, para hacer un impacto aún mayor, una impresión más duradera en Josué. Moisés y Josué estaban trabajando juntos, como sabemos en retrospectiva, para preparar a Josué para el liderazgo.

Éxodo 24:13:
Y se levantó Moisés con Josué su servidor…

Josué era un servidor, un ayudante, un asistente de Moisés. Él siempre fue devoto y humilde a Dios y al siervo de Dios, Moisés.

Éxodo 33:11:
Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

Josué, por sus propias cualidades personales y la elección de sus prioridades, se preparó a sí mismo en roles menores de liderazgo para que Dios pudiera colocarlo en una mayor posición de liderazgo.

Finalmente llegó el día en que Moisés recibió la orden de Dios para proclamar a Josué como líder de Israel, el hombre que estaría a cargo después de la muerte de Moisés.


Números 27:18-23
Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él;

Y lo pondrás delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación; y le darás el cargo en presencia de ellos.

Y pondrás de tu dignidad [de tu honor] sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca.

El se pondrá delante del sacerdote Eleazar, y le consultará por el juicio del Urim delante de Jehová; por el dicho de él saldrán, y por el dicho de él entrarán, él y todos los hijos de Israel con él, y toda la congregación.

Y Moisés hizo como Jehová le había mandado, pues tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar, y de toda la congregación;

Y puso sobre él sus manos, y le dio el cargo, como Jehová había mandado por mano de Moisés.

Así Josué fue designado por Moisés, antes de su muerte, y por el sumo sacerdote como aquel a quien “toda la congregación de los hijos de Israel debía obedecer”. Josué fue el  “heredero natural de Moisés”. Él fue instaurado cuando Moisés “puso sus manos sobre él, y le dio el cargo” delante de todo el pueblo como el líder designado.

Hemos visto cómo este llamado al liderazgo en general no fue inesperadamente introducido sobre Josué. Josué había ido madurando y preparándose para ese cargo desde su juventud, desde que él había ayudado a reconocer la tierra prometida. Así que cuando Moisés murió, no hubo un lapso o intervalo de tiempo en el liderazgo de los hijos de Israel. Todos los preparativos se habían hecho, y la gente entendió cuales eran las órdenes de Dios y de Moisés.

Deuteronomio 34:5-10:
Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová.

Y lo enterró [Dios] en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.

Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.

Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés.

Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.

Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara.

En toda la historia ha habido un solo profeta más grande que Moisés, y ese fue Jesucristo mismo, el Hijo de Dios. Moisés no era el Hijo de Dios, pero él era un hombre que creyó a Dios; por tanto, Dios le dio tremenda revelación y gran luz para el liderazgo. En la transferencia de liderazgo, Moisés puso sus manos sobre Josué de acuerdo con el mandamiento de Dios, para que Josué fuera “lleno del espíritu” para que recibiese revelación y luz de Dios.


Deuteronomio 34:9:
Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.

Moisés estaba lleno del espíritu. Él tenía el espíritu de Dios sobre él, y por eso Dios fue capaz de hablar con él. Moisés fue capaz de caminar y hablar con Dios. Y en el proceso de su andar, Dios le dijo a Moisés que pusiera sus manos sobre Josué, significando así que la presencia de Dios estaba con Josué. Dios estaba haciendo sus disposiciones para la sucesión ordenada de liderazgo. Así Josué, cuando Moisés puso sus manos sobre él, llegó a ser un hombre lleno del espíritu.

Durante cuarenta largos y laboriosos años Moisés guió a los obstinados israelitas, y la Palabra de Dios muestra claramente que fueron tercos. Una y otra y otra vez se rebelaron  contra la sabiduría de Moisés y se acarrearon problemas a sí mismos. En esos momentos Moisés intercedía con Dios por ellos y Dios concedía las peticiones de Moisés. Durante cuarenta años, Moisés trató con los hijos de Israel que fueron ciegos de corazón; él era el único hombre que podía hacerlo en ese momento.*

Moisés amaba a Dios y amaba a los hijos de Israel. Pero Moisés no iba a vivir para siempre. Así que en preparación para esa eventualidad, Dios comenzó a entrenar a Josué para el liderazgo muchos años antes de la muerte de Moisés. Aun así, incluso con todo ese entrenamiento bajo la mano de Moisés, Josué todavía debió ser en gran medida desafiado por el llamado a hacerse cargo después de la muerte de Moisés. Pero debido a que Josué era manso, atendió a los mandamientos de Dios y se sobrepuso a las inseguridades que pudo haber tenido. Él se sorprendió cuando Moisés murió, pero Dios le ordenó que se pusiera a la cabeza.

Josué 1:1 y 2:
Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:

Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.

La esencia de lo que Dios le dijo a Josué aquel día fue: “Josué, ahora tú estás a cargo. ¡Así que toma las riendas y muévete! No esperes nada, sino entra ahora en la Tierra Prometida”. Josué pudo haberse acobardado y retroceder, diciendo: “Oh, no, el nivel del río está al borde de la inundación”. Además, justo al otro lado nos aguarda el enemigo, y ese enemigo es el ejército mejor equipado en todo el mundo. Tienen un gran armamento, incluso tienen energía nuclear”.


*Moisés pudo manejar a los israelitas duros de cerviz porque tenía en ese tiempo un ministerio dado por Dios para el pueblo de Dios. Y cuando una persona tiene un ministerio de servicio para la gente de Dios, él o ella pueden tolerar muchas cosas que él o ella nunca podrían tolerar de otra manera.



Pero Dios no tuvo una discusión con Josué. Dios simplemente le dio la orden: “Ahora pues, levántate y pasa este Jordán”. Josué tenía que movilizar a los hijos de Israel para que empacaran y comenzaran a moverse inmediatamente.

Josué 1:10 y 11:
Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo:

Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión.

Dios le dijo a Josué, en el versículo 2: “Haz que la gente se prepare y entren en la tierra que Yo les doy”. Bueno, si Dios da algo, ¿quién piensa usted que se los iba a quitar? Si Dios dijo que marcharan hacia la Tierra Prometida, entonces los que obedecieron iban a ser propietarios de la tierra. ¿Quién piensa usted que iba a detenerlos? Yo le digo a usted que incluso la artillería más precisamente dirigida no podría haber golpeado ni a uno de ellos.

No importa cuán grande sea el enemigo, no importa cual sea el obstáculo, cuando Dios ha dado la orden de ir, usted debe moverse. Mientras usted y yo vivamos de acuerdo a la grandeza de la Palabra de Dios, ¡todos los enemigos y todos los obstáculos del mundo no pueden detenernos porque la Palabra de Dios es poderosa y eficaz y permanece para siempre!

La Palabra del Señor vino y Josué fue capaz de tomar el mando cuando terminó la vida de Moisés. Desde el punto de vista de los cinco sentidos, parecía imposible llegar a estar en la posición que acaba de dejar Moisés. Pero Dios siempre ha hecho y siempre hará disponible el poder, el conocimiento y la habilidad para llevar a cabo una responsabilidad determinada.

Dios le dijo a Josué que se levantara. Él no le dijo que se sentara y llorara por otros seis meses para lamentar el hecho de que Moisés estaba muerto. Cuando una persona muere incluyendo un hombre de Dios, la vida no se detiene. Las cosas de Dios deben continuar; Por lo tanto, el mensaje sería el mismo hoy como lo fue para Josué: “Levántate, ponte en  movimiento, y supera cualquier obstáculo que haya en frente de ti”.

Originalmente, cuando Moisés había sacado a Israel de Egipto, Dios había planeado para ellos que marcharan directamente hacia la Tierra Prometida y la habitaran.

Pero a causa de su incredulidad, de su pecado, y por sus defectos en general, Dios nunca instruyó a Moisés para llevarlos a la tierra que era su herencia. Incluso al mismo Moisés no se le permitió entrar. Pero ahora era el momento adecuado, y Dios le dijo a Josué: “Josué, levántate. Deja de estar nervioso y preocupado porque mi gran siervo Moisés ha ido. Ahora tú debes asumir el liderazgo. Así que levántate y pasa el Jordán”. Y Dios no se detuvo allí. Él le dio a Josué una tremenda exhortación y aliento.

Josué 1:3:
Yo os he entregado [tiempo pasado], como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.

Dios puso en tiempo pasado lo que aun estaba por suceder. Los hijos de Israel sólo necesitaban levantarse e ir. Dios dijo: “Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie, Yo [ya] os lo he entregado”

Note que Dios dijo: “Yo ya os lo he entregado”. Dios repite para Josué la promesa que Él le había hecho a Moisés y a los hijos de Israel en Deuteronomio 11:24. El Dios que creó los cielos y la tierra no va a dejar que una pequeña cosa como el Río Jordán lo detenga de moverse hacia adelante. Tampoco los enemigos del otro lado de ese río podían detenerlo. La palabra fue “Levántate y ve”.

Mucha gente podría dudar después de esta apresurada orden y decir: “Señor, tu Palabra es maravillosa, pero tengo que ir y pensar en ello. Tal vez estaré listo mañana; o tal vez el día siguiente. No sé si estoy a la altura en este momento”. Cuando Dios le da instrucciones específicas, Él espera que usted tome acción. Él no espera que ande con dilaciones. Podríamos incluso morir por dudar en actuar en la Palabra de Dios. Pero, si nos atrevemos a levantarnos ahora con la grandeza de la Palabra de Dios y nos asimos progresivamente a esa grandeza, Dios volverá a vencer al enemigo y vamos a cruzar de nuevo victoriosamente los ríos de la vida, incluso si están a punto de desbordarse.

Es una cosa notable que Dios puso Su promesa en tiempo pasado: “Yo ya os la he entregado”, y Él hace eso todavía hoy. Muchas, muchas veces pone en pasado lo que aún es futuro para nosotros. Las cosas que Dios nos ha prometido en Su Palabra son ahora mismo la voluntad de Dios para nosotros, si tan sólo nos levantarnos y cruzamos nuestro Jordán personal. Pero la mayoría de la gente duda en levantarse; tienen miedo de los obstáculos con los que están confrontados, con los problemas que se les presentan. Ellos se desaniman por las circunstancias en lugar de confiar en la Palabra de Dios. Pero no fue así con Josué.

Josué 1:4:
Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio.

Dios nombró específicamente y describió los límites de la tierra que Él ya había designado para los hijos de Israel.

Versículo 5:
Nadie te podrá hacer frente [estar contra ti para obstruirte] en todos los días de tu vida…

Dios prometió a Josué que no habría ninguna persona que pudiera hacerle frente todos los días de su vida. Qué consuelo y aliento debió ser esta revelación al corazón de Josué. Quizá Josué estaba cavilando sobre el gran hombre, Moisés. Así que Dios le dijo a Josué: “¿Por qué pones tus ojos en Moisés? Quiero decirte que no habrá un hombre capaz de oponérsete”. No hubo nadie que tuviera la capacidad de hacerle frente a Josué y superarlo en ningún camino, en ninguna condición, o de alguna forma.

Qué consuelo debió ser esto para Josué que habían entrado a la posición del monumental Moisés. Que Dios le dijera: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida” tuvo que haber sido la más grande exhortación.

… como estuve con Moisés, [así Yo Dios] estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé

“… [Yo Dios] no te dejaré, ni te desampararé”. ¿Dios ha cambiado? El mismo Dios que estuvo con Moisés y Josué es el mismo Dios que está con nosotros hoy. ¿No es maravilloso saber que Dios está con usted, que Él no le dejará, que Él no le desamparará? El mismo Dios que satisfacía las necesidades de Josué satisface nuestras necesidades hoy. Y por lo tanto, Él nos está diciendo, “Levántate, y comienza a moverte”.

Gran creencia dinámica hace posible estas garantías ofrecidas por Dios. Dios dijo: “Josué, voy a estar contigo como estuve con Moisés. Yo no le fallé a él, y no te voy a fallar, ni a desamparar a ti tampoco. Así que ahora, levántate y atraviesa el Jordán”.

Atravesar el río Jordán en el momento en que Dios habló a Josué implicaba una pequeña complicación en el aspecto físico: el Jordán estaba a punto de la inundación. La Escritura dice que el río estaba fuera de sus bordes. Pero esto no era un problema para Dios. Dios le dijo a Josué: “Di a los sacerdotes que pongan el arca sobre sus hombros y que empiecen a caminar”. Y eso fue lo que hizo Josué.

Josué 3:6-8:
Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron el arca del pacto y fueron delante del pueblo.

Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo.

Tú, pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: Cuando hayáis entrado hasta el borde del agua del Jordán, pararéis en el Jordán.

Ahora simplemente imagínense estas órdenes. El río estaba a nivel de inundación. ¿Sabe usted lo que una persona promedio podría haber hecho? Argumentar un poco: “Pero, Señor, el río se encuentra a punto de desbordarse. Señor, ¿por qué no esperamos hasta que el agua descienda? ¿O quizá deberíamos hacer algunas balsas? Danos algunas embarcaciones motorizadas y el equipo anfibio necesario”. Pero el Señor dijo a Josué: “!Caminen!”Entonces Josué reunió a los sacerdotes, y les ordenó: “Caminen”. La Escritura dice que a medida que los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto tocaron el borde del agua, las aguas comenzaron a retroceder. Esto es caminar de acuerdo a la Palabra revelada de Dios.

Josué 3:15 y 16:
Cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo el tiempo de la siega),

las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón [y se levantaron] bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de Jericó.

Cuando a Josué se le dio la Palabra de Dios, él de inmediato actuó en ella. ¡Y que resultados! Cuando hoy una persona promedio tiene la Palabra de Dios, quiere discutir sobre ella. La Palabra del Señor es siempre clara, es siempre llana, y Dios no puede hacer nada por usted o por mí, hasta que tomemos acción.

Dios dijo: “Caminen a través del Jordán, incluso aunque esté a nivel de inundación”. ¿Acaso es más difícil para Dios mover una inundación del camino que mover quince gotas de agua? Él contuvo e hizo paredes con las aguas del Mar Rojo para Moisés. ¿Acaso Él haría menos por Josué? Es el mismo Dios, el mismo poder, la misma promesa. “…Como estuve con Moisés, así estaré contigo…” ¡Qué tremenda creencia tuvieron estos hombres!

Josué 1:6:
Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.

Esfuérzate (la versión en inglés King James dice “sé fuerte”)…” ¿Esforzarse o ser fuerte en Quién? En el Señor. No podemos ser fuertes en nuestra propia fuerza. Nuestra pobre fuerza, tan pequeña como es, dura sólo unos pocos años terrenales. Usted y yo tenemos que ser fuertes en la fuerza del Señor. Cuando somos fuertes en el Señor, vamos a tener valor, ánimo, coraje, valentía. ¿Por qué habríamos de temer si Dios en Cristo ha vencido el miedo por nosotros? ¿Por qué debemos desanimarnos cuando Él ha vencido el desánimo? ¿Por qué estar abatidos cuando Él ha conquistado toda razón que podría abatirnos?

El desaliento viene siempre del Diablo. Cada vez que nos desalentamos, siempre estamos incorrectos. Nuestro Dios nos hizo más que vencedores por medio de Jesucristo, que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.

Dios le dijo a Josué: “Esfuérzate [“sé fuerte”] y sé valiente: porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos”. Mucho antes de esto, Dios había prometido esa tierra a Abraham, el antepasado de esta gente. Ahora Dios ha traído a los hijos de Abraham de nuevo a esta tierra para heredarla.

Versículo 7:
Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado [sakal] en todas las cosas que emprendas.

Solamente esfuérzate y sé muy valiente. Por segunda vez, la Palabra del Señor a Josué es que se esfuerce (que sea fuerte), que permanezca fiel, que permanezca en su puesto, que sea valiente. Dios no solamente le dijo esto a Josué una vez; Él se lo dijo dos veces.

Nosotros, también, tenemos que seguir diciéndonos a nosotros mismos, repitiéndonos a nosotros mismos, las mismas palabras: Esfuérzate, sé fuerte en la Palabra del Señor y sé muy valiente para caminar en la Palabra de Dios. Porque es solamente mientras nos levantamos y comenzamos a caminar, que los obstáculos con los que somos confrontados son siempre superados. Mientras nos sentamos a contemplarlos en depresión y desaliento, siempre vamos a ser superados por la presencia de esos obstáculos. Pero a medida que comenzamos a caminar y nos acercamos a la situación con creencia, los obstáculos comienzan a disolverse. Movernos hacia adelante encarando los obstáculos requiere creer y confiar en Dios.

Dios le recordó a Josué que “cuidara de hacer conforme a toda la ley que Mi siervo Moisés te mandó”. En otras palabras le dijo: “no mires ni a derecha ni a la izquierda, sino permanece inquebrantablemente en la Palabra de Dios”. La ley era la Palabra de Dios para Josué, así como para Moisés. Y si usted tiene la Palabra de Dios, y sabes cuál es la voluntad de Dios. Entonces será mejor que no volteé ni a la derecha ni a la izquierda. Sólo llévela a cabo, justo como está escrita. La Palabra de Dios es la voluntad de Dios. Quiere decir lo que dice y dice lo que quiere decir. Si usted permanece fiel al llamado que se le ha hecho, Dios dice que usted va a prosperar dondequiera que vaya.

“…Para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas”. La palabra “prosperarado”, sakal en hebreo, está traducida en otro lugar como “actuar sabiamente” o “con entendimiento”. Usted va a actuar con sabiduría y a tener conocimiento en todo momento cuando usted se adhiera a la Palabra de Dios.

Después de darle a Josué semejante exhortación, Dios le dijo a Josué que continuara hablando y meditando constantemente en Su Palabra.

Versículo 8:
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley [La Palabra de Dios], sino que de día y de noche meditarás en él…

Dios dijo: “Tu no necesitas andar todo el día por todos lados cotilleando (chismorreando) o contando historias desagradables. Si vas a usar tu boca, deberías usarla para hablar la Palabra de Dios”. Eso es lo que Dios dice aquí en Josué 1:8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley…” Cuando usted hable, hable la verdad de Dios.

Dios también instruyó a Josué a meditar en la ley de día y de noche, en otras palabras, todo el tiempo, constantemente. Él no le dijo que se sumergiera en los periódicos y revistas, programas de radio y televisión. Él no le dijo que meditara en las enseñanzas de un teólogo. Dios le dijo a Josué: “Habla esta ley y medita en ella”. Haz de esta Palabra el centro de su vida día y noche”.

Usted debe poner la Palabra de Dios en su vida así cada vez que hable, será la Palabra lo que hable, es verdad que se habla. No deje que se aparte de su boca y medite en ella día y  noche. Manténgase hablando la Palabra de Dios, siga pensando la Palabra de Dios, y alinee su pensar y forma de vivir con ella.

… para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

Dios le dijo a Josué que si él observaba y vivía de acuerdo con la ley del Señor, entonces Josué sería prosperado y tendría éxito. Cuando hacemos la voluntad de Dios, también nosotros prosperamos y tenemos éxito. Y ciertamente deberíamos prosperar, ¿no es así? Dios espera que nosotros prosperemos.

III Juan 2:
Amado, yo deseo que tú seas prosperado…

¿Cómo nosotros como creyentes llegamos a ser prosperados? Por medio de poner la Palabra de Dios en el centro de nuestras vidas como nuestro único libro de reglas de creencia y practica. La Palabra de Dios nos da las reglas con las que se juega el juego de pelota espiritual de Dios. Sus reglas deben ser respetadas. No podemos inventar nuevas reglas a medida que avanzamos. La prosperidad, en todas sus formas, depende de nuestra creencia en la Palabra de Dios y nuestra continuidad en ella.

La clave de la prosperidad continua y el éxito es permanecer siendo fiel a la Palabra de Dios. Vemos este principio en toda la vida de Josué. Dios exhortó a Josué por tercera vez a ser fuerte y valiente.

Josué 1:9:
[¿No te lo he ordenado?] Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes…

Dios le dijo a Josué en el versículo 6, en el versículo 7, y ahora de nuevo en el versículo 9, que se esforzara y fuera valiente. Lo primero que el enemigo siempre trata de hacer es introducir miedo en nuestras vidas. Pero cuando somos fuertes [nos esforzamos] y somos valientes, ¿qué pasa con el miedo? Se disipa; se va. Así Satanás no puede sacar ventaja en nuestras vidas, si somos fuertes y valientes. “…No temas, ni desmayes…” No se deje abatir por nada. ¿Por qué? “…Porque el Señor tu Dios está contigo...”

Es por esto que Josué pudo levantarse y seguir adelante con el liderazgo del pueblo de Dios después de la muerte de Moisés. Y esa es la cosa más grande por conocer en el mundo hoy: que el Señor su Dios está con usted. Saber que usted es un cristiano, renacido del Espíritu de Dios, lleno del espíritu santo, es la más grande verdad que tiene en su vida hoy. Saber que usted va camino al cielo en medio de todo el bullicio de la sociedad y las implicaciones del mundo en el que vive. Con Dios en Cristo en usted, la esperanza de gloria, con vida eterna, ¿por qué debería temer? “…No temas…” No tema ni desmaye. ¿Por qué?

… porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.


A dondequiera que vayamos, podemos estar llenos de energía y podemos estar desbordantes con la grandeza del poder de Dios. Nuestro Dios está con nosotros dondequiera vamos. Dios nos protege, Él nos guarda, Él nos inspira, Él nos guía, Él toma cuidado de nosotros.

Saber que sabe, que sabe, que sabe que el Señor su Dios está con usted es el mensaje más grande para el corazón de cualquier hombre o mujer. Si los siervos de Dios en el Antiguo Testamento fueron capaces de creer la Palabra de Dios y seguir Sus instrucciones con tal obediencia, ¿no le parece que usted y yo, que hemos renacido del Espíritu de Dios podríamos seguir las instrucciones de Dios y manifestar Su paz y prosperidad? Seguramente, el Señor nuestro Dios está con nosotros.

Versículo 9:
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.



Hombres y mujeres vienen y van -nacen, viven y mueren- al igual que Moisés y Josué. Pero el Dios de Moisés y Josué, que los llevó a prosperar en medio de circunstancias extremadamente difíciles, es nuestro Dios hoy. Dios está con usted; Dios está a su lado; Dios vive dentro de usted. Así que muévase con la grandeza de Su Palabra, confiando en  esa Palabra hasta la última letra. Ahora es el tiempo. Levántese, camine, muévase hacia a delante asido a la Palabra de Dios, “porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. Dios lo ha prometido. Usted lo cree. Y usted ciertamente verá el magnífico éxito de Dios en su vida.

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