LA TRANSFERENCIA DEL LIDERAZGO
Capítulo Siete de "Ordena mis pasos con Tu
Palabra"
Por V.P. Wierwille
El 22 de noviembre de 1963, el día en que John F. Kennedy
fue asesinado, algunos amigos y yo estábamos cazando, cuando la noticia estalló
en nuestra radio. Estábamos estupefactos de que nuestro presidente hubiera
muerto. Todos estábamos pasmados más allá de lo que las palabras pueden
expresar.
Mientras pensaba sobre la muerte repentina de nuestro
Presidente, un joven que proyectaba tanta vitalidad, pensé en cómo conmociones
y sacudidas como estas que generan cambios, han ocurrido a lo largo de toda la
historia. Hay muchos ejemplos bíblicos de grandes líderes emergentes
enfrentando este tipo de estruendo y adversidad. Cuando hubo tiempos opresivos,
se levantaron hombres y mujeres que creyeron la grandeza de la Palabra de Dios,
y cuyas vidas dieron dirección a los que les rodeaban, a pesar de las
circunstancias difíciles. Así surgió un hombre como Josué a quien el liderazgo
del pueblo de Dios le fue transferido después de la muerte de Moisés. Moisés
mismo fue levantado para guiar al pueblo de Dios en un momento de gran
opresión. Él guió a los hijos de Israel de la esclavitud de Egipto a los
límites de la Tierra Prometida. Durante cuarenta años, él les enseñó, les
enseñó de dos formas, a través de su caminar con Dios y a través de su andar
entre los hombres.
La relación de Dios con Moisés se desarrolló al punto de
estar en los mejores términos. Ellos hablaban íntimamente, “cara a cara” como
se registra en Éxodo 33:11. Salmos 103:7 dice que “Sus caminos notificó a
Moisés, y a los hijos de Israel sus obras”. Mientras que los hijos de Israel
vieron los actos de Dios, Dios le dijo a Moisés los porqués y los cómos de sus
actos, las razones detrás ellos. Durante los cuarenta años en que Moisés
condujo a los hijos de Israel, las bendiciones de Dios permanecieron sobre
ellos porque Moisés estuvo firme, sin titubear, actuando en su favor. Moisés
intercedió una y otra vez por sus errores y defectos, y Dios siempre honró las
peticiones de Moisés. Mientras Moisés intercedió por Israel, Dios siguió
bendiciendo a los hijos de Israel, y grandes cosas llenas de gracia sucedieron.
Sin embargo, un día este monumento humano, Moisés, murió.
Josué 1:2:
Mi siervo Moisés ha muerto…
¡Qué tremendo vacío dejó la ausencia de Moisés. Después de
que Moisés había guiado a los hijos de Israel durante cuarenta años, su muerte
seguramente fue muy impactante para ellos, incluso más que el impacto que los
estadounidenses experimentaron cuando el presidente Kennedy fue asesinado.
Imagínese qué hubiera sido si John F. Kennedy por sí solo hubiera llevado a
nuestra nación durante cuarenta años, como Moisés había guiado a Israel.
Supongamos que Kennedy nos hubiera llevado a través de dificultades extremas y
grandes victorias como las que los hijos de Israel experimentaron bajo el
liderazgo de Moisés. Supongamos que Kennedy nos hubiera puesto directrices que
sirvieran de guía para la vida, como Moisés había hecho al dar a los hijos de
Israel los mandamientos de Dios. Moisés instruyó al pueblo, dirigió al pueblo.
Y el pueblo sabía que era Moisés con quien Dios se comunicaba, y a quien Dios
escuchaba. De repente, el hombre que había llevado a los hijos de Israel
durante cuarenta largos años había muerto.
¡Qué tremendo impacto fue para el pueblo de Israel cuando se
dieron cuenta de que este hombre que los había guiado y los había aguantado con
sus quejas, disputas e inseguridades durante tantos años se había ido. El
hombre que había trazado la guía de Dios para sus vidas estaba muerto.
Por lo tanto Israel necesitaba un nuevo líder. Y Dios ya
tenía un líder escogido para ellos. Ese fue Josué, servidor de Moisés, su
asistente y sustituto, a quien Dios había llamado para tomar las riendas del
liderazgo cuando Moisés ya no estuviera allí para dirigir a la nación.
Josué había trabajado, codo con codo al lado de Moisés,
cumpliendo fielmente responsabilidades como Moisés lo dirigió a hacer. Así
Josué había sido un aprendiz, por así decirlo, para Moisés. Así que una vez
Moisés se había ido, Dios, siendo un Dios de orden, continuó dando
instrucciones y hablando con Josué.
Josué 1:1 y 2:
Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová,
que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:
Mi siervo Moisés ha muerto…
Dios habló a Josué, servidor de Moisés, y le dijo: “Mi
siervo Moisés ha muerto”. Si usted pudiera leer estas palabras en el texto
original, podría observar qué palabras tan tristes y duras son. No puedo
expresarle en nuestro idioma la forma en que estas palabras, “Mi siervo Moisés
ha muerto”, están escritas en el texto original. Envuelven todo el dolor, el
drama, la tragedia y todo el sentimiento que Josué habría sentido después de
haber estado asociado cuarenta años con el fuerte y demandante liderazgo de
este hombre, Moisés.
He pensado a menudo en Josué y el llamado que Dios le hizo.
¿Hubiera usted querido ser Josué en aquel día? No, gracias. Moisés había tenido
las manos llenas liderando a aquellos israelitas duros de cerviz. Un día ellos
cantaban alabanzas a Dios, y al día siguiente construían un becerro de oro para
adorarlo. Un día ellos decían: “Oh, Señor, vamos a hacer siempre Tu voluntad”,
y al día siguiente conspiraban para derrocar a Moisés como su líder. Conociendo
la forma de conducirse de los israelitas, ¿le habría gustado ser Josué cuando
Dios lo llamó?
Póngase a sí mismo en el contexto de esta situación. Cuando
el Señor habló a Josué poco después de la muerte de Moisés, los hijos de Israel
estaban en dolor, corrían lágrimas de sus ojos. Pero la gente no puede quedarse
en duelo para siempre. Es por eso que Dios pronunció esas palabras de tanto
peso para Josué aquel día, diciendo: “Mi siervo Moisés ha muerto”. Dios estaba
tratando de señalarle a Josué y al resto de Israel que no podían ya depender
más de Moisés. Moisés se había ido. Él no iba a guiar e interceder por Israel
nunca más. Dios le dijo a Josué: “Sí, Moisés ha muerto, pero otros siguen
vivos. Así que superen su duelo y comiencen a moverse hacia la meta de entrar y
vivir en la Tierra Prometida”.
Josué de hecho había sido preparado para esta tarea. El
liderazgo no se le atribuyó de repente de la nada. Un ejemplo del entrenamiento
de Josué fue el momento en que Moisés envió a Josué con otros once espías a la
Tierra Prometida para explorarla y para que trajeran información. En respuesta
al reconocer la tierra, dos de los doce espías aconsejaron a Moisés que fueran
inmediatamente a la tierra y la reclamaran sin demora.
Números 14:6-9:
Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los
que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos,
Y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel,
diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran
manera buena.
Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta
tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel.
Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al
pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha
apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis.
Josué y Caleb mostraron una fuerte determinación de carácter
y confianza en el poder de Jehová. Ninguno de los otros diez espías aconsejó a
Moisés que guiara en ese momento a los hijos de Israel a la Tierra Prometida
porque esos diez espías temían las circunstancias; no confiaban en el poder de
Dios.
Como usted sabe, los hijos de Israel no entraron en la
tierra en ese momento, ya que se pusieron de parte del informe de los diez
espías temerosos, en vez de creer el informe creyente de Josué y Caleb. Pero
Dios recompensó, como siempre lo hace, la firmeza creyente de Josué y Caleb, ya
que ellos fueron los únicos de su generación que eventualmente vivieron en la
Tierra Prometida.
Números 32:11 y 12:
No verán los varones que subieron de Egipto de veinte años
arriba, la tierra que prometí con juramento a Abraham, Isaac y Jacob, por
cuanto no fueron perfectos en pos de mí;
Excepto Caleb hijo de Jefone cenezeo, y Josué hijo de Nun,
que fueron perfectos en pos de Jehová.
Además de ser un espía capaz, Josué también se desempeñó
como comandante de Israel en batalla.
Éxodo 17:9-14:
Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear
contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios
en mi mano.
E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y
Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.
Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel
prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.
Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una
piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur
sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos
firmeza hasta que se puso el sol.
Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.
Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un
libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del
cielo.
Moisés y Josué no sólo trabajaron juntos en aniquilar a los
amalecitas, sino que Dios le dijo a Moisés que escribiera el relato del evento
y repitiera la historia para que Josué la escuchara, para hacer un impacto aún
mayor, una impresión más duradera en Josué. Moisés y Josué estaban trabajando
juntos, como sabemos en retrospectiva, para preparar a Josué para el liderazgo.
Éxodo 24:13:
Y se levantó Moisés con Josué su servidor…
Josué era un servidor, un ayudante, un asistente de Moisés.
Él siempre fue devoto y humilde a Dios y al siervo de Dios, Moisés.
Éxodo 33:11:
Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera
a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su
servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.
Josué, por sus propias cualidades personales y la elección
de sus prioridades, se preparó a sí mismo en roles menores de liderazgo para
que Dios pudiera colocarlo en una mayor posición de liderazgo.
Finalmente llegó el día en que Moisés recibió la orden de
Dios para proclamar a Josué como líder de Israel, el hombre que estaría a cargo
después de la muerte de Moisés.
Números 27:18-23
Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en
el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él;
Y lo pondrás delante del sacerdote Eleazar, y delante de
toda la congregación; y le darás el cargo en presencia de ellos.
Y pondrás de tu dignidad [de tu honor] sobre él, para que
toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca.
El se pondrá delante del sacerdote Eleazar, y le consultará
por el juicio del Urim delante de Jehová; por el dicho de él saldrán, y por el
dicho de él entrarán, él y todos los hijos de Israel con él, y toda la
congregación.
Y Moisés hizo como Jehová le había mandado, pues tomó a
Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar, y de toda la congregación;
Y puso sobre él sus manos, y le dio el cargo, como Jehová
había mandado por mano de Moisés.
Así Josué fue designado por Moisés, antes de su muerte, y
por el sumo sacerdote como aquel a quien “toda la congregación de los hijos de
Israel debía obedecer”. Josué fue el
“heredero natural de Moisés”. Él fue instaurado cuando Moisés “puso sus
manos sobre él, y le dio el cargo” delante de todo el pueblo como el líder
designado.
Hemos visto cómo este llamado al liderazgo en general no fue
inesperadamente introducido sobre Josué. Josué había ido madurando y
preparándose para ese cargo desde su juventud, desde que él había ayudado a
reconocer la tierra prometida. Así que cuando Moisés murió, no hubo un lapso o
intervalo de tiempo en el liderazgo de los hijos de Israel. Todos los
preparativos se habían hecho, y la gente entendió cuales eran las órdenes de
Dios y de Moisés.
Deuteronomio 34:5-10:
Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab,
conforme al dicho de Jehová.
Y lo enterró [Dios] en el valle, en la tierra de Moab,
enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.
Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus
ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.
Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de
Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés.
Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría,
porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le
obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.
Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a
quien haya conocido Jehová cara a cara.
En toda la historia ha habido un solo profeta más grande que
Moisés, y ese fue Jesucristo mismo, el Hijo de Dios. Moisés no era el Hijo de
Dios, pero él era un hombre que creyó a Dios; por tanto, Dios le dio tremenda
revelación y gran luz para el liderazgo. En la transferencia de liderazgo,
Moisés puso sus manos sobre Josué de acuerdo con el mandamiento de Dios, para
que Josué fuera “lleno del espíritu” para que recibiese revelación y luz de
Dios.
Deuteronomio 34:9:
Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría,
porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le
obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.
Moisés estaba lleno del espíritu. Él tenía el espíritu de
Dios sobre él, y por eso Dios fue capaz de hablar con él. Moisés fue capaz de
caminar y hablar con Dios. Y en el proceso de su andar, Dios le dijo a Moisés
que pusiera sus manos sobre Josué, significando así que la presencia de Dios
estaba con Josué. Dios estaba haciendo sus disposiciones para la sucesión
ordenada de liderazgo. Así Josué, cuando Moisés puso sus manos sobre él, llegó
a ser un hombre lleno del espíritu.
Durante cuarenta largos y laboriosos años Moisés guió a los
obstinados israelitas, y la Palabra de Dios muestra claramente que fueron
tercos. Una y otra y otra vez se rebelaron
contra la sabiduría de Moisés y se acarrearon problemas a sí mismos. En
esos momentos Moisés intercedía con Dios por ellos y Dios concedía las
peticiones de Moisés. Durante cuarenta años, Moisés trató con los hijos de
Israel que fueron ciegos de corazón; él era el único hombre que podía hacerlo
en ese momento.*
Moisés amaba a Dios y amaba a los hijos de Israel. Pero
Moisés no iba a vivir para siempre. Así que en preparación para esa
eventualidad, Dios comenzó a entrenar a Josué para el liderazgo muchos años
antes de la muerte de Moisés. Aun así, incluso con todo ese entrenamiento bajo
la mano de Moisés, Josué todavía debió ser en gran medida desafiado por el
llamado a hacerse cargo después de la muerte de Moisés. Pero debido a que Josué
era manso, atendió a los mandamientos de Dios y se sobrepuso a las
inseguridades que pudo haber tenido. Él se sorprendió cuando Moisés murió, pero
Dios le ordenó que se pusiera a la cabeza.
Josué 1:1 y 2:
Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová,
que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:
Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa
este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de
Israel.
La esencia de lo que Dios le dijo a Josué aquel día fue:
“Josué, ahora tú estás a cargo. ¡Así que toma las riendas y muévete! No esperes
nada, sino entra ahora en la Tierra Prometida”. Josué pudo haberse acobardado y
retroceder, diciendo: “Oh, no, el nivel del río está al borde de la
inundación”. Además, justo al otro lado nos aguarda el enemigo, y ese enemigo
es el ejército mejor equipado en todo el mundo. Tienen un gran armamento,
incluso tienen energía nuclear”.
*Moisés pudo manejar a los israelitas duros de cerviz porque
tenía en ese tiempo un ministerio dado por Dios para el pueblo de Dios. Y
cuando una persona tiene un ministerio de servicio para la gente de Dios, él o
ella pueden tolerar muchas cosas que él o ella nunca podrían tolerar de otra
manera.
Pero Dios no tuvo una discusión con Josué. Dios simplemente
le dio la orden: “Ahora pues, levántate y pasa este Jordán”. Josué tenía que
movilizar a los hijos de Israel para que empacaran y comenzaran a moverse
inmediatamente.
Josué 1:10 y 11:
Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo:
Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo,
diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para
entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión.
Dios le dijo a Josué, en el versículo 2: “Haz que la gente
se prepare y entren en la tierra que Yo les doy”. Bueno, si Dios da algo,
¿quién piensa usted que se los iba a quitar? Si Dios dijo que marcharan hacia
la Tierra Prometida, entonces los que obedecieron iban a ser propietarios de la
tierra. ¿Quién piensa usted que iba a detenerlos? Yo le digo a usted que
incluso la artillería más precisamente dirigida no podría haber golpeado ni a
uno de ellos.
No importa cuán grande sea el enemigo, no importa cual sea
el obstáculo, cuando Dios ha dado la orden de ir, usted debe moverse. Mientras
usted y yo vivamos de acuerdo a la grandeza de la Palabra de Dios, ¡todos los
enemigos y todos los obstáculos del mundo no pueden detenernos porque la
Palabra de Dios es poderosa y eficaz y permanece para siempre!
La Palabra del Señor vino y Josué fue capaz de tomar el
mando cuando terminó la vida de Moisés. Desde el punto de vista de los cinco
sentidos, parecía imposible llegar a estar en la posición que acaba de dejar
Moisés. Pero Dios siempre ha hecho y siempre hará disponible el poder, el
conocimiento y la habilidad para llevar a cabo una responsabilidad determinada.
Dios le dijo a Josué que se levantara. Él no le dijo que se
sentara y llorara por otros seis meses para lamentar el hecho de que Moisés
estaba muerto. Cuando una persona muere incluyendo un hombre de Dios, la vida
no se detiene. Las cosas de Dios deben continuar; Por lo tanto, el mensaje
sería el mismo hoy como lo fue para Josué: “Levántate, ponte en movimiento, y supera cualquier obstáculo que
haya en frente de ti”.
Originalmente, cuando Moisés había sacado a Israel de
Egipto, Dios había planeado para ellos que marcharan directamente hacia la
Tierra Prometida y la habitaran.
Pero a causa de su incredulidad, de su pecado, y por sus
defectos en general, Dios nunca instruyó a Moisés para llevarlos a la tierra
que era su herencia. Incluso al mismo Moisés no se le permitió entrar. Pero
ahora era el momento adecuado, y Dios le dijo a Josué: “Josué, levántate. Deja
de estar nervioso y preocupado porque mi gran siervo Moisés ha ido. Ahora tú
debes asumir el liderazgo. Así que levántate y pasa el Jordán”. Y Dios no se
detuvo allí. Él le dio a Josué una tremenda exhortación y aliento.
Josué 1:3:
Yo os he entregado [tiempo pasado], como lo había dicho a
Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.
Dios puso en tiempo pasado lo que aun estaba por suceder.
Los hijos de Israel sólo necesitaban levantarse e ir. Dios dijo: “Todo lugar
que pisare la planta de vuestro pie, Yo [ya] os lo he entregado”
Note que Dios dijo: “Yo ya os lo he entregado”. Dios repite
para Josué la promesa que Él le había hecho a Moisés y a los hijos de Israel en
Deuteronomio 11:24. El Dios que creó los cielos y la tierra no va a dejar que
una pequeña cosa como el Río Jordán lo detenga de moverse hacia adelante.
Tampoco los enemigos del otro lado de ese río podían detenerlo. La palabra fue
“Levántate y ve”.
Mucha gente podría dudar después de esta apresurada orden y
decir: “Señor, tu Palabra es maravillosa, pero tengo que ir y pensar en ello.
Tal vez estaré listo mañana; o tal vez el día siguiente. No sé si estoy a la
altura en este momento”. Cuando Dios le da instrucciones específicas, Él espera
que usted tome acción. Él no espera que ande con dilaciones. Podríamos incluso
morir por dudar en actuar en la Palabra de Dios. Pero, si nos atrevemos a levantarnos
ahora con la grandeza de la Palabra de Dios y nos asimos progresivamente a esa
grandeza, Dios volverá a vencer al enemigo y vamos a cruzar de nuevo
victoriosamente los ríos de la vida, incluso si están a punto de desbordarse.
Es una cosa notable que Dios puso Su promesa en tiempo
pasado: “Yo ya os la he entregado”, y Él hace eso todavía hoy. Muchas, muchas
veces pone en pasado lo que aún es futuro para nosotros. Las cosas que Dios nos
ha prometido en Su Palabra son ahora mismo la voluntad de Dios para nosotros,
si tan sólo nos levantarnos y cruzamos nuestro Jordán personal. Pero la mayoría
de la gente duda en levantarse; tienen miedo de los obstáculos con los que
están confrontados, con los problemas que se les presentan. Ellos se desaniman
por las circunstancias en lugar de confiar en la Palabra de Dios. Pero no fue
así con Josué.
Josué 1:4:
Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates,
toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será
vuestro territorio.
Dios nombró específicamente y describió los límites de la
tierra que Él ya había designado para los hijos de Israel.
Versículo 5:
Nadie te podrá hacer frente [estar contra ti para
obstruirte] en todos los días de tu vida…
Dios prometió a Josué que no habría ninguna persona que
pudiera hacerle frente todos los días de su vida. Qué consuelo y aliento debió
ser esta revelación al corazón de Josué. Quizá Josué estaba cavilando sobre el
gran hombre, Moisés. Así que Dios le dijo a Josué: “¿Por qué pones tus ojos en
Moisés? Quiero decirte que no habrá un hombre capaz de oponérsete”. No hubo
nadie que tuviera la capacidad de hacerle frente a Josué y superarlo en ningún
camino, en ninguna condición, o de alguna forma.
Qué consuelo debió ser esto para Josué que habían entrado a
la posición del monumental Moisés. Que Dios le dijera: “Nadie te podrá hacer
frente en todos los días de tu vida” tuvo que haber sido la más grande
exhortación.
… como estuve con Moisés, [así Yo Dios] estaré contigo; no
te dejaré, ni te desampararé
“… [Yo Dios] no te dejaré, ni te desampararé”. ¿Dios ha
cambiado? El mismo Dios que estuvo con Moisés y Josué es el mismo Dios que está
con nosotros hoy. ¿No es maravilloso saber que Dios está con usted, que Él no
le dejará, que Él no le desamparará? El mismo Dios que satisfacía las
necesidades de Josué satisface nuestras necesidades hoy. Y por lo tanto, Él nos
está diciendo, “Levántate, y comienza a moverte”.
Gran creencia dinámica hace posible estas garantías
ofrecidas por Dios. Dios dijo: “Josué, voy a estar contigo como estuve con
Moisés. Yo no le fallé a él, y no te voy a fallar, ni a desamparar a ti
tampoco. Así que ahora, levántate y atraviesa el Jordán”.
Atravesar el río Jordán en el momento en que Dios habló a
Josué implicaba una pequeña complicación en el aspecto físico: el Jordán estaba
a punto de la inundación. La Escritura dice que el río estaba fuera de sus
bordes. Pero esto no era un problema para Dios. Dios le dijo a Josué: “Di a los
sacerdotes que pongan el arca sobre sus hombros y que empiecen a caminar”. Y
eso fue lo que hizo Josué.
Josué 3:6-8:
Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del
pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron el arca del pacto y fueron
delante del pueblo.
Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a
engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como
estuve con Moisés, así estaré contigo.
Tú, pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del
pacto, diciendo: Cuando hayáis entrado hasta el borde del agua del Jordán,
pararéis en el Jordán.
Ahora simplemente imagínense estas órdenes. El río estaba a
nivel de inundación. ¿Sabe usted lo que una persona promedio podría haber
hecho? Argumentar un poco: “Pero, Señor, el río se encuentra a punto de
desbordarse. Señor, ¿por qué no esperamos hasta que el agua descienda? ¿O quizá
deberíamos hacer algunas balsas? Danos algunas embarcaciones motorizadas y el
equipo anfibio necesario”. Pero el Señor dijo a Josué: “!Caminen!”Entonces
Josué reunió a los sacerdotes, y les ordenó: “Caminen”. La Escritura dice que a
medida que los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto tocaron el
borde del agua, las aguas comenzaron a retroceder. Esto es caminar de acuerdo a
la Palabra revelada de Dios.
Josué 3:15 y 16:
Cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los
pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua
(porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo el tiempo de la
siega),
las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un
montón [y se levantaron] bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de
Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al Mar Salado, se acabaron, y
fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de Jericó.
Cuando a Josué se le dio la Palabra de Dios, él de inmediato
actuó en ella. ¡Y que resultados! Cuando hoy una persona promedio tiene la
Palabra de Dios, quiere discutir sobre ella. La Palabra del Señor es siempre
clara, es siempre llana, y Dios no puede hacer nada por usted o por mí, hasta
que tomemos acción.
Dios dijo: “Caminen a través del Jordán, incluso aunque esté
a nivel de inundación”. ¿Acaso es más difícil para Dios mover una inundación
del camino que mover quince gotas de agua? Él contuvo e hizo paredes con las
aguas del Mar Rojo para Moisés. ¿Acaso Él haría menos por Josué? Es el mismo
Dios, el mismo poder, la misma promesa. “…Como estuve con Moisés, así estaré
contigo…” ¡Qué tremenda creencia tuvieron estos hombres!
Josué 1:6:
Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo
por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.
Esfuérzate (la versión en inglés King James dice “sé
fuerte”)…” ¿Esforzarse o ser fuerte en Quién? En el Señor. No podemos ser
fuertes en nuestra propia fuerza. Nuestra pobre fuerza, tan pequeña como es,
dura sólo unos pocos años terrenales. Usted y yo tenemos que ser fuertes en la
fuerza del Señor. Cuando somos fuertes en el Señor, vamos a tener valor, ánimo,
coraje, valentía. ¿Por qué habríamos de temer si Dios en Cristo ha vencido el
miedo por nosotros? ¿Por qué debemos desanimarnos cuando Él ha vencido el
desánimo? ¿Por qué estar abatidos cuando Él ha conquistado toda razón que
podría abatirnos?
El desaliento viene siempre del Diablo. Cada vez que nos
desalentamos, siempre estamos incorrectos. Nuestro Dios nos hizo más que
vencedores por medio de Jesucristo, que nos amó y se entregó a sí mismo por
nosotros.
Dios le dijo a Josué: “Esfuérzate [“sé fuerte”] y sé
valiente: porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual
juré a sus padres que la daría a ellos”. Mucho antes de esto, Dios había
prometido esa tierra a Abraham, el antepasado de esta gente. Ahora Dios ha
traído a los hijos de Abraham de nuevo a esta tierra para heredarla.
Versículo 7:
Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer
conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni
a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado [sakal] en todas las cosas
que emprendas.
Solamente esfuérzate y sé muy valiente. Por segunda vez, la
Palabra del Señor a Josué es que se esfuerce (que sea fuerte), que permanezca
fiel, que permanezca en su puesto, que sea valiente. Dios no solamente le dijo
esto a Josué una vez; Él se lo dijo dos veces.
Nosotros, también, tenemos que seguir diciéndonos a nosotros
mismos, repitiéndonos a nosotros mismos, las mismas palabras: Esfuérzate, sé
fuerte en la Palabra del Señor y sé muy valiente para caminar en la Palabra de
Dios. Porque es solamente mientras nos levantamos y comenzamos a caminar, que
los obstáculos con los que somos confrontados son siempre superados. Mientras
nos sentamos a contemplarlos en depresión y desaliento, siempre vamos a ser
superados por la presencia de esos obstáculos. Pero a medida que comenzamos a
caminar y nos acercamos a la situación con creencia, los obstáculos comienzan a
disolverse. Movernos hacia adelante encarando los obstáculos requiere creer y
confiar en Dios.
Dios le recordó a Josué que “cuidara de hacer conforme a
toda la ley que Mi siervo Moisés te mandó”. En otras palabras le dijo: “no
mires ni a derecha ni a la izquierda, sino permanece inquebrantablemente en la
Palabra de Dios”. La ley era la Palabra de Dios para Josué, así como para Moisés.
Y si usted tiene la Palabra de Dios, y sabes cuál es la voluntad de Dios.
Entonces será mejor que no volteé ni a la derecha ni a la izquierda. Sólo
llévela a cabo, justo como está escrita. La Palabra de Dios es la voluntad de
Dios. Quiere decir lo que dice y dice lo que quiere decir. Si usted permanece
fiel al llamado que se le ha hecho, Dios dice que usted va a prosperar
dondequiera que vaya.
“…Para que seas prosperado en todas las cosas que
emprendas”. La palabra “prosperarado”, sakal en hebreo, está traducida en otro
lugar como “actuar sabiamente” o “con entendimiento”. Usted va a actuar con
sabiduría y a tener conocimiento en todo momento cuando usted se adhiera a la
Palabra de Dios.
Después de darle a Josué semejante exhortación, Dios le dijo
a Josué que continuara hablando y meditando constantemente en Su Palabra.
Versículo 8:
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley [La
Palabra de Dios], sino que de día y de noche meditarás en él…
Dios dijo: “Tu no necesitas andar todo el día por todos
lados cotilleando (chismorreando) o contando historias desagradables. Si vas a
usar tu boca, deberías usarla para hablar la Palabra de Dios”. Eso es lo que
Dios dice aquí en Josué 1:8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de la
ley…” Cuando usted hable, hable la verdad de Dios.
Dios también instruyó a Josué a meditar en la ley de día y
de noche, en otras palabras, todo el tiempo, constantemente. Él no le dijo que
se sumergiera en los periódicos y revistas, programas de radio y televisión. Él
no le dijo que meditara en las enseñanzas de un teólogo. Dios le dijo a Josué:
“Habla esta ley y medita en ella”. Haz de esta Palabra el centro de su vida día
y noche”.
Usted debe poner la Palabra de Dios en su vida así cada vez
que hable, será la Palabra lo que hable, es verdad que se habla. No deje que se
aparte de su boca y medite en ella día y
noche. Manténgase hablando la Palabra de Dios, siga pensando la Palabra
de Dios, y alinee su pensar y forma de vivir con ella.
… para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Dios le dijo a Josué que si él observaba y vivía de acuerdo
con la ley del Señor, entonces Josué sería prosperado y tendría éxito. Cuando
hacemos la voluntad de Dios, también nosotros prosperamos y tenemos éxito. Y
ciertamente deberíamos prosperar, ¿no es así? Dios espera que nosotros
prosperemos.
III Juan 2:
Amado, yo deseo que tú seas prosperado…
¿Cómo nosotros como creyentes llegamos a ser prosperados?
Por medio de poner la Palabra de Dios en el centro de nuestras vidas como
nuestro único libro de reglas de creencia y practica. La Palabra de Dios nos da
las reglas con las que se juega el juego de pelota espiritual de Dios. Sus
reglas deben ser respetadas. No podemos inventar nuevas reglas a medida que
avanzamos. La prosperidad, en todas sus formas, depende de nuestra creencia en
la Palabra de Dios y nuestra continuidad en ella.
La clave de la prosperidad continua y el éxito es permanecer
siendo fiel a la Palabra de Dios. Vemos este principio en toda la vida de
Josué. Dios exhortó a Josué por tercera vez a ser fuerte y valiente.
Josué 1:9:
[¿No te lo he ordenado?] Mira que te mando que te esfuerces
y seas valiente; no temas ni desmayes…
Dios le dijo a Josué en el versículo 6, en el versículo 7, y
ahora de nuevo en el versículo 9, que se esforzara y fuera valiente. Lo primero
que el enemigo siempre trata de hacer es introducir miedo en nuestras vidas.
Pero cuando somos fuertes [nos esforzamos] y somos valientes, ¿qué pasa con el
miedo? Se disipa; se va. Así Satanás no puede sacar ventaja en nuestras vidas,
si somos fuertes y valientes. “…No temas, ni desmayes…” No se deje abatir por
nada. ¿Por qué? “…Porque el Señor tu Dios está contigo...”
Es por esto que Josué pudo levantarse y seguir adelante con
el liderazgo del pueblo de Dios después de la muerte de Moisés. Y esa es la
cosa más grande por conocer en el mundo hoy: que el Señor su Dios está con
usted. Saber que usted es un cristiano, renacido del Espíritu de Dios, lleno
del espíritu santo, es la más grande verdad que tiene en su vida hoy. Saber que
usted va camino al cielo en medio de todo el bullicio de la sociedad y las
implicaciones del mundo en el que vive. Con Dios en Cristo en usted, la esperanza
de gloria, con vida eterna, ¿por qué debería temer? “…No temas…” No tema ni
desmaye. ¿Por qué?
… porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que
vayas.
A dondequiera que vayamos, podemos estar llenos de energía y
podemos estar desbordantes con la grandeza del poder de Dios. Nuestro Dios está
con nosotros dondequiera vamos. Dios nos protege, Él nos guarda, Él nos
inspira, Él nos guía, Él toma cuidado de nosotros.
Saber que sabe, que sabe, que sabe que el Señor su Dios está
con usted es el mensaje más grande para el corazón de cualquier hombre o mujer.
Si los siervos de Dios en el Antiguo Testamento fueron capaces de creer la
Palabra de Dios y seguir Sus instrucciones con tal obediencia, ¿no le parece
que usted y yo, que hemos renacido del Espíritu de Dios podríamos seguir las
instrucciones de Dios y manifestar Su paz y prosperidad? Seguramente, el Señor
nuestro Dios está con nosotros.
Versículo 9:
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas
ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
Hombres y mujeres vienen y van -nacen, viven y mueren- al
igual que Moisés y Josué. Pero el Dios de Moisés y Josué, que los llevó a
prosperar en medio de circunstancias extremadamente difíciles, es nuestro Dios
hoy. Dios está con usted; Dios está a su lado; Dios vive dentro de usted. Así
que muévase con la grandeza de Su Palabra, confiando en esa Palabra hasta la última letra. Ahora es
el tiempo. Levántese, camine, muévase hacia a delante asido a la Palabra de
Dios, “porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. Dios
lo ha prometido. Usted lo cree. Y usted ciertamente verá el magnífico éxito de
Dios en su vida.
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