miércoles, 31 de diciembre de 2014

"Ordena Mis Pasos con Tu Palabra"
Por V.P. Wierwille


PARTE III
EL ORDEN DE DIOS
EN LOS TIEMPOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

A través de los siglos, hombres y mujeres han ido y venido, pero la Palabra de Dios vive y permanece para siempre. Los registros de creyentes del Antiguo Testamento a quienes Dios se reveló a Si Mismo, están escritos para nuestro aprendizaje. En esta parte de “Ordena mis pasos con Tu Palabra”, es estudiado el orden de Dios en la vida de tres creyentes individuales del Antiguo Testamento.

“Un hombre en quien está en Espíritu de Dios” da el registro de la liberación de José de la cárcel en Egipto y su ascenso a la responsabilidad en el reino del Faraón. Fue Faraón quien hizo la observación de que no había nadie tan sabio y prudente como José, “un hombre en quien está el Espíritu de Dios”. Debido a que José ordenó sus pasos de acuerdo a la Palabra de Dios, él y todo Egipto, así como a los hijos de Israel, no sólo fueron liberados de una potencial destrucción, sino que fueron capaces de prosperar.

El capítulo titulado “Escogeos hoy” muestra al hombre de Dios Josué desafiando a los hijos de Israel a abandonar sus prácticas idólatras y a comprometer sus caminos a Jehová, incluso después de la muerte de Josué.

 “El Camino de Vida o Muerte” ofrece las dos opciones a las que se enfrenta toda la humanidad. Este capítulo ilustra las elecciones como fueron proclamadas por el profeta Jeremías a las personas que eligieron no tener el orden de Dios en sus pasos y que por lo tanto sufrieron las consecuencias.





Capítulo Ocho


UN HOMBRE EN QUIEN ESTÁ EL ESPÍRITU DE DIOS

Hay un registro en el Antiguo Testamento de un hombre cuya firmeza con Dios, dio lugar a que emergiera la más grande nación del mundo en ese momento. Este hombre fue José. La nación de que hablamos fue Egipto. ¿Qué fue lo que hizo José para traer al antiguo Egipto tal prominencia? José escuchó a Dios, y luego llevó a cabo fielmente Sus instrucciones. Estas dos claves, escuchar y que llevan a cabo, son fundamentales para el éxito de cualquier persona o de cualquier familia o de cualquier nación.

Cuando comencé a entender el registro de José en los capítulos 37 a 41 de Génesis, caminé entre nubes durante días. Ver cómo Dios se movió en la vida de un ser humano fue electrizante. Muy pocas personas a lo largo de la historia han aprendido a escuchar a Dios como lo hizo José; y aún menos han aprendido a caminar en obediencia. Para José, la Palabra de Dios era la voluntad de Dios.

De acuerdo con Génesis 37, José llegó a Egipto en circunstancias adversas. Sus hermanos lo aborrecían intensamente. Estaban celosos de José porque su padre, Jacob, le había dado la túnica del heredero.* Los hermanos fueron aún más antagonizados por José cuando él les habló de sus sueños con aquella imagen gobernando sobre ellos. Los hermanos de José consideraron matarlo, pero su hermano mayor Rubén descartó esa idea. Así que los hermanos convinieron en vender a José como un esclavo. Los dueños de José lo llevaron a Egipto, donde fue revendido y finalmente arrojado injustamente en la cárcel. En medio de todos estos deplorables hechos en la vida de José, Dios estaba haciendo Sus provisiones para la salvación de toda una nación, Israel. Obviamente Egipto también se benefició del plan de Dios, ya que Egipto se convirtió en una de las más fuertes y más perdurables civilizaciones de todos los tiempos. Pero el propósito final de Dios para la prosperidad de Egipto fue mantener su promesa a Abraham, de levantar una gran nación de la descendencia de Abraham, los hijos de Israel.

En este capítulo, quiero centrarme en José y su influencia en la nación de Egipto. Tomemos el registro de José desde el trigésimo noveno capítulo del Génesis, cuando José estaba en la cárcel como un virtual don nadie.

Génesis 39:20 y 21:
Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel.

Pero Jehová estaba con José [incluso en prisión] y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel.



*La “túnica de diversos colores” de Génesis 37:3 era una prenda dada sólo para el hombre elegido como heredero. Por lo tanto, los hermanos de José estaban celosos porque su padre, Jacob, había elegido al hermano menor como su heredero. Extrañas escrituras que dejan perpleja la mente occidental, por Barbara M. Bowen.
(Grand Rapids: Wm B. Eerdmans, 1944), páginas 43,44.



José estaba en una prisión de máxima seguridad, encarcelado con los presos del rey. Pero el Señor estaba con José y le mostró misericordia y le extendió Su favor, poniéndolo en la buena voluntad del guardián de la cárcel.

Versículo 22:
Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía.

Estas responsabilidades no fueron dadas a José inmediatamente después de que fue puesto en prisión. Tomó tiempo para que José demostrara al jefe de la cárcel su excelente carácter y habilidades, y para que se ganara la confianza del director.

Versículo 23:
No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.

¿Quién hizo prosperar las obras de José? El Señor. Mire, usted tiene que creer que Dios va a hacer que usted prospere, sin importar dónde se encuentre. En una prisión, una persona no puede hacer mucho por su propia cuenta. Pero incluso allí, si un creyente simplemente hace su parte con integridad, entonces el Señor puede hacer que las circunstancias sean beneficiosas. Un creyente puede prosperar incluso en ese ambiente.

Génesis 40:1-8
Aconteció después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto.

Y se enojó Faraón [estaba realmente muy enojado] contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos,

Y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso.

Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión.

Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su propio significado.

Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes.

Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes?

Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete [no hay alguien que sea capaz de decirnos qué significan nuestros sueños]. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.

Qué tremenda instrucción para nosotros. Muchas veces carecemos completamente de entendimiento en una situación. Nuestro propio conocimiento a través de los sentidos es tan limitado. Pero la revelación de Dios nos puede dar un conocimiento y una comprensión de las cosas que no se ven. El develamiento de Su Palabra es de Dios, por lo que verdaderamente la interpretación de los sueños pertenece a Dios.

Versículos 9-11:
Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí,

Y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas.

Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón.

Los versículos 9, 10 y 11 describen el sueño del copero. Ahora debemos hacernos la pregunta: ¿Cuál era el significado de la vid con los tres sarmientos? Por conjetura, podría haber significado cualquier cantidad de cosas. José pudo haber utilizado su propia interpretación privada para hacer que el sueño significara algo que él deseaba. Pero José sabía que las interpretaciones pertenecen a Dios. Lo que no puede ser conocido por los cinco sentidos puede ser conocido y entendido cuando Dios da revelación.

Versículo 12:
Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días.

José no pudo haber sabido esto por sus propios sentidos; él necesitó revelación. Dios le reveló la interpretación del sueño a él, porque él no podía saber esa interpretación por su propia observación o conocimiento.

Versículo 13:
Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero.

Esta fue una buena noticia para el copero. José dijo que iba a ser restaurado a su posición anterior dentro de tres días. Sabiendo esto, José hizo una petición al copero.

Versículos 14 y 15:
Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa.

Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel.

José también recibió revelación para decirle al copero que hiciera mención de él a Faraón. Después de hablar con el copero, José enseguida interpretó el sueño del panadero.
Versículos 16-19:
Viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza.

En el canastillo más alto había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza.

Entonces respondió José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son.

Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti.

El panadero estaba esperando una interpretación de aliento similar a la que José había dicho al copero. Pero la revelación estaba muy lejos de lo que el panadero había anticipado. La interpretación del sueño fue que dentro de tres días sería ahorcado el panadero. El relato de Génesis 40 continúa, mostrando cómo se cumplieron las interpretaciones de los dos sueños.

Versículos 20-22:
Al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre sus servidores.

E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio éste la copa en mano de Faraón.

Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José.

Y luego el siguiente versículo es tan verdaderamente humano. Tan a menudo nos olvidamos de las personas que han bendecido nuestras vidas.

Versículo 23:
Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.

Lo mismo sucede con la mayoría de las personas, incluso con los mejores de nosotros. El adversario quiere que nos olvidemos de nuestros benefactores. El copero pudo haber ido a Faraón, y decirle: “La cosa más inusual sucedió mientras estaba en la cárcel”. Y entonces él pudo haberle dicho a Faraón que José había interpretado tanto su sueño, como el sueño del panadero, y cómo acontecieron las interpretaciones como José lo había dicho. Pero el copero no lo hizo; volvió a sus actividades rutinarias de la vida y se olvidó de José.

Génesis 41:1:
Aconteció que pasados dos años…

Este cuadragésimo primer capítulo comienza dos años después de los acontecimientos del capítulo 40. Cuánto tiempo estuvo José en la cárcel antes de esto, no sabemos. Pero sí sabemos que, dos años después de la liberación del copero, Faraón tuvo algunos sueños inquietantes.


Versículos 1-4:
Aconteció que pasados dos años tuvo Faraón un sueño. Le parecía que estaba junto al río;

Y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, y pacían en el prado.

Y que tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río;

Y que las vacas de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó Faraón.

Normalmente, las vacas no son caníbales, no se comen unas a otras. Así que Faraón estaba seguro de que este sueño tenía un significado, pero ¿cuál podría ser?

Versículos 5-9:
Se durmió de nuevo [Faraón], y soñó la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña,

Y que después de ellas salían otras siete espigas menudas y abatidas del viento solano;

Y las siete espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón, y he aquí que era sueño.

Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu [Faraón estaba turbado], y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios [a todos los espiritistas]; y les contó Faraón sus sueños, mas no había quien los pudiese interpretar a Faraón.

Entonces el jefe de los coperos habló a Faraón, diciendo: Me acuerdo hoy de mis faltas.

Después de que Faraón había buscado en todo Egipto a alguien para que interpretara sus sueños y todos habían fallado en interpretarlos, el copero se acordó de José, el preciso intérprete tanto de su sueño, como del sueño del panadero. Por fin el copero recordó su promesa de mencionar a José a Faraón. Pasaron dos años antes de que se sacudiera su memoria. Y así, el mayordomo se acercó Faraón para hablarle de José.

Versículos 10-13:
Cuando Faraón se enojó contra sus siervos [estaba recordando el copero], nos echó a la prisión de la casa del capitán de la guardia a mí y al jefe de los panaderos.

Y él y yo tuvimos un sueño en la misma noche, y cada sueño tenía su propio significado.

Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño.

Y aconteció que como él nos los interpretó, así fue: yo fui restablecido en mi puesto, y el otro fue colgado.

Después de dos años enteros, el copero recordó y actuó sobre la simple petición de José de “acuérdate de mí" y “haz mención de mí a Faraón”. En este punto, los acontecimientos en la vida de José comenzaron a acelerarse.

Versículo 14:
Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón.

Antes de que José se presentara ante Faraón, se aseó y cambió sus ropas para presentarse apropiadamente ante el rey. Mientras representamos a Dios, nosotros también deberíamos ponernos nuestras mejores ropas y lucir tan bien presentados como nos sea posible. La ropa no hace a una persona, pero sin duda ayuda a la impresión que una persona hace en otra. Lo que la gente tiene en su corazón es lo más importante; pero, aún así, como embajadores de Dios, debemos vestirnos como corresponde a los representantes de Dios.

José se afeitó y cambió su atuendo antes de que fuera llevado ante Faraón. Y sin embargo, la Palabra de Dios dice que “lo sacaron apresuradamente de la cárcel”. Estos pequeños detalles, simplemente me deleitan. Que Dios se tomara el tiempo en Su Palabra para decirnos que José se afeitó, nos deja ver que las personas en la Biblia eran tan humanos como nosotros. ¿Por qué la Palabra de Dios incluye detalles como este? Simplemente para enseñarnos acerca de la grandeza de Dios y de lo real y común que era la gente que caminó en esa grandeza. Eso nos alienta a caminar con Dios. Y, quiero decirle, José definitivamente caminó con Dios.

Versículo 15:
Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos.

Ahora, esta era una muy buena posición para José. Él pudo haber sacado una muy buena ventaja sobre el Faraón, diciendo: “Yo puedo hacerlo, Faraón, pero primero dime cuánto vale para ti esta información. ¿Qué vas a hacer por mí a cambio de que interprete tu sueño?” Pero José no hizo esto. José caminó en el poder de Dios; él confiaba en que Dios estaba trabajando en la situación. Dios era la suficiencia de José, no Faraón. Y, definitivamente Dios tomó cuidado de José de una forma en que José nunca podría haber hecho por su propio poder.

Versículo 16:
Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón.

La primera cosa que José puso en claro a Faraón fue que la interpretación era de Dios y no de él. Y luego procedió inmediatamente a consolar a Faraón con la revelación de que la interpretación sería una respuesta de paz.

Versículo 17:
Entonces Faraón dijo a José: En mi sueño…

Entonces Faraón dijo a José su sueño. ¿Recuerda usted a las siete vacas gordas y las siete vacas flacas y las siete espigas gruesas y las siete espigas menudas? Las vacas flacas devoraban a las vacas gordas y las espigas menudas devoraban a las espigas llenas. Todo esto Faraón lo contó a José.

Versículo 25:
Entonces respondió José a Faraón: El sueño [los dos sueños] de Faraón es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer.

¿Cómo supo esto José? Dios se lo había revelando.

Versículo 26:
Las siete vacas hermosas siete años son…

Nosotros por nuestros sentidos no podríamos saber lo que las siete vacas y las siete espigas representaban, más de lo que podríamos saber lo que los tres sarmientos y los tres canastillos en los sueños anteriores representaban. En el sueño de Faraón, siete representaba el número de años.

Versículos 26-32:
Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo.

También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre.

Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón.

He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto.

Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra.

Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre siguiente la cual será gravísima.

Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla.

¡Qué gran revelación! La interpretación termina diciendo que debido a que el sueño se duplicó, que lo soñó dos veces, los eventos que se predijeron estaban establecidos y ocurrirían rápidamente. Cuando la revelación es dada dos veces, absolutamente nada puede cambiar el curso de los acontecimientos, porque están establecidos. Todas las oraciones en el mundo no los cambiarán. Cuando se duplica la revelación, nunca va a cambiar y va a ocurrir pronto.*

Después de que José le había dicho a Faraón acerca de los acontecimientos que ocurrirían en Egipto durante los próximos catorce años, ¿qué debería hacer Faraón? ¿Cómo se prepararía? ¿Qué pasaría si a nuestro Presidente se le diera a conocer lo que sucederá en este país durante los próximos catorce años? ¿Qué haría él, incluso para su permanencia en el cargo?

Supongamos que usted hubiese sido Faraón y que sabía que en los próximos siete años serían años de gran abundancia y los siete años siguientes serían años de una hambruna devastadora. ¿Qué haría usted, como Faraón, al respecto? ¿Cambiaría alguna de sus políticas? ¿Suspendería las exportaciones? ¿Cómo afectaría eso a sus importaciones? ¿Nombraría un nuevo Secretario de Agricultura? ¿Cuánto de su cosecha guardaría para la hambruna? ¿Cómo la almacenaría?

Una vez que José, por revelación, dio a Faraón la interpretación de su sueño, Faraón bien podía aceptar lo que José le reveló o podía rechazarlo. Si Faraón lo aceptaba, tenía que decidir qué acciones tomar. Una cosa es tener el conocimiento; y otra cosa es tener la sabiduría para actuar en ese conocimiento de la mejor manera. Faraón bien pudo depender de su propio conocimiento de los sentidos para determinar lo que debía hacerse en preparación para los próximos catorce años o podía buscar el consejo de Dios al tratar con la situación.

La Palabra de Dios tiene mucho que decir sobre el gobierno y los líderes gubernamentales. Tiene mucho que decir sobre cómo una nación puede funcionar de la mejor manera en el aspecto económico, político, judicial y en muchas otras categorías. Si una nación ha de prosperar y no ser conducida a la depresión, al caos o a la debilidad, debe venir a la Palabra de Dios y a los principios de esa Palabra. En esta situación en Egipto, fue José quien recibió la Palabra de Dios. Y José continuó hablando con Faraón después de que el sueño se interpretó, diciéndole el plan de Dios para la salvación de Egipto durante los siete años de la gran hambruna, que aún estaban a siete años de distancia.

Versículo 33:
Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón [un solo hombre, no un comité] prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto.

A la persona que Faraón nombrara para ese cargo de supervisar Egipto se le iba a dar una tremenda responsabilidad. A esa persona también se le daría gran autoridad. Es imposible llevar a cabo una responsabilidad, a menos que se dé también autoridad para ejecutar esa responsabilidad. Ahora bien, si Faraón iba a obtener resultados, a beneficiarse de la Palabra de Dios, forzosamente tenía que creer que José estaba hablando la Palabra de Dios. José había estado en la cárcel. ¿Se puede confiar en un presidiario? Bueno, alguien confió en alguien aquí, como vamos a ver.


*Vea Deuteronomio 17:6; 19:15; Mateo 18:16; Juan 8:17; Hechos 10:9-18; y II Corintios 13:1.



Versículo 34:
Haga esto Faraón, y ponga [permita que el hombre que va a nombrar ponga] gobernadores [supervisores] sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia.

José dijo a Faraón que nombrara a un hombre sabio sobre la tierra de Egipto. Entonces este hombre debería nombrar funcionarios o supervisores, para recoger una quinta parte de la cosecha de Egipto por los próximos siete años. Una quinta parte es un veinte por ciento. José dijo que se apartara sólo el veinte por ciento de las copiosas cosechas y que almacenara eso. ¿Qué pasaría con el otro ochenta por ciento de aquellos siete años de abundancia? Podía ser consumido en Egipto y también comerciado con otras naciones. El ochenta por ciento de la cosecha durante los años de gran abundancia dio Faraón una abundancia de trabajo. El ochenta por ciento de la cosecha durante la gran abundancia fue, sin la menor duda, más de un cien por ciento de la cosecha de un año normal.

Versículos 35 y 36:
Y junten [los supervisores] toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo.

Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre.

Así que ahora sabemos que no iba a quedar nada de comida cuando los siete años de hambre pasaran, porque todo iba a ser consumido. Recuerde, las vacas flacas devoraban a las gordas, y las espigas menudas devoraban a las hermosas. Y la interpretación era que “aquella abundancia no se echaría de ver, a causa del hambre siguiente”. La comida almacenada se terminaría al final de los siete años de hambre. Sin embargo, ciertamente no habría necesidad de que sobrara cuando la hambruna hubiera terminado.

Versículo 37:
El asunto [el plan de José] pareció bien a Faraón y a sus siervos.

El fallo de Faraón fue bueno; le gustó el plan que José, que por revelación de Dios, le había sido dado. Por supuesto, los funcionarios estuvieron de acuerdo. Si Faraón decía: “Me gusta”, ¿qué podrían decir los siervos? Ellos tenían que estar de acuerdo.

Versículo 38:
Y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?

Esta fue una gran declaración hecha por un líder de la talla de Faraón. Este gran Faraón de Egipto reconoció que José era “un hombre en quien estaba el Espíritu de Dios”. Él no conocía a ningún otro hombre en la nación que tuviera ese espíritu de Dios. Esta fue una gran observación y declaración que vino de Faraón.

Versículos 39-42:
Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú.

Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú.

Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto.

Entonces Faraón quitó su anillo [de sellar] de su mano, y lo puso en la mano de José…

José fue elevado a la posición de administrador de toda la tierra de Egipto. La autoridad para esta administración estaba en el anillo de sellar que Faraón puso en la mano de José. *

… y [Faraón] lo hizo vestir [a José] de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello.

El collar de oro en la cultura egipcia representaba honor.

Versículo 43:
Y [Faraón] lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.

Porque los egipcios se inclinaron de rodillas, ¿Creían que José era Dios? No. Simplemente significaba que las personas honraban a José como un hombre de autoridad y digno de gran respeto.

Versículo 44:
Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto.

Quiero decirle que a José se le dio una verdadera autoridad. Si José decía: “Saquen a ese hombre de la cárcel”, ¿qué cree usted que pasaba? Nadie cuestionaba la autoridad de José. Él tenía el derecho al control absoluto. José estaba completamente a cargo, daba cuentas únicamente ante Faraón.



* El anillo de sellar dado a José era un anillo con el sello del Faraón en él. José entonces tenía la misma autoridad que la firma escrita de Faraón. Para obtener más información acerca de la importancia de los sellos, vea El Nuevo Diccionario de la Biblia de J.D. Douglas. (Grand Rapids:. Wm B. Eerdmans, 1962), vea “El Sello de sellar”.
Cuando entendemos el significado de “sellar”, podremos empezar a apreciar la verdad que nosotros como creyentes tenemos el sello o la impresión de Dios sobre nosotros. (Efesios 1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa).


José no había sido entrenado para este trabajo por experiencia, pero había sido entrenado para él por caminar de acuerdo a las instrucciones de Dios y por el espíritu de Dios sobre él. La educación es importante, pero sólo los líderes caminando con el espíritu de Dios pueden dirigir una nación fuera de la oscuridad y el caos. José no sólo tenía el espíritu de Dios sobre él, sino que también era recto y honesto.

Estas deben ser las mayores cualidades para cualquiera que desee un cargo público o autoridad.

Versículo 45:
Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea [¡Qué nombre! Significa “el que revela (o revelador) de secretos”]; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto.

Faraón no le preguntó a José si quería casarse con la hija del sacerdote. Sólo le dijo: “Aquí está una esposa para ti”.

Versículo 46:
Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto…

José mostró mucha sabiduría considerando que era un hombre relativamente joven. Pero la grandeza de José no era sólo la agudeza de su mente; era su fidelidad en permanecer caminando con Dios. Incluso cuando fue vendido como esclavo por sus hermanos e incluso cuando vivió en una prisión egipcia, José permaneció firme, teniendo confianza en Dios y escuchándolo a él. Él tenía el espíritu de Dios sobre él.

… y salió José de delante de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto.

José no interpretó el sueño de Faraón, se casó con la hija del sacerdote, y viajó a través de todo Egipto en un día. Todo esto sucedió durante un período de tiempo.

Versículos 47-50:
En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo a montones.

Y él reunió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores.

Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número.

Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On.

Así que José tuvo dos hijos durante los siete años de abundancia.

Versículos 51-54:
Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre.

Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.*

Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto.

Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan.

No sólo en Egipto, sino en todo el territorio vino el hambre. ¿Qué cree usted que ocurrió en los otros países? Estaban en una situación desastrosa, muriéndose de hambre.

Versículos 55 y 56:
Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere.

Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto.

Qué tremenda clave para la eventual liberación de Egipto. José no regaló la comida a los demás países. Ni siquiera se la dio a los egipcios. Él la vendió a ellos. Una nación debe cuidar de su propio pueblo en primer lugar, pero esto no debe ser hecho a través de un programa de asistencia social o de cualquier sistema en el que se espera que la gente no trabaje para comer y vivir. José, caminando por la revelación, vendió el alimento a los egipcios. Sin embargo, como veremos, su andar en sabiduría es lo que les permitió sobrevivir a la terrible hambruna.

El Dios que proveyó para Egipto es el mismo Dios que vive hoy. Dios siempre está interesado en salvar a la gente, ya sea como naciones o como individuos. Dios quiere que la gente tenga vida y que la tengan en gran abundancia; pero para que la gente tenga abundancia, deben operar los principios de la Palabra de Dios. Sólo la adhesión a la Palabra de Dios sostendrá una nación y hará que prospere.

Versículo 57:
Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre.


* José fue verdaderamente uno de los grandes hombres de Dios de todos los tiempos, y por ello sus descendientes recibieron una doble herencia en la Tierra Prometida. Los dos hijos de José, Manasés y Efraín, eran cada uno cabeza de una tribu. Esto fue en un verdadero acto un gran honor, una doble porción de bendición a causa de su padre. Vea Génesis 48.



José nunca echó a andar un programa para regalar comida. Otros países hambrientos esperaron para comprar comida, al igual que hicieron los egipcios. ¿Estaba José siendo cruel? No, él estaba operando los principios de Dios. Un programa para regalar comida en realidad no ayuda a nadie.

A partir de estos eventos registrados en la Palabra de Dios, emergió la era más gloriosa en la historia de Egipto. La riqueza de todo el mundo se volcó en Egipto a causa de un hombre de Dios, que sabía por el espíritu de Dios cómo dirigir esa nación.

Esto nos lleva a una conclusión desafiante y extraordinaria. José vivió en el Antiguo Testamento como un siervo de Dios. Él no pudo ser renacido del Espíritu de Dios, como nosotros lo somos. Sin embargo, él, por revelación de Dios, liberó a una nación de lo que podría haber sido una aniquilación total.

Egipto se salvó porque el espíritu de Dios estaba sobre un hombre. Hoy tenemos un gran número de personas en todo el mundo con el espíritu de Dios en ellos. ¿Qué sucedería en nuestro país y en nuestro mundo si las personas creyentes simplemente se pararan firmes por la integridad y la exactitud de la Palabra de Dios y la declararan en toda su grandeza, y luego obedientemente la llevaran a cabo?

Tenemos la oportunidad dada por Dios y la responsabilidad de brillar como luminares en nuestra nación. Hagamos lo que hizo José en el Antiguo Testamento: escuchemos a Dios y cumplamos fielmente Sus palabras. Donde sea que “un hombre en quien está el Espíritu de Dios” habla la Palabra de Dios y permite que Su poder fluya, Dios y todas sus bendiciones son manifestadas. Este registro no solamente habla de un país liberado de la adversidad, sino que provee el ejemplo de obediencia y esperanza para el mundo entero.


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