miércoles, 31 de diciembre de 2014

COHEREDEROS DE
LA GRACIA DE LA VIDA
Por V.P. Wierwille
Capitulo Tres de
"Ordena mis pasos con Tu Palabra"

No espero que este capítulo este de acuerdo con la filosofía de cualquier revista secular, porque la información del mundo, de la cual cualquier revista secular es parte, no se basa en Dios o en Su Palabra. Pero para aquellas personas que quieren escuchar la verdad de la Palabra de Dios, es nuestra oportunidad y nuestro gozo presentar esta Palabra a ellos. Entonces si ellos quieren creerla y obedecerla, maravilloso. Aquellos de nosotros que  hemos sido instruidos en la Palabra de Dios sabemos por experiencia que las únicas cosas que viven para nosotros y que realmente funcionan en nuestra vida son las cosas que están construidas sobre la realidad de la maravillosa Palabra de Dios.

Ahora, Génesis 2:7 dice: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Jehová Dios formó al hombre. Cuando Dios formó al hombre, Él sabía lo que estaba haciendo. Me parece que si Dios no hubiera estado satisfecho con cómo Él formó al hombre, Él lo habría vuelto a formar o hubiera hecho lo que fuera necesario hasta llegar al punto en que Dios estuviera satisfecho con Su propia obra.

Dios hizo al hombre como Él deseaba. Ahora, es nuestro trabajo averiguar para qué Dios lo hizo. Tenemos que ir a la Palabra para ver lo que Dios dijo que el hombre es y conocer todo acerca de él,  y para ver qué es una mujer y averiguar todo acerca de ella, y entonces así, consigamos alinear nuestras mentes con lo que dice la Palabra. No debemos esperar que Dios se alinee con lo que V.P. Wierwille o alguien más pueda querer o pensar. Sino que V.P. Wierwille y todos los demás debemos alinearnos con lo que dice la Palabra acerca de cuál es la razón por la que Dios formó al hombre y la mujer.

El versículo 15 de este mismo segundo capítulo de Génesis dice: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”. Entonces el Señor Dios no sólo formó al hombre, Adán, sino que le dio al hombre una responsabilidad muy definida. A Adán se le dio un trabajo.

Dios dijo, que puso al hombre en el Huerto para que lo labrara y lo guardase. ¿De dónde hemos sacado la idea de que Adán no tenía nada que hacer en el Huerto del Edén? Eso es ficción. Dios puso a Adán en el Huerto del Edén y le dijo: “Mira, ve a trabajar. Mantente ocupado al cuidado del Huerto y mantenlo productivo”.

Adán tenía la responsabilidad de trabajar en el Huerto del Edén. Ahora bien, si un gobierno contemporáneo decide apoyar financieramente a sus ciudadanos que no trabajan, ese es su privilegio. Pero ese no es el orden de Dios para el hombre y la mujer cristiana en nuestro mundo. Dios planeó para la humanidad que trabajara. Mi Biblia dice que si una persona es capaz pero no está dispuesta a trabajar, esa persona no debe comer.* Dios planeó el trabajo para el hombre. Este fue uno de los lineamientos de Dios. Una persona nunca se siente tan bien como cuando él o ella pueden trabajar. Es un gozo maravilloso, y es un privilegio cuando tenemos la capacidad para trabajar, cuando se tiene la fuerza y la salud y la vida para trabajar. El tiempo de quejarse es cuando una persona está enferma o incapacitada y no puede trabajar. Entonces una persona tiene algo de que quejarse. Pero ser capaz de trabajar es un privilegio maravilloso y una de las necesidades del hombre. Hay adultos que manejan negocios, que trabajan en tiendas, en fábricas, en granjas, en el hogar, que saben que es un privilegio trabajar, y viven gozosamente la grandeza de Dios en sus vidas.


Miremos Génesis 2:18. Acaso el Señor Dios dijo, “¿Es ideal que el hombre este solo?” No, Él dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. Una ayuda idónea, o una buena compañera, es un compañía y una ayudante. La palabra “compañera” significa “una que trabaja al lado de”. Dios dijo que haría para el hombre una ayuda idónea, una compañera. Ella no es “simplemente una ama de casa”.** Ella es una compañera, aquella que permanece al lado de, no por debajo, no una que es un esclava de su esposo, o de sus hijos, o del hogar.


*II Tesalonicenses 3:10 “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.”


** Me molesta cuando oigo a una mujer creyente decir que ella es “sólo una ama de casa”. ¿! Sólo un ama de casa!? Eso es una desgracia. Ninguna mujer de Dios es sólo un ama de casa. Esta clase de enseñanza proviene de algunas de nuestras raíces más profundas. Las mujeres piensan que son esclavas sólo porque lavan los platos o limpian los pisos o mantienen la casa en orden. Yo diría que no. Ustedes son maravillosas mujeres renacidas del Espíritu de Dios, y ustedes tienen una tremenda oportunidad. Usted no es “simplemente un ama de casa”. Usted es una mujer con un ministerio, con una misión, con un propósito en la vida.




Note también que Dios le dio al hombre una mujer como compañera. Él no diseñó otro hombre para Adán. Él no formó a los hombres para los hombres o las mujeres para las mujeres. ¿De dónde viene esta idea? Proviene de la cultura de Satanás que está tratando de promover, que cada adulto tiene el derecho de decir lo que es lo “correcto” para sí mismo. Esto ciertamente no es lo que declara la Palabra de Dios. La Palabra de Dios nos enseña lo que es correcto, y dice que el hombre fue hecho para la mujer y la mujer fue hecha para el hombre. Y si a usted no le gusta, usted debería llamar a la Gerencia y quejarse. Dios fue quien hizo el diseño.


Generalmente un hombre es más feliz cuando tiene una mujer que permanece a su lado, siendo una compañera para él. La mujer saca lo mejor que hay en él en su compañía. El trigésimo primer capítulo de Proverbios habla de la mujer virtuosa, de sus cualidades y atributos. Una de las características de una mujer virtuosa es que ella es bienaventurada porque su marido se sienta con los ancianos en la puerta; en otras palabras, ella es bienaventurada porque su marido es un éxito. Y cada vez que él tiene éxito, ella tiene éxito. Es ella quien realmente controla el flujo de la vida, no sólo del hombre, sino de toda la familia. Sin embargo, el hombre ha de ser la cabeza de esa familia, no para enseñorearse de la mujer, sino para ser el líder, el que da el ejemplo, el que dice: “Mira, esto es lo que va a bendecir a nuestra familia”. Es el padre quien pone esa profundidad espiritual en su familia.*


Ahora, Dios hizo a Eva como una compañera para Adán. Eso significa que la responsabilidad primaria de la mujer es de ayudar y ser una compañera para su marido. En ningún lugar en la Palabra de Dios dice que una esposa es sólo una máquina de tener hijos. Esa es una enseñanza religiosa. Eso es todo. Tener un hijo en una familia es una bendición, pero no es el propósito principal del matrimonio. El propósito principal es el compañerismo: tener a alguien con quien conversar, alguien a quien entender, alguien a quien amar, alguien con quien perseguir metas.


Yo aconsejo a la gente joven a no tener hijos durante los dos o tres años después de casarse. Incluso si tienen treinta años cuando se casan, aún pueden tener bebés a los treinta y tres. Una de las razones por las que aconsejo a los recién casados que esperen un período de tiempo antes de tener hijos, tiene que ver con nuestra cultura americana. En los tiempos bíblicos una pareja de recién casados tenían una luna de miel de un año de duración. Durante ese año ellos no aceptaban invitaciones de nadie, excepto de la familia inmediata de ambos lados. Durante ese año de luna de miel, la pareja podía entonces aprender a vivir juntos y conocerse mejor. También aprendían a llevarse bien con sus familiares cercanos. ¡Esta no es una mala idea!


En la cultura americana contemporánea, la gente se compromete hoy, se casa mañana, y al día siguiente cada uno va a un trabajo independiente.

* Para conocer más sobre las responsabilidades familiares y las relaciones ver Efesios 5:22-25; 6: 1-4; I Pedro 3: 1-8.



Ella va a trabajar desde las cuatro de la tarde hasta las doce de la noche; él va desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Y así, dos personas viven juntas durante veinte años, tienen dos o tres hijos, y todavía son extraños entre sí. ¿No es algo para considerar? Es por eso que aconsejo a nuestros recién casados que antes de comenzar una familia, deben llegar a conocerse el uno al otro. El esposo y la esposa necesitan una oportunidad para edificar su relación. Si un hijo viene en el primer año de matrimonio, será un desafío para ese matrimonio permanecer juntos. Creo que todos conocemos a muchas familias que tienen hijos, pero tienen falta de compañerismo entre marido y mujer. Y en ese compañerismo se encuentra la dulzura de la vida que Dios quiere.


Así que el primer requisito de un matrimonio es el compañerismo. Y si ustedes van a tener compañerismo, tienen que ser capaces de hablar. El marido no puede decir algo y la esposa enojarse inmediatamente; o la esposa no puede decir algo y el marido enojarse y comenzar una tormenta en casa. Tienen que ser capaces de comunicarse, tener sesiones de charlas. Tienen que ser capaces de sentarse y hablar las cosas. Si ustedes no tienen tiempo o si no toman el tiempo para comunicarse, simplemente no podrán mantener a una familia cristiana juntos. ¿Exactamente qué es lo que aprenden un esposo y su esposa si se sientan delante de un televisor toda la noche viendo una película del espacio exterior o una comedia? ¿Cómo el marido y su mujer aprenderán a comunicarse si se sientan y ven la televisión? Sería mejor para una pareja que se sentara en un sofá y se tomaran de las manos y se miraran a los ojos y simplemente se dijeran: “Cariño, creo que eres la persona más dulce”. Al menos eso obtendría una reacción, y no sería causada por el televisor. Lo ven, ustedes necesitan tener tiempo para conversar. Ustedes necesitan tener tiempo para relacionarse entre sí.


Otra dimensión que necesita ser enfatizada en un matrimonio cristiano es la conciencia de la presencia del otro, sabiendo que la otra persona está cerca. A veces, el marido es consciente de que la mujer está en la cocina, mientras que él está en el garaje. Sólo estar al tanto de la presencia de ella, da placer a su marido. Es sólo saber que el otro está cerca. Esta es la razón por la que un marido no debería llamar a “los amigos” cada noche y decir: “Oye, Jorge, vamos a jugar a los bolos”. Y mañana por la noche, “Oye, Germán, vamos a jugar a los bolos”. Cuando uno se casa, no se casan los amigos con los que ha estado jugando bolos. En una familia cristiana usted se casó con su esposa, y usted debería pasar tiempo edificando y manteniendo esa relación.


Génesis 2:24 dice: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Un hombre y una mujer no llegan a ser “una sola carne” en la primera ocasión que tienen relaciones sexuales. “Una sola carne” significa conseguir  que dos individuos con mentes diferentes, con diferentes antecedentes, de diferentes madres y padres, estén dentro de una relación en la que los dos moldean sus vidas juntos de modo que lleguen a ser como una sola persona, actuando al unísono.


Alguien dijo que el matrimonio sería mucho más fácil si sólo tuviera un idioma. Lo siento; resulta que en un matrimonio tenemos dos idiomas: el de ellos y el de ellas. El esposo y la esposa no pueden llegar a ser una sola carne y ser moldeados juntos, a menos que quieran serlo y a no ser que pasen tiempo lográndolo.


Génesis 2:24 dice que el hombre dejará a su padre y su madre. Así que, papá y mamá,  ¡déjenlos ir! Ustedes salieron adelante cuando se casaron. Tal vez su hijo y su esposa puedan hacerlo también, si ustedes no ponen presión sobre su relación.


Cuando un hombre y una mujer se casan, deben mudarse de la casa de papá y de mamá. Vivir con los padres, y buscar respuestas en la casa de los padres de la pareja, no es la forma bíblica del matrimonio. Un hombre casado y la mujer tienen derecho a hacer su propia vida y sus propias decisiones y crecer juntos como una sola carne. Y si viven con los padres, habrá un reto adicional ya que la Palabra dice que ellos deberían dejar al padre y a la madre.


Además, los padres deben mantenerse al margen de las discusiones familiares. Si la nueva esposa no puede hacer el pan tostado correctamente, permítanle aprender. La madre o la suegra no tienen que ir a la casa de la recién casada y hacer el pan tostado. Mire, si usted tiene que enseñarle a su hija a tostar el pan después de que ella está casada, ¿qué tipo de madre fue usted antes de que ella se casara? ¿Quiere decirme que no le enseñó nada a su hija antes de que ella se casara?; y ahora después de que ella está casada, ¿quiere ir allí e involucrarse en las cosas de la familia? Permita que esos jóvenes se las arreglen. Y entonces la primera vez que la joven esposa llame y diga: “No nos estamos llevando muy bien”, usted dígale: “Mira, cariño, aprende a tostar tu propio pan”. Eso es lo correcto.


El vigésimo octavo versículo de Génesis 1 dice que Dios bendijo al hombre y la mujer. Y entonces Dios dijo al hombre y a la mujer que deberían “fructificar y multiplicarse, y llenar la tierra y sojuzgarla”. Y Él dijo que iban a “tener dominio sobre los peces del mar, sobre  las aves del cielo, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”. El hombre y la mujer fueron hechos para tener dominio. Ellos no pueden tener dominio si están siempre en conflicto entre sí. Cuando el esposo y la esposa no están de acuerdo y disputan entre sí, no pueden tener dominio en el hogar: sobre los hijos, sobre el entorno, sobre el trabajo en el que están involucrados. Es imposible porque es contrario a la Palabra de Dios.


Sin duda habrá desafíos porque hay dos cabezas y dos idiomas en un matrimonio. Y para construir una vida juntos requiere la mente renovada con el amor de Dios, requiere poner a Dios  primero, y la comunicación entre uno y otro.


Sin poner a Dios primero y tener la Palabra de Dios como el libro de reglas para vivir, un matrimonio nunca llegará a estar verdaderamente juntos. Las personas pueden permanecer juntos porque es conveniente o porque es mas barato permanecer juntos que pagar una pensión alimenticia o porque alguien dijo que sería mejor para el bien de los hijos. Ninguna de estas razones enfrenta la cuestión central: Un verdadero matrimonio tiene que ser construido sobre la Palabra de Dios.


En una familia cristiana Dios es lo primero para ambos, tanto para el esposo, como para la esposa. Es la voluntad de Dios que el esposo y la esposa pongan a Dios primero y lo sigan a Él. Ahora bien, si un esposo no renueva su mente a la Palabra de Dios, ¿qué debe hacer la esposa?


La mujer todavía tiene la responsabilidad de poner a Dios en primer lugar. O si una esposa no renueva su mente a la Palabra, entonces ¿qué hace el marido? Él todavía tiene la responsabilidad de poner a Dios en primer lugar. ¡Eso es lo correcto! Ese es el orden. Dios primero. Lucas 10:27 enseña claramente esto: “Y él [Jesús] respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Amar a Dios con todo su corazón, alma, fuerza y mente. Esa es nuestra máxima prioridad. Ese es el estándar. El mismo Dios que vive en un esposo cristiano, vive en una esposa cristiana; por lo tanto, ambos deben poner a Dios en primer lugar.


Así que el hombre y la mujer cristianos tienen la maravillosa oportunidad de compartir su vida adulta el uno con el otro. Como I Pedro 3:7 dice: un esposo y una esposa son “coherederos de la gracia de la vida”. La vida es un regalo: es gracia, y nos ha sido dada para disfrutarla y apreciarla. Necesitamos mantener este entendimiento de la vida como gracia o “favor divino” en el primer plano de nuestro pensamiento. Usted necesita pensar de su cónyuge como un coheredero junto con usted de la gracia de la vida. Esa actitud guiará su comportamiento en una dirección según Dios. Habrá desafíos en la relación. Pero son precisamente esos retos con los que se enfrentan y van trabajando, que hacen un matrimonio gratificante. Estos desafíos construyen profundidad, hacen raíces, en un matrimonio. No conozco personalmente a dos personas, incluso siendo marido y mujer, que estén de acuerdo en todo, todo el tiempo. Sin embargo, yo creo que dos personas pueden trabajar de tal modo que pueden superar cada y todo desafío. Pero, lo más fundamental de todo, es que el matrimonio tiene que ser construido sobre la Palabra de Dios. Es la familia cristiana que da la mayor plenitud de la vida: el compañerismo y el gozo y la paz y la felicidad que Dios quiso cuando Él creó el diseño original para el hombre y la mujer según lo dicho a nosotros en los primeros capítulos del Génesis.



Traducción por Claudia Juárez Garbalena.

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