¿POR QUÉ HAY DIVISIÓN?
Por Victor Paul Wierwille
Capítulo Trece de
"La Iglesia nueva y dinámica"
De una manera u otra, en nuestro modo de pensar, muchos
hemos abrazado erróneamente la idea de que cuando Dios se mueve, la paz y la
tranquilidad prevalecen. Este concepto fue expresado concisamente en una
transmisión de radio cuando un ministro lo explicó así:
“Frecuentemente nos confundimos cuando se trata de definir
un movimiento de Dios. Pensamos que cualquier tipo de confusión indica que todo
el asunto es de Satanás. Nada podría estar más lejos de la verdad. Cuando Dios
se mueve siempre se altera el equilibrio del statu quo. Por un período de
tiempo parece suscitar caos en las metódicas vidas e iglesias. Los
conformistas, los satisfechos y complacidos de sí mismos se molestan
grandemente. Se cita que "Dios no es Dios de confusión, sino de paz".
Esto es cierto, pero esta paz se hallará solamente en la Iglesia. En el mundo,
así como en la iglesia "meramente profesante", se halla confusión y
toda mala obra. Cuando Dios se mueve se altera todo lo carnal, lo egoísta y lo
diabólico.”
El capítulo catorce de Hechos nos cuenta de un movimiento de
Dios. Tuvo lugar en Iconio, y los evangelistas fueron Pablo y Bernabé. Lo que
sucedió no fue sólo un caso aislado; tales eventos parecen haber sido la norma
dondequiera que Pablo y Bernabé predicaban. Al llegar a Iconio desde Antioquía
en Pisidia, presenciaron la misma clase de confusión que había ocurrido en los
otros lugares.
Hechos 14:1:
Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de
los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y
asimismo de griegos.
Hubo una gran cantidad de judíos y gentiles que se volvieron
hacia Dios, pero no todo era dulzura y luz.
Hechos 14:2:
Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los
ánimos de los gentiles contra los hermanos.
¿Impidió la actitud de los incrédulos que Pablo y Bernabé
siguieran ministrando? De ninguna manera.
Hechos 14:3:
Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con
denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su
gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios.
¿Cómo podían dejar de predicar cuando Dios seguía haciendo
grandes señales y prodigios bajo su ministerio? Pero a pesar de estas
maravillas de gracia, había aquellos que no querían creer.
Hechos 14:4:
Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con
los judíos, y otros con los apóstoles.
Aquí había división y confusión. No sólo un hogar o una
iglesia estaba dividida, sino una ciudad entera. La tensión no disminuyó, sino
que empeoró.
Hechos 14:5:
...los judíos y los gentiles, juntamente con sus
gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos.
Aquí había disturbios y violencia.
Algunos dirán: "Seguro que si esto fuera de Dios, todo
esto no hubiera ocurrido". Sin embargo eso fue lo que ocurrió y lo que
todavía ocurre cuando se enseña la verdad. Las potestades de las tinieblas,
aunque ataviadas religiosamente, lucharán. El mal siempre tiene que ser
expuesto y destruido cuandoquiera y dondequiera que suceda un despertar
espiritual.
No fueron los disturbios, sino las señales y los prodigios
que acompañaron a Pablo y Bernabé los que dieron testimonio al hecho de que
Dios los había llamado y de que ellos en verdad llevaban a cabo el movimiento
de Dios. Las señales siguen a aquellos enviados por el Señor. Ellos hablan
nuevas lenguas. Ellos echan fuera demonios en su nombre. Cuando hombres de Dios
le imponen las manos a los enfermos, éstos se levantan sanados pues con Dios
“no hay mudanza, ni sombra de variación”. El responde a las necesidades
constantemente.
Estos santos de Dios, Pablo y Bernabé, a duras penas
escaparon de Iconio con vida, pero continuaron hasta Listra y Derbe. En Listra
la gente quiso hacer dioses de Pablo y Bernabé, y apenas se podía contener al
sacerdote de Júpiter para que no les ofreciera sacrificios. Pero Pablo y su
acompañante no permitieron ninguna de estas actividades. Ellos intervinieron
entre estos idólatras y lograron detener todo el procedimiento. De hecho, Pablo
y Bernabé lo lograron con tanto éxito que la corriente se volvió en contra de
ellos y en poco tiempo la gente atacó y apedreó a Pablo y le arrastraron fuera
de la ciudad pensando que estaba muerto.
La cantidad de nosotros a los cuales les gustaría formar
parte de tal clase de movimiento probablemente es infinitesimal, y sin embargo
éste era un movimiento de Dios. Son muchas las experiencias de este tipo que se
podrían relatar tanto de los días de los apóstoles como de ahí en adelante.
Los Lolardos --reformadores organizados por Wycliffe en el
siglo catorce-- fueron instruidos a “salir y predicar a los pobres en su propia
lengua, trabajando en armonía con el clero si ellos les permitían hacerlo, pero
en contra o independientemente de ellos si les eran hostiles”.
Los líderes de los movimientos espirituales en la Iglesia
siempre han sido ridiculizados y calumniados. El elemento de confusión en toda
la situación es que es la gente religiosa, aquellos que son profundamente
sinceros, los que causan la división. El mundo parece mostrar poco interés
inicial con respecto a un movimiento de Dios y prácticamente no le presta la
menor atención. Como lo señala Hechos 7, son los del elemento religioso quienes
son los perseguidores y quienes ponen resistencia.
Hechos 7:51,52:
¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos!
Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también
vosotros.
¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y
mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros
ahora habéis sido entregadores y matadores.
Los fariseos no quisieron aceptar a Jesús como el Cristo.
Los judíos sublevaron a la multitud en contra de Pablo y Bernabé. La gente
religiosa de la época apedreó a Esteban. La división siempre frustra los
esfuerzos cristianos.
Que Dios nos libre a nosotros, la Iglesia, de ser
contenciosos y difíciles, de calumniar a nuestros hermanos, de reñir y pelear,
de dividir el Cuerpo de Cristo por nuestra falta de claro entendimiento. Hay
demasiada división fuera de la Iglesia; nuestra solidaridad es imperativa para
que nos dé fuerza para avanzar a pesar de la oposición. Que el Padre en el
cielo, por amor al Hijo unigénito, nos bendiga con tal abundancia que dejemos
de ser parte del problema y nos hagamos parte de la solución. Que nosotros como
miembros del Cuerpo de Cristo estemos tan llenos de amor que seamos dóciles
para aprender y tengamos nuestros corazones abiertos a Su Santa Palabra. Y que
recibamos de El y llevemos esa bendición a todos los que encontremos, para que
nos vean y sepan que somos Suyos.
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