DIOS NOS RESCATÓ
Por Victor Paul Wierwille
Capítulo siete
De "La Biblia me lo dice"
Para entender que Dios nos rescató, primero debemos saber
cómo fue que llegamos a necesitar rescate.
Las raíces del dilema de la humanidad emanan del relato en Génesis.
Génesis 1:28 dice que Dios originalmente dio al hombre el gobierno, el dominio
y la autoridad sobre este mundo. El hombre fue puesto en este mundo como
gobernador y guardián. Pero cuando el pecado entró al reino terrenal a causa de
la desobediencia del hombre hacia Dios, el hombre perdió su autoridad de
gobierno y el Diablo la obtuvo. El Diablo le dijo a Jesucristo en Lucas 4:6
“…porque a mí me ha sido entregada [la potestad y la gloria de los reinos de la
tierra]…” Por tanto, hasta este mismo
día el mundo en que usted y yo vivimos es el reino de Satanás. Vivimos en el
reino que está bajo la gobernación de Satanás. De acuerdo con Efesios 2:1 todos
los individuos nacen en este mundo “…muertos en…delitos y pecados” y, según
Efesios 2:12…”sin esperanza y sin Dios…” Estando muertos, sin esperanza y sin
Dios, nosotros definitivamente necesitábamos rescate.
Observe lo que Dios hace por nosotros según se relata en
Colosenses.
Colosenses 1:13
El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas,
y trasladado al reino de [por] su amado Hijo
La palabra “liberado” se traduce más enfáticamente
“rescatado”. Dios, por las obras de Su
hijo, Jesucristo, nos ha “rescatado”.
Note que este verbo está en tiempo pasado. Por lo tanto, Dios ya no
tiene que rescatarnos; El ya lo ha hecho. La palabra “de” es la palabra griega
ek que quiere decir “fuera de” o “fuera del centro” (como de un circulo).
¿Fuera de qué o fuera de en medio de qué nos rescató El? De “la potestad de las
tinieblas”.
Este mundo, el cual es oscuridad y está bajo el dominio del
Diablo, es fuera de en medio de lo cual Dios nos ha rescatado. El nos rescató
fuera de este mundo aun cuando todavía estamos morando aquí. Que Dios pudiera
hacer esto es uno de los más grandes milagros.
La palabra “potestad” en el versículo susodicho (“…de la
potestad de las tinieblas…”) es la palabra griega exousia de la cual el español
deriva la palabra “ejercicio”. El nos ha
liberado de la potestad ejercida de las
tinieblas, la influencia en ejercicio de este reino de oscuridad.
La palabra “trasladado” (“…trasladado al reino de su amado
Hijo”) en sánscrito es “ciudadanía”. El
nos rescató fuera de entre la potestad ejercida de las tinieblas y nos dio
ciudadanía. Esta es una tremenda verdad.
¿Qué implica esta ciudadanía en el Reino de Dios? Para
empezar, miremos la palabra griega para “ciudad”, polis. Las ciudades en los
tiempos bíblicos estaban rodeadas por murallas. La muralla de la ciudad
protegía esa ciudad. La ciudad amurallada era la polis. La gente dentro de la
muralla era llamada la gente de la polis. Las murallas los protegían de ser
atacados. Las murallas nunca eran construidas para mantener a la gente dentro
de la ciudad sino para mantener al enemigo fuera. Las murallas formaban una
protección, no para mantener encerrada a la gente libre de una ciudad o estado,
sino para mantener alejado al enemigo de la gente libre. Un ciudadano libre en
una ciudad es llamado un politës, de donde obtenemos la palabra “política”.
Hablando bíblicamente, nosotros somos ciudadano de un reino —somos unos
políticos.
Abraham buscaba una ciudad, polis.
Hebreos 11:9-10
Por la fe habitó [Abraham] como extranjero en la tierra
prometida
como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob,
coherederos de la misma promesa;
porque [Abraham] esperaba [ya] la ciudad [polis] que tiene
fundamentos,
cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Abraham en su día esperaba una ciudad, no aquí sobre la
tierra, sino una polis “…cuyo arquitecto
y constructor es Dios”. Esta ciudad está protegida con la cerca de Dios dentro
de la cual las personas serían ciudadanos libres.
Un ejemplo no de polis sino de politeia, “comunidad”, se
encuentra en Efesios.
Efesios 2:12
En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la
ciudadanía
[comunidad, politeia] de Israel y ajenos a los pactos de la
promesa,
sin esperanza y sin Dios en el mundo.
En el tiempo al cual se refiere Efesios 2, Israel se había
separado de Dios y por lo tanto Dios no podía bendecirlos. Puesto que ellos se
habían alejado de El, ya no tenían libertad y protección donde moraban. Estaban
en esclavitud.
Politeuma, de la palabra raíz polis, se usa en Filipenses.
Filipenses 3:20
Mas nuestra ciudadanía [politeuma] está en los cielos,
de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.
Nuestra ciudadanía, nuestra vida libre, está en los cielos.
Aun mientras todavía estamos sobre la tierra, tenemos la promesa de ser
ciudadanos en un estado libre.
Hebreos 13:14
Porque no tenemos aquí [sobre esta tierra] ciudad [polis]
permanente, sino que buscamos la por venir.
Si no tenemos una ciudad permanente aquí, nunca podremos
tener completa libertad; por lo tanto,
“…buscamos la por venir”. Esa ciudad que está por venir debe ser
incorrupta por dentro y protegida en todo su alrededor para asegurar a los
ciudadanos la libertad total. Esta ciudad sólo podría ser la ciudad cuyo
arquitecto y constructor es Dios.
Ahora buscamos la ciudad permanente. Pero, ¿qué hay sobre nuestra vida antes de que fuéramos
liberados de la potestad de las tinieblas? Efesios nos habla sobre nuestra
ciudadanía anterior.
Efesios 2:3
Entre los cuales también todos nosotros vivimos [vida de
conducta negativa]
en otro tiempo en los deseos de nuestra carne,
haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos,
y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás.
Por el simple hecho de nacer en este mundo, éramos hijos
¿del reino de quién? Del de Satanás.
Este es el significado de la palabra “ira” en “hijos de ira”. Nacimos
hijos del reino de Satanás—no espiritualmente, sino físicamente. Físicamente yo
nací hijo bajo el gobierno de Satanás, muerto en delitos y pecados sin Dios y
sin esperanza en este mundo. Pero Dios cambió todo esto, según esta relatado en
Efesios 2.
Efesios 2:4-6
Pero Dios, que es rico en misericordia,
por su gran amor con que nos amó,
aun estando nosotros muertos en [llenos de] pecados,
nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
y juntamente con él [con Cristo] nos resucitó [tiempo
pasado],
y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales
[el texto lee “en los celestiales”] con Cristo Jesús.
¿Quién nos dio vida? ¿quién nos resucitó? ¿quién nos hizo
sentar en los celestiales? Dios.
Efesios 2:7-9
Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas
de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
no por obras, para que nadie se gloríe.
Cuando nacimos en este mundo, estábamos vivos físicamente
pero muertos espiritualmente, sin Dios y sin esperanza. Algo tenía que
sucedernos. Dios que es rico en misericordia y gracia, nos salvó.
Efesios 2:10
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas.
Si Dios nos salvó, entonces no somos nuestra propia hechura;
somos Sus hijos, hechura Suya, la hechura de Dios se efectuó cuando estábamos
muertos espiritualmente; en aquel entonces Dios nos hizo vivos.
Colosenses 2:13
Y a vosotros, estando muertos en pecados y
en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida
juntamente con él
[Cristo], perdonándoos todos los pecados.
Dios nos creó en
Cristo Jesús y tiernamente perdonó nuestras faltas. Pero antes que Dios pudiera
vivificarnos, El tenia que tenernos como “materia prima” para trabajar. De este
modo, la pregunta viene a ser: ¿Cómo nos gana El para poder crearnos en Cristo
Jesús?
Juan 6:44
Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le
trajere…
Podemos ser vivificados, podemos obtener esta ciudadanía,
solamente si el Padre nos trae. No nos podemos alzar nosotros mismo por
nuestros propios esfuerzos; no podemos salvarnos a nosotros mismos. Ningún
hombre, ninguna persona, puede venir a Cristo y ser salvo a menos que el Padre
le trajere. Para recibir vida eterna el hombre tiene que ser traído por Dios,
alejándose así de las garras y gobernación de Satanás. Jesús usó la misma
palabra (aquí traducida “atraer”) en Juan.
Juan 12:32
Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré
[traeré] a mí mismo.
Jesús dijo en Juan 6:44 que solamente el Padre puede traer;
y sin embargo aquí dice que Cristo va a atraer.
¿Cuál es la respuesta? Al mundo
gobernado por Satanás en el cual usted y yo vivimos, vino una persona que fue
concebida por el Espíritu Santo y nacida de María. Esta persona vino al mundo
del Diablo no teniendo tiniebla alguna en él pues él era la luz del mundo. El
no conoció pecado. Por nosotros fue hecho pecado para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él. Además, él estaba en este mundo, pero no era de
—no pertenecía a— este mundo. Cuando Cristo estaba en el mundo la escritura
dice que Dios estaba obrando en él.
2 Corintios 5:19
…Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo
[la gente en el mundo]…
Dios en realidad trae por medio de la muerte y resurrección
de Jesucristo quien, de acuerdo con Isaías 53:6, cargó “…el pecado de todos
nosotros”. A causa de la muerte y resurrección de Jesucristo, Dios podía
entonces traer o rescatar a los creyentes de la gobernación de Satanás y darle
ciudadanía en Su reino.
Antes de que Dios nos rescatara, estábamos muertos en
pecados. Pero Dios envió a Su Hijo unigénito quien era el medio por el cual
podíamos ser rescatados. Nosotros somos hechura de Dios creados a través de los
logros de Jesucristo. Dios nos rescato.
Juan 3:16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito…
Dios envió a Su Hijo, quien no tenía tiniebla ni pecado
alguno, y trajo a Su Hijo a Sí mismo. A causa de la muerte y resurrección de
Jesús, Dios nos trae. Dios hizo posible nuestra gran esperanza de gloria:
“…Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. Dios nos rescató de este reino
de Satanás y nos dio ciudadanía en Su reino.
Colosenses 1:13
El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas,
y trasladado al reino de [por] su amado Hijo.
Este reino no puede ser el
“...reino de su amado Hijo” pues el Hijo no tiene su propio reino; el
“reino” es el Reino de Dios. La palabra “de” debería ser “por”. Es el genitivo de origen. Dios nos rescató
del poder ejercido del reino de las tinieblas, la gobernación de Satanás, y nos
dio ciudadanía en Su reino por lo que Su Hijo Jesucristo hizo por nosotros aquí
sobre la tierra.
Gálatas 1:4
El cual [Jesucristo] se dio a sí mismo por nuestros pecados
para librarnos [rescatarnos] del [fuera de en medio del]
presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios
y Padre.
Hasta que renacemos, somos hijos de ira; estamos en un mundo
físico que pertenece al Diablo, es su reino. Al ser renacidos, nos hacemos
“…irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha [proveniente de Dios] en
medio de una generación [un reino] maligna y perversa…” de acuerdo a Filipenses
2:15.
Dios nos trajo y nos rescató fuera de en medio de las
influencias ejercidas de Satanás. Hay gente, sin embargo, en el mundo de
Satanás quienes nunca serán salvos porque rehúsan creer. Pero, para aquellos de
nosotros que queremos creer, Dios por su presciencia nos ha rescatado fuera del
poder de Satanás. Cuando Dios nos separo y nos rescató, El nos trajo como
ciudadanos a Su reino por los esfuerzos de Su amado Hijo.
Fue Dios quien envió a Su Hijo unigénito al mundo para
buscar y salvar a aquellos que están perdidos, específicamente aquellos de
nosotros que deseamos ser salvos. Dios nos rescató aun mientras todavía estamos
viviendo en este mundo.
Ya tenemos la ciudadanía en el Reino de Dios. El ya “…nos
hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”, como dice en Efesios
2:6. Hablando legalmente, fuimos circuncidados en la circuncisión de Cristo.
Cuando Cristo murió, nosotros morimos con él. Cuando él fue enterrado, fuimos
enterrados en el bautismo de su entierro. Cuando resucitó nosotros resucitamos
con él. Cuando ascendió, nosotros ascendimos con él. Cuando Cristo venció,
vencimos con él. Cuando fue sentado, fuimos sentados con él. Cuando él llevó
“cautiva la cautividad” y “dio dones a los hombres”, nos fue dado el poder para
vivir victoriosamente aun en el reino de Satanás, teniendo la habilidad de
manifestar el poder de Dios en la vida más abundante. ¡Qué revelación para el
alma del hombre! ¡Qué gloria, qué gozo, qué paz! Porque Cristo nació y vivió
hace 2000 años, estamos rescatados y ahora mismo tenemos ciudadanía en el Reino
de Dios.
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