LA CLAVE AL PODER
Por V.P. Wierwille
Capítulo 5 de
"La Iglesia Nueva y Dinámica"
Cuando Dios creó a Adán y lo puso en el huerto del Edén, El
le dio a Adán ciertos derechos legales. Estos derechos legales no eran de Adán
por naturaleza, no eran derechos innatos. Estos derechos legales eran derechos
conferidos. Siempre que usted recibe derechos conferidos, no solamente tiene el
privilegio y la oportunidad de tenerlos, sino también la posibilidad de
perderlos.
Dios le confirió a Adán la autoridad y el poder para
gobernar la tierra con todas sus criaturas. Génesis 1:26 Entonces dijo Dios:
Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en
los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la
tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Así pues, Dios Se
limitó a Sí mismo al darle esa responsabilidad legal a Adán. Entre otros
derechos legales que Dios confirió a Adán estaban los derechos al amor
perfecto, al gozo completo, a la felicidad y a la salud perfecta. El derecho a
la vida eterna era otro derecho conferido.
Adán--o el hombre en general--no solamente tenían ciertos
derechos conferidos, sino también derechos naturales. Estos derechos naturales
no se pueden perder. A diferencia de un derecho natural, usted puede usar un
derecho legal en cualquier forma que usted desee, aunque no tenga el derecho
moral para hacerlo. El derecho legal para usar aquello que le ha sido conferido
a usted es absolutamente suyo. Si yo le otorgase a una persona un título
universitario con ciertos derechos y privilegios, la persona podría tomar el
poder que está latente en ese título y usarlo para bien o para mal, usarlo para
beneficiar al hombre o para perjudicarle.
Esta verdad se puede
ilustrar aun más pensando en términos de una corte de justicia. Ante el
tribunal, se lee un testamento donde se estipula que se le ha dado a usted
cierta cantidad de dinero. ¿Diría usted entonces que la cantidad de dinero es
suya? Sí, porque se le ha otorgado legalmente. Una vez que esa cantidad de
dinero le ha sido otorgada y usted la recibe, puede gastarla sabia o
tontamente, en la manera que usted escoja.
Cualquier cosa que se otorga al hombre puede usarse bien o
mal. Cuando Dios le dio a Adán todos los privilegios mencionados en la Palabra,
Dios también le confirió ciertos derechos legales que a su vez le dieron a Adán
control absoluto sobre los privilegios concedidos a él. Adán tomó esos derechos
legales, y, por su propia decisión intencionada, transfirió la autoridad y el
poder de esos derechos a Satanás. Adán pudo haber rehusado la seductora
invitación a pecar que Eva le hizo; sin embargo, haciendo uso de su libre albedrío,
él tomó sus derechos conferidos, el dominio de la tierra, y se los dio a
Satanás. Con esa decisión, el hombre perdió los derechos legales que Dios le
había dado, transfiriéndoselos legalmente a otro.
El pecado original del hombre tuvo consecuencias legales.
Adán tenía el derecho de transferir la autoridad y el poder y el dominio que él
tenía porque Dios se lo había otorgado. Pero Adán cometió una traición al
hacerlo. El transferir a Satanás, el archienemigo de Dios, el poder que Dios le
había otorgado originalmente, fue traición. Desde ese día, Romanos 8:22 relata
que “...toda la creación [la tierra] gime a una, y a una está con dolores de
parto [aún] hasta ahora.
El pecado y las consecuencias del pecado estuvieron sobre el
hombre desde ese día en que Satanás recibió el derecho legal para regir al
hombre y a toda la tierra. Satanás tiene ahora el derecho legal para gobernar
sobre los hombres que no son salvos y sobre el mundo entero. Así pues, cuando
Adán pecó, Satanás, que era el enemigo supremo de Dios, obtuvo control absoluto
sobre todo eso que Dios había dado originalmente a Adán.
La redención del hombre de este estado caído fue un acto
único. Debemos recordar siempre que Dios es absolutamente justo. Cuando El hace
un compromiso legal, El lo respeta. Cuando Dios le otorgó a Adán ciertos
derechos legales y Adán los transfirió a Satanás, Dios tuvo que reconocer esos
derechos legales transferidos.
Dios, siendo justo, tiene necesariamente que redimir al
hombre según principios legales, para ser justo consigo mismo, con el hombre y
con Satanás. Para llevar a cabo esta justicia completa, el redentor tenía que
venir a la tierra. Este redentor tenía que ser un hombre porque era el hombre
el que había cometido el pecado original.
Para completar todos los requisitos de la justicia, el
Espíritu Santo, efectuó la concepción de Jesús, quien habría de ser el Cristo.
El niño nació de una mujer. El era hombre en todo sentido, pero el poder de
Satanás no tenía autoridad ninguna sobre él porque no había muerte en su cuerpo
debido a que la vida en su sangre era sin pecado o pura, y, por consiguiente,
incorruptible.
En varios lugares en el Nuevo Testamento leemos que la
sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:7 “pero si andamos en
luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de
Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. No podría limpiar si no hubiera
sido limpia.
El niño Jesús no era súbdito de la muerte ni súbdito de
Satanás. Satanás sabía el propósito de Dios y trató de frustrar el plan de la
redención legal haciendo que Herodes ejecutara un decreto según el cual todos
los niños de dos años o menos a través de toda la provincia debían ser matados.
Satanás sabía que si Jesús vivía y crecía, él reclamaría lo que el hombre había
perdido, que en ese entonces eran los derechos legales de Satanás.
Cada paso que Dios dio mediante Jesucristo fue un paso
basado en principios legales. La redención del hombre está basada en principios
legales. Jesús satisfizo las demandas justas de Dios porque era humano, y aun
así creyó perfectamente la voluntad de Dios. El satisfizo las demandas de un
Dios justo por todos los pecadores para siempre. Hebreos 4:15 dice que el Hijo
de Dios “... fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.
La redención incluyó su crucifixión, según nos dice 1 de
Pedro.
1 Pedro 2:24:
quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la
justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
Jesús pagó el precio legal completo por el pecado del hombre
y las consecuencias del pecado. Hebreos 9:12
“y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia
sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido
eterna redención”. El descendió al Hades
(la tumba), y en algún momento entre la resurrección y su aparición a María, él
predicó en su cuerpo resucitado a los espíritus encarcelados. 1 Pedro 3:19: “en
el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados”. El rompió
legalmente las cadenas de autoridad y poder de Satanás. Jesús redimió lo que
Adán había legalmente transferido a Satanás. Desde la resurrección de Cristo y
el dar el espíritu santo en el día de Pentecostés, el poder y dominio de
Satanás sobre el hombre están rotos. No hay absolutamente ningún control que
Satanás tenga o que sostenga legalmente sobre cualquier hombre salvo.
Jesucristo ascendió al cielo y se llevó consigo las muestras
de su victoria sobre el Diablo.
Efesios 4:8-10:
Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la
cautividad, Y dio dones a los hombres.
Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había
descendido primero a las partes más bajas de la tierra?
El que descendió, es el mismo que también subió por encima
de todos los cielos para llenarlo todo.
Basado en la victoria completa de Jesús, el pecador hoy
tiene un derecho legal a la salvación. Si Jesucristo no hubiera completado esa
justa victoria, por medio de ser un hombre y derrotar a Satanás y su poder, no
habría ningún lector de este libro que pudiera reclamar la salvación basándose
en fundamentos legales. La victoria completada de Cristo le da derechos legales
al cristiano renacido.
Usted tiene derecho legal a la vida eterna por lo que Jesús
hizo. Usted tiene derecho legal a la victoria sobre todo pecado y las
consecuencias del pecado. Todo lo que el hombre perdió en Adán, Cristo lo ha
redimido legalmente para la humanidad. Usted tiene hoy derecho legal a un hogar
en el cielo. Usted tiene el derecho legal de usar la autoridad del nombre de
Jesucristo en oración a fin de obtener resultados. Filipenses 2:10: “para que
en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y
en la tierra, y debajo de la tierra”. Usted tiene derecho legal a la
protección, cuidado y guía del Padre. Usted tiene el derecho legal de ser hijo
de Dios, amigo de Dios, heredero, sí, coheredero con Cristo Jesús en la familia
de Dios. Romanos 8:17 “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos
con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él
seamos glorificados”. Usted tiene el derecho legal de recibir la presencia
residente del espíritu santo. Usted tiene el derecho legal de ser transformado
en el momento de su segunda venida, si está vivo en ese momento. 1
Tesalonicenses 4:17: “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado,
seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en
el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. Usted tiene derecho legal a un
cuerpo inmortal. 1 Corintios 15:52,53: “en un momento, en un abrir y cerrar de
ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es
necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista
de inmortalidad”. Usted tiene derecho legal a una herencia en el cielo nuevo y
la tierra nueva. Esto es solamente una parte de los derechos legales que son
suyos por lo que hizo Jesucristo. El compró y entregó a Dios la completa
redención del hombre. Jesucristo le compró a usted, y esa compra fue entera y
completa. Por la compra que él efectuó tenemos derechos legales que son un don
de gracia.
Los cristianos tienen hoy en día una autoridad delegada que
ha dado Dios en Cristo. Pero la Iglesia no ha reclamado ni se ha apropiado de
sus justos derechos. La Iglesia no ha reclamado sus derechos, su poder y su
autoridad porque Satanás nos ha disuadido de ello. Mi amigo Rufus Mosley solía
decir: “Dios siempre está tratando de hacer lo mejor que El puede por usted, y
el Diablo siempre está tratando de hacer lo peor por usted; lo que usted elija
determina el resultado”.
Solamente hay un poder bueno en el mundo--el poder de Dios.
Satanás también tiene poder, pero sólo poder destructivo, que él puede usar
cuando las personas le permiten que les gobierne.
Puesto que tenemos derechos legales en Cristo Jesús, no nos
acercamos a Dios como mendigos pidiendo comida. Vamos a Dios como hijos y nos
apropiamos, mediante la creencia, de nuestra autoridad y derechos legales.
Cuando voy a Dios en oración, tengo conocimiento de las promesas de Dios y le
creo a Dios. Dios es fiel a Sus promesas y yo reclamo ante El mis derechos
legales como hijo.
En el momento en que una persona confiesa que Jesucristo es
señor en su vida, creyendo en su corazón que Dios le levantó de los muertos, se
convierte en un hijo de Dios, nacido de Su Espíritu. Romanos 10:9,10: “que si
confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para
justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Si somos hijos, somos
herederos. De acuerdo con Romanos 8:17 somos coherederos con Cristo. Nosotros
tenemos derecho legal a todo lo que Cristo tenía, si creemos. Todo lo que Jesús
hizo mientras estuvo sobre la tierra, nosotros lo podemos hacer, y aun más, si
creemos. Juan 14:12: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las
obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará porque yo voy al
Padre”. Esto es un don de la gracia de Dios.
Dios hará lo que El dijo que haría. Nosotros hemos creído
tantas cosas que Satanás ha dicho, pero hemos creído tan poco de lo que Dios ha
dicho. Cuán a menudo Dios hace una promesa en la Palabra diciendo que El hará
tal y tal cosa, pero no creemos ni una palabra. Cuando un amigo nos hace una
promesa le creemos cada palabra; pero cuando se trata de las promesas que Dios
nos da en la Biblia, decimos: "¡Oh no! Eso no puede ser verdad. Eso estaba
bien para hombres espirituales como los apóstoles, pero no para cristianos como
yo". ¡Por favor deme el capítulo y versículo que respalde tal declaración!
Cristo ha delegado su autoridad a los creyentes que
constituyen la Iglesia, los santos de la casa de la fe. Si la Iglesia no asume
su responsabilidad y las oportunidades que le han sido delegadas, el poder y la
autoridad de Dios quedan paralizados. Dios ha tomado acción en Jesucristo.
Jesucristo tomó acción para reconquistar los derechos legales para el hombre.
Ahora le toca al hombre tomar acción con la autoridad y el poder que le han
sido delegados por Jesucristo, porque Satanás no tiene derecho legal alguno
sobre el hombre convertido, renacido.
Romanos 6:14:
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros...
Satanás, sin embargo, todavía tiene derechos legales
definitivos sobre el pecador. El pecador no convertido pertenece legalmente al
Diablo en cuerpo y alma. Pero Cristo ha quebrantado ese poder para los que
hemos nacido del Espíritu de Dios y conocemos Su poder dentro de nosotros.
Observe la autoridad y el poder de Cristo.
Filipenses 2:5-11:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en
Cristo Jesús,
el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres;
y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio
un nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los
que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para
gloria de Dios Padre.
I Corintios 3:21 y 23:
...porque todo es vuestro:
y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Si 1 Corintios 3:21 y 23 son verdad, entonces, ¡levántese
como un hombre de Dios y reclame la autoridad que se le ha delegado como
creyente! El poder y la autoridad de Cristo se nos delega por medio del nombre
de Jesucristo. Es su maravilloso, incomparable y poderoso nombre el que anula
las fuerzas del mal cuando lo nombramos desde nuestro corazón y lo tenemos a
flor de labios. Tenemos un Cristo que libera y su autoridad es nuestra
autoridad para actuar en su nombre a través de la Iglesia que él estableció.
Las palabras en Marcos son verdad para todo creyente.
Marcos 16:17-20:
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre
echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el
cielo, y se sentó a la diestra de Dios.
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles
el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.
La autoridad delegada a un creyente es el derecho legal de
liberación de todos los poderes del enemigo. Si usted tiene mil dólares en el
banco, usted tiene la autoridad o el derecho legal para escribir un cheque por
mil dólares. No se requiere fe para hacerlo; se requiere acción y denuedo.
A menos que reclamemos nuestros derechos delegados con
acción y denuedo, estamos atando las manos de Dios. Dios está limitado hasta el
punto donde lleguen la creencia y la obediencia de un hombre. Permítame
exhortarle a que estudie la Palabra de Dios diligentemente para saber cuáles
son sus derechos legales en Cristo Jesús. Esta es la clave al poder.
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