LAS PALMAS
DE DIOS
Por Victor
Paul Wierwille
Capítulo 11
De "La
Biblia me lo dice"
La figura
literaria condescencio en “las palmas de Dios”, que atribuye características
humanas a Dios, es usada en Isaías de una forma extremadamente bella, como un
orientalismo en todo su significado.
Isaías
49:15-16
¿Se olvidará
la mujer de lo que dio a luz, para dejar de
compadecerse
del hijo de su vientre? Aunque olvide ella,
yo nunca me
olvidaré de ti.
He aquí que
en las palmas de las manos te tengo esculpida [tatuada];
delante de
mí están siempre tus muros [manos].
La
maternidad es una experiencia humana inolvidable. Una madre alimentando a su
hijo recién nacido tiene sentimientos indescriptibles de unión y tierno afecto
por el fruto de su vientre. Aun así, Dios dice que una mujer podría olvidarse
de su bebe --que es dificilísimo e inverosímil-- pero Dios nunca se olvidará de
uno de los Suyos. Para enfatizar la gran habilidad de Dios para recordar a Sus
hijos, este pasaje declara que el recuerdo de Dios va más allá que el de una
madre por su hijo. La memoria de Dios es aun más profunda que la memoria de una
estrechísima relación humana. La memoria de Dios por nosotros está por encima
de la comprensión humana.
Después de
esta vívida declaración del recuerdo de Dios por Sus hijos, el versículo 16 de
Isaías 49 usa una figura gráfica que atribuye a Dios la característica humana
de las palmas: “En las palmas de las manos te tengo esculpida”. La manera
oriental de expresar gran amor y continuo recuerdo se hace por medio del
grabado, lo que nosotros llamaríamos tatuaje. La tradición oriental era tatuar
en su cuerpo los nombres de aquellos que usted ama cariñosamente mientras que
simplemente le obsequia regalos a aquellos que usted ama superficialmente.
El proceso
del tatuaje es muy desagradable. Cuando una persona se tatúa, comúnmente lo
hace en el brazo, algunas veces en la espalda o en el pecho. Pero usted nunca
ve tatuadas las palmas de la mano de un hombre. ¿Por qué? Porque las palmas de
las manos son demasiado sensibles. Son demasiado delicadas. El dolor del
tatuaje en las palmas es demasiado grande para soportar. Pero aun así Dios
dice: “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida”. Primeramente, Dios está diciendo que toma
demasiado tiempo mirar en el brazo o en los hombros o a lo largo del pecho,
porque esa parte del cuerpo está cubierta por varios tipos de vestimentas; por
lo tanto, Él nos ha tatuado en las palmas de Sus manos. Allí puede vernos
constantemente. Dios nos ama tanto que, figurativamente, está dispuesto a
soportar el agudo dolor de tenernos tatuados en las palmas de Sus manos. No es
demasiado doloroso para Dios grabar nuestros nombres en las palmas de Sus manos
porque El nos ama tiernamente.
Juan 3:16:
Porque de
tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se
pierda, mas tenga vida eterna.
Dios está
tratando de ilustrar cuánto cuida de nosotros diciendo: “He aquí que en las
palmas de mis manos te tengo esculpida”.
El nos está diciendo que ha tomado una parte muy delicada, muy sensitiva
de Su ser, y allí ha tatuado nuestros nombres. En realidad El está diciendo:
“Los amo tanto que no quiero que mi amor esté cubierto bajo las vestimentas, no
quiero que mi amor quede oculto de tal manera que no pueda ser visto; pero Yo
los he grabado en una parte muy delicada y sensitiva de Mi ser para que en
cualquier momento que mire pueda verlos”.
Ese es el amor de Dios. Cuando usted vea la belleza de esta escritura
comenzará a apreciar la compasión y el amor de Dios.
La segunda
parte de esta verdad dice: “…delante de mí están siempre tus muros”. La palabra
“muros” es una presentación muy inexacta. Las palmas de las manos son los
muros. Cuando usted las levanta ellas son muros delante de su cara.
Además de
tenernos grabados en sus palmas, nuestras propias palmas están continuamente delante
de Él. ¿Qué es lo que Dios ve en las
palmas de nuestras manos? El no ve otra
cosa salvo pecado, duda, temor, amargura, disputas, mentiras, odio --todo lo
que mancha a un pecador. Él ve en
nuestras palmas el miedo a la muerte, el miedo a la enfermedad y la dolencia,
la inseguridad e incertidumbre del futuro. Pero Dios en Su maravillosos amor
infinito, sin tomar en consideración quiénes éramos, nos tatuó o grabó en Sus
palmas.
El continuo
recuerdo de Dios por Sus hijos es verdad porque Él los ha esculpido, a Sus
hijos, sobre las palmas de Sus manos.
Isaías 1:18:
Venid luego,
dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren
como la
grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos
como el
carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Esta es una
parte del significado del continuo recuerdo de Dios.
Isaías
43:25:
Yo, yo soy
el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo,
y no me
acordaré de tus pecados.
Salmos
103:12:
Cuanto está
lejos el oriente del occidente,
Hizo alejar
de nosotros nuestras rebeliones.
¿No diría
usted que Dios con seguridad nos ha grabado sobre las palmas de Sus manos? El
perdona y olvida nuestros defectos al mismo tiempo que nos recuerda y cuida de
nosotros constantemente.
Dios nos da
en el Libro del Apocalipsis una verdad parecida.
Apocalipsis
3:20:
He aquí, yo
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz
y abre la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
¿Pensó usted
alguna vez sobre la belleza de esas palabras? En el oriente el anfitrión no
come con su invitado a no ser que sea un amigo muy íntimo. En este pasaje de
Escritura Jesús está diciendo: “Yo soy tu amigo más íntimo”. Jesús entra en nuestros corazones a invitación
nuestra. El nunca se nos impone. El no solamente está entrando, sino que está
cenando con nosotros. Jesús dijo: “Yo deseo ser muy íntimo con mi gente; cenaré
con ellos; comeré con ellos sólo con que me pregunten”.
Hebreos 13:5
dice: “…No te desampararé, ni te dejaré”. También Mateo 28:20 dice: “…he aquí
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
El señor
está con nosotros todos los días. Por eso es que él dijo en Mateo: “Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Este es el
continuo recuerdo de Dios por el cual El nos puede decir: “En las palmas de las
manos te tengo esculpida aun cuando delante de Mí están siempre tus muros, tus
palmas”.
Cristo murió
por todos y así pues él podía decir: “Cualquiera que desee puede venir”. Una
vez que Cristo ha ofrecido la invitación es asunto de que nosotros la
aceptemos. Si usted desea venir a Cristo usted puede. El hombre no tiene que
morir en su pecado porque Cristo murió por el pecado y llevó nuestras
enfermedades y nuestros dolores. Nosotros no tenemos que llevarlos. Dios alegre
y deseosamente ha grabado nuestros nombres sobre las palmas de Sus manos.
No hay duda
alguna acerca de la claridad del llamado de Jesucristo al hombre. La única
pregunta es si el hombre va a responder a ese llamado. Cuando Jesús murió sobre
la cruz del Calvario, murió por todos en el mundo entero; pero sólo aquellos
que lo aceptan a él como su salvador reciben los beneficios de su muerte.
Aquellos de
nosotros que hemos aceptado a Jesús como señor en nuestras vidas--hemos sido
grabados en las palmas de las manos de Dios. El continuamente nos recuerda y
cuida de nosotros. ¿Se acuerda usted de: “…para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna”? El ha venido para permanecer en nosotros
para siempre, para que tengamos vida eterna ahora y para siempre.
Esta es la
forma en que Dios se acuerda de nosotros continuamente. No hay un día, una
hora, un minuto o un segundo en que nosotros como hijos de Dios no seamos
recordados ante el trono de Dios. Nosotros los hijos de Dios verdaderamente
hemos sido grabados en las palmas de Dios.
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