CAPÍTULO 10
LA PALABRA
CORRECTAMENTE DIVIDIDA
VICTOR PAUL WIERWILLE
Una y otra vez he oído la aseveración que
la Palabra de Dios causa problemas en una comunidad o en una iglesia o en
nuestra sociedad. Después de oír eso frecuentemente y después de investigar en
la Palabra por qué hay división y falta de acuerdo entre cristianos, escribí un
estudio intitulado: “¿Por qué la división?” La división no viene de la Palabra
de Dios; viene de la incredulidad de aquellos que rehúsan creer en la
integridad y la precisión de la Palabra
de Dios.
El tema de este capítulo es la precisión
de la Palabra de Dios y la responsabilidad de un obrero hacia esa Palabra. 2
Timoteo 2:15 es nuestro punto de partida al estudiar este tópico.
Procura con diligencia presentarte a Dios
aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra
de verdad.
El único gran requisito de todo estudiante
bíblico es usar bien la Palabra de Verdad. La Biblia, la Palabra de Dios en su
forma originalmente revelada, es la Palabra de Verdad. Pero cuando se la usa
mal, la verdadera Palabra no existe. Tenemos la Palabra de Verdad solamente en la medida en que usamos bien la
Palabra de Dios. Todas las personas, en un momento u otro, usan la Palabra, no
es si usamos o no la Palabra, el asunto es si la usamos bien.
Cualquiera puede tomar la Palabra de Dios
y hacerla decir lo que él quiere, sacándola de su contexto, o añadiendo u
omitiendo ciertas palabras. Hay un cuento de un hombre que dijo una vez que
podía probar, de la Biblia, que no hay Dios. Él citó de Salmos 14:1: “No hay
Dios”.
Salmos
14:1:
Dice el necio en su corazón: No hay Dios...
¿Dice ese versículo que no hay Dios? Sí lo
dice. Dice: “No hay Dios”. Luego uno puede ir a la Biblia y probar justamente
lo que dijo el hombre. Él solamente se olvidó de incluir la primera parte del
versículo: “Dice el necio en su corazón...”
Una persona puede probar cualquier cosa
con la Biblia con solamente aislar un texto o con cambiarlo. Cualquiera puede
justificar un punto vista teológico manipulando la Escritura.
2 Timoteo no nos dice que usemos la
Palabra; nos dice que la usemos bien. 2 Timoteo es el único lugar en la Biblia
donde se encuentran las palabras “usa bien”. De nuevo un uso singular en la
Palabra de Dios indica que la expresión es particular y dinámicamente significativa.
Las palabras españolas “usa bien” son la palabra griega orthotomounta. Orthos quiere decir “perfectamente correcto” o
“perfectamente recto”. Temno quiere
decir “cortar” o “dividir”. Juntando estas dos palabras en la palabra orthotomounta, traducida “usa bien” en
la Versión Reina-Valera, literalmente quiere decir “un corte perfectamente correcto”.
El profundamente exacto matiz de su significado aquí es que sólo hay una forma
de cortar o dividir correctamente la Palabra; todas las otras formas son cortes
equivocados. Lo que muchas personas enseñan, que siempre y cuando usted sea
sincero, todo será fantástico, no es lo que la Palabra enseña. 2 Timoteo 2:15
dice que debemos procurar con diligencia presentarnos a Dios aprobados
dividiendo correctamente la Palabra. Hay solamente una forma de cortar
perfectamente la Palabra. Todas las demás formas son cortes errados. Ahora,
¿entiende por qué tenemos separaciones, denominaciones y sectas en la así
llamada, cristiandad? Ellas emanan de una división incorrecta de la Palabra.
Las primeras palabras en 2 Timoteo 2:15
son: “Procura con diligencia”. Para dividir correctamente la Palabra lo primero
que uno tiene que hacer es poner esfuerzo, estudiar. No se le dice que estudie
comentarios o escritores seculares, uno tiene que estudiar la Palabra. Si vamos
a dividir correctamente la Palabra, tenemos que estudiar la Palabra y no lo que
la gente dice sobre ella.
Por años no
hice más que leer alrededor de la Palabra de Dios. Solía leer dos o tres obras
de teología semanalmente, mes tras mes y año tras año. Yo sabía lo que el
profesor fulano decía, lo que el doctor mengano y lo que el reverendísimo
zutano decían, pero no le podía citar a usted la Palabra. Yo no la había leído.
Un día llegué a estar tan fastidiado y cansado de leer alrededor de la Palabra,
que llevé más de 3.000 volúmenes de obras teológicas al basurero municipal.
Decidí dejar de leer alrededor de la Palabra. En consecuencia, he pasado años
estudiando la Palabra, su integridad, su significado, sus palabras.
¿Por qué estudiamos? Porque Dios cuenta
conque nosotros como obreros, sepamos lo que dice Su Palabra.
1
Corintios 12:1:
No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de
los dones [asuntos] espirituales.
Puesto que Dios no quiere que ignoremos,
sólo hay una cosa que Él quiere que seamos, sabios.
Debemos procurar con diligencia
presentarnos a Dios aprobados, no al hombre. Usted no procura con diligencia
presentarse aprobado al principal financista de su comunidad, o a los líderes
de su denominación. El que los hombres lo aprueben a usted o no, no es de importancia
primaria; lo primero es presentarse aprobado ante Dios. Y la única forma en que
usted se va a presentar aprobado ante Dios es estudiando y dividiendo
correctamente la Palabra.
Romanos
16:10:
Saludad a Apeles, [quien es] aprobado en
Cristo...
No dice que él era aprobado en la
comunidad o por la sociedad o en la denominación, sino que era aprobado en, o
por, Cristo.
Hechos
2:22:
Varones israelitas, oíd estas
palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios...
Nosotros
estudiamos para presentarnos a Dios aprobados porque somos obreros que no
tenemos que avergonzarnos de nuestra obra. Si yo fuera un carpintero y
construyera una casa con uniones y ensamblajes que se abren, me presentaría
reprobado por mi obra al venir el dueño a inspeccionar. Un obrero es aprobado o
reprobado por la persona que lo emplea. Así que estudiamos la Palabra para
poder presentarnos aprobados ante Dios, porque somos responsables ante Él por
nuestra obra.
Mateo
12: 36, 37:
Mas yo os digo que de toda palabra ociosa
que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
Porque
por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
Romanos
14:12:
De manera que cada uno de nosotros dará a
Dios cuenta de sí.
La Palabra
dice y establece que cada uno dará cuenta de sí mismo. Para tener la aprobación
de Dios debemos estudiar la Palabra y estudiarla en la forma correcta. La forma
correcta es el corte correcto de la palabra de Verdad para tener la verdadera
Palabra.
Jesucristo, el hijo unigénito de Dios,
dividió correctamente la Palabra. De acuerdo con Lucas 24:44 Jesús dividió el
Antiguo Testamento en la Ley, los Profetas y los Salmos. “Salmos” quiere decir
“escritos” en uso bíblico. A mí me habían enseñado a dividir el Antiguo
Testamento en los libros de la Ley, los libros históricos, los libros poéticos,
los Profetas Mayores y los Profetas Menores. Yo los ponía en cinco categorías
mientras que Jesucristo los puso en tres. ¿Quién piensa usted que estaba en lo
correcto? Jesucristo dividió correctamente la Palabra.
Salmos 116:15 es otro versículo que
frecuentemente es dividido incorrectamente. Este es un versículo que se oye
frecuentemente en un funeral cuando un buen hombre de Dios ha muerto.
Salmos
116:15:
Estimada es a los ojos de Jehová la muerte
de sus santos.
Nosotros decimos: “Estimada, buena a los
ojos del Señor es la muerte de esta persona”. ¡Hablando de división incorrecta
de la Palabra! No es bueno a los ojos de Dios que Germán haya muerto, o que
Juan o que María hayan muerto porque ellos no pueden ayudar a Dios para nada
después de muertos. Únicamente cuando estaban vivos podían ayudar a Dios. La
palabra “estimada” en el texto es “costosa”.
Nosotros hablamos de un diamante como de
una piedra preciosa, lo estimamos porque es costoso y raro. Mientras más
costoso sea, más estimado o precioso es. Eso es lo que se quiere decir con
“estimada es a los ojos de Jehová la
muerte de sus santos”. No le cuesta nada a Dios cuando un incrédulo o un
rechazador de Dios muere. De todas maneras ellos no han hecho nada por Dios.
Pero si un creyente muriese, sería costoso para Dios. Por eso es que el
salmista dijo: “Costosa es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos”.
La Palabra de
Dios es la verdadera Palabra solamente cuando es dividida correctamente. Cuando
se divide incorrectamente tenemos error en el lugar en particular donde se ha
dividido incorrectamente. Para ilustrar: si divido correctamente la Palabra de
Verdad en cuanto a la salvación, tendré la verdadera Palabra en cuanto a la
salvación. Pero si divido incorrectamente la Palabra de Verdad en el tema del
Espíritu Santo, entonces en ese lugar no tengo la verdadera Palabra. Naturalmente
seré sincero tanto en la salvación como en el Espíritu Santo; pero la
sinceridad no es en absoluto garantía de verdad. La sinceridad es maravillosa,
pero no es sinónimo de verdad. A mí me gusta la gente sincera, pero también he
sido engañado por ellos. La gente insincera nunca me ha podido engañar, pero la
gente sincera sí lo ha hecho.
Sinceridad o falta de sinceridad no es el
factor determinante para la verdad. La Palabra de Dios es Verdad. Cuando
dividimos correctamente tenemos la verdadera Palabra; cuando la dividimos
incorrectamente tenemos error.
En el asunto de presentarse aprobado ante
Dios, la gente está de nuevo en desacuerdo. La gente dice que nos presentamos
aprobados a Dios si oramos en cierta forma, o si las flores están en el altar
en la posición correcta. No le hace un pito de diferencia a Dios dónde estén
situadas las flores del altar. Puede que nos haga diferencia a nosotros, pero
no le hace absolutamente ninguna diferencia a Dios. La Palabra de Dios dice que
nosotros procuramos con diligencia presentarnos a Dios aprobados usando bien,
dividiendo correctamente, la Palabra. Si dividimos correctamente la Palabra,
nos presentamos aprobados a Dios; si la dividimos incorrectamente, no nos
presentamos aprobados. Debemos llegar a la posición de usar la Palabra como
única autoridad. Los creyentes cristianos nunca se pueden poner de acuerdo en
los otros asuntos extremos, superficiales y ritualísticos. Sólo pueden ser
unidos cuando se presentan aprobados a Dios dividiendo correctamente la Palabra.
He aquí un ejemplo que hace un comentario
tristemente ridículo de cómo algunos supuestos cristianos tratan de presentarse
aprobados ante Dios. Hace muchos años, haciendo investigaciones en los archivos
de la escuela de Divinidad de la Universidad de Chicago, me encontré con un
recorte de periódico sobre una denominación que tenía dos facciones. La causa
del rompimiento fue la cuestión de si Dios había creado originalmente a Adán y
Eva con o sin ombligo. ¡Increíble! Un grupo decía que Adán y Eva no tenían
ombligo mientras que la otra facción creía que Dios les había dado ombligo a
ambos, Adán y Eva. Uno de los grupos construyó una iglesia nueva justamente al
frente a la anterior y llamaron a su nueva denominación la “Primera Iglesia de
los Ombliguistas”. Los cristianos traen reprobación sobre sí mismos cuando se
desvían en tales asuntos impertinentes.
No le hace diferencia a Dios si uno usa un
vestido largo o un vestido corto, no le hace diferencia alguna a Él si uso una
corbata o no. Podría enseñar la Palabra tan efectivamente con una corbata o sin
ella. La grandeza no está en lo que usamos o cómo nos adornamos, sino en si
dividimos correctamente la Palabra. Esta Palabra de Dios es la cosa más grande
en el mundo entero y dividida correctamente nos da la verdadera Palabra; nos da eficacia, poder, exuberancia
y la vida más abundante que Jesucristo hizo disponible.
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