lunes, 1 de mayo de 2017

CAPÍTULO XI

LAS  TRADUCCIONES  DE  LA  PALABRA  DE  DIOS



VICTOR PAUL WIERWILLE 


Al proceder como un obrero, hay información básica que tiene que mantenerse, empezando con que ninguna traducción o versión de la Biblia puede ser llamada con propiedad la Palabra de Dios.

La Biblia de la cual yo he estado citando se llama la Versión Reina-Valera, (Revisión de 1960), no es la traducción Reina-Valera. Si yo tuviera en mis manos la traducción de Casiodoro de Reina o de Cipriano de Valera, tendría una Biblia muy valiosa como artículo de colección. Una vez que se hace la traducción de un texto original, como el texto de Esteban del cual Casiodoro de Reina hizo su traducción y versión. (Y esta versión fue revisada luego por Cipriano de Valera), la traducción, esa primera copia, se llama una traducción. Cuando los estudiosos empiezan a revisar la traducción en cualquier forma, se vuelve una revisión.

Ahora, dije que ninguna traducción, menos aun una versión, puede ser llamada con propiedad la Palabra de Dios. En cuanto se sabe, no hay textos originales existentes hoy en día. El manuscrito fechado más antiguo está escrito en arameo estranguelo. Hay una posibilidad que algunos de los manuscritos más antiguos en arameo estranguelo sean anteriores al año 434 D.C. Aquéllos a los que los estudiosos o letrados se refieren como originales en realidad son del año 430 y más tarde. Estos manuscritos no son originales, los originales son aquéllos que fueron escritos por santos hombres de Dios siendo inspirados por el Espíritu Santo. En el mejor de los casos tenemos copias de los originales. Cuando me refiero a la Palabra de Dios, no quiero decir una copia o una traducción o una versión; quiero decir la Palabra de Dios que fue originalmente dada por revelación a santos hombres.

Puesto que no tenemos originales y que los manuscritos más antiguos datan del quinto siglo D.C. ¿cómo podemos regresar a la profecía auténtica la cual fue recibida cuando santos hombres de Dios hablaron? Para conseguir la Palabra de Dios en cualquier traducción o de cualquier versión, tenemos que comparar una palabra con otra palabra y un versículo con otro versículo. Tenemos que estudiar el contexto de todos los versículos. Si es la Palabra de Dios, entonces no puede tener una contradicción pues Dios no se puede contradecir a Sí mismo. El error tiene que estar ya sea en la traducción o en el entendimiento de uno. Cuando lleguemos a esa original Palabra respirada de Dios, lo cual yo confío que podemos hacer, entonces una vez más seremos capaces de decir con toda la autoridad de los profetas de antaño: “Así dice el Señor”.

Noten cuidadosamente lo que a continuación se explica acerca de la Palabra: (1) no hay textos originales en existencia hoy en día; (2) no había divisiones de capítulos en los manuscritos originales; (3) no había divisiones de versículos en los manuscritos originales. Nuestra actual división de la Biblia en capítulos, en ambos testamentos, el Antiguo y el Nuevo, data de alrededor de 1250. Nuestra división de la Biblia en versículos data de alrededor de 900 D.C. en el Antiguo Testamento, y de 1551 en el Nuevo.

Dios no puede ser culpado por el error en la división de versículos o capítulos. Los capítulos y versículos sólo son buenos para una referencia rápida. Pero debemos tener presente que los capítulos y los versículos son todos hechos por el hombre y, por lo tanto, desprovistos de autoridad en cuanto a dividir correctamente la Palabra de Verdad.

Observemos algunos ejemplos de divisiones deficientes en capítulos y  versículos.

     Génesis 1:31:
     Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.

Luego viene el capítulo 2 el cual comienza con “Fueron, pues...” Esa segunda palabra inmediatamente me dice que algo está mal porque “pues” muestra el resultado de lo que ya ha sido dicho. El capítulo 1 cerró con “Y fue la  tarde y la mañana el día sexto”. Y el capítulo 2 comienza:

Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.

     Versículo 2:
     Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.

     Versículo 3:
     Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

     Versículo 4:
     Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados.

El versículo 4 es un pensamiento enteramente nuevo. Los tres primeros versículos del capítulo 2 terminan el pensamiento del primer capítulo. El segundo capítulo debería comenzar con el versículo cuatro: “Estos son los orígenes...”

Juan 2 es otro ejemplo de mala disposición de los capítulos. Una de las razones por la cual la historia de Nicodemo no ha sido entendida es que nunca hemos leído los versículos que la preceden como parte del contexto. Juan 2:23 debería ser lógicamente Juan 3:1.

     Estando [Jesús] en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía.

Versículo 24:
     Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos,

     Versículo 25:
     y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.

     Capítulo 3, versículo 1:
     Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.

El leer estos tres versículos antes de comenzar este tercer capítulo, explica el contexto para la venida de Nicodemo. Jesús sabía lo que había en Nicodemo. Con esta introducción o antecedente al escenario de la historia, se entiende fácilmente a Nicodemo.

Juan 7:53 es un ejemplo de un capítulo que está dividido en la mitad de un versículo.

     Cada uno se fue a su casa;

El capítulo 8, versículo 1 comienza:

     y  Jesús  se fue al monte de los Olivos.

Debería leerse: “Cada uno se fue a su casa; y Jesús se fue al monte de los Olivos”. Entonces debería haber una división de capítulo para comenzar: “Y por la mañana volvió al templo...”

Si la división de capítulos no estaba en los originales, ¿qué me dice de los títulos insertados en distintas secciones del texto? Estos títulos tampoco son parte de la Palabra original respirada de Dios y generalmente están escritos en letra negrilla. Estos son los que el hombre ha añadido.

Los párrafos y referencias son todos hechos por el hombre. Los párrafos son interpretaciones de lo que los traductores piensan. Ellos indican que un tema está completo y que uno nuevo comienza. Algunas veces los traductores dejan de reconocer la división apropiada de los temas. Las referencias, las cuales están al final de la página, nos dicen lo que, según el pensamiento de los editores, tiene conexión con ese versículo. Algunas veces ellos están en lo cierto, algunas veces se equivocan. Todas estas marcas han sido añadidas y pueden confundir al estudiante común y corriente que es nuevo con la Biblia porque él puede pensar que han sido dadas por Dios mismo.

Dios dio la Palabra original. Él no es en nada responsable por los errores que los hombres han introducido por sus títulos o referencias o marcas de párrafos. El hombre cometió todos esos errores.

La puntuación es otro ardid hecho por el hombre. Si usted quiere que la Biblia diga algo para justificar su teología, todo lo que tiene que hacer es manipular la puntuación. A la Palabra de Dios se le puede hacer decir algo que en realidad no dice con solamente poner una coma. Cada traductor siguió su propio plan o su propia norma lo cual hace que toda la puntuación sea desprovista de autoridad divina.

Observamos un caso en que la Versión Reina-Valera evita la inserción de puntuación añadiendo una palabra que toma el lugar de una coma:


     Lucas 23:43:
     Entonces Jesús le dijo [al malhechor]: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

La palabra “que” no aparece en ningún texto griego, y ha sido añadida por los traductores. Si quitamos la palabra “que”, lo que nos queda es: “...De cierto te digo hoy estarás conmigo en el paraíso”. Ahora tenemos una pregunta: ¿modifica la palabra “hoy” al verbo “decir” o al verbo “estar?” Los traductores de la Versión Reina-Valera dieron su interpretación con la inserción de la palabra “que” entre “digo” y “hoy”, haciendo que “hoy” modifique “estarás”. Otras versiones dan su interpretación poniendo una coma o dos puntos antes de la palabra “hoy”, mientras que otras ponen la coma o los dos puntos después de la palabra “hoy”. ¿Por qué? Porque un grupo enseña que en el momento en que uno muere, se va al cielo, mientras que otros grupos enseñan que en el momento en que uno muere, no  va  necesariamente al cielo pues hay un periodo de espera entre la muerte y el cielo, entonces Jesús no le podía decir a ese malhechor: “Hoy estarás conmigo en el cielo”, puesto que el malhechor hubiera tenido que esperar cierto tiempo. Por otro lado, otros dicen que el hombre se va al cielo inmediatamente después de la muerte de modo que la coma antes de la palabra “hoy” está de acuerdo con su teología.

Si un hombre se va a ir al cielo hoy en día, el cielo tiene que estar disponible. Algunos enseñan que el cielo está disponible. Si hubieran estudiado la Palabra, sabrían que el cielo no está disponible. Sin embargo, este versículo habla del paraíso y el paraíso no es el cielo. El cielo es el cielo y el paraíso es el paraíso. Cuando la Palabra de Dios dice “paraíso”, quiere decir “paraíso”. El paraíso está presente en Génesis, capítulos 1 y 2, al final del cual el paraíso ya no es accesible. No está disponible otra vez  hasta el libro de Apocalipsis el cual habla de un nuevo cielo y una nueva tierra donde habita la justicia.
El paraíso siempre es un lugar sobre la tierra. Si nos vamos a ir al paraíso, tiene que estar disponible. ¿Le decía Jesús al malhechor ese día. “...De cierto te digo hoy...” o era “...De cierto te digo, hoy...” Puesto que el paraíso no existía en el día de la crucifixión, Jesús tenía que decir al malhechor que en algún momento en el futuro él estaría con Jesús, no en el cielo, sino en el paraíso.

Leamos la oración con la precisión literal de la  palabra “paraíso” en mente.

...De cierto te digo hoy [que] estarás [en un día que viene en el futuro] conmigo en el paraíso.

Esto calza con el resto de la Palabra de Dios. La inserción de una palabra extra, en lugar de una coma en su lugar debido, ha causado tanto error al dividir la Palabra.

Un ejemplo de un grave error de puntuación es en Hechos 21 el cual, cuando lo vi por primera vez, encontré difícil de creer. A mí se me había enseñado que los hombres de Dios en la Biblia, como Abraham, Pablo y Juan, nunca cometieron errores. Estos hombres estaban sobre un pedestal, mientras que nosotros, los otros humildes cristianos, les mirábamos con asombro y boquiabiertos porque ellos estaban a un nivel al cual pensábamos que nunca podríamos aspirar. El pasaje del Apóstol Pablo en Hechos 21 me dio una buena sacudida cuando se descubrió el error en el uso de los dos puntos y la coma.

     Hechos 21:14:
     Y como no le pudimos persuadir [a Pablo], desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.

Este versículo, en la forma que tiene la puntuación, obviamente dice que ellos trataron de persuadir al Apóstol Pablo que cambiase de opinión y no fuese a Jerusalén; pero como Pablo no cambiaba de opinión, ellos finalmente le dijeron: “Está bien, Pablo, anda y haz la voluntad del Señor. Ve a Jerusalén”. Pero esto no es lo que dice.

Para entender los antecedentes de esta situación, regresemos a Hechos 20:22.

Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer.

Pablo estaba ligado en espíritu. Estar “ligado en espíritu” quiere decir que uno no está espiritualmente libre. Pablo quería ir, pero algo le machacaba la mente diciendo: “No vayas”.

Pablo dijo: “Yo voy a ir a Jerusalén”; pero cuando hizo esta declaración estaba ligado en espíritu, se sentía restringido. Él sabía que no debía ir.

Versículo 23:
     salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones [si voy a Jerusalén].

     Versículo 24:
     Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

¿No suena  maravilloso, sincero, devoto? ¿Pero de qué servía la sinceridad de Pablo en ir a Jerusalén cuando el espíritu ya le había dicho que no fuese?

     Hechos 21:3:
     Al avistar Chipre, dejándola a mano izquierda. Navegamos a Siria y arribamos a Tiro, porque el barco había de descargar allí.

     Versículo 4:
     Y hallados los discípulos [allí], nos quedamos allí siete días; y ellos decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén.

¿Cuál era pues la voluntad de Dios? Que Pablo no fuera a Jerusalén. ¿Pero quién estaba determinado a ir?
    
     Versículo 8:
     Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea, y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él.

     Versículo 9:
     Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.

El versículo nueve no dice lo que las doncellas profetizaron. Yo le apostaría, sin embargo, que ellas no profetizaron sobre el precio del café, o sobre quién ganaría el próximo juego de pelota. ¿De qué está hablando el contexto? De un hombre que quería ir a Jerusalén mientras que la voluntad del Señor era que no fuera. Pablo persistió, sin embargo. En contexto sabemos cuál fue el tema de la profecía de las doncellas.

Después de un periodo de tiempo vino otro mensaje para Pablo.

     Versículo 10:
     Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo.

Miren el esfuerzo que estaba haciendo Dios para mantener a Pablo fuera de un lío. Primero que nada, le dijo a Pablo personalmente que no fuera a Jerusalén; Pablo estaba ligado en espíritu. Luego Pablo fue prevenido por un grupo en Tiro quienes le dijeron, por el espíritu, que no fuera. Pablo continuó su viaje hasta Cesarea donde cuatro creyentes cristianas profetizaron. Finalmente Dios mandó a un profeta a hacer el recorrido desde Jerusalén hasta Cesarea para que interceptase a Pablo en su jornada y dijese: “Pablo, no vayas a Jerusalén”.

     Hechos 21:11:
     quien viniendo [Agabo] a vernos, tomó el cinto de Pablo [una cinta de tela de diez a doce centímetros de ancho la cual ellos ataban alrededor de sus vestiduras exteriores], y atándose los pies y las manos, dijo:
Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.

Agabo predijo que, al llegar a Jerusalén, Pablo sería entregado en manos de los gentiles.

     Versículo 12:
     Al oír esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén.

Dios había hecho todo para mantener a su hombre fuera de un gran dilema, pero Pablo estaba determinado a meterse en el dilema. Dios puede tratar de decirle algo a usted, pero si usted no quiere escuchar, Él no lo puede forzar a usted.

     Versículo 13:
     Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis  llorando y quebrantándome el corazón?...

Pablo se lamentaba, para así decirlo: “¿No saben ustedes que yo estoy listo no sólo a ser atado sino a morir también en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús?” ¡No suena eso magnífico y sincero! Pero Pablo estaba totalmente equivocado. La voluntad del Señor era que no fuera a Jerusalén.

Después que los traductores dieron la Palabra exactamente hasta este punto, llegaron al versículo 14. Los traductores trataron de ayudar a Pablo a salvar las apariencias en las traducciones modernas con simplemente poner comas y dos puntos.

     Versículo 14:
     Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.

Si se dejan las comas y los dos puntos, hay una complicación de errores pues la verdad del pasaje es claramente obvia. Cuatro veces la Palabra del Señor para Pablo fue que no fuera  a  Jerusalén. Si esa era la Palabra de Dios, entonces tiene que encajar con el versículo 14 también. ¿Qué hicieron los traductores? Pusieron comas y dos puntos para justificar su teología pues no podían creer que el Apóstol Pablo jamás hubiese cometido un error. Permítame preguntar: ¿Fue Pablo a Jerusalén? Seguro, él fue a Jerusalén. ¿Se metió en problemas? Claro que sí; él casi perdió su vida allí. Este poderoso hombre de Dios, bajo cuyo ministerio toda el Asia Menor oyó la Palabra de Dios en dos años y tres meses, en los dos años que siguieron no ganó una sola alma para el Señor Jesucristo. El único pasaje es en Hechos 26:28 cuando le testificó a Agripa el rey, quien le dijo a Pablo “...Por poco me persuades a ser cristiano”. Si los evangelistas que usan este texto se dieran cuenta de lo que en realidad implica, nunca lo usarían otra vez. En el contexto, la cita es acerca del ministerio de un hombre que estaba fuera de la voluntad de Dios. Lo más cerca que Pablo llegó a estar en ganar alguien para el Señor en todos esos años fue “por poco”.

Quite las comas y los dos puntos de Hechos 21:14:

     Y como no le pudimos persuadir [a Pablo] desistimos diciendo [dejamos de decir:] hágase la voluntad del Señor

En un momento sus amigos cristianos le decían a Pablo: “Haz la voluntad del Señor. No vayas a Jerusalén”. Trataron lo mejor que pudieron para persuadirle, pero como no le pudieron persuadir, dejaron de decir “haz la voluntad del Señor” porque Pablo estaba determinado a hacer su propia voluntad. Ahora la Biblia encaja como anillo al dedo, ahora tenemos la Palabra de Dios. Las comas y los dos puntos han sido todos añadidos por el hombre. En la Palabra de Dios original no había puntos, ni dos puntos, ni comas, ni puntos y comas, ni capítulos, ni versículos, ni títulos, ni referencias.


Todas estas cosas han pasado por períodos de cambio. En este estudio Poder Para la Vida Abundante en el cual estamos interesados en la precisión y en la integridad de la Palabra de Dios, debemos volver a esa Palabra original la cual fue dada cuando santos hombre de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. Debemos arrancar las teologías de los traductores las cuales han venido con las artimañas hechas por los hombres, y una vez más descubrir la perfecta Palabra respirada de Dios.

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