CAPÍTULO XII
EN SU VERSÍCULO
VICTOR PAUL WIERWILLE
2 Pedro 1:20 es un versículo con el cual
generalmente comienzo en mis clases. En este libro he examinado más
antecedentes para señalar la exactitud de la Palabra de modo que ahora estamos
listos para estudiar este versículo.
2
Pedro 1:20:
entendiendo primero esto, que ninguna
profecía de la Escritura es de interpretación privada
Esto es lo primero que tenemos que
entender si vamos a entender la grandeza de la revelación de Dios en Su
Palabra. Ninguna profecía, ningún versículo de la Escritura es de
interpretación privada.
Si yo digo: “Esto es lo que pienso que
significa”, estoy dando mi interpretación privada. Si usted dice: “Esto es lo
que pienso que quiere decir”, o si cualquier denominación escribe: “Esto es lo que nuestra denominación dice que
quiere decir”, tenemos interpretación privada. Déle a dos hombres el mismo
versículo de la Escritura y, por interpretarlo privadamente, llegarán a dos conclusiones
completamente divergentes. Todas nuestras separaciones en la cristiandad vienen
porque no estudiamos la Palabra desde su precisión inherente. No importa nada
lo que pensamos, o cuáles son nuestras opiniones. El elemento crucial es qué
dice la Palabra. Usted y yo tenemos que pensar de acuerdo a la precisión de la
Palabra.
2 Pedro 1:20 es el único sitio en que idios se traduce “privada”. En otros
lugares en la Biblia se traduce “su” o “propio”. La palabra “interpretación” es
la palabra griega epilusis la cual no
aparece en ningún otro lugar de la Biblia. La forma verbal de epilusis en griego es epiluo que quiere decir “soltar sobre”
así como cuando se suelta a un perro de cacería sobre la presa. Idios más epilusis es igual a: “de ninguna soltura personal”. Uno no deja simplemente
que su mente corra suelta como cuando se suelta a un perro sobre la presa; uno
no deja que la mente vague y dé toda clase de interpretaciones a la Escritura.
“Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de soltura
personal cualquiera”.
Después de eliminar la interpretación
privada, permanecen dos alternativas al interpretar la Palabra de Dios: (1) Ya
sea que no hay interpretación posible, o (2) la Palabra se tiene que
interpretar a sí misma.
Si no hay interpretación posible entonces
será mejor que nos olvidemos de todo el proyecto de entender la Palabra. Pero
éste no es el caso. Hay otra respuesta: la Palabra se interpreta a sí misma.
La Palabra se interpreta a sí misma en una
de tres formas: (1) se interpreta a sí misma en el versículo donde está escrita;
o (2) se interpreta a sí misma en su contexto; o (3) la interpretación puede
ser encontrada en su uso previo en la Palabra.
Fue una revelación admirable para nosotros
quienes hacemos investigación bíblica, descubrir que la gran mayoría de la
Palabra de Dios se interpreta a sí misma justamente donde está escrita. Yo
estimaría que desde Génesis hasta Apocalipsis, de un 85 a un 90 por ciento de
la Palabra de Dios se interpreta a sí misma en el versículo.
Si la interpretación es tan obvia, ¿por
qué no la hemos entendido? Primero que nada, no la hemos leído; y en segundo
lugar, no hemos recordado lo que leímos. Nos volvemos descuidados y leemos una
cosa en vez de otra.
Observemos algunos ejemplos donde la
Escritura se interpreta a sí misma en el versículo.
Génesis
1:1:
En el principio creó Dios los cielos y la
tierra.
¿Dónde se
interpreta a sí mismo este versículo? Uno no necesita ningún comentario para
entender este versículo.
Juan
3:16:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierdan,
mas tenga vida eterna.
¿Dónde se interpreta a sí mismo este
versículo? Ahí donde está escrito. Versículo tras versículo es justamente así.
Mateo
11:28:
Venid a mí todos lo que estáis trabajados y
cargados, y yo os haré descansar
Una persona no necesita un comentario, y
muchas veces ni siquiera un diccionario para entender estos versículos.
-1-
Una nota a la que debemos prestar atención
es que las palabras tienen que ser entendidas de acuerdo a las definiciones que
tenían para la época en que la traducción fue hecha. El significado de las
palabras cambia. Nosotros tendríamos un problema en tres semanas si se publicara
una nueva traducción hoy día, debido a cambios en definiciones y en uso de las
palabras.
Para ilustrar un cambio en expresión, pase
a Isaías 1:13:
No me traigáis más vana ofrenda; el
incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas,
no lo puedo sufrir...
“No lo puedo sufrir” bíblicamente quiere
decir “no lo puedo tolerar”. El Señor no podía tolerar todo el ritual del
incienso, la luna nueva y los días de reposo por el que todos pasaban en los
días de fiestas religiosas.
Marcos
7:9:
Les decía también: Bien invalidáis el
mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
“Bien” significa “con pleno conocimiento” en
el uso bíblico. “Con pleno conocimiento invalidáis el mandamiento de Dios”.
Mateo
25:35:
Porque tuve hambre, y me disteis de comer;
tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis.
“Recoger” a alguien es “darle hospitalidad”.
Estos ejemplos ilustran que debemos
entender que la Escritura se interpreta a sí misma en el versículo donde está
escrita, pero que algunas veces la palabra o palabras deben entenderse según el
uso cuando la traducción fue hecha.
-2-
Hay otro punto. Los versículos que se
interpretan a sí mismos tienen que estar en armonía con todas las otras
referencias bíblicas del mismo tópico. En Mateo 27 hay un versículo que
sobresale en la Palabra de Dios por su dificultad. En cada Semana Santa, cuando
se dan los sermones de las “siete palabras”, este versículo en particular es
despedazado.
Mateo
27:46:
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran
voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has desamparado?”
Este versículo
de la Escritura debería haber capturado nuestra atención desde el principio
mismo. ¿Por qué los traductores dejaron allí las palabras extranjeras? Esto
debió habernos motivado para iniciar una indagación en cuanto a la desviación
de lo usual por parte de los traductores.
Nosotros entendemos este versículo palabra
por palabra excepto por las palabras extranjeras. Sin embargo, este versículo
contradice a otros versículos en la Palabra de Dios. Parecería como si Dios
hubiese abandonado a Jesús porque Jesús se hizo pecado y Dios no podía aguantar
el pecado; por lo tanto dejó que Jesús muriera solo.
Vayamos a la Palabra y veamos exactamente
lo que la Palabra dice. Observe Juan 16:32.
He aquí la hora viene, y ha venido ya
[Jesús está hablando a sus apóstoles], en que seréis esparcidos cada uno por su
lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
Jesús hablaba del momento de su
crucifixión y de su muerte; él dijo: “El Padre está conmigo”. Sin embargo, en Mateo 27:46 dice: “Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Juan
10:30:
Yo y el Padre uno somos.
2
Corintios 5:19:
que Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo...
¿Cómo puede
“uno” ser separado? Observe Colosenses 2:9.
Porque en él [en Cristo] habita
corporalmente toda la plenitud de la Deidad.
¿Cómo vamos a separar la plenitud de la
Deidad la cual habitaba en la presencia de Cristo en la tierra? ¿Cómo podía
decir Jesús: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.
Hay muchos ejemplos en la Palabra que son
contradichos a gritos por Mateo 27:46. Mateo no puede hacer esto si es la
Palabra de Dios.
Lo que Cristo dijo en el momento en que
fue tomado en cautiverio está escrito en Mateo 26:53.
¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a
mi Padre, y que Él no me daría más de doce legiones de ángeles?
Uno tiene que estar en “términos
amistosos” con Dios para conseguir esa clase de ayuda. El Padre le habría dado
a Jesús 72.000 ángeles. Jesús podía haber salido inmediatamente de entre ese
grupo de hombres si él hubiera querido. ¿Por qué? Porque “yo y el Padre uno
somos”, “el Padre está conmigo”, “yo siempre hago la voluntad del Padre”. Jesús
tuvo que haber estado haciendo la voluntad de Dios cuando moría en esa cruz.
Sin embargo, Mateo 27:46 dice: “Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí,
¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”,
este versículo contradice al resto de la Palabra.
¿Cuál es el problema? Primero que nada,
las palabras extranjeras insertadas en ese versículo son palabras arameas.
Jesús hablaba arameo. (El arameo es llamado hebreo en la Versión Reina-Valera.
Más exactamente, podría haber sido llamado sirio caldeo). Estas palabras en
arameo son dejadas en esta Escritura particular porque los traductores realmente
no sabían qué hacer con ellas. Dejaron el versículo y añadieron la
interpretación en español. Hay todavía hoy en día algunos ejemplos más en el
Nuevo Testamento donde los traductores han permitido que las palabras en arameo
permanezcan en el texto.
La palabra eli quiere decir “Dios mío”, pero no hay palabra aramea como la
palabra lama. Hay una palabra lmna. Lmna es siempre un
grito de victoria, una declaración de “para este propósito”, o “por esta
razón”. La raíz de sabactani es shbk. Shbk quiere decir “reservar”, “dejar”, “guardar” o “mantener”.
Era cerca de la hora novena, las tres de
la tarde, cuando Jesús habló desde la cruz. Colgado de la cruz en esa hora
crucial, Jesús hizo esa proclamación desde lo profundo de su alma. “¡Dios mío,
Dios mío, para este propósito fui reservado, con este propósito fui guardado!”
Las últimas palabras que él profirió fueron: “Consumado es”. ¿Qué estaba consumado?
La redención de usted y la mía. Jesucristo había dado su propia vida. Aquel que
no conoció pecado se había vuelto pecado para que usted y yo pudiéramos ser
hechos la justicia de Dios en él. Su redención y la mía fueron entonces
consumadas. El siguiente versículo cronológicamente es Juan 19:30:
“...Y...entregó el espíritu”. Ellos no le quitaron su vida. No fueron los
clavos que traspasaron sus manos los que lo mantuvieron en esa cruz, ni tampoco
la cuerda atada alrededor de su cintura, ni tampoco los clavos que atravesaron
sus pies. ¿Por qué se mantuvo colgado en esa cruz? Porque Jesucristo nos amó.
Él podía haber salido de esa cruz. Podía haber tenido doce legiones de ángeles
a su mando. Pero siguió colgado de la cruz porque tanto nos amó que dio su vida
por nosotros. Cuando estaba muriendo en esa cruz él no exclamó: “Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has desamparado?”, sino “¡Dios mío, Dios mío, con este propósito
fui reservado, para este propósito fui guardado !”
Traducciones del lejano oriente dicen en
Mateo 27:46: “...Dios mío, Dios mío, para este propósito fui reservado”. Las
traducciones occidentales leen erróneamente:
“...Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.
Supongamos que usted tiene un hijo único y
en este momento su hijo se estuviera muriendo: ¿estaría usted sentado leyendo
este libro sobre la exactitud de la Palabra de Dios, o estaría con su hijo? Y
su hijo no ha hecho siempre la voluntad suya. Su hijo ha hecho cosas contrarias
a lo que usted hubiera querido. Aun así, usted querría estar con él. ¿Piensa
usted que Dios Todopoderoso no es tan bueno como usted? Jesucristo era el Hijo
unigénito de Dios y siempre hizo la voluntad del Padre. Cuando él moría en esa
cruz, ¿dónde piensa usted que estaba el Padre?. Con él.
Dios permaneció con Su Hijo. Esta no fue
solamente su hora triunfal, sino la nuestra también pues fue en este punto que
Jesucristo, el segundo Adán, cumplió todos los requisitos legales para nuestra
redención y salvación. Este era el propósito de Cristo. Ahora tenemos una
traducción precisa de Mateo 27:46, uno de los versículos más difíciles en la
Reina-Valera. Ahora este versículo calza con otros pasajes en la Palabra de
Dios.
Para reiterar puntos: (1) La Escritura
generalmente se interpreta a sí misma en el versículo donde está escrita; (2)
el vocabulario debe entenderse en los términos del día en que se hizo la traducción;
(3) toda la Escritura tiene que estar en armonía consigo misma; esto es, las
escrituras que se relacionan con un tema dado no se pueden contradecir la una a
la otra.
-3-
Ahora prosigamos en el asunto del desarrollo
narrativo. Desarrollo narrativo quiere decir que varios pasajes de la
escritura en un incidente o tema idénticos pueden aumentar la información dada
en cada uno. Cada pasaje de escritura relacionado al mismo incidente puede que
no dé los mismos detalles pero las Escrituras tienen que complementarse y estar
de acuerdo entre sí o no tenemos la verdadera Palabra de Dios.
Una trampa que debemos evitar ahora es que
no llamemos idénticas a situaciones que solamente son similares. Por ejemplo,
si en un Evangelio hay dos hombres saliendo de una cierta ciudad y hablándole a
Jesús, y en otro Evangelio hay un hombre saliendo de la ciudad y hablándole a Jesús,
estas situaciones no son idénticas. ¿Cenó usted hoy? ¿Cenó usted ayer?
Supongamos que usted comió un emparedado de mortadela y tomó té ayer, y hoy
usted de nuevo come un emparedado de mortadela y té. ¿Fue la cena idéntica o
similar? No podía haber sido idéntica porque usted no comió el mismo emparedado
hoy día, o bebió exactamente el mismo té que bebió ayer. El tiempo, el momento
era diferente, veinticuatro horas de separación, luego las situaciones eran
similares pero no idénticas.
Al estudiar el desarrollo de situaciones
idénticas en varios pasajes de Escritura, se vuelve vitalmente importante el
observar la Palabra con un ojo aguzado y una mente perceptiva para ver la
profundidad de ella. Por ejemplo: Mateo puede decir algo con respecto a una
situación; Marcos, por el otro lado, hablando de la idéntica situación, puede
que no diga lo que dijo Mateo, pero él podría dar otros detalles que Mateo no
dio. Sin embargo, lo que Marcos añadiría a Mateo, no podría contradecir aquello
que dijo Mateo, o la situación no sería idéntica. Si las situaciones son
idénticas, aquello que es presentado en una Escritura no puede contradecir a lo
que se presenta en la otra.
Observemos una narración altamente
desarrollada que tiene que ver con la crucifixión de Cristo. Mateo, Marcos
Lucas y Juan hablan del mismo incidente, pero cada uno da distintos detalles
acerca de la crucifixión. Una vez que se juntan todas las cuatro narraciones
tenemos un cuadro total y expansivo sin tacha.
Mateo
27:35-37:
Cuando
le hubieron crucificado [a Jesús], repartieron entre sí sus vestidos, echando
suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis
vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.
Y sentados le guardaban
allí.
Y pusieron sobre su cabeza su causa
escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.
Aquí está la secuencia cronológica de
eventos: (1) crucificaron a Jesús, (2) repartieran sus vestiduras, (3) pusieron
sobre su cabeza su causa (acusación). Antes que los soldados repartieran sus
vestiduras, se sentaron. En el Oriente cuando una persona se sienta, permanece
sentada por un rato. No se sienta para levantarse enseguida. Después de sentarse
por un rato los soldados pusieron sobre su cabeza su causa. Para conseguir esta
causa puede que hayan tenido que ir a Jerusalén para conseguir permiso y luego
tuvieron que hacer el letrero. Todo esto toma tiempo. Eso es exactamente lo que
indica Mateo.
Mateo
27:38:
Entonces [después de todo eso] crucificaron
con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.
La versión Reina-Valera dice: “dos
ladrones”; las palabras griegas son duo
lestai de las cuales duo es
“dos”, y lestai es “robadores --ladrones que planean deliberadamente y hacen
sus asaltos al descubierto, actuando con violencia o con fuerza”. Duo lestai, dos robadores, fueron
crucificados con Jesús después de un tiempo intermedio.
Mateo nos dice que los soldados tomaron a
Jesús y le crucificaron; se sentaron y le guardaron; pusieron su causa sobre su
cabeza; y entonces crucificaron a dos ladrones, robadores, uno a la
derecha y otro a la izquierda.
Hay otra observación que debe hacerse
acerca de Mateo 27:44:
Lo mismo le injuriaban también los ladrones
[los robadores, los duo lestai] que
estaban crucificados con él.
La galería de gente en la crucifixión
estaba diciendo, como los versículos anteriores indican: “Confió en Dios; que
se salve ahora”; pronto los dos robadores entraron en la conversación y ambos
“le injuriaban”. Ellos decían a Jesús: “Si tú eres verdaderamente el Hijo de
Dios, ¿por qué no bajas de esa cruz?” Los dos robadores le injuriaban. Esto es
lo que Mateo declara.
La siguiente declaración de los evangelios
sobre la crucifixión se encuentra en Marcos 15:26, 27, 32. Marcos no escribió
información adicional a lo que se da en los otros evangelios. Luego, para
ahorrar tiempo, vayamos a Lucas 23:32:
Llevaban también con él a otros dos, que
eran malhechores [kakourgoi,
malhechores, no robadores] para ser muertos.
Cuando
llevaban a Jesucristo de Jerusalén al Calvario, llevaron con él, nos dice
Lucas, a dos malhechores. Un malhechor es uno que hace mal. Un robador, por
ejemplo, sería un malhechor; pero no todo malhechor sería un robador. Un
asesino, por ejemplo, es uno que hace mal; pero no todo el que hace mal es un
asesino. Cuando sacaban a Jesús de Jerusalén, de acuerdo con el Evangelio de
Lucas, llevaban con él a dos malhechores para ser muertos.
Lucas
23:33:
Y cuando llegaron al lugar llamado de la
Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a
la izquierda.
La palabra “malhechor” es la palabra kakourgos; la palabra “robadores” es lestai. Lucas usa una palabra totalmente
diferente porque la gente involucrada es gente totalmente diferente. No eran
dos robadores; ellos eran dos kakourgoi,
malhechores quienes fueron traídos al mismo tiempo que Jesús para ser
crucificados.
Lucas
23:39, 40:
Y uno de los malhechores que estaban colgados
le injuriaba, diciendo: Si tu eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
Respondiendo el otro, le reprendió [al
primer malhechor], diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma
condenación?
Los dos robadores, de acuerdo con Mateo,
“lo mismo le injuriaban”. Pero en el Evangelio de Lucas sólo uno de los
malhechores le habló injuriosamente a Jesús; el otro le dijo al malhechor:
“Será mejor que te calles porque tú estás en la misma condenación en que él
está”. ¿Cómo puede cualquier persona, lógicamente, decir que los dos robadores
presentados en Mateo son los mismos que los dos malhechores en Lucas? En Mateo,
los soldados crucificaron a Jesús, repartieron sus vestiduras, se sentaron,
pusieron su causa escrita sobre la cruz, entonces trajeron a los robadores.
Mientras que, según Lucas, los soldados llevaron a los dos malhechores con
Jesús para ser muertos.
El juntar las dos declaraciones de Mateo y
Lucas es sencillo. Cuando Jesús fue llevado para ser crucificado, llevaron con
él a dos malhechores. Los soldados crucificaron a Jesús y a los malhechores,
uno a la derecha y otro a la izquierda. Los dos robadores injuriaron a Jesús,
pero sólo uno de los malhechores le injurió. Al malhechor concienzudo quien le
dijo a Jesús: “...Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”, Jesús le dijo:
“De cierto te digo hoy [que] estarás [tiempo futuro] conmigo en el paraíso”.
De acuerdo con la exacta Palabra de Dios,
¿cuántos hombres fueron crucificados con Jesús? Dos malhechores más los dos
ladrones son cuatro personas. Toda la enseñanza que nosotros hemos tenido que
dice que Jesús estaba en la cruz del centro con un reo a la derecha y el otro a
la izquierda está demostrada que es falsa. La razón por la que hemos creído
esto es que en vez de leer la Palabra le creímos a las pinturas que hemos
visto. Cuando una persona va a la Palabra de Dios y ve el desarrollo narrativo
de Mateo y Lucas en una situación idéntica, se ve muy claramente que hubo
cuatro crucificados con Jesús.
El pasaje de la crucifixión obtenido de los
tres Evangelios es un ejemplo de cómo la Escritura se interpreta a sí misma en
desarrollo narrativo o bíblico. Observe el tiempo y note el lugar de acción.
Una Escritura puede decir algunos detalles y otra puede decir otros; pero una
Escritura no puede contradecir lo que la otra Escritura dice. De Mateo, Marcos
y Lucas uno observa que hubo cuatro hombres finalmente crucificados con Jesús.
Tenemos una declaración del Evangelio que
nos queda por considerar: la de Juan. Mateo, Marcos y Lucas estaban específicamente
interesados en el tiempo mientras que Juan se interesa en el lugar de la
acción.
Juan
19:18:
y allí le crucificaron, y con él a otros
dos, uno a cada lado, Jesús en medio.
Mateo nos
informó que hubo dos robadores crucificados; Lucas nos informó que hubo dos malhechores,
lo cual hace un total de cuatro hombres. Pero Juan dice: “Y allí le crucificaron,
y con él a otros dos, uno a cada lado”. Si sólo hubo uno a cada lado, uno más
uno son dos. Ahora tenemos una discrepancia aparente.
Recuerde que cuando hay una discrepancia
aparente, el primer lugar donde miramos es en nuestras mentes. ¿Entendemos lo
que está escrito? Si entendemos lo que está escrito, como lo hacemos aquí,
entonces el error sólo puede estar en
algún otro lugar y es en la traducción, pues la verdadera Palabra de Dios no se
puede contradecir a sí misma.
Juan nos dice, según la Reina-Valera: “y
allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio”.
Una traducción del texto de Esteban, del cual fue traducida la Versión
Reina-Valera, dice en Juan 19:18: “y con él, otros dos en este lado y en aquel
lado”.
No hay palabra griega alguna
correspondiente a “uno”. Los traductores de la Reina-Valera añadieron la
palabra “uno”. Si la palabra “uno” no está en los textos críticos griegos, ¿por
qué está en la Reina-Valera? Porque para el año 1569 el mundo occidental había
sido tan indoctrinado por una pintura que mostraba a Jesús en una cruz con un
malhechor a cada lado de él, que cuando los traductores estaban traduciendo
este versículo particular del capítulo diecinueve de Juan, ellos insertaron la
palabra “uno”.
Quite las comas y la palabra “uno” y lea
el versículo de nuevo. “Y allí le crucificaron y con él a otros dos a cada lado
y Jesús en medio”. Las mismas palabras, enteuthen kai enteuthen, se usan en
Apocalipsis 22:2.
En medio de la calle de la ciudad, y a uno
y otro lado del río... Entheuthen kai
entheuthen es traducido “a uno y otro lado”. Estas palabras son las mismas
palabras que se usan en los evangelios con la excepción de que Juan tiene la
palabra duo. Duo enteuthen kai enteuthen es igual a “dos a este lado y dos en el
otro lado y Jesús en el medio”. ¡Qué gran exactitud de la Palabra de Dios!
Juan
19:32:
Vinieron, pues, los soldados, y quebraron
las piernas al primero [uno de los robadores], y asimismo al otro [uno de los
malhechores] que había sido crucificado con [el prefijo] sun quiere decir [“en cercana proximidad con”] él [dando a entender
el primer robador].
Para ilustrar cómo se nos ha enseñado mal
acerca de lo que los soldados hicieron para romper las piernas de los llamados
dos ladrones: los soldados rompieron las piernas del primero; luego tienen que
haber pasado por alto a Jesús caminando alrededor de su cruz (la cual era en
realidad un madero) y llegar donde el segundo llamado ladrón. Finalmente estos
soldados regresaron donde Jesús y dijeron: “Dios mío, él ya está muerto”. Este
tipo de rutina no es muy razonable. Es más, no tiene sentido. Cuando usted lee
la exactitud de la Palabra, los soldados vinieron y rompieron las piernas del
primero (robador) y del siguiente (malhechor) avanzando en la fila; cuando los
soldados llegaron a Jesús en el tercer lugar, lo encontraron ya muerto.
“Vinieron, pues, los soldados, y quebraron
las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él”.
¿Quién era “el otro que había sido crucificado con [con] él?” Lucas dijo que cuando
sacaron a Jesús de Jerusalén, llevaban dos malhechores con él. “Vinieron... los
soldados y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido
crucificado con él”, que era el malhechor.
La palabra “otro” en el
versículo 32 --“y al otro que había sido crucificado con él”-- es otra clave
para añadir a la prueba que cuatro hombres fueron crucificados con Jesús. Hay
dos palabras diferentes que se traducen “otro” en Juan 19 y en Lucas 23. Una
palabra es heteros, y la otra palabra
griega es allos. Tanto heteros como allos se traducen “otro”, pero heteros
quiere decir “otro cuando sólo dos pueden estar involucrados” mientras que allos quiere decir “otro cuando más de dos pueden estar involucrados”. La
palabra “otro” en Juan 19:32 es allos.
Se usa allos cuando más de dos pueden estar involucrados. Dos malhechores,
dos ladrones y Jesús están involucrados, sumando cinco. Luego los soldados
quebraron las piernas del primero y del otro (allos) de los cinco involucrados.
En Lucas 23:32, también se usa “otro”.
Llevaban
también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos.
¿Cuál palabra griega tiene que
usarse para tener la verdadera Palabra? La palabra es heteros porque sólo dos categorías están involucradas: Jesús y los
malhechores. Esta es la precisión aguda de la Palabra de Dios.
Cuando llevaron a Jesús, llevaron a dos
malhechores con él. Más tarde, después de que los soldados habían crucificado a
Jesús, repartieron sus vestiduras, echaron suertes, se sentaron, pusieron una
acusación (causa), entonces, finalmente, trajeron dos robadores y los
crucificaron. Cuando vinieron los soldados, quebraron las piernas del primero y
del otro (el allos, más de dos involucrados);
pero habiendo llegado a Jesús, encontraron que él ya estaba muerto. ¿Por qué?
Porque los profetas de antiguo habían profetizado que nadie quebraría jamás las
piernas del Mesías. (Salmos 34:20, Éxodo 12:46, Números 19:12). Los judíos y
soldados no le quitaron la vida a Jesús sobre la cruz del Calvario; él la entregó,
él dio su vida. Él no murió porque lo crucificaron; él murió porque se dio a sí
mismo por usted y por mí. Esta es la exactitud con que encaja la Palabra de
Dios, y éste es el uso extraordinario de la Palabra a medida que desarrolla las
Escrituras interpretándose a sí misma justamente donde está escrita. Al
comparar Escrituras en un incidente idéntico, las Escrituras se pueden complementar
entre sí, pero nunca contradecirse la una a la otra si es que tenemos la verdadera
Palabra.
Mientras estudiamos cómo se desarrollan
los pasajes bíblicos que conciernen situaciones idénticas, debemos estudiar la
gran exactitud del día en que Jesucristo murió y el día en que resucitó de
entre los muertos.
Años atrás, cuando yo estaba
enseñando en India, un líder del gobierno de buena reputación, un hindú educado
en una escuela norteamericana me preguntó: “Dr. Wierwille, ¿en qué día murió
Jesucristo?” El hombre continuó: “Le he pedido a misionero tras misionero que
me expliquen cómo obtienen tres días y tres noches desde el Viernes Santo hasta
el Domingo de la Resurrección en la mañana”. A pesar de que este hombre
inteligente había sido entrenado en una escuela misionera, seguía siendo hindú
porque los misioneros entendían menos que él sobre la Palabra. El hombre hizo
notar a Mateo 12:40: “porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres
días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra
tres días y tres noches”.
“Más aun”, dijo él, “qué me
dice de la escritura en 1 Corintios 15:4, donde su Biblia declara que
Jesucristo “...fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras”. ¿Cómo pudo Jesús estar muerto tres días y tres noches desde el
Viernes Santo hasta el Domingo de Resurrección, y aún resucitar al tercer día?
El funcionario hindú y yo tuvimos una
buena discusión exponiendo la Palabra con los principios que una Escritura no
dice necesariamente la historia completa, pero que escrituras complementarias
acerca de una situación idéntica no se pueden contradecir la una a la otra.
Primero, examinemos la enseñanza
tradicional con respecto a la muerte y resurrección de Jesús. El relato en
Mateo decía que Jesús estaría tres días y tres noches en el corazón de la
tierra. Mateo no dice que Jesús estaría en el corazón de la tierra desde el
momento en que murió, sino desde el momento en que fue sepultado. Nosotros les
daremos a las personas el beneficio de la duda, sin embargo, y les tomaremos en
cuenta desde el momento en que murió, lo cual sería desde las 3:00 p.m. en el
Viernes Santo. Si se marca el tiempo desde el viernes a las 3:00 p.m. tenemos
un día y una noche; ahora si Jesús resucitó temprano en la mañana del Domingo
de Resurrección --ajustando el tiempo lo más que se puede-- lo más que podemos
obtener es tres días y dos noches. Los tradicionalistas dicen que Mateo no
quería decir literalmente tres días y tres noches, lo que quiere decir es “segmentos”,
cualquier porción de un día puede ser contada como un día. Esta es una
enseñanza falaz pues cada vez que la Palabra de Dios menciona un día y una
noche, no es una porción de tiempo; un día y una noche o una noche y un día es
un período literal de veinticuatro horas. La razón por la que la noche viene
antes del día en la Palabra de Dios es que la cuenta del tiempo de los judíos
comenzaba con la puesta del sol de modo que la noche precedía a las horas de
luz de un día. Mateo 12:40 dijo “tres días y tres noches” lo cual significaría
tres períodos de veinticuatro horas cada uno. ¿Cómo pueden figurarse tres días
y tres noches desde el Viernes Santo a las 3:00 p.m. hasta la mañana del
Domingo de Resurrección? El Domingo de Resurrección en la mañana (que sería el
tercer día), Jesucristo ya había resucitado; entonces ¿dónde está la tercera
noche? Vamos a estudiar en la misma forma en que investigamos los hombres crucificados
con Jesús.
Cuando la Palabra de Dios encaja, no hay
contradicciones, no hay errores. Debemos ir a la Palabra de Dios para averiguar
el día, la hora y los detalles involucrados en la crucifixión de Jesús, su
entierro y su resurrección para tener la Palabra de Dios correctamente dividida.
Según la Palabra de Dios, el primer día de
la Pascua era siempre una convocación santa, un día solemne, un día de reposo.
Por ejemplo, si el primer día de la Pascua caía martes, ese martes era un día
de reposo. Si el primer día de la Pascua caía en un día de reposo semanal, en
un sábado, entonces aún era un día solemne y tendría preeminencia sobre el día
de reposo semanal. Esto es similar a nuestros días de fiesta. Por ejemplo, si
resulta que Navidad cae martes, es un día de fiesta; pero si Navidad cae
domingo, el día especial de Navidad toma prioridad sobre el domingo semanal.
Este punto tiene relación con la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
El primer día de la Pascua era siempre el
día quince en el mes de Nisán, el primer mes del año.
Levítico
23:5:
en el mes primero [Nisán], a los catorce
del mes, entre las dos tardes [a la puesta del sol], pascua es de Jehová.
“Entre las dos
tardes” es un modismo hebreo que significa a “la puesta del sol”. Porque la
puesta del sol, según la manera hebrea de contar el tiempo, marca el fin de un
día y el comienzo del siguiente día, “a los catorce del mes, entre las dos
tardes [a la puesta del sol]” significa “al fin del día catorce y al comienzo
del día quince”. Al fin del día catorce de Nisán, y, por eso, con el comienzo
del día quince de Nisán, comienza la Pascua.
Levítico
23:6, 7:
Y a los quince días de este mes es la
fiesta solemne de los panes sin levadura [la cual es la Pascua] a Jehová: siete
días comeréis panes sin levadura.
El primer día tendréis santa convocación...
El primer día de la Pascua, el quince,
siempre será una santa convocación, un día de reposo, un día solemne.
Levítico
23:
Y ofreceréis a Jehová siete días ofrenda
encendida; el séptimo día será santa convocación...
En otras palabras, el primer día de la
Pascua y el séptimo día de la pascua eran días de reposo, días de santa
convocación.
Reunamos más versículos de Escritura para
entender la manera judía de contar el tiempo.
Éxodo
12:2:
Este mes [Abib o Nisán] os será principio
de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año.
Éxodo
13:4:
Vosotros salís hoy en el mes de Abib.
El
nombre del mes de Abib fue cambiado más tarde, después del cautiverio en
Babilonia, al mes de Nisán. En Ester 3:7, que fue escrito después del
cautiverio en Babilonia, dice: “En el mes primero, que es el mes de Nisán...”
El mes de Abib, el primer mes, es el único mes al que Dios le dio nombre en la
Biblia. Dios se refiere a todos los otros meses como el segundo, el tercero, el
cuarto, el quinto, el sexto, el séptimo y así sucesivamente. Cuando el hombre
cambió el nombre del primer mes de Abib a Nisán, también le dio nombres a los
otros meses a los cuales Dios solamente había numerado. En el primer mes del
año y en el día quince, era la Pascua. Así que el día anterior a la pascua era
lógicamente el catorce de Nisán o Abib.
Hay más documentación del tiempo de la
muerte de Jesús en el Evangelio de Juan.
Juan
19:31:
Entonces los judíos, por cuanto era la
preparación de la pascua [el día anterior al quince de Nisán], a fin de que los
cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo
era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y
fuesen quitados de allí.
La Palabra declara claramente que era el
día de la preparación de la Pascua, el cual sería el día anterior a la Pascua,
el catorce de Nisán; los cuerpos no podían permanecer en la cruz ese día
solemne. El punto mayor de confusión entre los estudiosos ha sido que no han diferenciado
entre el día de reposo, el primer día de la fiesta de la Pascua, y el sábado
semanal. El día anterior al sábado semanal era el viernes, por esto la
enseñanza que Jesús murió el viernes. Pero la Pascua no era el sábado semanal,
como lo dice Juan. Este punto hasta está en paréntesis en la Versión
Reina-Valera: “(pues aquel día de reposo era de gran solemnidad)”. Jesús fue
crucificado el día anterior a una santa convocación, anterior a un día
especial, el día solemne, el cual era el primer día de la fiesta de los panes
sin levadura, la pascua. Todavía está por verse en cuál día de la semana fue
crucificado Jesús.
En lo que respecta al tiempo de la
resurrección de Jesucristo, todos los cuatro evangelios claramente están de
acuerdo.
Mateo
28:1:
Pasado el día de reposo [éste es el sábado
semanal], al amanecer del primer día de la semana [al que usted y yo conocemos como domingo], vinieron María
Magdalena y la otra María a ver el sepulcro.
Esto es temprano en la mañana del domingo.
En el versículo 6 el reporte fue que “No está aquí, pues ha resucitado...” No
dice en el versículo 6 que él resucitó en la mañana de lo que nosotros llamamos
Domingo de Resurrección. Dice que para cuando las mujeres llegaron a la tumba,
el reporte del ángel a las mujeres fue que Jesús no estaba allí pues ya había
resucitado.
Marcos
16:1 y 6:
Cuando pasó el día de reposo, María
Magdalena, María la madre de Jacobo y Salomé, compraron especias aromáticas
para ir a ungirle.
Más él [el ángel] les dijo: No os asustéis;
buscáis a Jesús Nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí;
mirad el lugar en donde le pusieron.
No dice que él acababa de levantarse. La
declaración del ángel fue: “Él ya se ha levantado”.
En Lucas 24:6 el ángel declara a aquellos
en el lugar de la sepultura el domingo por la mañana: “No está aquí, sino que
ha resucitado...” De nuevo, la Palabra simplemente declara que él ya se había
levantado.
No dice en Mateo, Marcos o Lucas
exactamente cuándo resucitó, pero sí dice que para cuando vinieron las mujeres,
lo cual fue muy temprano, Cristo ya había resucitado. Ninguno de los evangelios
--Mateo, Marcos, Lucas o Juan-- dice que Cristo resucitó en la mañana del
Domingo de Resurrección. Eso es tradición, no la Palabra.
Para juntar las piezas, vamos a tener que
ir a otros lugares en la Palabra para averiguar precisamente cuándo murió
Jesucristo y cuándo resucitó.
Mateo
12:40:
Porque como estuvo Jonás en el vientre del
gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón
de la tierra tres días y tres noches.
La Biblia ocasionalmente usa la palabra
“día” como una expresión idiomática queriendo decir una porción de tiempo, pero
cuando se usan juntos “día y noche”, el tiempo debe ser tomado literalmente.
Jesús debía estar enterrado tres días y tres noches, lo que es igual a setenta
y dos horas.
Una norma legal está involucrada en los
“tres días y tres noches en el corazón de la tierra”. En los tiempos bíblicos
nadie podía ser declarado muerto oficialmente hasta haber estado enterrado por
setenta y dos horas, tres días y tres noches. ¿Por qué no resucitó Dios a Jesús
inmediatamente después de que fue enterrado puesto que Dios, obviamente, tenía
el poder? La razón por la que Dios no resucitó al Señor Jesucristo
inmediatamente después de su entierro es que Jesús tenía que cumplir la ley;
eso es, que él tenía que estar en la tumba por tres días y tres noches y no solamente
parte de ellos.
Nuestro fracaso en haber reconocido que el
primer día de la Pascua era un día de reposo de gran solemnidad, un día de
fiesta, una convocación especial, y nuestro fracaso en entender que el día
judío comenzaba a las 6:00 p.m. o a la puesta del sol, ha causado la mayor
parte de la dificultad en cuanto al tiempo de la muerte y resurrección de
Jesucristo. La Biblia dice en Juan 19:31 que Jesús fue crucificado y sepultado
en el día de la preparación, el decimocuarto día de Nisán. La Palabra nos dice
que Jesús murió cerca de las 3:00 p.m. en nuestro tiempo, lo cual es la hora novena
según la cuenta judía. Jesús tenía que ser sepultado antes de la puesta del sol
porque la puesta del sol comenzaba el siguiente día que era la pascua. Era en
contra de la ley judía el ocuparse en entierros y otras actividades serviles en
la pascua y por esto los soldados tuvieron que quebrar las piernas de los otros
crucificados con Jesús. Los soldados tenían que completar su trabajo antes del
crepúsculo lo cual era el principio del quince de Nisán, la Pascua.
Jesús murió a
las 3:00 p.m. y fue sepultado antes de la puesta del sol en el catorce de Nisán.
Jesús tenía que estar sepultado tres noches y días completos para cumplir con
la ley. Para obtener tres noches y tres días completos comenzando con el
crepúsculo en el quince de Nisán, las setenta y dos horas de duración
terminarían con la tarde del diecisiete de Nisán. Jesús tuvo que haber sido
enterrado entre las 3:00 p.m. y la puesta del sol en el catorce de Nisán.
Entonces esa fue la hora en que fue resucitado en el diecisiete de Nisán, setenta
y dos horas más tarde. Ahora tenemos que contar para atrás para ver los días de
la semana. Sabemos que cuando María Magdalena vino a la tumba temprano en el domingo, el primer
día de la semana, la tumba ya estaba vacía y Cristo ya había resucitado. Luego
Cristo tuvo que haber resucitado en algún momento entre las 3:00 y la puesta del
sol en el sábado, el diecisiete de Nisán. Eso quiere decir que él tendría que
haber sido enterrado entre las 3:00 y la puesta del sol en el miércoles, el
catorce de Nisán, tres días y tres noches, o setenta y dos horas antes.
Jesucristo cumplió literalmente la ley; él llevó a cabo la Palabra de Dios al
ser enterrado en la tarde del miércoles y resucitado setenta y dos horas más
tarde en la tarde del sábado.
Ahora, no voy a proponer que se cambie a
Miércoles Santo en vez de Viernes Santo pues el libro de Colosenses dice que
nosotros no debemos ser observadores de días o tiempos u horas especiales. Pero
me voy a apegar a la precisión de la Palabra de Dios y reconocer su verdad. Las
piezas del rompecabezas caen en su lugar cuando se dividen correctamente los
días de los meses, cuando se dividen correctamente las horas de los días, y
cuando se entienden los días especiales. Esto junta la historia completa de la
muerte y la resurrección de Jesucristo. La Palabra de Dios siempre es así de
exacta.
Estudios Sobre la Vida Abundante, Volumen
III, contiene el estudio minucioso de este tópico en el capítulo titulado “El
Día en que Jesucristo murió”.
En Lucas 24:21 leemos de dos discípulos en
el camino a Emaús en el primer día de la semana.
Lucas
24:21:
Pero nosotros esperábamos que él era el que
había de redimir a Israel, y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer
día que esto ha acontecido.
Esta es la Escritura que los incrédulos
van a dudar después de haber sido enseñados la gran precisión de la Palabra. En
el lenguaje de cuando se tradujo la Reina-Valera, la usanza de la expresión
“hoy es ya el tercer día que” quería decir que era el cuarto día porque en el
cuarto día ya habían pasado tres días. La traducción de Moffatt al inglés
presenta esta escritura muy clara y precisa. Él la tradujo: “y ya hace tres
días”.
El arameo lo tiene como sigue: “Y he aquí,
tres días han pasado desde que sucedieron todas estas cosas”. Vea cuán exacta
se vuelve realmente la Palabra.
Tal vez alguno le preguntará a usted ahora
como se me ha preguntado cientos de veces: “¿Cuál es la diferencia si Jesús
murió el miércoles y fue resucitado el sábado? ¿Y qué si fueron cuatro los
crucificados con Jesús?” ¿Hay alguna diferencia? Hay toda la diferencia entre
una Palabra exacta y sin errores y un revoltillo de palabras que se derrumba.
Sí, importa. Nosotros reconocemos la importancia de la exactitud en todos los
otros campos excepto en la Palabra de Dios. Cuando vamos a un banco, demandamos
exactitud. Si fuésemos astronautas dentro de una cápsula y listos para la
cuenta regresiva, demandaríamos precisión. ¡Cuánto más necesitamos precisión y
exactitud en la grandeza de la Palabra de Dios, para tener una reserva de
dinero en el espacio estelar del cielo! Si Dios pensó que era suficientemente
importante como para sacrificar a Su Hijo Unigénito por la integridad de Su
Palabra, entonces deberíamos pensar que es supremamente importante el dividir
correcta y exactamente esa Palabra.
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