CAPÍTULO XV
A QUIÉN SE LE
HA ESCRITO LA PALABRA
VICTOR PAUL WIERWILLE
La mayoría de la gente cree que toda la
Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis, está escrita para ellos. Esto no es
verdad. La creencia de que toda la Palabra de Dios está escrita para todos a lo
largo de la historia ha causado confusión y contradicción en la división
correcta de la Palabra. Hay algunos pasajes en la Palabra de Dios que
simplemente no calzan con otras secciones a menos que entendamos a quién está
dirigido el pasaje específicamente.
Suponga que yo recibiera una carta hoy
dirigida a Victor Paul Wierwille. ¿Está dirigida a la señora Wierwille? No.
Tiene mi nombre. Pero supongamos que ella lee mi carta; ¿podría ella acaso
aprender algo de la información en la carta?
Así es también cuando se trata de la
Palabra de Dios. Aquella parte que está dirigida a nosotros tiene que ser
aplicada por nosotros. Todo el resto de la Escritura que no tiene nuestro
nombre en ella, que no está dirigida a nosotros, es para nuestro aprendizaje.
¿A cuántos grupos de gente pueden ser
dirigidos diferentes segmentos de la Palabra?
En 1 Corintios 10:32 Dios muestra Su sistema de clasificación.
1
Corintios 10:32:
No seáis tropiezo ni a judíos, ni a
gentiles, ni a la iglesia de Dios.
Dios enumera a los judíos, a los gentiles
y a la Iglesia de Dios, tres categorías. Gálatas 3:28 dice que una persona es o
judío o gentil hasta que vuelve a nacer del Espíritu de Dios, momento en el
cual se une a la Iglesia de Dios. Toda la Biblia está dirigida a uno u otro de
estos tres grupos. A menos que uno entienda a quién está escrito un pasaje o
libro o sección, nunca podrá dividir correctamente la Palabra de Verdad.
Romanos fue escrita después de
Pentecostés, el día en el cual la Iglesia fue fundada, la Iglesia a la que
pertenecemos usted y yo.
Romanos
15:4:
Porque las cosas que se escribieron antes
[antes del día de Pentecostés], para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de
que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
Aquellas cosas escritas antes del día de
Pentecostés no están dirigidas a nosotros pero son para
nuestra enseñanza.
En 1 Corintios se nos muestra la misma
verdad de entender a quién está dirigida la Palabra.
1
Corintios 10:11:
Y estas cosas les acontecieron [a Israel]
como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han
alcanzado los fines de los siglos.
Toda la Escritura antes de Pentecostés no
está dirigida a nosotros, pero es para nuestra enseñanza. Nadie pudo nacer de
nuevo y pertenecer a la Iglesia de Dios hasta que la Iglesia fue establecida en
Pentecostés. Por esto la Palabra dice en 1 Corintios 10:11 que toda la
Escritura anterior a Pentecostés es una amonestación para aquellos que
pertenecemos a la Iglesia de Dios.
Entonces, ¿qué me dice de las leyes de
Éxodo, Levítico y Números; todas esas cosas en el Antiguo Testamento? ¿Están
dirigidas a nosotros? No. ¿A quién están dirigidas? Están dirigidas a los
judíos o a los gentiles porque la Iglesia de Dios todavía no existía. El Antiguo
Testamento, por lo tanto, tiene que ser para nuestra enseñanza. No está
dirigido a nosotros, no tiene nuestro nombre en él; pero nos puede ayudar a
aprender. Por ejemplo, los diez mandamientos no están escritos a
nosotros, pero podemos aprender de ellos. Sin embargo, en las iglesias Protestantes
todavía se enseña como si los diez mandamientos fueran específicamente para
nosotros en vez de ser para nuestro aprendizaje. Toda la Escritura antes del
día de Pentecostés es para nuestro aprendizaje, así que los diez mandamientos
del Antiguo Testamento, junto con otros, son para nuestra enseñanza.
Hasta este
punto, la gente generalmente entiende. Pero lleve esta clave ahora un paso más
adelante en el proceso de dividir exactamente la Palabra de Dios. ¿A quiénes
fueron dirigidos los evangelios? ¿A un período antes o después de Pentecostés?
La Biblia indica que los cuatro evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan,
comienzan básicamente con el nacimiento de Cristo y terminan con su ascensión
diez días antes del día de Pentecostés. Luego, ¿están dirigidos a nosotros los
evangelios? No si la Palabra de Dios es cierta, pues Romanos dice que toda la
Escritura anterior al día de Pentecostés es para nuestra enseñanza y los
evangelios obviamente vienen antes del día de la fundación de la Iglesia de
Dios. Los pasajes en los evangelios están dirigidos unas veces a Israel y otras
veces a los gentiles pero nunca a la
Iglesia de Dios. Uno de los errores más grandes en la traducción de la Biblia
fue poner los cuatro evangelios en el Nuevo Testamento. Los evangelios pertenecen
lógicamente al Antiguo Testamento. Jesús vino a Israel, su propia gente. Él fue
el profeta que cumplió la ley del Antiguo Testamento; por lo tanto, los
evangelios completan el Antiguo Testamento.
Romanos dice que Jesucristo fue un siervo
para la circuncisión.
Romanos
15:8:
Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser
siervo de [para] la circuncisión.
Yo no pertenezco a la circuncisión, ni
tampoco usted si es que usted ha vuelto a nacer del Espíritu de Dios, porque si
somos nacidos de nuevo del Espíritu de Dios, pertenecemos a la Iglesia de Dios
en la cual no hay ni judío ni gentil. Jesucristo no vino para dar comienzo a la
Iglesia en el día de Pentecostés; Jesucristo vino como un ministro para la
circuncisión. Él fue la consumación, el cumplimiento del pacto antiguo, el Antiguo
Testamento.
De haber estado los evangelios en el
Antiguo Testamento en vez de al comienzo del Nuevo Testamento, se hubiera
podido evitar mucha confusión. El Nuevo Testamento comienza en realidad con el
libro de Romanos, siendo Hechos el libro de transición entre el antiguo pacto y
el nuevo. El libro de Hechos da la historia del surgimiento y la expansión de
la Iglesia cristiana; diciendo que en el día de Pentecostés hombres volvieron a
nacer del Espíritu de Dios y fueron llenos del poder del espíritu santo y que
la Iglesia siguió creciendo. Luego el libro de Romanos dirige su contenido
informativo a la Iglesia con algunas secciones dirigidas específicamente a los
judíos o a los gentiles. Toda la Escritura antes de Hechos y Pentecostés es
para nuestra enseñanza.
Debemos estar continuamente conscientes de
la parte de la Palabra de Dios que está escrita para nuestro aprendizaje y
separarlo de aquella parte que está escrita a nosotros. Estas dos preposiciones,
para y a, hacen la diferencia crítica entre
la verdad y el error cuando se trata de dividir correctamente la Palabra de
Dios.
1
Corintios 1:2:
A la Iglesia de Dios...
Esta carta está dirigida a alguien de
igual manera que si yo recibiera una carta dirigida a mí. ¿A quién está dirigida Corintios? A la Iglesia de Dios. Eso
es lo que dice y eso es lo que quiere decir.
Efesios
1:1:
Pablo, apóstol de Jesucristo por la
voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso.
¿Quiénes son los santos? Los santos son
los creyentes renacidos. ¿A quiénes está dirigida Efesios? Está dirigida a la
Iglesia.
Esto es tan
simple. Todo el Antiguo Testamento más los cuatro evangelios están dirigidos ya
sea a los judíos o a los gentiles. Pero las epístolas tales como Corintios,
Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses están dirigidas
específicamente a la Iglesia como lo están las epístolas personales como
Timoteo, Tito y Filemón. Hebreos no está dirigida a la Iglesia en el sentido en
que conocemos a la Iglesia establecida en Pentecostés. Hebreos está dirigida a
creyentes que han sido renacidos del Espíritu de Dios pero que nunca han andado
en la libertad de la grandeza del nuevo nacimiento. Hebreos está escrita para
aquellos que todavía están celosos por la ley. De igual manera, el libro de Santiago
está dirigido a los mismos creyentes que tienen la mentalidad del Antiguo
Testamento.
Santiago
1:1:
Santiago, siervo de Dios y del Señor
Jesucristo, a [a] las doce tribus que están en la dispersión: Salud.
¿Podía Dios escribir la dirección más
directamente? Está dirigida a las doce tribus que están en la dispersión, los
judíos que están dispersos. La razón por la que Santiago se aplica tanto a
muchos creyentes hoy día es que creyentes que han vuelto a nacer del Espíritu
de Dios todavía no quieren creer la Escritura que está dirigida a ellos; parece
que quieren ponerse bajo la ley otra vez. Este era también el problema en la
Iglesia en su comienzo.
Hechos
21:20:
Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a
Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han
creído; y todos son celosos por la ley.
Estos judíos
habían nacido de nuevo del Espíritu de Dios, fueron salvos después de Pentecostés; pero todavía eran celosos por la ley. Nunca
anduvieron en la grandeza de la revelación que vino en el día de Pentecostés,
la cual Pablo presentó y declaró con tanto denuedo.
Gálatas
5:1:
Estad, pues, firmes en la libertad con que
Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
La palabra “libertad” quiere decir “sin
restricciones, sin cadenas, libre”. “Estad, pues, firmes en la libertad [en
vuestra condición sin restricciones] conque Cristo nos hizo libres, y no estéis
otra vez sujetos al yugo de esclavitud”, ¿Qué es el yugo de esclavitud? La ley.
Aquellas epístolas que están dirigidas a
nosotros deben ser aplicadas específicamente por nosotros. Toda la otra
Escritura es para que aprendamos. No tenemos que guardar los diez mandamientos;
no están dirigidos a mí. Hay una ley para la Iglesia más grande que los diez
mandamientos. Tenemos la ley del amor de Dios en Cristo Jesús. Si vivimos el
amor con el poder de Dios en nosotros y la mente renovada, ¿vamos a guardar los
diez mandamientos? Definitivamente. No vamos a andar por ahí quebrantando los
diez mandamientos, pues vivimos en un plano más alto; vivimos por una ley
mayor.
¿Y qué hay con el Padre Nuestro? ¿Está
dirigido a aquellos creyentes posteriores al día de Pentecostés o lo enseñó
Jesús a sus discípulos antes de Pentecostés? La Palabra de Dios declara en
Mateo que él lo enseñó a sus discípulos, a Israel. Sin embargo, casi todos los
domingos en todas las mayores denominaciones, los miembros se paran y el
ministro dice: “Oremos ahora la oración que el mismo Cristo nos enseñó: “Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu
reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro
pan de cada día”. ¿Por qué no puedo yo orar eso? Porque las epístolas, las cuales
están dirigidas a la Iglesia, dicen que él ha suplido todas nuestras
necesidades según Sus riquezas en gloria. Seguramente entonces Dios ha suplido
mi pan de cada día. Cuando oramos: “Danos hoy nuestro pan de cada día”, le estamos
pidiendo que nos dé algo que ya nos ha sido dado.
“Y perdónanos nuestras ofensas como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. ¿Por qué no puedo orar esto
con exactitud? Porque mi perdón no depende de que yo perdone a otros pues
el Señor le dijo a la iglesia de los
evangelios que “a cualquiera... que me confiese delante de los hombres, yo
también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos”. El Padre
Nuestro dice: “Perdónanos nuestras ofensas [nuestros pecados] como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden [los que pecan contra nosotros]”. En
otras palabras, es condicional, si yo no perdono a Juan por sus pecados, Dios
no me perdonará los míos. En la Palabra dirigida a mí no se indica esto. No
dice nada de perdonar a alguien más. Dice que confiese con su boca al Señor
Jesús; no dice que confiese sus pecados. ¿Ve usted la diferencia?
Para ver la importancia de saber a quién
está dirigido un pasaje de la Escritura lea lo que dice en Romanos 8.
Romanos
8:37-39:
Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquél que nos amó.
Por lo cual estoy seguro de que ni la
muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente,
ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra
cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro.
Nada me puede separar del amor de Dios que
es en Cristo Jesús mi Señor. Más adelante, a medida que sigo leyendo, llego a
Romanos 11.
Romanos
11:21, 22:
Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales,
a ti tampoco te perdonará.
Mira, pues, la bondad y la severidad de
Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para
contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás
cortado.
Romanos 8 dice que nada me puede separar
del amor de Dios; y sin embargo, tres capítulos más tarde Romanos 11 dice si no
permanezco en Su bondad seré cortado. ¿Qué es lo que pasa? Mire a ver a quién
está escrito cada pasaje.
Romanos
9:3:
Porque deseara yo mismo ser anatema,
separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la
carne.
¿Quiénes eran los parientes de Pablo según
la carne? El versículo 4 dice: “Que son israelitas...” ¿A quién está dirigido?
El versículo 4 dice que a los israelitas, los judíos.
Pablo continuó hablando a Israel. Pablo
escribió en el capítulo 10, versículo 1: “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi
corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación”. Esto todavía está
dirigido a Israel. En el capítulo 11, versículo 1, él dice: “Digo, pues: ¿Ha
desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita,
de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín”. Pablo estaba aún escribiéndole
a Israel, pero en el versículo 13 Pablo cambió y dirigió su discurso a los
gentiles.
Romanos
11:13:
Porque a vosotros hablo, gentiles. Por
cuanto yo soy apóstol a los gentiles...
Versículo 21 del capítulo 11: “Porque si
Dios no perdonó a las ramas naturales...” ¿Quiénes son las ramas naturales? Las
ramas naturales son Israel. “...a ti tampoco te perdonará”. ¿A ti? ¿Quién? Los
gentiles. ¿Por qué iba a perdonar Dios a los gentiles si no perdonó a los
judíos? Tanto los gentiles como los judíos tenían ahora que renacer del
Espíritu de Dios. Nosotros no somos ni judíos ni gentiles; nosotros
pertenecemos a la Iglesia de Dios y nada nos puede separar del amor de Dios que
es en Cristo Jesús. Pero si una persona es un gentil y no ha vuelto a nacer:
“porque si Dios no perdonó a las ramas naturales [Israel], a ti tampoco te
perdonará”. Versículo 22: “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la
severidad ciertamente para con los que cayeron [Israel], pero la bondad para
contigo [los gentiles], si permaneces en esa bondad...” ¿Qué significa para un
gentil el permanecer en Su bondad? El gentil tiene que ser salvo, volver a
nacer del Espíritu de Dios. A menos que el gentil permanezca en Su bondad
haciendo la confesión de Romanos 10:9, “...tú [gentil] también serás cortado”.
Todos tienen ahora que nacer de nuevo.
Como una parte del entendimiento de a
quién está escrita la Palabra de Dios, una persona tiene que reconocer con
exactitud las administraciones en la Biblia.
1
Corintios 9:17:
Por lo cual, si lo hago de buena voluntad,
recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión [la administración] me
ha sido encomendada.
Pablo dice que le fue encomendada la
administración del evangelio. La palabra “comisión” no es apropiada pues una
administración es con exactitud el acto de administrar por una era completa, como
en una de nuestras administraciones de gobierno. El período de gobierno
anterior fue la administración de algún otro. Al dividir correctamente la
Palabra de Verdad, tenemos que entender que estas administraciones bíblicas
tienen que permanecer dentro de los confines en que Dios las ha situado con su
Palabra.
Hasta donde he podido estudiar la
integridad de la Palabra de Dios, hay las siguientes administraciones mayores
en la Palabra: (1) El Paraíso Original, (2) la Patriarcal, (3) la Ley, (4) la
Administración de Cristo, (5) la Iglesia, (6) la Aparición, y (7) el Paraíso
Final o Administración de Gloria.
La primera administración, la
Administración del Paraíso Original, terminó muy abruptamente. Está documentada
desde el principio de Génesis hasta su tercer capítulo. En el vigesimocuarto
versículo de Génesis 3, la Administración Original terminó abruptamente.
Génesis
3:24:
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al
oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía
por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
Cuando Dios expulsó a Adán y Eva del Edén,
la Administración Original en la cual Dios moraba con el hombre tuvo un final repentino.
La segunda administración fue la
Administración Patriarcal de Abraham, Isaac y todos los patriarcas hasta las leyes de
Moisés. Cosas que fueron dadas a Moisés antes de la ley eran leyes no escritas.
Cosas que eran pecados antes que la ley fuera escrita se volvieron
transgresiones después que la ley fue dada.
Romanos
2:12:
Porque todos los que sin ley han pecado,
sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley
serán juzgados.
Hay otra referencia a la Administración
Patriarcal en Hechos 17:30.
Pero Dios, habiendo pasado por alto los
tiempos de esta ignorancia, ahora manda [Él] a todos los hombres en todo lugar,
que se arrepientan.
“Los tiempos de esta ignorancia” se
refiere al período patriarcal en que la ley era ley no escrita, así que Dios
pasó por alto los tiempos de esta ignorancia. Eso quiere decir que Él
simplemente cerró Sus ojos a ello.
Después de la Administración Patriarcal
viene la Administración de la Ley. Y la Administración de la Ley que se inició
bajo Moisés terminó cuando vino Jesucristo.
La diferencia entre la Administración de
la Ley y la de Cristo, es que Cristo estaba personalmente en la tierra para
mantener y llevar a cabo la ley de modo que se pudiera hacer preparación para
la quinta administración, la Iglesia.
Romanos
10:4:
Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
Mateo 27:51 nos dice que cuando murió
Jesucristo, “...he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba
abajo...” El velo que separaba al santo de los santos del lugar santo se rasgó
de arriba a abajo. El velo del templo, una vez que fue rasgado en dos partes,
ya no separaba a los sacerdotes de la gente. Toda el área estaba entonces
abierta para todos, tanto literal como figurativamente. Los sacerdotes ya no
tenían que hacer intercesión por los legos una vez que Cristo hubo cumplido la
ley, el intercesor de la gente se volvió Cristo mismo.
La quinta administración, la Iglesia de
Gracia, empezó en Pentecostés, dándose a conocer por primera vez el misterio de
la Iglesia al Apóstol Pablo varios años más tarde. Esta es la administración
bajo la cual nosotros vivimos ahora.
La sexta administración es la
Administración de la Aparición. La Administración de la Aparición comienza con la reunión de aquellos
creyentes que fueron renacidos después de Pentecostés, antes del regreso de
Cristo. El pasaje de la reunión de los creyentes es dado en 1 Tesalonicenses
4:17 y 2 Tesalonicenses 2:1 y subsiguientes. La Administración de la Aparición
también es llamada la Administración de la Revelación o de Apocalipsis (debido
al libro de Apocalipsis). Durante este período Cristo aparecerá, reunirá la
Iglesia y regresará a la tierra con sus santos. La Administración de la
Aparición termina cuando Satanás es destruido y toma lugar el juicio del Gran
Trono Blanco.
La administración final es la Administración
del Paraíso o de la Gloria. La Administración del Paraíso complementa a la
Administración Original pues aquello que comenzó en Génesis 1 y 2 y terminó con
Génesis 3:24 comienza de nuevo en Apocalipsis 21. El paraíso estará una vez más
en la tierra. Habrá un cielo nuevo y una tierra nueva donde mora la justicia,
donde no hay enfermedad, no más dolor, no más muerte.
Este ha sido un análisis breve de las
administraciones que se encierran en la Palabra de Dios. Debemos entender que
las reglas de vida cambian en los distintos períodos de tiempo, de modo que
debemos ver a cada administración dentro de su contexto particular. Cuando
observamos para ver a quién está dirigida una escritura particular también debemos
ver cuál administración determina las reglas.
Como un ejemplo de por qué debemos
entender la Palabra en su administración debida, vaya a Deuteronomio 6:25.
Y tendremos justicia cuando cuidemos de
poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como Él
nos ha mandado.
¿A quién está dirigido Deuteronomio? A los
judíos, a Israel. Si ellos guardaban la ley, serían hechos justos. Deuteronomio
puede ser situado bajo la ley; pero no puede ser situado bajo la Administración
de la Iglesia de Gracia. Si observáramos todos los mandamientos no seríamos
justos porque nuestra administración, la Iglesia, opera bajo reglas que han
sido cambiadas.
Para ver un contraste entre administraciones
observe Romanos 3:20.
Ya que por las obras de la ley ningún ser
humano será justificado delante de Él...
Superficialmente Deuteronomio 6:25 y
Romanos 3:20 parecen contradictorios. Pero no lo son si reconocemos a quién
están escritos. Deuteronomio fue dirigido a Israel, bajo la Administración de
la Ley; mientras que Romanos está dirigido a la Iglesia, bajo la Administración
de la Iglesia.
Déjeme señalar brevemente una nota final
en el entendimiento de la verdad bíblica. ¿Qué camino sigue una persona cuando
no puede obtener el sentido de un versículo muy difícil: cuándo el versículo,
el contexto y el uso previo no son satisfactorios en darle entendimiento?
El versículo difícil debe ser entendido a
la luz de los versículos claros. Puede haber un versículo que resalte como
difícil mientras que hay muchos versículos sobre el mismo tema que estén claros.
El hombre moderno ha magnificado el difícil y se ha olvidado de los muchos que
están claros. Eso no es honesto. Eso no es dividir correctamente la Palabra.
Debemos ver que el uno encaje con los muchos; no forzándolo, sino trabajándolo.
Algunas veces yo he esperado diez años para encajar un
versículo difícil con el resto de la exactitud de la Palabra. El tiempo no es
importante cuando se estudia un versículo; las claves en la Palabra lo son.
Cuando dividimos correctamente la Palabra en cuanto a quién está escrita,
entendemos que el versículo difícil tiene que encajar siempre a la luz de los
versículos claros que tratan del mismo tema.
Tenemos siempre que recordar esto en
primer lugar: que ninguna profecía, ninguna cosa de aquello que es predicho o
declarado, es de interpretación privada. Toda la Escritura se interpreta a sí
misma ya sea en el versículo, en su contexto o en su uso previo. A la luz de
este cimiento básico estaremos capacitados para estudiar la integridad y
precisión de la Palabra de Dios.
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