CAPÍTULO XVIII
LA FE
VIENE POR EL OÍR LA PALABRA DE DIOS
VICTOR PAUL WIERWILLE
Cuando se le dio dominio al diablo y
el hombre se volvió un ser de cuerpo y alma, ¿qué le pasó a la relación del hombre
con Dios?
Efesios
2: 11, 12:
por
tanto, acordaos que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la
carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano
en la carne.
En aquel tiempo estabais sin Cristo,
alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin
esperanza y sin Dios en el mundo.
Ellos estaban sin Dios porque cuando
el hombre pecó perdió su espíritu, su relación innata con Dios. El hombre,
estando sin espíritu, estaba sin Dios y sin esperanza en este mundo.
Efesios
2:1:
Y él os dio vida a
vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.
¿Qué quiere decir muertos? El hombre
parecía estar vivo. Tenía cuerpo y alma pero estaba muerto en delitos y pecados
porque no tenía espíritu. Salmos dice que todos los hombres son concebidos y
nacen en pecado. Esto no quiere decir que los padres fueron pecaminosos en la
forma en que tuvieron relaciones. El hombre es concebido en pecado porque no
tiene espíritu.
Teniendo solamente cuerpo y alma,
¿cómo vuelve a tener un hombre natural una conexión con el mundo espiritual?
Las cosas espirituales sólo se pueden conocer por el espíritu, así como las cosas
del reino natural sólo se pueden conocer por los cinco sentidos. Puesto que el
hombre natural no puede conocer a Dios, ¿cuál es el puente que se extiende
sobre el abismo que hay entre el hombre natural y Dios? El puente es la fe.
Pero el hombre natural no tiene fe
porque la fe es un elemento espiritual. ¿Cómo entonces consigue fe para sobrepasar
el abismo?
Romanos
10:17:
Así que la fe es por el oír, y el oír por
la Palabra de Dios.
La fe viene al hombre natural por el
oír. El hombre de cuerpo y alma puede oír. El hombre tiene libre albedrío, y
tiene una mente, de modo que puede creer si lo quiere.
“Así que la fe es por el oír...” ¿Por
oír qué? ¿Lo que dice Juan o Enrique? ¿O lo que dicen “Selecciones”, o
“Bohemia”, o “Vanidades” o “Panorama?” La fe no viene de esa forma. La fe viene
por oír una cosa, la Palabra de Dios.
Antes de ir más adelante,
clarifiquemos la diferencia entre las dos palabras “fe” y “creencia”. Estas dos
palabras no son sinónimas a pesar de que la Reina-Valera y otras traducciones
las han usado intercambiadamente. La fe es un desarrollo espiritual interno,
mientras que la creencia es una acción de la mente humana. El hombre natural de
cuerpo y alma puede creer; pero el hombre natural no puede tener fe.
Gálatas
3:22:
Mas la Escritura lo encerró todo bajo
pecado, para que la promesa que es por la fe de Jesucristo fuese dada a los creyentes.
El hombre natural de cuerpo y alma,
el hombre que no ha sido salvo, no tiene fe. La fe es espiritual y el hombre
natural no la puede tener. Pero el hombre de cuerpo y alma puede creer.
Gálatas 3 continúa: “Pero antes que
viniese la fe...” Entonces tiene que haber habido un tiempo en que la fe no
existía.
Gálatas
3:23, 24:
Pero antes que viniese la fe, estábamos
confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.
De manera que la fe ha sido nuestro ayo,
para llevarnos a [hasta] Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.
La ley fue el ayo hasta Cristo, a fin
que fuésemos justificados por la fe. ¿La fe de quién? La fe de Jesucristo.
Nosotros, hombres naturales de cuerpo y alma, debemos ser justificados por la
fe.
Gálatas
3:25:
Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo.
Desde que vino la fe, ya no estoy
bajo la ley porque Cristo fue el fin de la ley.
Si la fe vino por Jesucristo, ¿hubo
fe en el Antiguo Testamento? ¿Hubo entonces fe en los Evangelios? No pudo haber
habido porque Jesucristo vino a hacerla disponible, y la ley no fue cumplida
completamente hasta Pentecostés. Absolutamente nadie podía tener fe hasta que
Jesucristo hizo la fe disponible.
Jesús no la
trajo cuando nació en Belén; no la trajo cuando murió en la cruz; la trajo cuando
todo fue cumplido en el día de Pentecostés. No hay fe en los Evangelios o en el
Antiguo Testamento. Cuando leemos la palabra “fe” antes del libro de Hechos,
estamos leyendo simplemente un error en traducción. ¿Cuántas veces piensa usted
que la palabra “fe” aparece en el Antiguo Testamento en la Versión
Reina-Valera? Solamente aparece tres veces: En Números 35:30, Isaías 57:11 y en
Habacuc 2:4. Leyendo “fe” en contexto, uno verá que quiere decir ya sea
“fidelidad”, “constancia” o “testimonio”. Hay una vasta diferencia entre ser
fiel y tener fe. La mayoría de la gente piensa que hay fe en el Antiguo Testamento
por causa de Hebreos 11: “Por la fe Noé”, “Por la fe Abraham”, “Por la fe
Isaac”, “Por la fe Jacob”, “Por la fe Sara”. Sin embargo, en el Antiguo Testamento
no dice que Abraham tuvo fe. Dice que Abraham creyó a Dios, Isaac creyó a Dios,
Jacob creyó a Dios. Estos hombres tenían cuerpo y alma; podían creer pues
tenían una mente; podían oír la Palabra; podían ver los Diez Mandamientos y
creer lo que veían. Gálatas 3:6 dice de Abraham: “Abraham creyó a Dios y le fue
contado por justicia”. Hebreos 11 debería, con exactitud, leerse: “Por creencia
Noé”, “Por creencia Abraham”, “Por creencia Isaac”, y así sucesivamente.
En el Antiguo Testamento, Dios cubría
sus pecados. Los miembros de la Iglesia de Gracia no tienen sus pecados
cubiertos, éstos son completamente lavados. Él nos limpia. Dios nos puede
limpiar porque una cosa ha venido a ser y esa es la fe.
Romanos
10:4:
Porque el fin de la ley es Cristo, para
justicia a todo aquel que cree.
Cuando el hombre de cuerpo y alma oye
la Palabra de Dios y cree lo que oye, Romanos 10:9, recibe la “fe
de Jesucristo” y justicia.
Romanos
3:22:
La justicia de Dios por medio de la fe en
[de] Jesucristo, para todos los que creen en él...
¿Cuánta fe es la fe de Jesucristo? Es
justamente lo que uno recibe, ni más ni menos. ¿Cómo puede conseguir más fe una
persona cuando la Palabra dice que la “fe en [de] Jesucristo [es] para todos
los que creen en él?”
Romanos
12:3:
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a
cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el
que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe
que Dios repartió a cada uno.
¿Cuál es esa medida de fe que Dios
reparte a cada uno cuando cree? La Palabra dice que es la fe de Jesucristo.
Gálatas
2:16:
Sabiendo que el hombre no es justificado
por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo...
No somos
justificados por las obras de la ley; somos justificados por la fe de Jesucristo.
Gálatas 2:20:
Con Cristo estoy juntamente crucificado [El
texto original es: Con Cristo fui juntamente crucificado.], y ya no vivo yo,
mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del
Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Cuando Cristo fue crucificado, yo fui
crucificado juntamente con él; sin embargo, todavía vivo, cuerpo y alma. No
solamente tengo cuerpo y alma, sino que tengo espíritu cuando soy nacido de
nuevo. Y ahora, no vivo por mis sentidos, sino por la fe de Jesucristo que me
es dada espiritualmente. Simplemente utilizo mis sentidos para poner en
operación esa fe.
Observe Efesios 2:8. “Porque por
gracia [favor divino] sois salvos por medio de la fe...” ¿La fe de quién? No la
mía propia, sino la fe de Jesucristo la cual es el puente que se extiende sobre
el abismo que hay entre el hombre natural de cuerpo y alma y Dios que es
Espíritu.
Efesios
2:8-10:
Porque por gracia (favor divino) sois
salvos por medio de la fe [La fe de Jesucristo es el don de Dios para cada
hombre cuando él cree en el Señor Jesucristo]; y esto no de vosotros, pues es
don [proveniente] de Dios.
No por obras [si la salvación es por gracia
no puede ser por obras], para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya [de Dios],
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas.
Cuando este hombre natural de cuerpo
y alma oye la Palabra de Verdad y cree, recibe la fe de Jesucristo. Una persona
nunca puede recibir o alcanzar más fe que eso. Cuando una persona recibe esta
fe, se hace miembro de una familia. Dios es el Padre y nosotros somos Sus
hijos.
Gálatas 6:10:
Así que, según tengamos oportunidad,
hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
¿Quiénes forman la familia de la fe?
Aquellos a quienes ha sido dada la fe de Jesucristo porque han creído.
Digamos que yo no he sido salvo; soy
un hombre natural de cuerpo y alma. Oigo la Palabra; creo lo que oigo. Y,
cuando creo, Dios implanta en mí la fe de Jesucristo, la cual es “para todos
los que creen en él”. Puesto que Dios ha puesto esta fe en mí, soy ahora de la
familia de la fe. Dios es mi Padre; yo soy Su hijo.
¿Cómo debemos tratar a los otros
miembros de la familia de la fe? La Palabra de Dios dice que debemos hacer
mayormente el bien a los de la familia de la fe. Frecuentemente, en nuestro dominio
terrenal, hacemos el bien a todos los que están fuera de la familia; dentro de
la familia, actuamos con poco cariño entre unos y otros. Los cristianos también
parece que no pueden llevarse bien entre sí. Estamos siempre peleando sobre si
tenía o no tenía ombligo Adán, o si podrían o no podrían seis ángeles sentarse
en la cabeza de un alfiler, o si debiésemos marchar sobre la capital o
alejarnos de la capital. Los cristianos no son buenos el uno con el otro en lo
más mínimo. Y sin embargo, la Palabra dice que debemos ser especialmente buenos
con la familia de la fe. ¿Por qué? Porque es la familia de Dios y nosotros por
lo tanto tenemos tanto en común.
Tito
1:4:
A Tito, verdadero hijo en la común fe...
La “común fe” es esa fe que es común
a todo creyente nacido de nuevo. Es la fe de la familia.
Tito
1:13:
...Por tanto, repréndelos duramente, para
que sean sanos en la fe.
Asegúrate que los hijos de Dios estén
actuando apropiadamente como una parte de la familia de la fe.
Hay dos clases de fe en la Biblia
además de la fe de la familia. Una vez que nos hemos vuelto miembros de la
familia de la fe, podemos entonces operar la manifestación de fe (creencia) de
modo que nosotros podamos vivir con el poder de Dios. La manifestación de fe
(creencia) es creencia especial de mente renovada de acuerdo a las
manifestaciones de revelación. Renovar la mente de uno consiste en poner la
Palabra de Dios en la mente y luego vivirla.
La manifestación de fe (creencia) es
llamada frecuentemente uno de los “dones” del Espíritu. No son dones del
Espíritu; son manifestaciones del espíritu, según se relata en 1 Corintios 12.
La manifestación de fe es la manifestación de creencia.
Gálatas revela otro tipo de fe y esa
fe es un fruto del espíritu. Buen fruto viene de buen cultivo. Para cultivar
uno usa buen fertilizante o alimento natural para las plantas. Gálatas 5 habla
de nuestros jardines espirituales personales.
Gálatas
5:22, 23:
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas
no hay ley.
Este es el fruto del espíritu. Note
que la palabra “fruto” está en singular. Está dicho de esa forma porque están
todos en un grupo o en un racimo, como las uvas. Gálatas 5:22 no dice, como
dicen muchos comentarios, que el amor es un fruto de las buenas obras. Cuando
dice “fruto del Espíritu” quiere decir fruto del espíritu. Si hubiera querido
decir fruto de las buenas obras habría dicho fruto de las buenas obras.
Uno produce el fruto del espíritu por
la operación de las manifestaciones del espíritu. La persona que tiene la fe de
Jesucristo tiene la habilidad para operar las nueve manifestaciones. Él puede
hablar en lenguas, puede interpretar, puede profetizar, puede operar la palabra
de ciencia, la palabra de sabiduría, el discernimiento de espíritus, fe
(creencia), milagros y sanidades.
Los varios tipos de fe son: (1)
creencia, (2) fe de Jesucristo, (3) fe de la familia, (4) manifestación de fe
(creencia), (5) de fruto del Espíritu. Debemos estar alertas a los varios usos
de esta palabra si vamos a dividir correctamente la Palabra de Verdad.
Fue una gran revelación para mí cuando
descubrí que nunca en la Palabra de Dios se le dice a la Iglesia que tenga fe.
¿Por qué? Porque ser nacido de nuevo del espíritu de Dios es tener la fe de
Jesucristo. Somos renacidos del Espíritu de Dios, somos hechura suya, tenemos
la fe de Jesucristo. No podemos obtener más fe que eso. Todo creyente renacido
tiene fe igualmente medida. Si Dios le hubiera dado a usted más fe cuando usted
fue salvo que lo que yo recibí, entonces Dios hace acepción de personas, lo
cual, por supuesto, es una contradicción a la Palabra de Dios. El hijo más
joven en la familia de Dios tiene la misma cantidad de fe que el santo más
viejo. Todos tienen la fe de Jesucristo. Puesto que la mayoría de la gente que
ha nacido de nuevo del Espíritu de Dios no sabe que tienen la fe de Jesucristo,
no la pueden usar.
Esto explica la diferencia aparente
en la gente cristiana: por qué un creyente es, para así decirlo, un cristiano
anémico mientras que otro creyente se convierte en un cristiano muy saludable o
robusto. Ambos tienen la misma fe, pero uno alcanza un plano más alto de vida
cristiana que el otro porque sabe más, cree más y por lo tanto, opera más. La
anemia cristiana viene de ser enseñado poco, creer menos y operar menos aun. La
persona que cree más, recibe abundantemente; el otro, que cree poco, recibe en
proporción. Nunca se recibe hasta que primero se cree.
El Antiguo
Testamento y los Evangelios son acerca de hombres que existieron solamente por
sus cinco sentidos. Solamente podían entender y creer aquello que podían ver
pues la fe no había venido todavía.
Juan
6:30:
Le dijeron entonces [a Jesús]: ¿Qué señal
pues, haces tú, para que veamos y te creamos? ¿Qué obras haces?
En los Evangelios, la fe no había
venido todavía de modo que los hombres tenían que ver primero y entonces
creían. No podían entender nada excepto aquello que estaba en el mundo de los sentidos. Otro ejemplo de esto
se da en Juan 20:8 cuando dos discípulos vieron la tumba vacía de Jesús.
Entonces entró también el otro discípulo,
que había venido primero al sepulcro; y vio y creyó.
Era un hombre de conocimiento por los
sentidos el que vio la tumba vacía. Él vio y entonces creyó. Otro ejemplo
familiar se encuentra en Juan 20.
Juan
20:24-29:
Pero Tomás, uno de los doce, llamado
Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
Le dijeron, pues, los otros discípulos [a
Tomás]: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de
los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en
su costado, no creeré.
Ocho días después, estaban otra vez sus
discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas
cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y
mira mis manos; y acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente.
Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor
mío y Dios mío!
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás,
creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron.
Hasta el día de Pentecostés, la gente
vio y entonces creyó. Hoy en día nosotros creemos primero y entonces vemos.
A aquellos que viven en Pentecostés y
después de Pentecostés durante la Administración de la Iglesia, Romanos 10, les
da los pasos para la salvación.
Romanos
10:9, 10:
que si confesares con tu boca que Jesús es
el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para
justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
El hombre que confiesa a Jesús como
Señor y cree que Dios levantó a Jesús de los muertos recibe salvación. Cree
primero y entonces recibe.
2
Corintios 4:18:
No mirando nosotros las
cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son
temporales, pero las que no se ven son eternas.
Cualquier
cosa que se ve está en la categoría de los sentidos; y las cosas de los
sentidos son siempre temporales. Pero aquello que usted no puede ver, el
espíritu de Dios, la fe de Jesucristo, la justicia de Dios, justificación,
santificación, todas estas son las cosas que son eternas.
¿Cómo puede un hombre de cuerpo y
alma conseguir la fe de Jesucristo? ¿Cómo puede conseguir la justificación de
Dios, redención y santificación? La respuesta es simple. Para recibir todo esto
de Dios debemos hacer una cosa, creer. La siguiente pregunta es: ¿Qué debemos
creer?
Para responder a esto, debemos ver
primero lo que Dios efectuó en Cristo, lo cual a su vez efectúa dentro de
nosotros a medida que nosotros, de cuerpo y alma, creemos.
Jesucristo era el plan de Dios desde
el principio para manifestar a Dios, que es Espíritu, en el nivel de los
sentidos, de modo que el hombre de conocimiento por los sentidos pudiera ser
redimido. Dios en su presciencia sabía que Adán y Eva pecarían y que Él tendría
que mandar a Su Hijo para redimir a la humanidad. Dios, siendo consistente y
observante de la ley, tenía que obrar dentro de un marco legal para redimir al
hombre. Puesto que por el hombre vinieron el pecado y la muerte, por el hombre
también tendría que venir la redención del pecado y la muerte. Jesucristo era
un ser humano que físicamente tenía los procesos de vida fundamentales y
soportó todas las cosas. Hebreos 4:15 dice que él “...fue tentado en todo
[todas las cosas] según nuestra semejanza pero sin pecado”. Jesucristo fue el
plan de Dios para manifestación en el mundo de los sentidos. Juan 14:9 declara:
“...El que me ha visto a mí ha visto al
Padre”. Jesucristo manifestó a Dios en el mundo, el cual entendía solamente lo
que veía, oía, olía, gustaba o tocaba.
Para entender el que Dios se manifestase
a Sí mismo en la carne a través de Su Hijo, veamos primero cómo Dios, que es
Espíritu, podía tener un Hijo en la carne. Primero que nada, la mayoría de la
gente no entiende la Palabra, ni tampoco entienden a Dios y cómo Él opera. No
hacen diferencia entre las palabras “formó”, “hizo” y “creó”; o “cuerpo”,
“alma” y “espíritu”. Si nosotros no entendemos estas verdades, es imposible
entender cómo una mujer podría concebir por el poder de Dios y dar a luz al
Señor Jesucristo. El versículo más iluminador sobre la concepción y el alumbramiento del Señor Jesucristo está
en Hebreos.
Hebreos
2:14:
Así que, por cuanto los hijos participaron
de carne y sangre, él también participó [“tomó parte” según el texto] de lo
mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la
muerte, esto es, al diablo.
Todo niño que nace en este mundo
participa de la carne y sangre* de
su madre y su padre. Hebreos 2:14 dice que Jesucristo “tomó parte”. El texto no
dice que Jesucristo participó (pues se usa una palabra distinta en el griego);
él tomó parte de lo mismo.
La primera palabra “participó” en
Hebreos 2:14 es koinoneó lo que
quiere decir “compartir por completo”. Los niños comparten por completo la
carne y la sangre de su madre y su padre. Pero donde dice: “...él también participó de lo mismo”, la
palabra “participó” es en el griego la palabra metechó que quiere decir “tomar sólo una parte”. La parte que él
tomó fue de la carne; pero la vida de alma en su sangre era de Dios.
Los niños participan de ambos carne y
sangre, pero Jesucristo no participó de carne y sangre; él solamente tomó
parte: Según la carne, él nació de María; pero según la vida de alma que estaba
en su sangre, él nació por concepción divina. Así que Judas dijo una verdad
cuando dijo: “He entregado sangre inocente”.
La Palabra de Dios dice que Jesús fue
concebido por el Espíritu Santo y que nació de María. Él fue concebido por
Dios. Eso no quiere decir que Dios tuvo relaciones sexuales con María. Eso es
imposible porque espíritu es espíritu; mundo natural es mundo natural. Dios
creó vida dentro de los órganos reproductivos de María. Dios, una vez más tuvo
que crear. Él tenía que crear vida de alma.
Si Él hubiera querido, Dios podría
haber creado vida de alma en cualquier mujer después de Génesis 3:15. La
pregunta es entonces: ¿por qué esperó Dios miles de años después de la caída
para crear vida dentro de una mujer de modo que Cristo pudiera nacer? Toda mujer,
desde Eva hasta María, era físicamente capaz de dar a luz al Cristo. La razón
por la que María fue la que dio a luz al Mesías, después de miles de años, es
que ella fue la primera mujer que creyera literalmente y sin reservas lo que
Dios dijo. Fue ella quien dijo:
“...hágase conmigo conforme a tu palabra...” por esto María concibió y
dio a luz al Señor Jesucristo. Él nació de María, pero la simiente en él fue
creada por Dios.
En la administración de Cristo, era
la carne de Cristo que manifestaba a Dios al hombre de los sentidos; pero es la
sangre de Jesucristo la que purifica, redime y hace posible la vida abundante
para la humanidad. Por su herida fuimos
sanados y por su sangre
derramada tenemos la remisión de los pecados. Según la Palabra de Dios,
cuando Jesucristo fue circuncidado**, fuimos circuncidados con él; cuando murió
en la cruz del Calvario, la Palabra de Dios dice
--------------------
* “Sangre” representa
vida. Es la figura literaria sinécdoque --una parte puesta por el todo.
**Colosenses 2:11: “En él
también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de
vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo”.
que nosotros morimos con él; cuando
resucitó, resucitamos con él, y cuando ascendió al cielo, nosotros ascendimos
con él. La Palabra de Dios dice en Efesios 2:6 que nosotros estamos sentados
con él en lugares celestiales mientras que todavía estamos aquí sobre la
tierra. Qué tremendo testimonio.
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