CAPÍTULO XXIV
LOS CINCO MINISTERIOS
EN LA IGLESIA
VICTOR PAUL WIERWILLE
La Iglesia fue
establecida en el día de Pentecostés. A cada miembro --A todo aquel que ha
creído, cree o creerá en Jesucristo-- le ha sido encargado el ministerio de
reconciliar a otros con Dios. Además de este encargo global que fue hecho, Dios
designó específicamente cinco dones de ministerios para la Iglesia. El
propósito de estos ministerios es capa-citar a los creyentes para que anden con
el poder de Dios mientras añaden nuevos miembros al Cuerpo y ayudan a los miembros
antiguos a mantenerse en comunión. Los cinco dones de ministerios están
establecidos en Efesios 4. Antes de empezar a leer, note que los versículos 9 y
10 están entre paréntesis. Un paréntesis es una figura literaria insertada como
explicación. Entonces para mayor claridad leamos el versículo 8 y saltemos al
versículo 11 para continuar el punto en cuestión.
Efesios 4:8 y 11:
Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres.
Y Él mismo [Dios en Cristo] constituyó a
unos, apóstoles; a otros, profetas, a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros.
Algunas personas
sostienen que cuando los apóstoles del Nuevo Testamento murieron, no hubo más
apóstoles o profetas. Este no puede ser el caso porque Dios dijo que “Subiendo
a lo alto, [Cristo] llevó cautiva la cautividad, Y dio dones” a la Iglesia.
Vivimos durante la Administración de la Iglesia, así que estos dones todavía
tienen que sernos dados. Efesios dice que Él dio (1) apóstoles, (2) profetas,
(3) evangelistas, (4) pastores y (5) maestros. Si quedan algunos pastores;
tienen que haber algunos apóstoles; si quedan algunos maestros, tiene que haber
algunos profetas; si quedan algunos evangelistas, tiene que haber algunos
apóstoles, profetas, pastores y maestros.
Antes de proseguir,
permítame definir los cinco dones de ministerios:
Un apóstol es uno que trae nueva luz a su generación. Puede ser revelación antigua,
pero es nueva para la generación a quien él
habla.
Un profeta es uno que habla por Dios a la gente de Dios. Él no es un
evangelista; él trabaja dentro del cuerpo de creyentes. Un profeta es un hombre
que habla a la gente de Dios para que ellos vuelvan a la Palabra de Dios y a la
comunión que ordenó el Padre.
Un evangelista es uno que gana a los perdidos, los no-salvos, para Cristo,
enseñándoles el nuevo nacimiento y viéndoles renacer.
Un pastor es uno que
cuida de las necesidades individuales dentro de la Iglesia. Él cuida el rebaño.
Un maestro expone la exactitud de la maravillosa e
incomparable Palabra de Dios a los creyentes.
Efesios 4:11 dice que
Dios constituyó apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Luego
el versículo 12 dice para qué propósito los dio.
Efesios
4:12:
a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.
Estos ministerios no
pueden ser para la perfección espiritual de los santos porque espiritualmente
los santos son perfectos. Como aprendimos antes, los santos tienen a Cristo
adentro. Pero los ministerios fueron dados para la perfección de los santos en
su andar en la mente renovada. Estos ministerios son para edificar y mantener
el cuerpo de Cristo.
El versículo 13 de
Efesios 4 nos dice cuánto tiempo estos ministerios van a existir.
Efesios
4:13:
hasta que todos lleguemos a la unidad de la
fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo.
¿Cuándo será este
tiempo? 1 Corintios 13 nos dice que esto será cuando Cristo regrese. Entonces le veremos tal como él es y seremos
semejantes a él porque él nos ha comprado y llamado y recogido. Hasta el
momento de su regreso, tenemos apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y
maestros en la Iglesia para el perfeccionamiento de los santos y la edificación
de todos los creyentes.
Efesios
4:14-16:
Para que ya no seamos niños fluctuantes,
llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres
que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,
sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es Cristo,
de quien todo el cuerpo, bien concertado y
unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la
actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en
amor.
“Para que ya no seamos
niños”. Debemos crecer y no ser nenes que tienen que ser alimentados por un
biberón toda la vida.
Estas son las razones
por las que los ministerios han sido dados a la Iglesia. La Iglesia debe ser
edificada y no llevada “...por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del
error”. Usted y yo como hijos de Dios debemos saber lo que tenemos en Cristo
Jesús y ser capaces de andar con la eficacia y el poder de Dios en nuestras
vidas. Tenemos apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros para
ayudarnos en nuestra vida abundante en Cristo Jesús.
Hebreos
4:16:
Acerquémonos, pues, confiadamente [no con
duda] al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el
oportuno socorro,
Nosotros vamos a nuestro
Padre confiadamente y decimos: “Padre, tú sabes mi necesidad y te agradezco por
su cumplimiento en este mismo momento”. Tenemos que aprender a mantenernos
firmes en nuestros derechos legales como hijos de Dios. Romanos 8:17 nos dice
que somos “herederos de Dios y coherederos con Cristo”. Si la Iglesia comparte
plenamente lo que Cristo ha heredado, nosotros, como miembros de la Iglesia,
tenemos una riqueza tremenda. El texto arameo en Colosenses 2:10 dice:
“Nosotros estamos completamente completamente absolutamente completos en Él”.
¿Cómo entonces puede faltarnos alguna cosa?
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