CAPÍTULO XXI
EL PECADO
IMPERDONABLE
VICTOR PAUL WIERWILLE
Al
estudiar el nuevo nacimiento y la comunión con Dios, deberíamos mirar la
exactitud de la Palabra de Dios en relación con el pecado imperdonable, que es
un tema asociado. Esta materia está claramente definida en la Palabra de Dios,
pero todavía mucha gente está en tinieblas.
El pecado
imperdonable también es llamado en la Palabra de Dios, el pecado de blasfemia
contra el Espíritu Santo. Todos los Evangelios tienen relatos de este pecado.
Mateo
12:31, 32:
Por tanto os digo [Jesús está hablando a
los principales del templo, los fariseos]: Todo pecado y blasfemia será
perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.
A cualquiera que dijere alguna palabra
contra el Hijo del Hombre, le será perdonado;
pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en
este siglo ni en el venidero.
Marcos
3:28, 29:
De cierto os digo [fariseos y saduceos] que
todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias
cualesquiera que sean;
pero cualquiera que
blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de
juicio eterno.
Lucas
12:10:
A todo aquel que dijere alguna palabra
contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el
Espíritu Santo, no le será perdonado.
Los hombres a
quienes Jesús se refería habían cometido el pecado contra el Espíritu Santo, el
pecado imperdonable. Para entender el pecado imperdonable, tenemos que notar
que hay dos simientes, como está dicho en Génesis.
Génesis
3:15:
Y pondré enemistad entre
ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya...
Génesis 3:15 indica dos simientes
--la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer. Previamente vimos que
“la simiente suya” es la simiente de Cristo y “tu simiente” es la simiente de
la serpiente. Para ver el resultado de estas dos simientes plantadas en el hombre,
tomemos a un hipotético Juan del Pueblo. Él ha nacido de cuerpo y alma, un
hombre natural. No tiene ninguna simiente espiritual en él. Cuando este hombre
de cuerpo y alma, confiesa con su boca que Jesús es el Señor, y cree que Dios
le levantó de los muertos (Romanos 10:9, 10), él es renacido con la simiente
(Cristo) de Dios en él. Teniendo esta simiente en él, Juan del Pueblo es
cuerpo, alma y espíritu con el amor de Dios y con vida eterna.
Sin embargo, hay otra posibilidad
para Juan. Antes que confesar a Jesús como Señor, cree que el diablo es el
verdadero dios. Entonces Juan del Pueblo, un hombre de cuerpo y alma, es
renacido de la simiente de la serpiente. Renace de simiente, y la simiente no
puede ser quitada, porque esta simiente no puede ser quitada y es un pecado
imperdonable.
Cuando Juan del Pueblo acepta al
diablo como dios, renace de la simiente de la serpiente, la simiente del
diablo. Tiene entonces el odio del diablo, así como el que acepta al Dios y
Padre del Señor Jesucristo tiene el amor de Dios. Un hombre tiene muerte eterna,
mientras que el hombre renacido de la simiente de Dios tiene vida eterna. Las
familias de los dos dioses son completamente opuestas; hay dos simientes y dos
esencias antitéticas.
Es posible que un hombre de cuerpo y
alma pase por la vida y nunca acepte a uno u otro dios. Una persona no siempre
toma esta decisión. Pero, si escoge, tiene sólo dos alternativas. Puede, ya sea
aceptar al Señor Jesucristo como su señor personal, o aceptar al diablo. Si
acepta al diablo es renacido de la simiente de la serpiente lo cual es
imperdonable (no se puede arrepentir de ello), porque una persona no se puede
deshacer de una simiente. Es permanente.
Hemos leído pasajes en Mateo, Marcos
y Lucas acerca del blasfemar en contra del Espíritu Santo. El cuarto evangelio,
Juan, también contiene un pasaje.
Juan
8:13-15:
Entonces los fariseos le dijeron: Tú
[Jesús] das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.
Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy
testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde
he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde
voy.
Vosotros juzgáis según la carne [de acuerdo
a los sentidos]...
Juan
8:19:
Ellos [los fariseos] le dijeron [a Jesús]:
¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a
mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais.
Juan
8:21, 23:
Otra vez les dijo Jesús [a los fariseos]:
Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy,
vosotros no podéis venir.
Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy
de arriba; vosotros sois de [“de” indica el caso posesivo] este mundo.
¿Quién es el dios de este mundo? El
diablo, Juan 8 dice muy claramente que ellos eran del diablo; si una persona es
de algo, tiene simiente adentro.
Juan 8:33:
Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y
jamás hemos sido esclavos de nadie...
Juan
8:37-44:
Sé [Jesús habla] que sois descendientes de
Abraham [de su simiente física]; pero procuráis matarme, porque mi palabra no
halla cabida en vosotros.
Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y
vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. [Se indica a dos
padres aquí].
Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es
Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham
haríais.
Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre
que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.
Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.
Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre
tenemos, que es Dios. [Ellos se olvidaron de decir cuál dios].
Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre
fuese Dios, ciertamente me amaríais, porque
yo de Dios he salido, y he
venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.
¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque
no podéis escuchar mi palabra. [¿Por qué?]
Vosotros sois de vuestro padre el diablo...
“Vosotros
sois de vuestro padre el diablo”.
Ellos habían
nacido de la simiente equivocada. Estos fariseos habían nacido de la simiente
de la serpiente, y ese es el pecado imperdonable.
Cuando un hombre renace del Espíritu
de Dios, tiene la simiente de Dios y no se puede arrepentir de ella. Cuando un
hombre, por otro lado, escoge nacer de la simiente de la serpiente y confiesa
al diablo como su dios, nace de la simiente de la serpiente y no se puede
deshacer la simiente que está adentro.
Uno que es renacido de la simiente de
Dios tiene vida eterna y el amor de Dios. Uno que es renacido de la simiente
del diablo tiene muerte eterna y el odio del diablo. Uno no se puede arrepentir
de ninguna de estas dos; una vez que se hace la confesión, el resultado es permanente.
La Palabra de Dios define claramente
los dos mundos de espíritu; nosotros que creemos a Dios no tenemos que errar y
extraviarnos en las tinieblas; tenemos que estudiar la Palabra de Dios para ver
su exactitud precisa. El entendimiento del nuevo nacimiento es básico para que
el creyente se dé cuenta de lo que él es en Cristo Jesús. Este conocimiento le
da al creyente seguridad en su posición en la familia de Dios y la confianza
para mantener su relación con Dios en buenos términos.
Siendo un hijo de Dios y teniendo
comunicación directa con Dios Todopoderoso, todo hombre debería desear
manifestar la vida más abundante.
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