CAPÍTULO XXIII
CONOCIENDO SUS DERECHOS FILIALES
VICTOR PAUL WIERWILLE
Ninguna persona puede
andar confiadamente en la mente renovada hasta que reconozca su posición legal
en Cristo. Uno tiene que conocer sus derechos filiales. Yo soy un hijo de Dios,
renacido del Espíritu de Dios. ¿Qué significa esta filiación para mí? Para
entender esto tendré que saber lo que recibí cuando fui redimido, lo que obtuve cuando Dios me justificó. Tengo que descubrir qué es la justicia, qué es la santificación
y qué es el ministerio de la
reconciliación. Tengo que entender todas estas cosas si voy a andar con la
grandeza y el poder de Dios.
Anteriormente hemos
estudiado la redención y la filiación. Leímos que somos herederos de Dios y
coherederos con Jesucristo. Sabemos que, con la redención, tenemos la simiente
incorruptible de Dios nacida adentro y así tenemos vida eterna. Ahora, ¿qué de
los demás beneficios?
Romanos 5:19:
Porque así como por la
desobediencia de un hombre [Adán] los muchos fueron constituidos pecadores, así
también por la obediencia de uno [Jesucristo], los muchos serán constituidos
justos.
Si Dios, por medio de
Jesucristo, constituye justa a una persona, entonces esa persona es justa.
1
Corintios 1:30:
Mas por Él [Dios] estáis vosotros en Cristo
Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios
sabiduría, justificación, santificación y redención.
Si Dios nos ha dado
estas cosas, tenemos la sabiduría de Cristo, su justificación, su santificación
y su redención.
La palabra “santificado”
quiere decir “ser puesto aparte”.
Antes de que un hombre sea renacido del
Espíritu de Dios, él es un hombre de cuerpo y alma; eso es todo. Pero cuando es
renacido, él es separado por Dios para el cielo y ni siquiera el infierno puede
impedirle que vaya.
Después de ser separado
para el cielo, ¿qué viene con la justificación, la justicia y los demás derechos
filiales?
Filipenses
3:9:
y ser hallado en él, no teniendo mi propia
justicia, que es por la ley [si usted guarda los diez mandamientos, no es
hallado en él porque tiene su propia justicia por la ley], sino la [justicia]
que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.
¿Cuán justo es Dios? Él
es Justo. Entonces, espiritualmente, un creyente es tan justo --tan libre del pecado--
como Dios. Esto es lo que la Palabra dice.
Romanos habla de la
justificación o la liberación de la penalidad del pecado. El contexto se refiere
a Jesucristo.
Romanos
4:25:
El cual fue entregado por nuestras
transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
El texto “original”
dice: “El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado cuando
nosotros fuimos justificados”. Fuimos completamente liberados de la penalidad
del pecado cuando Dios le resucitó. Romanos 3 dice que así como ningún hombre
recibe justicia por la ley, tampoco es ningún hombre justificado por ella.
Romanos
3:20:
Ya que por las obras de la ley ningún ser
humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el
conocimiento del pecado.
Ninguna carne es
justificada delante de Dios por la ley. Así que no importa con qué diligencia
un hombre trabaje para guardar la ley, no importa cuántas veces él se arrodille
y ore hasta el amanecer, él no va a ser
justificado por estas acciones sinceras.
Romanos 3:21-25:
Pero ahora, aparte de la ley, se ha
manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
la justicia de Dios por medio de la fe en
[de] Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
por cuanto todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de Dios,
siendo justificados gratuitamente [no de
mala gana o con vacilación] por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús,
a quien Dios puso como
propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a
causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados.
Romanos
5:1:
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz
para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo.
Siendo justificados por
la fe de Jesucristo, nosotros tenemos paz. La paz no es algo por lo que se
trabaja; la obtenemos cuando le recibimos a Él. Estamos en paz con Él. Si renovamos
la mente, estaremos en paz y actuaremos pacíficamente porque tenemos la paz de
Dios.
Romanos
5:6-9:
Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a
su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas
morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno [algún hombre]
osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pues mucho más, estando ya justificados en
su sangre, por él seremos salvos de la ira.
¿Cómo puede la gente
enseñar que los cristianos tienen que pasar por la tribulación como está
escrito en el Libro de Apocalipsis? Romanos dice categóricamente que hemos sido
salvos de la ira venidera.
Romanos
5:10:
Porque si siendo enemigos, fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando
reconciliados, seremos salvos por su vida.
Mire usted a 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está
en Cristo, nueva criatura es”. No dice “Cristo en usted”. Cristo en una persona
es salvación; una persona en Cristo es la mente renovada, la comunicación que
uno tiene con él.
2
Corintios 5:17, 18:
De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas [en la mente de uno] pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas [en la mente de una persona al grado que él está en Cristo,
comunión].
Y todo esto proviene de Dios, quien nos
reconcilió [tiempo pasado] consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de
la reconciliación.
En los Evangelios Jesús
tenía el ministerio de reconciliar a los hombres con Dios. Jesús dijo: “Yo
edificaré mi iglesia”. En la Administración de la Iglesia los creyentes renacidos,
usted y yo, tenemos esta responsabilidad. Si Él nos dio el ministerio de la
reconciliación, somos responsables por su utilización, su operación, su
funcionamiento. Nosotros que tenemos el ministerio de la reconciliación podemos
sentarnos y no hacer nada. Pero a menos que otros sean informados sobre el
nuevo nacimiento, sobre el espíritu santo y sus manifestaciones, a menos que se
les diga lo que son sus derechos filiales, ellos nunca sabrán. Ahora usted y yo
tenemos este ministerio.
2
Corintios 5:19:
Que Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos
encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
¿De qué me sirve tener
el ministerio de reconciliarle a usted con Cristo a menos que yo tenga la
Palabra para informarle cómo ser reconciliado, cómo ser salvo, cómo ser lleno
del espíritu santo, cómo operar las manifestaciones, cómo creer para que sus
oraciones sean respondidas, cómo andar? Note usted que Dios no nos ha dado la
palabra de la reconciliación; Él nos la encargó. Si Él nos la encargó, nos la
entregó completamente, Dios se limitó a usted y a mí en esta administración.
2 Corintios 5:20, 21:
Así que, somos [no cuando muramos, sino en
este momento] embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de
nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios.
Al que no conoció pecado [a Jesucristo],
por nosotros [Dios] lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia
de Dios en él.
El versículo 20 dice:
“Así que somos embajadores en nombre de Cristo...” ¿Por qué no comportarse como
un embajador? Si el presidente de su país le llamase para ser un embajador,
usted saldría a comprar un esmoquin nuevo y una corbata negra. Compraría un paraguas
nuevo y un sombrero de copa nuevo, nuevas maletas y los otros accesorios. ¿Por
qué? Porque usted ha sido comisionado para representar lo mejor de su nación.
Cuando usted es renacido
del Espíritu de Dios, la Palabra dice que usted es un embajador en nombre de Cristo.
¿Sabe usted cómo luce el embajador cristiano típico? Luce aplastado con todos
los pecados del mundo y completamente vencido mientras “lleva su cruz”. Está
desanimado, malhumorado y derrotado. No se sorprenda que nadie se acerque para
oír el mensaje de este embajador. Él no podría entusiasmar ni siquiera a un
ratón hacia un tarro de basura, mucho menos interesar al mundo seglar en su
reconciliación con Dios. Si ser cristiano es un trabajo tan difícil, poca gente
será impresionada por su ejemplo paupérrimo.
¿Cuándo vamos a creer
nuestros derechos filiales? ¿Por qué no caminar por las calles en nuestras
comunidades, en nuestras ciudades, en nuestros pueblos, en las varias regiones
de nuestros países con nuestras espaldas rectas y nuestras cabezas en alto y
decir: “Yo soy un hijo de Dios. Soy un embajador para el Señor Jesucristo?
¿Cómo está usted esta mañana? Bueno, ¡yo estoy maravillosamente bien!”. Hemos
llegado a acostumbrarnos tanto a ver al cristiano promedio apesadumbrado y
derrotado que nadie proyecta la actitud del embajador de Dios con derechos
filiales. Usted y yo somos lo que la Palabra de Dios dice que somos, tenemos, y
seremos lo que la Palabra de Dios dice que seremos. Y ella dice que somos hijos
de Dios.
Juan
3:2:
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no
se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se
manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es.
Además de ser
embajadores, como creyentes también somos llamados a ser mensajeros, testigos,
soldados y obreros. Como mensajeros debemos, como Epafrodito, ministrar a las necesidades
de los demás.
Filipenses
2:25:
Mas tuve por necesario enviaros a
Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero
y ministrador de mis necesidades.
Como testigos debemos
informar a otros sobre Cristo. Nuestra responsabilidad como testigos es muy
extensa y exigente.
Hechos
22:15:
Porque serás testigo suyo a todos los
hombres, de lo que has visto y oído.
Hechos
1:8:
Pero recibiréis poder cuando haya venido
sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos en Jerusalén, en toda
Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.
Como soldados de Cristo
no debemos enredarnos indebidamente en lo trivial de esta vida, como nos
advierte 2 Timoteo.
2
Timoteo 2:3, 4:
Tú, pues, sufre [soporta] penalidades como
buen soldado de Jesucristo.
Ninguno que milita se
enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por
soldado.
Pero nosotros debemos
pelear una buena batalla según amonesta 1 Timoteo.
1
Timoteo 6:12:
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano
de la vida eterna a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena
profesión delante de muchos testigos.
El lenguaje figurado de
soldados y de lo militar se encuentra a través de toda la Biblia. Tal vez el
consejo más crítico para nosotros como guerreros de Cristo se nos da en Efesios.
Efesios 6:12:
Porque no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de
las tinieblas de este siglo [mundo], contra huestes espirituales de maldad en
las regiones celestes.
Nuestra batalla no es
física, es espiritual. Por lo tanto tenemos que equiparnos con armadura espiritual
para pelear contra las potestades de maldad.
Efesios
6:13:
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios
para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Como obreros trabajamos
con Dios, según lo dice 1 Corintios.
1
Corintios 3:9:
Porque nosotros somos colaboradores de
Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
Nosotros laboramos en
muchos aspectos de la vida cristiana; pero nuestra responsabilidad más fundamental
como obreros es la base de este libro.
2
Timoteo 2:15:
Procura con diligencia presentarte a Dios
aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la Palabra
de verdad.
Además de ser
embajadores, mensajeros, testigos, soldados y obreros, se nos ha dado el ministerio
de la reconciliación y se nos ha encargado la palabra de la reconciliación.
¿Cuándo vamos a declarar lo que dice la
Palabra sin preocuparnos de lo que puedan decir los vecinos? Tenemos que
renovar la mente a lo que dice la Palabra, no a nuestros vecinos.
Por esto murió Cristo;
por esto Dios dio a Su Hijo Unigénito. Usted y yo deberíamos tener la valentía
de declarar lo que dice la Palabra de Dios. Vea Colosenses.
Colosenses
2:6, 7:
Por tanto, de la manera que habéis recibido
al Señor Jesucristo, andad en él;
arraigados y sobreedificados en él, y
confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de
gracias.
Efesios
1:17-23:
Para que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en
el conocimiento de él,
alumbrando los ojos de vuestro
entendimiento, para que sepáis cual es la esperanza a que él nos ha llamado, y
cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
y cuál la supereminente
grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,
la cual operó en Cristo, resucitándole de
los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
sobre todo principado y autoridad y poder y
señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo [mundo], sino
en el venidero;
y sometió todas las cosas bajo sus pies, y
lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel
que todo lo llena en todo.
El tener la mente
renovada mientras nos mantenemos firmes en nuestros derechos filiales es la
supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos. Cuando
nosotros pongamos la mente de Cristo en nuestras mentes, y empecemos a vivir a
su manera, no solamente serán abundantes nuestras vidas, sino que las vidas de
otros serán cambiadas por nuestro ministerio de la reconciliación.
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