“A quién se ha escrito la Palabra”,
“A quién se ha escrito la Palabra”, tiene claves muy
importantes para el entendimiento bíblico, sin embargo, me gustaría hacer unas
pocas observaciones respecto a este capítulo, y en general a nuestras
publicaciones.
La Palabra de Dios no nos fue dada simplemente para
almacenar conocimiento. Jesús dijo: “¿porque me llamáis señor, señor y no
hacéis lo que yo digo?”. Si solo almacenar conocimiento fuera suficiente para
tener una vida piadosa, entonces los líderes religiosos de la época de
Jesucristo habrían entendido el corazón de Dios, y habrían recibido a su Rey
con gozo, pues le habrían reconocido como el Mesías, y habrían vivido los
mandamientos que no querían tocar ni con un dedo.
No, la Palabra no nos la dio Dios para simplemente almacenar
conocimiento, sino para VIVIRLA EN UNA RELACIÓN INTIMA Y PERSONAL CON ÉL.
La Palabra es asombrosamente hermosa, exacta y muy precisa.
Provee de sana sabiduría a todo aquel que busca a Dios en ella. Dios Mismo Se
revela a aquellos que quieren entender y conocer honestamente Su verdad y Sus
caminos. Siempre habrá en este TESORO bastas joyas, y siempre habrá más y más y
más que conocer y entender de ella. Sin embargo, siempre “conoceremos en
parte”, ningún hombre es capaz de conocer y entender a totalidad toda La
Verdad. ¡Debemos ir siempre CON MANSEDUMBRE a ella para ser enseñados por Dios!
¡Siempre hay mucho que escudriñar en las Escrituras! y
quiero señalar que el Antiguo Testamento verdaderamente es una mina de gemas
preciosas, ¡está plagado de la belleza, el amor y la misericordia de nuestro
Padre! Nos habla de Quién es Él, y de la bendita esperanza de todos los tiempos
para la humanidad: de nuestro precioso Señor y Salvador Jesucristo.
Los cuatro Evangelios también contienen enseñanzas
indescriptibles y muy hermosas.
Este capítulo de “Poder para la vida abundante”, cubre
aspectos muy relevantes. La Palabra de Dios siempre debe ser entendida con
respecto a quien se dirige. A través de las Administraciones que Dios ha ordenado
desde los tiempos antiguos, Dios ha ido cambiando su trato con el hombre, sin
embargo Él Mismo jamás ha cambiado, así que podemos aprender más de nuestro
Dios entendiendo siempre que las administraciones pasadas con sus leyes y
regulaciones fueron “hasta Cristo”. Nosotros no observamos ya la Ley con
sus mandamientos y ordenanzas
(sacrificios, días de fiesta, ofrendas, etc.), pero definitivamente, hay
muchísimas cosas que sí podemos aprender de cómo los hombres de Dios caminaron
con Dios con el espíritu condicionado que se les dio a ellos, y cómo Dios
trabajó en sus vidas. Y definitivamente que podemos aprender del glorioso
caminar de nuestro Señor Jesucristo.
No, ya no observamos
la ley y sus regulaciones, pero si aprendemos del poder, denuedo y fuerza con
la que caminaron hombres de Dios, y también la Palabra nos da testimonio de
cuando ellos se equivocaron y desobedecieron a su Dios, da testimonio tanto de
sus aciertos cómo de sus errores. Esto es muy valioso para quien honestamente
quiere caminar con Dios.
¡Sin duda, el ejemplo más alto que tenemos es nuestro Señor
Jesucristo! La Palabra dice que “el que permanece en él, debe andar como él
anduvo” (1 Juan 2:6), y ¿cómo vamos a conocer su andar si no disfrutamos
minuciosamente los Evangelios? Hay muchos orientalismos en ellos, pero también
hay mucha información CLARA Y SENCILLA que podemos vivir a la luz de que somos
como Cristo Jesús es, y si Jesús pudo caminar con tal poder, autoridad, amor y
compasión en esta tierra, ¿cómo caminará entonces Cristo Jesús resucitado que
está sentado a la diestra de Dios y mora en nosotros? ¡Nosotros vivimos por una
ley más alta que la ley de Moisés!
Romanos13:8-10 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a
otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No
adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás,
y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la
ley es el amor.
En este capítulo al hablar de la oración conocida como “el
Padre nuestro”, se dice que nuestro perdón no está condicionado. Es cierto, en
Cristo ya hemos sido lavados y limpiados por su sangre. Pero para mantenernos
en comunión con Él, y andar con el “corazón limpio” nos es necesario perdonar a
aquellos que nos han ofendido. Es sanidad para nuestras almas otorgar el perdón
a quienes nos han hecho un agravio. Si queremos ir lejos y rápido con Dios,
debemos andar ligeros, y la amargura y el rencor son cargas muy pesadas de
llevar para un hijo de Dios.
Otro detalle que quiero mencionar a la luz de este capítulo,
es que omite la administración del Milenio (Apocalipsis 20:1-4), la cual está
claramente registrada en las Escrituras entre la administración de Apocalipsis
y la restauración del Paraíso. En el libro de “Apocalipsis o el Día del Señor”
del Dr. Bullinger, se cubre a detalle este tema, y también en el libro “Diez
Sermones sobre la Segunda Venida”, por el mismo autor. Ambos están disponibles
en la sección de libros del blog.
Con mis comentarios no busco contradecir al Dr. Wierwille,
sino ampliar lo que él nos explicó en este tema específico. Debe haber un justo
equilibrio en nuestra lectura y comprensión de las Escrituras. Tanto en A.T.
como los cuatro Evangelios deben ser leídos teniendo en mente que no están
dirigidos a la Iglesia de Dios, pero si debemos leerlos con el gozo y la
expectativa de aprender más de nuestro Dios, de comprender Sus altísimos
caminos y pensamientos. Y nos podemos deleitar en los Evangelios conociendo a
nuestro glorioso Salvador Jesucristo y observando su andar de amor, compasión y
gran autoridad sobre esta tierra, “pues como él es, así somos nosotros en este
mundo”. Y no somos como el Jesús que caminó en esta tierra, sino como Cristo
Jesús sentado a la diestra de Dios. ¡Tenemos Escrituras hermosas dirigidas
específicamente a la Iglesia de Dios que nos hablan de la obra completa y
finalizada de Cristo, de nuestra redención y posición en él y de nuestra
gloriosa esperanza! !Cuánta autoridad se le ha otorgado a los hijos de Dios!
¡En el espíritu de poder, amor y dominio propio con el cual hemos sido
investidos hay tanto poder, amor y compasión para traer la voluntad de Dios a
esta tierra! ¡Busquemos creyentemente en el TESORO de la Palabra de Dios para
ser transformados cada día más como Cristo, ¡para ser el reflejo de Dios
en esta tierra! (Hebreos 1: 2,3).
¡Hay tanto que aprender en la Palabra! ¡Pero sobre todo,
tanto que vivir!!! ¡Gocémonos en ella conociendo a nuestro Abba Padre cada día
más, y conociendo quién nos ha hecho en Cristo al vernos, como en un espejo,
reflejados en las Escrituras!
Dios los bendiga.
Con amor en Cristo,
Claudia Juárez Garbalena
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A QUIEN SE LE HA ESCRITO LA PALABRA
Capítulo 15 de "Poder para la vida abundante"
Por V.P. Wierwille
La mayoría de la gente cree que toda la Biblia -desde
Génesis hasta Apocalipsis- está escrita para ellos. Esto no es verdad. La
creencia de que toda la Palabra de Dios está escrita para todos a lo largo de
la historia ha causado confusión y contradicción en la división correcta de la
Palabra. Hay algunos pasajes en la Palabra de Dios que simplemente no calzan
con las otras secciones a menos que entendamos a quién está dirigido el pasaje
específicamente.
Suponga que yo recibiera una carta hoy dirigida a Victor
Paul Wierwille. ¿Está dirigida a la señora Wierwille? No. Tiene mi nombre. Pero
supongamos que ella lee mi carta; ¿podría ella acaso aprender algo de la
información en la carta?
Así es también cuando se trata de la Palabra de Dios.
Aquella parte que está dirigida a nosotros tiene que ser aplicada por nosotros.
Todo el resto de la Escritura que no tiene nuestro nombre en ella, que no está
dirigida a nosotros, es para nuestro aprendizaje.
¿A cuántos grupos de gente pueden ser dirigidos diferentes
segmentos de la Palabra? En 1 Corintios 10:32 Dios muestra Su sistema de
clasificación.
1 Corintios 10:32:
No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la
iglesia de Dios.
Dios enumera a los judíos, a los gentiles, y a la Iglesia de
Dios -tres categorías. Gálatas 3:28 dice que una persona es o judío o gentil
hasta que vuelva a nacer del Espíritu de Dios, momento en el cual se une a la
Iglesia de Dios. Toda la Biblia está dirigida a uno u otro de estos tres
grupos. A menos que uno entienda a quién está escrito un pasaje o libro o
sección, nunca podrá dividir correctamente la Palabra de Verdad.
Romanos fue escrita después de Pentecostés, el día en el
cual la Iglesia de Dios fue fundada, la Iglesia a la que pertenecemos usted y
yo.
Romanos 15:4:
Porque las cosas que se escribieron antes [antes del día de
Pentecostés] para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la
paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
Aquellas cosas escritas antes del día de Pentecostés no
están dirigidas a nosotros pero son para nuestra enseñanza.
En 1 Corintios se nos muestra la misma verdad de entender a
quién está dirigida la Palabra.
1 Corintios 10:11:
Y estas cosas les acontecieron [a Israel] como ejemplo, y
están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines
de los siglos.
Toda la Escritura antes de Pentecostés no está dirigida a
nosotros, pero es para nuestra enseñanza. Nadie pudo nacer de nuevo y
pertenecer a la Iglesia de Dios hasta que la Iglesia fue establecida en
Pentecostés. Por esto es que la Palabra dice en 1 Corintios 10:11 que toda la
Escritura anterior a Pentecostés es una amonestación para aquellos que
pertenecemos a la Iglesia de Dios.
Entonces, ¿qué me dice de las leyes en Éxodo, Levítico y
Números; todas esas cosas en el Antiguo testamento? ¿Están dirigidas a
nosotros? No. ¿A quién están dirigidas? Están dirigidas a los judíos o a los
gentiles porque la Iglesia de Dios todavía no existía. El Antiguo Testamento,
por lo tanto, tiene que ser para nuestra enseñanza. No está dirigido a
nosotros, no tiene nuestro nombre en él;
pero nos puede ayudar a aprender. Por ejemplo, los diez mandamientos no
están escritos a nosotros, pero podemos aprender de ellos. Sin embargo en las
iglesias Protestantes todavía se enseña como si los diez mandamientos fueran
específicamente para nosotros en vez de ser para nuestro aprendizaje. Toda la
Escritura antes del día de Pentecostés es para nuestro aprendizaje; así que los
diez mandamientos del Antiguo Testamento, junto con otros, son para nuestra
enseñanza.
Hasta este punto, la gente generalmente entiende. Pero lleve
esta clave ahora un paso más adelante en el proceso de dividir exactamente la
Palabra de Dios. ¿A quiénes fueron dirigidos los evangelios? ¿A un período
antes o después de Pentecostés? La Biblia indica que los cuatro evangelios
-Mateo, Marcos, Lucas y Juan- comienzan básicamente con el nacimiento de Cristo
y terminan con su ascensión diez días
antes del día de Pentecostés. Luego, ¿están dirigidos a nosotros los
evangelios? No si la Palabra de Dios es
cierta pues Romanos dice que toda la Escritura anterior al día de Pentecostés
es para nuestra enseñanza y los evangelios obviamente vienen antes del día de
la fundación de la Iglesia de Dios. Los pasajes en los evangelios están
dirigidos unas veces a Israel y otras veces a los gentiles pero nunca a la
Iglesia de Dios. Uno de los errores más grandes en la traducción de la Biblia
fue poner los cuatro evangelios en el Nuevo Testamento. Los evangelios
pertenecen lógicamente al Antiguo Testamento. Jesús vino a Israel, su propia
gente. El fue el profeta que cumplió la ley del Antiguo Testamento; por lo
tanto, los evangelios completan el Antiguo Testamento.
Romanos dice que Jesucristo fue un siervo para la
circuncisión.
Romanos 15:8
Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de [para]
la circuncisión…
Yo no pertenezco a la circuncisión, ni tampoco usted si es
que usted ha vuelto a nacer del espíritu de Dios; porque si somos nacidos de
nuevo del Espíritu de Dios, pertenecemos a la Iglesia de Dios en la cual no hay
judío ni gentil. Jesucristo no vino para dar comienzo a la Iglesia en el día de
Pentecostés; Jesucristo vino como un ministro para la circuncisión. El fue la
consumación, el cumplimiento del pacto antiguo, el Antiguo Testamento.
De haber estado los evangelios en el Antiguo Testamento en
vez de al comienzo del Nuevo Testamento, se hubiera podido evitar mucha
confusión. El nuevo Testamento comienza en realidad con el libro de Romanos,
siendo Hechos el libro de transición entre el antiguo pacto y el nuevo. El
libro de Hechos da la historia del surgimiento y la expansión de la Iglesia
cristiana; diciendo que en el día de Pentecostés hombres volvieron a nacer del
Espíritu de Dios y fueron llenos del poder del espíritu santo y que la Iglesia
siguió creciendo. Luego el libro de Romanos dirige su contenido informativo a
la Iglesia con algunas secciones dirigidas específicamente a los judíos o a los gentiles. Toda la
Escritura antes de Hechos y Pentecostés es para nuestra enseñanza.
Debemos estar continuamente conscientes de la parte de la
Palabra de Dios que está escrita para nuestro aprendizaje y separarla de
aquella parte que está escrita a nosotros. Estas dos preposiciones, para y a,
hacen la diferencia crítica entre la verdad y el error cuando se trata de
dividir correctamente la Palabra de Dios.
1 Corintios 1:2:
A la iglesia de Dios…
Esta carta está dirigida a alguien de igual manera que si yo
recibiera una carta dirigida a mí. ¿A quién está dirigida Corintios? A la
Iglesia de Dios. Eso es lo que dice y eso es lo que quiere decir.
Efesios 1:1:
Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los
santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso.
¿Quiénes son los santos? Los santos son los creyentes
renacidos. ¿A quiénes está dirigida Efesios? Está dirigida a la Iglesia.
Esto es tan simple. Todo el Antiguo Testamento más los
cuatro evangelios están dirigidos ya sea a los judíos o a los gentiles. Pero
las epístolas tales como Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1
y 2 Tesalonicenses están dirigidas específicamente a la Iglesia como lo están
las epístolas personales como Timoteo, Tito, y Filemón. Hebreos no está
dirigida a la iglesia en el sentido en que conocemos a la iglesia establecida
en Pentecostés. Hebreos está dirigida a creyentes que han sido renacidos del
Espíritu de Dios pero nunca han andado en la libertad de la grandeza del nuevo
nacimiento. Hebreos está escrita para aquellos que todavía están celosos de la
ley. De igual manera el libro de Santiago está dirigido a los mismos creyentes
que tiene la mentalidad del Antiguo Testamento.
Santiago 1:1:
Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a [a] las
doce tribus que están en la dispersión: Salud.
¿Podía Dios escribir la dirección más directamente? Está
dirigida a las doce tribus que están en la dispersión; los judíos que están
dispersos. La razón por la que Santiago se aplica tanto a muchos creyentes hoy
en día es que creyentes que han vuelto a nacer del Espíritu de Dios todavía no
quieren creer la Escritura que está dirigida a ellos; parece que quieren
ponerse bajo la Ley otra vez. Este era también el problema en la Iglesia en su
comienzo.
Hechos 21:20:
Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron:
Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son
celosos por la ley.
Estos judíos habían nacido de nuevo del Espíritu de Dios,
fueron salvos después de Pentecostés; pero todavía eran celosos por la ley.
Nunca anduvieron en la grandeza de la revelación que vino en el día de
Pentecostés, la cual Pablo presentó y declaró con tanto denuedo.
Gálatas 5:1:
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo
libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
La palabra “libertad” quiere decir “sin restricciones, sin
cadenas, “libre”, “Estad, pues, firmes en la libertad [en vuestra condición sin
restricciones] con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al
yugo de esclavitud”. ¿Qué es el yugo de esclavitud? La ley.
Aquellas epístolas que están dirigidas a nosotros deben ser
aplicadas específicamente por nosotros. Toda la otra Escritura es para que
aprendamos. No tenemos que guardar los diez mandamientos; no están dirigidos a
mí. Hay una ley para la Iglesia más grande que los diez mandamientos. Tenemos
la ley del amor de Dios en Cristo Jesús. Si vivimos el amor con el poder de
Dios en nosotros y la mente renovada, ¿vamos a guardar los diez mandamientos?
Definitivamente. No vamos a andar por ahí quebrantando los diez mandamientos,
pues vivimos en un plano más alto; vivimos por una ley mayor.
¿Y qué hay con el Padre Nuestro? ¿Está dirigido a aquellos
creyentes posteriores al día de Pentecostés o lo enseñó Jesús a sus discípulos
antes de Pentecostés? La Palabra de Dios declara en Mateo que él lo enseño a
sus discípulos, a Israel. Sin embargo casi todos los domingos en todas las mayores
denominaciones, los miembros se paran y el ministro dice: “Oremos ahora la
oración que el mismo Cristo nos enseñó: “Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad, así
en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan de cada día' ”. ¿Por qué no puedo yo orar eso? Porque las
epístolas, las cuales están dirigidas a la Iglesia, dicen que él ha suplido
todas nuestras necesidades según Sus riquezas en gloria. Seguramente entonces
Dios ha suplido mi pan de cada día. Cuando oramos: "Danos hoy nuestro pan
de cada día", le estamos pidiendo que nos dé algo que ya nos ha sido dado.
“Y perdónanos nuestras ofensas como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden”. ¿Por qué no puedo orar esto con exactitud?
Porque mi perdón no depende de que yo perdone a otros pues el señor le dijo a
la iglesia de los evangelios que “a cualquiera… que me confiese delante de los
hombres, yo también le confesaré delante
de mi Padre que está en los cielos”. El Padre Nuestro dice: “Perdónanos
nuestras ofensas [nuestro pecados] como también nosotros perdonamos a los que
nos ofenden [los que pecan contra nosotros]”. En otras palabras, es condicional
-si yo no perdono a Juan por sus pecados, Dios no me perdonará los míos. En la
Palabra dirigida a mí no se indica esto. No dice nada de perdonar a alguien
más. Dice que confiese con su boca al señor Jesús; no dice que confiese sus
pecados. ¿Ve usted la diferencia?
Para ver la importancia de saber a quién está dirigido un
pasaje de la Escritura lea lo que dice en Romanos 8.
Romanos 8:37-39:
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos
podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Nada me puede separar del amor de Dios que es en Cristo
Jesús mi señor. Más adelante, a medida que sigo leyendo, llego a Romanos 11.
Romanos 11:21,22:
Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti
tampoco te perdonará.
Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad
ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si
permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.
Romanos 8 dice que nada me puede separar del amor de Dios; y
sin embargo tres capítulos más tarde, Romanos 11 dice si no permanezco en Su
bondad seré cortado. ¿Qué es lo que pasa? Mire a ver a quién está escrito cada
pasaje.
Romanos 9:3:
Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por
amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne.
¿Quiénes eran los parientes de Pablo según la carne? El versículo
4 dice: “Que son israelitas…” ¿A quién está dirigido? El Versículo 4 dice que a
los israelitas, los judíos. Pablo continuó hablando a Israel. Pablo escribió en
el capítulo 10, versículo 1: “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y
mi oración a Dios por Israel, es para salvación”. Esto todavía está dirigido a
Israel. En el capítulo 11, versículo 1, él dice: “Digo, pues: ¿Ha desechado
Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la
descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín”. Pablo estaba aún
escribiéndole a Israel. Pero en el versículo 13 Pablo cambio y dirigió su
discurso a los gentiles.
Romanos 11:13:
Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol
a los gentiles…
Versículo 21 del capítulo 11: “Porque si Dios no perdonó a
las ramas naturales…” ¿Quiénes son las ramas naturales? Las ramas naturales son
Israel. “…a ti tampoco te perdonará". “A ti”, ¿quién? Los gentiles. ¿Por
qué iba a perdonar Dios a los gentiles si no perdonó a los judíos? Tanto los
gentiles como los judíos tenían ahora que renacer del Espíritu de Dios.
Nosotros no somos ni judío ni gentil; nosotros pertenecemos a la Iglesia de
Dios y nada nos puede separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús. Pero si
una persona es un gentil y no ha vuelto a nacer: “Porque si Dios no perdonó a
las ramas naturales [Israel], a ti tampoco te perdonará”.
Versículo 22:”Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios;
la severidad ciertamente para con los que cayeron [Israel], pero la bondad para
contigo [los gentiles], si permaneces en esa bondad…” ¿Qué significa para un
gentil el permanecer en Su bondad? El gentil tiene que ser salvo, volver a
nacer del Espíritu de Dios. A menos que el gentil permanezca en Su bondad
haciendo la confesión de Romanos 10:9, “…tú [gentil] también serás cortado”. Todos tienen ahora
que nacer de nuevo.
Como una parte del entendimiento de a quién está escrita la
Palabra de Dios una persona tiene que reconocer con exactitud las
administraciones en la Biblia.
1 Corintios 9:17:
Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa
tendré; pero si de mala voluntad, la comisión [la administración] me ha sido
encomendada.
Pablo dice que le fue encomendada la administración del
evangelio. La palabra “comisión” no es apropiada pues una administración es con
exactitud el acto de administrar por una era completa, como en una de nuestras
administraciones de gobierno. El período de gobierno anterior fue la
administración de algún otro. Al dividir correctamente la Palabra de Verdad,
tenemos que entender que estas administraciones bíblicas tienen que permanecer
dentro de los confines en que Dios las ha situado con Su Palabra.
Hasta donde he podido estudiar la integridad de la Palabra
de Dios, hay las siguientes administraciones mayores en la Palabra: (1) El
Paraíso Original, (2) la Patriarcal, (3) la Ley, (4) la Administración de
Cristo, (5) la Iglesia, (6) la Aparición y (7) el Paraíso Final o
Administración de Gloria.
La primera administración, la administración del Paraíso Original,
terminó muy abruptamente. Está documentada desde el principio de Génesis hasta
su tercer capítulo. En el vigésimocuarto versículo de Génesis 3, la
administración original terminó abruptamente.
Génesis 3:24:
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de
Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para
guardar el camino del árbol de la vida.
Cuando Dios expulsó a Adán y Eva de Edén, la administración
Original en la cual Dios moraba con el hombre tuvo un final repentino.
La segunda administración fue la administración Patriarcal
de Abraham, Isaac y todos los patriarcas hasta las leyes de Moisés. Cosas que
fueron dadas a Moisés antes de la Ley eran leyes no escritas. Cosas que eran
pecados antes de que la ley fuera escrita se volvieron transgresiones después
de que la ley fue dada.
Romanos 2:12:
Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también
perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados.
Hay otra referencia a la administración Patriarcal en Hechos
17:30.
Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta
ignorancia, ahora manda [El] a todos los hombres en todo lugar, que se
arrepientan.
“Los tiempos de esta ignorancia” se refiere al período
patriarcal en que la ley era ley no escrita, así que Dios pasó por alto los
tiempos de esta ignorancia. Eso quiere decir que El simplemente cerró Sus ojos
a ello.
Después de la administración Patriarcal viene la
administración de la ley. Y la administración de la Ley que se inició bajo
Moisés terminó cuando vino Jesucristo.
La diferencia entre la administración de la Ley y la de
Cristo es que Cristo estaba personalmente en la tierra para mantener y llevar a
cabo la ley de modo que se pudiera hacer preparación para la quinta
administración, la Iglesia.
Romanos 10:4:
Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo
aquel que cree.
Mateo 27:51 nos dice que cuando murió Jesucristo, “…he aquí,
el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo…” El velo que separaba al
santo de los santos del lugar santo se rasgó de arriba a abajo. El velo del
templo, una vez que fue rasgado en dos partes, ya no separaba a los sacerdotes
de la gente. Toda el área estaba entonces abierta para todos, tanto literal
como figurativamente. Los sacerdotes ya no tenían que hacer intercesión por los
legos una vez que Cristo hubo cumplido la ley; el intercesor de la gente se
volvió Cristo mismo.
La quinta administración, la Iglesia de Gracia, empezó en
Pentecostés, dándose a conocer por primera vez el misterio de la Iglesia al
Apóstol Pablo varios años más tarde. Esta es la administración bajo la cual
nosotros vivimos ahora.
La sexta administración es la administración de la
Aparición. La administración de la Aparición comienza con la reunión de
aquellos creyentes que fueron renacidos después de Pentecostés, antes del
regreso de Cristo. El pasaje de la reunión de los creyentes es dado en 1
Tesalonicenses 4:17 y 2 Tesalonicenses 2:1 y subsiguientes. La administración
de la Aparición también es llamada la administración de la Revelación o del
Apocalipsis (debido al libro del Apocalipsis). Durante este período Cristo
aparecerá, reunirá la Iglesia y regresará a la tierra con sus santos. La
administración de la Aparición termina cuando Satanás es destruido y toma el
lugar el juicio del gran trono blanco.
La administración final es la administración del paraíso o
de la Gloria. La administración del Paraíso complementa a la administración
Original pues aquello que comenzó en Génesis 1 y 2 y terminó con Génesis 3:24
comienza de nuevo en Apocalipsis 21. El paraíso estará una vez más en la
tierra. Habrá un cielo nuevo y una tierra nueva donde mora la justicia, donde
no hay más enfermedad, no más dolor, no más muerte.
Este ha sido un análisis breve de las administraciones que
se encierran en la Palabra de Dios. Debemos entender que las reglas de vida
cambian en los distintos períodos de tiempo, de modo que debemos ver a cada
administración dentro de su contexto particular. Cuando observamos para ver a
quien está dirigida una escritura particular también debemos ver cuál
administración determina las reglas.
Como un ejemplo de por qué debemos entender la Palabra en su
administración debida, vaya a Deuteronomio 6:25.
Y tendremos justicia
cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová
nuestro Dios, como él nos ha mandado.
¿A quién está dirigido Deuteronomio? A los judíos, a Israel.
Si ellos guardaban la ley, serían hechos justos. Deuteronomio puede ser situado
bajo la ley; pero no puede ser situado bajo la administración de la Iglesia de
Gracia. Si observáramos todos los mandamientos no seríamos justos porque
nuestra administración, la Iglesia, opera bajo reglas que han sido cambiadas.
Para ver un contraste entre administraciones observen
Romanos 3:20.
Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será
justificado delante de él…
Superficialmente Deuteronomio 6:25 y Romanos 3:20 parecen
contradictorios. Pero no lo son si reconocemos a quién están escritos. Deuteronomio
fue dirigido a Israel, bajo la administración de la Ley; mientras que Romanos
está dirigido a la Iglesia, bajo la administración de la Iglesia.
Déjeme señalar brevemente una nota final en el entendimiento
de la verdad bíblica. ¿Qué camino sigue una persona cuando no puede obtener el
sentido de un versículo muy difícil: cuando el versículo, el contexto y el uso
previo no son satisfactorios en darle entendimiento?
El versículo difícil debe ser entendido a la luz de los
versículos claros. Puede haber un versículo que resalte como difícil mientras
que hay muchos versículos sobre el mismo tema que estén claros. El hombre
moderno ha magnificado el difícil y se ha olvidado de los muchos que están
claros. Eso no es honesto. Eso no es dividir correctamente la Palabra. Debemos
ver que el uno encaje con los muchos; no forzándolo, sino trabajándolo. Algunas
veces yo he esperado diez años para encajar un versículo difícil con el resto
de la exactitud de la Palabra. El tiempo no es importante cuando se estudia un
versículo; las claves en la Palabra lo son. Cuando dividimos correctamente la
Palabra en cuanto a quién está escrita, entenderemos que el versículo difícil
tiene que encajar siempre a la luz de los versículos claros que tratan del
mismo tema.
Tenemos siempre que recordar esto en primer lugar: que
ninguna profecía -ninguna cosa de aquello que es predicho o declarado- es de
interpretación privada. Toda la Escritura se interpreta a sí misma ya sea en el
versículo, en su contexto o en su uso previo. A la luz de este cimiento básico
estaremos capacitados para estudiar la integridad y la precisión de la Palabra
de Dios.
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