miércoles, 29 de octubre de 2014

De "Recibiendo el espíritu santo hoy" por V.P. Wierwille
CAPÍTULO 2
Miedos comunes que impiden el
Recibir el don proveniente del
Espíritu Santo
Sé lo que el miedo puede hacer. Sé cómo Satanás puede esclavizar a un creyente y evitar que reciba en manifestación el espíritu santo. Conozco los miedos comunes que evitaron que yo recibiera. Y en mi trato con creyentes he descubierto que la mayoría de ellos tienen miedos similares a los que yo tenía.


La mayoría de los miedos con respecto a recibir en manifestación el espíritu santo se deben a enseñanza incorrecta o ignorancia de la Palabra de Dios. Nuestras mentes han sido saturadas con ideas de lo que otros han dicho y hecho en vez de con lo que la Palabra enseña. Para muchas personas ha habido una falta de enseñanza. Por lo tanto, ciertos creyentes no saben que el don, espíritu santo, poder desde lo alto, es una realidad que vive dentro de la vida del creyente renacido.


Solamente cuando hay una enseñanza clara y concisa de la Palabra de Dios se dispersan rápidamente los miedos porque el conocimiento de la Palabra desarraiga el miedo. Yo conozco la terrible angustia espiritual y  mental que la gente experimenta cuando están acosados por el miedo. También conozco el gran gozo y la paz refrescante que el creyente tiene cuando los miedos son removidos por la Palabra directa de Dios. No podemos mirar a Dios con creencia por alguna cosa mientras estemos acechados por el miedo, porque el miedo aumenta la incredulidad y la incredulidad derrota las promesas de Dios.


Algunas personas temen que van a pedir algo que no les toca recibir; temen que el espíritu santo era solamente para los creyentes del primer siglo. Pero Hebreos 13:8 dice: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.


Esta escritura significa lo que dice – que podemos tener todo lo que en cualquier tiempo se haya prometido o dado y que las manifestaciones y los dones de Dios no están limitados al siglo primero. Efesios 5:18 amonesta: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu [pneuma]”.


Esto es para todos los creyentes porque el libro de Efesios fue escrito a los santos, creyentes, los fieles en Cristo Jesús. Así pues, Efesios 5:18 es un mandato definitivo de la Palabra de Dios que nosotros como creyentes debemos ser llenos.


Hechos 2:38 estipula: “…y recibiréis el don del Espíritu Santo [pneuma hagion]”. La promesa, entonces, es hecha a usted como creyente y a sus hijos como creyentes y a todos los creyentes hasta la aparición de Jesucristo, el cierre de la Era de la Iglesia.


La gente ha sido asustada de tal manera por las acciones de algunos que decían haber recibido el espíritu santo, que cristianos sinceros han negado la realidad del recibimiento del espíritu santo como una experiencia presente. Gente buena, sincera y honesta en ciertos movimientos religiosos en muchos casos ha hecho extraña la experiencia de Pentecostés.


Yo sabía que hay tal cosa como posesión diabólica y que Satanás hace proezas sobrenaturales. ¿Cómo podría yo estar seguro de que no estaría recibiendo una experiencia falsificada al recibir el pneuma hagion? Este era tal vez mi mayor miedo.


Lucas 11:11-13:
¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?

¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo [pneuma hagion] a los que se lo pidan?


Este pasaje presenta claramente que un padre humano no daría algo malo a su hijo. ¿Entonces quién puede creer que nuestro Padre celestial, que ama a Sus hijos más que un padre terrenal, permitiría que un niño hambriento fuese lleno de algo perjudicial, incorrecto o falso, cuando está creyendo con un deseo profundo ser lleno con poder desde lo alto según la propia Palabra y voluntad de Dios?


Ustedes pueden venir a Dios con creencia y confianza absoluta, sabiendo que de Sus manos recibirán solamente lo bueno. ¡Qué deshonroso es para Dios cuando como niños confiamos más en nuestros padres terrenales que en nuestro Padre celestial, pensando que El pudiera permitir que Sus niños hambrientos reciban una cosa falsa o dañina cuando le pedimos, y creemos que vamos a recibir, el espíritu santo en manifestación!


Yo también temía que no era lo suficientemente bueno como para recibir poder desde lo alto. Desde un punto de vista humano yo sabía que no lo era. Por muchos años había tratado de ser lo suficientemente bueno, pero no lo logré ni fue posible. La creencia errónea de que el espíritu santo es dado solamente a aquellos que son buenos está impidiendo que muchas personas logren andar en gran liberación y poder en sus vidas. Recuerden, Dios da el don porque lo necesitamos, no porque lo merecemos.


El recibir cualquiera de los dones de Dios no es de por sí una prueba de lo bueno que es el que lo recibe. El pneuma hagion es el don de Dios. Todos los dones de Dios se reciben por creencia, sin ningún mérito de parte del que recibe. Dios nunca da el espíritu santo como una recompensa por vivir una vida buena y honesta. El da el pneuma hagion a un creyente para hacer en el creyente aquello que ningún creyente puede hacer en sí mismo y para sí mismo.


Romanos 10:10:
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.


La justicia es el espíritu proveniente de Dios en el hombre, no la bondad del hombre. No nos podemos levantar por nuestro propio esfuerzo para ser lo suficientemente buenos como para recibir cualquiera de los dones de Dios. La experiencia de recibir el poder desde lo alto es solamente el principio de una comunión que debería llevar a la manifestación de un vivir victorioso. Un don espiritual añadido pone sobre nosotros una responsabilidad añadida, de manifestar este don en la aplicación de lo mejor de Dios en nuestras vidas. Solamente porque una torta falla el ama de casa no rehúsa para siempre hornear tortas, ni dice ella que todas las tortas son malas. Solamente porque algunos hayan hecho extraña la experiencia de Pentecostés no debemos nosotros tirar por la borda la experiencia del poder desde lo alto.


Recuerden que un don es un don. Ustedes pueden dar a su hija un bello traje nuevo, pero ella puede tomar ese regalo y sentarse en un charco de lodo. Ella tiene libre voluntad para hacer esto, ¿no es así? Pero le corresponde a su hija respetar el regalo que ustedes le han dado y tratarlo apropiadamente. Lo mismo pasa con el don del espíritu santo. Le corresponde al que recibe tener reverencia hacia el don. Somos responsables por la luz espiritual que tenemos y los dones que poseemos. Un cristiano es conocido en este mundo de los sentidos por el fruto del espíritu que muestra, no por los dones que ha o no ha recibido.


El miedo de tal vez usar mal el espíritu santo era otra gran barrera en mi búsqueda. Yo quería estar seguro de que no usaría mal el don cuando y si acaso el poder llegara a vivir en mí. La salvación es un don para nosotros según nos dice Efesios 2:8. Como creyentes salvos todos pecarán; aun así, cuando confesamos nuestro pecado a Dios, El nos restablece en comunión. Nosotros nunca debiéramos querer pecar deliberadamente después de la salvación, después de recibir el don del espíritu santo, pero si pecamos no estropeamos la perfección del don. Solamente nos hacemos daño a nosotros mismos y tenemos el perdón fiel de Dios si confesamos nuestros pecados.


1 Juan 1:9:
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.


Todos los dones de Dios son medios para un fin y no fines en sí mismos. El fin es que seamos como Cristo. El don del espíritu santo nos equipa con la habilidad para una vida mas fructífera para Dios. El poder desde lo alto es nuestro para ayudarnos a crecer más similares a Cristo.


El don del espíritu santo nunca es dado a base del mérito humano sino a base de gracia según enseña tan claramente la Biblia. Inmediatamente después de recibir el espíritu santo, poder desde lo alto, un hombre no tiene más carácter cristiano que el que tenía en el momento antes de recibir, pero ahora tiene una fuente de ayuda y la habilidad para rendir fruto espiritual, y esto es de un valor incalculable.


Gálatas 5:22,23:
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Los hombres son conocidos por su fruto, y no por los dones que poseen. Los dones no son prueba de buen carácter. Los dones son recibidos en un momento dado por creencia, pero el producir fruto es crecimiento en el vivir cristiano disciplinado.

Otro miedo que yo tenía concernía a la habilidad o poder que Cristo dijo que vendría sobre aquellos que recibieran el espíritu santo. Muchos cristianos llamados “llenos de espíritu” que yo conocía estaban, por sus frutos, indicando vidas sin poder y sin efecto. Yo no podía entender esto hasta que un día me di cuenta de la diferencia entre un don y su uso. Este punto puede ser ilustrado efectivamente. Un carpintero de gran habilidad tiene un sitio de construcción, una serie de planos y todos los materiales necesarios para construir una casa de acuerdo con los planos, pero no tiene herramienta alguna. En esta situación se le hace imposible construir la casa. Si se le da un baúl lleno de todas las herramientas que necesita, él recibe el poder o habilidad para construir la casa. El podría, sin embargo, sentarse encima del baúl de herramientas y cruzarse de brazos. Está en su propio poder el trabajar o permanecer ocioso. La posesión de herramientas no constituye una garantía de que él las usará. Es igual con aquel que ha recibido el don del espíritu santo. Este creyente tiene poder dado divinamente por Dios; pero él, al igual que el carpintero, se puede sentar y cruzarse de brazos.


Otro miedo que yo tenía era que yo pudiera hacer alguna tontería delante de la gente que me haría parecer ridículo y la gente diría: “Está Loco”.

De nuevo vino Lucas 11:11-13 a mi atención. Dios nunca hace que alguien haga algo ridículo o tonto. Todo don de Dios es un don bueno y perfecto. Por lo tanto, nada imperfecto viene con el don de Dios. Si por sus acciones alguna gente ha demostrado tonterías, no era de Dios sino de su propio hacer. Por sus propias voluntades ellos hicieron aquellos que era tonto, porque Dios dice claramente en 1 Corintios 14:40: “Pero hágase todo decentemente y con orden”. 1 Corintios  14:32 dice: “Y los espíritus [pneuma] de los profetas están sujetos a los profetas”, que también quiere decir que todas las habilidades espirituales provenientes de Dios están sujetas al hombre que las recibe. El próximo versículo en 1 Corintios también magnifica esta verdad.

1 Corintios 14:33:
Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos.

El hombre tiene libertad de voluntad, y su uso del don es su responsabilidad. Los dones de Dios no poseen a la gente, sino que la gente que tiene los dones de Dios son responsables por la operación de los mismos.

CAPÍTULO 3
¿Quién está capacitado para recibir
el espíritu santo, pneuma hagion?


La mayoría de la gente cree erróneamente que una persona tiene que ser muy buena para recibir el don del espíritu santo, y que sólo aquellos que han alcanzado un grado avanzado de bondad espiritual están capacitados. Mucha gente cree que sólo aquellos que están totalmente consagrados y disciplinados son capaces de recibir. Esto está tan lejos de la verdad como la declaración: “Ustedes pueden recibir a Jesús como su salvador solamente después de haber limpiado sus vidas”. El don de salvación es por gracia y por gracia solamente. Efesios 2:8 dice explícitamente: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.


Los dones de Dios nunca se reciben por las buenas obras del hombre, ni Dios se los concede al hombre cuando el hombre alcanza una condición espiritual especial. Todos los dones de Dios le pertenecen al hombre cuando él se los apropia por creencia, que quiere decir que el creyente actúa conforme a la Palabra.


El poder desde lo alto fue dado una vez y para siempre en Pentecostés. Este poder ha estado aquí desde entonces y está inmediatamente disponible a cualquiera que crea para recibir. Dios hizo todo lo que pudo el día de Pentecostés; ahora si el hombre hace todo lo que puede, el puede recibir inmediatamente todo lo que Dios dio. Todos los dones de Dios están inmediatamente disponibles a todo creyente. Hoy es meramente una cuestión de si un hombre quiere o no recibir lo que Dios ya ha dado y hecho disponible.


Hay tres cosas que debemos saber para manifestar la vida más abundante: debemos saber qué está disponible; debemos saber cómo recibir cosas espirituales; debemos saber qué hacer con el don de Dios después de que lo hemos recibido.


Es falta de creencia de parte del hombre pedirle a Dios que mande algo que El ya ha dado. Repitiendo: el don de Dios, el don de espíritu santo, está disponible inmediatamente a cualquiera que se apropie del don por creencia. El poder desde lo alto puede ser recibido y manifestado por cualquiera que sepa lo que la Palabra enseña.


El recibir el don de Dios conocido como el espíritu santo es a base de gracia y creencia. Los grados de alcance espiritual, consagración y bondad personal no tienen nada que ver con recibir el poder desde lo alto.


Dios hizo una promesa incondicional cuando Jesucristo dijo: “Os enviaré otro consolador”. El no prometió que el don del espíritu santo sería dado después de que los apóstoles llegaran a cierta etapa de desarrollo espiritual. El señor sabía que ellos necesitaban este poder espiritual adicional para ser victoriosos y para estar fuertes espiritualmente.


Hechos 2:38:
…Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados; y recibiréis el don del [proveniente del] Espíritu Santo.


Nótese la palabra “don”. Un don nunca se gana, los salarios sí. La única justicia que nos capacita para recibir dones de Dios es la justicia de Cristo, que está acreditada a nuestra cuenta espiritual por nuestra creencia en el sacrificio que Cristo llevó a cabo en la cruz.


La mayoría de la gente que desea recibir el don del espíritu santo pero que no lo ha recibido, está totalmente convencida de que es su propia culpa – que debe haber un pecado secreto o una falta de espiritualidad que no les permite recibir. Es absolutamente imposible recibir cualquier cosa de Dios mientras ustedes tengan la idea de que no son lo suficientemente buenos como para recibir. Es como el hombre que cree que no puede ser salvo si peca. Si el hombre se concentra en esa idea, no creerá ni será salvo; pero en el momento en que se le demuestra lo que Dios piensa y lo que su Palabra enseña, él puede apropiarse rápidamente del don de salvación por creencia.


Otra idea que se ha difundido en el pensamiento de la mayoría de la gente que busca el poder desde lo alto es que ellos deben esperar orando como hicieron los apóstoles antes de Pentecostés. He oído gente decir que si alguien que busca se pone en la actitud de oración como los apóstoles hicieron diez días antes de Pentecostés, entonces Dios le dará al que busca el don de espíritu santo. He visto gente pasar noches y días orando para que Dios les dé el don del espíritu santo, pero han terminado sin manifestar, derrotados espiritualmente y preguntándose qué hay de malo en sus vidas. ¿Por qué no respondió Dios a sus oraciones? ¿Por qué no les dio espíritu santo? Dios no les podía dar el poder desde lo alto porque El ya lo había dado una vez y para siempre; pero ellos no se dieron cuenta de eso, ni tampoco sabían cómo recibirlo.


De acuerdo con la Biblia, los apóstoles no estaban instruidos a agonizar en oración por diez días para convertirse en lo suficientemente buenos como para que el espíritu santo les fuera dado. Ellos estaban simplemente instruidos a esperar. ¿Esperar qué? la plenitud de los tiempos para que el don fuera dado.
Diez días antes del nacimiento de Jesucristo, aquellos que oraban por su venida tuvieron que esperar hasta que el tiempo se cumpliera. Los apóstoles en Pentecostés también tuvieron que esperar el momento indicado. Pero desde ese día de Pentecostés no hay espera necesaria. La espera por el poder desde lo alto se acabó. Está aquí. No necesitamos esperar por ningún don que Dios ha dado. El dio el don de espíritu santo en Pentecostés, y el poder desde lo alto ha estado aquí desde entonces.


Por seis años yo oré, pedí, supliqué y rogué a Dios por el poder espiritual. Viajé literalmente miles de millas solamente preguntando a gente  sobre el espíritu santo y el don. Siempre regresaba herido y sangrando espiritualmente porque aquellos cristianos que habían recibido estaban en tan gran confusión que no tenían la habilidad para comunicarme a mí la bendición de recibir. Ellos eran lo suficientemente sinceros, pero todo lo que podían comunicar era experiencia, y las experiencias casi siempre son insuficientes para guiar a otros a recibir. Eran incapaces de guiarme a un entendimiento de la Palabra de Dios de manera que yo también pudiera recibir. Casi me di por vencido en mi desesperación. Pero en el momento en que me di cuenta que el recibir el espíritu santo no dependía de las buenas obras, ni de agonizar en oración, ni del mérito personal, sino de la creencia, en ese momento recibí en manifestación la plenitud del poder desde lo alto.


El don del espíritu santo es dado para que a través del poder de Dios y de Su ayuda espiritual podamos crecer para ser más como Cristo. La verdad es que el hombre no tiene más carácter ni más bondad ética inmediatamente después que ha recibido el espíritu santo de lo que tenía antes, pero ahora tiene una fuente de ayuda y poder. El ha hecho contacto y ha recibido la gran fuerza espiritual que lo hace capaz de construir un carácter cristiano y de formar una vida más semejante a la de Cristo.


Esta es la era de la Iglesia del Cuerpo bajo la dirección del Espíritu Santo, la Iglesia ha perdido su primer amor, su poder, su testimonio, porque Satanás ha confundido la mente del hombre al extremo que la experiencia de Pentecostés ha estado casi totalmente desconocida en la Iglesia y en  la vida de los cristianos. Esto se debe primordialmente a una falta de conocimiento de la Palabra de Dios. Los apóstoles y discípulos eran los mismos seres humanos antes y después de Pentecostés, pero algo pasó que los cambió de hombres derrotados, llenos de miedo, dudosos y vacilantes, a apóstoles y discípulos valerosos, firmes e intrépidos. Ese algo fue el recibir el espíritu santo.



¿Quién cumple con los requisitos para recibir el espíritu santo? Un creyente, uno que ha recibido a Jesús como señor y que cree en su corazón que Dios levantó a Jesús de los muertos.

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