EL PECADO
IMPERDONABLE
Capítulo 21
de "Poder para la vida abundante"
Por V.P.
Wierwille
Al estudiar
el nuevo nacimiento y la comunión con Dios, deberíamos mirar la exactitud de la
Palabra de Dios en relación con el pecado imperdonable, que es un tema asociado.
Esta materia está claramente definida en la Palabra de Dios pero todavía mucha
gente está en tinieblas.
El pecado
imperdonable también es llamado en la Palabra de Dios el pecado de blasfemia
contra el Espíritu Santo. Todos los evangelios tienen relatos de este pecado.
Mateo
12:31,32:
Por tanto os
digo [Jesús está hablando a los principales del templo, los fariseos]: Todo
pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el
Espíritu no les será perdonada.
A cualquiera
que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al
que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni
en el venidero.
Marcos
3:28,29:
De cierto os
digo [fariseos y saduceos] que todos los pecados serán perdonados a los hijos
de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean;
pero
cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino
que es reo de juicio eterno.
Lucas 12:10:
A todo aquel
que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al
que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.
Los hombres
a quienes Jesús se refería habían cometido el pecado contra el Espíritu Santo,
el pecado imperdonable. Para entender el pecado imperdonable, tenemos que notar
que hay dos simientes como está dicho en Génesis.
Génesis
3:15:
Y pondré
enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te
herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Génesis 3:15
indica dos simientes-la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer.
Previamente vimos que “la simiente suya” es la simiente de Cristo y “tu
simiente” es la simiente de la serpiente. Para ver el resultado de estas dos
simientes plantadas en el hombre, tomemos a un hipotético Juan del Pueblo. El
ha nacido de cuerpo y alma, un hombre natural. No tiene ninguna simiente
espiritual en él. Cuando este hombre de cuerpo y alma confiesa con su boca que
Jesús es el señor y cree que Dios le levantó de los muertos (Romanos 10:9,10),
él es renacido con la simiente (Cristo) de Dios en él. Teniendo esta simiente
en él, Juan del Pueblo es cuerpo, alma y espíritu con el amor de Dios y con
vida eterna.
Sin embargo,
hay otra posibilidad para Juan. Antes que confesar a Jesús como señor, cree que
el Diablo es el verdadero dios. Entonces Juan del Pueblo, un hombre de cuerpo y
alma, es renacido de la simiente de la serpiente, y la simiente no puede ser
quitada. Porque esta simiente no puede ser quitada, es un pecado imperdonable.
Cuando Juan
del Pueblo acepta al Diablo como dios, renace de la simiente de la serpiente,
la simiente del Diablo. Tiene entonces el odio del Diablo, así como el que
acepta al Dios y Padre del Señor Jesucristo tiene el amor de Dios. Un hombre
tiene muerte eterna, mientras que el hombre renacido de la simiente de Dios
tiene vida eterna.
Las familias
de los dos dioses son completamente opuestas. Hay dos simientes y dos
esencias antitéticas.
Es posible
que un hombre de cuerpo y alma pase su vida y nunca acepte a uno u otro dios.
Una persona no siempre toma esa decisión. Pero si escoge, tiene solo dos
alternativas. Puede, ya sea aceptar al Señor Jesucristo como señor personal, o
aceptar al Diablo. Si acepta al diablo es renacido de la simiente de la serpiente
lo cual es imperdonable (no se puede arrepentir de ello) porque una persona no
se puede deshacer de una simiente. Es permanente.
Hemos leído
pasajes en Mateo, Marcos y Lucas acerca del blasfemar en contra del Espíritu
Santo. El cuarto evangelio, Juan también contiene un pasaje.
Juan
8:13,15:
Entonces los
fariseos le dijeron: Tú [Jesús] das testimonio acerca de ti mismo; tu
testimonio no es verdadero.
Respondió
Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es
verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis
de dónde vengo, ni a dónde voy.
Vosotros
juzgáis según la carne [de acuerdo a los sentidos]…
Juan 8:19:
Ellos [los
fariseos] le dijeron [a Jesús]: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí
me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre
conoceríais.
Juan
8:21-23:
Otra vez les
dijo Jesús [a los fariseos]: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado
moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.
Decían
entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy,
vosotros no podéis venir?
Y les dijo:
Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de [“de” indica el caso
posesivo] este mundo, yo no soy de este mundo.
¿Quién es el
dios de este mundo? El Diablo. Juan 8 dice muy claramente que ellos eran del
Diablo. Si una persona es de algo, tiene simiente adentro.
Juan 8:33:
Le
respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie…
Juan 8:37-44:
Sé [Jesús
habla] que sois descendientes de Abraham [de su simiente física]; pero
procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros.
Yo hablo lo
que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de
vuestro padre. [Se indica a dos padres aquí.]
Respondieron
y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de
Abraham, las obras de Abraham haríais.
Pero ahora
procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de
Dios; no hizo esto Abraham.
Vosotros
hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos
nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. [Ellos se olvidaron de
decir cuál dios.]
Jesús
entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque
yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él
me envió.
¿Por qué no
entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. [¿Por qué?]
Vosotros
sois de vuestro padre el diablo…
“Vosotros
sois de vuestro padre el diablo”. Ellos habían nacido de la simiente
equivocada. Estos fariseos habían nacido de la simiente de la serpiente, y ese
es el pecado imperdonable.
Cuando un
hombre renace del Espíritu de Dios, tiene simiente de Dios y no se puede
arrepentir de ella. Cuando un hombre, por otro lado, escoge nacer de la
simiente de la serpiente y confiesa al Diablo como su dios, nace de la simiente
de la serpiente y no se puede arrepentir de eso tampoco. Una persona nunca
puede deshacer la simiente que está adentro.
Uno que es
renacido de la simiente de Dios tiene vida eterna y el amor de Dios. Uno que es
renacido de la simiente del Diablo tiene muerte eterna y el odio del Diablo.
Uno no se puede arrepentir de ninguna de estas dos. Una vez que se hace la
confesión, el resultado es permanente.
La Palabra
de Dios define claramente los dos mundos de espíritu. Nosotros que creemos a
Dios no tenemos que errar y extraviarnos en las tinieblas; tenemos que estudiar
la Palabra de Dios para ver su exactitud precisa. El entendimiento del nuevo
nacimiento es básico para que el creyente se dé cuenta de lo que es en Cristo
Jesús. Este conocimiento le da al creyente seguridad en su posición en la
familia de Dios y la confianza para mantener su relación con Dios en buenos
términos. Siendo un hijo de Dios y teniendo comunicación directa con Dios
todopoderoso, todo hombre debería desear manifestar la vida abundante.
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