LOS CINCO
MINISTERIOS EN LA IGLESIA
Capítulo 24
de "Poder para la vida abundante"
Por V.P.
Wierwille
La Iglesia
fue establecida en el día de Pentecostés. A cada miembro -a todo aquel que ha
creído, cree o creerá en Jesucristo- le ha sido encargado el ministerio de
reconciliar a otros con Dios. Además de este encargo global que fue hecho, Dios
designó específicamente cinco dones de ministerios para la Iglesia. El
propósito de estos ministerios es capacitar a los creyentes para que anden con
el poder de Dios mientras añaden nuevos miembros al Cuerpo y ayudan a los
miembros antiguos a mantenerse en comunión. Los cinco dones de ministerios
están establecidos en Efesios 4. Antes de empezar a leer, note que los
versículos 9 y 10 están entre paréntesis. Un paréntesis es una figura literaria
insertada como explicación. Entonces para mayor claridad leemos el versículo 8
y saltemos al versículo 11 para continuar el punto en cuestión.
Efesios 4:8
y 11:
Por lo cual
dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los
hombres.
Y él mismo
[Dios en Cristo] constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros.
Algunas
personas sostienen que cuando los apóstoles del Nuevo Testamento murieron, no
hubo más apóstoles o profetas. Este no puede ser el caso porque Dios dijo que
“Subiendo a lo alto, [Cristo] llevó cautiva la cautividad, Y dio dones” a la
Iglesia. Vivimos durante la Administración de la Iglesia así que estos dones
todavía tienen que sernos dados. Efesios dice que El dio (1) apóstoles, (2)
profetas, (3) evangelistas, (4) pastores y (5) maestros. Si quedan algunos
pastores, tiene que haber algunos apóstoles; si quedan algunos maestros, tiene
que haber algunos profetas; si quedan algunos evangelistas, tiene que haber
algunos apóstoles, profetas, pastores y maestros.
Antes de
seguir, permítame definir los cinco dones de ministerios:
Un apóstol
es uno que trae nueva luz a su generación. Puede ser revelación antigua, pero
es nueva para la generación a quien él habla.
Un profeta
es uno que habla por Dios a la gente de Dios. El no es un evangelista; él
trabaja dentro del cuerpo de creyentes. Un profeta es un hombre que habla a la
gente de Dios para que ellos vuelvan a la Palabra de Dios y a la comunión que
ordenó el Padre.
Un
evangelista es uno que gana a los perdidos, los no-salvos, para Cristo,
enseñándoles el nuevo nacimiento y viéndoles renacer.
Un pastor es
uno que cuida de las necesidades individuales dentro de la Iglesia. El cuida el
rebaño.
Un maestro
expone la exactitud de la maravillosa e
incomparable Palabra de Dios a los creyentes.
Efesios 4:11
dice que Dios constituyó apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y
maestros. Luego el versículo 12 dice para qué propósito los dio.
Efesios
4:12:
A fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del
cuerpo de Cristo.
Estos
ministerios no pueden ser para la perfección espiritual de los santos porque
espiritualmente los santos son perfectos. Como aprendimos antes, los santos
tienen Cristo adentro. Pero los ministerios fueron dados para la perfección de
los santos en su andar en la mente renovada. Estos ministerios son para
edificar y mantener el cuerpo de Cristo.
El versículo
13 de Efesios 4 nos dice cuánto tiempo estos ministerios deben existir.
Efesios
4:13:
hasta que
todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un
varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
¿Cuándo será
el tiempo? 1 Corintios 13 nos dice que esto será cuando Cristo regrese.
Entonces le veremos tal como él es y seremos semejantes a él porque él nos ha
comprado y llamado y recogido. Hasta el momento de su regreso, tenemos
apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros en la Iglesia para el
perfeccionamiento de los santos y la edificación de todos los creyentes.
Efesios
4:14-16:
Para que ya
no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina,
por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas
del error,
sino que
siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto
es, Cristo,
de quien
todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que
se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su
crecimiento para ir edificándose en amor.
“Para que ya
no seamos niños”. Debemos crecer y no ser nenes que tiene que ser alimentados
por un biberón toda la vida.
Estas son
las razones por las que los ministerios han sido dados a la Iglesia. La Iglesia
debe ser edificada y no llevada “…por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del
error”. Usted y yo como hijos de Dios debemos saber lo que tenemos en Cristo
Jesús y ser capaces de andar con la eficacia y el poder de Dios en nuestra
vida. Tenemos apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros para
ayudarnos en nuestra vida abundante en Cristo Jesús.
Hebreos
4:16:
Acerquémonos,
pues, confiadamente [no con duda] al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Nosotros
vamos a nuestro Padre confiadamente y decimos: “Padre, tú sabes mi necesidad, y
te agradezco por su cumplimiento en este mismo momento”. Tenemos que aprender a
mantenernos firmes en nuestros derechos legales como hijos de Dios. Romanos
8:17 nos dice que somos “herederos de Dios y coherederos con Cristo”. Si la
Iglesia comparte plenamente lo que Cristo ha heredado, nosotros, como miembros
de la Iglesia, tenemos una riqueza tremenda. El texto arameo en Colosenses 2:10
dice: “Nosotros estamos completamente, completamente absolutamente completos en
él”. ¿Cómo entonces puede faltarnos alguna cosa?
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