UN ESTUDIO
DE HECHOS 19
Capítulo 10
de "Recibiendo el espíritu santo hoy"
Por V.P.
Wierwille
Un quinto y
último pasaje en Hechos (la Palabra de Dios) con respecto al recibimiento del
espíritu santo por parte de cualquiera o de cualquier grupo se encuentra en
Hechos 19.
Ya hemos
visto el descubrimiento progresivo de las verdades con respecto a recibir el
don proveniente del Espíritu Santo en Hechos 2 donde los doce apóstoles
recibieron; Hechos 8 donde “medio-judíos”, los samaritanos, recibieron; Hechos
9 contiene el pasaje en el cual un individuo, Pablo, recibió, habiendo sido
ministrado por un discípulo llamado Ananías; y luego, en Hechos 10, los
gentiles recibieron. Ahora llegamos al pasaje final en Hechos 19.
Para
entender Hechos 19 debemos empezar a leer Hechos 18.
Hechos
18:24,25:
Llegó
entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría,* varón
elocuente, poderoso en las Escrituras.
Este había
sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso
[fervoroso espiritualmente o entusiásticamente espiritual], hablaba y enseñaba
diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo
de Juan.
Apolos era
un hombre poderoso en las Escrituras; era elocuente; había sido instruido en el
camino del Señor, pero sólo hasta un grado limitado. El conocía el bautismo de
Juan, que era un bautismo de agua, pero no conocía acerca de la manifestación
del espíritu santo. Apolos viajó a Éfeso.
Versículo
26:
Y comenzó a
hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila…
Aquila y
Priscila eran un matrimonio que había salido de la ciudad de Roma a causa de la
persecución y había venido a Éfeso. Allí oyeron a Apolos hablando de la Palabra
de Dios.
Versículo
26:
… le tomaron
aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios.
¡Qué
maravilloso es eso! Apolos era elocuente y poderoso en las Escrituras, sin
embargo era lo suficientemente humilde como para escuchar y aprender de estos
simples discípulos a medida que ellos “le expusieron más exactamente el camino
de Dios”. Aquila y Priscila entendían la
Palabra de Dios aun mejor que Apolos, así que cuando oyeron a Apolos predicar y
enseñar el nuevo nacimiento pero no las manifestaciones del espíritu santo, se
hicieron cargo de explicarle las grandes verdades pertenecientes al Espíritu
Santo y a Su don.
Versículos
27, 28:
Y queriendo
él [Apolos] pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los
discípulos [en Acaya] que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho
a los que por la gracia habían creído [antes en Acaya];
porque con
gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las
Escrituras que Jesús era el Cristo.
Apolos había
estado en Éfeso y les había hablado acerca del Señor Jesucristo, probando de
las Escrituras que Jesús era el Cristo. Alguna de la gente había creído. Aquila
y Priscila le habían expuesto la Palabra de Dios más perfectamente a Apolos y
entonces él había ido a Acaya, específicamente a Corinto. Mientras Apolos estaba
en Corinto, Pablo pasó por Éfeso.
Hechos
19:1,2:
Aconteció
que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las
regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos,
les dijo:
¿Recibisteis [lambanō] el Espíritu Santo [pneuma hagion] cuando creísteis?...
Pablo
interrogó a estos discípulos que habían sido ganados para el señor y renacidos
bajo el ministerio de Apolos. Les preguntó si habían recibido el don, pneuma
hagion, en manifestación cuando o desde que habían creído. Aquí la palabra
“recibisteis” es lambanō. El sabía que habían recibido espiritualmente,
dechomai. Así que Pablo les preguntó: “Recibisteis, lambanō; manifestasteis
pneuma hagion?”
Versículo 2:
… Y ellos le
dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo [pneuma hagion].
Ellos habían
oído acerca del Espíritu Santo que es Dios; pero no habían oído acerca de
recibir en manifestación el don proveniente del Espíritu Santo. Cuando Apolos
estaba ministrando en Éfeso, él sólo podía enseñar y sólo enseñó lo que él
conocía y entendía, pues ningún hombre puede enseñar más allá de lo que conoce.
Ningún hombre puede guiar a nadie más allá de donde él mismo ha sido guiado. Es
por esto que hoy mucha gente renacida del Espíritu de Dios no está manifestando
el poder proveniente del Espíritu Santo. No han sido enseñados correctamente.
No entienden. A algunos no les interesa entender, pero muchos de ellos se
acercarían a esta mayor luz si estos mismos “Apolos” –los líderes, los
maestros, los ministros- supieran y fueran capaces de ayudar a otros a recibir
el don proveniente del Espíritu Santo. Hoy hay creyentes que tendrían que
responder a la pregunta de Pablo del mismo modo que lo hicieron estos
discípulos de Éfeso: “Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”.
Versículo
3-5:
Entonces
dijo [Pablo]: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo
de Juan.
Dijo Pablo
[a estos discípulos en Efeso]: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento,
diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en
Jesús el Cristo.*
Cuando
oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
En estos
versículos Pablo interroga a la gente acerca del ministerio de Apolos. Pablo
sabía que ellos habían renacido antes que él llegara porque se dirigió a ellos
como creyentes y los instruyó con respecto al bautismo que habían
experimentado. Pero percibió que todavía no había evidencia exterior o
manifestación de la realidad espiritual y presencia de Jesucristo.
El próximo
versículo nos dice del ministerio de Pablo a aquellos discípulos.
Versículo 6:
Y
habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo [el
pneuma el hagion, refiriéndose al don]; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
Apolos había
guiado a esta gente en Efeso a la salvación, pero, no sabiendo acerca de las
manifestaciones del espíritu santo, no sabía cómo guiarlos a producir la
evidencia del espíritu santo. El mismo Apolos no había tenido esta experiencia
así que su ministerio estaba limitado a lo que él conocía.
Lo que le
había pasado a los efesios aún sucede hoy en día. Mucha gente ha nacido de
nuevo, pero no manifiestan ninguna evidencia en el mundo de los sentidos de que
son renacidos del Espíritu de Dios. En otras palabras, no operan el hablar en
lenguas, interpretación de lenguas, profecía, palabra de ciencia o sabiduría,
discernimiento de espíritus, fe, milagros y dones de sanidad. Estas
manifestaciones del espíritu son la evidencia externa del nuevo nacimiento – el
poder proveniente del Espíritu Santo.
De modo que
Pablo les impuso las manos a estos nuevos creyentes. ¿Por qué les impuso las
manos? Por revelación, indicando recibir revelación de Dios acerca de qué hacer
con respecto a estos cristianos que no habían puesto en evidencia el don
proveniente del Espíritu Santo. Pablo les impuso sus manos y recibió
revelación, y el pneuma hagion fue manifestado. Estos discípulos que habían
sido renacidos tan recientemente ahora recibieron en manifestación el poder del
espíritu santo pues hablaron en lenguas. ¿Quién habló? Ellos hablaron. Ellos
movieron sus labios, garganta y lenguas; ellos hicieron sonidos. El idioma que
hablaron fue lenguas. Ellos hablaron, pero lo que hablaron fue según el
Espíritu les daba que hablasen.
Aquí por primera
vez en el libro de Hechos, tenemos en evidencia una manifestación más, a saber,
profecía.
Hechos
19:6,7:
Y
habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y
hablaban en lenguas, y profetizaban.
Eran por
todos unos doce hombres.
Hay sólo
cinco pasajes en la Palabra de Dios con respecto a cualquier individuo o grupo
de gente recibiendo el espíritu santo, pneuma hagion, en manifestación. Los
cinco, de los cuales éste es el quinto y último, se encuentra en el Libro de
Hechos capítulos 2, 8, 9,10 y 19. A medida que consideramos estos recuentos,
encontramos verdades maravillosas para compartir con la gente de Dios.
En cada uno
de estos pasajes concernientes al recibimiento del don proveniente del Espíritu
Santo, está declarado específicamente, o se da a entender tan claramente que no
puede escaparse a la vista, que cuando la gente era renacida, era llena del
espíritu santo, hablar en lenguas era la manifestación externa de la realidad y
presencia interna del don. En los cinco pasajes esta manifestación exterior era
la prueba de la realidad de su experiencia.
Nadie puede
manifestar el poder hasta que haya recibido el don. El don de Dios es el nuevo
nacimiento, el recibimiento del espíritu santo, pneuma hagion, que es la obra
de Dios quien es Espíritu Santo. Una vez que hemos recibido el don, espíritu
santo, que es “Cristo en vosotros”, tenemos la habilidad dada por Dios de
llevar a cabo el acto de manifestar el don hablando en lenguas según el
Espíritu nos da que hablemos.
No hay
ninguna escritura que enseñe que cuando la gente es renacida no habla en
lenguas. La Palabra enseña justamente lo contrario. El don del espíritu santo
debe ser manifestado exteriormente. No son las obras del hombre las que se
deben manifestar. Un hombre puede ser sumergido, ir a la iglesia, decir “Aleluya”, parecer religioso y ser devoto,
pero eso no es prueba de que ha nacido de nuevo y que ha sido lleno del
espíritu santo.
Es
importante repetir que no hay ningún pasaje en la Biblia que enseñe que los
creyentes que son renacidos del Espíritu de Dios no pueden o no hablan en
lenguas. Ya que todos los pasajes en el Libro de Hechos indican claramente que
era la voluntad de Dios para aquellos que nacían de nuevo hablar en lenguas y
que ellos sí hablaron en lenguas, entonces esto nos obliga a aquellos de
nosotros que nos llamamos cristianos a creer la Palabra de Dios y llevar a cabo
Su voluntad en estos asuntos. Así pues, nosotros también andaremos en las
grandes manifestaciones del poder de Dios.
¿A dónde
iremos si no a la Palabra de Dios cuando queremos saber la voluntad de Dios? No
podemos ser llevados por lo que dicen los hombres ni por lo que enseñan las
diferentes escuelas de aprendizaje. Debemos ir a la precisión literal de la
Palabra de Dios. Dondequiera que la Palabra de Dios menciona hablar en lenguas,
dice que ellos hablaron “las maravillas de Dios” o que “magnificaron a Dios”.
Cuando una persona opera esa manifestación del don, es imposible hablar otra
cosa que no sea las maravillas de Dios y de este modo magnificar a Dios.
Necesitamos volver a la Palabra de Dios. No debemos escuchar y actuar bajo las
opiniones negativas, y muchas veces extraviantes, de la gente. Debemos creer y
vivir por la Palabra revelada y el poder revelado de Dios si vamos a
complacerlo.
*En los
principios de la era de la Iglesia había dos escuelas principales de
aprendizaje. Antioquía en Siria y Alejandría en Egipto. El centro griego de
aprendizaje el Alejandría, donde Apolos vivía y fue educado, no tenía el conocimiento
completo con respecto al espíritu santo que era conocido en Antioquía y por lo
tanto a través de la región incluyendo a Éfeso.
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