UN ESTUDIO
DE HECHOS 8
Capítulo 7
de "Recibiendo el espíritu santo hoy"
Por Victor
Paul Wierwille
Hechos 8 es
el segundo pasaje en el libro de Hechos donde alguien recibe el don proveniente
del Espíritu Santo. Los acontecimientos relatados en el octavo capítulo de
Hechos ocurrieron varios años después del histórico derramamiento relatado en
Hechos 2. Recuerden que solamente judíos por religión recibieron el don en
aquel momento, y la prueba en el mundo de los sentidos de que habían recibido
fue que hablaron en lenguas.
Ningún grupo
religioso nuevo es atacado viciosamente en sus comienzos; pero según aumenta su
número de adherentes, según se disemina entre otros la información que ellos
representan, entonces la persecución acomete gradualmente. En Hechos 8 leemos
sobre la persecución que había comenzado en Jerusalén a causa del crecimiento
de la comunidad cristiana. De acuerdo con el capítulo 7, Esteban había sido
apedreado.
Hechos 8:1,3
y 4:
Y Saulo
consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la
iglesia que estaba en Jerusalén; y todos [los creyentes-los cristianos] fueron
esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.
Y Saulo
asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres,
y los entregaba en la cárcel.
Pero los que
fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio.
Noten muy
cuidadosamente que aun en medio de la persecución dondequiera que estos líderes
cristianos iban no aguaban ni moderaban la gran exactitud de la Palabra de
Dios. Hicieron una cosa en particular; a saber anunciaron el evangelio.
Versículo 5:
Entonces
Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.
Felipe era
uno de los siete escogidos por los discípulos en los comienzos de la Iglesia de
acuerdo con el pasaje en Hechos 6. Lo escogieron para servir mesas. Dios lo
escogió para servir el Pan de Vida.
Felipe
predicó la Palabra de Dios a los samaritanos. Los judíos le tenían antipatía a
los samaritanos pero el ministerio se estaba moviendo desde el centro del
judaísmo en Jerusalén hacia Samaria.
Versículo 6:
Y la gente,
unánime [con unidad de propósito], escuchaba atentamente las cosas que decía
Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.
La única
razón por la cual estos samaritanos escuchaban a Felipe y a lo que decía con
respecto a la Palabra de Dios y el Señor Jesucristo era que oían y veían las
señales que él, Felipe, hacia. Felipe hacía las señales. Noten esta verdad
cuidadosamente. El las hacía por medio
del poder de Dios dentro de él. No dice que Dios hacía señales. Esta verdad
debe ser reconocida y entendida porque mucha gente está esperando a que Dios
actúe cuando Dios ya ha actuado. Dios está esperando a que el hombre reciba lo
que El ha hecho disponible y entonces que actúe para El por el poder de Dios.
Versículos
7:
Porque de
muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y
muchos paralíticos y cojos eran sanados.
Felipe habló
la Palabra de Dios a los samaritanos y cuando ellos oyeron esta Palabra de Dios
creyeron debido a que Felipe había echado fuera los espíritus inmundos. Cuando
los samaritanos vieron que esto sucedió por el poder de Dios que vivía en
Felipe, reaccionaron con emoción.
Versículo 8:
así que
había gran gozo en aquella ciudad.
Los
samaritanos se regocijaban porque la gente se estaba salvando y sanando por el
poder de Dios manifestado por Felipe que era un creyente lleno del poder o don
proveniente del Espíritu Santo.
Versículo 9:
Pero había
un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había
engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande.
Simón, antes
de la venida de Felipe, ejercía la magia (brujería, espiritismo, artes negras,
percepción extrasensorial, operación de espíritus diabólicos), y por la
operación de espíritus diabólicos había engañado y controlado a la gente de
Samaria por muchos años.
Versículos
10,11:
A éste oían
atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este
[Simón] es el gran poder de Dios.
Y le estaban
atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo.
Esta gente
había sido embaucada y estaba bajo el control de Simón el mago porque ellos
creían que su operación de espíritus diabólicos era evidencia de “el gran poder
de Dios”.
Versículo
12:
Pero cuando
[los samaritanos] creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de
Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.
Cuando los
samaritanos creyeron la palabra de Dios que Felipe anunciaba, se arrepintieron
y fueron salvos. Puede que la gente esté bajo el encanto de la prédica y la
enseñanza de los hombres que usan, o son usados por, espíritus diabólicos. Pero
cuando la verdad de la Palabra de Dios es dada a conocer por un hombre lleno
del espíritu santo, manifestando señales, milagros y maravillas y probando la
Palabra, algunos van a creer y ser salvos. Esto es lo que pasó en Samaria.
Versículo
13:
También
creyó Simón mismo…
¿Qué le pasó
a Simón? Fue convertido. Creyó la Palabra que Felipe predicó, que es Cristo, y
cuando Simón creyó en el Señor Jesucristo, recibió salvación. Simón, que había
estado operando espíritus diabólicos y engañando a la gente de Samaria por
tantos años, fue salvo bajo el ministerio de Felipe. Este es un ejemplo
tremendo del poder de la Palabra de Dios correctamente dividida y predicada por
un hombre lleno del espíritu santo.
Versículo
13:
También
creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo
las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.
¿A causa de
qué estaba atónito Simón? Estaba atónito
preguntándose cómo Felipe podía hacer estas señales y milagros. Simón sabía por
su experiencia entre la gente de Samaria que él mismo había hecho hazañas
tremendas, y no estaba bajo ninguna ilusión en cuanto a la fuente de su
autoridad y poder que provenía de los espíritus diabólicos trabajando a través
de magia y artes negras. Pero mientras Simón continuaba observando los milagros
y señales de Felipe, permanecía perplejo en cuanto a la fuente de poder de
Felipe.
Esto
ciertamente enfatiza el error de la enseñanza que si un hombre renace tiene
automáticamente una mente renovada y anda en gran verdad. Simón era renacido,
pero su mente estaba todavía en error en lo que concierne a la operación del
don de espíritu santo.
El siguiente
versículo en Hechos 8 nos dice que Pedro y Juan hicieron entonces una visita a
Samaria.
Versículo
14:
Cuando los
apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra
de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan.
¿Qué provocó
el viaje de Pedro y Juan a Samaria? La razón por la cual los apóstoles Pedro y
Juan, los cuales estaban a la cabeza de la Iglesia, vinieron de Jerusalén a
Samaria era que había ocurrido algo sin precedentes en la Iglesia en Samaria:
aquellos que habían sido renacidos no estaban hablando en lenguas. Esta era la
primera vez en la historia de la Iglesia cristiana en que la manifestación de
hablar en lenguas no estaba en evidencia inmediatamente después del nuevo
nacimiento, los dos grandes líderes entre los apóstoles fueron a investigar
este extraño suceso.
La gente de
Samaria que había oído la Palabra de Dios y creído lo que Felipe predicaba,
había recibido espiritualmente, dechomai. Ellos habían recibido espiritualmente
el nuevo nacimiento, el poder, el don proveniente del Espíritu Santo; pero no
habían manifestado nada en el mundo de los sentidos. Por lo tanto, Pedro y Juan
vinieron desde Jerusalén.
Versículo
15:
los cuales,
habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen [lambanō] el Espíritu
Santo [pneuma hagion].
Ellos habían
recibido espiritualmente, dechomai, pero no habían recibido en manifestación,
lambanō. Cuando Pedro y Juan vinieron desde Jerusalén, oraron por los nuevos
creyentes para que ellos pudieran lambanō, manifestar, el espíritu santo, el
cual habían recibido como un don proveniente del Donador en el momento en que
fueron salvos.
Versículos 16:
porque aún
no había descendido sobre ninguno de ellos [el espíritu santo no había sido
manifestado], sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.
“No había
descendido sobre ninguno de ellos”. La palabra “descendido” es epipiptō, y la
palabra “sobre” es epi. “Descendido sobre” es epipiptō epi. Piptō quiere decir
“descender”. Epipiptō por lo tanto quiere decir “descender desde sobre un plano
más alto”. Epi, “sobre”, por sí mismo se usa con el caso dativo, indicando
superposición (en reposo sobre) – el resultado del epipiptō, descendiendo desde
un plano más alto. Por lo tanto la frase “descendido sobre ninguno de ellos”
literalmente quiere decir “descendido desde sobre un plano más alto a una
posición en reposo en un plano más bajo”, o sea, “desde sobre” (epipiptō) el
plano espiritual al “en reposo sobre” (epi) en manifestación en el reino
natural.
Versículo
17:
Entonces les
imponían las manos, y recibían [lambanō] el Espíritu Santo. [pneuma hagion].
Los
apóstoles, Pedro y Juan, le impusieron las manos a los creyentes que habían
antes recibido al Señor Jesucristo, dechomai, pero que no habían recibido,
lambanō, manifestado, el don en el mundo de los sentidos.
La
“imposición de manos” es usada en la Palabra de Dios para identificar a la
persona que está ministrando con la que está siendo ministrada. Aun más, cuando
se imponen las manos, es para que las manifestaciones de revelación (a saber,
la palabra de ciencia, la palabra de sabiduría y el discernimiento de espíritus
– tres de las nueve manifestaciones del espíritu) sean puestas en operación.
Por medio de
las manifestaciones de revelación Pedro y Juan recibieron la información sobre
el por qué la gente de Samaria había recibido espiritualmente el nuevo
nacimiento, el poder proveniente del Espíritu Santo, pero no lo habían
manifestado en el mundo de los sentidos. Fuera lo que fuere que estaba
impidiendo que los cristianos de Samaria manifestaran pneuma hagion, Pedro y
Juan, habiéndole impuesto las manos, y sabiendo por revelación cuál era el
obstáculo que estorbaba, lo echaron fuera en el nombre de Jesucristo, y
entonces los cristianos samaritanos recibieron, lambanō, manifestaron pneuma
hagion.
Con
solamente una rápida lectura de Hechos 8 y sin el entendimiento de la operación
de las nueve manifestaciones del espíritu, sería difícil dividirlo
correctamente. Leyendo los versículos nueve al once, sabemos que espíritus
diabólicos se habían infiltrado entre los samaritanos de tal forma que, de las
tres manifestaciones de revelación del espíritu santo, el discernimiento de
espíritu debe haber estado mucho en operación.
Estos
samaritanos habían sido engañados por Simón por mucho tiempo. Aquí hay una
verdad que todos los cristianos deben reconocer. 1Juan 4:4 declara francamente:
“…mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. Ni siquiera
el infierno completo puede detener a un hombre de ser renacido y de recibir el
poder o don proveniente del Espíritu Santo cuando éste cree de acuerdo con
Romanos 10:9. Todos los espíritus diabólicos en el mundo no son lo
suficientemente fuertes como para resistir el poder proveniente del Espíritu
Santo. Satanás no podía detener a los samaritanos de ser renacidos, ni puede
Satanás detener a nadie de ser salvo porque la salvación es un don y cualquiera
que desee recibir puede recibir ese don de salvación y ser lleno con el poder
proveniente del Espíritu Santo cuando cree.
No dice en
Hechos 8 que cuando los samaritanos recibieron pneuma hagion ellos hablaron en
lenguas. Pero quisiera que ustedes noten cuidadosamente el versículo 18.
Hechos 8:18:
Cuando vio
Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu
Santo [el pneuma, el hagion], les ofreció dinero.
Permítanme
preguntarles: “¿Qué vio Simón?” Uno no puede ver espíritu. Uno no puede ver el
nuevo nacimiento, ya que Cristo en ustedes, el nuevo nacimiento, es espíritu.
Entonces, ¿qué vio Simón cuando estos apóstoles, Pedro y Juan, impusieron las
manos a los creyentes que habían aceptado al Señor Jesucristo? Lo que Simón vio
tuvo que haber estado en el mundo de los sentidos, algo visible, algo que fue
manifestado. Por lo tanto, Simón vio una manifestación del espíritu que tiene
que haber sido hablar en lenguas, porque en todo otro caso donde la
manifestación del espíritu santo es mencionada, siempre es hablar en lenguas.
Versículo
19:
diciendo:
Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las
manos reciba [lambanō] el Espíritu Santo [pneuma hagion].
Por la
imposición de manos nada se comunica automáticamente. No se le puede dar nada a
nadie a menos que esa persona lo desee y no se puede dar nada si uno no lo
tiene. Pedro le dijo al hombre cojo en la puerta del Templo, según está
relatado en Hechos 3:6: “Lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de
Nazaret, levántate y anda”. La imposición de manos por revelación es un medio
de identificar a la persona que está ministrando con la persona que tiene
necesidad, y entonces las manifestaciones de revelación están en operación.
Simón no
pudo haber visto espíritu, pero vio que algo ocurrió cuando los apóstoles le
impusieron las manos a los creyentes samaritanos. Entonces les dijo a Pedro y
Juan: “Dadme también a mí este poder [denme este ministerio de apóstol]”. Y
“les ofreció dinero”. El estaba dispuesto a pagar dinero por el ministerio de
un apóstol pensando que a quien quiera que le impusiere sus manos, esa persona
manifestaría, lambanō, pneuma hagion. Pero un ministerio no puede ser comprado;
un ministerio no puede ser ganado; un ministerio en el cuerpo de la Iglesia es
un don de Dios.*
Hechos 8:20:
Entonces
Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios
se obtiene con dinero.
Pedro le
dijo “Tu dinero perezca contigo”. La palabra griega para “perezca” quiere decir
“pudrirse”. Cuando una persona es renacida del Espíritu de Dios, habiendo
recibido vida eterna, y Simón había sido renacido según dice en el versículo
13, ya no puede perecer espiritualmente. “Tu dinero perezca contigo” no quiere
decir que Pedro le dijo a Simón que él iba a perder su vida eterna. El le
estaba explicando a Simón que tal como el cuerpo perece, se desintegra, se
pudre, así el dinero que Simón había ofrecido por este ministerio, “el don de
Dios”, perecería con él, con su cuerpo. Noten la palabra “pensado”. Después que
una persona es renacida del Espíritu de Dios, ella debe renovar su mente de
acuerdo a la Palabra, y este cambiar de la mente es por lo general un proceso
lento. Esto explica por qué Simón “estaba atónito” cuando vio las señales y
grandes milagros ejecutados por Felipe. Su mente no había sido renovada y pensó
que podría ser posible comprar tal ministerio. Simón, aunque renacido, no se
había puesto la mente de Cristo porque pensó “que el don de Dios [Aquí, el ministerio
de un apóstol es llamado el don de Dios.]” se podía comprar con dinero.
Pedro
continúa reprendiendo a Simón en el versículo 21.
Hechos 8:21:
No tienes tú
parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios.
*Efesios
4:8,11: “Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y
dio dones a los hombres. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros”.
La palabra
“asunto” debería ser la palabra “ministerio”. La palabra “corazón” indica la
sede de la vida personal. Simón había sido renacido del Espíritu de Dios, pero
su vida personal estaba equivocada. Sus pensamientos estaban equivocados;
estaban fuera de comunión con Dios.
Versículo
22:
Arrepiéntete,
pues, de esta tu maldad…
La palabra
“arrepiéntete” debe ser traducida “abandona”. Cuando uno se arrepiente recibe
remisión de pecados.* Debe entonces abandonar su maldad. De acuerdo con Hechos
8:13, Simón mismo creyó y se arrepintió cuando se convirtió. Una persona
solamente se puede arrepentir una vez. Después de la salvación, todavía es
posible pecar si no nos hemos puesto la mente de Cristo. Si nuestros
pensamientos no son sus pensamientos, nuestras mentes no son su mente. Simón,
por lo tanto, es instruido por Pedro a abandonar esta maldad de tratar de
comprar el ministerio de un apóstol.
Versículo
22:
Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega
a Dios, si quizá [la palabra “quizás” en el texto crítico griego lee “que”] te
sea perdonado el pensamiento de tu corazón.
El versículo
22 debería ser traducido literalmente: “Abandona, pues, de esta tu maldad, y
ruega a Dios que te sea perdonado el pensamiento de tu mente”. No dice que se
arrepienta del pensamiento, sino que éste sea perdonado. Una vez que somos
renacidos del Espíritu de Dios y pecamos, debemos confesar nuestro pecado que
es comunión rota con Dios, y El es, de acuerdo con 1 Juan 1:9, “fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
Hechos
8:23-25:
porque en
hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. [Esto Pedro lo sabía por
revelación, palabra de ciencia.]
Respondiendo
entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que
habéis dicho venga sobre mí.
Y ellos,
habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y
en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio.
Pedro y Juan
habían cumplido con su misión en Samaria. Habían instruido a los samaritanos
con respecto al poder que habían recibido (dechomai) y los samaritanos entonces
manifestaron (lambanō) las evidencias del don proveniente del Espíritu Santo.
*Hechos
2:38: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón [debe ser “remisión”] de los pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo.
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