LA PALABRA CORRECTAMENTE DIVIDIDA
Capítulo 10 de "Poder para la vida abundante"
Por V. P. Wierwille
Una y otra vez he oído la aseveración de que la Palabra de
Dios causa problemas en una comunidad o en una iglesia o en nuestra sociedad.
Después de oír eso frecuentemente y después de investigar en la Palabra por qué
hay división y falta de acuerdo entre cristianos, escribí un estudio titulado:
"¿Por qué la división?" La división no viene de la Palabra de Dios;
viene de la incredulidad de aquellos que se rehúsan a creer en la integridad y
la precisión de la Palabra de Dios.
El tema de este capítulo es la precisión de la Palabra de
Dios y la responsabilidad de un obrero hacia esa Palabra. 2 Timoteo 2:15 es
nuestro punto de partida al estudiar este tópico.
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como
obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
El único gran requisito de todo estudiante bíblico es usar
bien la Palabra de Verdad. La Biblia, la Palabra de Dios en su forma
originalmente revelada, es la Palabra de Verdad. Pero cuando se la usa mal, la
verdadera Palabra no existe. Tenemos la Palabra de Verdad solamente en la
medida en que usemos bien la Palabra de Dios. Todas las personas, en un momento
u otro, usan la Palabra. El asunto no es si usamos o no la Palabra; el asunto
es si la usamos bien.
Cualquiera puede tomar la Palabra de Dios y hacerla querer
decir lo que él quiere, sacándola de su
contexto, o añadiendo u omitiendo ciertas palabras. Hay un cuento de un hombre
que dijo una vez que podía probar, de la Biblia, que no hay Dios. Él citó de
Salmos 14:1: "No hay Dios".
Salmos 14:1:
Dice el necio en su corazón: No hay Dios...
¿Dice el versículo que no hay Dios? Sí lo dice. Dice:
"No hay Dios". Luego uno puede ir
a la Biblia y probar justamente lo que dijo el hombre. Él solamente se
olvidó de incluir la primera parte del versículo: "Dice el necio en su
corazón..."
Una persona puede probar cualquier cosa con la Biblia con
solamente aislar un texto o con cambiarlo. Cualquiera puede justificar un punto
de vista teológico manipulando la Escritura.
2 Timoteo no nos dice que usemos la Palabra; nos dice que la
usemos bien. 2 Timoteo 2:15 es el único lugar en la Biblia donde se encuentran
las palabras "usa bien". De nuevo un uso singular en la Palabra de
Dios indica que la expresión es particular y dinámicamente significativa. Las
palabras españolas "usa bien" son la palabra griega orthotomounta.
Orthos quiere decir "perfectamente correcto" o "perfectamente recto".
Temno quiere decir "cortar" o "dividir". Juntando estas dos
palabras en la palabra orthomounta, traducida "usa bien" en la
Versión Reina-Valera, literalmente quiere decir "un corte perfectamente
correcto". El profundamente exacto matiz de su significado aquí es que
sólo hay una forma de cortar o dividir correctamente la Palabra; todas las
otras formas son cortes equivocados. Lo que muchas personas enseñan -de que
siempre y cuando usted sea sincero, todo será fantástico- no es lo que la
Palabra enseña. 2 Timoteo 2:15 dice que debemos procurar con diligencia
presentarnos a Dios aprobados dividiendo correctamente la Palabra. Hay
solamente una forma de cortar perfectamente la Palabra. Todas las demás formas
son cortes errados. Ahora, ¿entiende por qué tenemos separaciones,
denominaciones y sectas en la, así llamada cristiandad? Ellas emanan de una
división incorrecta de la Palabra.
Las primeras palabras en 2 Timoteo 2:15 son: "Procura
con diligencia". Para dividir correctamente la Palabra lo primero que uno
tiene que hacer es poner esfuerzo, estudiar. No se le dice que estudie
comentarios o escritores seculares; uno tiene que estudiar la Palabra. Si vamos
a dividir correctamente la Palabra, tenemos que estudiar la Palabra y no lo que
la gente dice sobre ella.
Por años no hice más que leer alrededor de la Palabra de
Dios. Solía leer dos o tres obras de teología semanalmente, mes tras mes y año
tras año. Yo sabía lo que el profesor fulano decía, lo que el doctor mengano y
lo que el reverendísimo zutano decían, pero no le podía citar a usted la
Palabra. Yo no la había leído. Un día llegué a estar tan fastidiado y cansado
de leer alrededor de la Palabra, que llevé más de 3.000 volúmenes de obras
teológicas al basurero municipal. Decidí dejar de leer alrededor de la Palabra.
En consecuencia, he pasado años estudiando la Palabra -su integridad, su
significado, sus palabras.
¿Por qué estudiamos? Porque Dios cuenta con que nosotros
como obreros, sepamos lo que dice Su Palabra.
1 Corintios 12:1:
No quiero hermanos, que ignoréis acerca de los dones [asuntos] espirituales.
Puesto que Dios no quiere que ignoremos, sólo hay una cosa
que El quiere que seamos -sabios.
Debemos procurar con diligencia presentarnos a Dios
aprobados, no al hombre. Usted no procura con diligencia presentarse aprobado
al principal financista de su comunidad, o a los líderes de su denominación. El
que los hombres lo aprueben a usted o no, no es de importancia primaria; lo
primero es presentarse aprobado ante Dios. Y la única forma en que usted se va
a presentar aprobado ante Dios es estudiando y dividiendo correctamente la
Palabra.
Romanos 16:10
Saludad a Apeles, [quien es] aprobado en Cristo...
No dice que él era aprobado en la comunidad o por la
sociedad o en la denominación, sino que era aprobado en, o por, Cristo.
Hechos 2:22:
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno,
varón aprobado por Dios...
Nosotros estudiamos para presentarnos a Dios aprobados
porque somos obreros que no tenemos que avergonzarnos de nuestra obra. Si yo
fuera un carpintero y construyera una casa con uniones y ensamblajes que se
abren, me presentaría reprobado por mi obra al venir el dueño a inspeccionar.
Un obrero es aprobado o reprobado por la persona que lo emplea. Así que
estudiamos la Palabra para poder presentarnos aprobados ante Dios, porque somos
responsables ante El por nuestra obra.
Mateo 12:36, 37:
Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los
hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus
palabras serás condenado.
Romanos 14:12:
De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
La Palabra dice y establece que cada uno dará cuenta de sí
mismo. Para tener la aprobación de Dios debemos estudiar la Palabra y
estudiarla en la forma correcta. La forma correcta es el corte correcto de la
Palabra de Verdad para tener la verdadera Palabra.
Jesucristo, el hijo unigénito de Dios, dividió correctamente
la Palabra. De acuerdo con Lucas 24:44 Jesús dividió el Antiguo Testamento en
la Ley, los Profetas y los Salmos. "Salmos" quiere decir
"escritos" en uso bíblico. A mí se me había enseñado a dividir el
Antiguo Testamento en los libros de la Ley, los libros históricos, los libros
poéticos, los Profetas Mayores y los Profetas Menores. Yo los ponía en cinco
categorías mientras que Jesucristo los puso en tres. ¿Quién piensa usted que
estaba en lo correcto? Jesucristo dividió correctamente la Palabra.
Salmos 116:15 es otro versículo que frecuentemente es
dividido incorrectamente. Este es un versículo que se oye frecuentemente en un
funeral cuando un buen hombre de Dios ha muerto.
Salmos 116:15:
Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos.
Nosotros decimos: "Estimada, buena a los ojos del Señor
es la muerte de esta persona". ¡Hablando de división incorrecta de la
Palabra! No es bueno a los ojos de Dios que Germán haya muerto, o que Juan o
que María hayan muerto porque ellos no pueden ayudar a Dios para nada después
de muertos. Únicamente cuando estaban vivos podían ayudar a Dios. La palabra
"estimada" en el texto es "costosa".
Nosotros hablamos de un diamante como de una piedra
preciosa, lo estimamos porque es costoso y raro. Mientras más costoso sea, más
estimado o precioso es. Eso es lo que se quiere decir con "estimada es a
los ojos de Jehová la muerte de sus santos". No le cuesta nada a Dios
cuando un incrédulo o un rechazador de Dios muere. De todas maneras ellos no
han hecho nada por Dios. Pero si un
creyente muriese, sería costoso para Dios. Por eso es que el salmista dijo:
"Costosa es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos".
La Palabra de Dios es la verdadera Palabra solamente cuando
es dividida correctamente. Cuando se divide incorrectamente tenemos error en el
lugar en particular donde se ha dividido incorrectamente. Para ilustrar: si
divido correctamente la Palabra de Verdad en cuanto a la salvación, tendré la
verdadera Palabra en cuanto a la salvación. Pero si divido incorrectamente la
Palabra de Verdad en el tema del Espíritu Santo, entonces en ese lugar no tengo
la verdadera Palabra. Naturalmente seré sincero tanto en la salvación como en
el Espíritu Santo; pero la sinceridad no es en absoluto garantía de verdad. La
sinceridad es maravillosa, pero no es sinónimo de verdad. A mí me gusta la
gente sincera, pero también he sido engañado por ellos. La gente insincera
nunca me ha podido engañar, pero la gente sincera sí lo ha hecho.
Sinceridad o falta de sinceridad no es el factor
determinante para la verdad. La Palabra de Dios es Verdad. Cuando la dividimos
correctamente tenemos la verdadera Palabra; cuando la dividimos incorrectamente
tenemos error.
En el asunto de presentarse aprobado ante Dios, la gente
está de nuevo en desacuerdo. La gente dice que nos presentamos aprobados a Dios
si oramos en cierta forma, o si las flores están en el altar en la posición
correcta. No le hace un pito de diferencia a Dios donde están situadas las
flores en el altar. Puede que nos haga diferencia a nosotros, pero no le hace
absolutamente ninguna diferencia a Dios. La Palabra de Dios dice que nosotros
procuramos con diligencia presentarnos a Dios aprobados usando bien, dividiendo
correctamente, la Palabra. Si dividimos correctamente la Palabra, nos
presentamos aprobados a Dios; si la dividimos incorrectamente, no nos
presentamos aprobados. Debemos llegar a la posición de usar la Palabra como
única autoridad. Los creyentes cristianos nunca se pueden poner de acuerdo en
los otros asuntos externos, superficiales y ritualísticos. Sólo pueden ser
unidos cuando se presentan aprobados a Dios dividiendo correctamente la
Palabra.
He aquí un ejemplo que hace un comentario tristemente
ridículo de cómo algunos supuestos cristianos tratan de presentarse aprobados
ante Dios. Hace muchos años, haciendo investigaciones en los archivos de la
escuela de la Divinidad de la Universidad de Chicago, me encontré con un
recorte de periódico sobre una denominación que tenía dos fracciones. La causa
del rompimiento fue la cuestión de si Dios había creado originalmente a Adán y
Eva con o sin ombligo. ¡Increíble! Un grupo decía que Adán y Eva no tenían
ombligo mientras que la otra facción creía que Dios les había dado ombligo a
ambos, Adán y Eva. Uno de los grupos construyó una iglesia nueva justamente al
frente de la anterior y llamaron a su nueva denominación la "Primera
Iglesia de los Ombliguistas". Los cristianos traen reprobación sobre sí
mismos cuando se desvían en tales asuntos impertinentes.
No le hace diferencia alguna a Dios si uno usa un vestido
largo o un vestido corto; no le hace diferencia alguna a El si uso corbata o
no. Podría enseñar la Palabra tan efectivamente con una corbata o sin ella. La
grandeza no está en lo que usamos o cómo nos adornamos, sino en si dividimos
correctamente la Palabra. Esta Palabra de Dios es la cosa más grande en el
mundo entero y dividida correctamente nos da la verdadera Palabra; nos da
eficacia, poder, exuberancia y la vida más abundante que Jesucristo hizo
disponible.
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