UN ESTUDIO
DE HECHOS 10
Capítulo 9
de "Recibiendo el espíritu santo hoy"
Por Victor
Paul Wierwille
Hechos 10 es
el cuarto pasaje en la Palabra de Dios que tiene que ver con el recibimiento
del espíritu santo por alguna persona. En este pasaje vemos por primera vez en
la historia de la Iglesia cristiana que gentiles recibieran el don proveniente
del Espíritu Santo sin ser prosélitos del judaísmo. Como indiqué anteriormente,
en el día de Pentecostés solamente hombres del judaísmo recibieron; luego un
individuo – el Apóstol Pablo recibió. Ahora vamos a considerar el primer pasaje
que relata que gentiles hayan recibido. Este es un precedente tremendamente
importante porque nunca antes en la historia de la Iglesia los gentiles como
grupo habían recibido sin antes hacerse prosélitos al judaísmo.
Los gentiles
siempre habían sido considerados como “perros” por los judíos, sin tener parte
alguna en las cosas del Señor. A los ojos del judaísmo, los samaritanos eran
muy malos, pero los gentiles estaban en el fondo del barril. Y ningún judío
decente, normal, temeroso de Dios, tendría relación alguna con un gentil. Vamos
a ver como una gran innovación tiene lugar en la joven Iglesia, y queremos
notar las verdades de este capítulo cuidadosamente.
Hechos
10:1,2:
Había en
Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión [líder de cien hombres] de la
compañía llamada la Italiana,
piadoso y
temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y
oraba a Dios siempre.
Cornelio era
un hombre religioso, piadoso, pero todavía no había sido renacido del Espíritu
de Dios, lo cual indica que uno puede ser un hombre piadoso sin ser nacido de
nuevo.
Versículos
3-6:
Este vio
claramente en una visión, como a la hora novena del día [las tres de la tarde
en nuestra medición], que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía:
Cornelio.
El
[Cornelio], mirándole [al ángel] fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es,
Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante
de Dios.
Envía, pues,
ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro.
Este posa en
casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo
que es necesario que hagas.
Simón Pedro
estaba en la ciudad de Jope, pero en realidad no en la ciudad misma porque
estaba posando con un curtidos. A una persona en el negocio de la curtiduría, a
causa de los olores emanados, nunca se le permitía vivir dentro de los límites
de la ciudad. Dios le dijo a Cornelio por medio de una visión de un ángel que
debería enviar hombres a Jope a buscar a Simón Pedro, y que Simón Pedro le
diría lo que debería hacer.
Versículo 7:
Ido el ángel
que hablaba con Cornelio, éste llamó a dos de sus criados, y a un devoto
soldado de los que le asistían.
En otras
palabras, Cornelio llamó a tres hombres, dos de sus criados y uno de los
soldados de alto rango que estaba bajo él.
Versículo 8:
a los cuales
envió a Jope, después de haberles contado todo.
Dios le
había dicho a Cornelio que deberían preguntar por Simón Pedro que estaba
posando con Simón el curtidor.
Versículo 9:
Al día
siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro
subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta.
Mientras
estos tres hombres que fueron enviados por Cornelio llegaban a las afueras de
la ciudad de Jope, Pedro estaba en la azotea orando, y la hora era las doce
según nuestro sistema.
Versículos
10-16:
Y [Pedro]
tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo [de comer],
le sobrevino un éxtasis [estado inactivo de conciencia mental];
y vio el
cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de
las cuatro puntas era bajado a la tierra [No era un gran lienzo. Era semejante
a un gran lienzo];
en el cual
había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo.
Y le vino
una voz: Levántate, Pedro, mata y come.
Entonces
Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común [contaminada] o inmunda he
comido jamás.
Volvió la
voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
Esto se hizo
tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo.
¡Qué
maravillosamente exacta es la Palabra de Dios, y qué perfectamente pone Dios
todas las cosas en orden en el momento apropiado preparando a los hombres para
llevar a cabo Su voluntad! Pedro era judío por religión. Había sido renacido
del Espíritu de Dios en el día de Pentecostés y lleno del poder proveniente del
Espíritu Santo, pero Pedro todavía era “celoso por la ley”. Así que este
fenómeno de algo semejante a un lienzo descendiendo del cielo a la tierra,
lleno de toda clase de animales y bestias que a nadie en el judaísmo se le
ocurriría comer, y una voz diciendo: “Levántate, Pedro, mata y come”, fue un
choque y un reto. Pedro dijo: “Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda
he comido jamás”. Pero la voz instruyó a Pedro diciéndole que lo que había sido
limpiado por Dios, Pedro no tenía derecho alguno de llamar contaminado o
inmundo. Dios estaba empezando a preparar a Pedro para ministrar a un gentil y
su familia.
Versículos
17,18:
Y mientras
Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que significaría la visión [la
imagen] que había visto, he aquí los hombres que habían sido enviados por
Cornelio, los cuales [los dos criados y el soldado], preguntando por la casa de
Simón, llegaron a la puerta.
Y llamando,
preguntaron si moraba allí un Simón que tenía por sobrenombre Pedro.
En el mismo
momento en que Pedro estaba considerando el significado de la visión, los
hombres vinieron de la casa de Cornelio, y lo llamaron. (En el oriente no se
toca la puerta; uno se para frente a la puerta y llama por su nombre al hombre
que uno busca).
Versículo
19:
Y mientras
Pedro pensaba en la visión [un fenómeno en esta ocasión], le dijo el Espíritu:
He aquí, tres hombres te buscan.
El espíritu
le reveló a Pedro aun más lo que estaba pensando. Dios le habla a los hombres
por medio de las tres manifestaciones de revelación: palabra de ciencia,
palabra de sabiduría y discernimiento de espíritus.
Versículo
20:
Levántate,
pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado.
Las
instrucciones a Pedro fueron muy explícitas. Primero que nada Dios le había
enseñado en una visión lo que era limpio e inmundo. En segundo lugar, Dios le
habló a Pedro específicamente por medio del espíritu.
Versículo
21:
Entonces
Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que fueron enviados por
Cornelio, les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la
que habéis venido?
La
revelación que Dios da es más allá de lo que podemos saber a través de nuestros
cinco sentidos. Dios no le dijo a Pedro, por medio del espíritu, el propósito o
la razón para la visita de los hombres de Cornelio. El simplemente le enseñó a
Pedro una visión, y por el Espíritu le dijo a Pedro que descendiera a ellos sin
dudar porque Dios los había enviado. Cuando Pedro descendió a encontrarse con
los tres hombres, les preguntó: “¿Cuál es la causa por la que habéis venido?”
Versículos
22,23:
Ellos
dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene
buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de
un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tus palabras.
Entonces,
[Pedro] haciéndoles [a los tres hombres] entrar, los hospedó. Y al día
siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los
hermanos de Jope.
Cuando los
hombres le reportaron a Pedro exactamente lo que Dios le había dicho a Cornelio
por medio del ángel, Pedro se dio cuenta del significado de su propia visión.
Dios lo había estado preparando para ir a Cornelio, un gentil, y entrar en su
casa. Esto es algo que un seguidor del judaísmo nunca por su propia voluntad
pensaría hacer. Sin embargo Dios le había instruido hacerlo. Pedro fue
obedientemente con los tres hombres que Cornelio había enviado, y llevó consigo
algunos otros hermanos que eran renacidos del Espíritu de Dios. En esta
decisión vemos en operación la manifestación del espíritu llamada palabra de
sabiduría, ya que Pedro sabía cuál sería la reacción de los apóstoles en
Jerusalén cuando oyeran que él había entrado en la casa de un gentil. El sabía
que sus hermanos tan religiosos cuestionarían sus acciones. Por lo tanto, para
prepararse para esto, Pedro llevó consigo testigos que pudieran comprobar todo
lo que había pasado en caso de que él fuese llamado a dar explicaciones de sus
acciones no ortodoxas. Vemos más adelante en Hechos 11:12 que en realidad Pedro
fue llamado ante los hermanos en Jerusalén y que él reportó su actividad en la
casa de Cornelio de la siguiente manera: “Y el Espíritu me dijo que fuese con
ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa
de un varón [Cornelio]”.
Versículo
24:
Al otro día entraron
en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes
y amigos más íntimos.
Cornelio
estaba esperando deseosamente la llegada de Pedro porque Dios le había dicho
que Pedro le diría lo que debería hacer. Cornelio, siendo un hombre temeroso de
Dios, quería saber la voluntad de Dios; quería llevar a cabo el propósito y el
plan de Dios para su vida. No solamente estaba Cornelio esperando la llegada de
Pedro, sino que había convocado a un grupo de personas, “sus parientes y amigos
más íntimos”. Pedro no tuvo que hacer una campaña publicitaria cuando llegó a
Cesarea para obtener una audiencia para la Palabra de Dios. Cornelio había
preparado la reunión de tal manera que cuando Pedro llegó todo estaba listo y
en orden. Debemos considerar una cosa más. En el oriente, el jefe de familia es
responsable por toda la familia, y cuando él habla, todos llevan a cabo
exactamente lo que él decide. En otras palabras, lo que el jefe de familia
cree, el resto de la familia cree también.
Versículo
25:
Cuando Pedro
entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró.
Es una
costumbre oriental que cuando un hombre de Dios entra, se le demuestra respeto
postrándose uno a sus pies, aun tratando de alcanzar a tocar sus pies, de tal
modo indicando humildad, reverencia y respeto.
Versículo
26:
Mas Pedro le
levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre.
Pedro, un
hombre renacido del Espíritu de Dios, en donde vivía el espíritu proveniente de
Dios, se dio cuenta de que él mismo, en cuanto concierne al elemento humano,
era muy, muy débil y también solamente un hombre al igual que Cornelio era un
hombre.
Versículos
27,28:
Y hablando
con él, [Pedro] entró, y halló a muchos que se habían reunido.
Y les dijo:
Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a
un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o
inmundo.
Dios había
tratado específicamente con Pedro y lo había instruido en la visión de un gran
lienzo descendiendo del cielo a la tierra. Dios le había hablado a Pedro por
medio del espíritu – palabra de ciencia y palabra de sabiduría. Pedro nunca
hubiera considerado ir con los dos criados y el soldado que Cornelio había
enviado a Jope si Dios no le hubiese mostrado que no debía llamar a ningún
hombre contaminado o inmundo.
Versículo
29:
por lo cual,
al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis
hecho venir?
Pedro
todavía no sabía el propósito entero por el cual Cornelio había enviado su
soldado y sus dos criados a donde él. Lo que se puede conocer por medio de los
cinco sentidos Dios espera que nosotros sepamos. La revelación (palabra de
ciencia, palabra de sabiduría y discernimiento de espíritus) comienza donde
cesa la información que los cinco sentidos pueden suplir. Lo que podemos saber,
Dios espera que sepamos. Lo que podemos compartir con exactitud unos con otros
de la Palabra de Dios, Dios espera que lo compartamos. Las manifestaciones de
revelación del espíritu comienzan donde termina el conocimiento de los
sentidos. Así pues Pedro le dijo a Cornelio: “Dime, ¿con qué propósito me
mandaste a buscar? Dios me ha mostrado que no debo llamar contaminado o inmundo
a ningún hombre. El Espíritu me dijo que debía ir con los tres hombres que
estaban en la puerta, sin dudar, que Dios los había enviado. Ahora dime, ¿por
qué estoy aquí?
Versículos
30-33:
Entonces
Cornelio dijo: hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la
hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón
con vestido resplandeciente,
y dijo:
Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante
de Dios.
Envía, pues,
a Jope, y haz venir a Simón el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en
casa de Simón, un curtidor, junto al mar; y cuando llegue, él te hablará.
Así que
luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros
estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado.
Noten cuidadosamente
que Cornelio, al igual que Pedro, actuó literal e inmediatamente según la
Palabra de Dios revelada. Si ustedes y yo esperamos recibir los resultados de
la Palabra de Dios, debemos ante todo asegurarnos de que tenemos la Palabra y
entonces debemos actuar según ella inmediata y literalmente; sin aplazar;
¡debemos actuar según ella ahora!
¡Qué
declaración más tremenda hizo Cornelio cuando le dijo a Pedro que este grupo de
parientes y amigos íntimos que él había reunido estaban en la presencia de Dios!
Se habían reunido tal y como si Dios Todopoderoso estuviera allí. Y Cornelio le
dijo a Pedro: “Ahora…nosotros…para oír todo lo que Dios te ha mandado”.
Cornelio no estaba interesado en la teología, no estaba interesado en lo que la
gente dijera, no estaba interesado en adular a nadie ni en ninguna fanfarria.
La única cosa que Cornelio quería oír era aquello que Dios le había mandado a
Pedro decir. En otras palabras, él quería oír la Palabra de Dios- “todo lo que
Dios te ha mandado”.
Versículo
34:
Entonces
Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de
personas,
Por medio de
una visión y por revelación del espíritu, Dios ya le había informado a Pedro
que nada de por sí es contaminado o es inmundo, y en obediencia a la Palabra de
Dios, Pedro había ido al hogar de Cornelio que era un gentil. Cuando Pedro
comenzó a hablarle a aquellos que se habían reunido, la primera cosa que Pedro
dijo fue: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas”. Esta es
una lección de las Escrituras significativa para aquellos que están llenos de
prejuicio.
Hasta este
momento los judíos siempre se habían enorgullecido de ser el pueblo de Dios,
que Dios les había dado los oráculos a ellos y no a los gentiles. Pero ahora
Pedro dijo por la Palabra del Señor que comprendía que Dios no hace acepción de
personas. Dios no favorece personas pero si hace acepción de condiciones y
cuando esas condiciones se cumplan, hombres y mujeres recibirán el poder
proveniente del Espíritu Santo. A El no le importa si una persona es un judío o
un gentil. No está interesado en el color de la piel de un hombre. Dios le
ofrece Su don a todos los que cumplan Sus condiciones, ya que “Dios no hace
acepción de personas”.
Versículos
35,36:
sino que en
toda nación se agrada del que le teme [tiene reverencia por Dios] y hace
justicia.
Dios envió
mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de
Jesucristo; éste es Señor de todos.
“Dios envió
mensaje a los hijos de Israel” se refiere a la venida de Jesús a los suyos. El
derramamiento en el día de Pentecostés fue para los judíos solamente. Sin
embargo Pedro sabía ahora que Dios no es solamente el Dios de los judíos, sino
que El es Señor de todos. Toda persona en toda nación que creyere en El será
renacida y llena del poder proveniente del Espíritu Santo.
Versículos
37,38:
Vosotros
sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del
bautismo que predicó Juan:
cómo Dios
ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo
haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios
estaba con él.
Aquí Pedro
le está enseñando a Cornelio y su familia las grandes verdades concernientes al
Señor Jesucristo y al poder proveniente del Espíritu Santo. Pedro dice en el
versículo 38 que “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de
Nazaret”. Literalmente esto se podría traducir “Dios ungió con pneuma hagion,
espíritu santo, que es dunamis, poder inherente, a Jesús de Nazaret.
En el
versículo 37 Pedro alude al bautismo de Jesús por Juan el Bautista en el río
Jordán, lo cual marcó la apertura del ministerio de Jesús. Juan era el profeta
antes de Jesús, y Juan profetizó sobre Jesús en Mateo 3:11 como uno mucho más importante
que él, el cual sería el único que bautizaría “en Espíritu Santo y fuego”. Juan
fue lleno “del Espíritu Santo [pneuma hagion], aun desde el vientre de su
madre”, según fue profetizado por el ángel en Lucas 1:15. Pero Jesús, nacido de
María, fue engendrado “del Espíritu Santo, según le dijo a José el ángel del
Señor, relatado en Mateo 1:20, aunque Jesús no fue lleno con pneuma hagion
desde el vientre de su madre. Durante su juventud Jesús trabajo y estudió la
Palabra de Dios, y Lucas 2:52 dice que él “crecía en sabiduría y en estatura, y
en gracia para con Dios y los hombres.
Usando ese
poder inherente, Jesús anduvo sanando “a todos los oprimidos por el diablo”
(versículo 38). La enfermedad vino al mundo por el pecado del hombre; por lo
tanto, debido al origen de la enfermedad y el pecado, el versículo 38 no
diferencia entre la enfermedad y las actividades de Satanás. Se puede decir que
toda enfermedad es una forma de opresión del Diablo, y toda curación es
salvación de toda clase de enfermedades por el poder de Dios.
Versículo
39:
Y nosotros
somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en
Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero.
Como leímos
en Hechos 1, justo antes de que Jesucristo ascendiera al cielo, habiendo
reunido los apóstoles a su alrededor, él les dijo que deberían esperar por la
promesa del Padre. Después de que recibieran la promesa, serían testigos de la
gran verdad del poder proveniente del Espíritu Santo. Pedro dice que somos
testigos de todas estas cosas concernientes al señor Jesús al cual los judíos
en Jerusalén crucificaron en un madero.
Versículo
40:
A éste [éste
al cual los judíos en Jerusalén colgaron en un madero] levantó Dios al tercer
día…*
Esto está
exactamente de acuerdo con las propias palabras de Jesús concernientes a sí
mismo en Mateo 12:40: “…como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días
y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres
días y tres noches” 1 Corintios 15:4
declara: “…que resucitó al tercer día…” Jesucristo estuvo muerto tres días y
tres noches, y aun así Dios lo levanto al tercer día e hizo que se manifestase
– “manifestase” queriendo decir que la gente lo vio, no había nada escondido.
Fue manifestado en el mundo de los sentidos después de su resurrección.
Versículos
41-43:
no a todo el
pueblo [El no fue manifestado a todo el pueblo.], sino a los testigos que Dios
había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que
resucitó de los muertos.
Y nos mandó
que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto
por Juez de vivos y muertos.
De éste dan
testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán
perdón [debe ser “remisión”] de pecados por su nombre.
Pedro está
instruyendo a la casa de Cornelio que todavía no había sido renacida. “Remisión
de pecados” se aplica solamente a los no salvos. Para ser renacidos uno debe
creer en el señor Jesús y que Dios lo levantó de los muertos. Cuando y en el
momento en que un hombre cree, recibe remisión de todos los pecados que ha
cometido en su vida hasta ese momento. Todos son borrados en el momento de
creencia y aceptación de Jesús como señor.
Ahora
llegamos a la sección concluyente de esta cuarta enseñanza en el Libro de
Hechos concerniente al nuevo nacimiento, el recibimiento del don proveniente
del Espíritu Santo.
Versículo
44:
Mientras aún
hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo [el pneuma el hagion] cayó
sobre todos los que oían el discurso.
Mientras
Pedro todavía estaba predicando, mientras estaba enseñando la Palabra de Dios a
Cornelio y aquéllos reunidos en su casa, ellos creyeron; y sin que nadie les
impusiera las manos, pneuma hagion, “la promesa del Padre”, que es ser
“bautizados con el Espíritu Santo”, cayó sobre todos ellos y fueron “investidos
de poder desde lo alto”.
Aquí la
palabra “oían” no es la palabra griega que quiere decir oír solamente con los
oídos físicos, sino oír al punto de tener creencia por medio de la actuación de
acuerdo con ello. Esta es una ocasión en que un hombre de Dios que estaba
hablando la Palabra de Dios nunca llegó a decir “Amén”. Pedro nunca llegó a
terminar su sermón.
Versículo
45,46:
Y los fieles
de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que
también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo [pneuma
hagion].
Porque los
oían [Pedro y los seis hermanos que lo acompañaron los oían] que hablaban en
lenguas, y que magnificaban a Dios.
Se nos dice
en Hechos 10:23 que algunos de los hermanos de Jope habían acompañado a Pedro
en este viaje. Estos creyentes que eran “de la circuncisión” quedaron atónitos
de que el don cayera sobre los gentiles porque los oían que hablaban en
lenguas.
En el
derramamiento en Jerusalén, aquellos de la circuncisión habían recibido el don
proveniente del Espíritu Santo. Sin embargo, aquello no había sido tan
dramáticamente sorprendente como este recibimiento del don, porque a la
circuncisión se le había enseñado que Israel podía recibir cosas provenientes
de Dios porque ellos eran el pueblo escogido de Dios. Pero que los gentiles
recibieran sin hacerse prosélitos del judaísmo era casi increíble. Estos seis
hermanos, los creyentes que habían acompañado a Pedro, quedaron atónitos “de
que también sobre los gentiles se derramase el don…” La palabra “también” nos
dice que los gentiles habían recibido el mismo don que aquellos de la
circuncisión habían recibido años antes en Jerusalén. La Palabra no dice que
recibieron al Donador, sino el don proveniente del Donador, al igual que en
Hechos 2:38.
Algo pasó
aquel día en la casa de Cornelio para convencer a Pedro y a aquellos que lo
acompañaban de que los gentiles también habían recibido el don. Este algo tenía
que ser indiscutible. Tenía que ser algo en el mundo de los sentidos que fuera
tan absoluto que nadie, ni siquiera uno “de la circuncisión”, pudiera negar su
verdad. Esos gentiles podrían haber sido sumergidos en agua una y otra vez, mas
eso nunca hubiera convencido a los creyentes judíos que los gentiles en
realidad habían sido renacidos del Espíritu de Dios y habían recibido el don
proveniente del Espíritu Santo. ¿Qué pudo haber sido lo que convenció a los
presentes de que los gentiles también habían recibido el don de pneuma hagion?
¿Cuál fue la evidencia externa de la realidad interna de la presencia del
espíritu santo?
La evidencia
en el mundo de los sentidos que convenció a Pedro y los seis hermanos, sin
lugar a dudas, fue el hecho de que oyeron a los gentiles hablar en lenguas.
Pedro y los que estaban con él habían hablado en lenguas y aún hablaban en
lenguas. Sabían que ésta era la manifestación externa de la presencia del
espíritu santo. Pero cuando vieron a los gentiles manifestar, se quedaron
pasmados. Aquí estaba la prueba de que estos gentiles habían sido renacidos y
habían recibido el don proveniente del Espíritu Santo porque los oyeron que
magnificaban a Dios en lenguas según el Espíritu les daba que hablasen.
Versículo
47:
Entonces
respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean
bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo [pneuma hagion] también
como nosotros?
La emoción
del momento abrumó a Pedro de tal manera que ordenó el bautismo de agua según
Juan, pero nunca lo llevó a cabo ya que Dios hizo que Pedro cambiara de idea.
Según se relata en Hechos 11:16, Pedro dijo: “Entonces me acordé de lo dicho
por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros
seréis bautizados con el Espíritu Santo”. El bautizo de agua no se necesitaba y
no se administró.
Versículo
48:
Y mandó
bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase
por algunos días.
¿Por qué
será que rara vez, si acaso, nos hemos dado cuenta del gran impacto de la
Palabra de Dios en este décimo capítulo de Hechos? ¿Será porque Satanás nos
quiere mantener ciegos a las grandes verdades de la Palabra de Dios
concernientes al don proveniente del Espíritu Santo? Pedro era un judío. A él
no se le ocurriría bautizar a un gentil o introducirlo a la Iglesia al igual
que a nosotros no se nos ocurriría volar un cometa hasta la luna. Pero había
algo en este incidente que era indiscutible, algo que no se podía negar. Así
que inmediatamente después de que Pedro los oyó hablar en lenguas magnificando
a Dios, no los tuvo que poner en período de prueba para determinar si en
realidad habían sido renacidos. El sabía que habían sido renacidos del Espíritu
de Dios, ya que la única prueba visible y oíble de que un hombre ha sido
renacido y lleno del don proveniente del Espíritu Santo siempre es que él hable
en lengua o lenguas.
Esto termina
el cuarto pasaje en la Palabra de Dios concerniente al recibimiento del nuevo
nacimiento, el don proveniente del Espíritu Santo por cualquier grupo o
individuo. Aquí, por primera vez en la historia de la Iglesia cristiana, los
gentiles recibieron el nuevo nacimiento y el don proveniente del Espíritu Santo
en manifestación por el ministerio de Pedro.
*Victor Paul
Wierwille, The Word’s Way- Vol. III, Studies in Abundant Living (American
Christian Press, New Knoxville, Ohio, U.S.A., 1971), Capítulo 12, “The Day
Jesus Christ Died” (“El día en que Jesucristo murió”).
No hay comentarios:
Publicar un comentario