miércoles, 29 de octubre de 2014

UN ESTUDIO DE HECHOS 10
Capítulo 9 de "Recibiendo el espíritu santo hoy"
Por Victor Paul Wierwille

Hechos 10 es el cuarto pasaje en la Palabra de Dios que tiene que ver con el recibimiento del espíritu santo por alguna persona. En este pasaje vemos por primera vez en la historia de la Iglesia cristiana que gentiles recibieran el don proveniente del Espíritu Santo sin ser prosélitos del judaísmo. Como indiqué anteriormente, en el día de Pentecostés solamente hombres del judaísmo recibieron; luego un individuo – el Apóstol Pablo recibió. Ahora vamos a considerar el primer pasaje que relata que gentiles hayan recibido. Este es un precedente tremendamente importante porque nunca antes en la historia de la Iglesia los gentiles como grupo habían recibido sin antes hacerse prosélitos al judaísmo.

Los gentiles siempre habían sido considerados como “perros” por los judíos, sin tener parte alguna en las cosas del Señor. A los ojos del judaísmo, los samaritanos eran muy malos, pero los gentiles estaban en el fondo del barril. Y ningún judío decente, normal, temeroso de Dios, tendría relación alguna con un gentil. Vamos a ver como una gran innovación tiene lugar en la joven Iglesia, y queremos notar las verdades de este capítulo cuidadosamente.

Hechos 10:1,2:
Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión [líder de cien hombres] de la compañía llamada la Italiana,

piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.

Cornelio era un hombre religioso, piadoso, pero todavía no había sido renacido del Espíritu de Dios, lo cual indica que uno puede ser un hombre piadoso sin ser nacido de nuevo.

Versículos 3-6:
Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día [las tres de la tarde en nuestra medición], que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio.

El [Cornelio], mirándole [al ángel] fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.

Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro.

Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas.

Simón Pedro estaba en la ciudad de Jope, pero en realidad no en la ciudad misma porque estaba posando con un curtidos. A una persona en el negocio de la curtiduría, a causa de los olores emanados, nunca se le permitía vivir dentro de los límites de la ciudad. Dios le dijo a Cornelio por medio de una visión de un ángel que debería enviar hombres a Jope a buscar a Simón Pedro, y que Simón Pedro le diría lo que debería hacer.

Versículo 7:
Ido el ángel que hablaba con Cornelio, éste llamó a dos de sus criados, y a un devoto soldado de los que le asistían.

En otras palabras, Cornelio llamó a tres hombres, dos de sus criados y uno de los soldados de alto rango que estaba bajo él.

Versículo 8:
a los cuales envió a Jope, después de haberles contado todo.

Dios le había dicho a Cornelio que deberían preguntar por Simón Pedro que estaba posando con Simón el curtidor.

Versículo 9:
Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta.

Mientras estos tres hombres que fueron enviados por Cornelio llegaban a las afueras de la ciudad de Jope, Pedro estaba en la azotea orando, y la hora era las doce según nuestro sistema.

Versículos 10-16:
Y [Pedro] tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo [de comer], le sobrevino un éxtasis [estado inactivo de conciencia mental];

y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra [No era un gran lienzo. Era semejante a un gran lienzo];

en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo.

Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.

Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común [contaminada] o inmunda he comido jamás.

Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.

Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo.

¡Qué maravillosamente exacta es la Palabra de Dios, y qué perfectamente pone Dios todas las cosas en orden en el momento apropiado preparando a los hombres para llevar a cabo Su voluntad! Pedro era judío por religión. Había sido renacido del Espíritu de Dios en el día de Pentecostés y lleno del poder proveniente del Espíritu Santo, pero Pedro todavía era “celoso por la ley”. Así que este fenómeno de algo semejante a un lienzo descendiendo del cielo a la tierra, lleno de toda clase de animales y bestias que a nadie en el judaísmo se le ocurriría comer, y una voz diciendo: “Levántate, Pedro, mata y come”, fue un choque y un reto. Pedro dijo: “Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás”. Pero la voz instruyó a Pedro diciéndole que lo que había sido limpiado por Dios, Pedro no tenía derecho alguno de llamar contaminado o inmundo. Dios estaba empezando a preparar a Pedro para ministrar a un gentil y su familia.

Versículos 17,18:
Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que significaría la visión [la imagen] que había visto, he aquí los hombres que habían sido enviados por Cornelio, los cuales [los dos criados y el soldado], preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.

Y llamando, preguntaron si moraba allí un Simón que tenía por sobrenombre Pedro.

En el mismo momento en que Pedro estaba considerando el significado de la visión, los hombres vinieron de la casa de Cornelio, y lo llamaron. (En el oriente no se toca la puerta; uno se para frente a la puerta y llama por su nombre al hombre que uno busca).

Versículo 19:
Y mientras Pedro pensaba en la visión [un fenómeno en esta ocasión], le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan.

El espíritu le reveló a Pedro aun más lo que estaba pensando. Dios le habla a los hombres por medio de las tres manifestaciones de revelación: palabra de ciencia, palabra de sabiduría y discernimiento de espíritus.

Versículo 20:
Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado.

Las instrucciones a Pedro fueron muy explícitas. Primero que nada Dios le había enseñado en una visión lo que era limpio e inmundo. En segundo lugar, Dios le habló a Pedro específicamente por medio del espíritu.

Versículo 21:
Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que fueron enviados por Cornelio, les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido?

La revelación que Dios da es más allá de lo que podemos saber a través de nuestros cinco sentidos. Dios no le dijo a Pedro, por medio del espíritu, el propósito o la razón para la visita de los hombres de Cornelio. El simplemente le enseñó a Pedro una visión, y por el Espíritu le dijo a Pedro que descendiera a ellos sin dudar porque Dios los había enviado. Cuando Pedro descendió a encontrarse con los tres hombres, les preguntó: “¿Cuál es la causa por la que habéis venido?”


Versículos 22,23:
Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tus palabras.

Entonces, [Pedro] haciéndoles [a los tres hombres] entrar, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Jope.

Cuando los hombres le reportaron a Pedro exactamente lo que Dios le había dicho a Cornelio por medio del ángel, Pedro se dio cuenta del significado de su propia visión. Dios lo había estado preparando para ir a Cornelio, un gentil, y entrar en su casa. Esto es algo que un seguidor del judaísmo nunca por su propia voluntad pensaría hacer. Sin embargo Dios le había instruido hacerlo. Pedro fue obedientemente con los tres hombres que Cornelio había enviado, y llevó consigo algunos otros hermanos que eran renacidos del Espíritu de Dios. En esta decisión vemos en operación la manifestación del espíritu llamada palabra de sabiduría, ya que Pedro sabía cuál sería la reacción de los apóstoles en Jerusalén cuando oyeran que él había entrado en la casa de un gentil. El sabía que sus hermanos tan religiosos cuestionarían sus acciones. Por lo tanto, para prepararse para esto, Pedro llevó consigo testigos que pudieran comprobar todo lo que había pasado en caso de que él fuese llamado a dar explicaciones de sus acciones no ortodoxas. Vemos más adelante en Hechos 11:12 que en realidad Pedro fue llamado ante los hermanos en Jerusalén y que él reportó su actividad en la casa de Cornelio de la siguiente manera: “Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón [Cornelio]”.

Versículo 24:
Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos.

Cornelio estaba esperando deseosamente la llegada de Pedro porque Dios le había dicho que Pedro le diría lo que debería hacer. Cornelio, siendo un hombre temeroso de Dios, quería saber la voluntad de Dios; quería llevar a cabo el propósito y el plan de Dios para su vida. No solamente estaba Cornelio esperando la llegada de Pedro, sino que había convocado a un grupo de personas, “sus parientes y amigos más íntimos”. Pedro no tuvo que hacer una campaña publicitaria cuando llegó a Cesarea para obtener una audiencia para la Palabra de Dios. Cornelio había preparado la reunión de tal manera que cuando Pedro llegó todo estaba listo y en orden. Debemos considerar una cosa más. En el oriente, el jefe de familia es responsable por toda la familia, y cuando él habla, todos llevan a cabo exactamente lo que él decide. En otras palabras, lo que el jefe de familia cree, el resto de la familia cree también.

Versículo 25:
Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró.

Es una costumbre oriental que cuando un hombre de Dios entra, se le demuestra respeto postrándose uno a sus pies, aun tratando de alcanzar a tocar sus pies, de tal modo indicando humildad, reverencia y respeto.

Versículo 26:
Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre.

Pedro, un hombre renacido del Espíritu de Dios, en donde vivía el espíritu proveniente de Dios, se dio cuenta de que él mismo, en cuanto concierne al elemento humano, era muy, muy débil y también solamente un hombre al igual que Cornelio era un hombre.

Versículos 27,28:
Y hablando con él, [Pedro] entró, y halló a muchos que se habían reunido.

Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo.

Dios había tratado específicamente con Pedro y lo había instruido en la visión de un gran lienzo descendiendo del cielo a la tierra. Dios le había hablado a Pedro por medio del espíritu – palabra de ciencia y palabra de sabiduría. Pedro nunca hubiera considerado ir con los dos criados y el soldado que Cornelio había enviado a Jope si Dios no le hubiese mostrado que no debía llamar a ningún hombre contaminado o inmundo.

Versículo 29:
por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir?

Pedro todavía no sabía el propósito entero por el cual Cornelio había enviado su soldado y sus dos criados a donde él. Lo que se puede conocer por medio de los cinco sentidos Dios espera que nosotros sepamos. La revelación (palabra de ciencia, palabra de sabiduría y discernimiento de espíritus) comienza donde cesa la información que los cinco sentidos pueden suplir. Lo que podemos saber, Dios espera que sepamos. Lo que podemos compartir con exactitud unos con otros de la Palabra de Dios, Dios espera que lo compartamos. Las manifestaciones de revelación del espíritu comienzan donde termina el conocimiento de los sentidos. Así pues Pedro le dijo a Cornelio: “Dime, ¿con qué propósito me mandaste a buscar? Dios me ha mostrado que no debo llamar contaminado o inmundo a ningún hombre. El Espíritu me dijo que debía ir con los tres hombres que estaban en la puerta, sin dudar, que Dios los había enviado. Ahora dime, ¿por qué estoy aquí?

Versículos 30-33:
Entonces Cornelio dijo: hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente,

y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios.

Envía, pues, a Jope, y haz venir a Simón el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; y cuando llegue, él te hablará.

Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado.

Noten cuidadosamente que Cornelio, al igual que Pedro, actuó literal e inmediatamente según la Palabra de Dios revelada. Si ustedes y yo esperamos recibir los resultados de la Palabra de Dios, debemos ante todo asegurarnos de que tenemos la Palabra y entonces debemos actuar según ella inmediata y literalmente; sin aplazar; ¡debemos actuar según ella ahora!

¡Qué declaración más tremenda hizo Cornelio cuando le dijo a Pedro que este grupo de parientes y amigos íntimos que él había reunido estaban en la presencia de Dios! Se habían reunido tal y como si Dios Todopoderoso estuviera allí. Y Cornelio le dijo a Pedro: “Ahora…nosotros…para oír todo lo que Dios te ha mandado”. Cornelio no estaba interesado en la teología, no estaba interesado en lo que la gente dijera, no estaba interesado en adular a nadie ni en ninguna fanfarria. La única cosa que Cornelio quería oír era aquello que Dios le había mandado a Pedro decir. En otras palabras, él quería oír la Palabra de Dios- “todo lo que Dios te ha mandado”.

Versículo 34:
Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas,

Por medio de una visión y por revelación del espíritu, Dios ya le había informado a Pedro que nada de por sí es contaminado o es inmundo, y en obediencia a la Palabra de Dios, Pedro había ido al hogar de Cornelio que era un gentil. Cuando Pedro comenzó a hablarle a aquellos que se habían reunido, la primera cosa que Pedro dijo fue: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas”. Esta es una lección de las Escrituras significativa para aquellos que están llenos de prejuicio.

Hasta este momento los judíos siempre se habían enorgullecido de ser el pueblo de Dios, que Dios les había dado los oráculos a ellos y no a los gentiles. Pero ahora Pedro dijo por la Palabra del Señor que comprendía que Dios no hace acepción de personas. Dios no favorece personas pero si hace acepción de condiciones y cuando esas condiciones se cumplan, hombres y mujeres recibirán el poder proveniente del Espíritu Santo. A El no le importa si una persona es un judío o un gentil. No está interesado en el color de la piel de un hombre. Dios le ofrece Su don a todos los que cumplan Sus condiciones, ya que “Dios no hace acepción de personas”.

Versículos 35,36:
sino que en toda nación se agrada del que le teme [tiene reverencia por Dios] y hace justicia.

Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.

“Dios envió mensaje a los hijos de Israel” se refiere a la venida de Jesús a los suyos. El derramamiento en el día de Pentecostés fue para los judíos solamente. Sin embargo Pedro sabía ahora que Dios no es solamente el Dios de los judíos, sino que El es Señor de todos. Toda persona en toda nación que creyere en El será renacida y llena del poder proveniente del Espíritu Santo.

Versículos 37,38:
Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan:

cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Aquí Pedro le está enseñando a Cornelio y su familia las grandes verdades concernientes al Señor Jesucristo y al poder proveniente del Espíritu Santo. Pedro dice en el versículo 38 que “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret”. Literalmente esto se podría traducir “Dios ungió con pneuma hagion, espíritu santo, que es dunamis, poder inherente, a Jesús de Nazaret.

En el versículo 37 Pedro alude al bautismo de Jesús por Juan el Bautista en el río Jordán, lo cual marcó la apertura del ministerio de Jesús. Juan era el profeta antes de Jesús, y Juan profetizó sobre Jesús en Mateo 3:11 como uno mucho más importante que él, el cual sería el único que bautizaría “en Espíritu Santo y fuego”. Juan fue lleno “del Espíritu Santo [pneuma hagion], aun desde el vientre de su madre”, según fue profetizado por el ángel en Lucas 1:15. Pero Jesús, nacido de María, fue engendrado “del Espíritu Santo, según le dijo a José el ángel del Señor, relatado en Mateo 1:20, aunque Jesús no fue lleno con pneuma hagion desde el vientre de su madre. Durante su juventud Jesús trabajo y estudió la Palabra de Dios, y Lucas 2:52 dice que él “crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.

Usando ese poder inherente, Jesús anduvo sanando “a todos los oprimidos por el diablo” (versículo 38). La enfermedad vino al mundo por el pecado del hombre; por lo tanto, debido al origen de la enfermedad y el pecado, el versículo 38 no diferencia entre la enfermedad y las actividades de Satanás. Se puede decir que toda enfermedad es una forma de opresión del Diablo, y toda curación es salvación de toda clase de enfermedades por el poder de Dios.

Versículo 39:
Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero.

Como leímos en Hechos 1, justo antes de que Jesucristo ascendiera al cielo, habiendo reunido los apóstoles a su alrededor, él les dijo que deberían esperar por la promesa del Padre. Después de que recibieran la promesa, serían testigos de la gran verdad del poder proveniente del Espíritu Santo. Pedro dice que somos testigos de todas estas cosas concernientes al señor Jesús al cual los judíos en Jerusalén crucificaron en un madero.

Versículo 40:
A éste [éste al cual los judíos en Jerusalén colgaron en un madero] levantó Dios al tercer día…*

Esto está exactamente de acuerdo con las propias palabras de Jesús concernientes a sí mismo en Mateo 12:40: “…como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”   1 Corintios 15:4 declara: “…que resucitó al tercer día…” Jesucristo estuvo muerto tres días y tres noches, y aun así Dios lo levanto al tercer día e hizo que se manifestase – “manifestase” queriendo decir que la gente lo vio, no había nada escondido. Fue manifestado en el mundo de los sentidos después de su resurrección.

Versículos 41-43:
no a todo el pueblo [El no fue manifestado a todo el pueblo.], sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos.

Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.

De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón [debe ser “remisión”] de pecados por su nombre.

Pedro está instruyendo a la casa de Cornelio que todavía no había sido renacida. “Remisión de pecados” se aplica solamente a los no salvos. Para ser renacidos uno debe creer en el señor Jesús y que Dios lo levantó de los muertos. Cuando y en el momento en que un hombre cree, recibe remisión de todos los pecados que ha cometido en su vida hasta ese momento. Todos son borrados en el momento de creencia y aceptación de Jesús como señor.

Ahora llegamos a la sección concluyente de esta cuarta enseñanza en el Libro de Hechos concerniente al nuevo nacimiento, el recibimiento del don proveniente del Espíritu Santo.

Versículo 44:
Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo [el pneuma el hagion] cayó sobre todos los que oían el discurso.


Mientras Pedro todavía estaba predicando, mientras estaba enseñando la Palabra de Dios a Cornelio y aquéllos reunidos en su casa, ellos creyeron; y sin que nadie les impusiera las manos, pneuma hagion, “la promesa del Padre”, que es ser “bautizados con el Espíritu Santo”, cayó sobre todos ellos y fueron “investidos de poder desde lo alto”.

Aquí la palabra “oían” no es la palabra griega que quiere decir oír solamente con los oídos físicos, sino oír al punto de tener creencia por medio de la actuación de acuerdo con ello. Esta es una ocasión en que un hombre de Dios que estaba hablando la Palabra de Dios nunca llegó a decir “Amén”. Pedro nunca llegó a terminar su sermón.

Versículo 45,46:
Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo [pneuma hagion].

Porque los oían [Pedro y los seis hermanos que lo acompañaron los oían] que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.

Se nos dice en Hechos 10:23 que algunos de los hermanos de Jope habían acompañado a Pedro en este viaje. Estos creyentes que eran “de la circuncisión” quedaron atónitos de que el don cayera sobre los gentiles porque los oían que hablaban en lenguas.

En el derramamiento en Jerusalén, aquellos de la circuncisión habían recibido el don proveniente del Espíritu Santo. Sin embargo, aquello no había sido tan dramáticamente sorprendente como este recibimiento del don, porque a la circuncisión se le había enseñado que Israel podía recibir cosas provenientes de Dios porque ellos eran el pueblo escogido de Dios. Pero que los gentiles recibieran sin hacerse prosélitos del judaísmo era casi increíble. Estos seis hermanos, los creyentes que habían acompañado a Pedro, quedaron atónitos “de que también sobre los gentiles se derramase el don…” La palabra “también” nos dice que los gentiles habían recibido el mismo don que aquellos de la circuncisión habían recibido años antes en Jerusalén. La Palabra no dice que recibieron al Donador, sino el don proveniente del Donador, al igual que en Hechos 2:38.

Algo pasó aquel día en la casa de Cornelio para convencer a Pedro y a aquellos que lo acompañaban de que los gentiles también habían recibido el don. Este algo tenía que ser indiscutible. Tenía que ser algo en el mundo de los sentidos que fuera tan absoluto que nadie, ni siquiera uno “de la circuncisión”, pudiera negar su verdad. Esos gentiles podrían haber sido sumergidos en agua una y otra vez, mas eso nunca hubiera convencido a los creyentes judíos que los gentiles en realidad habían sido renacidos del Espíritu de Dios y habían recibido el don proveniente del Espíritu Santo. ¿Qué pudo haber sido lo que convenció a los presentes de que los gentiles también habían recibido el don de pneuma hagion? ¿Cuál fue la evidencia externa de la realidad interna de la presencia del espíritu santo?

La evidencia en el mundo de los sentidos que convenció a Pedro y los seis hermanos, sin lugar a dudas, fue el hecho de que oyeron a los gentiles hablar en lenguas. Pedro y los que estaban con él habían hablado en lenguas y aún hablaban en lenguas. Sabían que ésta era la manifestación externa de la presencia del espíritu santo. Pero cuando vieron a los gentiles manifestar, se quedaron pasmados. Aquí estaba la prueba de que estos gentiles habían sido renacidos y habían recibido el don proveniente del Espíritu Santo porque los oyeron que magnificaban a Dios en lenguas según el Espíritu les daba que hablasen.

Versículo 47:
Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo [pneuma hagion] también como nosotros?

La emoción del momento abrumó a Pedro de tal manera que ordenó el bautismo de agua según Juan, pero nunca lo llevó a cabo ya que Dios hizo que Pedro cambiara de idea. Según se relata en Hechos 11:16, Pedro dijo: “Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo”. El bautizo de agua no se necesitaba y no se administró.

Versículo 48:
Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.

¿Por qué será que rara vez, si acaso, nos hemos dado cuenta del gran impacto de la Palabra de Dios en este décimo capítulo de Hechos? ¿Será porque Satanás nos quiere mantener ciegos a las grandes verdades de la Palabra de Dios concernientes al don proveniente del Espíritu Santo? Pedro era un judío. A él no se le ocurriría bautizar a un gentil o introducirlo a la Iglesia al igual que a nosotros no se nos ocurriría volar un cometa hasta la luna. Pero había algo en este incidente que era indiscutible, algo que no se podía negar. Así que inmediatamente después de que Pedro los oyó hablar en lenguas magnificando a Dios, no los tuvo que poner en período de prueba para determinar si en realidad habían sido renacidos. El sabía que habían sido renacidos del Espíritu de Dios, ya que la única prueba visible y oíble de que un hombre ha sido renacido y lleno del don proveniente del Espíritu Santo siempre es que él hable en lengua o lenguas.

Esto termina el cuarto pasaje en la Palabra de Dios concerniente al recibimiento del nuevo nacimiento, el don proveniente del Espíritu Santo por cualquier grupo o individuo. Aquí, por primera vez en la historia de la Iglesia cristiana, los gentiles recibieron el nuevo nacimiento y el don proveniente del Espíritu Santo en manifestación por el ministerio de Pedro.





*Victor Paul Wierwille, The Word’s Way- Vol. III, Studies in Abundant Living (American Christian Press, New Knoxville, Ohio, U.S.A., 1971), Capítulo 12, “The Day Jesus Christ Died” (“El día en que Jesucristo murió”).

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