UN ESTUDIO
DE HECHOS 9. Capítulo 8 de "Recibiendo el espíritu santo hoy". Por
V.P. Wierwille
La tercera referencia en el libro de Hechos
acerca del recibimiento por alguna persona del don proveniente del Espíritu
Santo, se encuentra en el noveno capítulo de Hechos. Saulo, después de
perseguir a la Iglesia en la comunidad de Jerusalén, se encaminaba a Damasco.
En el camino a Damasco, el que había perseguido y lastimado a la Iglesia tan
tenazmente fue convertido y tuvo que ser llevado de la mano a la ciudad de
Damasco. Según Hechos 9:9, “estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió”. El
versículo 10 comienza la tercera gran enseñanza que es un descubrimiento
continuado de todo lo que la Biblia enseña con respecto al recibir del don
proveniente del Espíritu Santo.
En este
pasaje no tenemos un grupo, sino un solo individuo. “Saulo” era su nombre hebreo;
su nombre griego era “Pablo”.
Del pasaje
en Hechos 8 ciertos maestros han implicado constantemente que sólo los que
están a la cabeza de la Iglesia como Pedro y Juan podían ministrar el espíritu
santo. Esta idea errónea ha sido llevada a través de los siglos a través de
varias sectas. Estos maestros citan las palabras de Felipe en cuanto a que él
era sólo un discípulo y no una de las cabezas de la Iglesia; por lo tanto, él
no podía ministrar el espíritu santo. Pero eso no puede ser cierto por lo que
vemos en hechos 9.
Hechos 9:10:
Había
entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en
visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
Ananías no
era un apóstol, un Pedro o un Juan. El era sólo un “discípulo”. En Hechos 9:10
y versículos siguientes vemos que este discípulo llamado Ananías le ministro a
uno que sería el mayor de todos los apóstoles, el Apóstol Pablo.
Versículo
11-20:
Y el Señor
le dijo [a Ananías]: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca
en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,
y ha visto
en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para
que recobre la vista.
Entonces
Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos
males ha hecho a tus santos en Jerusalén;
y aun aquí
tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que
invocan tu nombre.
El Señor le
dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en
presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;
porque yo le
mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.
Fue entonces
Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo,
el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado
para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo [pneuma hagion].
Y al momento
le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose,
fue bautizado.
Y habiendo
tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los
discípulos que estaban en Damasco.
En seguida
predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.
Ananías,
sólo un discípulo, fue informado por el señor que él había de levantarse e ir a
la calle llamada Derecha. (Por cierto, esa es la única forma en la cual podía
entrar esa calle; porque la calle llamada Derecha va de este a oeste a través
de toda la ciudad de Damasco, y la casa de Ananías está localizada en una calle
que termina en la calle llamada Derecha. La exactitud maravillosa de la Palabra
de Dios es sorprendente.) Y el señor le dijo a Ananías que encontraría a Pablo
en la casa de Judas, y Pablo estaría orando. ¡Qué cantidad tremenda de
información!
El señor le
dijo a Ananías exactamente qué hacer y dónde encontraría a Pablo, y hasta le
dijo lo que Pablo estaría haciendo. Me aventuro a decir que cuando Ananías
llegó a casa de Judas, Pablo no estaba sentado
por ahí conversando con la gente; no estaba cantando ni gritando, sino
que estaba haciendo lo que la Palabra de Dios decía: estaba orando.
Quiero que
noten también que a Ananías no le gustaba el trabajo que el señor le estaba
encargando. En otras palabras, Ananías no quería hacer la Palabra de Dios. Es
por esto que Ananías le contestó al señor y eso es lo correcto. Si a ustedes y
a mí no nos gusta la Palabra de Dios como Dios la ha dado, debemos hablarle a
Dios acerca de ello. No debemos criticar a aquellos que creen. Vuelvan a la
fuente. Esto es exactamente lo que Ananías hizo; él le habló al señor. En
efecto él dijo: “Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males
ha hecho, y aquí en Damasco tiene la autoridad de los principales sacerdotes
para prender a todos los que son cristianos, que invocan tu nombre. Así que,
¿por qué me pides a mí, que simplemente soy Ananías, que haga algo que yo no
quiero hacer?” Pero el señor le dio más información a Ananías. Le dijo: “Ve,
porque instrumento escogido me es éste [Pablo]”.
Versículo
17:
Fue entonces
Ananias…
Ananías
literalmente actuó de acuerdo a la Palabra de Dios revelada. El fue de su casa
a la calle llamada Derecha y entró en la casa de Judas. Allí encontró a Pablo
orando. Entonces Ananías entró y puso las manos sobre él. La razón por la cual
él puso sus manos sobre Pablo fue para poner las manifestaciones de revelación
en operación, es decir, palabra de ciencia, palabra de sabiduría y
discernimiento de espíritus. De este modo Ananías podía llevar a cabo la labor
de liberar a Pablo que estaba ciego, y que no había aún recibido en
manifestación el don proveniente del Espíritu Santo. El puso sus manos sobre él
y dijo – noten cuidadosamente – “Hermano Saulo”.
En el
oriente nadie se refiere a una persona como hermano a menos que realmente lo
considere así. La razón por la cual Ananías podía referirse a Pablo como
hermano es que el señor le había dicho a Ananías que Pablo se había convertido
en el camino a Damasco, y cuando un hombre se convierte, renace del Espíritu de
Dios, teniendo el mismo espíritu que todo otro hijo renacido de Dios tiene, se
convierte en hermano a todos los otros cristianos. No todos en el mundo son mis
hermanos, pero todos aquellos que están renacidos del Espíritu de Dios son mis
hermanos.
Hechos 9:17:
Fue entonces
Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo,
el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado
para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
Ananías le
dijo a Pablo que el señor era el responsable de que él hubiera venido a
ministrarle la vista y a ministrarle pneuma hagion, el espíritu santo.
Versículo 18:
Y al momento
le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista...
¿Cómo
recobra uno la vista cuando hombres de Dios que están llenos del espíritu santo
le ministran? La persona a quien se le ministra debe recibirlo, debe tomarlo,
debe creer. En este versículo no dice que Pablo recibió el don proveniente del
Espíritu Santo, sino que el señor le dijo a Ananías que ministrara vista y que
Pablo podría “ser lleno de pneuma hagion”, que es ser lleno del don en
manifestación. No dice que Pablo habló en lenguas, pero debe haberlo hecho
porque la tarea que Ananías había emprendido no era sólo ministrar curación,
sino también ministrarle el don proveniente del Espíritu Santo en
manifestación. 1 Corintios 14:18 dice: “Doy [yo, Pablo] gracias a Dios que
hablo en lenguas más que todos vosotros”. Así que el Apóstol Pablo debe haber
hablado en lenguas.
En este
tercer pasaje noten cuidadosamente que la curación y el don proveniente del
Espíritu Santo fueron ministrados por un simple discípulo, no un apóstol, sino
sólo un creyente renacido del Espíritu de Dios. Ananías le ministró el espíritu
santo y la curación en manifestación a Pablo que inmediatamente salió y
testificó que “Cristo…es el hijo de Dios”.
En los tres
pasajes que hemos estudiado hasta ahora, hemos visto que en Hechos 2, en el día
de Pentecostés cuando los doce recibieron el don, “hablaron en lenguas”. En
Hechos 8, en Samaria, Simón vio algo. ¿Qué pudo haber visto sino la
manifestación en el mundo de los sentidos? En Hechos 9 Pablo fue lleno con el
espíritu santo. No dice específicamente que habló en lenguas pero en Corintios
14:18, sí dice que él hablaba en lenguas frecuentemente. Hablar en lenguas
inmediatamente al uno salvarse es una norma de comportamiento que se ve en la
Palabra de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario