domingo, 8 de julio de 2012


Siete claves para entender las Escrituras

Existen varios temas fundamentales que, una vez comprendidos, facilitan nuestro entendimiento de la Biblia. En seguida anotamos siete temas que son importantes para poder entender mejor las Escrituras.

• El verdadero evangelio: Muchos piensan que el evangelio se reduce sólo a un mensaje acerca de Jesucristo.
La realidad es que el verdadero evangelio es el mensaje que Cristo proclamó acerca del futuro Reino de Dios y de cómo nosotros podemos llegar a ser parte de él. Es un poderoso mensaje acerca del futuro establecimiento del gobierno de Dios sobre todas las naciones y pueblos en el mundo del mañana.
Ahora, este gobierno comprende a las personas que Dios llama para que se sometan a él y vengan a formar parte de su pueblo escogido.
El verdadero evangelio proclama verdades muy importantes. Contiene profecías que revelan sucesos que ocurrirán antes y después del retorno de Jesucristo.

• La salvación es creación: La salvación es la meta, la culminación del plan que Dios inició con la creación del primer hombre y la primera mujer. La creación no terminó con los acontecimientos que se relatan en el primer capítulo del Génesis; esos acontecimientos fueron
sólo la primera fase, la fase física, de la creación.

El hombre fue creado como un ser físico, no espiritual; es mortal, no inmortal. Tiene la oportunidad de recibir el Espíritu de Dios de manera que pueda, por medio de ese poder divino, desarrollar un carácter espiritual y finalmente ser transformado en una creación espiritual perfecta.

• La interpretación de los símbolos en la Biblia: Muchas de las verdades proféticas de la Biblia han sido reveladas por Dios por medio de símbolos. Por ejemplo, el libro de Daniel contiene varios símbolos: imágenes y animales, unos reales, otros de fantasía, unos que se explican, otros que no son explicados. En algunos casos, los símbolos tienen como propósito ocultar el significado del mensaje hasta que Dios lo revele en el tiempo del fin o poco antes (Daniel 12:8-9).
Por siglos, los hombres han tratado de interpretar estos símbolos de acuerdo con sus propias ideas, teniendo como resultado principal el caos y la confusión. Una clave importante para entender la profecía bíblica es reconocer que estos símbolos son interpretados por la Biblia misma, ya sea en el contexto mismo donde aparecen o en algún otro pasaje.

Tenemos que buscar y confiar en la interpretación que Dios mismo nos da en su Palabra; las interpretaciones puramente humanas carecen de valor.


• El método dual de Dios: A lo largo de la Biblia podemos ver frecuentemente revelado el principio de la dualidad. La creación física en Génesis 1 nos conduce a la creación espiritual descrita en Apocalipsis 21 y 22. El primer Adán, de materia física, terrenal, fue un tipo del segundo Adán, Jesucristo, de espíritu, celestial (1 Corintios 15:45-49).
En la profecía también podemos ver el principio de la dualidad.
En ocasiones puede haber un cumplimiento preliminar, precursor de un cumplimiento posterior o final que, por lo general, ocurrirá en el tiempo del fin.

• Las fiestas santas: Dios nos dio siete fiestas anuales para mantenernos siempre conscientes de su plan de salvación. Cada una representa una fase en este proceso, primero para algunos individuos y, finalmente, para toda la humanidad.

La Pascua es una conmemoración de la muerte de Cristo por nuestros pecados. Representa además la oportunidad de recibir —una vez que nos hayamos arrepentido— el perdón de Dios.

La Fiesta de los Panes sin Levadura hace hincapié en el hecho de que los que se han arrepentido deben vivir limpios espiritualmente. Después de que la pena por sus pecados ha sido borrada por el sacrificio de Cristo, los cristianos deben deshacerse del pecado (simbolizado
por la levadura) y vivir una nueva vida que se caracterice por la sinceridad y la verdad
(1 Corintios 5:8).

La Fiesta de Pentecostés representa la dádiva del Espíritu Santo por medio del cual el pueblo de Dios viene a ser una sola Iglesia, el Cuerpo de Cristo (Efesios 1:22-23). Se conoce también como “el día de las primicias” (Números 28:26), porque representa la primera cosecha de los
que recibirán la salvación de acuerdo con el plan divino (Santiago 1:18).

La Fiesta de las Trompetas simboliza el retorno triunfal de Jesucristo para establecer el Reino de Dios en la tierra. Al mismo tiempo, los cristianos recibirán la vida eterna en la primera resurrección.

El Día de Expiación representa el aprisionamiento de Satanás por mil años después del retorno de Cristo, lo que hará posible que toda la humanidad pueda reconciliarse con Dios.

La Fiesta de los Tabernáculos simboliza el Milenio, los primeros mil años del reinado de Cristo sobre la tierra. Habiendo sido eliminada la engañosa y destructiva influencia de Satanás, la humanidad podrá al fin aprender los caminos y la verdad de Dios y ser restaurada a una relación
correcta con su Creador. Durante este tiempo, muchísimos más recibirán la dádiva de la salvación.

Finalmente, el Último Gran Día representa un tiempo después del Milenio cuando los muertos que no fueron resucitados en la primera resurrección y nunca tuvieron la oportunidad de recibir el Espíritu de Dios, serán resucitados a la vida física. En ese tiempo les será dada la oportunidad de conocer a Dios, entender sus verdades, arrepentirse y recibir su Espíritu.
Será su oportunidad para tomar las decisiones necesarias para poder ser parte del Reino de Dios y recibir la salvación.

• La verdad acerca de Israel: La gran mayoría de la gente desconoce que la antigua nación de Israel fue dividida en dos reinos después de la muerte del rey Salomón.

El reino de Israel, formado por 10 de las 12 tribus, fue llevado en cautiverio por el Imperio Asirio y desapareció de las páginas de la historia; por consiguiente, vino a conocerse como
“las 10 tribus perdidas”.
Las dos tribus que formaban el reino de Judá también fueron llevadas en cautiverio (por el Imperio Babilonio), pero conservaron su identidad en gran parte. Algunos ciudadanos de ese reino (Judá) fueron restablecidos en su tierra natal. Sus descendientes, los judíos, hoy en día se
encuentran en el Estado de Israel y esparcidos por todo el mundo.
Pero ¿qué se hicieron las 10 tribus perdidas? Existen todavía, aunque ellas mismas ignoran su identidad bíblica. Cuando entendemos esta importante clave, el significado de muchas de las profecías de la Biblia se aclara.

• El día de reposo de Dios: En ocasiones, y con mucha razón, el cuarto mandamiento del Decálogo es llamado el mandamiento de prueba.
Este es el precepto que la mayor parte de la cristiandad se niega a obedecer. Por lo general, obedecer este mandamiento acarrea grandes pruebas de fe, y requiere una genuina y sincera confianza en Dios. Pero también es una fuente de grandes bendiciones para los que lo guardan.

Es otra clave importante para entender la Palabra de Dios, porque “el principio de la sabiduría es el temor del Eterno; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos . . .” (Salmos 111:10).

La observancia del sábado ha hecho posible que muchos judíos, descendientes del reino de Judá, aún conserven su identidad. Por otra parte, “las 10 tribus perdidas” (el reino de Israel) descuidaron y rechazaron el día de reposo que Dios estableció, y esta fue una razón muy
importante por la que perdieron su verdadera identidad

Estas son algunas de las claves para tener un mejor entendimiento de la Palabra de Dios. Debido a que las iglesias tradicionales han perdido varias de estas siete claves, no es de sorprenderse que se hayan dividido en tantas sectas, cada una con una perspectiva diferente de lo que dice la
Biblia, y siempre sin entender gran parte de su verdadero mensaje.

En su Amor. A tu servicio.
jca

Tener en cuenta  el contexto

La Biblia nos revela otra clave para entender el significado de las Escrituras:
el contexto. Podemos evitar muchas interpretaciones erróneas si tenemos siempre en cuenta el contexto de los ejemplos y las enseñanzas que la Biblia nos da.
De hecho, la gran mayoría de las equivocaciones o malentendidos acerca de la Biblia son la consecuencia de sacar versículos de su contexto.
Leer el contexto quiere decir simplemente tener en cuenta los versículos anteriores y posteriores al texto que se esté estudiando. Sacar un versículo fuera de su contexto es tratar de entenderlo sin tener en cuenta el tema del pasaje en que se encuentra. Estudiar el contexto incluye examinar los versículos dentro del marco del párrafo, el capítulo, el libro y, en un sentido más amplio, todos los escritos del mismo autor e incluso la Biblia como un todo.

Por ejemplo, en Génesis 3:4 leemos: “No moriréis”. Al leer esto algunos podrían pensar que el hombre ya posee la inmortalidad, que posee un alma que no puede morir. Sin embargo, tal suposición está en contra de otros versículos muy claros, entre ellos Ezequiel 18:4, 20;
Santiago 5:20; 1 Timoteo 6:14-16 y Romanos 2:7. Pero el contexto nos muestra que fue Satanás, en apariencia de serpiente, quien dijo esta mentira asegurándole a Eva que ella y su esposo Adán no morirían.
Unos versículos antes podemos ver cuál fue la enseñanza correcta que Dios les había dado: “Y mandó el Eterno Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17).
Vemos, pues, que no basta con citar un versículo aislado; debemos tener en cuenta el contexto. En este ejemplo la cita de Génesis 3:4 se aclara fácilmente cuando analizamos todo el pasaje. Podemos evitarnos confusiones con sólo aplicar este sencillo principio.

En ocasiones es necesario leer todo un capítulo para entender correctamente el asunto. Por ejemplo, algunos citan Marcos 7:18-19 para apoyar el concepto de que ahora ya se pueden comer las carnes que en Levítico 11 y Deuteronomio 14 se clasifican como inmundas. Jesús
preguntó a sus discípulos: “¿También vosotros estáis así sin entendimiento?
¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos”.
Otra versión, la Reina-Valera, revisión de 1977, dice así: “¿No os dais cuenta de que todo lo que de fuera entra en el hombre, no puede contaminarle, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la cloaca, purificando todos los alimentos”.

Este pasaje es especialmente interesante, porque presenta el caso de un error de traducción que nos sirve de ilustración no sólo de lo importante que es leer el contexto, sino también del beneficio de comparar diferentes versiones de la Biblia. Aquí, el contexto contiene la clave
para entender el verdadero significado del pasaje y también para determinar cuál es la traducción más acertada.


Primero, notemos que el contexto revela el verdadero tema de este capítulo: “Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?” (vers. 5).
La pregunta de los escribas y fariseos no era si se podían comer determinados tipos de carne, sino por qué los discípulos pasaban por alto un rito de purificación ceremonial. La crítica tenía que ver con el hecho de que Jesús y los discípulos comían sin lavarse las manos.

Cristo les contestó: “Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres; los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes” (vers. 8). Queda muy claro cuál era el tema de esta conversación entre Jesús y los dirigentes religiosos.

Ahora, conociendo el contexto del pasaje, consideremos las dos traducciones. En la versión Reina-Valera, revisión de 1960, el versículo 19 termina con estas palabras: “Esto decía [Jesús], haciendo limpios todos los alimentos”. En cambio, la revisión de 1977 dice simplemente:
“purificando todos los alimentos”. El significado claro de esta última es que mediante el proceso digestivo el cuerpo asimila los alimentos y elimina las partículas de polvo que puede haber en ellos. ¿Cuál de las dos versiones es la correcta?
Si nos atenemos al medio cultural del Nuevo Testamento, en el que sólo se consumían las carnes limpias (según Levítico 11 y Deuteronomio 14), y si tenemos en cuenta que lo que se estaba discutiendo en este pasaje era la necesidad de lavarse las manos antes de comer, podremos ver claramente que el texto de la Reina-Valera de 1977 es el que encaja perfectamente con el contexto. (Conviene mencionar en este punto que las palabras Esto decía, refiriéndose a Jesús, no aparecen en los manuscritos originales griegos, sino que fueron agregadas por los traductores en un intento por interpretar el pensamiento de Marcos.)

Además de analizar cuidadosamente el contexto, otra clave para entender correctamente la Biblia es estudiar todos los pasajes relacionados con el tema que se estudia (de esto hablaremos más en el próximo capítulo). En este caso tenemos la ventaja de que en Mateo 15 se
menciona el mismo incidente y se aclara aún más el asunto:

“Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias [todo esto son infracciones de la ley de Dios y, por tanto, pecados]. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre” (vers. 19-20).

Al tener en cuenta el contexto en que se encuentra la amonestación de Cristo, se despeja toda confusión. Él no estaba rechazando ni anulando las leyes de Dios sobre las carnes limpias e inmundas; estaba simplemente diciendo que cualquier pequeña cantidad de polvo que pudiera tener la comida sería eliminada como consecuencia natural del proceso de digestión.


Pasando a otro ejemplo, podemos ver que en ciertas ocasiones es necesario tener en cuenta el contexto de todo un libro. Un ejemplo importante de esto es el uso que el apóstol Pablo hizo de la palabra ley en la Epístola a los Romanos. Algunas veces, cuando la usó estaba refi-
riéndose al concepto legalista según el cual la ley servía como un medio para ganarse la salvación, concepto que Pablo rechazó.

“¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la
justicia, es decir, la justicia que es por fe; mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley . . .” (Romanos 9:30-32).
En otras partes, Pablo describió la ley de Dios como el patrón divino de la conducta humana que Dios nos ha dado para nuestro bien: “Por medio de la ley es el conocimiento del pecado . . . yo no conocí el pecado sino por la ley . . . De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. ¿Luego lo que es bueno vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso” (Romanos 3:20; 7:7, 12-13).
Aquí, en el mismo libro, vemos que la palabra ley aparece en contextos diferentes. Es un error tratar de generalizar el uso que se le da a una palabra sacándola de su debido contexto.
El uso de esta clave de revisar el contexto nos ayudará a evitar muchas interpretaciones erróneas al estudiar la Biblia.

Tener en cuenta todos los pasajes relacionados con el tema que se estudia

Otra clave importante para entender la Biblia es estudiar diferentes versículos relacionados con determinado tema antes de llegar a una conclusión.
Con respecto a esto, el apóstol Pablo dio un ejemplo notable cuando, enseñando ciertas verdades acerca de Jesús, se refirió a muchos
pasajes de lo que en su tiempo era la Biblia, las Escrituras en hebreo (lo que ahora se conoce como el Antiguo Testamento).

“Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas” (Hechos 28:23). Para demostrar que estaba
en lo correcto, Pablo explicaba cuidadosamente los pasajes que tenían que ver con Cristo como el Mesías.

Para entender correctamente un tema bíblico, es necesario tener en cuenta todos los pasajes relacionados con el mismo.
Aquí se aplica el principio de acomodar lo espiritual a lo espiritual (1 Corintios 2:13). El carácter espiritual de la Biblia se describe en Efesios 6:17, donde
leemos acerca de “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”.


Comparación de textos:
¿Cuál fue el título que se puso sobre la cruz?

La Biblia contiene algunos pasajes que parecen contradecirse, pero que realmente se complementan.
Un buen ejemplo de esto son los versículos que se refieren al título que Pilato, el gobernador romano en Judea, mandó poner sobre el madero donde fue crucificado Jesús:

• Mateo 27:37: “ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS”.
• Marcos 15:26: “EL REY DE LOS JUDÍOS”.
• Lucas 23:38: “ESTE ES EL REYDE LOS JUDÍOS”.
• Juan 19:19: “JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS”.

A primera vista podría parecer que ninguno de los cuatro escritores copió correctamente las palabras del título. Pero cuando leemos los cuatro relatos nos damos cuenta de que cada uno agrega un poco más de información.

Juan nos dice que fue Pilato quien escribió el título y Lucas nos permite entender por qué las palabras eran diferentes: el título había sido escrito en tres idiomas, griego, latín y hebreo (lo que también se hace notar en Juan 19:20). Este hecho hace pensar,
lógicamente, que las diferencias se deban en parte a los tres idiomas que se utilizaron, así como al punto de vista personal de cada autor o biógrafo.
Al combinar las cuatro versiones del título podemos ver el mensaje completo:
Este es Jesús nazareno, el rey de los judíos”.
Ninguno de los cuatro evangelios contradice a los otros; más bien se complementan, ya que cada uno hace resaltar aspectos ligeramente diferentes de la vida y ministerio de Jesucristo, lo que nos permite tener una mejor perspectiva en general.
El libro titulado Una armonía de los cuatro evangelios, por A.T. Robertson (editado por la Casa Bautista de Publicaciones), puede ser de mucha ayuda en el estudio de la
vida de Cristo, ya que acomoda los cuatro relatos en columnas paralelas y en orden cronológico.
En muchos casos, las aparentes contradicciones se aclaran con un poco de investigación y una cuidadosa comparación de pasajes paralelos. También puede ser de beneficio el uso prudente de los libros de consulta.

Al examinar varios versículos sobre el mismo tema se pueden aclarar las doctrinas bíblicas.
Muchas veces cuando dos versículos parecen contradecirse, la realidad es que se complementan porque cada uno dice parte del relato.
Por ejemplo, en Lucas 14:26 Jesús dijo: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo”.
Esta expresión de aborrecer a la familia suena muy contraria a las enseñanzas de Jesús, quien en otra ocasión dijo: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por lo que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:43-44).
Jesús claramente enseñó que no debemos aborrecer a nadie. Entonces ¿cómo pueden explicarse estos dos versículos?

Si analizamos otros relatos sobre el mismo tema podremos ver que, de hecho, armonizan. En Mateo 10:37 leemos: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí”. Aquí el sentido claro es amar a los familiares menos que a Cristo, no “aborrecerlos”. Es cierto que Cristo usó el término aborrecer; sin embargo, según algunos estudiosos de la Biblia esta fue una expresión figurada que la gente de esa época entendía como “amar menos”, tal como Mateo lo aclara aquí.
La contradicción desaparece al comparar ambos pasajes. Vemos, pues, que es muy fácil adoptar una interpretación errónea si sacamos un versículo de su contexto o lo aislamos de otros que se refieren al mismo tema.

Si compilamos cuidadosamente los versículos que se relacionan entre sí antes de decidir qué es lo que la Biblia dice sobre un tema determinado, podemos evitar la confusión o el error. La Biblia no se contradice; gracias a la inspiración de Dios, los que la escribieron se complementaron unos a otros. En verdad, “la Escritura no puede ser quebrantada” (Juan 10:35).

El uso correcto de los libros de consulta Si se aplican las cinco claves que hemos mencionado hasta este punto, ciertamente podremos entender las enseñanzas y los principios esenciales de la Palabra de Dios. De esto no hay duda. No obstante, con sólo leer la Biblia, ¿alcanzaremos a entender todos los detalles de lo que nos dicen las Escrituras?
La verdad es que podemos aumentar nuestro entendimiento de los personajes, lugares y acontecimientos bíblicos si aprovechamos el trabajo de aquellos que han estudiado la cultura, los idiomas, la historia y la arqueología de la Biblia.

Ya han transcurrido entre 2.000 y 3.500 años desde que se escribieron las diferentes partes de la Biblia. Quienes las escribieron lo hicieron en el idioma y las condiciones de sus respectivas épocas, y esas culturas y lenguas eran muy diferentes de las actuales. Debido a estas diferencias, los libros de consulta son útiles para que podamos entender mejor las Escrituras tal como fueron escritas y entendidas originalmente.

El apóstol Pablo le dijo a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

Así como un artífice utiliza varios instrumentos y herramientas que le ayudan en su trabajo,
también nosotros podemos aprovechar diferentes recursos que nos ayuden a entender mejor ciertos aspectos de la Biblia.

Los apóstoles, además de citar frecuentemente las Escrituras, a veces citaban otras fuentes con el propósito de aclarar el tema que es- taban tratando. A fin de que los filósofos atenienses pudieran entender claramente un principio acerca de Dios, Pablo les citó a un poeta de
Cilicia llamado Arato (Hechos 17:28). En igual forma, Judas citó de un escrito que se conocía como el libro de Enoc (Judas 14). Como podemos ver por estos ejemplos, los apóstoles, con el afán de ayudar a la gente a entender más claramente la Palabra de Dios, en ocasiones citaban
otras fuentes aparte de las Escrituras.


 Cómo entender la Biblia

Es muy conveniente marcar la Biblia
Con sus cientos de páginas en letra pequeña, la Biblia puede parecernos bastante abrumadora. Sin embargo, la Biblia es el “manual de instrucciones” que Dios nuestro Hacedor nos ha proporcionado, y como tal es un libro al que debemos referirnos con frecuencia. Con el fin de poder recordar pasajes importantes —y de poder encontrarlos más fácilmente— es conveniente marcar la Biblia. Los métodos usados por los estudiantes de la Biblia varían desde un solo color hasta una gama variada
de colores, flechas, asteriscos, notas y corchetes, así como palabras, frases y oraciones subrayadas.
La experiencia de muchos les ha llevado a adoptar un sistema más o menos sencillo. De otra forma, al cabo de varios meses o algunos años la Biblia puede llegar a verse como un desordenado cuaderno de colorear. Lo importante es utilizar un método práctico que tenga sentido para usted. A continuación encontrará unas pocas indicaciones que pueden ayudarle a evitar la tendencia a hacer muchas marcas innecesarias en su Biblia.
Es recomendable usar los colores sólo para hacer resaltar palabras importantes. Los lápices de colores son prácticos; o si prefiere usar una pluma o marcador, tenga
cuidado de que sea de un tipo que no manche o pase a través del papel. Para mayor nitidez, cuando subraye es conveniente usar una regla. Con una marca apropiada, una palabra o frase importante le indicará al instante el tema del pasaje.
Como podrá darse cuenta, marcar la Biblia tiene la ventaja de ayudarle a recordar no sólo en qué página, sino también en qué parte de la página se encuentra un versículo. Le ahorrará mucho tiempo al tratar de localizar pasajes importantes en el futuro.


¿Cuáles son los libros de consulta que podemos utilizar? A continuación mencionamos algunos:
• Otras versiones de la Biblia: Desde luego, lo más indispensable para el estudio de la Biblia es la Biblia misma. Y si está dentro de nuestras posibilidades, es conveniente tener más de una versión de ésta para poder comparar las diferentes traducciones. Naturalmente, quienes estudian la Biblia buscan la traducción que sea más exacta, más literal o más fácil de leer, pero no hay una sola traducción que tenga todas estas características.
Existen varias versiones en el idioma español en las cuales la traducción puede ser más o menos literal, o puede adaptarse un poco más a nuestra forma de expresarnos.
Un ejemplo sencillo tomado de Lucas 9:51 bastará para ilustrar esta diferencia. En la versión Reina-Valera, revisión de 1960, vemos una correspondencia formal entre el texto griego y la traducción al español: “. . . afirmó su rostro para ir a Jerusalén”.
En cambio, la Versión Popular emplea una equivalencia dinámica para expresar en términos propios de nuestro idioma el significado de esta frase: “. . . emprendió con valor su viaje a Jerusalén”.
Por su parte, la Nueva Biblia Española la traduce así: “. . . Jesús decidió irrevocablemente
ir a Jerusalén”.

Así pues, cuando el texto no resulta claro, muchas veces es de gran ayuda leer una versión más actualizada. Obviamente, lo más importante en una versión es la exactitud, y por lo general las traducciones literales son las que más se apegan a los textos originales en hebreo, arameo y griego. En las publicaciones de la Iglesia de Dios Unida la que más se usa es la Reina-Valera, revisión 1960, la cual es una fiel traducción de los textos originales y, con pocas excepciones, su lenguaje es bastante claro.
Aunque en cualquier traducción de la Biblia se pueden encontrar algunos errores, siempre es más conveniente usar una traducción literal cuando se trata de establecer las doctrinas correctas.

• Una concordancia: Ciertamente el más práctico, y por tanto el más importante, de los libros de consulta es una concordancia bíblica, la cual es simplemente una compilación alfabética de muchas o de todas las palabras que aparecen en la Biblia y una lista de los versículos en que se encuentra cada una. Al buscar una palabra determinada, una concordancia nos permite localizarla rápidamente en cualquier versículo de la Biblia. Una concordancia completa resulta de gran ayuda en la compilación, comparación y estudio de todos los pasajes sobre algún tema, debido a que indica todos los versículos en que se usa cierta palabra.

También existen concordancias temáticas que, como su nombre lo indica, pueden ayudarnos a encontrar los pasajes o versículos que tratan un tema determinado.

• Una enciclopedia o diccionario bíblico: El segundo recurso en importancia es una enciclopedia o diccionario bíblico. Una obra de este tipo explica temas determinados o el significado que tenían algunas palabras en los idiomas en que se escribió la Biblia originalmente. Muchos diccionarios bíblicos contienen reseñas biográficas, mapas, tablas
cronológicas y varios otros datos históricos y arqueológicos.

No obstante, debemos estar conscientes de que tales obras pueden mostrar la parcialidad del autor al explicar los aspectos de orden teológico, por lo que no suelen ser una fuente confiable en asuntos de doctrina.

Los autores moderados tienden a ser más exactos debido a que ellos creen que la Biblia fue divinamente inspirada y por lo tanto creen en lo que ésta dice. Otros autores consideran la Biblia sólo como literatura étnica, producto de una mezcla de historia, leyenda y mitología.

• Un comentario bíblico: Este es otro recurso que puede resultar muy útil, pero es sólo lo que su título indica: los comentarios y opiniones del autor. Los comentarios bíblicos pueden ser de uno o varios volúmenes y pueden ser la obra de un solo autor o de un grupo de autores.

Es necesario tener en cuenta los antecedentes y tendencias de los autores, cuya gama va de quienes creen en la inspiración de la Biblia hasta los teólogos que consideran gran parte de las Escrituras como simple literatura humana.
Por razón natural, los comentarios de estos últimos son muy diferentes de los de quienes sí creen en la Biblia y casi siempre los contradicen.

Por lo tanto, lo que estos autores escriban no debe ser usado nunca para establecer doctrinas bíblicas.

La doctrina verdaderamente bíblica sólo puede ser establecida “acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:13).

Los escritos de los hombres no deben considerarse nunca en igualdad con la Biblia. Los libros de consulta son simplemente recursos limitados que por medio de su información geográfica, lingüística, cultural e histórica nos ayudan a entender en gran parte las circunstancias y épocas en que fueron escritos los libros que componen la Biblia.




DIOS LOS BENDIGA EN CRISTO
Jca