viernes, 18 de agosto de 2017

CAPÍTULO XXV

EL  ESPÍRITU  SANTO
Y  EL  FRUTO  DEL  ESPÍRITU
VICTOR PAUL WIERWILLE




La última preparación que hizo Jesucristo antes de su ascensión fue instruir a sus apóstoles sobre la venida de lo que nosotros llamamos Pentecostés, el día en que fue fundada la Iglesia. Con el establecimiento de la Iglesia, se dio la promesa del Padre. Hechos 1 relata estos acontecimientos.

     Hechos 1:4, 5 y 8:
     Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual les dijo, oísteis de mí.
     Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
     Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.

A la Iglesia se le dio una gran habilidad con la venida del poder inherente del espíritu santo. Antes de estudiar la Palabra de Dios para ver lo que se quiere decir por el espíritu santo, clarifiquemos primero la diferencia entre el Donador, Espíritu Santo, y el don, espíritu santo.

En esta cuestión está involucrada una ley. Dios no puede dar puré de papas con salsa o libros o casas. Dios puede dar solamente lo que Él es. Puesto que Dios es Espíritu Santo, Él tiene que dar esto como Su don. En el día de Pentecostés Él dio espíritu santo. Las mismas palabras se usan en el texto crítico griego y en el arameo; y estos textos no han diferenciado entre el Donador y Su don. Ahí es donde ha entrado la confusión. Dios es Espíritu Santo con E mayúscula y con S mayúscula; Su don, que fue dado en el día de Pentecostés, fue pneuma hagion, que es espíritu santo, y siempre debe ser traducido con una e minúscula y con una s minúscula. Dios dio lo que Él es --Espíritu Santo-- Su don es el poder desde lo alto, espíritu santo.

Puesto que este don es espíritu, no es posible verlo, oírlo, olerlo, gustarlo o tocarlo. ¿Cómo entonces puedo saber por mis sentidos lo que recibí cuando Dios puso Su espíritu en mí y me hizo un ser de cuerpo, alma y espíritu? Por la Palabra de Dios. La Palabra de Dios me dice lo que he recibido y entonces yo lo pongo en mi mente deliberadamente y empiezo a actuar sobre el conocimiento de Su Palabra. A medida que actúo, veo las manifestaciones del espíritu en el mundo de los sentidos.

El Espíritu Santo da un don a un creyente que recibe, pero este don; que es uno, tiene nueve partes o manifestaciones. No hay más ni menos que nueve manifestaciones del espíritu. Estas son expuestas en 1 Corintios 12.

     1 Corintios 12:7-10:
     Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.
     Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;
     a otro, fe  por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.
     A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro discernimiento de espíritus; a otro, diversos [diferentes] géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

El don proveniente del Espíritu Santo fue dado en el día de Pentecostés, y está tan fácilmente disponible en nuestros tiempos como lo estuvo para los apóstoles, pues todos nosotros pertenecemos a la Iglesia de Dios. El don viene con la aceptación por parte de un individuo de Cristo como su Señor de acuerdo con Romanos 10:9. El Libro de Hechos y las Epístolas Paulinas hacen referencia constantemente al poder del espíritu santo, o si no, demuestran el poder que aquellos hombres de Dios sabían que tenían: La razón por la que vemos tan poco (si es que vemos algo) de la manifestación del espíritu hoy en día es porque nunca se nos ha enseñado. Tenemos el don, espíritu santo, pero las manifestaciones tienen que ser operadas por nosotros; y sobre esto la mayoría de los creyentes no saben nada.

Las manifestaciones se dividen por su uso en tres grupos: (1) manifestaciones de inspiración; (2) manifestaciones de información; (3) manifestaciones de impartir poder. Las características de las manifestaciones sugieren los nombres. Lo que sigue será una definición breve de lo que hacen las nueve manifestaciones para quienes las operan.

I.     Las manifestaciones de proferimiento, de hablar, de adoración, de inspiración.

     1.  Hablar en lenguas: Presentar un mensaje de Dios en un idioma desconocido al que habla lo cual edificará el espíritu. El hablar en lenguas es para uso en la vida privada de oración, a menos que el mensaje sea interpretado en una reunión de creyentes.

     2.  Interpretación de lenguas: Interpretar el hablar en lenguas en una reunión de creyentes. Edifica, exhorta y consuela al cuerpo presente, a medida que Dios da la expresión a quien habla, y quien habla la presenta.

     3.  Profecía: Presentar en una reunión de creyentes un mensaje proveniente de Dios en el idioma de los presentes, un mensaje que les edificará, exhortará y consolará.

II.                Las manifestaciones de revelación, de información, de instrucción, de conocimiento.

1.      Palabra de ciencia: Recibir información proveniente de Dios sobre cualquier situación dada sobre la cual el creyente por sus cinco sentidos no puede saber.

     2.  Palabra de sabiduría: Recibir instrucción por parte del creyente sobre qué hacer con la información que él ha recibido por medio de palabra de ciencia.

     3.  Discernimiento de espíritus: Recibir información por parte de un creyente sobre la  presencia, ausencia e identidad de espíritus; si los espíritus son malos, pueden entonces ser echados fuera en el nombre de Jesucristo.

III.    Las manifestaciones de acción, de poder, de impartir.

     1.  Fe (creencia): Manifestar la fe de Jesucristo lo que hace posible que un creyente haga suceder lo imposible por la orden del creyente según la revelación de palabra de ciencia, palabra de sabiduría y/o discernimiento de espíritus.

     2.  Milagros: Efectuar en el nombre de Jesucristo fenómenos que exceden la ley natural.

     3.  Sanidad: Ministrar sanidad en el nombre de Jesucristo para restaurar, curar, hacer sano o entero, o para reconciliar físicamente. Esta manifestación no es oración por los enfermos.

Es urgente, si vamos a tener el poder que Jesucristo hizo disponible, que estudiemos la Palabra de Dios y empecemos a poner en evidencia las nueve manifestaciones del espíritu santo.

El don, espíritu santo, no es el fruto del espíritu del que se habla en Gálatas 5, en la misma manera en que fruto no es una manifestación o un don. El fruto es el resultado de la manifestación del espíritu. Primero una persona tiene que recibir espíritu y luego tiene que manifestar el poder del espíritu en el mundo de los sentidos para que finalmente sea producido el fruto.

     Gálatas 5:22, 23:
     Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas  no hay ley.

Si hemos sido renacidos y estamos manifestando el don del espíritu santo estamos produciendo amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Nuestro evidenciar el fruto del espíritu indica la calidad de nuestro andar cristiano.
Con el conocimiento de nuestros derechos filiales y teniendo la mente renovada, combinado con la operación de las manifestaciones del espíritu santo produciendo fruto del espíritu, ciertamente somos más que victoriosos. ¡Ciertamente que podemos ser dínamos de poder! No necesitamos esperar más porque tenemos el poder de manifestar la vida abundante ahora.



EPÍLOGO


Como una palabra final a los estudiantes de la Palabra, note que las Epístolas del Apóstol Pablo siguen un patrón en su mensaje a la Iglesia. La primera revelación a la Iglesia es el Libro de Romanos. La siguiente declaración es Corintios. Corintios fue escrita para corregir el error práctico que se infiltró en la Iglesia porque ellos no se adhirieron a la revelación en el libro de Romanos. Una vez que una persona se aleja de la verdad de una revelación, empieza a practicar error; después de practicar error por un tiempo, el error llega a ser su doctrina. El libro de Gálatas corrige el error doctrinal que se había infiltrado en la Iglesia porque ellos habían practicado el error, según se hace notar en Corintios.

Después de Romanos, Corintios y Gálatas, viene Efesios. Efesios es una gran revelación a la Iglesia. Filipenses, como Corintios, corrige el error práctico que se infiltró en la Iglesia debido a su fracaso en adherirse a la revelación dada en el libro de Efesios. Luego Colosenses corrige el error doctrinal  que se infiltró en la Iglesia debido a la práctica equivocada de Efesios.

1 y 2 Tesalonicenses se presentan por sí mismas porque hablan sobre el Regreso de Cristo y la Reunión. Lea usted las Epístolas a la luz que acabo de compartir y nuevas vistas de entendimiento le serán aparentes a usted.

Efesios aconseja en el capítulo 6: “Por lo demás hermanos míos, fortaleceos en el Señor...” No nos dice que nos fortalezcamos en lo que dice un teólogo o en lo que un maestro de la Biblia pueda decir. Si el teólogo dice lo que la Palabra dice, si el maestro dice lo que la Palabra dice, entonces usted tiene que fortalecerse en lo que ellos dicen por causa de la Palabra, y no por los hombres.

     Efesios 6:10:
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y [fortaleceos] en el poder de su fuerza.

El versículo 11 empieza entonces con una amonestación al creyente para que se vista de toda la armadura de Dios. Nunca esté satisfecho con ser solamente un cristiano mínimo. Vístase de toda la armadura de Dios. Usted tendrá que hablar en lenguas frecuentemente en su vida privada de oración; tendrá que hablar en lenguas e interpretar en reunión de creyentes; tendrá que traer en manifestación palabras de profecía en una reunión de creyentes; tendrá que aprender cómo recibir palabra de ciencia, palabra de sabiduría y discernimiento de espíritus, para que pueda llevar a cabo fe (creencia), milagros y sanidades en su vida diaria.



Efesios 6:11, 12:
Vestíos [vosotros] de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas [los trucos] del diablo.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo [mundo], contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes [desde lo alto].

Nuestra lucha, nuestra batalla, no es contra Juan del Pueblo, contra nuestro vecino, o contra el ministro. Nuestra lucha es siempre una lucha espiritual contra potestades espirituales, contra la maldad, y contra espíritus malos que tratan de hacerse pasar por Dios. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra potestades espirituales”.

Efesios 6:13:
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

Permanezca firme sobre la Palabra de Dios porque la Palabra de Dios es la Voluntad de Dios y quiere decir lo que dice y dice lo que quiere decir. Dios tiene un propósito para todo lo que dice, dónde lo dice, por qué lo dice, cómo lo dice y a quién se lo dice. Ponga su conocimiento y confianza en Dios, porque solamente Él es su fundamento sólido.

Efesios es mi oración y bendición para usted, a medida que usted anda en la vida abundante de la poderosa Palabra de Dios.

       Efesios 3:16-21:
       Para que [Dios] os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en su hombre interior por su Espíritu;
       para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
       seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
       y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,
a él sea gloria en la Iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.


CAPÍTULO XXIV

LOS  CINCO  MINISTERIOS  EN LA IGLESIA
VICTOR PAUL WIERWILLE




La Iglesia fue establecida en el día de Pentecostés. A cada miembro --A todo aquel que ha creído, cree o creerá en Jesucristo-- le ha sido encargado el ministerio de reconciliar a otros con Dios. Además de este encargo global que fue hecho, Dios designó específicamente cinco dones de ministerios para la Iglesia. El propósito de estos ministerios es capa-citar a los creyentes para que anden con el poder de Dios mientras añaden nuevos miembros al Cuerpo y ayudan a los miembros antiguos a mantenerse en comunión. Los cinco dones de ministerios están establecidos en Efesios 4. Antes de empezar a leer, note que los versículos 9 y 10 están entre paréntesis. Un paréntesis es una figura literaria insertada como explicación. Entonces para mayor claridad leamos el versículo 8 y saltemos al versículo 11 para continuar el punto en cuestión.

Efesios 4:8 y 11:
Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres.
     Y Él mismo [Dios en Cristo] constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas, a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.

Algunas personas sostienen que cuando los apóstoles del Nuevo Testamento murieron, no hubo más apóstoles o profetas. Este no puede ser el caso porque Dios dijo que “Subiendo a lo alto, [Cristo] llevó cautiva la cautividad, Y dio dones” a la Iglesia. Vivimos durante la Administración de la Iglesia, así que estos dones todavía tienen que sernos dados. Efesios dice que Él dio (1) apóstoles, (2) profetas, (3) evangelistas, (4) pastores y (5) maestros. Si quedan algunos pastores; tienen que haber algunos apóstoles; si quedan algunos maestros, tiene que haber algunos profetas; si quedan algunos evangelistas, tiene que haber algunos apóstoles, profetas, pastores y maestros.

Antes de proseguir, permítame definir los cinco dones de ministerios:

Un apóstol es uno que trae nueva luz a su generación. Puede ser revelación antigua, pero es nueva para la generación a quien él  habla.

Un profeta es uno que habla por Dios a la gente de Dios. Él no es un evangelista; él trabaja dentro del cuerpo de creyentes. Un profeta es un hombre que habla a la gente de Dios para que ellos vuelvan a la Palabra de Dios y a la comunión que ordenó el Padre.

Un evangelista es uno que gana a los perdidos, los no-salvos, para Cristo, enseñándoles el nuevo nacimiento y viéndoles renacer.

Un  pastor es uno que cuida de las necesidades individuales dentro de la Iglesia. Él cuida el rebaño.

Un maestro expone la exactitud de la maravillosa e incomparable Palabra de Dios a los creyentes.

Efesios 4:11 dice que Dios constituyó apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Luego el versículo 12 dice para qué propósito los dio.

     Efesios 4:12:
     a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.

Estos ministerios no pueden ser para la perfección espiritual de los santos porque espiritualmente los santos son perfectos. Como aprendimos antes, los santos tienen a Cristo adentro. Pero los ministerios fueron dados para la perfección de los santos en su andar en la mente renovada. Estos ministerios son para edificar y mantener el cuerpo de Cristo.

El versículo 13 de Efesios 4 nos dice cuánto tiempo estos ministerios van a existir.

     Efesios 4:13:
     hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

¿Cuándo será este tiempo? 1 Corintios 13 nos dice que esto será cuando Cristo regrese.  Entonces le veremos tal como él es y seremos semejantes a él porque él nos ha comprado y llamado y recogido. Hasta el momento de su regreso, tenemos apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros en la Iglesia para el perfeccionamiento de los santos y la edificación de todos los creyentes.

     Efesios 4:14-16:
     Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas  del error,
     sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es Cristo,
     de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

“Para que ya no seamos niños”. Debemos crecer y no ser nenes que tienen que ser alimentados por un biberón toda la vida.
Estas son las razones por las que los ministerios han sido dados a la Iglesia. La Iglesia debe ser edificada y no llevada “...por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”. Usted y yo como hijos de Dios debemos saber lo que tenemos en Cristo Jesús y ser capaces de andar con la eficacia y el poder de Dios en nuestras vidas. Tenemos apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros para ayudarnos en nuestra vida abundante en Cristo Jesús.

     Hebreos 4:16:
     Acerquémonos, pues, confiadamente [no con duda] al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro,

Nosotros vamos a nuestro Padre confiadamente y decimos: “Padre, tú sabes mi necesidad y te agradezco por su cumplimiento en este mismo momento”. Tenemos que aprender a mantenernos firmes en nuestros derechos legales como hijos de Dios. Romanos 8:17 nos dice que somos “herederos de Dios y coherederos con Cristo”. Si la Iglesia comparte plenamente lo que Cristo ha heredado, nosotros, como miembros de la Iglesia, tenemos una riqueza tremenda. El texto arameo en Colosenses 2:10 dice: “Nosotros estamos completamente completamente absolutamente completos en Él”. ¿Cómo entonces puede faltarnos alguna cosa?









CAPÍTULO XXIII

CONOCIENDO SUS DERECHOS FILIALES
VICTOR PAUL WIERWILLE





Ninguna persona puede andar confiadamente en la mente renovada hasta que reconozca su posición legal en Cristo. Uno tiene que conocer sus derechos filiales. Yo soy un hijo de Dios, renacido del Espíritu de Dios. ¿Qué significa esta filiación para mí? Para entender esto tendré que saber lo que recibí cuando fui redimido, lo que obtuve cuando Dios me justificó. Tengo que descubrir qué es la justicia, qué es la santificación y qué es el ministerio de la reconciliación. Tengo que entender todas estas cosas si voy a andar con la grandeza y el poder de Dios.

Anteriormente hemos estudiado la redención y la filiación. Leímos que somos herederos de Dios y coherederos con Jesucristo. Sabemos que, con la redención, tenemos la simiente incorruptible de Dios nacida adentro y así tenemos vida eterna. Ahora, ¿qué de los demás beneficios?

Romanos 5:19:
Porque así como por la desobediencia de un hombre [Adán] los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno [Jesucristo], los muchos serán constituidos justos.

Si Dios, por medio de Jesucristo, constituye justa a una persona, entonces esa persona es justa.

     1 Corintios  1:30:
     Mas por Él [Dios] estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios  sabiduría, justificación, santificación y redención.

Si Dios nos ha dado estas cosas, tenemos la sabiduría de Cristo, su justificación, su santificación y su redención.

La palabra “santificado” quiere decir “ser puesto aparte”.

 Antes de que un hombre sea renacido del Espíritu de Dios, él es un hombre de cuerpo y alma; eso es todo. Pero cuando es renacido, él es separado por Dios para el cielo y ni siquiera el infierno puede impedirle que vaya.

Después de ser separado para el cielo, ¿qué viene con la justificación, la justicia y los demás derechos filiales?

     Filipenses 3:9:
     y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley [si usted guarda los diez mandamientos, no es hallado en él porque tiene su propia justicia por la ley], sino la [justicia] que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.

¿Cuán justo es Dios? Él es Justo. Entonces, espiritualmente, un creyente es tan justo --tan libre del pecado-- como Dios. Esto es lo que la Palabra dice.

Romanos habla de la justificación o la liberación de la penalidad del pecado. El contexto se refiere a Jesucristo.

     Romanos 4:25:
     El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.

El texto “original” dice: “El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado cuando nosotros fuimos justificados”. Fuimos completamente liberados de la penalidad del pecado cuando Dios le resucitó. Romanos 3 dice que así como ningún hombre recibe justicia por la ley, tampoco es ningún hombre justificado por ella.

     Romanos 3:20:
     Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

Ninguna carne es justificada delante de Dios por la ley. Así que no importa con qué diligencia un hombre trabaje para guardar la ley, no importa cuántas veces él se arrodille y ore hasta el amanecer, él no va a ser  justificado por estas acciones sinceras.

     Romanos  3:21-25:
     Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
     la justicia de Dios por medio de la fe en [de] Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
     por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
     siendo justificados gratuitamente [no de mala gana o con vacilación] por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados.

     Romanos 5:1:
     Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor  Jesucristo.
Siendo justificados por la fe de Jesucristo, nosotros tenemos paz. La paz no es algo por lo que se trabaja; la obtenemos cuando le recibimos a Él. Estamos en paz con Él. Si renovamos la mente, estaremos en paz y actuaremos pacíficamente porque tenemos la paz de Dios.

     Romanos 5:6-9:
     Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno [algún hombre] osara morir por el bueno.
     Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
     Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

¿Cómo puede la gente enseñar que los cristianos tienen que pasar por la tribulación como está escrito en el Libro de Apocalipsis? Romanos dice categóricamente que hemos sido salvos de la ira venidera.

     Romanos 5:10:
     Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Mire usted a  2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es”. No dice “Cristo en usted”. Cristo en una persona es salvación; una persona en Cristo es la mente renovada, la comunicación que uno tiene con él.

     2 Corintios 5:17, 18:
     De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas [en la mente de uno] pasaron; he aquí todas son hechas nuevas [en la mente de una persona al grado que él está en Cristo, comunión].
     Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió [tiempo pasado] consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.

En los Evangelios Jesús tenía el ministerio de reconciliar a los hombres con Dios. Jesús dijo: “Yo edificaré mi iglesia”. En la Administración de la Iglesia los creyentes renacidos, usted y yo, tenemos esta responsabilidad. Si Él nos dio el ministerio de la reconciliación, somos responsables por su utilización, su operación, su funcionamiento. Nosotros que tenemos el ministerio de la reconciliación podemos sentarnos y no hacer nada. Pero a menos que otros sean informados sobre el nuevo nacimiento, sobre el espíritu santo y sus manifestaciones, a menos que se les diga lo que son sus derechos filiales, ellos nunca sabrán. Ahora usted y yo tenemos este ministerio.


     2 Corintios 5:19:
     Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

¿De qué me sirve tener el ministerio de reconciliarle a usted con Cristo a menos que yo tenga la Palabra para informarle cómo ser reconciliado, cómo ser salvo, cómo ser lleno del espíritu santo, cómo operar las manifestaciones, cómo creer para que sus oraciones sean respondidas, cómo andar? Note usted que Dios no nos ha dado la palabra de la reconciliación; Él nos la encargó. Si Él nos la encargó, nos la entregó completamente, Dios se limitó a usted y a mí en esta administración.



     2  Corintios 5:20, 21:
     Así que, somos [no cuando muramos, sino en este momento] embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios.
     Al que no conoció pecado [a Jesucristo], por nosotros [Dios] lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

El versículo 20 dice: “Así que somos embajadores en nombre de Cristo...” ¿Por qué no comportarse como un embajador? Si el presidente de su país le llamase para ser un embajador, usted saldría a comprar un esmoquin nuevo y una corbata negra. Compraría un paraguas nuevo y un sombrero de copa nuevo, nuevas maletas y los otros accesorios. ¿Por qué? Porque usted ha sido comisionado para representar lo mejor de su nación.

Cuando usted es renacido del Espíritu de Dios, la Palabra dice que usted es un embajador en nombre de Cristo. ¿Sabe usted cómo luce el embajador cristiano típico? Luce aplastado con todos los pecados del mundo y completamente vencido mientras “lleva su cruz”. Está desanimado, malhumorado y derrotado. No se sorprenda que nadie se acerque para oír el mensaje de este embajador. Él no podría entusiasmar ni siquiera a un ratón hacia un tarro de basura, mucho menos interesar al mundo seglar en su reconciliación con Dios. Si ser cristiano es un trabajo tan difícil, poca gente será impresionada por su ejemplo paupérrimo.

¿Cuándo vamos a creer nuestros derechos filiales? ¿Por qué no caminar por las calles en nuestras comunidades, en nuestras ciudades, en nuestros pueblos, en las varias regiones de nuestros países con nuestras espaldas rectas y nuestras cabezas en alto y decir: “Yo soy un hijo de Dios. Soy un embajador para el Señor Jesucristo? ¿Cómo está usted esta mañana? Bueno, ¡yo estoy maravillosamente bien!”. Hemos llegado a acostumbrarnos tanto a ver al cristiano promedio apesadumbrado y derrotado que nadie proyecta la actitud del embajador de Dios con derechos filiales. Usted y yo somos lo que la Palabra de Dios dice que somos, tenemos, y seremos lo que la Palabra de Dios dice que seremos. Y ella dice que somos hijos de Dios.

     Juan 3:2:
     Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es.

Además de ser embajadores, como creyentes también somos llamados a ser mensajeros, testigos, soldados y obreros. Como mensajeros debemos, como Epafrodito, ministrar a las necesidades de los demás.

     Filipenses 2:25:
     Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero y ministrador de mis necesidades.

Como testigos debemos informar a otros sobre Cristo. Nuestra responsabilidad como testigos es muy extensa y exigente.

     Hechos 22:15:
     Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.

     Hechos 1:8:
     Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.

Como soldados de Cristo no debemos enredarnos indebidamente en lo trivial de esta vida, como nos advierte 2 Timoteo.

     2 Timoteo 2:3, 4:
     Tú, pues, sufre [soporta] penalidades como buen soldado de Jesucristo.
Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.

Pero nosotros debemos pelear una buena batalla según amonesta 1 Timoteo.

     1 Timoteo 6:12:
     Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.

El lenguaje figurado de soldados y de lo militar se encuentra a través de toda la Biblia. Tal vez el consejo más crítico para nosotros como guerreros de Cristo se nos da en Efesios.

     Efesios 6:12:
     Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo [mundo], contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Nuestra batalla no es física, es espiritual. Por lo tanto tenemos que equiparnos con armadura espiritual para pelear contra las potestades de maldad.

     Efesios 6:13:
     Por tanto, tomad toda la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

Como obreros trabajamos con Dios, según lo dice 1 Corintios.

     1 Corintios 3:9:
     Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

Nosotros laboramos en muchos aspectos de la vida cristiana; pero nuestra responsabilidad más fundamental como obreros es la base de este libro.

     2 Timoteo 2:15:
     Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la Palabra de verdad.

Además de ser embajadores, mensajeros, testigos, soldados y obreros, se nos ha dado el ministerio de la reconciliación y se nos ha encargado la palabra de la reconciliación. ¿Cuándo vamos a declarar lo que  dice la Palabra sin preocuparnos de lo que puedan decir los vecinos? Tenemos que renovar la mente a lo que dice la Palabra, no a nuestros vecinos.

Por esto murió Cristo; por esto Dios dio a Su Hijo Unigénito. Usted y yo deberíamos tener la valentía de declarar lo que dice la Palabra de Dios. Vea Colosenses.

     Colosenses 2:6, 7:
     Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él;
     arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.

     Efesios 1:17-23:
     Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,
     alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cual es la esperanza a que él nos ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la  operación del poder de su fuerza,
     la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
     sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo [mundo], sino en el venidero;
     y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
     la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

El tener la mente renovada mientras nos mantenemos firmes en nuestros derechos filiales es la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos. Cuando nosotros pongamos la mente de Cristo en nuestras mentes, y empecemos a vivir a su manera, no solamente serán abundantes nuestras vidas, sino que las vidas de otros serán cambiadas por nuestro ministerio de la reconciliación.


CAPÍTULO XXII

RENOVANDO  LA  MENTE
VICTOR PAUL WIERWILLE






Con el nuevo nacimiento, un hombre durante la Administración de la Iglesia está en una posición mejor que la de Adán, porque Adán tenía el espíritu de Dios bajo una condición. Para aquellos que recibimos el espíritu de Dios después de Pentecostés el espíritu nos es dado sin condición. Adán, sin embargo, tenía una ventaja: él empezó la vida con una mente perfectamente renovada.

Ahora, bajo la Administración de la Iglesia, cuando una persona es renacida tiene la misma mente que tenía antes de su salvación. Dios obra con espíritu porque ese es Su plano, el hombre obra con la mente y la carne porque ese es su plano. Después de la salvación, la mente del hombre tiene que ser renovada por el propio hombre si va a liberar el poder espiritual que recibió de Dios.

¿Qué quiere decir “renovarse la mente?” Quiere decir “retener la Palabra en la mente y actuar de acuerdo con ella”. La palabra griega para la mente renovada se traduce literalmente “transfigurado” o “transformado”, metamorphoo. Los creyentes han de obtener una forma nueva, una nueva figura en la mente.

Romanos 12 nos da información básica sobre este tema.

     Romanos 12:1, 2:
     Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional [religioso].
     No os conforméis a este siglo [mundo], sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento [vuestra mente], para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

¿Cómo va uno a comprobar cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta? Renovándose la mente.

     Romanos 13:14:
     Si no vestíos del Señor Jesucristo...

“Vestíos del Señor Jesucristo”. Esto es obras. Esto no puede referirse a la salvación porque la salvación viene por gracia, “no por obras, para que nadie se gloríe”. ¿Dónde puede un hombre vestirse de él?

En la mente. Pablo dice: “Vestíos del Señor Jesucristo” en la mente.

     Efesios 4:22, 23:
     En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,
     y renovaos en el espíritu [la vida] de vuestra mente.

¿Qué es el “viejo hombre?” El viejo hombre es una figura literaria que quiere decir los viejos hábitos que tenía una persona antes de ser renacida. El viejo hombre es tan viejo como la persona misma.

     Efesios 4:24:
     y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

El espíritu es el nuevo hombre. No es tan viejo como el hombre; una persona recibe esto solamente cuando es renacida.

Uno renueva la mente poniendo en su mente lo que Dios creó en justicia y luego viviéndolo. Cuando un individuo ha hecho esto, es posible para él andar por el poder de Dios porque ahora tiene una mente coordinada y en armonía con su espíritu.

Efesios 4:25:
     Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.

     Efesios 4:28-30:
     El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.
     Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
     Y no contristéis al Espíritu  Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.

¿Qué es “contristar al Espíritu Santo de Dios?” ¿Cuál es el contexto? Efesios está hablando sobre la mente renovada. Contristar al Espíritu Santo de Dios es que una persona no renueve su mente después de haber vuelto a nacer del Espíritu de Dios, que mantenga la misma mente vieja que tenía, que continúe robando, mintiendo, defraudando y hablando en una manera corrompida.

     Efesios 4:31, 32:
     Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
     Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

¿Por qué encontramos que nos es difícil perdonar algunas veces? Porque no nos damos cuenta de lo que Dios nos perdonó. Esto es parte de la mente renovada.

Todas las Epístolas de la Iglesia se refieren una y otra vez a la mente renovada.

     Filipenses 2:5:
     Haya, pues, en vosotros este sentir [esta mente] que hubo también en Cristo Jesús.

Esta es la mente renovada. Cristo siempre hizo la voluntad del Padre. Siempre llevó a cabo Su Palabra perfectamente. Cuando dejemos que la mente que hubo en Cristo esté en nosotros, tendremos una mente perfectamente renovada.

     Colosenses 3:5-11:
     Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impurezas, pasiones desordenadas, malos deseos [lujuria] y avaricia, que es idolatría;
     cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,
     en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.
     Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira [dejad de enfureceros], enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.
     No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,
     y revestido del  nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,
     donde no hay griego, ni judío, circuncisión ni incircunsición, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.

El poder de Dios en Cristo también está en una persona que recibe Su espíritu, el nuevo nacimiento. Pero para propósitos prácticos en la tierra, el poder que uno tiene se queda latente hasta ser activado por la renovación de la mente y el actuar con la mente renovada. Entonces el poder llega a ser manifestado en el mundo de los sentidos.

     Colosenses 3:12-17:
     Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;
     soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
     Y sobre todas estas cosas vestíos de amor [el amor  de Dios en la mente renovada], que es el vínculo perfecto.
     Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un sólo cuerpo y sed agradecidos.
     La Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros [en vuestra mente], enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
     Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en nombre del Señor Jesús; dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Para renovar su mente, una persona tiene que empezar en el principio. Primero, uno tiene que confesar al Señor Jesucristo y creer que Dios le levantó de los muertos. Luego uno tiene que poner los pensamientos de Dios en la mente como Dios mismo lo ha expresado en Su Palabra. ¿Cómo va una persona a aprender a andar con la grandeza del poder de Dios, a menos que empiece a poner la Palabra de Dios en su mente e intente vivir según ella? Uno aprende a vivir esta Palabra simplemente andando según la Palabra.

Una persona tiene que estudiar la Palabra de Dios, no lo que dice la gente alrededor de la Palabra o sobre la Palabra. ¿Qué dice Dios? Como lo digo a muchas de las personas en mis clases: Ponga a un lado sus otros materiales de lectura por un tiempo y lea la Palabra de Dios. Si por los próximos tres meses, usted dedica su vida principalmente a leer y estudiar las Epístolas que son escritas directamente a usted y entonces aplica esos principios, renovando su mente, dentro de tres meses usted no se reconocerá. Usted será una persona muy dinámica. Va a estar manifestando la mente renovada y recibiendo respuestas a sus oraciones. Verá señales, milagros y maravillas.

Viva usted la Palabra. Ponerla en la mente no basta; usted tiene que actuar según ella; tiene que hacer un esfuerzo para vivirla. Este proceso de cultivar o desarrollar a Cristo en su mente en un proceso deliberado que usted tiene que hacer por su libre albedrío. Usted determina que va a mandar la información de la Palabra de Dios a su mente y que va a vivirla. Vivir por creencia significa andar día a día y momento a momento por la Palabra revelada de Dios. La decisión queda con usted: si va a andar por los sentidos o por la Palabra revelada de Dios. Si usted anda por la Palabra revelada de Dios, va a manifestar la grandeza del poder de Dios.