miércoles, 31 de diciembre de 2014

ESCOGEOS HOY
Capítulo 9 de "Ordena Mis Pasos con Tu Palabra"
Por Victor Paul Wierwille
Traducción por Claudia Juárez Garbalena

La vida entera de Josué fue un testimonio para la honra de Dios. Hemos estudiado algo de la vida de Josué en el capítulo 7 “La transferencia de liderazgo”, observando desde el momento en que actuó como un espía para observar la Tierra Prometida, hasta el momento en que él estuvo a cargo tras la muerte de Moisés. Josué había sido ministro y siervo del gran profeta Moisés. Y cuando se acercaba la muerte de Moisés, Dios le dio instrucciones a él para que llevara a Josué al tabernáculo para que le pudiera ser dado el encargo de dirigir a los hijos de Israel.

Deuteronomio 31:7, 8,14:
Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar.

Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides…

Y Jehová dijo a Moisés: He aquí se ha acercado el día de tu muerte; llama a Josué, y esperad en el tabernáculo de reunión para que yo le dé el cargo. Fueron, pues, Moisés y Josué, y esperaron en el tabernáculo de reunión.

Cuando Moisés y Josué se presentaron delante de Dios, Dios le dijo a Moisés que ordenara a Josué y dejara en claro al pueblo que Josué sería su líder cuando Moisés muriera.

Moisés murió en el Monte Nebo, después de haber visto de lejos Canaán, la Tierra Prometida. Así las riendas del liderazgo pasaron a Josué. Josué asumió el liderazgo de los hijos de Israel y, después de treinta días de hacer duelo por la muerte de Moisés, él inmediatamente obedeció el mandamiento de Dios de “levantarse e ir” al otro lado del Jordán y comenzar a reclamar la tierra que Dios había prometido dar a la simiente de Abraham.

Josué 3:7:
Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo.

Dios le aseguró a Josué que Él lo establecería como el líder de los hijos de Israel. Con el fin de engrandecer a Josué a los ojos de Israel, Dios levantó murallas con las aguas desbordantes del río Jordán para que todo Israel pudiera pasar por la parte oeste de ese río a la Tierra Prometida. Josué, de acuerdo con las instrucciones de Dios, entonces levantó piedras como un monumento conmemorativo en el lugar donde los sacerdotes estuvieron parados y habían llevado el arca del Pacto cuando las aguas del Jordán fueron “cortadas”.

Este gran milagro de cruzar el Jordán por el cauce seco fue seguido por la primera victoria de Josué al tomar posesión de la Tierra Prometida en la ciudad de Jericó. El éxito de Josué en Jericó fue el resultado de seguir las instrucciones de Dios para él, y de seguirlas exactamente: Los hijos de Israel rodearon Jericó una vez al día durante seis días consecutivos. En el séptimo día, Dios les hizo caminar alrededor de la ciudad siete veces. Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, el pueblo gritó y el muro de Jericó “se vino abajo”, tal y como Dios había prometido.

Después de estos dos grandes milagros  –el cruce del río Jordán y la conquista de Jericó–Josué continuó actuando en el mandato de Dios para librar la tierra de sus habitantes y hacer que los hijos de Israel tomaran posesión de ella. Pero la siguiente confrontación, la batalla de Hai, no fue una historia de éxito. El ejército de Israel fue derrotado por el ejército de Hai pues, sin que Josué lo supiera, un guerrero israelita había desobedecido a Dios en la batalla de Jericó. Con esta derrota en Hai, Josué, sorprendido y afligido, rogó al Señor, preguntando por qué Él no les había ayudado. Dios respondió en Josué 7:12: “…ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros”. Josué debía destruir al hombre que había tomado botín de Jericó. No sólo al hombre, sino que toda su casa debía ser destruida a causa de su desobediencia a la orden de Dios. Una vez más, Josué obedeció a Dios, y una vez más el ejército de Israel atacó Hai, y esta vez fue capaz de conquistarlo.

Una y otra vez Josué demostró ser obediente a las instrucciones de Dios dividiendo la tierra prometida entre las tribus, señalando ciudades de refugio y estableciendo ciudades para los levitas. Él sofocó una pelea potencial entre las dos tribus y media en el lado este del Jordán, con el resto de las tribus, y la paz reinó en medio de los hijos de Israel.

Josué vivió una vida que agradó a Dios. Y cuando se hizo evidente para él que su vida estaba llegando a su fin, Josué tomó un último paso para asegurarse que los hijos de Israel se mantuvieran fieles a Dios. Yo llamo a esto “el testimonio de Josué”. El registro específico del testimonio de Josué ocurre muy cerca del final de la vida de Josué, cuando Josué llamó a todas las tribus de Israel a Siquem.

Josué 24:1
Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales; y se presentaron delante de Dios.

Antes de morir, Josué no sólo convocó a los hijos de Israel, sino que los llamó a Siquem. ¿Por qué a Siquem? No porque el tabernáculo estuviera allí, porque no estaba ahí. El tabernáculo estaba en Silo. Entonces, ¿Por qué llamó Josué al pueblo a Siquem?

Por diversas razones. Siquem fue el primer lugar en la Tierra Prometida, donde Dios le había dicho a Abraham que la tierra era suya. Así Siquem estaba asociado con la promesa de Dios a Abraham y su pacto con Abraham*. Siquem era también el lugar donde Jacob había enterrado a dioses extraños, de acuerdo a Génesis 35:1-4. Y Siquem se extendía entre el monte Ebal y el Monte Gerizim, las dos montañas desde donde fueron pronunciadas las bendiciones y las maldiciones de la ley, de acuerdo a Deuteronomio 27.


*Compare Génesis 12:6,7; y 17:1 con Josué 24:2,3, 13,14.

Por todas estas razones, Siquem era el lugar más impresionante para que Josué congregara al pueblo de Israel para traer a su memoria el pacto y la ley, y para reconstruir su compromiso.

El pueblo se “presentó delante de Dios” en Siquem. Esto significa que se presentaron ante el portavoz y el profeta de Dios, Josué. Josué entonces tenía el reto de presentar la Palabra de Dios al pueblo de Israel. Dios había hecho muchas cosas grandes para aquellas personas que fueron conducidas fuera de Egipto a la Tierra Prometida, y Josué les recordó esto.

Josué 24:11:
Pasasteis el Jordán, y vinisteis a Jericó, y los moradores de Jericó pelearon contra vosotros: los amorreos, ferezeos, cananeos, heteos, gergeseos, heveos y jebuseos, y yo [Dios] los entregué en vuestras manos.

Dios dijo: “Yo los entregué [a sus enemigos] en vuestras manos”. No fueron los hijos de Israel quienes ganaron las victorias; fue Dios Quien las ganó. Y Él utilizó formas inusuales y sorprendentes para entregárselos. Por ejemplo, la liberación de Israel de los amorreos.

Versículo 12:
Y envié delante de vosotros tábanos, los cuales los arrojaron de delante de vosotros, esto es, a los dos reyes de los amorreos; no con tu espada, ni con tu arco.

Dios tiene un gran sentido del humor y un gran ingenio. Su método para derrotar a los amorreos fue enviar avispas para que picaran a sus poderosos ejércitos.

Versículo 13:
Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis.

A menudo pienso en cómo Dios ha hecho cosas como estas para nosotros hoy, Él nos ha dado cosas que no nos merecemos, victorias que no logramos, cosas que desde nuestro punto de vista, nunca habríamos tenido. Dios simplemente nos las entregó.

Después de repasar con los hijos de Israel lo que Dios había hecho por ellos, Josué enseguida les recordó su responsabilidad ante Dios.

Versículo 14:
Ahora, pues, temed [reverenciad, respetad, permaneced en asombro y admiración] a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová.

El primer mandato que Josué dio al pueblo era que se deshicieran de otros dioses. Cuando alguien tiene un dios que no sea el único y verdadero Dios, esa persona está en problemas. En tanto que Israel fue fiel y sirvió al único y verdadero Dios, Dios los libró.

Yo sé que la Palabra de Dios está hablando aquí de ídolos literales, y hoy puede que usted no tenga un ídolo o una estatua de un dios. Pero usted todavía puede tener un dios que no sea el único Dios verdadero. Su dios podría ser un trabajo, una posición social, comida, o una afición, simplemente es cualquier cosa que sea más importante para usted que hacer la voluntad de Dios. ¿Qué es lo primero en su vida? ¿Quién o qué es su dios? Josué dijo a los hijos de Israel que se deshicieran de todo lo que estaba en su camino de servir al único Dios verdadero. Si el dinero es aún más importante para usted que Dios, usted tiene un dios: el dinero. Eso es lo que se quiere decir con la expresión: “Ponga su billetera en el altar. Dedíquela a Dios”. Hay que llegar al lugar en el que sólo hay un Dios en su vida, y ese Dios es el Dios verdadero, Jehová, y Él es al único al que usted va a servir. Él es el único a quien usted está dedicado. Todo lo demás en la vida es secundario. Mateo 6 nos dice esto.

Mateo 6:33:
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

El único camino al verdadero éxito es tener al único Dios verdadero, y ponerlo a Él primero en su vida. La decisión de servir al único Dios verdadero, y no hay otros dioses era la preocupación de Josué en sus instrucciones finales a los hijos de Israel antes de morir.

Josué 24:15
Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río [y esos dioses no fueron lo suficientemente poderosos para guardarnos de nuestra salida de Egipto], o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis [y esos dioses no fueron lo suficientemente poderosos para ayudarnos a someter a sus seguidores y tomar sus tierras]; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.

Josué dijo al pueblo que eligiera, que tomara una decisión, a quién iban ellos a servir. Jehová los había librado de los egipcios y sus dioses, y Jehová los había librado de los amorreos, y sus dioses, por citar sólo dos ejemplos del poder de Dios que había sido abundantemente manifestado a ellos. Los hijos de Israel podrían servir los dioses de otras personas si así lo deseaban. Pero también tenían la opción de elegir servir a Jehová, el único Dios que los había librado una y otra vez.

 “…Escogeos hoy a quién sirváis…” Nosotros, también, tenemos que tomar una decisión. ¿De verdad vamos a permanecer firmes por Dios y Su Palabra o sólo vamos a hablar de ello? Debemos hacer la decisión en nuestras mentes. Josué había hecho la decisión cuando dijo con gran determinación: “Yo y mi casa serviremos a Jehová”.

Con estas palabras, Josué puso el ejemplo y lanzó un reto para que los demás lo aceptaran. Josué y su casa estaban determinados a servir al Señor. Y quedaba la pregunta: ¿A quién serviría el resto de la gente de Israel?

Versículos 16-18:
Entonces el pueblo respondió y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses;

 Porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por entre los cuales pasamos.

Y Jehová arrojó de delante de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en la tierra; nosotros, pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios.

Una vez que el pueblo expresó su decisión de continuar sirviendo a Jehová, Josué pudo entonces darles instrucciones adicionales para su caminar delante Dios.

Versículos 19 y 20:
Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y  [es] Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados.

Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien.

Esta advertencia de Josué, es la forma en Antiguo Testamento para expresar que cuando la gente se aleja de Dios, ya no están más protegidos por Él. El diablo entonces puede hacer lo que quiera con ellos. El diablo podrá conseguir incursionar en nuestras vidas algunas veces, pero el poder del diablo sobre los renacidos es limitado porque Dios está siempre presente dentro de ellos.

Versículos 21 y 22:
El pueblo entonces dijo a Josué: No [no abandonaremos al Señor], sino que a Jehová serviremos.

Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos.

Y el pueblo respondió a Josué, quien habló en nombre de Dios, que iban a ser fieles a Jehová. Y Josué respondió: “Ustedes mismos son testigos de la promesa que acaban de hacer”.

Versículos 23-26:
Quitad, pues, [dijo él] ahora los dioses ajenos que están entre vosotros [algunos todavía estaba entre ellos], e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel.

Y el pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos.

Entonces Josué hizo pacto [un acuerdo] con el pueblo el mismo día, y les dio estatutos y leyes [un mandamiento] en Siquem.

Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová.

Josué hizo un acuerdo con el pueblo y lo escribió en un manuscrito. El poner el pacto por escrito después de haber hecho un voto oral, hizo un mayor impacto en las mentes del pueblo, y se convirtió en una constante referencia y en un recordatorio de su voto. El pacto, o acuerdo, fue el compromiso que Josué, el hombre que hablaba por Dios, había escuchado hacer al pueblo: Ellos servirían a Dios y obedecerían Su voz. Cuando al pueblo se le dio la opción de a quién iban a servir, ellos respondieron a Josué a una sola voz: “Vamos a permanecer siendo fieles a Jehová. Elegimos servir a Jehová. Y nosotros no vamos a permitir que nuestra gente se case con hombres y mujeres que sirvan a otros dioses. Aseguramos, afirmamos que vamos a permanecer firmes por el Dios verdadero”.

Josué escribió entonces el compromiso que Israel había hecho, y él “tomó una gran piedra” –la cosa más duradera y más grande que podía haber utilizado– y edificó un lugar donde todas las personas pudieran ver la piedra. Este rotulado permanente debía ser un recordatorio constante de su compromiso a Jehová, como fue atestiguado por Josué.

Josué tomó el símbolo del compromiso de este pueblo, una gran piedra y la colocó debajo de una encina. El árbol de encina en la Biblia simboliza la presencia de Dios. En los tiempos bíblicos la gente se sentaba debajo de una encina para orar. Cuando una persona en la cultura oriental quería reflexionar algo o quería considerar cuidadosamente una situación y tomar una decisión, se sentaba debajo de una encina. Así que fue debajo de una encina que Josué escogió señalarles a los hijos de Israel, esta grande e importante decisión de comprometerse a servir al Señor.

Con los años, la piedra permaneció. La Palabra declaraba que estas personas debían enseñar los mandamientos a sus hijos y a los hijos de sus hijos*. Ellos verían la piedra y  recordarían que sus antepasados habían hecho un compromiso para no servir a ningún otro Dios sino sólo a Jehová. Esta gran piedra era algo que podían ver por años y años, y les recordaría el pacto hecho en Siquem.

Versículos 27 y 28:
Y dijo Josué a todo el pueblo: He aquí esta piedra nos servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios.

Y envió Josué al pueblo, cada uno a su posesión.

Josué envió a todos los hombres de regreso a su tierra heredada que Dios les había dado. Él permitió a la gente regresar y cosechar el fruto de lo que Dios había puesto a su disposición.

Como creyentes tenemos sólo una vida por vivir y sólo una vida para dar, y tenemos que dar todo lo posible para del Dios Altísimo. Nuestro compromiso de servir a Dios libera la bendición de Dios en nuestras vidas, tal como lo hizo en el tiempo de Josué. Tenemos hoy la libertad de elección para decidir a quién vamos a servir. Yo le exhorto a usted a hacer el mismo compromiso junto conmigo: “Yo y mi casa, serviremos a Jehová”. Esta es la gran decisión en torno a la cual toda nuestra vida gira. Comprométase a servirle a Dios y sólo a Él, y enseñe a sus hijos y los hijos de tus hijos a hacer lo mismo. Abrace ese compromiso y disfrute la herencia provista para usted por Dios a través de Cristo Jesús, y declaremos con denuedo: “!Yo y mi casa serviremos al Jehová!"




Deuteronomio 6:6-9: Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
"Ordena Mis Pasos con Tu Palabra"
Por V.P. Wierwille


PARTE III
EL ORDEN DE DIOS
EN LOS TIEMPOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

A través de los siglos, hombres y mujeres han ido y venido, pero la Palabra de Dios vive y permanece para siempre. Los registros de creyentes del Antiguo Testamento a quienes Dios se reveló a Si Mismo, están escritos para nuestro aprendizaje. En esta parte de “Ordena mis pasos con Tu Palabra”, es estudiado el orden de Dios en la vida de tres creyentes individuales del Antiguo Testamento.

“Un hombre en quien está en Espíritu de Dios” da el registro de la liberación de José de la cárcel en Egipto y su ascenso a la responsabilidad en el reino del Faraón. Fue Faraón quien hizo la observación de que no había nadie tan sabio y prudente como José, “un hombre en quien está el Espíritu de Dios”. Debido a que José ordenó sus pasos de acuerdo a la Palabra de Dios, él y todo Egipto, así como a los hijos de Israel, no sólo fueron liberados de una potencial destrucción, sino que fueron capaces de prosperar.

El capítulo titulado “Escogeos hoy” muestra al hombre de Dios Josué desafiando a los hijos de Israel a abandonar sus prácticas idólatras y a comprometer sus caminos a Jehová, incluso después de la muerte de Josué.

 “El Camino de Vida o Muerte” ofrece las dos opciones a las que se enfrenta toda la humanidad. Este capítulo ilustra las elecciones como fueron proclamadas por el profeta Jeremías a las personas que eligieron no tener el orden de Dios en sus pasos y que por lo tanto sufrieron las consecuencias.





Capítulo Ocho


UN HOMBRE EN QUIEN ESTÁ EL ESPÍRITU DE DIOS

Hay un registro en el Antiguo Testamento de un hombre cuya firmeza con Dios, dio lugar a que emergiera la más grande nación del mundo en ese momento. Este hombre fue José. La nación de que hablamos fue Egipto. ¿Qué fue lo que hizo José para traer al antiguo Egipto tal prominencia? José escuchó a Dios, y luego llevó a cabo fielmente Sus instrucciones. Estas dos claves, escuchar y que llevan a cabo, son fundamentales para el éxito de cualquier persona o de cualquier familia o de cualquier nación.

Cuando comencé a entender el registro de José en los capítulos 37 a 41 de Génesis, caminé entre nubes durante días. Ver cómo Dios se movió en la vida de un ser humano fue electrizante. Muy pocas personas a lo largo de la historia han aprendido a escuchar a Dios como lo hizo José; y aún menos han aprendido a caminar en obediencia. Para José, la Palabra de Dios era la voluntad de Dios.

De acuerdo con Génesis 37, José llegó a Egipto en circunstancias adversas. Sus hermanos lo aborrecían intensamente. Estaban celosos de José porque su padre, Jacob, le había dado la túnica del heredero.* Los hermanos fueron aún más antagonizados por José cuando él les habló de sus sueños con aquella imagen gobernando sobre ellos. Los hermanos de José consideraron matarlo, pero su hermano mayor Rubén descartó esa idea. Así que los hermanos convinieron en vender a José como un esclavo. Los dueños de José lo llevaron a Egipto, donde fue revendido y finalmente arrojado injustamente en la cárcel. En medio de todos estos deplorables hechos en la vida de José, Dios estaba haciendo Sus provisiones para la salvación de toda una nación, Israel. Obviamente Egipto también se benefició del plan de Dios, ya que Egipto se convirtió en una de las más fuertes y más perdurables civilizaciones de todos los tiempos. Pero el propósito final de Dios para la prosperidad de Egipto fue mantener su promesa a Abraham, de levantar una gran nación de la descendencia de Abraham, los hijos de Israel.

En este capítulo, quiero centrarme en José y su influencia en la nación de Egipto. Tomemos el registro de José desde el trigésimo noveno capítulo del Génesis, cuando José estaba en la cárcel como un virtual don nadie.

Génesis 39:20 y 21:
Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel.

Pero Jehová estaba con José [incluso en prisión] y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel.



*La “túnica de diversos colores” de Génesis 37:3 era una prenda dada sólo para el hombre elegido como heredero. Por lo tanto, los hermanos de José estaban celosos porque su padre, Jacob, había elegido al hermano menor como su heredero. Extrañas escrituras que dejan perpleja la mente occidental, por Barbara M. Bowen.
(Grand Rapids: Wm B. Eerdmans, 1944), páginas 43,44.



José estaba en una prisión de máxima seguridad, encarcelado con los presos del rey. Pero el Señor estaba con José y le mostró misericordia y le extendió Su favor, poniéndolo en la buena voluntad del guardián de la cárcel.

Versículo 22:
Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía.

Estas responsabilidades no fueron dadas a José inmediatamente después de que fue puesto en prisión. Tomó tiempo para que José demostrara al jefe de la cárcel su excelente carácter y habilidades, y para que se ganara la confianza del director.

Versículo 23:
No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.

¿Quién hizo prosperar las obras de José? El Señor. Mire, usted tiene que creer que Dios va a hacer que usted prospere, sin importar dónde se encuentre. En una prisión, una persona no puede hacer mucho por su propia cuenta. Pero incluso allí, si un creyente simplemente hace su parte con integridad, entonces el Señor puede hacer que las circunstancias sean beneficiosas. Un creyente puede prosperar incluso en ese ambiente.

Génesis 40:1-8
Aconteció después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto.

Y se enojó Faraón [estaba realmente muy enojado] contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos,

Y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso.

Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión.

Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su propio significado.

Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes.

Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes?

Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete [no hay alguien que sea capaz de decirnos qué significan nuestros sueños]. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.

Qué tremenda instrucción para nosotros. Muchas veces carecemos completamente de entendimiento en una situación. Nuestro propio conocimiento a través de los sentidos es tan limitado. Pero la revelación de Dios nos puede dar un conocimiento y una comprensión de las cosas que no se ven. El develamiento de Su Palabra es de Dios, por lo que verdaderamente la interpretación de los sueños pertenece a Dios.

Versículos 9-11:
Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí,

Y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas.

Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón.

Los versículos 9, 10 y 11 describen el sueño del copero. Ahora debemos hacernos la pregunta: ¿Cuál era el significado de la vid con los tres sarmientos? Por conjetura, podría haber significado cualquier cantidad de cosas. José pudo haber utilizado su propia interpretación privada para hacer que el sueño significara algo que él deseaba. Pero José sabía que las interpretaciones pertenecen a Dios. Lo que no puede ser conocido por los cinco sentidos puede ser conocido y entendido cuando Dios da revelación.

Versículo 12:
Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días.

José no pudo haber sabido esto por sus propios sentidos; él necesitó revelación. Dios le reveló la interpretación del sueño a él, porque él no podía saber esa interpretación por su propia observación o conocimiento.

Versículo 13:
Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero.

Esta fue una buena noticia para el copero. José dijo que iba a ser restaurado a su posición anterior dentro de tres días. Sabiendo esto, José hizo una petición al copero.

Versículos 14 y 15:
Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa.

Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel.

José también recibió revelación para decirle al copero que hiciera mención de él a Faraón. Después de hablar con el copero, José enseguida interpretó el sueño del panadero.
Versículos 16-19:
Viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza.

En el canastillo más alto había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza.

Entonces respondió José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son.

Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti.

El panadero estaba esperando una interpretación de aliento similar a la que José había dicho al copero. Pero la revelación estaba muy lejos de lo que el panadero había anticipado. La interpretación del sueño fue que dentro de tres días sería ahorcado el panadero. El relato de Génesis 40 continúa, mostrando cómo se cumplieron las interpretaciones de los dos sueños.

Versículos 20-22:
Al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre sus servidores.

E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio éste la copa en mano de Faraón.

Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José.

Y luego el siguiente versículo es tan verdaderamente humano. Tan a menudo nos olvidamos de las personas que han bendecido nuestras vidas.

Versículo 23:
Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.

Lo mismo sucede con la mayoría de las personas, incluso con los mejores de nosotros. El adversario quiere que nos olvidemos de nuestros benefactores. El copero pudo haber ido a Faraón, y decirle: “La cosa más inusual sucedió mientras estaba en la cárcel”. Y entonces él pudo haberle dicho a Faraón que José había interpretado tanto su sueño, como el sueño del panadero, y cómo acontecieron las interpretaciones como José lo había dicho. Pero el copero no lo hizo; volvió a sus actividades rutinarias de la vida y se olvidó de José.

Génesis 41:1:
Aconteció que pasados dos años…

Este cuadragésimo primer capítulo comienza dos años después de los acontecimientos del capítulo 40. Cuánto tiempo estuvo José en la cárcel antes de esto, no sabemos. Pero sí sabemos que, dos años después de la liberación del copero, Faraón tuvo algunos sueños inquietantes.


Versículos 1-4:
Aconteció que pasados dos años tuvo Faraón un sueño. Le parecía que estaba junto al río;

Y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, y pacían en el prado.

Y que tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río;

Y que las vacas de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó Faraón.

Normalmente, las vacas no son caníbales, no se comen unas a otras. Así que Faraón estaba seguro de que este sueño tenía un significado, pero ¿cuál podría ser?

Versículos 5-9:
Se durmió de nuevo [Faraón], y soñó la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña,

Y que después de ellas salían otras siete espigas menudas y abatidas del viento solano;

Y las siete espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón, y he aquí que era sueño.

Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu [Faraón estaba turbado], y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios [a todos los espiritistas]; y les contó Faraón sus sueños, mas no había quien los pudiese interpretar a Faraón.

Entonces el jefe de los coperos habló a Faraón, diciendo: Me acuerdo hoy de mis faltas.

Después de que Faraón había buscado en todo Egipto a alguien para que interpretara sus sueños y todos habían fallado en interpretarlos, el copero se acordó de José, el preciso intérprete tanto de su sueño, como del sueño del panadero. Por fin el copero recordó su promesa de mencionar a José a Faraón. Pasaron dos años antes de que se sacudiera su memoria. Y así, el mayordomo se acercó Faraón para hablarle de José.

Versículos 10-13:
Cuando Faraón se enojó contra sus siervos [estaba recordando el copero], nos echó a la prisión de la casa del capitán de la guardia a mí y al jefe de los panaderos.

Y él y yo tuvimos un sueño en la misma noche, y cada sueño tenía su propio significado.

Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño.

Y aconteció que como él nos los interpretó, así fue: yo fui restablecido en mi puesto, y el otro fue colgado.

Después de dos años enteros, el copero recordó y actuó sobre la simple petición de José de “acuérdate de mí" y “haz mención de mí a Faraón”. En este punto, los acontecimientos en la vida de José comenzaron a acelerarse.

Versículo 14:
Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón.

Antes de que José se presentara ante Faraón, se aseó y cambió sus ropas para presentarse apropiadamente ante el rey. Mientras representamos a Dios, nosotros también deberíamos ponernos nuestras mejores ropas y lucir tan bien presentados como nos sea posible. La ropa no hace a una persona, pero sin duda ayuda a la impresión que una persona hace en otra. Lo que la gente tiene en su corazón es lo más importante; pero, aún así, como embajadores de Dios, debemos vestirnos como corresponde a los representantes de Dios.

José se afeitó y cambió su atuendo antes de que fuera llevado ante Faraón. Y sin embargo, la Palabra de Dios dice que “lo sacaron apresuradamente de la cárcel”. Estos pequeños detalles, simplemente me deleitan. Que Dios se tomara el tiempo en Su Palabra para decirnos que José se afeitó, nos deja ver que las personas en la Biblia eran tan humanos como nosotros. ¿Por qué la Palabra de Dios incluye detalles como este? Simplemente para enseñarnos acerca de la grandeza de Dios y de lo real y común que era la gente que caminó en esa grandeza. Eso nos alienta a caminar con Dios. Y, quiero decirle, José definitivamente caminó con Dios.

Versículo 15:
Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos.

Ahora, esta era una muy buena posición para José. Él pudo haber sacado una muy buena ventaja sobre el Faraón, diciendo: “Yo puedo hacerlo, Faraón, pero primero dime cuánto vale para ti esta información. ¿Qué vas a hacer por mí a cambio de que interprete tu sueño?” Pero José no hizo esto. José caminó en el poder de Dios; él confiaba en que Dios estaba trabajando en la situación. Dios era la suficiencia de José, no Faraón. Y, definitivamente Dios tomó cuidado de José de una forma en que José nunca podría haber hecho por su propio poder.

Versículo 16:
Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón.

La primera cosa que José puso en claro a Faraón fue que la interpretación era de Dios y no de él. Y luego procedió inmediatamente a consolar a Faraón con la revelación de que la interpretación sería una respuesta de paz.

Versículo 17:
Entonces Faraón dijo a José: En mi sueño…

Entonces Faraón dijo a José su sueño. ¿Recuerda usted a las siete vacas gordas y las siete vacas flacas y las siete espigas gruesas y las siete espigas menudas? Las vacas flacas devoraban a las vacas gordas y las espigas menudas devoraban a las espigas llenas. Todo esto Faraón lo contó a José.

Versículo 25:
Entonces respondió José a Faraón: El sueño [los dos sueños] de Faraón es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer.

¿Cómo supo esto José? Dios se lo había revelando.

Versículo 26:
Las siete vacas hermosas siete años son…

Nosotros por nuestros sentidos no podríamos saber lo que las siete vacas y las siete espigas representaban, más de lo que podríamos saber lo que los tres sarmientos y los tres canastillos en los sueños anteriores representaban. En el sueño de Faraón, siete representaba el número de años.

Versículos 26-32:
Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo.

También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre.

Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón.

He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto.

Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra.

Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre siguiente la cual será gravísima.

Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla.

¡Qué gran revelación! La interpretación termina diciendo que debido a que el sueño se duplicó, que lo soñó dos veces, los eventos que se predijeron estaban establecidos y ocurrirían rápidamente. Cuando la revelación es dada dos veces, absolutamente nada puede cambiar el curso de los acontecimientos, porque están establecidos. Todas las oraciones en el mundo no los cambiarán. Cuando se duplica la revelación, nunca va a cambiar y va a ocurrir pronto.*

Después de que José le había dicho a Faraón acerca de los acontecimientos que ocurrirían en Egipto durante los próximos catorce años, ¿qué debería hacer Faraón? ¿Cómo se prepararía? ¿Qué pasaría si a nuestro Presidente se le diera a conocer lo que sucederá en este país durante los próximos catorce años? ¿Qué haría él, incluso para su permanencia en el cargo?

Supongamos que usted hubiese sido Faraón y que sabía que en los próximos siete años serían años de gran abundancia y los siete años siguientes serían años de una hambruna devastadora. ¿Qué haría usted, como Faraón, al respecto? ¿Cambiaría alguna de sus políticas? ¿Suspendería las exportaciones? ¿Cómo afectaría eso a sus importaciones? ¿Nombraría un nuevo Secretario de Agricultura? ¿Cuánto de su cosecha guardaría para la hambruna? ¿Cómo la almacenaría?

Una vez que José, por revelación, dio a Faraón la interpretación de su sueño, Faraón bien podía aceptar lo que José le reveló o podía rechazarlo. Si Faraón lo aceptaba, tenía que decidir qué acciones tomar. Una cosa es tener el conocimiento; y otra cosa es tener la sabiduría para actuar en ese conocimiento de la mejor manera. Faraón bien pudo depender de su propio conocimiento de los sentidos para determinar lo que debía hacerse en preparación para los próximos catorce años o podía buscar el consejo de Dios al tratar con la situación.

La Palabra de Dios tiene mucho que decir sobre el gobierno y los líderes gubernamentales. Tiene mucho que decir sobre cómo una nación puede funcionar de la mejor manera en el aspecto económico, político, judicial y en muchas otras categorías. Si una nación ha de prosperar y no ser conducida a la depresión, al caos o a la debilidad, debe venir a la Palabra de Dios y a los principios de esa Palabra. En esta situación en Egipto, fue José quien recibió la Palabra de Dios. Y José continuó hablando con Faraón después de que el sueño se interpretó, diciéndole el plan de Dios para la salvación de Egipto durante los siete años de la gran hambruna, que aún estaban a siete años de distancia.

Versículo 33:
Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón [un solo hombre, no un comité] prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto.

A la persona que Faraón nombrara para ese cargo de supervisar Egipto se le iba a dar una tremenda responsabilidad. A esa persona también se le daría gran autoridad. Es imposible llevar a cabo una responsabilidad, a menos que se dé también autoridad para ejecutar esa responsabilidad. Ahora bien, si Faraón iba a obtener resultados, a beneficiarse de la Palabra de Dios, forzosamente tenía que creer que José estaba hablando la Palabra de Dios. José había estado en la cárcel. ¿Se puede confiar en un presidiario? Bueno, alguien confió en alguien aquí, como vamos a ver.


*Vea Deuteronomio 17:6; 19:15; Mateo 18:16; Juan 8:17; Hechos 10:9-18; y II Corintios 13:1.



Versículo 34:
Haga esto Faraón, y ponga [permita que el hombre que va a nombrar ponga] gobernadores [supervisores] sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia.

José dijo a Faraón que nombrara a un hombre sabio sobre la tierra de Egipto. Entonces este hombre debería nombrar funcionarios o supervisores, para recoger una quinta parte de la cosecha de Egipto por los próximos siete años. Una quinta parte es un veinte por ciento. José dijo que se apartara sólo el veinte por ciento de las copiosas cosechas y que almacenara eso. ¿Qué pasaría con el otro ochenta por ciento de aquellos siete años de abundancia? Podía ser consumido en Egipto y también comerciado con otras naciones. El ochenta por ciento de la cosecha durante los años de gran abundancia dio Faraón una abundancia de trabajo. El ochenta por ciento de la cosecha durante la gran abundancia fue, sin la menor duda, más de un cien por ciento de la cosecha de un año normal.

Versículos 35 y 36:
Y junten [los supervisores] toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo.

Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre.

Así que ahora sabemos que no iba a quedar nada de comida cuando los siete años de hambre pasaran, porque todo iba a ser consumido. Recuerde, las vacas flacas devoraban a las gordas, y las espigas menudas devoraban a las hermosas. Y la interpretación era que “aquella abundancia no se echaría de ver, a causa del hambre siguiente”. La comida almacenada se terminaría al final de los siete años de hambre. Sin embargo, ciertamente no habría necesidad de que sobrara cuando la hambruna hubiera terminado.

Versículo 37:
El asunto [el plan de José] pareció bien a Faraón y a sus siervos.

El fallo de Faraón fue bueno; le gustó el plan que José, que por revelación de Dios, le había sido dado. Por supuesto, los funcionarios estuvieron de acuerdo. Si Faraón decía: “Me gusta”, ¿qué podrían decir los siervos? Ellos tenían que estar de acuerdo.

Versículo 38:
Y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?

Esta fue una gran declaración hecha por un líder de la talla de Faraón. Este gran Faraón de Egipto reconoció que José era “un hombre en quien estaba el Espíritu de Dios”. Él no conocía a ningún otro hombre en la nación que tuviera ese espíritu de Dios. Esta fue una gran observación y declaración que vino de Faraón.

Versículos 39-42:
Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú.

Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú.

Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto.

Entonces Faraón quitó su anillo [de sellar] de su mano, y lo puso en la mano de José…

José fue elevado a la posición de administrador de toda la tierra de Egipto. La autoridad para esta administración estaba en el anillo de sellar que Faraón puso en la mano de José. *

… y [Faraón] lo hizo vestir [a José] de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello.

El collar de oro en la cultura egipcia representaba honor.

Versículo 43:
Y [Faraón] lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.

Porque los egipcios se inclinaron de rodillas, ¿Creían que José era Dios? No. Simplemente significaba que las personas honraban a José como un hombre de autoridad y digno de gran respeto.

Versículo 44:
Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto.

Quiero decirle que a José se le dio una verdadera autoridad. Si José decía: “Saquen a ese hombre de la cárcel”, ¿qué cree usted que pasaba? Nadie cuestionaba la autoridad de José. Él tenía el derecho al control absoluto. José estaba completamente a cargo, daba cuentas únicamente ante Faraón.



* El anillo de sellar dado a José era un anillo con el sello del Faraón en él. José entonces tenía la misma autoridad que la firma escrita de Faraón. Para obtener más información acerca de la importancia de los sellos, vea El Nuevo Diccionario de la Biblia de J.D. Douglas. (Grand Rapids:. Wm B. Eerdmans, 1962), vea “El Sello de sellar”.
Cuando entendemos el significado de “sellar”, podremos empezar a apreciar la verdad que nosotros como creyentes tenemos el sello o la impresión de Dios sobre nosotros. (Efesios 1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa).


José no había sido entrenado para este trabajo por experiencia, pero había sido entrenado para él por caminar de acuerdo a las instrucciones de Dios y por el espíritu de Dios sobre él. La educación es importante, pero sólo los líderes caminando con el espíritu de Dios pueden dirigir una nación fuera de la oscuridad y el caos. José no sólo tenía el espíritu de Dios sobre él, sino que también era recto y honesto.

Estas deben ser las mayores cualidades para cualquiera que desee un cargo público o autoridad.

Versículo 45:
Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea [¡Qué nombre! Significa “el que revela (o revelador) de secretos”]; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto.

Faraón no le preguntó a José si quería casarse con la hija del sacerdote. Sólo le dijo: “Aquí está una esposa para ti”.

Versículo 46:
Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto…

José mostró mucha sabiduría considerando que era un hombre relativamente joven. Pero la grandeza de José no era sólo la agudeza de su mente; era su fidelidad en permanecer caminando con Dios. Incluso cuando fue vendido como esclavo por sus hermanos e incluso cuando vivió en una prisión egipcia, José permaneció firme, teniendo confianza en Dios y escuchándolo a él. Él tenía el espíritu de Dios sobre él.

… y salió José de delante de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto.

José no interpretó el sueño de Faraón, se casó con la hija del sacerdote, y viajó a través de todo Egipto en un día. Todo esto sucedió durante un período de tiempo.

Versículos 47-50:
En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo a montones.

Y él reunió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores.

Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número.

Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On.

Así que José tuvo dos hijos durante los siete años de abundancia.

Versículos 51-54:
Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre.

Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.*

Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto.

Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan.

No sólo en Egipto, sino en todo el territorio vino el hambre. ¿Qué cree usted que ocurrió en los otros países? Estaban en una situación desastrosa, muriéndose de hambre.

Versículos 55 y 56:
Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere.

Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto.

Qué tremenda clave para la eventual liberación de Egipto. José no regaló la comida a los demás países. Ni siquiera se la dio a los egipcios. Él la vendió a ellos. Una nación debe cuidar de su propio pueblo en primer lugar, pero esto no debe ser hecho a través de un programa de asistencia social o de cualquier sistema en el que se espera que la gente no trabaje para comer y vivir. José, caminando por la revelación, vendió el alimento a los egipcios. Sin embargo, como veremos, su andar en sabiduría es lo que les permitió sobrevivir a la terrible hambruna.

El Dios que proveyó para Egipto es el mismo Dios que vive hoy. Dios siempre está interesado en salvar a la gente, ya sea como naciones o como individuos. Dios quiere que la gente tenga vida y que la tengan en gran abundancia; pero para que la gente tenga abundancia, deben operar los principios de la Palabra de Dios. Sólo la adhesión a la Palabra de Dios sostendrá una nación y hará que prospere.

Versículo 57:
Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre.


* José fue verdaderamente uno de los grandes hombres de Dios de todos los tiempos, y por ello sus descendientes recibieron una doble herencia en la Tierra Prometida. Los dos hijos de José, Manasés y Efraín, eran cada uno cabeza de una tribu. Esto fue en un verdadero acto un gran honor, una doble porción de bendición a causa de su padre. Vea Génesis 48.



José nunca echó a andar un programa para regalar comida. Otros países hambrientos esperaron para comprar comida, al igual que hicieron los egipcios. ¿Estaba José siendo cruel? No, él estaba operando los principios de Dios. Un programa para regalar comida en realidad no ayuda a nadie.

A partir de estos eventos registrados en la Palabra de Dios, emergió la era más gloriosa en la historia de Egipto. La riqueza de todo el mundo se volcó en Egipto a causa de un hombre de Dios, que sabía por el espíritu de Dios cómo dirigir esa nación.

Esto nos lleva a una conclusión desafiante y extraordinaria. José vivió en el Antiguo Testamento como un siervo de Dios. Él no pudo ser renacido del Espíritu de Dios, como nosotros lo somos. Sin embargo, él, por revelación de Dios, liberó a una nación de lo que podría haber sido una aniquilación total.

Egipto se salvó porque el espíritu de Dios estaba sobre un hombre. Hoy tenemos un gran número de personas en todo el mundo con el espíritu de Dios en ellos. ¿Qué sucedería en nuestro país y en nuestro mundo si las personas creyentes simplemente se pararan firmes por la integridad y la exactitud de la Palabra de Dios y la declararan en toda su grandeza, y luego obedientemente la llevaran a cabo?

Tenemos la oportunidad dada por Dios y la responsabilidad de brillar como luminares en nuestra nación. Hagamos lo que hizo José en el Antiguo Testamento: escuchemos a Dios y cumplamos fielmente Sus palabras. Donde sea que “un hombre en quien está el Espíritu de Dios” habla la Palabra de Dios y permite que Su poder fluya, Dios y todas sus bendiciones son manifestadas. Este registro no solamente habla de un país liberado de la adversidad, sino que provee el ejemplo de obediencia y esperanza para el mundo entero.


LA TRANSFERENCIA DEL LIDERAZGO
Capítulo Siete de "Ordena mis pasos con Tu Palabra"
Por V.P. Wierwille

El 22 de noviembre de 1963, el día en que John F. Kennedy fue asesinado, algunos amigos y yo estábamos cazando, cuando la noticia estalló en nuestra radio. Estábamos estupefactos de que nuestro presidente hubiera muerto. Todos estábamos pasmados más allá de lo que las palabras pueden expresar.

Mientras pensaba sobre la muerte repentina de nuestro Presidente, un joven que proyectaba tanta vitalidad, pensé en cómo conmociones y sacudidas como estas que generan cambios, han ocurrido a lo largo de toda la historia. Hay muchos ejemplos bíblicos de grandes líderes emergentes enfrentando este tipo de estruendo y adversidad. Cuando hubo tiempos opresivos, se levantaron hombres y mujeres que creyeron la grandeza de la Palabra de Dios, y cuyas vidas dieron dirección a los que les rodeaban, a pesar de las circunstancias difíciles. Así surgió un hombre como Josué a quien el liderazgo del pueblo de Dios le fue transferido después de la muerte de Moisés. Moisés mismo fue levantado para guiar al pueblo de Dios en un momento de gran opresión. Él guió a los hijos de Israel de la esclavitud de Egipto a los límites de la Tierra Prometida. Durante cuarenta años, él les enseñó, les enseñó de dos formas, a través de su caminar con Dios y a través de su andar entre los hombres.

La relación de Dios con Moisés se desarrolló al punto de estar en los mejores términos. Ellos hablaban íntimamente, “cara a cara” como se registra en Éxodo 33:11. Salmos 103:7 dice que “Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras”. Mientras que los hijos de Israel vieron los actos de Dios, Dios le dijo a Moisés los porqués y los cómos de sus actos, las razones detrás ellos. Durante los cuarenta años en que Moisés condujo a los hijos de Israel, las bendiciones de Dios permanecieron sobre ellos porque Moisés estuvo firme, sin titubear, actuando en su favor. Moisés intercedió una y otra vez por sus errores y defectos, y Dios siempre honró las peticiones de Moisés. Mientras Moisés intercedió por Israel, Dios siguió bendiciendo a los hijos de Israel, y grandes cosas llenas de gracia sucedieron. Sin embargo, un día este monumento humano, Moisés, murió.

Josué 1:2:
Mi siervo Moisés ha muerto…

¡Qué tremendo vacío dejó la ausencia de Moisés. Después de que Moisés había guiado a los hijos de Israel durante cuarenta años, su muerte seguramente fue muy impactante para ellos, incluso más que el impacto que los estadounidenses experimentaron cuando el presidente Kennedy fue asesinado. Imagínese qué hubiera sido si John F. Kennedy por sí solo hubiera llevado a nuestra nación durante cuarenta años, como Moisés había guiado a Israel. Supongamos que Kennedy nos hubiera llevado a través de dificultades extremas y grandes victorias como las que los hijos de Israel experimentaron bajo el liderazgo de Moisés. Supongamos que Kennedy nos hubiera puesto directrices que sirvieran de guía para la vida, como Moisés había hecho al dar a los hijos de Israel los mandamientos de Dios. Moisés instruyó al pueblo, dirigió al pueblo. Y el pueblo sabía que era Moisés con quien Dios se comunicaba, y a quien Dios escuchaba. De repente, el hombre que había llevado a los hijos de Israel durante cuarenta largos años había muerto.

¡Qué tremendo impacto fue para el pueblo de Israel cuando se dieron cuenta de que este hombre que los había guiado y los había aguantado con sus quejas, disputas e inseguridades durante tantos años se había ido. El hombre que había trazado la guía de Dios para sus vidas estaba muerto.

Por lo tanto Israel necesitaba un nuevo líder. Y Dios ya tenía un líder escogido para ellos. Ese fue Josué, servidor de Moisés, su asistente y sustituto, a quien Dios había llamado para tomar las riendas del liderazgo cuando Moisés ya no estuviera allí para dirigir a la nación.

Josué había trabajado, codo con codo al lado de Moisés, cumpliendo fielmente responsabilidades como Moisés lo dirigió a hacer. Así Josué había sido un aprendiz, por así decirlo, para Moisés. Así que una vez Moisés se había ido, Dios, siendo un Dios de orden, continuó dando instrucciones y hablando con Josué.

Josué 1:1 y 2:
Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:

Mi siervo Moisés ha muerto…

Dios habló a Josué, servidor de Moisés, y le dijo: “Mi siervo Moisés ha muerto”. Si usted pudiera leer estas palabras en el texto original, podría observar qué palabras tan tristes y duras son. No puedo expresarle en nuestro idioma la forma en que estas palabras, “Mi siervo Moisés ha muerto”, están escritas en el texto original. Envuelven todo el dolor, el drama, la tragedia y todo el sentimiento que Josué habría sentido después de haber estado asociado cuarenta años con el fuerte y demandante liderazgo de este hombre, Moisés.

He pensado a menudo en Josué y el llamado que Dios le hizo. ¿Hubiera usted querido ser Josué en aquel día? No, gracias. Moisés había tenido las manos llenas liderando a aquellos israelitas duros de cerviz. Un día ellos cantaban alabanzas a Dios, y al día siguiente construían un becerro de oro para adorarlo. Un día ellos decían: “Oh, Señor, vamos a hacer siempre Tu voluntad”, y al día siguiente conspiraban para derrocar a Moisés como su líder. Conociendo la forma de conducirse de los israelitas, ¿le habría gustado ser Josué cuando Dios lo llamó?

Póngase a sí mismo en el contexto de esta situación. Cuando el Señor habló a Josué poco después de la muerte de Moisés, los hijos de Israel estaban en dolor, corrían lágrimas de sus ojos. Pero la gente no puede quedarse en duelo para siempre. Es por eso que Dios pronunció esas palabras de tanto peso para Josué aquel día, diciendo: “Mi siervo Moisés ha muerto”. Dios estaba tratando de señalarle a Josué y al resto de Israel que no podían ya depender más de Moisés. Moisés se había ido. Él no iba a guiar e interceder por Israel nunca más. Dios le dijo a Josué: “Sí, Moisés ha muerto, pero otros siguen vivos. Así que superen su duelo y comiencen a moverse hacia la meta de entrar y vivir en la Tierra Prometida”.


Josué de hecho había sido preparado para esta tarea. El liderazgo no se le atribuyó de repente de la nada. Un ejemplo del entrenamiento de Josué fue el momento en que Moisés envió a Josué con otros once espías a la Tierra Prometida para explorarla y para que trajeran información. En respuesta al reconocer la tierra, dos de los doce espías aconsejaron a Moisés que fueran inmediatamente a la tierra y la reclamaran sin demora.

Números 14:6-9:
Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos,

Y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena.

Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel.

Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis.

Josué y Caleb mostraron una fuerte determinación de carácter y confianza en el poder de Jehová. Ninguno de los otros diez espías aconsejó a Moisés que guiara en ese momento a los hijos de Israel a la Tierra Prometida porque esos diez espías temían las circunstancias; no confiaban en el poder de Dios.

Como usted sabe, los hijos de Israel no entraron en la tierra en ese momento, ya que se pusieron de parte del informe de los diez espías temerosos, en vez de creer el informe creyente de Josué y Caleb. Pero Dios recompensó, como siempre lo hace, la firmeza creyente de Josué y Caleb, ya que ellos fueron los únicos de su generación que eventualmente vivieron en la Tierra Prometida.

Números 32:11 y 12:
No verán los varones que subieron de Egipto de veinte años arriba, la tierra que prometí con juramento a Abraham, Isaac y Jacob, por cuanto no fueron perfectos en pos de mí;

Excepto Caleb hijo de Jefone cenezeo, y Josué hijo de Nun, que fueron perfectos en pos de Jehová.

Además de ser un espía capaz, Josué también se desempeñó como comandante de Israel en batalla.

Éxodo 17:9-14:
Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.

E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.

Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.

Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.

Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.

Moisés y Josué no sólo trabajaron juntos en aniquilar a los amalecitas, sino que Dios le dijo a Moisés que escribiera el relato del evento y repitiera la historia para que Josué la escuchara, para hacer un impacto aún mayor, una impresión más duradera en Josué. Moisés y Josué estaban trabajando juntos, como sabemos en retrospectiva, para preparar a Josué para el liderazgo.

Éxodo 24:13:
Y se levantó Moisés con Josué su servidor…

Josué era un servidor, un ayudante, un asistente de Moisés. Él siempre fue devoto y humilde a Dios y al siervo de Dios, Moisés.

Éxodo 33:11:
Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

Josué, por sus propias cualidades personales y la elección de sus prioridades, se preparó a sí mismo en roles menores de liderazgo para que Dios pudiera colocarlo en una mayor posición de liderazgo.

Finalmente llegó el día en que Moisés recibió la orden de Dios para proclamar a Josué como líder de Israel, el hombre que estaría a cargo después de la muerte de Moisés.


Números 27:18-23
Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él;

Y lo pondrás delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación; y le darás el cargo en presencia de ellos.

Y pondrás de tu dignidad [de tu honor] sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca.

El se pondrá delante del sacerdote Eleazar, y le consultará por el juicio del Urim delante de Jehová; por el dicho de él saldrán, y por el dicho de él entrarán, él y todos los hijos de Israel con él, y toda la congregación.

Y Moisés hizo como Jehová le había mandado, pues tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar, y de toda la congregación;

Y puso sobre él sus manos, y le dio el cargo, como Jehová había mandado por mano de Moisés.

Así Josué fue designado por Moisés, antes de su muerte, y por el sumo sacerdote como aquel a quien “toda la congregación de los hijos de Israel debía obedecer”. Josué fue el  “heredero natural de Moisés”. Él fue instaurado cuando Moisés “puso sus manos sobre él, y le dio el cargo” delante de todo el pueblo como el líder designado.

Hemos visto cómo este llamado al liderazgo en general no fue inesperadamente introducido sobre Josué. Josué había ido madurando y preparándose para ese cargo desde su juventud, desde que él había ayudado a reconocer la tierra prometida. Así que cuando Moisés murió, no hubo un lapso o intervalo de tiempo en el liderazgo de los hijos de Israel. Todos los preparativos se habían hecho, y la gente entendió cuales eran las órdenes de Dios y de Moisés.

Deuteronomio 34:5-10:
Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová.

Y lo enterró [Dios] en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.

Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.

Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés.

Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.

Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara.

En toda la historia ha habido un solo profeta más grande que Moisés, y ese fue Jesucristo mismo, el Hijo de Dios. Moisés no era el Hijo de Dios, pero él era un hombre que creyó a Dios; por tanto, Dios le dio tremenda revelación y gran luz para el liderazgo. En la transferencia de liderazgo, Moisés puso sus manos sobre Josué de acuerdo con el mandamiento de Dios, para que Josué fuera “lleno del espíritu” para que recibiese revelación y luz de Dios.


Deuteronomio 34:9:
Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.

Moisés estaba lleno del espíritu. Él tenía el espíritu de Dios sobre él, y por eso Dios fue capaz de hablar con él. Moisés fue capaz de caminar y hablar con Dios. Y en el proceso de su andar, Dios le dijo a Moisés que pusiera sus manos sobre Josué, significando así que la presencia de Dios estaba con Josué. Dios estaba haciendo sus disposiciones para la sucesión ordenada de liderazgo. Así Josué, cuando Moisés puso sus manos sobre él, llegó a ser un hombre lleno del espíritu.

Durante cuarenta largos y laboriosos años Moisés guió a los obstinados israelitas, y la Palabra de Dios muestra claramente que fueron tercos. Una y otra y otra vez se rebelaron  contra la sabiduría de Moisés y se acarrearon problemas a sí mismos. En esos momentos Moisés intercedía con Dios por ellos y Dios concedía las peticiones de Moisés. Durante cuarenta años, Moisés trató con los hijos de Israel que fueron ciegos de corazón; él era el único hombre que podía hacerlo en ese momento.*

Moisés amaba a Dios y amaba a los hijos de Israel. Pero Moisés no iba a vivir para siempre. Así que en preparación para esa eventualidad, Dios comenzó a entrenar a Josué para el liderazgo muchos años antes de la muerte de Moisés. Aun así, incluso con todo ese entrenamiento bajo la mano de Moisés, Josué todavía debió ser en gran medida desafiado por el llamado a hacerse cargo después de la muerte de Moisés. Pero debido a que Josué era manso, atendió a los mandamientos de Dios y se sobrepuso a las inseguridades que pudo haber tenido. Él se sorprendió cuando Moisés murió, pero Dios le ordenó que se pusiera a la cabeza.

Josué 1:1 y 2:
Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:

Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.

La esencia de lo que Dios le dijo a Josué aquel día fue: “Josué, ahora tú estás a cargo. ¡Así que toma las riendas y muévete! No esperes nada, sino entra ahora en la Tierra Prometida”. Josué pudo haberse acobardado y retroceder, diciendo: “Oh, no, el nivel del río está al borde de la inundación”. Además, justo al otro lado nos aguarda el enemigo, y ese enemigo es el ejército mejor equipado en todo el mundo. Tienen un gran armamento, incluso tienen energía nuclear”.


*Moisés pudo manejar a los israelitas duros de cerviz porque tenía en ese tiempo un ministerio dado por Dios para el pueblo de Dios. Y cuando una persona tiene un ministerio de servicio para la gente de Dios, él o ella pueden tolerar muchas cosas que él o ella nunca podrían tolerar de otra manera.



Pero Dios no tuvo una discusión con Josué. Dios simplemente le dio la orden: “Ahora pues, levántate y pasa este Jordán”. Josué tenía que movilizar a los hijos de Israel para que empacaran y comenzaran a moverse inmediatamente.

Josué 1:10 y 11:
Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo:

Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión.

Dios le dijo a Josué, en el versículo 2: “Haz que la gente se prepare y entren en la tierra que Yo les doy”. Bueno, si Dios da algo, ¿quién piensa usted que se los iba a quitar? Si Dios dijo que marcharan hacia la Tierra Prometida, entonces los que obedecieron iban a ser propietarios de la tierra. ¿Quién piensa usted que iba a detenerlos? Yo le digo a usted que incluso la artillería más precisamente dirigida no podría haber golpeado ni a uno de ellos.

No importa cuán grande sea el enemigo, no importa cual sea el obstáculo, cuando Dios ha dado la orden de ir, usted debe moverse. Mientras usted y yo vivamos de acuerdo a la grandeza de la Palabra de Dios, ¡todos los enemigos y todos los obstáculos del mundo no pueden detenernos porque la Palabra de Dios es poderosa y eficaz y permanece para siempre!

La Palabra del Señor vino y Josué fue capaz de tomar el mando cuando terminó la vida de Moisés. Desde el punto de vista de los cinco sentidos, parecía imposible llegar a estar en la posición que acaba de dejar Moisés. Pero Dios siempre ha hecho y siempre hará disponible el poder, el conocimiento y la habilidad para llevar a cabo una responsabilidad determinada.

Dios le dijo a Josué que se levantara. Él no le dijo que se sentara y llorara por otros seis meses para lamentar el hecho de que Moisés estaba muerto. Cuando una persona muere incluyendo un hombre de Dios, la vida no se detiene. Las cosas de Dios deben continuar; Por lo tanto, el mensaje sería el mismo hoy como lo fue para Josué: “Levántate, ponte en  movimiento, y supera cualquier obstáculo que haya en frente de ti”.

Originalmente, cuando Moisés había sacado a Israel de Egipto, Dios había planeado para ellos que marcharan directamente hacia la Tierra Prometida y la habitaran.

Pero a causa de su incredulidad, de su pecado, y por sus defectos en general, Dios nunca instruyó a Moisés para llevarlos a la tierra que era su herencia. Incluso al mismo Moisés no se le permitió entrar. Pero ahora era el momento adecuado, y Dios le dijo a Josué: “Josué, levántate. Deja de estar nervioso y preocupado porque mi gran siervo Moisés ha ido. Ahora tú debes asumir el liderazgo. Así que levántate y pasa el Jordán”. Y Dios no se detuvo allí. Él le dio a Josué una tremenda exhortación y aliento.

Josué 1:3:
Yo os he entregado [tiempo pasado], como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.

Dios puso en tiempo pasado lo que aun estaba por suceder. Los hijos de Israel sólo necesitaban levantarse e ir. Dios dijo: “Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie, Yo [ya] os lo he entregado”

Note que Dios dijo: “Yo ya os lo he entregado”. Dios repite para Josué la promesa que Él le había hecho a Moisés y a los hijos de Israel en Deuteronomio 11:24. El Dios que creó los cielos y la tierra no va a dejar que una pequeña cosa como el Río Jordán lo detenga de moverse hacia adelante. Tampoco los enemigos del otro lado de ese río podían detenerlo. La palabra fue “Levántate y ve”.

Mucha gente podría dudar después de esta apresurada orden y decir: “Señor, tu Palabra es maravillosa, pero tengo que ir y pensar en ello. Tal vez estaré listo mañana; o tal vez el día siguiente. No sé si estoy a la altura en este momento”. Cuando Dios le da instrucciones específicas, Él espera que usted tome acción. Él no espera que ande con dilaciones. Podríamos incluso morir por dudar en actuar en la Palabra de Dios. Pero, si nos atrevemos a levantarnos ahora con la grandeza de la Palabra de Dios y nos asimos progresivamente a esa grandeza, Dios volverá a vencer al enemigo y vamos a cruzar de nuevo victoriosamente los ríos de la vida, incluso si están a punto de desbordarse.

Es una cosa notable que Dios puso Su promesa en tiempo pasado: “Yo ya os la he entregado”, y Él hace eso todavía hoy. Muchas, muchas veces pone en pasado lo que aún es futuro para nosotros. Las cosas que Dios nos ha prometido en Su Palabra son ahora mismo la voluntad de Dios para nosotros, si tan sólo nos levantarnos y cruzamos nuestro Jordán personal. Pero la mayoría de la gente duda en levantarse; tienen miedo de los obstáculos con los que están confrontados, con los problemas que se les presentan. Ellos se desaniman por las circunstancias en lugar de confiar en la Palabra de Dios. Pero no fue así con Josué.

Josué 1:4:
Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio.

Dios nombró específicamente y describió los límites de la tierra que Él ya había designado para los hijos de Israel.

Versículo 5:
Nadie te podrá hacer frente [estar contra ti para obstruirte] en todos los días de tu vida…

Dios prometió a Josué que no habría ninguna persona que pudiera hacerle frente todos los días de su vida. Qué consuelo y aliento debió ser esta revelación al corazón de Josué. Quizá Josué estaba cavilando sobre el gran hombre, Moisés. Así que Dios le dijo a Josué: “¿Por qué pones tus ojos en Moisés? Quiero decirte que no habrá un hombre capaz de oponérsete”. No hubo nadie que tuviera la capacidad de hacerle frente a Josué y superarlo en ningún camino, en ninguna condición, o de alguna forma.

Qué consuelo debió ser esto para Josué que habían entrado a la posición del monumental Moisés. Que Dios le dijera: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida” tuvo que haber sido la más grande exhortación.

… como estuve con Moisés, [así Yo Dios] estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé

“… [Yo Dios] no te dejaré, ni te desampararé”. ¿Dios ha cambiado? El mismo Dios que estuvo con Moisés y Josué es el mismo Dios que está con nosotros hoy. ¿No es maravilloso saber que Dios está con usted, que Él no le dejará, que Él no le desamparará? El mismo Dios que satisfacía las necesidades de Josué satisface nuestras necesidades hoy. Y por lo tanto, Él nos está diciendo, “Levántate, y comienza a moverte”.

Gran creencia dinámica hace posible estas garantías ofrecidas por Dios. Dios dijo: “Josué, voy a estar contigo como estuve con Moisés. Yo no le fallé a él, y no te voy a fallar, ni a desamparar a ti tampoco. Así que ahora, levántate y atraviesa el Jordán”.

Atravesar el río Jordán en el momento en que Dios habló a Josué implicaba una pequeña complicación en el aspecto físico: el Jordán estaba a punto de la inundación. La Escritura dice que el río estaba fuera de sus bordes. Pero esto no era un problema para Dios. Dios le dijo a Josué: “Di a los sacerdotes que pongan el arca sobre sus hombros y que empiecen a caminar”. Y eso fue lo que hizo Josué.

Josué 3:6-8:
Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron el arca del pacto y fueron delante del pueblo.

Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo.

Tú, pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: Cuando hayáis entrado hasta el borde del agua del Jordán, pararéis en el Jordán.

Ahora simplemente imagínense estas órdenes. El río estaba a nivel de inundación. ¿Sabe usted lo que una persona promedio podría haber hecho? Argumentar un poco: “Pero, Señor, el río se encuentra a punto de desbordarse. Señor, ¿por qué no esperamos hasta que el agua descienda? ¿O quizá deberíamos hacer algunas balsas? Danos algunas embarcaciones motorizadas y el equipo anfibio necesario”. Pero el Señor dijo a Josué: “!Caminen!”Entonces Josué reunió a los sacerdotes, y les ordenó: “Caminen”. La Escritura dice que a medida que los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto tocaron el borde del agua, las aguas comenzaron a retroceder. Esto es caminar de acuerdo a la Palabra revelada de Dios.

Josué 3:15 y 16:
Cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo el tiempo de la siega),

las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón [y se levantaron] bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de Jericó.

Cuando a Josué se le dio la Palabra de Dios, él de inmediato actuó en ella. ¡Y que resultados! Cuando hoy una persona promedio tiene la Palabra de Dios, quiere discutir sobre ella. La Palabra del Señor es siempre clara, es siempre llana, y Dios no puede hacer nada por usted o por mí, hasta que tomemos acción.

Dios dijo: “Caminen a través del Jordán, incluso aunque esté a nivel de inundación”. ¿Acaso es más difícil para Dios mover una inundación del camino que mover quince gotas de agua? Él contuvo e hizo paredes con las aguas del Mar Rojo para Moisés. ¿Acaso Él haría menos por Josué? Es el mismo Dios, el mismo poder, la misma promesa. “…Como estuve con Moisés, así estaré contigo…” ¡Qué tremenda creencia tuvieron estos hombres!

Josué 1:6:
Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.

Esfuérzate (la versión en inglés King James dice “sé fuerte”)…” ¿Esforzarse o ser fuerte en Quién? En el Señor. No podemos ser fuertes en nuestra propia fuerza. Nuestra pobre fuerza, tan pequeña como es, dura sólo unos pocos años terrenales. Usted y yo tenemos que ser fuertes en la fuerza del Señor. Cuando somos fuertes en el Señor, vamos a tener valor, ánimo, coraje, valentía. ¿Por qué habríamos de temer si Dios en Cristo ha vencido el miedo por nosotros? ¿Por qué debemos desanimarnos cuando Él ha vencido el desánimo? ¿Por qué estar abatidos cuando Él ha conquistado toda razón que podría abatirnos?

El desaliento viene siempre del Diablo. Cada vez que nos desalentamos, siempre estamos incorrectos. Nuestro Dios nos hizo más que vencedores por medio de Jesucristo, que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.

Dios le dijo a Josué: “Esfuérzate [“sé fuerte”] y sé valiente: porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos”. Mucho antes de esto, Dios había prometido esa tierra a Abraham, el antepasado de esta gente. Ahora Dios ha traído a los hijos de Abraham de nuevo a esta tierra para heredarla.

Versículo 7:
Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado [sakal] en todas las cosas que emprendas.

Solamente esfuérzate y sé muy valiente. Por segunda vez, la Palabra del Señor a Josué es que se esfuerce (que sea fuerte), que permanezca fiel, que permanezca en su puesto, que sea valiente. Dios no solamente le dijo esto a Josué una vez; Él se lo dijo dos veces.

Nosotros, también, tenemos que seguir diciéndonos a nosotros mismos, repitiéndonos a nosotros mismos, las mismas palabras: Esfuérzate, sé fuerte en la Palabra del Señor y sé muy valiente para caminar en la Palabra de Dios. Porque es solamente mientras nos levantamos y comenzamos a caminar, que los obstáculos con los que somos confrontados son siempre superados. Mientras nos sentamos a contemplarlos en depresión y desaliento, siempre vamos a ser superados por la presencia de esos obstáculos. Pero a medida que comenzamos a caminar y nos acercamos a la situación con creencia, los obstáculos comienzan a disolverse. Movernos hacia adelante encarando los obstáculos requiere creer y confiar en Dios.

Dios le recordó a Josué que “cuidara de hacer conforme a toda la ley que Mi siervo Moisés te mandó”. En otras palabras le dijo: “no mires ni a derecha ni a la izquierda, sino permanece inquebrantablemente en la Palabra de Dios”. La ley era la Palabra de Dios para Josué, así como para Moisés. Y si usted tiene la Palabra de Dios, y sabes cuál es la voluntad de Dios. Entonces será mejor que no volteé ni a la derecha ni a la izquierda. Sólo llévela a cabo, justo como está escrita. La Palabra de Dios es la voluntad de Dios. Quiere decir lo que dice y dice lo que quiere decir. Si usted permanece fiel al llamado que se le ha hecho, Dios dice que usted va a prosperar dondequiera que vaya.

“…Para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas”. La palabra “prosperarado”, sakal en hebreo, está traducida en otro lugar como “actuar sabiamente” o “con entendimiento”. Usted va a actuar con sabiduría y a tener conocimiento en todo momento cuando usted se adhiera a la Palabra de Dios.

Después de darle a Josué semejante exhortación, Dios le dijo a Josué que continuara hablando y meditando constantemente en Su Palabra.

Versículo 8:
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley [La Palabra de Dios], sino que de día y de noche meditarás en él…

Dios dijo: “Tu no necesitas andar todo el día por todos lados cotilleando (chismorreando) o contando historias desagradables. Si vas a usar tu boca, deberías usarla para hablar la Palabra de Dios”. Eso es lo que Dios dice aquí en Josué 1:8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley…” Cuando usted hable, hable la verdad de Dios.

Dios también instruyó a Josué a meditar en la ley de día y de noche, en otras palabras, todo el tiempo, constantemente. Él no le dijo que se sumergiera en los periódicos y revistas, programas de radio y televisión. Él no le dijo que meditara en las enseñanzas de un teólogo. Dios le dijo a Josué: “Habla esta ley y medita en ella”. Haz de esta Palabra el centro de su vida día y noche”.

Usted debe poner la Palabra de Dios en su vida así cada vez que hable, será la Palabra lo que hable, es verdad que se habla. No deje que se aparte de su boca y medite en ella día y  noche. Manténgase hablando la Palabra de Dios, siga pensando la Palabra de Dios, y alinee su pensar y forma de vivir con ella.

… para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

Dios le dijo a Josué que si él observaba y vivía de acuerdo con la ley del Señor, entonces Josué sería prosperado y tendría éxito. Cuando hacemos la voluntad de Dios, también nosotros prosperamos y tenemos éxito. Y ciertamente deberíamos prosperar, ¿no es así? Dios espera que nosotros prosperemos.

III Juan 2:
Amado, yo deseo que tú seas prosperado…

¿Cómo nosotros como creyentes llegamos a ser prosperados? Por medio de poner la Palabra de Dios en el centro de nuestras vidas como nuestro único libro de reglas de creencia y practica. La Palabra de Dios nos da las reglas con las que se juega el juego de pelota espiritual de Dios. Sus reglas deben ser respetadas. No podemos inventar nuevas reglas a medida que avanzamos. La prosperidad, en todas sus formas, depende de nuestra creencia en la Palabra de Dios y nuestra continuidad en ella.

La clave de la prosperidad continua y el éxito es permanecer siendo fiel a la Palabra de Dios. Vemos este principio en toda la vida de Josué. Dios exhortó a Josué por tercera vez a ser fuerte y valiente.

Josué 1:9:
[¿No te lo he ordenado?] Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes…

Dios le dijo a Josué en el versículo 6, en el versículo 7, y ahora de nuevo en el versículo 9, que se esforzara y fuera valiente. Lo primero que el enemigo siempre trata de hacer es introducir miedo en nuestras vidas. Pero cuando somos fuertes [nos esforzamos] y somos valientes, ¿qué pasa con el miedo? Se disipa; se va. Así Satanás no puede sacar ventaja en nuestras vidas, si somos fuertes y valientes. “…No temas, ni desmayes…” No se deje abatir por nada. ¿Por qué? “…Porque el Señor tu Dios está contigo...”

Es por esto que Josué pudo levantarse y seguir adelante con el liderazgo del pueblo de Dios después de la muerte de Moisés. Y esa es la cosa más grande por conocer en el mundo hoy: que el Señor su Dios está con usted. Saber que usted es un cristiano, renacido del Espíritu de Dios, lleno del espíritu santo, es la más grande verdad que tiene en su vida hoy. Saber que usted va camino al cielo en medio de todo el bullicio de la sociedad y las implicaciones del mundo en el que vive. Con Dios en Cristo en usted, la esperanza de gloria, con vida eterna, ¿por qué debería temer? “…No temas…” No tema ni desmaye. ¿Por qué?

… porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.


A dondequiera que vayamos, podemos estar llenos de energía y podemos estar desbordantes con la grandeza del poder de Dios. Nuestro Dios está con nosotros dondequiera vamos. Dios nos protege, Él nos guarda, Él nos inspira, Él nos guía, Él toma cuidado de nosotros.

Saber que sabe, que sabe, que sabe que el Señor su Dios está con usted es el mensaje más grande para el corazón de cualquier hombre o mujer. Si los siervos de Dios en el Antiguo Testamento fueron capaces de creer la Palabra de Dios y seguir Sus instrucciones con tal obediencia, ¿no le parece que usted y yo, que hemos renacido del Espíritu de Dios podríamos seguir las instrucciones de Dios y manifestar Su paz y prosperidad? Seguramente, el Señor nuestro Dios está con nosotros.

Versículo 9:
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.



Hombres y mujeres vienen y van -nacen, viven y mueren- al igual que Moisés y Josué. Pero el Dios de Moisés y Josué, que los llevó a prosperar en medio de circunstancias extremadamente difíciles, es nuestro Dios hoy. Dios está con usted; Dios está a su lado; Dios vive dentro de usted. Así que muévase con la grandeza de Su Palabra, confiando en  esa Palabra hasta la última letra. Ahora es el tiempo. Levántese, camine, muévase hacia a delante asido a la Palabra de Dios, “porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. Dios lo ha prometido. Usted lo cree. Y usted ciertamente verá el magnífico éxito de Dios en su vida.