miércoles, 29 de octubre de 2014

UN ESTUDIO DE HECHOS 19
Capítulo 10 de "Recibiendo el espíritu santo hoy"
Por V.P. Wierwille

Un quinto y último pasaje en Hechos (la Palabra de Dios) con respecto al recibimiento del espíritu santo por parte de cualquiera o de cualquier grupo se encuentra en Hechos 19.

Ya hemos visto el descubrimiento progresivo de las verdades con respecto a recibir el don proveniente del Espíritu Santo en Hechos 2 donde los doce apóstoles recibieron; Hechos 8 donde “medio-judíos”, los samaritanos, recibieron; Hechos 9 contiene el pasaje en el cual un individuo, Pablo, recibió, habiendo sido ministrado por un discípulo llamado Ananías; y luego, en Hechos 10, los gentiles recibieron. Ahora llegamos al pasaje final en Hechos 19.

Para entender Hechos 19 debemos empezar a leer Hechos 18.


Hechos 18:24,25:
Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría,* varón elocuente, poderoso en las Escrituras.

Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso [fervoroso espiritualmente o entusiásticamente espiritual], hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan.

Apolos era un hombre poderoso en las Escrituras; era elocuente; había sido instruido en el camino del Señor, pero sólo hasta un grado limitado. El conocía el bautismo de Juan, que era un bautismo de agua, pero no conocía acerca de la manifestación del espíritu santo. Apolos viajó a Éfeso.

Versículo 26:
Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila…

Aquila y Priscila eran un matrimonio que había salido de la ciudad de Roma a causa de la persecución y había venido a Éfeso. Allí oyeron a Apolos hablando de la Palabra de Dios.

Versículo 26:
… le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios.

¡Qué maravilloso es eso! Apolos era elocuente y poderoso en las Escrituras, sin embargo era lo suficientemente humilde como para escuchar y aprender de estos simples discípulos a medida que ellos “le expusieron más exactamente el camino de Dios”.  Aquila y Priscila entendían la Palabra de Dios aun mejor que Apolos, así que cuando oyeron a Apolos predicar y enseñar el nuevo nacimiento pero no las manifestaciones del espíritu santo, se hicieron cargo de explicarle las grandes verdades pertenecientes al Espíritu Santo y a Su don.

Versículos 27, 28:
Y queriendo él [Apolos] pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos [en Acaya] que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído [antes en Acaya];

porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.

Apolos había estado en Éfeso y les había hablado acerca del Señor Jesucristo, probando de las Escrituras que Jesús era el Cristo. Alguna de la gente había creído. Aquila y Priscila le habían expuesto la Palabra de Dios más perfectamente a Apolos y entonces él había ido a Acaya, específicamente a Corinto. Mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo pasó por Éfeso.

Hechos 19:1,2:
Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos,

les dijo: ¿Recibisteis [lambanō] el Espíritu Santo [pneuma hagion] cuando creísteis?...

Pablo interrogó a estos discípulos que habían sido ganados para el señor y renacidos bajo el ministerio de Apolos. Les preguntó si habían recibido el don, pneuma hagion, en manifestación cuando o desde que habían creído. Aquí la palabra “recibisteis” es lambanō. El sabía que habían recibido espiritualmente, dechomai. Así que Pablo les preguntó: “Recibisteis, lambanō; manifestasteis pneuma hagion?”

Versículo 2:
… Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo [pneuma hagion].

Ellos habían oído acerca del Espíritu Santo que es Dios; pero no habían oído acerca de recibir en manifestación el don proveniente del Espíritu Santo. Cuando Apolos estaba ministrando en Éfeso, él sólo podía enseñar y sólo enseñó lo que él conocía y entendía, pues ningún hombre puede enseñar más allá de lo que conoce. Ningún hombre puede guiar a nadie más allá de donde él mismo ha sido guiado. Es por esto que hoy mucha gente renacida del Espíritu de Dios no está manifestando el poder proveniente del Espíritu Santo. No han sido enseñados correctamente. No entienden. A algunos no les interesa entender, pero muchos de ellos se acercarían a esta mayor luz si estos mismos “Apolos” –los líderes, los maestros, los ministros- supieran y fueran capaces de ayudar a otros a recibir el don proveniente del Espíritu Santo. Hoy hay creyentes que tendrían que responder a la pregunta de Pablo del mismo modo que lo hicieron estos discípulos de Éfeso: “Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”.

Versículo 3-5:
Entonces dijo [Pablo]: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan.

Dijo Pablo [a estos discípulos en Efeso]: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.*

Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.

En estos versículos Pablo interroga a la gente acerca del ministerio de Apolos. Pablo sabía que ellos habían renacido antes que él llegara porque se dirigió a ellos como creyentes y los instruyó con respecto al bautismo que habían experimentado. Pero percibió que todavía no había evidencia exterior o manifestación de la realidad espiritual y presencia de Jesucristo.

El próximo versículo nos dice del ministerio de Pablo a aquellos discípulos.

Versículo 6:
Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo [el pneuma el hagion, refiriéndose al don]; y hablaban en lenguas, y profetizaban.

Apolos había guiado a esta gente en Efeso a la salvación, pero, no sabiendo acerca de las manifestaciones del espíritu santo, no sabía cómo guiarlos a producir la evidencia del espíritu santo. El mismo Apolos no había tenido esta experiencia así que su ministerio estaba limitado a lo que él conocía.

Lo que le había pasado a los efesios aún sucede hoy en día. Mucha gente ha nacido de nuevo, pero no manifiestan ninguna evidencia en el mundo de los sentidos de que son renacidos del Espíritu de Dios. En otras palabras, no operan el hablar en lenguas, interpretación de lenguas, profecía, palabra de ciencia o sabiduría, discernimiento de espíritus, fe, milagros y dones de sanidad. Estas manifestaciones del espíritu son la evidencia externa del nuevo nacimiento – el poder proveniente del Espíritu Santo.

De modo que Pablo les impuso las manos a estos nuevos creyentes. ¿Por qué les impuso las manos? Por revelación, indicando recibir revelación de Dios acerca de qué hacer con respecto a estos cristianos que no habían puesto en evidencia el don proveniente del Espíritu Santo. Pablo les impuso sus manos y recibió revelación, y el pneuma hagion fue manifestado. Estos discípulos que habían sido renacidos tan recientemente ahora recibieron en manifestación el poder del espíritu santo pues hablaron en lenguas. ¿Quién habló? Ellos hablaron. Ellos movieron sus labios, garganta y lenguas; ellos hicieron sonidos. El idioma que hablaron fue lenguas. Ellos hablaron, pero lo que hablaron fue según el Espíritu les daba que hablasen.
Aquí por primera vez en el libro de Hechos, tenemos en evidencia una manifestación más, a saber, profecía.

Hechos 19:6,7:
Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.

Eran por todos unos doce hombres.

Hay sólo cinco pasajes en la Palabra de Dios con respecto a cualquier individuo o grupo de gente recibiendo el espíritu santo, pneuma hagion, en manifestación. Los cinco, de los cuales éste es el quinto y último, se encuentra en el Libro de Hechos capítulos 2, 8, 9,10 y 19. A medida que consideramos estos recuentos, encontramos verdades maravillosas para compartir con la gente de Dios.

En cada uno de estos pasajes concernientes al recibimiento del don proveniente del Espíritu Santo, está declarado específicamente, o se da a entender tan claramente que no puede escaparse a la vista, que cuando la gente era renacida, era llena del espíritu santo, hablar en lenguas era la manifestación externa de la realidad y presencia interna del don. En los cinco pasajes esta manifestación exterior era la prueba de la realidad de su experiencia.

Nadie puede manifestar el poder hasta que haya recibido el don. El don de Dios es el nuevo nacimiento, el recibimiento del espíritu santo, pneuma hagion, que es la obra de Dios quien es Espíritu Santo. Una vez que hemos recibido el don, espíritu santo, que es “Cristo en vosotros”, tenemos la habilidad dada por Dios de llevar a cabo el acto de manifestar el don hablando en lenguas según el Espíritu nos da que hablemos.

No hay ninguna escritura que enseñe que cuando la gente es renacida no habla en lenguas. La Palabra enseña justamente lo contrario. El don del espíritu santo debe ser manifestado exteriormente. No son las obras del hombre las que se deben manifestar. Un hombre puede ser sumergido, ir a la iglesia, decir  “Aleluya”, parecer religioso y ser devoto, pero eso no es prueba de que ha nacido de nuevo y que ha sido lleno del espíritu santo.

Es importante repetir que no hay ningún pasaje en la Biblia que enseñe que los creyentes que son renacidos del Espíritu de Dios no pueden o no hablan en lenguas. Ya que todos los pasajes en el Libro de Hechos indican claramente que era la voluntad de Dios para aquellos que nacían de nuevo hablar en lenguas y que ellos sí hablaron en lenguas, entonces esto nos obliga a aquellos de nosotros que nos llamamos cristianos a creer la Palabra de Dios y llevar a cabo Su voluntad en estos asuntos. Así pues, nosotros también andaremos en las grandes manifestaciones del poder de Dios.

¿A dónde iremos si no a la Palabra de Dios cuando queremos saber la voluntad de Dios? No podemos ser llevados por lo que dicen los hombres ni por lo que enseñan las diferentes escuelas de aprendizaje. Debemos ir a la precisión literal de la Palabra de Dios. Dondequiera que la Palabra de Dios menciona hablar en lenguas, dice que ellos hablaron “las maravillas de Dios” o que “magnificaron a Dios”. Cuando una persona opera esa manifestación del don, es imposible hablar otra cosa que no sea las maravillas de Dios y de este modo magnificar a Dios. Necesitamos volver a la Palabra de Dios. No debemos escuchar y actuar bajo las opiniones negativas, y muchas veces extraviantes, de la gente. Debemos creer y vivir por la Palabra revelada y el poder revelado de Dios si vamos a complacerlo.



*En los principios de la era de la Iglesia había dos escuelas principales de aprendizaje. Antioquía en Siria y Alejandría en Egipto. El centro griego de aprendizaje el Alejandría, donde Apolos vivía y fue educado, no tenía el conocimiento completo con respecto al espíritu santo que era conocido en Antioquía y por lo tanto a través de la región incluyendo a Éfeso.



UN ESTUDIO DE HECHOS 10
Capítulo 9 de "Recibiendo el espíritu santo hoy"
Por Victor Paul Wierwille

Hechos 10 es el cuarto pasaje en la Palabra de Dios que tiene que ver con el recibimiento del espíritu santo por alguna persona. En este pasaje vemos por primera vez en la historia de la Iglesia cristiana que gentiles recibieran el don proveniente del Espíritu Santo sin ser prosélitos del judaísmo. Como indiqué anteriormente, en el día de Pentecostés solamente hombres del judaísmo recibieron; luego un individuo – el Apóstol Pablo recibió. Ahora vamos a considerar el primer pasaje que relata que gentiles hayan recibido. Este es un precedente tremendamente importante porque nunca antes en la historia de la Iglesia los gentiles como grupo habían recibido sin antes hacerse prosélitos al judaísmo.

Los gentiles siempre habían sido considerados como “perros” por los judíos, sin tener parte alguna en las cosas del Señor. A los ojos del judaísmo, los samaritanos eran muy malos, pero los gentiles estaban en el fondo del barril. Y ningún judío decente, normal, temeroso de Dios, tendría relación alguna con un gentil. Vamos a ver como una gran innovación tiene lugar en la joven Iglesia, y queremos notar las verdades de este capítulo cuidadosamente.

Hechos 10:1,2:
Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión [líder de cien hombres] de la compañía llamada la Italiana,

piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.

Cornelio era un hombre religioso, piadoso, pero todavía no había sido renacido del Espíritu de Dios, lo cual indica que uno puede ser un hombre piadoso sin ser nacido de nuevo.

Versículos 3-6:
Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día [las tres de la tarde en nuestra medición], que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio.

El [Cornelio], mirándole [al ángel] fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.

Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro.

Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas.

Simón Pedro estaba en la ciudad de Jope, pero en realidad no en la ciudad misma porque estaba posando con un curtidos. A una persona en el negocio de la curtiduría, a causa de los olores emanados, nunca se le permitía vivir dentro de los límites de la ciudad. Dios le dijo a Cornelio por medio de una visión de un ángel que debería enviar hombres a Jope a buscar a Simón Pedro, y que Simón Pedro le diría lo que debería hacer.

Versículo 7:
Ido el ángel que hablaba con Cornelio, éste llamó a dos de sus criados, y a un devoto soldado de los que le asistían.

En otras palabras, Cornelio llamó a tres hombres, dos de sus criados y uno de los soldados de alto rango que estaba bajo él.

Versículo 8:
a los cuales envió a Jope, después de haberles contado todo.

Dios le había dicho a Cornelio que deberían preguntar por Simón Pedro que estaba posando con Simón el curtidor.

Versículo 9:
Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta.

Mientras estos tres hombres que fueron enviados por Cornelio llegaban a las afueras de la ciudad de Jope, Pedro estaba en la azotea orando, y la hora era las doce según nuestro sistema.

Versículos 10-16:
Y [Pedro] tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo [de comer], le sobrevino un éxtasis [estado inactivo de conciencia mental];

y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra [No era un gran lienzo. Era semejante a un gran lienzo];

en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo.

Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.

Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común [contaminada] o inmunda he comido jamás.

Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.

Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo.

¡Qué maravillosamente exacta es la Palabra de Dios, y qué perfectamente pone Dios todas las cosas en orden en el momento apropiado preparando a los hombres para llevar a cabo Su voluntad! Pedro era judío por religión. Había sido renacido del Espíritu de Dios en el día de Pentecostés y lleno del poder proveniente del Espíritu Santo, pero Pedro todavía era “celoso por la ley”. Así que este fenómeno de algo semejante a un lienzo descendiendo del cielo a la tierra, lleno de toda clase de animales y bestias que a nadie en el judaísmo se le ocurriría comer, y una voz diciendo: “Levántate, Pedro, mata y come”, fue un choque y un reto. Pedro dijo: “Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás”. Pero la voz instruyó a Pedro diciéndole que lo que había sido limpiado por Dios, Pedro no tenía derecho alguno de llamar contaminado o inmundo. Dios estaba empezando a preparar a Pedro para ministrar a un gentil y su familia.

Versículos 17,18:
Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que significaría la visión [la imagen] que había visto, he aquí los hombres que habían sido enviados por Cornelio, los cuales [los dos criados y el soldado], preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.

Y llamando, preguntaron si moraba allí un Simón que tenía por sobrenombre Pedro.

En el mismo momento en que Pedro estaba considerando el significado de la visión, los hombres vinieron de la casa de Cornelio, y lo llamaron. (En el oriente no se toca la puerta; uno se para frente a la puerta y llama por su nombre al hombre que uno busca).

Versículo 19:
Y mientras Pedro pensaba en la visión [un fenómeno en esta ocasión], le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan.

El espíritu le reveló a Pedro aun más lo que estaba pensando. Dios le habla a los hombres por medio de las tres manifestaciones de revelación: palabra de ciencia, palabra de sabiduría y discernimiento de espíritus.

Versículo 20:
Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado.

Las instrucciones a Pedro fueron muy explícitas. Primero que nada Dios le había enseñado en una visión lo que era limpio e inmundo. En segundo lugar, Dios le habló a Pedro específicamente por medio del espíritu.

Versículo 21:
Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que fueron enviados por Cornelio, les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido?

La revelación que Dios da es más allá de lo que podemos saber a través de nuestros cinco sentidos. Dios no le dijo a Pedro, por medio del espíritu, el propósito o la razón para la visita de los hombres de Cornelio. El simplemente le enseñó a Pedro una visión, y por el Espíritu le dijo a Pedro que descendiera a ellos sin dudar porque Dios los había enviado. Cuando Pedro descendió a encontrarse con los tres hombres, les preguntó: “¿Cuál es la causa por la que habéis venido?”


Versículos 22,23:
Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tus palabras.

Entonces, [Pedro] haciéndoles [a los tres hombres] entrar, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Jope.

Cuando los hombres le reportaron a Pedro exactamente lo que Dios le había dicho a Cornelio por medio del ángel, Pedro se dio cuenta del significado de su propia visión. Dios lo había estado preparando para ir a Cornelio, un gentil, y entrar en su casa. Esto es algo que un seguidor del judaísmo nunca por su propia voluntad pensaría hacer. Sin embargo Dios le había instruido hacerlo. Pedro fue obedientemente con los tres hombres que Cornelio había enviado, y llevó consigo algunos otros hermanos que eran renacidos del Espíritu de Dios. En esta decisión vemos en operación la manifestación del espíritu llamada palabra de sabiduría, ya que Pedro sabía cuál sería la reacción de los apóstoles en Jerusalén cuando oyeran que él había entrado en la casa de un gentil. El sabía que sus hermanos tan religiosos cuestionarían sus acciones. Por lo tanto, para prepararse para esto, Pedro llevó consigo testigos que pudieran comprobar todo lo que había pasado en caso de que él fuese llamado a dar explicaciones de sus acciones no ortodoxas. Vemos más adelante en Hechos 11:12 que en realidad Pedro fue llamado ante los hermanos en Jerusalén y que él reportó su actividad en la casa de Cornelio de la siguiente manera: “Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón [Cornelio]”.

Versículo 24:
Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos.

Cornelio estaba esperando deseosamente la llegada de Pedro porque Dios le había dicho que Pedro le diría lo que debería hacer. Cornelio, siendo un hombre temeroso de Dios, quería saber la voluntad de Dios; quería llevar a cabo el propósito y el plan de Dios para su vida. No solamente estaba Cornelio esperando la llegada de Pedro, sino que había convocado a un grupo de personas, “sus parientes y amigos más íntimos”. Pedro no tuvo que hacer una campaña publicitaria cuando llegó a Cesarea para obtener una audiencia para la Palabra de Dios. Cornelio había preparado la reunión de tal manera que cuando Pedro llegó todo estaba listo y en orden. Debemos considerar una cosa más. En el oriente, el jefe de familia es responsable por toda la familia, y cuando él habla, todos llevan a cabo exactamente lo que él decide. En otras palabras, lo que el jefe de familia cree, el resto de la familia cree también.

Versículo 25:
Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró.

Es una costumbre oriental que cuando un hombre de Dios entra, se le demuestra respeto postrándose uno a sus pies, aun tratando de alcanzar a tocar sus pies, de tal modo indicando humildad, reverencia y respeto.

Versículo 26:
Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre.

Pedro, un hombre renacido del Espíritu de Dios, en donde vivía el espíritu proveniente de Dios, se dio cuenta de que él mismo, en cuanto concierne al elemento humano, era muy, muy débil y también solamente un hombre al igual que Cornelio era un hombre.

Versículos 27,28:
Y hablando con él, [Pedro] entró, y halló a muchos que se habían reunido.

Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo.

Dios había tratado específicamente con Pedro y lo había instruido en la visión de un gran lienzo descendiendo del cielo a la tierra. Dios le había hablado a Pedro por medio del espíritu – palabra de ciencia y palabra de sabiduría. Pedro nunca hubiera considerado ir con los dos criados y el soldado que Cornelio había enviado a Jope si Dios no le hubiese mostrado que no debía llamar a ningún hombre contaminado o inmundo.

Versículo 29:
por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir?

Pedro todavía no sabía el propósito entero por el cual Cornelio había enviado su soldado y sus dos criados a donde él. Lo que se puede conocer por medio de los cinco sentidos Dios espera que nosotros sepamos. La revelación (palabra de ciencia, palabra de sabiduría y discernimiento de espíritus) comienza donde cesa la información que los cinco sentidos pueden suplir. Lo que podemos saber, Dios espera que sepamos. Lo que podemos compartir con exactitud unos con otros de la Palabra de Dios, Dios espera que lo compartamos. Las manifestaciones de revelación del espíritu comienzan donde termina el conocimiento de los sentidos. Así pues Pedro le dijo a Cornelio: “Dime, ¿con qué propósito me mandaste a buscar? Dios me ha mostrado que no debo llamar contaminado o inmundo a ningún hombre. El Espíritu me dijo que debía ir con los tres hombres que estaban en la puerta, sin dudar, que Dios los había enviado. Ahora dime, ¿por qué estoy aquí?

Versículos 30-33:
Entonces Cornelio dijo: hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente,

y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios.

Envía, pues, a Jope, y haz venir a Simón el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; y cuando llegue, él te hablará.

Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado.

Noten cuidadosamente que Cornelio, al igual que Pedro, actuó literal e inmediatamente según la Palabra de Dios revelada. Si ustedes y yo esperamos recibir los resultados de la Palabra de Dios, debemos ante todo asegurarnos de que tenemos la Palabra y entonces debemos actuar según ella inmediata y literalmente; sin aplazar; ¡debemos actuar según ella ahora!

¡Qué declaración más tremenda hizo Cornelio cuando le dijo a Pedro que este grupo de parientes y amigos íntimos que él había reunido estaban en la presencia de Dios! Se habían reunido tal y como si Dios Todopoderoso estuviera allí. Y Cornelio le dijo a Pedro: “Ahora…nosotros…para oír todo lo que Dios te ha mandado”. Cornelio no estaba interesado en la teología, no estaba interesado en lo que la gente dijera, no estaba interesado en adular a nadie ni en ninguna fanfarria. La única cosa que Cornelio quería oír era aquello que Dios le había mandado a Pedro decir. En otras palabras, él quería oír la Palabra de Dios- “todo lo que Dios te ha mandado”.

Versículo 34:
Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas,

Por medio de una visión y por revelación del espíritu, Dios ya le había informado a Pedro que nada de por sí es contaminado o es inmundo, y en obediencia a la Palabra de Dios, Pedro había ido al hogar de Cornelio que era un gentil. Cuando Pedro comenzó a hablarle a aquellos que se habían reunido, la primera cosa que Pedro dijo fue: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas”. Esta es una lección de las Escrituras significativa para aquellos que están llenos de prejuicio.

Hasta este momento los judíos siempre se habían enorgullecido de ser el pueblo de Dios, que Dios les había dado los oráculos a ellos y no a los gentiles. Pero ahora Pedro dijo por la Palabra del Señor que comprendía que Dios no hace acepción de personas. Dios no favorece personas pero si hace acepción de condiciones y cuando esas condiciones se cumplan, hombres y mujeres recibirán el poder proveniente del Espíritu Santo. A El no le importa si una persona es un judío o un gentil. No está interesado en el color de la piel de un hombre. Dios le ofrece Su don a todos los que cumplan Sus condiciones, ya que “Dios no hace acepción de personas”.

Versículos 35,36:
sino que en toda nación se agrada del que le teme [tiene reverencia por Dios] y hace justicia.

Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.

“Dios envió mensaje a los hijos de Israel” se refiere a la venida de Jesús a los suyos. El derramamiento en el día de Pentecostés fue para los judíos solamente. Sin embargo Pedro sabía ahora que Dios no es solamente el Dios de los judíos, sino que El es Señor de todos. Toda persona en toda nación que creyere en El será renacida y llena del poder proveniente del Espíritu Santo.

Versículos 37,38:
Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan:

cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Aquí Pedro le está enseñando a Cornelio y su familia las grandes verdades concernientes al Señor Jesucristo y al poder proveniente del Espíritu Santo. Pedro dice en el versículo 38 que “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret”. Literalmente esto se podría traducir “Dios ungió con pneuma hagion, espíritu santo, que es dunamis, poder inherente, a Jesús de Nazaret.

En el versículo 37 Pedro alude al bautismo de Jesús por Juan el Bautista en el río Jordán, lo cual marcó la apertura del ministerio de Jesús. Juan era el profeta antes de Jesús, y Juan profetizó sobre Jesús en Mateo 3:11 como uno mucho más importante que él, el cual sería el único que bautizaría “en Espíritu Santo y fuego”. Juan fue lleno “del Espíritu Santo [pneuma hagion], aun desde el vientre de su madre”, según fue profetizado por el ángel en Lucas 1:15. Pero Jesús, nacido de María, fue engendrado “del Espíritu Santo, según le dijo a José el ángel del Señor, relatado en Mateo 1:20, aunque Jesús no fue lleno con pneuma hagion desde el vientre de su madre. Durante su juventud Jesús trabajo y estudió la Palabra de Dios, y Lucas 2:52 dice que él “crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.

Usando ese poder inherente, Jesús anduvo sanando “a todos los oprimidos por el diablo” (versículo 38). La enfermedad vino al mundo por el pecado del hombre; por lo tanto, debido al origen de la enfermedad y el pecado, el versículo 38 no diferencia entre la enfermedad y las actividades de Satanás. Se puede decir que toda enfermedad es una forma de opresión del Diablo, y toda curación es salvación de toda clase de enfermedades por el poder de Dios.

Versículo 39:
Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero.

Como leímos en Hechos 1, justo antes de que Jesucristo ascendiera al cielo, habiendo reunido los apóstoles a su alrededor, él les dijo que deberían esperar por la promesa del Padre. Después de que recibieran la promesa, serían testigos de la gran verdad del poder proveniente del Espíritu Santo. Pedro dice que somos testigos de todas estas cosas concernientes al señor Jesús al cual los judíos en Jerusalén crucificaron en un madero.

Versículo 40:
A éste [éste al cual los judíos en Jerusalén colgaron en un madero] levantó Dios al tercer día…*

Esto está exactamente de acuerdo con las propias palabras de Jesús concernientes a sí mismo en Mateo 12:40: “…como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”   1 Corintios 15:4 declara: “…que resucitó al tercer día…” Jesucristo estuvo muerto tres días y tres noches, y aun así Dios lo levanto al tercer día e hizo que se manifestase – “manifestase” queriendo decir que la gente lo vio, no había nada escondido. Fue manifestado en el mundo de los sentidos después de su resurrección.

Versículos 41-43:
no a todo el pueblo [El no fue manifestado a todo el pueblo.], sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos.

Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.

De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón [debe ser “remisión”] de pecados por su nombre.

Pedro está instruyendo a la casa de Cornelio que todavía no había sido renacida. “Remisión de pecados” se aplica solamente a los no salvos. Para ser renacidos uno debe creer en el señor Jesús y que Dios lo levantó de los muertos. Cuando y en el momento en que un hombre cree, recibe remisión de todos los pecados que ha cometido en su vida hasta ese momento. Todos son borrados en el momento de creencia y aceptación de Jesús como señor.

Ahora llegamos a la sección concluyente de esta cuarta enseñanza en el Libro de Hechos concerniente al nuevo nacimiento, el recibimiento del don proveniente del Espíritu Santo.

Versículo 44:
Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo [el pneuma el hagion] cayó sobre todos los que oían el discurso.


Mientras Pedro todavía estaba predicando, mientras estaba enseñando la Palabra de Dios a Cornelio y aquéllos reunidos en su casa, ellos creyeron; y sin que nadie les impusiera las manos, pneuma hagion, “la promesa del Padre”, que es ser “bautizados con el Espíritu Santo”, cayó sobre todos ellos y fueron “investidos de poder desde lo alto”.

Aquí la palabra “oían” no es la palabra griega que quiere decir oír solamente con los oídos físicos, sino oír al punto de tener creencia por medio de la actuación de acuerdo con ello. Esta es una ocasión en que un hombre de Dios que estaba hablando la Palabra de Dios nunca llegó a decir “Amén”. Pedro nunca llegó a terminar su sermón.

Versículo 45,46:
Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo [pneuma hagion].

Porque los oían [Pedro y los seis hermanos que lo acompañaron los oían] que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.

Se nos dice en Hechos 10:23 que algunos de los hermanos de Jope habían acompañado a Pedro en este viaje. Estos creyentes que eran “de la circuncisión” quedaron atónitos de que el don cayera sobre los gentiles porque los oían que hablaban en lenguas.

En el derramamiento en Jerusalén, aquellos de la circuncisión habían recibido el don proveniente del Espíritu Santo. Sin embargo, aquello no había sido tan dramáticamente sorprendente como este recibimiento del don, porque a la circuncisión se le había enseñado que Israel podía recibir cosas provenientes de Dios porque ellos eran el pueblo escogido de Dios. Pero que los gentiles recibieran sin hacerse prosélitos del judaísmo era casi increíble. Estos seis hermanos, los creyentes que habían acompañado a Pedro, quedaron atónitos “de que también sobre los gentiles se derramase el don…” La palabra “también” nos dice que los gentiles habían recibido el mismo don que aquellos de la circuncisión habían recibido años antes en Jerusalén. La Palabra no dice que recibieron al Donador, sino el don proveniente del Donador, al igual que en Hechos 2:38.

Algo pasó aquel día en la casa de Cornelio para convencer a Pedro y a aquellos que lo acompañaban de que los gentiles también habían recibido el don. Este algo tenía que ser indiscutible. Tenía que ser algo en el mundo de los sentidos que fuera tan absoluto que nadie, ni siquiera uno “de la circuncisión”, pudiera negar su verdad. Esos gentiles podrían haber sido sumergidos en agua una y otra vez, mas eso nunca hubiera convencido a los creyentes judíos que los gentiles en realidad habían sido renacidos del Espíritu de Dios y habían recibido el don proveniente del Espíritu Santo. ¿Qué pudo haber sido lo que convenció a los presentes de que los gentiles también habían recibido el don de pneuma hagion? ¿Cuál fue la evidencia externa de la realidad interna de la presencia del espíritu santo?

La evidencia en el mundo de los sentidos que convenció a Pedro y los seis hermanos, sin lugar a dudas, fue el hecho de que oyeron a los gentiles hablar en lenguas. Pedro y los que estaban con él habían hablado en lenguas y aún hablaban en lenguas. Sabían que ésta era la manifestación externa de la presencia del espíritu santo. Pero cuando vieron a los gentiles manifestar, se quedaron pasmados. Aquí estaba la prueba de que estos gentiles habían sido renacidos y habían recibido el don proveniente del Espíritu Santo porque los oyeron que magnificaban a Dios en lenguas según el Espíritu les daba que hablasen.

Versículo 47:
Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo [pneuma hagion] también como nosotros?

La emoción del momento abrumó a Pedro de tal manera que ordenó el bautismo de agua según Juan, pero nunca lo llevó a cabo ya que Dios hizo que Pedro cambiara de idea. Según se relata en Hechos 11:16, Pedro dijo: “Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo”. El bautizo de agua no se necesitaba y no se administró.

Versículo 48:
Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.

¿Por qué será que rara vez, si acaso, nos hemos dado cuenta del gran impacto de la Palabra de Dios en este décimo capítulo de Hechos? ¿Será porque Satanás nos quiere mantener ciegos a las grandes verdades de la Palabra de Dios concernientes al don proveniente del Espíritu Santo? Pedro era un judío. A él no se le ocurriría bautizar a un gentil o introducirlo a la Iglesia al igual que a nosotros no se nos ocurriría volar un cometa hasta la luna. Pero había algo en este incidente que era indiscutible, algo que no se podía negar. Así que inmediatamente después de que Pedro los oyó hablar en lenguas magnificando a Dios, no los tuvo que poner en período de prueba para determinar si en realidad habían sido renacidos. El sabía que habían sido renacidos del Espíritu de Dios, ya que la única prueba visible y oíble de que un hombre ha sido renacido y lleno del don proveniente del Espíritu Santo siempre es que él hable en lengua o lenguas.

Esto termina el cuarto pasaje en la Palabra de Dios concerniente al recibimiento del nuevo nacimiento, el don proveniente del Espíritu Santo por cualquier grupo o individuo. Aquí, por primera vez en la historia de la Iglesia cristiana, los gentiles recibieron el nuevo nacimiento y el don proveniente del Espíritu Santo en manifestación por el ministerio de Pedro.





*Victor Paul Wierwille, The Word’s Way- Vol. III, Studies in Abundant Living (American Christian Press, New Knoxville, Ohio, U.S.A., 1971), Capítulo 12, “The Day Jesus Christ Died” (“El día en que Jesucristo murió”).
UN ESTUDIO DE HECHOS 9. Capítulo 8 de "Recibiendo el espíritu santo hoy". Por V.P. Wierwille




 La tercera referencia en el libro de Hechos acerca del recibimiento por alguna persona del don proveniente del Espíritu Santo, se encuentra en el noveno capítulo de Hechos. Saulo, después de perseguir a la Iglesia en la comunidad de Jerusalén, se encaminaba a Damasco. En el camino a Damasco, el que había perseguido y lastimado a la Iglesia tan tenazmente fue convertido y tuvo que ser llevado de la mano a la ciudad de Damasco. Según Hechos 9:9, “estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió”. El versículo 10 comienza la tercera gran enseñanza que es un descubrimiento continuado de todo lo que la Biblia enseña con respecto al recibir del don proveniente del Espíritu Santo.




En este pasaje no tenemos un grupo, sino un solo individuo. “Saulo” era su nombre hebreo; su nombre griego era “Pablo”.




Del pasaje en Hechos 8 ciertos maestros han implicado constantemente que sólo los que están a la cabeza de la Iglesia como Pedro y Juan podían ministrar el espíritu santo. Esta idea errónea ha sido llevada a través de los siglos a través de varias sectas. Estos maestros citan las palabras de Felipe en cuanto a que él era sólo un discípulo y no una de las cabezas de la Iglesia; por lo tanto, él no podía ministrar el espíritu santo. Pero eso no puede ser cierto por lo que vemos en hechos 9.




Hechos 9:10:

Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.




Ananías no era un apóstol, un Pedro o un Juan. El era sólo un “discípulo”. En Hechos 9:10 y versículos siguientes vemos que este discípulo llamado Ananías le ministro a uno que sería el mayor de todos los apóstoles, el Apóstol Pablo.




Versículo 11-20:

Y el Señor le dijo [a Ananías]: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,




y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.




Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;




y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.




El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;




porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.




Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo [pneuma hagion].




Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.




Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.




En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.




Ananías, sólo un discípulo, fue informado por el señor que él había de levantarse e ir a la calle llamada Derecha. (Por cierto, esa es la única forma en la cual podía entrar esa calle; porque la calle llamada Derecha va de este a oeste a través de toda la ciudad de Damasco, y la casa de Ananías está localizada en una calle que termina en la calle llamada Derecha. La exactitud maravillosa de la Palabra de Dios es sorprendente.) Y el señor le dijo a Ananías que encontraría a Pablo en la casa de Judas, y Pablo estaría orando. ¡Qué cantidad tremenda de información!




El señor le dijo a Ananías exactamente qué hacer y dónde encontraría a Pablo, y hasta le dijo lo que Pablo estaría haciendo. Me aventuro a decir que cuando Ananías llegó a casa de Judas, Pablo no estaba sentado  por ahí conversando con la gente; no estaba cantando ni gritando, sino que estaba haciendo lo que la Palabra de Dios decía: estaba orando.




Quiero que noten también que a Ananías no le gustaba el trabajo que el señor le estaba encargando. En otras palabras, Ananías no quería hacer la Palabra de Dios. Es por esto que Ananías le contestó al señor y eso es lo correcto. Si a ustedes y a mí no nos gusta la Palabra de Dios como Dios la ha dado, debemos hablarle a Dios acerca de ello. No debemos criticar a aquellos que creen. Vuelvan a la fuente. Esto es exactamente lo que Ananías hizo; él le habló al señor. En efecto él dijo: “Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho, y aquí en Damasco tiene la autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que son cristianos, que invocan tu nombre. Así que, ¿por qué me pides a mí, que simplemente soy Ananías, que haga algo que yo no quiero hacer?” Pero el señor le dio más información a Ananías. Le dijo: “Ve, porque instrumento escogido me es éste [Pablo]”.




Versículo 17:

Fue entonces Ananias…




Ananías literalmente actuó de acuerdo a la Palabra de Dios revelada. El fue de su casa a la calle llamada Derecha y entró en la casa de Judas. Allí encontró a Pablo orando. Entonces Ananías entró y puso las manos sobre él. La razón por la cual él puso sus manos sobre Pablo fue para poner las manifestaciones de revelación en operación, es decir, palabra de ciencia, palabra de sabiduría y discernimiento de espíritus. De este modo Ananías podía llevar a cabo la labor de liberar a Pablo que estaba ciego, y que no había aún recibido en manifestación el don proveniente del Espíritu Santo. El puso sus manos sobre él y dijo – noten cuidadosamente – “Hermano Saulo”.




En el oriente nadie se refiere a una persona como hermano a menos que realmente lo considere así. La razón por la cual Ananías podía referirse a Pablo como hermano es que el señor le había dicho a Ananías que Pablo se había convertido en el camino a Damasco, y cuando un hombre se convierte, renace del Espíritu de Dios, teniendo el mismo espíritu que todo otro hijo renacido de Dios tiene, se convierte en hermano a todos los otros cristianos. No todos en el mundo son mis hermanos, pero todos aquellos que están renacidos del Espíritu de Dios son mis hermanos.




Hechos 9:17:

Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.




Ananías le dijo a Pablo que el señor era el responsable de que él hubiera venido a ministrarle la vista y a ministrarle pneuma hagion, el espíritu santo.




Versículo  18:

Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista...




¿Cómo recobra uno la vista cuando hombres de Dios que están llenos del espíritu santo le ministran? La persona a quien se le ministra debe recibirlo, debe tomarlo, debe creer. En este versículo no dice que Pablo recibió el don proveniente del Espíritu Santo, sino que el señor le dijo a Ananías que ministrara vista y que Pablo podría “ser lleno de pneuma hagion”, que es ser lleno del don en manifestación. No dice que Pablo habló en lenguas, pero debe haberlo hecho porque la tarea que Ananías había emprendido no era sólo ministrar curación, sino también ministrarle el don proveniente del Espíritu Santo en manifestación. 1 Corintios 14:18 dice: “Doy [yo, Pablo] gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros”. Así que el Apóstol Pablo debe haber hablado en lenguas.




En este tercer pasaje noten cuidadosamente que la curación y el don proveniente del Espíritu Santo fueron ministrados por un simple discípulo, no un apóstol, sino sólo un creyente renacido del Espíritu de Dios. Ananías le ministró el espíritu santo y la curación en manifestación a Pablo que inmediatamente salió y testificó que “Cristo…es el hijo de Dios”.




En los tres pasajes que hemos estudiado hasta ahora, hemos visto que en Hechos 2, en el día de Pentecostés cuando los doce recibieron el don, “hablaron en lenguas”. En Hechos 8, en Samaria, Simón vio algo. ¿Qué pudo haber visto sino la manifestación en el mundo de los sentidos? En Hechos 9 Pablo fue lleno con el espíritu santo. No dice específicamente que habló en lenguas pero en Corintios 14:18, sí dice que él hablaba en lenguas frecuentemente. Hablar en lenguas inmediatamente al uno salvarse es una norma de comportamiento que se ve en la Palabra de Dios.



UN ESTUDIO DE HECHOS 8
Capítulo 7 de "Recibiendo el espíritu santo hoy"
Por Victor Paul Wierwille

Hechos 8 es el segundo pasaje en el libro de Hechos donde alguien recibe el don proveniente del Espíritu Santo. Los acontecimientos relatados en el octavo capítulo de Hechos ocurrieron varios años después del histórico derramamiento relatado en Hechos 2. Recuerden que solamente judíos por religión recibieron el don en aquel momento, y la prueba en el mundo de los sentidos de que habían recibido fue que hablaron en lenguas.

Ningún grupo religioso nuevo es atacado viciosamente en sus comienzos; pero según aumenta su número de adherentes, según se disemina entre otros la información que ellos representan, entonces la persecución acomete gradualmente. En Hechos 8 leemos sobre la persecución que había comenzado en Jerusalén a causa del crecimiento de la comunidad cristiana. De acuerdo con el capítulo 7, Esteban había sido apedreado.

Hechos 8:1,3 y 4:
Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos [los creyentes-los cristianos] fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.

Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel.

Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio.

Noten muy cuidadosamente que aun en medio de la persecución dondequiera que estos líderes cristianos iban no aguaban ni moderaban la gran exactitud de la Palabra de Dios. Hicieron una cosa en particular; a saber anunciaron el evangelio.

Versículo 5:
Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.

Felipe era uno de los siete escogidos por los discípulos en los comienzos de la Iglesia de acuerdo con el pasaje en Hechos 6. Lo escogieron para servir mesas. Dios lo escogió para servir el Pan de Vida.

Felipe predicó la Palabra de Dios a los samaritanos. Los judíos le tenían antipatía a los samaritanos pero el ministerio se estaba moviendo desde el centro del judaísmo en Jerusalén hacia Samaria.

Versículo 6:
Y la gente, unánime [con unidad de propósito], escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.

La única razón por la cual estos samaritanos escuchaban a Felipe y a lo que decía con respecto a la Palabra de Dios y el Señor Jesucristo era que oían y veían las señales que él, Felipe, hacia. Felipe hacía las señales. Noten esta verdad cuidadosamente. El  las hacía por medio del poder de Dios dentro de él. No dice que Dios hacía señales. Esta verdad debe ser reconocida y entendida porque mucha gente está esperando a que Dios actúe cuando Dios ya ha actuado. Dios está esperando a que el hombre reciba lo que El ha hecho disponible y entonces que actúe para El por el poder de Dios.

Versículos 7:
Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados.

Felipe habló la Palabra de Dios a los samaritanos y cuando ellos oyeron esta Palabra de Dios creyeron debido a que Felipe había echado fuera los espíritus inmundos. Cuando los samaritanos vieron que esto sucedió por el poder de Dios que vivía en Felipe, reaccionaron con emoción.

Versículo 8:
así que había gran gozo en aquella ciudad.

Los samaritanos se regocijaban porque la gente se estaba salvando y sanando por el poder de Dios manifestado por Felipe que era un creyente lleno del poder o don proveniente del Espíritu Santo.

Versículo 9:
Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande.

Simón, antes de la venida de Felipe, ejercía la magia (brujería, espiritismo, artes negras, percepción extrasensorial, operación de espíritus diabólicos), y por la operación de espíritus diabólicos había engañado y controlado a la gente de Samaria por muchos años.

Versículos 10,11:
A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este [Simón] es el gran poder de Dios.

Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo.

Esta gente había sido embaucada y estaba bajo el control de Simón el mago porque ellos creían que su operación de espíritus diabólicos era evidencia de “el gran poder de Dios”.

Versículo 12:
Pero cuando [los samaritanos] creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.

Cuando los samaritanos creyeron la palabra de Dios que Felipe anunciaba, se arrepintieron y fueron salvos. Puede que la gente esté bajo el encanto de la prédica y la enseñanza de los hombres que usan, o son usados por, espíritus diabólicos. Pero cuando la verdad de la Palabra de Dios es dada a conocer por un hombre lleno del espíritu santo, manifestando señales, milagros y maravillas y probando la Palabra, algunos van a creer y ser salvos. Esto es lo que pasó en Samaria.

Versículo 13:
También creyó Simón mismo…

¿Qué le pasó a Simón? Fue convertido. Creyó la Palabra que Felipe predicó, que es Cristo, y cuando Simón creyó en el Señor Jesucristo, recibió salvación. Simón, que había estado operando espíritus diabólicos y engañando a la gente de Samaria por tantos años, fue salvo bajo el ministerio de Felipe. Este es un ejemplo tremendo del poder de la Palabra de Dios correctamente dividida y predicada por un hombre lleno del espíritu santo.

Versículo 13:
También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.

¿A causa de qué estaba atónito Simón?  Estaba atónito preguntándose cómo Felipe podía hacer estas señales y milagros. Simón sabía por su experiencia entre la gente de Samaria que él mismo había hecho hazañas tremendas, y no estaba bajo ninguna ilusión en cuanto a la fuente de su autoridad y poder que provenía de los espíritus diabólicos trabajando a través de magia y artes negras. Pero mientras Simón continuaba observando los milagros y señales de Felipe, permanecía perplejo en cuanto a la fuente de poder de Felipe.

Esto ciertamente enfatiza el error de la enseñanza que si un hombre renace tiene automáticamente una mente renovada y anda en gran verdad. Simón era renacido, pero su mente estaba todavía en error en lo que concierne a la operación del don de espíritu santo.

El siguiente versículo en Hechos 8 nos dice que Pedro y Juan hicieron entonces una visita a Samaria.

Versículo 14:
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan.

¿Qué provocó el viaje de Pedro y Juan a Samaria? La razón por la cual los apóstoles Pedro y Juan, los cuales estaban a la cabeza de la Iglesia, vinieron de Jerusalén a Samaria era que había ocurrido algo sin precedentes en la Iglesia en Samaria: aquellos que habían sido renacidos no estaban hablando en lenguas. Esta era la primera vez en la historia de la Iglesia cristiana en que la manifestación de hablar en lenguas no estaba en evidencia inmediatamente después del nuevo nacimiento, los dos grandes líderes entre los apóstoles fueron a investigar este extraño suceso.

La gente de Samaria que había oído la Palabra de Dios y creído lo que Felipe predicaba, había recibido espiritualmente, dechomai. Ellos habían recibido espiritualmente el nuevo nacimiento, el poder, el don proveniente del Espíritu Santo; pero no habían manifestado nada en el mundo de los sentidos. Por lo tanto, Pedro y Juan vinieron desde Jerusalén.

Versículo 15:
los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen [lambanō] el Espíritu Santo [pneuma hagion].

Ellos habían recibido espiritualmente, dechomai, pero no habían recibido en manifestación, lambanō. Cuando Pedro y Juan vinieron desde Jerusalén, oraron por los nuevos creyentes para que ellos pudieran lambanō, manifestar, el espíritu santo, el cual habían recibido como un don proveniente del Donador en el momento en que fueron salvos.

Versículos 16:
porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos [el espíritu santo no había sido manifestado], sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.

“No había descendido sobre ninguno de ellos”. La palabra “descendido” es epipiptō, y la palabra “sobre” es epi. “Descendido sobre” es epipiptō epi. Piptō quiere decir “descender”. Epipiptō por lo tanto quiere decir “descender desde sobre un plano más alto”. Epi, “sobre”, por sí mismo se usa con el caso dativo, indicando superposición (en reposo sobre) – el resultado del epipiptō, descendiendo desde un plano más alto. Por lo tanto la frase “descendido sobre ninguno de ellos” literalmente quiere decir “descendido desde sobre un plano más alto a una posición en reposo en un plano más bajo”, o sea, “desde sobre” (epipiptō) el plano espiritual al “en reposo sobre” (epi) en manifestación en el reino natural.

Versículo 17:
Entonces les imponían las manos, y recibían [lambanō] el Espíritu Santo. [pneuma hagion].

Los apóstoles, Pedro y Juan, le impusieron las manos a los creyentes que habían antes recibido al Señor Jesucristo, dechomai, pero que no habían recibido, lambanō, manifestado, el don en el mundo de los sentidos.

La “imposición de manos” es usada en la Palabra de Dios para identificar a la persona que está ministrando con la que está siendo ministrada. Aun más, cuando se imponen las manos, es para que las manifestaciones de revelación (a saber, la palabra de ciencia, la palabra de sabiduría y el discernimiento de espíritus – tres de las nueve manifestaciones del espíritu) sean puestas en operación.

Por medio de las manifestaciones de revelación Pedro y Juan recibieron la información sobre el por qué la gente de Samaria había recibido espiritualmente el nuevo nacimiento, el poder proveniente del Espíritu Santo, pero no lo habían manifestado en el mundo de los sentidos. Fuera lo que fuere que estaba impidiendo que los cristianos de Samaria manifestaran pneuma hagion, Pedro y Juan, habiéndole impuesto las manos, y sabiendo por revelación cuál era el obstáculo que estorbaba, lo echaron fuera en el nombre de Jesucristo, y entonces los cristianos samaritanos recibieron, lambanō, manifestaron pneuma hagion.

Con solamente una rápida lectura de Hechos 8 y sin el entendimiento de la operación de las nueve manifestaciones del espíritu, sería difícil dividirlo correctamente. Leyendo los versículos nueve al once, sabemos que espíritus diabólicos se habían infiltrado entre los samaritanos de tal forma que, de las tres manifestaciones de revelación del espíritu santo, el discernimiento de espíritu debe haber estado mucho en operación.

Estos samaritanos habían sido engañados por Simón por mucho tiempo. Aquí hay una verdad que todos los cristianos deben reconocer. 1Juan 4:4 declara francamente: “…mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. Ni siquiera el infierno completo puede detener a un hombre de ser renacido y de recibir el poder o don proveniente del Espíritu Santo cuando éste cree de acuerdo con Romanos 10:9. Todos los espíritus diabólicos en el mundo no son lo suficientemente fuertes como para resistir el poder proveniente del Espíritu Santo. Satanás no podía detener a los samaritanos de ser renacidos, ni puede Satanás detener a nadie de ser salvo porque la salvación es un don y cualquiera que desee recibir puede recibir ese don de salvación y ser lleno con el poder proveniente del Espíritu Santo cuando cree.

No dice en Hechos 8 que cuando los samaritanos recibieron pneuma hagion ellos hablaron en lenguas. Pero quisiera que ustedes noten cuidadosamente el versículo 18.

Hechos 8:18:
Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo [el pneuma, el hagion], les ofreció dinero.

Permítanme preguntarles: “¿Qué vio Simón?” Uno no puede ver espíritu. Uno no puede ver el nuevo nacimiento, ya que Cristo en ustedes, el nuevo nacimiento, es espíritu. Entonces, ¿qué vio Simón cuando estos apóstoles, Pedro y Juan, impusieron las manos a los creyentes que habían aceptado al Señor Jesucristo? Lo que Simón vio tuvo que haber estado en el mundo de los sentidos, algo visible, algo que fue manifestado. Por lo tanto, Simón vio una manifestación del espíritu que tiene que haber sido hablar en lenguas, porque en todo otro caso donde la manifestación del espíritu santo es mencionada, siempre es hablar en lenguas.
Versículo 19:
diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba [lambanō] el Espíritu Santo [pneuma hagion].

Por la imposición de manos nada se comunica automáticamente. No se le puede dar nada a nadie a menos que esa persona lo desee y no se puede dar nada si uno no lo tiene. Pedro le dijo al hombre cojo en la puerta del Templo, según está relatado en Hechos 3:6: “Lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. La imposición de manos por revelación es un medio de identificar a la persona que está ministrando con la persona que tiene necesidad, y entonces las manifestaciones de revelación están en operación.

Simón no pudo haber visto espíritu, pero vio que algo ocurrió cuando los apóstoles le impusieron las manos a los creyentes samaritanos. Entonces les dijo a Pedro y Juan: “Dadme también a mí este poder [denme este ministerio de apóstol]”. Y “les ofreció dinero”. El estaba dispuesto a pagar dinero por el ministerio de un apóstol pensando que a quien quiera que le impusiere sus manos, esa persona manifestaría, lambanō, pneuma hagion. Pero un ministerio no puede ser comprado; un ministerio no puede ser ganado; un ministerio en el cuerpo de la Iglesia es un don de Dios.*

Hechos 8:20:
Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.

Pedro le dijo “Tu dinero perezca contigo”. La palabra griega para “perezca” quiere decir “pudrirse”. Cuando una persona es renacida del Espíritu de Dios, habiendo recibido vida eterna, y Simón había sido renacido según dice en el versículo 13, ya no puede perecer espiritualmente. “Tu dinero perezca contigo” no quiere decir que Pedro le dijo a Simón que él iba a perder su vida eterna. El le estaba explicando a Simón que tal como el cuerpo perece, se desintegra, se pudre, así el dinero que Simón había ofrecido por este ministerio, “el don de Dios”, perecería con él, con su cuerpo. Noten la palabra “pensado”. Después que una persona es renacida del Espíritu de Dios, ella debe renovar su mente de acuerdo a la Palabra, y este cambiar de la mente es por lo general un proceso lento. Esto explica por qué Simón “estaba atónito” cuando vio las señales y grandes milagros ejecutados por Felipe. Su mente no había sido renovada y pensó que podría ser posible comprar tal ministerio. Simón, aunque renacido, no se había puesto la mente de Cristo porque pensó “que el don de Dios [Aquí, el ministerio de un apóstol es llamado el don de Dios.]” se podía comprar con dinero.

Pedro continúa reprendiendo a Simón en el versículo 21.

Hechos 8:21:
No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios.

*Efesios 4:8,11: “Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros”.
La palabra “asunto” debería ser la palabra “ministerio”. La palabra “corazón” indica la sede de la vida personal. Simón había sido renacido del Espíritu de Dios, pero su vida personal estaba equivocada. Sus pensamientos estaban equivocados; estaban fuera de comunión con Dios.

Versículo 22:
Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad…

La palabra “arrepiéntete” debe ser traducida “abandona”. Cuando uno se arrepiente recibe remisión de pecados.* Debe entonces abandonar su maldad. De acuerdo con Hechos 8:13, Simón mismo creyó y se arrepintió cuando se convirtió. Una persona solamente se puede arrepentir una vez. Después de la salvación, todavía es posible pecar si no nos hemos puesto la mente de Cristo. Si nuestros pensamientos no son sus pensamientos, nuestras mentes no son su mente. Simón, por lo tanto, es instruido por Pedro a abandonar esta maldad de tratar de comprar el ministerio de un apóstol.

Versículo 22:
 Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá [la palabra “quizás” en el texto crítico griego lee “que”] te sea perdonado el pensamiento de tu corazón.

El versículo 22 debería ser traducido literalmente: “Abandona, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios que te sea perdonado el pensamiento de tu mente”. No dice que se arrepienta del pensamiento, sino que éste sea perdonado. Una vez que somos renacidos del Espíritu de Dios y pecamos, debemos confesar nuestro pecado que es comunión rota con Dios, y El es, de acuerdo con 1 Juan 1:9, “fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

Hechos 8:23-25:
porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. [Esto Pedro lo sabía por revelación, palabra de ciencia.]

Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.

Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio.

Pedro y Juan habían cumplido con su misión en Samaria. Habían instruido a los samaritanos con respecto al poder que habían recibido (dechomai) y los samaritanos entonces manifestaron (lambanō) las evidencias del don proveniente del Espíritu Santo.



*Hechos 2:38: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón [debe ser “remisión”] de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.