viernes, 25 de octubre de 2013

57 - UN NUEVO ENCUENTRO CON DIOS
Dios está siempre dispuesto a hablarle a su vida. ¿Está usted listo para escuchar?

Sal 25:14  La comunión íntima de Jehová es con los que le temen,                                                   Y a ellos hará conocer su pacto.

Comunión intima : sod
de H3245; sesión, i.e. compañía de personas (en deliberación estrecha); por impl. intimidad, consulta, secreto: compañía, comunicar, comunión, congregación, consejo, consultar, entrar, favor, íntimo, reunión, (consejo) secreto.
Temen : yaré
de H3372; temer; moralmente reverente: medroso, temer, temoroso, temor.
Conocer : yadá
raíz primaria; conocer (propiamente asegurar al ver); usado en una gran variedad de sentidos, figurativamente, literalmente, eufemismo y inferencia (incluído observación, cuidado, reconocimiento; y causativo instrucción, designación, castigo, etc.) [como sigue]: aparecer, caso, castigar, célebre, comprender, concernir, conocer, conocido, conocimiento, considerar, contar, contestar, cuidar, dar, declarar, desconocer, descubrir, diestro, diligente, dirigir, discernimiento, discernir, distinguir, docto, doler, echar, elocuente, encontrar, enseñar, entender, entendido, enterar, entrar, examinar, experimentado, experimentar, experto, familiar, hallar, ignorante, ignorar, informar, inquirir, insaciable, llegar, manifiesto, mostrar, notar, notificar, notorio, pariente, pensar, percibir, preocupar, príncipe, pronosticar, quebrantar,reconocer, responder, saber, a sabiendas, sabio, señalar, sentir, tener, ver.
Pacto: berít
de H1262 (en el sentido de cortante [como H1254]); pacto (porque se hace pasando en medio de pedazos de carne): aliado, confederación, convenir, hacer alianza, pacto, prometer.   (Concordancia Strong)

El agobio de la vida es capaz de embotar nuestros sentidos espirituales. En vez de anhelar una comunión más cercana, muchos creyentes encuentran placer y satisfacción en las cosas del mundo. El resultado es que nos movemos día tras día, y semana tras semana, sin la alegría y la satisfacción que son posibles por medio de una relación estrecha con el Señor.

La triste verdad es que algunos cristianos se conforman con tener una relación distante con Dios. Lo que ellos no entienden es que Dios anhela realmente relacionarse con ellos, y también con usted.

¿Qué significa tener un encuentro con Dios?.
Aunque el Señor normalmente se comunica con nosotros por medio de la oración, la Biblia, y la intervención del Espíritu Santo, a veces viene a nosotros de una manera más dramática, como lo hizo con el profeta Isaías (Is 6). Tales momentos… Son inesperados. La palabra encuentro transmite la idea de una reunión inesperada.

Cuando Isaías fue al templo cierto día, no tenía idea de que algo trascendental sucedería. Era un día normal como todos, hasta que el Señor se le apareció con un despliegue deslumbrante de su gloria.
Son provocados por Dios. No podemos manipular esta clase de experiencias. 
Nuestra responsabilidad es mantener abiertos nuestros oídos espirituales y ser receptivos. Luego, cuando Dios tenga algo que decirnos, estaremos listos para escucharle.
Stg 1:19  Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;
Siguen sucediendo hoy. Los relatos de la Biblia describen a Dios teniendo comunicación inesperada con las personas. Puesto que el Señor nunca cambia, Él sigue tratando con la humanidad de maneras grandiosas e imprevistas.
¿Qué impide tener un encuentro con el Señor?
Esta clase de experiencia no está reservada solo para los pastores o los personajes de la Biblia. Dios quiere comunicarse con todos sus hijos, pero a veces estamos demasiado ocupados y preocupados, que no lo escuchamos. Si usted no puede recordar algún encuentro con el Señor, tal vez se deba a que sus oídos están en sintonía con los sonidos y las voces del mundo.
Para subrayar lo que digo, piense en cuánto silencio experimenta usted en un día normal. ¿Hay un tiempo cuando está callado y receptivo al Señor, o está su día lleno de voces y agitación desde la mañana hasta la noche? Cuando Dios tiene que competir con toda la actividad y el bullicio que hay en nuestra vida, su voz es ahogada.

Si usted se siente desconectado y distante del Señor, no tiene que seguir así. Él desea relacionarse, pero usted tendrá que aquietar su espíritu, acercarse a Él y escuchar la voz de Dios hablándole por medio de su Palabra. Luego, cuando Él venga con un mensaje especial, estarán dadas las condiciones para que se abra una puerta de comunicación. El momento de comenzar a acercarse a Él es ahora mismo, no cuando usted necesite desesperadamente escucharlo.

¿Qué puede usted esperar de un encuentro con Dios?
Aunque el Señor quiere hablar con usted cada día en comunión constante, a veces tiene algo tan importante que transmitir, que entrará en su vida de una manera más dramática. La experiencia de Isaías muestra lo que puede esperarse cuando el Señor nos hace una visita no anunciada (Is 6.1-9).
Una abrumadora conciencia de su presencia: Un encuentro con Dios puede suceder en cualquier lugar: en el hogar, la iglesia, durante una caminata, o mientras conduce su automóvil; pero dondequiera que Él se presente, usted sentirá siempre una abrumadora sensación de su presencia. Isaías dijo: "Vi al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo" (v. 1). A pesar de que la experiencia suya probablemente no será tan dramática, en cualquier momento que Dios quiera llamar su atención, Él hará evidente su presencia.

Una conciencia de su santidad: Cuando el Señor se le apareció a Isaías, estaba acompañado de seres angelicales que cubrían sus rostros con total reverencia por su absoluta pureza y perfección, mientras clamaban: "¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos!" (v. 3). Este atisbo en el dominio espiritual abrumó a Isaías con una conciencia de la gloria y la santidad de Dios.
El hecho de vivir en un mundo caído nos impide comprender verdaderamente cuán inmensa es la diferencia entre el Señor y nosotros. Con demasiada frecuencia intentamos bajarlo a nuestro nivel, pero un encuentro con Dios abre nuestros ojos para reconocer su superioridad inalcanzable.
Una sensación de nuestra indignidad. Uno de los resultados de tener un encuentro con Dios es una conciencia inmediata de nuestra condición pecaminosa. Es por eso que Isaías exclamó: "¡Ay de mí que soy muerto!" (v. 5). En la presencia de Dios se magnifica el contraste entre su santidad y nuestro pecado, no para condenarnos, sino para ayudarnos a ver lo malo que hay en nosotros desde su perspectiva, para que lo confesemos y nos arrepintamos.

La visión del Señor le recordó inmediatamente a Isaías su propia área de debilidad: Dijo que era un "hombre inmundo de labios" (v. 5). Aunque los creyentes hemos sido perdonados totalmente en Cristo, nuestras vidas nunca deben ser dominadas por el pecado. A medida que crecemos en nuestra fe, el Espíritu nos revela cada vez más las conductas y las actitudes que no se ajustan a nuestra nueva identidad en Cristo.

Una conciencia del misericordioso perdón de Dios: Después de tener un encuentro con el Señor y enfrentar nuestros pecados, tenemos que saber que hemos sido perdonados. Para limpiar los labios de Isaías, uno de los serafines tocó su boca con un carbón encendido del altar. El carbón encendido simbolizaba el sistema de sacrificios de expiación por medio del cual Dios concedía su perdón al pueblo. Para los creyentes de hoy día, el perdón ha sido logrado de una vez por todas, por el sacrificio de Cristo en la cruz.
Esta ha sido la acción más grandiosa en la historia humana, pero a veces no apreciamos verdaderamente el sacrificio del Salvador. Hemos oído hablar de ese sacrificio y lo hemos alabado, pero ¿hemos derramado lágrimas de gratitud? Si pensar en el Hijo de Dios colgado en una cruz no le conmueve, algo anda mal en su relación con Él. Cuando la familiaridad ha hecho que nuestros corazones se enfríen, un encuentro con Dios despierta de nuevo nuestro amor y agradecimiento por la magnitud de su sacrificio.

Efe 2:8  Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;            Efe 2:9  no por obras, para que nadie se gloríe.   Efe 2:10  Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Un llamamiento a la acción. Cuando el Señor se le apareció a Isaías, le preguntó: "¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?" (v. 8). Tenía un trabajo para Isaías, así como Él tiene tareas para cada uno de nosotros. A veces, para movernos en la dirección correcta, Dios tiene que interrumpir nuestras vidas con una abrumadora sensación de su presencia.       ¿Cómo debe usted responder?
Aunque los contextos, las ocasiones y las situaciones han cambiado, , cada vez que tengo la sensación de la presencia del Señor, espero en silencio para escuchar lo que quiere decirme. Por lo general, me revela algo muy concreto que Él quiere que yo haga.

Si usted anhela tener un encuentro con Dios, comience hoy a cultivar una relación íntima con Él. El Señor le ama muchísimo y quiere que usted esté consciente de su presencia, pero debe tener la disposición de estar con Él.

Dedique tiempo cada día para leer la Biblia y orar, para que sus oídos espirituales se acostumbren a la voz de Dios. Pídale que le hable a su corazón, y espere después sus instrucciones. Luego, cuando Él venga a usted con una dirección muy clara, responda de la manera que lo hizo Isaías:  "Heme aquí, envíame a mí”.   jca.

miércoles, 2 de octubre de 2013

 LA SANIDAD ES LA VOLUNTAD DE DIOS
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”
Isaías 53:4-5
El punto de partida para recibir la sanidad es saber que Dios lo quiere sano, entonces: Comprenda que la voluntad de Dios es que usted sea sano.
No sólo perdonó todas nuestras iniquidades sino también “sanó todas nuestras dolencias” no dejó ni siquiera un dolor de cabeza. No diga: “- quizás me pueda sanar de una gripe, pero no del cáncer -”. Él se llevó toda enfermedad, hasta el cáncer. Se llevó todas nuestras enfermedades y sufrió todos nuestros dolores.

Ahora sería bueno saber ¿por qué es la voluntad de Dios querer que estemos sanos?  Todo forma parte del propósito divino. Jesús vino a esta tierra a pregonar las buenas nuevas del reino de Dios. Vino a establecer el reino. Él declaró al empezar su ministerio en esta tierra lo siguiente:

“Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.                        Mateo 4:17

Es por ello que la voluntad del Padre es que seamos sanos y saludables, llenos de energía y vitalidad. Somos parte de un propósito divino. Por desconocimiento de esta verdad algunos llevan años cargando enfermedades y dolencias en sus cuerpos alegando que es una prueba del Señor. ¡NO! ¡Esto no es así! Dios no es el autor de las enfermedades. Él no iría en contra de su propósito. No está en Su naturaleza el mal.
Vuelva a leer atentamente el versículo. ¿Para qué murió Jesús? ¿Para qué pasó por la cruz? ¿Qué obtuvo? Déjeme decírselo: su SALVACIÓN pero también su SANIDAD.
“… y por su llaga fuimos nosotros curados”.

Curado significa sanado, hecho completo, bendecido, restablecido. El Señor Jesús en la cruz del calvario pagó el precio por la obra completa: la sanidad del ser humano tanto en el espíritu, alma como en el cuerpo.
Toda esa bendición está disponible para el hombre y la mujer completamente. Esto es parte del plan divino, es la voluntad de Dios.
No piense que porque usted no lo ve todavía esto quiere decir que no pueda ser suyo, porque lo suyo es lo que dice la Biblia, nada más ni nada menos.
Que la obra de Cristo no sea en vano para usted. Él ya lo hizo, Él ya lo sanó. Ahora usted debe recibir por medio de la CREENCIA  esta sanidad.
Él llevó nuestras enfermedades. ¿Para qué va a sufrir si ya Él se las llevó? Ciertamente lo hizo.
Diga: Yo tengo el derecho a estar saludable, fuerte y lleno de la sabiduría de Dios.
Levante los brazos y comience este proceso de sanidad confesando esta palabra: Se llevó mis enfermedades, no hay más dolor en este cuerpo. El Señor lo sufrió por mí porque me ama, me ama, me ama. Declare: “Ya estoy curado. ¡Mi cuerpo estás sano! Es el pacto de la salud, de la bendición, gracias Dios.”
Para que la voluntad del Padre fuese llevada a cabo, Jesús tuvo que morir en la cruz como nuestro sustituto y pagar por los pecados, la miseria, las enfermedades y la maldición.                Romanos 8:32
  El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”

Nuestro Padre es un Padre generoso, en amor nos dio todo a través de Jesús. Jesús pagó el precio del pecado para que nosotros no tuviéramos que hacerlo y pudiéramos, por medio de él, volver al propósito original (establecer el reino) y a su comunión, donde no hay falta de ningún bien, hay buena salud, vida abundante, paz y amor sobreabundante. En Él no nos falta absolutamente nada y es el deseo de nuestro Padre que esto lo vivamos aquí en la tierra y lo impartamos a los que nos rodean. Él nos eligió para extender su reino, para ser portadores de su Espíritu, manifestando su gloria y amor.
Sepa que a usted no le falta nada para ser sano. La provisión de sanidad ya fue hecha, ¿Donde? En la Cruz.

¡Recíbalo ahora por la fe, CREENCIA  en el nombre del Señor Jesucristo!

Dios dice en esta escritura que nos dio a Jesucristo, ¿cómo no nos dará con él todas las cosas? Entonces, crea que lo recibe ahora. No piense que esto es para otro, ¡es para usted! No viva como un sobreviviente cuando la voluntad de Dios es su sanidad completa. Usted es digno de Jesucristo, usted es digno de recibir su sanidad.)

Fortaleza en medio de la soledad, si usted se siente solo, Dios esta para sanar esta dolencia del alma que enferma también.

Cuando nadie le ofrezca ayuda, DIOS estará con usted.
La soledad es una de las experiencias más dolorosas de la vida. Puesto que Dios nos creó para relacionarnos, la falta de compañía puede ser muy angustiosa. Es probable que en algún momento, todos hayamos luchado con sentimientos de aislamiento. Es especialmente difícil cuando estamos atravesando una situación penosa, y no hay nadie que pueda darnos ánimo
Fortaleza para soportar la soledad, Lo que queremos en ese momento es compañía, apoyo y aliento, para que nuestro dolor emocional se vaya.
Pero, a veces, la situación persiste, y el aislamiento parece que seguirá para siempre. En momentos así, necesitamos fortaleza para soportar.
Cuando estamos solos y otros no pueden o no quieren ayudarnos, Él es quien nunca nos deja.
El apóstol Pablo conocía el dolor de la soledad. Después de muchos años de fiel servicio al Señor, fue a parar a una prisión en Roma. Su última carta a Timoteo nos da una idea de su actitud durante los últimos días de su vida terrenal.
A pesar de que se había entregado al servicio a los demás, Pablo estaba solo al final de su vida; solamente Lucas lo acompañaba (2 T 4.9-16.). Demas, uno de sus primeros compañeros, lo había abandonado, y otros colaboradores se habían mudado. Y tristemente, en su primera defensa ante el tribunal romano, Pablo dijo: "Nadie estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon" (v. 16).
Veremos las maneras como Dios obró en su vida, cómo puede hacerlo en nosotros. Pablo era de carne y hueso, con debilidades humanas. Luchó con sentimientos, frustraciones y dificultades.
Pablo experimentó la soledad de muchas maneras. Extrañaba la compañía de quienes amaba, y sentía el dolor de haber sido abandonado por Demas. Las limitaciones y las privaciones de su vida en la cárcel aumentaban su sensación de aislamiento. Ya no era libre para hacer lo que más amaba: ir a todo el mundo para anunciar el evangelio, Y conforme avanzaban los días, él sabía que su muerte era inminente.
La ayuda del Señor en nuestra soledad
Pero la vida en la cárcel no fue la única situación de aislamiento que enfrentó Pablo.
Cuando fue llamado ante las autoridades romanas para defenderse, nadie lo apoyó. Pero no estuvo solo, Dios estuvo con él y lo fortaleció para que pudiera cumplir los propósitos del Señor (v. 17).
La seguridad de la presencia de Cristo. Aunque los romanos dominaban el mundo, el Rey del universo permanecía junto a Pablo.
Un hombre con Cristo es más poderoso que cualquier autoridad terrenal.
Cuando Pablo se enfrentó al tribunal, su valentía creció al recordar cuando el Señor había estado con él.
Aunque nuestras experiencias personales con el Señor son de un valor incalculable, nuestra mayor fuente de seguridad es la Biblia. Dios le dice a su pueblo en sus páginas, que Él está con ellos. Antes de que Cristo ascendiera al Padre, prometió a sus seguidores: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mt 28.20). 

Efectivamente, los creyentes tienen al Espíritu Santo dentro de ellos, y Él permanecerá allí para siempre (Jn 14.16, 17). En tiempos de debilidad, soledad o temor, recuerde que el Señor está siempre con usted, aunque no pueda percibirlo.
La realidad de la presencia constante de Dios con nosotros es un hecho cierto, sobre todo en períodos de soledad.¿Por qué me siento tan solo? Cuando su presencia no es perceptible, nuestro valor para enfrentar el aislamiento y las dificultades se debilita. En momentos así, necesitamos depender de la verdad, no de los sentimientos. Confíe en la realidad de que Él nunca desamparará ni dejará a quienes han sido salvos (He 13.5).
La ayuda de la fortaleza divina. 

La segunda manera cómo el Señor ayudó a Pablo a enfrentar solo a las autoridades romanas, fue fortaleciéndolo (v. 17). Años antes, Pablo había escrito una carta a los filipenses, en la que les decía: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil 4.13). Ahora estaba practicando lo que predicaba.
La poderosa presencia del Señor le dio la valentía que necesitaba para proclamar a Cristo en esta amenazadora situación.
En su caminar con Cristo, Pablo había aprendido que sus tiempos de debilidad eran la invitación de Dios para que dependiera de Él. Cuando el apóstol estuvo luchando con un "aguijón en su carne", el Señor le dijo: "Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Co 12.9 NVI). No deje de sentir esperanza en su soledad.
Cuando usted está emocional, física o espiritualmente débil, se encuentra en posición privilegiada para ser testigo del poder de Dios obrando en usted. Él le dará la fortaleza y el valor necesarios para soportar cualquier cosa por la que esté pasando.
El cumplimiento del llamado de Dios. Una cosa en la que podemos confiar, es en la fidelidad de Dios. Él siempre nos dará el poder para realizar su plan. Pablo dijo que el Señor lo fortaleció "para que por [él] fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen" (2 Ti 4.17). Él sabía que este lugar era donde Dios quería que él fuera; su prisión y su juicio eran parte integral del cumplimiento de su llamado.
En efecto, antes de su primera prisión en Roma, el Señor le dijo claramente a Pablo que este era su destino. Cuando los judíos de Jerusalén trataron de matarlo, el Señor Jesús estuvo a su lado, y le dijo: "Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma" (Hch 23.11). Y durante una tormenta rumbo a Roma, un ángel se paró delante de él, diciendo: "Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César" (Hch 27.24).

Ya que el deseo de Pablo era hacer la voluntad de Dios, podemos estar seguros de que aprovechó esta oportunidad en la cárcel para anunciar a Cristo a los gobernantes romanos de su época. No fue complaciente ni suavizó su mensaje para salvar su vida. Cuando tenemos la convicción de que estamos haciendo el trabajo que Dios nos ha dado, nos llenamos de celo y coraje que las fuerzas del mal no pueden destruir.
Esta no fue la primera demostración de coraje de Pablo; su historia anterior de valentía había moldeado su respuesta actual. Cada vez que defendemos lo que creemos, Dios usa eso como una oportunidad para fortalecernos para el próximo desafío, que puede muy bien ser más difícil y más costoso. La vida de Pablo estuvo siempre en peligro, pero él no la estimaba preciosa para sí mismo. Su meta era terminar el ministerio que había recibido del Señor Jesús (Hch 20.24).
El temor a la muerte puede hacer que perdamos el ánimo, pero el saber que Dios tiene nuestros días en su mano, nos da la confianza para seguir adelante. El Señor ha trazado una ruta para cada uno de nosotros, y Él guarda nuestro camino cuando buscamos cumplirlo.
Aunque Pablo estaba dispuesto a morir como resultado de su testimonio ante el tribunal, los propósitos del Señor para él no se habían consumado; por tanto, preservó su vida (2 Ti 4.17).

A sus ojos, un creyente postrado en la cama de un hogar de ancianos todavía tiene un propósito y un llamado de Él. Tenga la seguridad de que, si todavía respira, el Señor sigue teniendo planes para usted.
La respuesta a la soledad
Mantener un enfoque en la eternidad. Durante toda su experiencia en la cárcel, Pablo fue capaz de responder de manera agradable, pues su meta era terminar lo que el Señor le había llamado a hacer, y recibir el galardón celestial guardado para él (2 Ti 4.6-8). Sin esta clase de perspectiva, estamos propensos a caer en la amargura.
Seguir testificando. Pablo nunca mantuvo su enfoque en sí mismo. Hasta su último aliento, buscó las maneras de compartir el evangelio de la esperanza. Su última carta está llena de preocupación por los demás, y de consejos para su querido amigo Timoteo. Las limitaciones de su situación no le impedían servir y ocuparse de otras personas.

Dejar los resentimientos. A pesar de haber sido abandonado, Pablo no guardó resentimientos. Cuando nadie lo apoyó, dijo: "No les sea tomado en cuenta" (v. 16). Tampoco tuvo amargura contra Dios por su soledad. Aunque una prisión no era el final apropiado para un siervo tan fiel, Pablo la consideraba la última fase de la misión que recibió del Señor.
Permanecer en la Palabra. En la conclusión de su carta, Pablo le pide poco a Timoteo: solo un abrigo y "los libros, especialmente los pergaminos" (v. 13). La capa era, sin duda, para su bienestar físico, pero el material de lectura era para su aliento espiritual. Los pergaminos eran, probablemente, copias del Antiguo Testamento; ellas habían guiado su corazón y su mente durante tantos años, y anhelaba su consuelo y aliento en la fría y solitaria prisión.
Para todos nosotros, habrá momentos en que nos sentiremos solos, cuando otros no podrán o no desearán ayudarnos. Pero pensar en nuestra situación o en los agravios de los demás, solo conduce al resentimiento y a la autocompasión.


En cambio, si buscamos al Señor y confiamos en la verdad de su Palabra, descubriremos el consuelo y la fortaleza de su presencia. Nuestras almas se llenarán de valor, dándonos el poder para soportar la soledad y terminar la carrera. Dios también nos sana el alma de la soledad, porque no estamos solos El y el señor Jesucristo están con uno.  Amen.    A CREER Y VIVIR EN SANIDAD.    Jca.