lunes, 1 de mayo de 2017

CAPÍTULO XI

LAS  TRADUCCIONES  DE  LA  PALABRA  DE  DIOS



VICTOR PAUL WIERWILLE 


Al proceder como un obrero, hay información básica que tiene que mantenerse, empezando con que ninguna traducción o versión de la Biblia puede ser llamada con propiedad la Palabra de Dios.

La Biblia de la cual yo he estado citando se llama la Versión Reina-Valera, (Revisión de 1960), no es la traducción Reina-Valera. Si yo tuviera en mis manos la traducción de Casiodoro de Reina o de Cipriano de Valera, tendría una Biblia muy valiosa como artículo de colección. Una vez que se hace la traducción de un texto original, como el texto de Esteban del cual Casiodoro de Reina hizo su traducción y versión. (Y esta versión fue revisada luego por Cipriano de Valera), la traducción, esa primera copia, se llama una traducción. Cuando los estudiosos empiezan a revisar la traducción en cualquier forma, se vuelve una revisión.

Ahora, dije que ninguna traducción, menos aun una versión, puede ser llamada con propiedad la Palabra de Dios. En cuanto se sabe, no hay textos originales existentes hoy en día. El manuscrito fechado más antiguo está escrito en arameo estranguelo. Hay una posibilidad que algunos de los manuscritos más antiguos en arameo estranguelo sean anteriores al año 434 D.C. Aquéllos a los que los estudiosos o letrados se refieren como originales en realidad son del año 430 y más tarde. Estos manuscritos no son originales, los originales son aquéllos que fueron escritos por santos hombres de Dios siendo inspirados por el Espíritu Santo. En el mejor de los casos tenemos copias de los originales. Cuando me refiero a la Palabra de Dios, no quiero decir una copia o una traducción o una versión; quiero decir la Palabra de Dios que fue originalmente dada por revelación a santos hombres.

Puesto que no tenemos originales y que los manuscritos más antiguos datan del quinto siglo D.C. ¿cómo podemos regresar a la profecía auténtica la cual fue recibida cuando santos hombres de Dios hablaron? Para conseguir la Palabra de Dios en cualquier traducción o de cualquier versión, tenemos que comparar una palabra con otra palabra y un versículo con otro versículo. Tenemos que estudiar el contexto de todos los versículos. Si es la Palabra de Dios, entonces no puede tener una contradicción pues Dios no se puede contradecir a Sí mismo. El error tiene que estar ya sea en la traducción o en el entendimiento de uno. Cuando lleguemos a esa original Palabra respirada de Dios, lo cual yo confío que podemos hacer, entonces una vez más seremos capaces de decir con toda la autoridad de los profetas de antaño: “Así dice el Señor”.

Noten cuidadosamente lo que a continuación se explica acerca de la Palabra: (1) no hay textos originales en existencia hoy en día; (2) no había divisiones de capítulos en los manuscritos originales; (3) no había divisiones de versículos en los manuscritos originales. Nuestra actual división de la Biblia en capítulos, en ambos testamentos, el Antiguo y el Nuevo, data de alrededor de 1250. Nuestra división de la Biblia en versículos data de alrededor de 900 D.C. en el Antiguo Testamento, y de 1551 en el Nuevo.

Dios no puede ser culpado por el error en la división de versículos o capítulos. Los capítulos y versículos sólo son buenos para una referencia rápida. Pero debemos tener presente que los capítulos y los versículos son todos hechos por el hombre y, por lo tanto, desprovistos de autoridad en cuanto a dividir correctamente la Palabra de Verdad.

Observemos algunos ejemplos de divisiones deficientes en capítulos y  versículos.

     Génesis 1:31:
     Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.

Luego viene el capítulo 2 el cual comienza con “Fueron, pues...” Esa segunda palabra inmediatamente me dice que algo está mal porque “pues” muestra el resultado de lo que ya ha sido dicho. El capítulo 1 cerró con “Y fue la  tarde y la mañana el día sexto”. Y el capítulo 2 comienza:

Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.

     Versículo 2:
     Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.

     Versículo 3:
     Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

     Versículo 4:
     Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados.

El versículo 4 es un pensamiento enteramente nuevo. Los tres primeros versículos del capítulo 2 terminan el pensamiento del primer capítulo. El segundo capítulo debería comenzar con el versículo cuatro: “Estos son los orígenes...”

Juan 2 es otro ejemplo de mala disposición de los capítulos. Una de las razones por la cual la historia de Nicodemo no ha sido entendida es que nunca hemos leído los versículos que la preceden como parte del contexto. Juan 2:23 debería ser lógicamente Juan 3:1.

     Estando [Jesús] en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía.

Versículo 24:
     Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos,

     Versículo 25:
     y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.

     Capítulo 3, versículo 1:
     Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.

El leer estos tres versículos antes de comenzar este tercer capítulo, explica el contexto para la venida de Nicodemo. Jesús sabía lo que había en Nicodemo. Con esta introducción o antecedente al escenario de la historia, se entiende fácilmente a Nicodemo.

Juan 7:53 es un ejemplo de un capítulo que está dividido en la mitad de un versículo.

     Cada uno se fue a su casa;

El capítulo 8, versículo 1 comienza:

     y  Jesús  se fue al monte de los Olivos.

Debería leerse: “Cada uno se fue a su casa; y Jesús se fue al monte de los Olivos”. Entonces debería haber una división de capítulo para comenzar: “Y por la mañana volvió al templo...”

Si la división de capítulos no estaba en los originales, ¿qué me dice de los títulos insertados en distintas secciones del texto? Estos títulos tampoco son parte de la Palabra original respirada de Dios y generalmente están escritos en letra negrilla. Estos son los que el hombre ha añadido.

Los párrafos y referencias son todos hechos por el hombre. Los párrafos son interpretaciones de lo que los traductores piensan. Ellos indican que un tema está completo y que uno nuevo comienza. Algunas veces los traductores dejan de reconocer la división apropiada de los temas. Las referencias, las cuales están al final de la página, nos dicen lo que, según el pensamiento de los editores, tiene conexión con ese versículo. Algunas veces ellos están en lo cierto, algunas veces se equivocan. Todas estas marcas han sido añadidas y pueden confundir al estudiante común y corriente que es nuevo con la Biblia porque él puede pensar que han sido dadas por Dios mismo.

Dios dio la Palabra original. Él no es en nada responsable por los errores que los hombres han introducido por sus títulos o referencias o marcas de párrafos. El hombre cometió todos esos errores.

La puntuación es otro ardid hecho por el hombre. Si usted quiere que la Biblia diga algo para justificar su teología, todo lo que tiene que hacer es manipular la puntuación. A la Palabra de Dios se le puede hacer decir algo que en realidad no dice con solamente poner una coma. Cada traductor siguió su propio plan o su propia norma lo cual hace que toda la puntuación sea desprovista de autoridad divina.

Observamos un caso en que la Versión Reina-Valera evita la inserción de puntuación añadiendo una palabra que toma el lugar de una coma:


     Lucas 23:43:
     Entonces Jesús le dijo [al malhechor]: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

La palabra “que” no aparece en ningún texto griego, y ha sido añadida por los traductores. Si quitamos la palabra “que”, lo que nos queda es: “...De cierto te digo hoy estarás conmigo en el paraíso”. Ahora tenemos una pregunta: ¿modifica la palabra “hoy” al verbo “decir” o al verbo “estar?” Los traductores de la Versión Reina-Valera dieron su interpretación con la inserción de la palabra “que” entre “digo” y “hoy”, haciendo que “hoy” modifique “estarás”. Otras versiones dan su interpretación poniendo una coma o dos puntos antes de la palabra “hoy”, mientras que otras ponen la coma o los dos puntos después de la palabra “hoy”. ¿Por qué? Porque un grupo enseña que en el momento en que uno muere, se va al cielo, mientras que otros grupos enseñan que en el momento en que uno muere, no  va  necesariamente al cielo pues hay un periodo de espera entre la muerte y el cielo, entonces Jesús no le podía decir a ese malhechor: “Hoy estarás conmigo en el cielo”, puesto que el malhechor hubiera tenido que esperar cierto tiempo. Por otro lado, otros dicen que el hombre se va al cielo inmediatamente después de la muerte de modo que la coma antes de la palabra “hoy” está de acuerdo con su teología.

Si un hombre se va a ir al cielo hoy en día, el cielo tiene que estar disponible. Algunos enseñan que el cielo está disponible. Si hubieran estudiado la Palabra, sabrían que el cielo no está disponible. Sin embargo, este versículo habla del paraíso y el paraíso no es el cielo. El cielo es el cielo y el paraíso es el paraíso. Cuando la Palabra de Dios dice “paraíso”, quiere decir “paraíso”. El paraíso está presente en Génesis, capítulos 1 y 2, al final del cual el paraíso ya no es accesible. No está disponible otra vez  hasta el libro de Apocalipsis el cual habla de un nuevo cielo y una nueva tierra donde habita la justicia.
El paraíso siempre es un lugar sobre la tierra. Si nos vamos a ir al paraíso, tiene que estar disponible. ¿Le decía Jesús al malhechor ese día. “...De cierto te digo hoy...” o era “...De cierto te digo, hoy...” Puesto que el paraíso no existía en el día de la crucifixión, Jesús tenía que decir al malhechor que en algún momento en el futuro él estaría con Jesús, no en el cielo, sino en el paraíso.

Leamos la oración con la precisión literal de la  palabra “paraíso” en mente.

...De cierto te digo hoy [que] estarás [en un día que viene en el futuro] conmigo en el paraíso.

Esto calza con el resto de la Palabra de Dios. La inserción de una palabra extra, en lugar de una coma en su lugar debido, ha causado tanto error al dividir la Palabra.

Un ejemplo de un grave error de puntuación es en Hechos 21 el cual, cuando lo vi por primera vez, encontré difícil de creer. A mí se me había enseñado que los hombres de Dios en la Biblia, como Abraham, Pablo y Juan, nunca cometieron errores. Estos hombres estaban sobre un pedestal, mientras que nosotros, los otros humildes cristianos, les mirábamos con asombro y boquiabiertos porque ellos estaban a un nivel al cual pensábamos que nunca podríamos aspirar. El pasaje del Apóstol Pablo en Hechos 21 me dio una buena sacudida cuando se descubrió el error en el uso de los dos puntos y la coma.

     Hechos 21:14:
     Y como no le pudimos persuadir [a Pablo], desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.

Este versículo, en la forma que tiene la puntuación, obviamente dice que ellos trataron de persuadir al Apóstol Pablo que cambiase de opinión y no fuese a Jerusalén; pero como Pablo no cambiaba de opinión, ellos finalmente le dijeron: “Está bien, Pablo, anda y haz la voluntad del Señor. Ve a Jerusalén”. Pero esto no es lo que dice.

Para entender los antecedentes de esta situación, regresemos a Hechos 20:22.

Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer.

Pablo estaba ligado en espíritu. Estar “ligado en espíritu” quiere decir que uno no está espiritualmente libre. Pablo quería ir, pero algo le machacaba la mente diciendo: “No vayas”.

Pablo dijo: “Yo voy a ir a Jerusalén”; pero cuando hizo esta declaración estaba ligado en espíritu, se sentía restringido. Él sabía que no debía ir.

Versículo 23:
     salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones [si voy a Jerusalén].

     Versículo 24:
     Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

¿No suena  maravilloso, sincero, devoto? ¿Pero de qué servía la sinceridad de Pablo en ir a Jerusalén cuando el espíritu ya le había dicho que no fuese?

     Hechos 21:3:
     Al avistar Chipre, dejándola a mano izquierda. Navegamos a Siria y arribamos a Tiro, porque el barco había de descargar allí.

     Versículo 4:
     Y hallados los discípulos [allí], nos quedamos allí siete días; y ellos decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén.

¿Cuál era pues la voluntad de Dios? Que Pablo no fuera a Jerusalén. ¿Pero quién estaba determinado a ir?
    
     Versículo 8:
     Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea, y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él.

     Versículo 9:
     Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.

El versículo nueve no dice lo que las doncellas profetizaron. Yo le apostaría, sin embargo, que ellas no profetizaron sobre el precio del café, o sobre quién ganaría el próximo juego de pelota. ¿De qué está hablando el contexto? De un hombre que quería ir a Jerusalén mientras que la voluntad del Señor era que no fuera. Pablo persistió, sin embargo. En contexto sabemos cuál fue el tema de la profecía de las doncellas.

Después de un periodo de tiempo vino otro mensaje para Pablo.

     Versículo 10:
     Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo.

Miren el esfuerzo que estaba haciendo Dios para mantener a Pablo fuera de un lío. Primero que nada, le dijo a Pablo personalmente que no fuera a Jerusalén; Pablo estaba ligado en espíritu. Luego Pablo fue prevenido por un grupo en Tiro quienes le dijeron, por el espíritu, que no fuera. Pablo continuó su viaje hasta Cesarea donde cuatro creyentes cristianas profetizaron. Finalmente Dios mandó a un profeta a hacer el recorrido desde Jerusalén hasta Cesarea para que interceptase a Pablo en su jornada y dijese: “Pablo, no vayas a Jerusalén”.

     Hechos 21:11:
     quien viniendo [Agabo] a vernos, tomó el cinto de Pablo [una cinta de tela de diez a doce centímetros de ancho la cual ellos ataban alrededor de sus vestiduras exteriores], y atándose los pies y las manos, dijo:
Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.

Agabo predijo que, al llegar a Jerusalén, Pablo sería entregado en manos de los gentiles.

     Versículo 12:
     Al oír esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén.

Dios había hecho todo para mantener a su hombre fuera de un gran dilema, pero Pablo estaba determinado a meterse en el dilema. Dios puede tratar de decirle algo a usted, pero si usted no quiere escuchar, Él no lo puede forzar a usted.

     Versículo 13:
     Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis  llorando y quebrantándome el corazón?...

Pablo se lamentaba, para así decirlo: “¿No saben ustedes que yo estoy listo no sólo a ser atado sino a morir también en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús?” ¡No suena eso magnífico y sincero! Pero Pablo estaba totalmente equivocado. La voluntad del Señor era que no fuera a Jerusalén.

Después que los traductores dieron la Palabra exactamente hasta este punto, llegaron al versículo 14. Los traductores trataron de ayudar a Pablo a salvar las apariencias en las traducciones modernas con simplemente poner comas y dos puntos.

     Versículo 14:
     Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.

Si se dejan las comas y los dos puntos, hay una complicación de errores pues la verdad del pasaje es claramente obvia. Cuatro veces la Palabra del Señor para Pablo fue que no fuera  a  Jerusalén. Si esa era la Palabra de Dios, entonces tiene que encajar con el versículo 14 también. ¿Qué hicieron los traductores? Pusieron comas y dos puntos para justificar su teología pues no podían creer que el Apóstol Pablo jamás hubiese cometido un error. Permítame preguntar: ¿Fue Pablo a Jerusalén? Seguro, él fue a Jerusalén. ¿Se metió en problemas? Claro que sí; él casi perdió su vida allí. Este poderoso hombre de Dios, bajo cuyo ministerio toda el Asia Menor oyó la Palabra de Dios en dos años y tres meses, en los dos años que siguieron no ganó una sola alma para el Señor Jesucristo. El único pasaje es en Hechos 26:28 cuando le testificó a Agripa el rey, quien le dijo a Pablo “...Por poco me persuades a ser cristiano”. Si los evangelistas que usan este texto se dieran cuenta de lo que en realidad implica, nunca lo usarían otra vez. En el contexto, la cita es acerca del ministerio de un hombre que estaba fuera de la voluntad de Dios. Lo más cerca que Pablo llegó a estar en ganar alguien para el Señor en todos esos años fue “por poco”.

Quite las comas y los dos puntos de Hechos 21:14:

     Y como no le pudimos persuadir [a Pablo] desistimos diciendo [dejamos de decir:] hágase la voluntad del Señor

En un momento sus amigos cristianos le decían a Pablo: “Haz la voluntad del Señor. No vayas a Jerusalén”. Trataron lo mejor que pudieron para persuadirle, pero como no le pudieron persuadir, dejaron de decir “haz la voluntad del Señor” porque Pablo estaba determinado a hacer su propia voluntad. Ahora la Biblia encaja como anillo al dedo, ahora tenemos la Palabra de Dios. Las comas y los dos puntos han sido todos añadidos por el hombre. En la Palabra de Dios original no había puntos, ni dos puntos, ni comas, ni puntos y comas, ni capítulos, ni versículos, ni títulos, ni referencias.


Todas estas cosas han pasado por períodos de cambio. En este estudio Poder Para la Vida Abundante en el cual estamos interesados en la precisión y en la integridad de la Palabra de Dios, debemos volver a esa Palabra original la cual fue dada cuando santos hombre de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. Debemos arrancar las teologías de los traductores las cuales han venido con las artimañas hechas por los hombres, y una vez más descubrir la perfecta Palabra respirada de Dios.
CAPÍTULO 10

LA PALABRA CORRECTAMENTE DIVIDIDA



VICTOR PAUL WIERWILLE 


Una y otra vez he oído la aseveración que la Palabra de Dios causa problemas en una comunidad o en una iglesia o en nuestra sociedad. Después de oír eso frecuentemente y después de investigar en la Palabra por qué hay división y falta de acuerdo entre cristianos, escribí un estudio intitulado: “¿Por qué la división?” La división no viene de la Palabra de Dios; viene de la incredulidad de aquellos que rehúsan creer en la integridad y la precisión de la  Palabra de Dios.

El tema de este capítulo es la precisión de la Palabra de Dios y la responsabilidad de un obrero hacia esa Palabra. 2 Timoteo 2:15 es nuestro punto de partida al estudiar este tópico.

Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

El único gran requisito de todo estudiante bíblico es usar bien la Palabra de Verdad. La Biblia, la Palabra de Dios en su forma originalmente revelada, es la Palabra de Verdad. Pero cuando se la usa mal, la verdadera Palabra no existe. Tenemos la Palabra de Verdad  solamente en la medida en que usamos bien la Palabra de Dios. Todas las personas, en un momento u otro, usan la Palabra, no es si usamos o no la Palabra, el asunto es si la usamos bien.

Cualquiera puede tomar la Palabra de Dios y hacerla decir lo que él quiere, sacándola de su contexto, o añadiendo u omitiendo ciertas palabras. Hay un cuento de un hombre que dijo una vez que podía probar, de la Biblia, que no hay Dios. Él citó de Salmos 14:1: “No hay Dios”.

     Salmos 14:1:
     Dice el necio en su corazón: No hay Dios...

¿Dice ese versículo que no hay Dios? Sí lo dice. Dice: “No hay Dios”. Luego uno puede ir a la Biblia y probar justamente lo que dijo el hombre. Él solamente se olvidó de incluir la primera parte del versículo: “Dice el  necio en su corazón...”

Una persona puede probar cualquier cosa con la Biblia con solamente aislar un texto o con cambiarlo. Cualquiera puede justificar un punto vista teológico manipulando la Escritura.

2 Timoteo no nos dice que usemos la Palabra; nos dice que la usemos bien. 2 Timoteo es el único lugar en la Biblia donde se encuentran las palabras “usa bien”. De nuevo un uso singular en la Palabra de Dios indica que la expresión es particular y dinámicamente significativa. Las palabras españolas “usa bien” son la palabra griega orthotomounta. Orthos quiere decir “perfectamente correcto” o “perfectamente recto”. Temno quiere decir “cortar” o “dividir”. Juntando estas dos palabras en la palabra orthotomounta, traducida “usa bien” en la Versión Reina-Valera, literalmente quiere decir “un corte perfectamente correcto”. El profundamente exacto matiz de su significado aquí es que sólo hay una forma de cortar o dividir correctamente la Palabra; todas las otras formas son cortes equivocados. Lo que muchas personas enseñan, que siempre y cuando usted sea sincero, todo será fantástico, no es lo que la Palabra enseña. 2 Timoteo 2:15 dice que debemos procurar con diligencia presentarnos a Dios aprobados dividiendo correctamente la Palabra. Hay solamente una forma de cortar perfectamente la Palabra. Todas las demás formas son cortes errados. Ahora, ¿entiende por qué tenemos separaciones, denominaciones y sectas en la así llamada, cristiandad? Ellas emanan de una división incorrecta de la Palabra.

Las primeras palabras en 2 Timoteo 2:15 son: “Procura con diligencia”. Para dividir correctamente la Palabra lo primero que uno tiene que hacer es poner esfuerzo, estudiar. No se le dice que estudie comentarios o escritores seculares, uno tiene que estudiar la Palabra. Si vamos a dividir correctamente la Palabra, tenemos que estudiar la Palabra y no lo que la gente dice sobre ella.

Por años no hice más que leer alrededor de la Palabra de Dios. Solía leer dos o tres obras de teología semanalmente, mes tras mes y año tras año. Yo sabía lo que el profesor fulano decía, lo que el doctor mengano y lo que el reverendísimo zutano decían, pero no le podía citar a usted la Palabra. Yo no la había leído. Un día llegué a estar tan fastidiado y cansado de leer alrededor de la Palabra, que llevé más de 3.000 volúmenes de obras teológicas al basurero municipal. Decidí dejar de leer alrededor de la Palabra. En consecuencia, he pasado años estudiando la Palabra, su integridad, su significado, sus palabras.

¿Por qué estudiamos? Porque Dios cuenta conque nosotros como obreros, sepamos lo que dice Su Palabra.

     1 Corintios 12:1:
     No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones [asuntos] espirituales.

Puesto que Dios no quiere que ignoremos, sólo hay una cosa que Él quiere que seamos, sabios.

Debemos procurar con diligencia presentarnos a Dios aprobados, no al hombre. Usted no procura con diligencia presentarse aprobado al principal financista de su comunidad, o a los líderes de su denominación. El que los hombres lo aprueben a usted o no, no es de importancia primaria; lo primero es presentarse aprobado ante Dios. Y la única forma en que usted se va a presentar aprobado ante Dios es estudiando y dividiendo correctamente la Palabra.

     Romanos 16:10:
     Saludad a Apeles, [quien es] aprobado en Cristo...

No dice que él era aprobado en la comunidad o por la sociedad o en la denominación, sino que era aprobado en, o por, Cristo.

     Hechos 2:22:
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios...

Nosotros estudiamos para presentarnos a Dios aprobados porque somos obreros que no tenemos que avergonzarnos de nuestra obra. Si yo fuera un carpintero y construyera una casa con uniones y ensamblajes que se abren, me presentaría reprobado por mi obra al venir el dueño a inspeccionar. Un obrero es aprobado o reprobado por la persona que lo emplea. Así que estudiamos la Palabra para poder presentarnos aprobados ante Dios, porque somos responsables ante Él por nuestra obra.

     Mateo 12: 36, 37:
     Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

     Romanos 14:12:
     De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.

La Palabra dice y establece que cada uno dará cuenta de sí mismo. Para tener la aprobación de Dios debemos estudiar la Palabra y estudiarla en la forma correcta. La forma correcta es el corte correcto de la palabra de Verdad para tener la verdadera Palabra.

Jesucristo, el hijo unigénito de Dios, dividió correctamente la Palabra. De acuerdo con Lucas 24:44 Jesús dividió el Antiguo Testamento en la Ley, los Profetas y los Salmos. “Salmos” quiere decir “escritos” en uso bíblico. A mí me habían enseñado a dividir el Antiguo Testamento en los libros de la Ley, los libros históricos, los libros poéticos, los Profetas Mayores y los Profetas Menores. Yo los ponía en cinco categorías mientras que Jesucristo los puso en tres. ¿Quién piensa usted que estaba en lo correcto? Jesucristo dividió correctamente la Palabra.

Salmos 116:15 es otro versículo que frecuentemente es dividido incorrectamente. Este es un versículo que se oye frecuentemente en un funeral cuando un buen hombre de Dios ha muerto.

     Salmos 116:15:
     Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos.

Nosotros decimos: “Estimada, buena a los ojos del Señor es la muerte de esta persona”. ¡Hablando de división incorrecta de la Palabra! No es bueno a los ojos de Dios que Germán haya muerto, o que Juan o que María hayan muerto porque ellos no pueden ayudar a Dios para nada después de muertos. Únicamente cuando estaban vivos podían ayudar a Dios. La palabra “estimada” en el texto es “costosa”.

Nosotros hablamos de un diamante como de una piedra preciosa, lo estimamos porque es costoso y raro. Mientras más costoso sea, más estimado o precioso es. Eso es lo que se quiere decir con “estimada es a  los ojos de Jehová la muerte de sus santos”. No le cuesta nada a Dios cuando un incrédulo o un rechazador de Dios muere. De todas maneras ellos no han hecho nada por Dios. Pero si un creyente muriese, sería costoso para Dios. Por eso es que el salmista dijo: “Costosa es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos”.

La Palabra de Dios es la verdadera Palabra solamente cuando es dividida correctamente. Cuando se divide incorrectamente tenemos error en el lugar en particular donde se ha dividido incorrectamente. Para ilustrar: si divido correctamente la Palabra de Verdad en cuanto a la salvación, tendré la verdadera Palabra en cuanto a la salvación. Pero si divido incorrectamente la Palabra de Verdad en el tema del Espíritu Santo, entonces en ese lugar no tengo la verdadera Palabra. Naturalmente seré sincero tanto en la salvación como en el Espíritu Santo; pero la sinceridad no es en absoluto garantía de verdad. La sinceridad es maravillosa, pero no es sinónimo de verdad. A mí me gusta la gente sincera, pero también he sido engañado por ellos. La gente insincera nunca me ha podido engañar, pero la gente sincera sí lo ha hecho.

Sinceridad o falta de sinceridad no es el factor determinante para la verdad. La Palabra de Dios es Verdad. Cuando dividimos correctamente tenemos la verdadera Palabra; cuando la dividimos incorrectamente tenemos error.

En el asunto de presentarse aprobado ante Dios, la gente está de nuevo en desacuerdo. La gente dice que nos presentamos aprobados a Dios si oramos en cierta forma, o si las flores están en el altar en la posición correcta. No le hace un pito de diferencia a Dios dónde estén situadas las flores del altar. Puede que nos haga diferencia a nosotros, pero no le hace absolutamente ninguna diferencia a Dios. La Palabra de Dios dice que nosotros procuramos con diligencia presentarnos a Dios aprobados usando bien, dividiendo correctamente, la Palabra. Si dividimos correctamente la Palabra, nos presentamos aprobados a Dios; si la dividimos incorrectamente, no nos presentamos aprobados. Debemos llegar a la posición de usar la Palabra como única autoridad. Los creyentes cristianos nunca se pueden poner de acuerdo en los otros asuntos extremos, superficiales y ritualísticos. Sólo pueden ser unidos cuando se presentan aprobados a Dios dividiendo correctamente la Palabra.

He aquí un ejemplo que hace un comentario tristemente ridículo de cómo algunos supuestos cristianos tratan de presentarse aprobados ante Dios. Hace muchos años, haciendo investigaciones en los archivos de la escuela de Divinidad de la Universidad de Chicago, me encontré con un recorte de periódico sobre una denominación que tenía dos facciones. La causa del rompimiento fue la cuestión de si Dios había creado originalmente a Adán y Eva con o sin ombligo. ¡Increíble! Un grupo decía que Adán y Eva no tenían ombligo mientras que la otra facción creía que Dios les había dado ombligo a ambos, Adán y Eva. Uno de los grupos construyó una iglesia nueva justamente al frente a la anterior y llamaron a su nueva denominación la “Primera Iglesia de los Ombliguistas”. Los cristianos traen reprobación sobre sí mismos cuando se desvían en tales asuntos impertinentes.

No le hace diferencia a Dios si uno usa un vestido largo o un vestido corto, no le hace diferencia alguna a Él si uso una corbata o no. Podría enseñar la Palabra tan efectivamente con una corbata o sin ella. La grandeza no está en lo que usamos o cómo nos adornamos, sino en si dividimos correctamente la Palabra. Esta Palabra de Dios es la cosa más grande en el mundo entero y dividida correctamente nos da la verdadera  Palabra; nos da eficacia, poder, exuberancia y la vida más abundante que Jesucristo hizo disponible.

CAPÍTULO IX

CRECÍA Y PREVALECÍA PODEROSAMENTE

LA PALABRA DEL SEÑOR



 VICTOR PAUL WIERWILLE



Cuando la Palabra de Dios prevalece, el poder de Dios se manifiesta a sí mismo de una forma tremenda. Esto está documentado en Hechos 19 donde la Palabra prevaleciente revolucionó no sólo una comunidad sino también una sección completa del mundo en un corto período de tiempo.

Hechos 19 dice que Pablo fue a Efeso y encontró allí ciertos discípulos. Él administró el poder del espíritu santo en manifestación, y “eran por todos unos doce hombres”. El versículo 8 comienza el pasaje que demuestra la dinámica de la Palabra de Dios prevaleciente.

     Hechos 19:8:
     Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios.

Por tres meses Pablo fue a la sinagoga y les mostró la Palabra de Dios. Pero tres meses es todo el tiempo que se quedó porque incrédulos maldijeron el Camino.

     Versículo 9:
     Pero endureciéndose algunos [muchos] y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno.

Pablo fue a la sinagoga por tres meses, predicando y enseñando la Palabra de Dios; pero cuando ellos rehusaron creer la Palabra de Dios, Pablo separó a los creyentes. Él dijo: “Ustedes los que quieran creer, vengan conmigo; nos vamos a la escuela de Tiranno. El resto de ustedes que no quieran creer en la precisión de la Palabra de Dios, simplemente quédense aquí en la sinagoga”. En realidad no fue Pablo quien separó esta sinagoga. Los endurecidos y maldicientes con su incredulidad fueron los responsables por la división de la sinagoga de Efeso. ¿Y cuál fue el resultado de esta separación?, el versículo 10 dice:

     Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia [bíblicamente, “Asia” se refiere a una provincia], judíos y griegos, oyeron la Palabra del Señor Jesús.

En dos años y tres meses toda Asia Menor oyó la Palabra de Dios. En nuestro día y nuestro tiempo, con los gastos multimillonarios en misiones extranjeras, publicaciones, periódicos, radios, estaciones de televisión y todos los otros medios de comunicación, este evento nunca se ha repetido. Nunca hemos abarcado a toda el Asia Menor con la Palabra de Dios en una generación. Pero el Apóstol Pablo y un puñado de creyentes cumplieron la hazaña en dos años y tres meses. O Dios ha cambiado o Pablo y estos hombres que estudiaron en la escuela de Tiranno habían hecho conexión con algo que utilizaron en toda su capacidad.

Queda establecido en los relatos bíblicos que cada uno de estos hombres actuó con denuedo después de ser lleno del poder del espíritu santo y de conocer la Palabra de Dios. A medida que estos hombres aprendían, enseñaban la Palabra a algún otro, quien a su vez, enseñaba a otros individuos de modo que toda Asia Menor escuchó la Palabra de Dios en dos años y tres meses. Esta campaña evangelística comenzó bajo el ministerio de un hombre.

El versículo 11 nos dice lo que pasó:
Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo.

Cuando Pablo creyó la Palabra, predicó la Palabra y enseñó la Palabra, sucedieron milagros extraordinarios.

Esta conmoción que comenzó en Efeso con la Palabra de Dios prevaleciendo tuvo un efecto repercutidor. Personas a las cuales Pablo no les había enseñado trataron de meterse en la acción también, pero sus acciones les resultaron contraproducentes.

     Versículo 13:
     Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo...

En Hechos 19:13 gente con espíritus malos trataba de expulsar espíritus malos. Este versículo le dará problemas a una persona hasta que entienda que un espíritu malo más poderoso tiene el mando sobre los espíritus malos menos potentes. Justamente como en el ejército cuando un capitán le dice al soldado raso que salte, el soldado raso no pregunta cuán alto debe saltar; simplemente salta. Esto es lo que hacían estos varios espíritus diabólicos. Estos exorcistas trataban de expulsar espíritus diabólicos por medio de otros espíritus diabólicos en el nombre de Jesús, diciendo: “Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo”.

     Versículo 15:
     Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?

Estos hijos de Esceva, jefe de los sacerdotes, expulsaban espíritus diabólicos por medio de otros espíritus diabólicos. Pero uno de estos espíritus malos salió y le replicó a los hijos y dijo: “Un momento. A Jesús conozco, y sabemos quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois?”.

     Versículo 16:
     Y el hombre en quién estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.

¿Pueden tan sólo ver a aquellos hombres aterrorizados huyendo a la carrera? Una vez que los espíritus diabólicos fueron alborotados, el hombre en quien estaba el espíritu diabólico atacó a estos hombres, arrancándoles la ropa y golpeándolos de modo que ellos huyeron de la casa desnudos y heridos.

     Versículo 17:
     Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Efeso, así judíos como griegos; tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús.

     Versículo 18:
     Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos.

     Versículo 19:
     Asimismo, muchos de los que habían practicado la magia...

¿Sabe usted lo qué es la magia? La magia es una parte del campo completo de la Percepción Extra Sensorial; por ejemplo: las tablas de la ouija las cuales se venden hoy día en todo lugar para que los niños jueguen con ellas porque queremos que los niños se inicien correctamente en el mundo de los espíritus. Les decimos que es tan sólo un bonito juego para divertirse. En realidad es un jueguito para abrir sus mentes a la posesión diabólica la cual más tarde controlará y usará al niño según la propia voluntad del espíritu.

Hoy en día muy poca gente conoce la diferencia entre un espíritu malo y un espíritu bueno, así que aceptamos lo que se nos enseña y decimos que [Dios los da todos] todos son de Dios. Cometemos solamente un error básico --¿cuál dios? La Biblia dice que hay dos dioses-- uno es el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo y el otro es el dios de este mundo llamado Satanás. Más adelante les mostraré esto en la Palabra de Dios, línea por línea y palabra por palabra.

     Hechos 19:19:
     Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; hecha la cuenta de su precio, hallaron que eran cincuenta mil piezas de plata.

Piense cuánto serían 50.000 piezas de plata en monedas de nuestros días. El versículo 20 muestra la plenitud del gozo y la grandeza del ministerio en Efeso.


     Hechos 19:20:
     Así crecía y prevalecía poderosamente la Palabra del Señor.

¿Qué crecía? No la opinión del hombre. La Palabra del Señor crecía y la Palabra del Señor prevalecía. Cuando la Palabra de Dios prevalece, empiezan a ocurrir cosas en nuestras vidas, en nuestra comunidad y en nuestra sociedad. Pero mientras el crecimiento de la Palabra de Dios sea impedido, mientras la gente no entienda la plenitud de la Palabra de Dios, nunca podrá prevalecer. Dios quiso que Su Palabra prevaleciese. Dios nos dio Su Palabra para que nosotros podamos guiar a la gente de las tinieblas a la luz gloriosa del evangelio de redención y salvación para hacer conocer Su voluntad.

Toda el Asia Menor oyó el Evangelio por el ministerio de un hombre. Cuando la Palabra vuelva a ser real, los movimientos de evangelización avanzarán de nuevo. La gente será salva sin necesidad de periódicos, sin la radio, sin la televisión, sin la cooperación de todas las iglesias de una comunidad. Cuando comenzamos a vivir la Palabra, la Palabra comienza a difundirse en nuestra vida diaria. Es la Palabra de Dios que nos da fe para nacer de nuevo.

     Romanos 10:17:
     Así que la fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios.

La fe no viene por el oír lo que Vanidades o Bohemia o Panorama o Selecciones tengan que decir. La fe viene por el oír una cosa --la Palabra de Dios. La Palabra de Dios edifica creencia de modo que un hombre puede nacer de nuevo del Espíritu de Dios y ser lleno del poder del espíritu santo. La Palabra de Dios es fiel. Lo que Él ha prometido, Él es capaz de llevar a cabo. Su Palabra es la misma ayer, y hoy, y por los siglos. Crea esa Palabra, hable esa Palabra, y ella produce hoy en día los mismos resultados que produjo en cualquier momento de la historia de la civilización desde que fue dada la Palabra. La Biblia dice que debemos permanecer en la Palabra y que debemos permitir que esta Palabra permanezca en nosotros. En la medida en que permanezcamos en la Palabra, esta Palabra toma el lugar del Maestro en nuestras vidas.

Yo nunca he visto un hombre, mujer, niño o niña cuya alma no haya vibrado cuando esta Palabra de Dios comenzó a descubrírseles. ¿Por qué? Porque la Palabra de Dios revela misterios, como dice en Romanos 16:25 y 26. La Palabra nos hace sabios para la salvación como nos dice 2 Timoteo 3:15. De acuerdo a Hechos 17:11 debemos escudriñar la Palabra de Dios en busca de la verdad. No escudriñamos ninguna fuente secular en busca de la verdad. Debemos buscar en la Palabra de Dios porque la Palabra de Dios es la Voluntad de Dios. Una vez que conozcamos Su Voluntad y dejemos que prevalezca en nuestras vidas, entonces veremos el poder de Dios en manifestación.

CAPÍTULO VIII

EN EL PRINCIPIO ERA EL VERBO



VICTOR PAUL WIERWILLE 


El comienzo del Evangelio de Juan declara:

     En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Observe que hay tres usos de la palabra “verbo” en el versículo 1.

     Juan 1:2:
     Este era en el principio con Dios.

Logos quiere decir “palabra” o “comunicación”. Se habla de Dios como del logos porque Él es la Palabra. Cristo es el logos, la Palabra de Dios en persona; mientras que la Biblia es el logos, la Palabra de Dios por escrito.

¿De cuál logos habla Juan 1:1? “En el principio era el logos, y el logos era con Dios, y el logos era Dios”. La palabra que se usa en este versículo es a la vez la Palabra escrita, de la que hoy hablamos como la Biblia, y Cristo, la Palabra en persona.

La clave para entender Juan 1:1 y 2 es la palabra “con”. Si se usara cualquier otra palabra griega para la palabra “con” excepto pros, la Biblia entera se derrumbaría. La palabra pros quiere decir “junto con, pero claramente independiente de”. Eso es precisión semántica exquisita. Jesucristo en el principio estaba con Dios, sin embargo, él era claramente independiente de Dios. La Palabra escrita estaba originalmente con Dios, y sin embargo, era claramente independiente de Dios. Esto es un uso admirable porque refuta la enseñanza errónea de que en el principio Jesucristo estaba con Dios para comenzar todas las cosas. Esto no es lo que la Palabra dice: Dice que Jesucristo estaba con Él, pero la Palabra escrita también estaba con Él. ¿Cómo? En lo que usted y yo podríamos expresar como la “mente de Dios”. Dios en Su presciencia sabía de la venida del Señor Jesucristo. Él sabía de los profetas a  quienes les podría dar la Palabra, y de su fidelidad en escribir y hablar la Palabra. Todo esto  estaba con Dios debido a Su presciencia. ¿Sabe que usted estaba con Dios desde el principio si usted es un creyente renacido?

     Efesios 1:4:
     según nos escogió [Dios] en él antes de la fundación del mundo...

Si usted fue escogido antes de la fundación del mundo, ¿dónde estaba usted? No me diga que ha vivido ya con Él en la eternidad. No, sino que en la presciencia de Dios, Dios sabía que usted creería algún día, que volvería a nacer del Espíritu de Dios. Por esto la Palabra dice que Él lo escogió a usted y que usted estaba con Él antes de la fundación del mundo.
Observe otra Escritura que lo corrobora.


     2 Tesalonicenses 2:13:
     ...Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.

Nosotros estábamos con Él desde el principio, como Jesucristo estaba con Él, como la Palabra escrita estaba con Él, y sin embargo éramos claramente independientes de Él. Esto explica la importancia del uso de pros.

Por lógica deductiva, si Dios es perfecto, entonces el logos Jesucristo, tiene que ser perfecto. Si Dios es perfecto y Cristo es perfecto y la Palabra es dada según santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo, entonces la Palabra de Dios también tiene que ser perfecta.

Dios es perfecto, luego Jesucristo es perfecto, luego la Palabra revelada de Dios es perfecta. Consecuentemente las palabras que forman la Palabra también tienen que ser perfectas. Por esto si se hubiera usado cualquier otra palabra en vez de la preposición pros en Juan 1:1 y 2 toda la Biblia se haría pedazos a causa del uso imperfecto de las palabras. Para tener una Palabra perfecta, las palabras tienen que ser perfectas y el orden de las palabras tiene que ser perfecto.

¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué Juan 3:16 está situado exactamente donde está?, ¿Por qué está Gálatas 5:4 exactamente donde está?, ¿Por qué está 1 Corintios 14 donde está?. Si estuvieran en cualquier otro lugar el orden de las palabras sería imperfecto. Una cadena no es más fuerte que su eslabón más débil. Esto es verdad también en la Palabra. Si la Palabra puede ser rota en cualquier lugar, la Palabra se derrumba desde Génesis hasta Apocalipsis. O toda la Biblia es la Palabra de Dios desde Génesis hasta Apocalipsis 22:21, o nada de ella es la Palabra de Dios. Alguien puede decir: “Creo lo que dice Juan 3:16, pero no creo en 1 Corintios 14, donde Pablo dice: quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas”. Si uno puede creer en Juan 3:16 y desechar 1 Corintios 14; entonces puedo creer en 1 Corintios 14 y desechar Juan 3:16. ¿Qué nos queda? Nada. Opiniones de hombres. Todo en la Biblia tiene que ser la Palabra de Dios o nada lo es.

Dios es perfecto, la Palabra es perfecta, y, por lo tanto, la Palabra quiere decir lo que dice y dice lo que quiere decir. Dios tiene un propósito para todo lo que Él dice, dónde lo dice, por qué lo dice, cómo lo dice, a quién se lo dice, y cuándo lo dice.

En cierta etapa de mi vida creía que la Palabra de Dios estaba llenas de mitos. En aquella época le podría haber citado numerosos teólogos, pero no le podría haber citado la precisión de la Palabra de Dios. Hubo un tiempo en mi vida en que yo ni siquiera creía las palabras “Santa Biblia”. No creía en los milagros, no creía en la segunda venida. No era más que un incrédulo de remate. Aprendí mi incredulidad en las escuelas donde asistí, las cuales enseñaban que la Biblia está llena de errores, que la Palabra de Dios está llena de mitos, que tiene muchas falsificaciones en ella. Si un ministro no cree que la Biblia es la Palabra de Dios y si piensa que está llena de mitos y falsificaciones, ¿cuales serían las acciones de un hombre si actuara según lo que cree? Dejaría el púlpito si fuera honesto consigo mismo.

Tengo muy poco respeto por aquellos que desde el púlpito o desde el salón de conferencias declaran:

“Este versículo está bien, pero aquél es una interpolación, y aquel otro es un mito”. Los hombres nos quieren enseñar que el libro de Génesis tuvo cuatro o cinco escritores distintos en los primeros capítulos. Esa es una enseñanza presuntuosa cuando la Palabra de Dios declara que santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. ¿A cuál de los dos le va a creer usted  ¿a la Palabra de Dios o a las opiniones de los hombres? Deberíamos interesarnos en la integridad de la Palabra de Dios.

Hemos dejado de andar en libertad en este nuestro día y nuestro tiempo porque la Palabra no es real, no vive, no es dinámica para nosotros o en nosotros. Consecuentemente, la mayoría de la gente son inválidos espirituales, viajando gratis en lo espiritual. Ellos se pasean con la creencia de algún otro. Mucha gente hoy en día prefiere leer y estudiar la literatura de la hora antes que la literatura de la eternidad. ¿Por qué? Porque la palabra del hombre ha tenido preeminencia sobre la maravillosa Palabra de Dios. Si lo que dice el hombre contradice a la Palabra, se quedan con la palabra del hombre antes que con la Palabra de Dios. Si queremos libertad, si queremos hacer conexión con los recursos para la vida abundante, entonces la Palabra de Dios demanda que estudiemos y vivamos esta incomparable Palabra.

CAPÍTULO VII

NO SÓLO DE PAN VIVIRÁ EL HOMBRE



                                                         VICTOR PAUL WIERWILLE


El problema espiritual básico del hombre es no creer en la integridad de la Palabra de Dios, simplemente no creer lo que Dios dice. Muy poca gente cree que la Palabra de Dios es exacta, que quiere decir lo que dice y que dice lo que quiere decir. De este modo, el hombre está en un constante dilema en su búsqueda de la verdad, él no tiene ninguna piedra de toque, ningún criterio para la verdad porque no quiere ir a la Palabra y estudiar su integridad y su precisión.

En Mateo 4:4, la Palabra de Dios declara:
     ...Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Noten las palabras “de la boca de Dios”. A Dios se le ha atribuido una característica humana, pero Dios no tiene boca. De nuevo, es la figura literaria condescensio, la marca de énfasis del Espíritu Santo.

El hombre no se puede sustentar solamente bajo una dieta de alimento físico; necesita que su alimento sea completado con toda palabra que viene de Dios. El hombre no puede vivir de palabras que vienen de hombres, de distintos escritores, de distintos teólogos o de distintos grupos eclesiásticos, sino de palabras que vienen de Dios.

El hombre sí necesita alimentos físicos para el mantenimiento de su cuerpo físico. Pero un hombre tiene algo más qué cuidar además de su cuerpo físico. El alma de un hombre también necesita nutrimento. El alma del hombre no puede ser sustentada con puré de papas, salsa y filete de carne. Mateo 4:4 declara que no sólo de pan vivirá el hombre “sino de toda palabra...” No sólo necesita una palabra aquí y una palabra allá; no un versículo aquí y otro versículo allá; “si no de toda palabra que sale de la boca de Dios”. La Palabra de Dios es ese alimento que requiere el hombre de modo que pueda renovar su mente y así manifestar la vida más abundante.

La debilidad espiritual y la incapacidad espiritual sólo se pueden deber a una dieta impropia, eso es: el abandono de la Palabra de Dios. En su mayor parte, la anemia espiritual causada por el abandono de la Palabra de Dios puede ser atribuida hoy en día al hecho de que no se entiende la Biblia cuando es leída. La Biblia no se entiende porque nunca se nos ha enseñado cómo entenderla. ¿Quién nos ha enseñado las figuras literarias? ¿Quién nos ha enseñado lo que es revelación? ¿Quién nos ha mostrado la precisión de la Palabra? Por eso es que tenemos anécdotas sobre la Biblia cubierta de polvo. En realidad uno no puede culpar a la gente por esto. La culpa debería recaer sobre aquellos de nosotros que hemos sido predicadores y maestros porque no hemos comunicado la Palabra al hombre de hoy.
¿Pero que me dice de las personas cuyas Biblias no están cubiertas de polvo y abandonadas, y sin embargo son aún débiles espiritualmente? Su dolencia espiritual tiene que ser causada por el uso equivocado de la Palabra de Dios. El uso impropio significa que no está dividiendo correctamente la Palabra de Dios. A algunos de nosotros se nos ha instruido que leamos la Biblia por lo menos una vez al día; pero cuando hemos terminado de leer nuestra Escritura diaria, ¿qué es lo que sabemos? No hemos aprendido nada porque no la hemos entendido. ¿Qué pasa cuando la gente deja de entender la Palabra? Sucumbe ante todas las doctrinas y teorías del hombre. Esta gente, espiritualmente hambrienta, es llevada de un lado a otro con cada filósofo nuevo o idea nueva. Las sombras fugaces de unos cuantos grandes nombres antes que la Palabra de Dios, mantienen a la gente embelesada. Demasiada gente cree lo que han recibido del hombre y entonces trata de corroborar sus creencias yendo a la Biblia y seleccionando Escrituras que justifiquen sus ideas.

Una mujer me escribió una vez con respecto a una de nuestras radio difusiones. Puesto que mi prédica estaba de acuerdo con lo que ella pensaba, le había gustado. Supongamos que la enseñanza hubiese sido la Palabra y que no hubiera estado de acuerdo con lo que ella pensaba. ¿Hubiera sus creencias cambiado la Palabra de Dios? Ya sea que creamos o no, de todas maneras sigue siendo la Palabra de Dios.

Hace algunos años yo estaba enseñando una clase en un estado del sur. Después de la segunda sesión vino a mí un hombre y dijo: “Yo pienso que ésta es la enseñanza bíblica más lógica que yo haya oído, pero”, él dijo, “es desconcertante para mí porque yo siempre he mantenido otras opiniones y no quiero cambiar mi modo de pensar. Usted me está confundiendo”. Este caballero no terminó la clase porque ya tenía cerrada su mente. Este era su privilegio,  pero la Palabra de Dios aún es Verdad ya sea que la creamos o no.

Cuando se combinan dos partes de hidrógeno y una parte de oxígeno se obtiene agua. A mí no me importa si usted ora o no ora, si usted es cristiano o no es cristiano, si usted cree o no cree; no hace diferencia alguna porque la ley es que dos partes de hidrógeno y una parte de oxígeno es agua. La Palabra de Dios es tan infalible como eso. Por esto nosotros deberíamos honestamente llegar al punto en que permitamos que la Palabra de Dios tome preeminencia en nuestras vidas sin importar qué ideas, sin importar qué teorías, sin importar qué opiniones podamos haber sostenido. Tenemos que venir a la Palabra, dejar que la Palabra hable, y entonces ajustar nuestro pensamiento de acuerdo a la integridad y a la exactitud de la Palabra. Después de haber dejado que la Palabra hable, debemos armonizar consecuentemente nuestras creencias, nuestras acciones y nuestro vivir.

2 Pedro 1:3 dice de la Palabra:
     Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder [el de Dios], mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia.

Dios, por Su divino poder, nos ha dado todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. Si queremos las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, tenemos que ir a la Palabra de Dios. Si uno juega fútbol, tiene que seguir las reglas del juego de fútbol. Luego, lógicamente, si nosotros queremos conocer la voluntad de Dios, ¿adónde vamos? ¿Al comentario, los teólogos, a la enciclopedia, o al sermón del domingo pasado? No. Nosotros vamos a la Palabra de Dios.



     1 Tesalonicenses 2:13:
     Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, que cuando recibisteis la Palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la Palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.

Ellos recibieron la Palabra de Dios, la cual oyeron de Pablo. La gente podría haber dicho: “Ese es sólo Pablo hablando”, pero no lo hicieron. Pablo dice a los tesalonicenses: “recibisteis la Palabra de Dios que oísteis de nosotros...no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la Palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes”.

La Palabra declara de sí misma en Salmos 12:6:
     Las palabras de Jehová son palabras limpias, Como plata refinada en horno de tierra, Purificada siete veces.

Si la Biblia contiene las palabras de Jehová entonces estas palabras tienen que ser impolutas y absolutamente puras. Ellas son “...Como plata refinada en horno de tierra, Purificada siete veces”.

     Salmos 119:162:
     Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos

¿Se regocija usted en la Palabra como el que halla muchos despojos? ¿Se regocijaría usted tanto en la Palabra como lo haría si encontrase mil dólares?

1 Corintios contiene otro testimonio de la Palabra de Dios con respecto a la integridad de la Palabra de Dios.

     1 Corintios 2:13:
     lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las [palabras] que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.

Si estas son palabras que el Espíritu enseña, entonces deberíamos lavar nuestros oídos, quitar las telarañas de nuestra mente, y comenzar a estudiar la Palabra para conocer su exactitud inherente.

     Jeremías 15:16:
     Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu Palabra [la Palabra, no lo que la gente decía sobre ella, no lo que algún teólogo escribió sobre ella] me fue por gozo y por alegría de mi corazón...

Esto no quiere decir que encontraron la Biblia o la Palabra y la masticaron o la comieron físicamente. Cuando la Palabra fue hallada, la digirieron; vivieron de ella; ella era su vida, el latido de su corazón.

La Palabra es casi increíble porque es tan verdadera. A demasiados ministros les gusta hablar alrededor de la Palabra, tomando un versículo, leyendo ese versículo como texto para el día, dando ilustraciones de Shakespeare y de Selecciones, regresando a leer el versículo, dando la bendición y yéndose a casa. ¿Cuánto de la Palabra ha aprendido entonces la congregación? ¡Nada!



Cuando la gente comió la Palabra según se encuentra en Jeremías, comieron la Palabra pura. Nosotros tenemos que predicar la Palabra pura.

Toda la creación de Dios es maravillosa; pero de todas las obras de Dios, la más grande de Sus obras es Su Palabra.

     Salmos 138:2:
     ...Porque has engrandecido tu nombre, y tu Palabra sobre todas las cosas.

Dios ha engrandecido Su Palabra con Su Nombre sobre todas las cosas. No dice eso de las estrellas o de los planetas. Engrandeció Su Palabra sobre todas las cosas. La magnificó. La exaltó. La Palabra de Dios es tanto Dios como Dios es Dios. Lo que Dios dijo que fuese, fue; lo que Dios dijo que es, es; lo que Dios diga que sea, será. ¿Ve usted por qué tenemos que volver a la integridad y precisión de la maravillosa Palabra de Dios? No podemos confiar en la palabra del hombre porque el hombre es llevado por doquiera, estando aquí hoy y muy lejos mañana; pero la Palabra de Dios “vive y permanece para siempre”. Esa Palabra perdura.