martes, 31 de marzo de 2015

LOS SUFRIMIENTOS DE NUESTRO SEÑOR
[LOS ACONTECIMIENTOS CRONOLÓGICAMENTE ORDENADOS DESDE:]
LA ÚLTIMA CENA
HASTA SU ENTIERRO:
CAPÍTULO NUEVE DE
“JESUCRISTO NUESTRA PASCUA”
Por Victor Paul Wierwille

Los acontecimientos de los días decimotercero y decimocuarto del mes de Nisán están documentados con mayor detalle que cualesquier otros dos días en toda la Palabra de Dios. Solamente esto debería demostrarnos la vital necesidad de dividir correctamente estos registros con minuciosa exactitud. Si Dios pensó que estos dos días eran lo suficientemente importantes como para merecer registrarlos con tantos detalles y tan minuciosamente, entonces seguramente podemos considerarlos lo suficientemente importantes como para merecer nuestra cuidadoso escrutinio. No vamos a ver que la Palabra de Dios encaja si estiramos información o ignoráramos detalles o decimos: “¿Cuál es la diferencia?” A estos dos días se debe dar una cuidadosa y completa exanimación porque están llenos de algunos de los eventos más importantes de todos los tiempos.

En los tres previos capítulos, hemos estudiado a detalle los acontecimientos de los días  decimotercero y decimocuarto del mes de Nisán. Debido a que cada estudio fue tan extenso, este capítulo repasará los acontecimientos de estos dos días, poniendo especial énfasis en los padecimientos sufridos por nuestro señor y salvador, Jesucristo.

El día trece de Nisán comenzó con la última cena y terminó en la sala del juicio.* Al momento de caer el atardecer del lunes doce, la última cena comenzó. Hay buenas razones para creer que la ubicación de esta cena fue Betania. También sabemos que esta última cena no era la cena de la Pascua, ya que esta ocurrió unas cuarenta y ocho horas antes de lo que estaba programada ser comida la cena de la Pascua. Además de los doce apóstoles, otros discípulos estaban presentes probablemente. La cena incluyó una enseñanza de Jesús acerca del servicio, demostrada con el lavado de los pies de los discípulos.** En este punto, Jesús sabía que ésta sería su última comida. Él le dijo a los presentes que uno de los doce apóstoles lo traicionaría. Más tarde, le dijo a Judas que él sería quien lo haría. Aunque a él le había sido dado el pan mojado o bocado especial, denotando gran honor y amistad, Judas se fue para llevar a cabo su plan de traición. También en esta comida, Jesucristo instituyó la “santa comunión”. Después de que los comensales terminaron de comer, él predijo que Pedro lo negaría; les dio el mandamiento concerniente al amor y les enseñó grandes verdades sobre la paz de Dios y el futuro; y les enseñó sobre la venida del consolador, el don de espíritu santo. Cantaron un himno de alabanza y se fueron al monte de los Olivos. Su destino era un lugar familiar, el Huerto de Getsemaní.
__________________________
*En las tierras bíblicas, los días finalizaban y comenzaban con la puesta del sol, y no a la media noche como en occidente. [Nota de traductor].
** En las tierras del oriente, los caminos y calles estaban llenos de polvo, y ellos usaban sandalias, por lo cual, al llegar a una casa, el sirviente considerado como de mas bajo rango, se encargaba de lavar los pies a quienes llegaban. Entonces Jesús hizo la tarea considerada más baja en muestra de servicio y humildad. [Nota de traductor].



Durante esta caminata hasta llegar al Huerto, Jesús habló sucesivamente las magníficas verdades de Juan 15 y 16. Se detuvo y oró la tremenda oración del capítulo diecisiete de Juan. Él les enseñó acerca de los lazos de unión entre Dios y ellos, del futuro, acerca del poder que se les estaba delegando, y de su muerte. También durante este recorrido, en dos ocasiones declaró que Pedro lo negaría, mientras que Pedro persistentemente insistió en que él permanecería firme por Jesús mientras él enfrentaba todas las dificultades.

Finalmente, Jesús y sus discípulos llegaron al Huerto de Getsemaní. Allí, mientras sus discípulos se quedaron dormidos, Jesús oró fervientemente en tres diferentes ocasiones. Ya que Jesús puso todo su corazón y alma en la oración, su sudor era profuso. En su oración pidió a Dios si era posible encontrar alguna otra manera de cumplir el propósito de Dios sin el sufrimiento y la muerte agonizante que Jesús iba a enfrentar. Después de tres oraciones, se estableció la respuesta final y completa: no había otra forma posible para cumplir el propósito de Dios sino a través del sufrimiento y la muerte agonizante que Jesús debía encarar. Después de tres oraciones, la respuesta final y completa fue establecida: no había otra manera. Jesús debía pasar por la serie de acontecimientos que ocurrirían como le habían sido revelados.

En este punto de la tarde-noche, cientos de soldados romanos armados, oficiales de la guardia del Templo levítico y líderes religiosos indignados llegaron al Huerto. Ellos quedaron impresionados por el aplomo de Jesucristo, por su conducta valiente cuando él salió al encuentro de ellos para preguntarles a quién buscaban. Los soldados que habían hecho el cuestionamiento, retrocedieron y cayeron a tierra. Judas se acercó y besó a Jesús con la esperanza de engañar a los discípulos mientras  secretamente mostraba a los soldados quién era el hombre que debían arrestar. Jesús, sin embargo, no fue engañado. En la confusión y tensión del momento, Pedro sacó su daga y cortó la oreja a Malco, un siervo del sumo sacerdote. Jesús exigió a Pedro que detuviera su lucha y se volvió a Malco y realizó un milagro de sanidad, restaurando su oreja. Jesús reprendió a los que lo arrestaron, y después se entregó a los soldados. Mientras los soldados lo llevaban, los discípulos se dispersaron.

Jesús fue entonces llevado al palacio del sumo sacerdote, donde por primera vez se presentó ante Anás. Mientras tanto, Pedro le había seguido y había conseguido, con la ayuda de un discípulo influyente, entrar en el patio interior de este palacio. Este discípulo había usado su influencia para convencer a la joven portera que dejara entrar a Pedro. De pronto, esta portera preguntó a Pedro si él era uno de los discípulos de Jesús. Pedro lo negó. Mientras Jesús estaba ante Anás, el sumo sacerdote comenzó a interrogarlo y Jesús respondió con emociones ecuánimes y con denuedo. Indignado por un desafío dado al sumo sacerdote por Jesús, un oficial que estaba cerca lo golpeó con una vara delgada, este fue el primer golpe de muchas palizas que recibiría Jesús antes de su crucifixión.

De Anás, Jesús fue llevado ante Caifás. En este momento dos eventos notables ocurrieron simultáneamente. Mientras Jesús estaba en el palacio frente a Caifás, Pedro estaba fuera, en el patio de la corte enfrentando una serie de acusaciones.

Cuando Jesús fue llevado ante Caifás, se enfrentó no sólo Caifás, sino a los principales sacerdotes y a todo el Sanedrín reunido allí también. Este juicio estuvo lleno de ilegalidades. Comenzó a altas horas de la noche, una hora ilegal para una reunión de este tipo. Los sacerdotes y el Sanedrín buscaron y utilizaron ilegalmente testigos falsos en un intento de incriminar a Jesús. Finalmente, el mismo sumo sacerdote interrogó a Jesús. Cuando le oyeron decir que él era el Mesías, porque dijo que él un día se sentaría a la diestra de Dios, Caifás rasgó su manto sacerdotal mostrando ira y acusó a Jesús de blasfemia.

El Sanedrín, siguiendo el liderato de Caifás, juzgó a Jesús culpable y pidió la pena de muerte. Una vez hecho esto, el sumo sacerdote, los jefes de sacerdotes, los escribas y los ancianos comenzaron a torturar a Jesús: escupieron en su rostro; pusieron una funda sobre su cabeza para que no pudiera ver, y comenzaron a golpearlo repetidamente en la cara y el cuerpo con los puños, con varas y látigos; le dieron una paliza muy intensa, abriéndole heridas terribles. Mientras lo golpeaban en la cabeza, lo escarnecían para que profetizara quien lo estaba golpeando. Ellos se estaban burlando de que él era un profeta a través de desafiarlo a identificar a sus invisibles atacantes.

Mientras tanto, Pedro estaba todavía en el patio de la corte, cansado, asustado y atribulado. En él fue creciendo cada vez más el miedo a las personas a su alrededor. Mientras estaba sentado junto al fuego, una joven se acercó y lo acusó directamente de haber estado con Jesús. Pedro, temblando, lo negó, por segunda vez. Después de un rato un hombre se acercó y lo acusó de ser uno de los discípulos. Pedro negó a Jesús por tercera vez. Pedro volvió a la entrada del patio y un gallo cantó. Pedro estaba nervioso por causa de los que lo habían acusado, ya que estaba en medio del territorio enemigo y no quería ser atrapado. El cuarto acusador fue otra doncella que cuidaba la puerta. Ella lo acusó de haber estado con Jesús (quien en ese momento estaba siendo golpeado en el interior del palacio). Con un juramento, Pedro aseguró que no conocía a Jesús y regresó al fuego en el patio. En poco tiempo, varios de los que estaban en el fuego, sospechosamente comenzaron a acusarlo de ser uno de los discípulos galileos de Jesús. Juramentando y maldiciendo, Pedro juró que no conocía a Jesús. Muy pronto un hombre que lo había visto en el Huerto de Getsemaní intervino reconociéndolo y confiadamente lo acusó. Pedro negó a Jesús por sexta vez y oyó el gallo cantando una segunda vez mientras todavía hablaba su negación final. Con eso, él levantó su mirada y vio el rostro golpeado de su maestro. Los ojos de Jesús y Pedro se encontraron en un momento lleno de emociones que ninguna palabra podría describir jamás adecuadamente. Recordando las profecías de su señor hechas sólo unas pocas horas antes y viendo a su maestro tan gravemente desfigurado, Pedro salió en llanto del patio a la calle. A este punto ya era temprano por la mañana, aproximadamente  la 1:30 a.m. En cuanto a lo que ocurrió entre este momento y el amanecer, la Palabra de Dios guarda silencio.

Al amanecer, los sacerdotes y el Sanedrín se reunieron de nuevo para interrogar a Jesús, de acuerdo al requerimiento legal de dos juicios que se debían hacer para delitos capitales. Este aparente juicio también fue una farsa, aunque tenía la pretensión de parecer oficial. Ellos presentaron las mismas preguntas y acusaciones que habían usado unas horas antes. Jesús dio sin vacilaciones las mismas respuestas. Los acusadores del juicio fueron contundentes: este hombre debe morir. Con esto, Jesús fue llevado ante el gobernador romano de Judea, Poncio Pilato.

Ante Pilato, los líderes religiosos presentaron una versión distorsionada de su acusación con el fin de convencerlo. Pilato interrogó a Jesús y no encontró ninguna falta en él. Pilato quería soltar a Jesús, pero los líderes religiosos persistieron. Pilato finalmente encontró alivio para él cuando escuchó que Jesús era galileo. Con esto, Pilato convenientemente tenía una excusa para enviar a Jesús a Herodes, el tetrarca de Galilea. Los líderes religiosos siguieron a Jesús mientras él era llevado ante Herodes.

Herodes se encontraba en Jerusalén aquel día. Al ver al famoso Jesús, él burlonamente le pidió que hiciera un milagro. Los líderes religiosos fueron vociferantes en sus acusaciones. Al no recibir respuesta de Jesús, Herodes y sus soldados lo trataron con desprecio. Lo vistieron adornado con vestiduras reales como si fuera un rey y lo regresaron a Pilato. Por el hecho de ambos haber estado involucrados en el caso de Jesús, Pilato y Herodes se hicieron amigos por primera vez.

Entre tanto, Judas había llegado a estar muy perturbado por esta cadena de acontecimientos. Él regresó al templo para traer las treinta piezas de plata, el dinero de la traición, de vuelta a los sacerdotes y ancianos. Ellos lo rechazaron porque era “dinero de sangre”. Judas, muy angustiado, arrojó el dinero en el Templo y se fue, ahogado por sus emociones y el dolor. Él podía deshacerse del dinero que le había sido dado por traicionar a Jesús, pero él no podía borrar lo que había hecho. Los sumos sacerdotes y los ancianos tomaron el dinero de Judas. Pero ya que no podían poner “dinero de sangre” en el tesoro del templo, lo utilizaron para comprar un terreno para sepultar extranjeros.*

Mientras esto ocurría, Jesús había sido devuelto de Herodes a Pilato. Una vez más, Pilato preguntó a Jesús si él era un rey. Jesús estuvo de acuerdo en que lo era. Entonces, a medida que los líderes religiosos comenzaron a bombardearlo con acusaciones, Jesús no respondió. Tampoco respondió a Pilato. Pilato estaba completamente asombrado por este Jesús de Nazaret. Se dio cuenta de que los líderes religiosos estaban tratando de deshacerse de Jesús por envidia, pero aun así tuvo miedo de ir en contra de sus deseos. Pilato decidió que expondría al pueblo el problema de qué hacer con Jesús.

Al involucrar a la gente, Pilato pensó que conseguiría apoyo para la liberación de Jesús. Cuando los líderes religiosos y la gente estuvieron reunidos ante de Pilato, clamaron por la liberación de un preso, de acuerdo a la costumbre de liberar a un preso en la Pascua. Pilato les dio a elegir: Jesucristo, o un asesino y revolucionario llamado Jesús Barrabás. En este punto, Pilato estaba cada vez más perturbado e inextricablemente atrapado en una telaraña de emociones. En un momento crucial y embarazoso, su propia esposa le advirtió que dejara ir a Jesús. Pero el pueblo, influenciado por los líderes religiosos, pidió la liberación de Barrabás. Pilato ofreció azotar a Jesús y dejarlo ir. Pero la multitud insistió en que Barrabás fuera libertado, y no Jesucristo.

Turbado, Pilato regresó a la sala de juicio. Era ahí que tenía a Jesús flagelado. Jesús fue brutalmente azotado por los soldados romanos con un látigo que tenia huesos o metal en el extremo de la correa. Los efectos de tal castigo son descritos por el salmista.

_______________________
*Para más detalles sobre Judas, leer capítulo 16 de “La Biblia me lo dice” por V.P. Wierwille.



Salmos 129: 2 y 3:
Mucho me han angustiado desde mi juventud; mas no prevalecieron contra mí.
Sobre mis espaldas araron los aradores; hicieron largos surcos.

Al ser azotado de esta manera, el hombre condenado era despojado de sus ropas y atado a un tronco-estaca. Los azotes en su espalda desnuda excavarían horriblemente su carne, literalmente expondrían sus costillas y vértebras. Los grandes y horribles verdugones serian levantados de su cuerpo como hileras de carne aradas sobre su espalda. El sangrado debió ser profuso. Los soldados de Pilato también lo golpearon de nuevo con sus varas y colocaron una corona de espinas sobre su cabeza.

Debemos recordar que no existe un registro de que Jesús pudiera dormir entre el momento de su detención (o incluso durante algún tiempo antes de ésta) hasta el momento de su muerte. Sus discípulos estaban ya demasiado cansados para orar con él en el momento de su arresto. Piense en lo cansado que Jesús debió estar por el tiempo que compareció ante Pilato. Tal fatiga aumenta la sensibilidad de una persona al dolor.

Pilato entonces puso una prenda exterior púrpura a Jesús, posiblemente un manto. Habiendo sido tan gravemente azotado, Pilato le presentó burlonamente ante de la gente como un rey, como un hazmerreír. Pilato esperaba que el ver la multitud al hombre en esta condición podría causar que se compadeciesen de él y pidieran su liberación.

Con el rostro ensangrentado, Jesús fue deshonrado, en un espectáculo público. Pilato  dijo: “¡He aquí el hombre!” Uno se pregunta que tanto Jesús se asemejaba a un hombre en ese momento. Mucho antes, Isaías había profetizado la extrema desfiguración física que el Mesías sufriría.

Isaías 52:14:
…su apariencia, desfigurada, perdió toda la forma de un hombre, su belleza cambió más allá de la apariencia humana [Nueva Biblia Inglesa].

Jesucristo fue molido de tal manera que fue cambiado más allá de la apariencia humana. A pesar de la estratagema de Pilato para ganar la simpatía por Jesús, la respuesta de la multitud, de nuevo bajo la influencia de los líderes religiosos, fue que crucificaran a Jesús. Con esto, Pilato volvió a entrar al Pretorio e interrogó a Jesús por última vez. No sirvió de nada. Él no encontró manera de convencer a la gente para que pidieran la liberación de Jesús. Pilato intentó apelar una vez a más a la multitud. Aunque estaba desesperado en su deseo de soltar a Jesús, Pilato temía ir en contra de los deseos de la multitud. La multitud se burló de su posición como gobernante romano aguijoneándolo por haber exhibido a Jesús como rey en contra del reinado de César, insinuando así, que Pilato estaba permitiendo que Jesús cometiera traición. Esta fue una presión insostenible para Pilato. La multitud se impuso. Para entonces, ya era el mediodía del martes.

Después de complacer a la multitud, Pilato se lavó las manos, en un acto simbólico para librarse de la responsabilidad de la muerte de Jesús. Él puso la responsabilidad sobre los judeanos –quienes rápidamente la aceptaron. Aunque la ejecución se llevó a cabo por los soldados romanos de Pilato, en un análisis final, los líderes religiosos de Judea fueron los responsables de la muerte del Señor Jesucristo. Pilato cedió ante la presión que le pusieron encima. Las acciones contradictorias y desesperadas de Pilato lo hicieron una de las personalidades más interesantes de este registro.

Después de esto, Pilato envió a Jesús a la sala de juicio (llamada el Pretorio) con los soldados en la tarde del día trece de Nisán. Poco se sabe acerca de lo ocurrido desde entonces hasta la mañana siguiente. Lo que está registrado, habla de horrendas torturas. Pilato mandó azotar brutalmente a Jesús de nuevo. En el Pretorio, una corte de seiscientos soldados se reunieron para burlarse y torturarlo un poco más. Ellos desnudaron a Jesús de nuevo. Cada vez que él era despojado de sus ropas, la sangre seca y las costras debieron adherirse a ellas, y debieron ser arrancadas causando gran dolor. Ellos burlonamente lo vistieron con ropa real púrpura y con un manto militar escarlata. Después de trenzar una segunda corona de espinas, los soldados sin piedad la presionaron en su cuero cabelludo y pusieron una caña en su mano como si fuera un cetro real, y comenzaron a inclinarse burlonamente ante él como si fuera un rey. Entonces le escupieron, tomaron la caña y comenzaron a golpearlo en la cabeza con ella. Cada golpe encajaba las espinas en la cabeza con un dolor agonizante. Las heridas en la cabeza son conocidas por sangrar profusamente. Cada prenda que le pondrían, debió estar manchada y empapada con la sangre. Mientras que la sangre se acumulaba en su cuero cabelludo, su pelo debió llegar a estar  grotescamente enmarañado. Junto con la tortura, la burla continuó.

Por la mañana, los soldados le pusieron sus ropas de nuevo, renovando una vez más el dolor y el sangrado al cambiarlo de ropa. Luego lo arrastraron fuera de la sala de juicio. Para entonces, era dudoso que él fuera capaz de caminar por su propia cuenta.

Mientras los soldados abandonaban el Pretorio, ellos escogieron a un hombre que pasaba por ahí llamado Simón de Cirene. Los soldados lo obligaron a llevar la cruz que Jesús no pudo haber tenido la fuerza para cargar. Estaba tan débil y tan apaleado que difícilmente podía mantenerse en pie, y mucho menos llevar una cruz. Los soldados tuvieron que llevarlo hasta el Gólgota.

Pasando por las calles de Jerusalén, la multitud vio a un hombre completamente maltratado, a uno que era una masa sanguinolenta totalmente abatida, él era carne desgarrada; uno que no tenia mas apariencia humana; uno que era difícilmente reconocible como un hombre; uno que había sido apaleado salvajemente con látigos y varas, machacado con puños, esposado con plantas de palmas, y repetidamente golpeado con palos; uno que tuvo el rostro y la cabeza cubiertos y golpeados salvajemente mientras se burlaban de él para que nombrara a sus agresores que no podía ver; uno que tuvo sus costras secas repetidamente arrancadas por aquellos que cambiaron sus vestidos para burlarse de él; uno que soportó dos coronas de espinas colocadas en su cabeza, y que al menos una de las cuales fue incrustada en su cuero cabelludo; uno que, enfrentando toda esta tortura física, fue acusado e interrogado de manera totalmente ilegal, infundada e implacable; uno que fue escupido repetidamente, vestido y desvestido por otros a su voluntad, exhibido como el “rey” de los tontos ante una multitud que clamaba por su muerte, y uno que recibió burlas como el “rey” de los tontos por cientos de soldados que lo torturaron.

Este es el hombre por quien la multitud se alineó ese día en las calles de Jerusalén para verle pasar. Este es el hombre a quien los soldados llevaron al Gólgota esa mañana del miércoles, con una falsa acusación escrita y exhibida sobre él. Este fue nuestro amado salvador. Este fue nuestro Cordero Pascual. Él fue el último, concluyente y definitivo sacrificio. Este fue el hombre que no había hecho otra cosa sino amar a la gente, sanar a la gente y declarar la verdad de Dios. Este fue el hombre que podría haber convocado a más de 72.000 ángeles para ser librado en cualquier momento, pero en contraste, escogió cargar el más terrible dolor y humillación. Este fue el hombre que hizo todo esto porque nos amó desmedidamente a usted y a mí. Este fue el unigénito Hijo de Dios.

Mientras los soldados arrastraban a Jesús hasta el Gólgota, él consiguió virar la cabeza hacia algunas mujeres entre la multitud. En lugar de inspirarles compasión, les declaró la verdad de lo que iba a ocurrir. La tremenda habilidad de Jesús para tener su mente centrada en la Palabra de Dios en todo momento, en cualquier circunstancia, es asombrosa.

Dos malhechores fueron llevados al Gólgota al mismo tiempo que Jesús para ser crucificados. Cuando se acercaron al Gólgota, un poco de vino y mirra le fueron ofrecidos, pero él se negó a beberlos. Estas bebidas se ofrecían normalmente como analgésicos para la víctima, pero Jesucristo eligió soportar y cargar el dolor y la agonía plenamente por nosotros.

Al llegar al Gólgota se le ofreció una segunda bebida. Era un vino barato mezclado con hiel, otro analgésico. Él lo probó, pero de nuevo se negó a beberlo. Al ser crucificado en el Gólgota, se cumplió la ley de matar el Cordero Pascual fuera de las puertas de la ciudad.

Entonces los soldados clavaron a Jesús en la cruz, con los dos malhechores en cruces a cada lado de él. Era alrededor de las 9:00a.m. Los soldados que custodiaban la cruz de Jesús le quitaron su ropa exterior. La rasgaron en cuatro partes, repartiéndola a cada uno de los cuatro soldados presentes. Después tomaron su túnica sin costuras y apostaron para quedarse con ella. Una vez más, la multitud burlona incitada por los líderes religiosos, comenzó a escarnecerlo. Ellos desafiaron a Jesús para probarse que era el Mesías bajándose del madero. Burlándose de él, los soldados le ofrecieron otra copa de vino barato. Los soldados se sentaron y observaron a Jesús. La acusación escrita en tres idiomas, ordenada así por Pilato, se colocó sobre su cabeza en la cruz. Mientras uno de los malhechores le insultaba, el otro le habló amablemente y creyó. Para este último, Jesús se viró y le prometió un paraíso futuro.

Entonces dos hombres más, unos ladrones, fueron traídos para ser crucificados con los tres que habían sido crucificados antes. Ahora había cinco crucificados.

Las injurias continuaron. Desde el mediodía hasta las 3:00pm hubo tinieblas sobre la faz de la tierra. Luego, con un grito de triunfo, Jesucristo exclamó: “¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Para este propósito fui reservado!” Su propósito era el cumplimiento de nuestra redención. Fue un grito de victoria en medio de lo que parecía ser una derrota total.*
_____________________________
*Para más información sobre este grito de victoria, leer el capítulo 12 de “Poder para la vida abundante”, de V.P. Wierwille. [Nota de traductor].


La endurecida y escéptica multitud entendió mal a Jesús pensando que llamaba a Elías. Uno de ellos corrió, empapó una esponja con vino, la puso en una caña y la levantó, ofreciéndola a Jesús. Esta fue la cuarta bebida que se le ofreció.

Durante sus últimas horas en la cruz, Jesús con gran claridad mental y consideración encargó a su madre al discípulo a quien él amaba. Entonces él finalmente pidió algo de beber con la breve declaración: “Tengo sed”. Uno de sus amigos o de uno de sus familiares, con el uso de algún hisopo, acercó una bebida a los labios de Jesús.

Entonces él clamó: “¡Consumado es!” Él había terminado la obra que Dios le había enviado a hacer. Con eso él dijo a gran voz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Él inclinó la cabeza y entregó su vida. Después de aproximadamente cuarenta horas de tortura física y mental incesante, el Hijo de Dios estaba muerto. En ese momento, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba hacia abajo, eliminando la separación entre Dios y el hombre; nuestros pecados habían sido expiados. Simultáneamente hubo un gran terremoto. Toda la serie de acontecimientos provocó que un centurión, el oficial militar a cargo, creyera. Las personas que se encontraban en el Gólgota se golpeaban el pecho en señal de miedo y gran asombro.

En poco tiempo, vinieron los soldados de Pilato. Rompieron las piernas de dos de los delincuentes en las dos primeras cruces con el fin de acelerar su muerte, los soldados se acercaron a Jesús en la cruz central. Jesús ya estaba muerto así que no le quebraron las piernas. Sin embargo, uno de los soldados tomó una lanza y le traspasó su costado, haciendo que brotaran sangre y agua.

Finalmente, un hombre muy respetado llamado José de Arimatea, pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. Creyendo que Jesús resucitaría de entre los muertos, José, con la ayuda de sus sirvientes, bajó el cuerpo de la cruz en el Gólgota y lo enterró en un sepulcro cercano. Las mujeres observaron como José simplemente envolvió el cuerpo de Jesús con una sábana y lo puso en el sepulcro. Él cerró la tumba y se fue. Las mujeres se fueron para hacer la preparación para un entierro más apropiado. Después de que se habían ido, Nicodemo, otro gobernante de Judea, vino con sus siervos a la tumba y enterraron a Jesús  de nuevo. Esta vez, el entierro fue de acuerdo a la costumbre de Judea. El entierro se completó antes de que terminara la puesta del sol del día miércoles, el catorce de Nisán.

Mientras miramos hacia atrás a la crucifixión, vemos la agonía y el sufrimiento en extremo. Jesús había sido golpeado, azotado, escarnecido, interrogado y acusado durante un período de más de treinta horas desde el momento de su detención hasta que fue llevado al Gólgota. La presión mental antes y durante este tiempo, a cada minuto, fue tan agonizante como los golpes físicos. Su rostro estaba tan asombrosamente desfigurado que Isaías profetiza: “como que escondimos de él el rostro”.

Finalmente, él estuvo colgado en la cruz por aproximadamente seis horas antes de su muerte. Estar colgado en una cruz era una tortura terrible. La respiración era dolorosa, casi imposible. Debió padecer terribles espasmos musculares y calambres. Los clavos que atravesaron sus manos y pies debieron provocar una extrema sensibilidad en sus nervios y tendones. Agravada por el dolor, la sangre y las heridas previas a la crucifixión, la experiencia de de nuestro salvador las últimas seis horas de su vida, desde las 9:00am hasta las 3:00pm, fue en el grado más alto de agonía.

Jesús sufrió cada herida física imaginable sin tener ningún hueso roto. Los golpes con los puños cerrados debieron causar grandes hematomas o contusiones. Las espinas incrustadas en su cabeza por los golpes, pudieron causar heridas penetrantes derramando una buena cantidad de sangre. Los clavos introducidos en las manos y los pies debieron causar heridas de perforación. La flagelación y los azotes a los que fue sometido debieron causarle enormes laceraciones. Pero Jesucristo experimentó muchas otras heridas dolorosas, mentales y físicas, además de estas.

Él fue un hombre familiarizado con la enfermedad, el dolor, el sufrimiento y la aflicción. Fue un hombre que se convirtió en el más bajo para que pudiera apoyar, defender y sostener a cualquiera que quiera creer. Él es un hombre que puede salvar al último entre aquellos que quieran creer. Él es nuestro hermano, quien sufrió y murió por ti y por mí. Él nos amó tanto que sus heridas sobrepasaron y vencieron nuestras rebeliones, nuestros pecados externos. Sus magulladuras vencieron sobre nuestras iniquidades y pecados internos. Su angustia mental conquistó nuestra falta de paz y nuestras pobres y débiles mentes. Sus heridas vencieron nuestras enfermedades físicas. Él es un salvador completo. Él es el Señor Jesucristo.

Isaías 52:14,15-53:12
Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres,

así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.

¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?

Subirá cual renuevo [Jesucristo] delante de él [Dios], y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores [sufrimientos], experimentado en quebranto [enfermedades]; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.

Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

Al morir esta muerte indigna, Jesucristo fue contado con los transgresores. Sin embargo, porque aquel que no conoció pecado, se hizo pecado, Dios nos ha hecho la justicia de Dios en él. En Jesucristo tenemos el don más preciado de todos: la vida eterna.



Traducido por Claudia Juárez Garbalena


VIVIFICADOS JUNTAMENTE CON CRISTO
Capítulo Catorce de "Ordena mis Pasos con Tu Palabra"
Por V.P. Wierwille

Mientras veo la Palabra de Dios creciendo en los corazones y las vidas de la gente, me siento inmensamente agradecido a Dios por Su bondad y Su gracia. A menudo pienso en cómo el apóstol Pablo debió haberse alegrado cuando viajaba y enseñaba la Palabra de Dios en el primer siglo. Yo, también me regocijo y estoy profundamente agradecido por todos aquellos que están parándose firmes por la exactitud e integridad de la maravillosa e incomparable Palabra de Dios. La Palabra de Dios da la misma vitalidad y entusiasmo a la vida en este momento como lo hizo cuando Jesucristo mismo caminó en esta tierra.

Recordemos juntos el maravilloso registro en el Evangelio de Lucas que narra un incidente del día después de la resurrección de nuestro señor y salvador Jesucristo. Jesús, en el camino a Emaús, se unió a dos hombres que estaban discutiendo los sucesos recientes en Jerusalén. Después de caminar con estos hombres una cierta distancia, Jesucristo les relató información importante para ellos. Lucas 24:27 nos dice: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.

Dios mío, cómo me habría gustado ser uno de esos dos hombres. ¡Acaso no sería emocionante tener la compañía de Jesucristo explicándole a usted las Escrituras que se refieren a él mismo, comenzando con Moisés y continuando a través del Antiguo Testamento!

Después de que Jesucristo los dejó, estos dos hombres expresaron su gran emoción al exclamar: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?”¿! No es esto hermoso!? Verá usted, cuando la verdad de la Palabra de Dios se abre ante nosotros, el interior de nuestros corazones cobra vida como carbones encendidos. La Palabra de Dios es tan apasionante, tan emocionante, tan inspiradora.

El registro en Lucas 24 también dice: “Entonces les fueron abiertos los ojos” [de los dos hombres]. Esto es exactamente lo que ocurre con nosotros, también, cuando la Palabra de Dios nos es dada a conocer y es desplegada ante nosotros. Nuestros ojos necesitan ser abiertos del mismo modo que les fueron abiertos a esos dos hombres en ese camino a Emaús. Y es debido a que Dios tiene un gran cuidado e interés por aquellos de nosotros que estamos buscando saber más de Él, que Él está constantemente abriendo nuestros ojos, iluminando nuestras mentes y corazones y ampliando nuestra visión.

Para ver el gran cuidado e interés de Dios por nosotros, necesitamos entender la verdad que se encuentra en el segundo capítulo de Colosenses. Comencemos con el versículo 1.

Colosenses 2:1:
Porque quiero [deseo] que sepáis [que sean plenamente conocedores de] cuán gran lucha [agÇn] sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro.


La palabra “lucha” es la palabra griega agÇn que se asocia en la literatura griega con los atletas que competían en los Juegos Olímpicos. Esta palabra agÇn significa “cuidado”, “interés”, “preocupación”. El mayor cuidado, interés y preocupación eran dados en el entrenamiento de estos atletas para que pudieran competir con su máximo potencial. El deseo de Pablo era que los creyentes de Colosas y Laodicea tuvieran el pleno conocimiento del gran interés que tenía para con ellos, incluso por los que nunca había visto en la carne. Este es el tipo de interés, cuidado y atención que debemos edificar en nuestras vidas los unos por los otros. Debemos tener una seria y fervorosa preocupación por la gente de Dios, incluso por aquellos que nunca hemos visto.

Verá usted, si Cristo no se hubiera interesado por nosotros y no nos hubiera amado, nosotros no podríamos amar. Pero ahora somos capaces de amar. Dios nos amó cuando éramos indignos de ser amados, cuando estábamos muertos en delitos y pecados; y muchas veces nosotros también debemos amar incluso a quien no es digno de ser amado. A veces amamos debido a, y otras veces a pesar de, pero lo importante y necesario es que nos amemos los unos a los otros. Como creyentes renacidos que estamos llenos del poder de Dios y que creemos en la Palabra de Dios, usted y yo debemos satisfacer las necesidades de la gente hasta que ellos mismos aprendan cómo ir a Dios para ver que sus propias necesidades sean satisfechas. Permitimos que la gente se apoye en nuestra habilidad para manifestar el poder de Dios hasta que aprendan a manifestar el poder de Dios en sus propias vidas. Debemos tener gran amor e interés.

Este segundo capítulo de Colosenses nos está diciendo que las cosas deben ser usadas y la gente debe ser amada. Podemos usar las cosas para avanzar hacia nuestros objetivos, pero nunca debemos usar a la gente.

Considere esto: Si Dios pudo amarme tanto a través de Cristo Jesús brindándome la más alta salvación –a mí que estaba muerto en delitos y pecados y fui vivificado, y si Él arrojó todos mis pecados sin recordarlos más, ¿habrá alguna persona en este mundo que yo no pueda perdonar? Yo no tengo ningún problema perdonando a otras personas cuando considero la gran gracia con la que Dios me perdonó a mí. Y si usted realmente sabe lo que Dios hizo en Cristo por usted, entonces no tendrá ningún problema ayudando a otra persona para que Cristo pueda hacer el mismo trabajo de redención y sanidad para ellos. Esa es la ternura, ese es el cuidado que debemos tener por todas las personas en todas partes.

El versículo 2 nos dice por qué tenemos que tener ese cuidado e interés por las personas.

Versículo 2:
Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo.

Qué tremendo versículo de la Escritura. Una traducción ampliada de este versículo sería: “Tenemos este cuidado por las personas para que sus corazones puedan ser consolados y alentados, para que sean unidos en una mente, en un mismo espíritu para la gloria de Dios a través del amor de Dios manifestado que ha sido derramado en nuestros corazones por el espíritu santo, con el fin de que utilicemos en conjunto, con plena convicción, lo que hemos aprendido a través de escuchar atentamente y reflexionar y meditar sobre la Palabra de Dios, con la meta final de conocer plenamente el Misterio de Dios (Quien es nuestro Padre) y de Cristo (quien es la cabeza de la Iglesia)”.



Este deseo de consolar y alentar también fue la razón por la que Pablo envió a Timoteo a Tesalónica.

Tesalonicenses 3:2:
Y enviamos a Timoteo nuestro hermano, servidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, para confirmaros y exhortaros [alentaros] respecto a vuestra fe.

Timoteo era el más leal, el más dedicado, la persona mejor equipada para que Pablo enviara a una situación como la que había en Tesalónica. Usted no habría enviado a su creyente menos cualificado; usted habría enviado lo mejor que tenía a una situación  demandante, y lo que ocurría en Tesalónica era difícil. Así se llegó al acuerdo de que Timoteo, “nuestro hermano y un ministro de Dios”, era la persona adecuada para enviar a Tesalónica. Timoteo también era diligente, trabajador y conocedor de la Palabra de Dios. Estas fueron las cualificaciones necesarias.

“…Para Confirmaros…” Verá usted, llegar a ser renacido es sólo el comienzo. Hay muchas personas en el mundo que han renacido del Espíritu de Dios, pero que no han tenido enseñanza, no se han establecido, no se han edificado en la profundidad de la Palabra de Dios en ellos. Es por eso que esta palabra “confirmaros” es tan significativa. Los renacidos necesitan ser confirmados (“establecidos”), lo que significa ser “fortalecidos”, “hechos firmes” hechos sólidos en la Palabra de Dios.

“…Y exhortaros…” Confirmados y exhortados.  Cuando la gente llega a ser sólida en la Palabra de Dios, la consecuencia natural es que ellos serán consolados. La palabra griega para “exhortaros” también significa “animar” y “consolar”. Timoteo estaba ahí tanto para establecerlos, como para exhortarlos y consolarlos.

“Respecto a” es “para la ventaja y beneficio” de vuestra fe. Timoteo debía establecer y alentar a los tesalonicenses para que sacaran ventaja y provecho de su creencia, pistis. Pablo expresó esta misma exhortación a los colosenses.

Colosenses 2:3-5:
En quien [en el cual, habla del Misterio] están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.

Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas.

Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe [creencia] en Cristo.

Pablo dice: “Tengan cuidado con las personas que buscan atraerles lejos de la Palabra de Dios, con aquellos que les mueven lejos de ella con palabras persuasivas. Por el contrario, sean consolados y exhortados sabiendo que hablo en lenguas por ustedes, y estoy gozoso por la firmeza de vuestra creencia”. Pablo siempre era bendecido cuando los creyentes eran fieles, como estos creyentes en Colosas y los de Tesalónica.

I Tesalonicenses 3:6:

Pero cuando Timoteo volvió de vosotros a nosotros, y nos dio buenas noticias de vuestra fe y amor, y que siempre nos recordáis con cariño, deseando vernos, como también nosotros a vosotros.

Cuando Timoteo volvió a Pablo después de visitar a los creyentes en Tesalónica, él trajo “buenas noticias de vuestra fe [creencia] y amor [el amor de Dios en la mente renovada en la manifestación]”. Esta era la condición espiritual de los tesalonicenses. Estas fueron las personas por las que Pablo había estado grandemente preocupado, preguntándose si ellos, bajo la persecución y la constante aflicción, permanecían fieles. Y cuando Timoteo regresó, trajo buenas nuevas de su creencia y de su caminar con el amor de Dios en la mente renovada en manifestación. Su creencia y amor es el primer punto planteado en este versículo.

El segundo punto en I Tesalonicenses 3:6 se refiere a su actitud. “…y que siempre nos recordáis con cariño…” La palabra “siempre” significa “de continuo”, no sólo los recordaban por un momento, sino continuamente. Ellos de continuo tenían buenos recuerdos de Pablo, de Silas y del resto de los creyentes, los mantenían en alta estima.

El tercer punto de este versículo se refiere a su afecto mutuo. “…Deseando vernos, como también nosotros a vosotros”. La palabra “deseando” significa “anhelando con un deseo intenso”. Esto muestra el gran afecto de los tesalonicenses por Pablo. “…Deseando vernos, como también vosotros a nosotros…”. La palabra griega para “como” significa “así como” e indica el afecto mutuo de los unos por los otros, indica su mutuo deseo de reunirse los unos con los otros.

La combinación “vosotros” y “nosotros” es usada cuatro veces en este versículo: Timoteo “volvió de vosotros a nosotros”, número uno; “nos dio buenas noticias de vuestra fe y de amor”, número dos; “nos recordáis con cariño”, número tres; “deseando vernos, como también nosotros a vosotros”, número cuatro. Cuatro veces estas palabras se presentan juntas en el mismo versículo. Tal aprecio mutuo: el amor, el deseo y el respeto deben mantenerse entre los líderes y entre los creyentes si ellos quieren que la grandeza de la Palabra de Dios realmente viva.

I Tesalonicenses 3:7:
Por ello, hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe.

La palabra “consolados” aquí significa “alentados”. Hermanos, nos sentimos alentados “por vuestra fe”, por su andar en creencia o a través de su andar en creencia. “Nos sentimos alentados, en nuestras aflicciones externas y en nuestras aflicciones causadas por otras personas, porque ustedes permanecen fieles”.

Este mismo amor mutuo y fidelidad es lo que Pablo escribió en el segundo capítulo de Colosenses.

Colosenses 2:6:
Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él.

“De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad…” Aquí no dice que debemos relajarnos después de que hemos recibido a Cristo Jesús. Obviamente, ya que somos salvos y tenemos vida eterna, vamos a ir al cielo. Pero, ¿sólo de eso se trata la vida, de ser salvo y esperar el retorno de Cristo? De ningún modo. Ya que hemos hecho a Cristo Jesús nuestro señor, debemos andar en él. Y este es un andar minuto a minuto. ¿Y cómo andamos? El versículo 7 nos lo dice.

Versículo 7:
Arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.

“Arraigados…” Este es el aspecto número uno en nuestro andar. El creyente debe tener raíces. Jesucristo muestra la importancia de estar arraigado en Mateo 13.

Mateo 13:20 y 21:
Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;

pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.

Este hombre escuchó la Palabra de Dios y tenía gran gozo por ello. Pero no tenía raíz, y por lo tanto su gozo duró sólo un rato. Cuando surgió un problema, inmediatamente tropezó, porque no tenía raíz.

Entonces vemos que, con el fin de comenzar a caminar para Dios, tenemos que estar arraigados. De lo contrario, cuando alguien nos cuestione, o ataque la Palabra de Dios, no vamos a permanecer firmes por mucho tiempo. Algunas personas pueden preguntarle: “¿Qué sabes tú de la Palabra de Dios?” Ellos lo desafiarán diciendo: “¿Quién eres tú para hablar como un graduado de un seminario teológico? Seguramente ministros y teólogos saben más que tú”. La verdadera pregunta es: ¿Ellos conocen a Dios y Su Palabra mejor que usted? Ellos podrán ser más conocedores de Platón, de Aristóteles y Freud, pero ¿qué saben ellos de la Palabra de Dios? ¿Dónde se encuentran los tesoros del conocimiento y la sabiduría? ¡En la Palabra de Dios! Así que necesitamos estar enraizados en Su Palabra. Debemos llevar esa Palabra en nuestras mentes. Necesitamos leer la Palabra misma, escuchar cintas sobre la Palabra, leer todo lo que esté dividido correctamente conforme a la Palabra, memorizar la Palabra. Tenemos que llegar a estar arraigados. Este es el aspecto número uno.

Número dos, según Colosenses 2:7, tenemos que ser sobreedificados. Usted no puede tener un roble alto sin tener un sistema de raíces bien desarrollado. Ahora, ¿Cuál es el punto de tener raíces profundas en un roble, si el tronco, las ramas y ramitas no se desarrollan por igual? ¿Cuál es el punto de estar arraigados en la Palabra de Dios si no manifestamos nada más en nuestras vidas? Si usted como creyente nunca va más allá de simplemente echar raíces, ¿cuál será el provecho? Un creyente debe llegar a estar arraigado en la Palabra, pero después él o ella debe crecer y madurar, debe “ser sobreedificado” en el conocimiento y la sabiduría de la Palabra. Llegar a estar sobreedificados es el paso número dos.

No solamente debemos estar arraigados y sobreedificados en Cristo, sino de acuerdo a Colosenses 2:7, también debemos estar confirmados en la fe. Un árbol confirmado o establecido es aquel que se encuentra en su punto óptimo de madurez. Está lleno de hojas y en floreciente plenitud. Similarmente, un creyente establecido es aquel que ha resistido la prueba del tiempo y ha llegado a la madurez, que está lleno de fruto. “Confirmados” en otras versiones se traduce “establecidos”. Aquel que está establecido está confirmado, está afianzado, asentado, es inamovible, seguro y firme.

Bíblicamente hablando, estamos confirmados o establecidos cuando hemos crecido en Cristo al nivel en que estamos manifestando la grandeza de lo que Dios es. Cuando estamos llevando fruto. Cuando no somos llevados por doquiera de todo viento de doctrina. No estamos entusiasmados con el Señor un día y pesimistas y deprimidos al siguiente. Tenemos que llegar a estar establecidos en la Palabra de Dios al punto que nadie pueda movernos fuera de nuestro centro, justo como si nos hubieran vertido cemento alrededor de nuestros pies, de los tobillos, y nos quedáramos quietos hasta que el cemento haya fraguado. Simplemente no podemos flaquear en la Palabra de Dios. Debemos estar arraigados, edificados y establecidos. Esto es lo que se requiere minuto a minuto y año tras año para que seamos representantes para Dios. Este es el andar requerido. De esto estamos hablando.

Quiero que observe ahora a dos grandes representantes de Dios de los que habla Hechos 16.

Hechos 16: 4 y 5:
Al pasar por las ciudades [Pablo y Timoteo], les entregaban las ordenanzas que habían acordado los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que las guardasen.

Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y [mientras ellos eran establecidos  y confirmados, ellos] aumentaban en número cada día.

Como dice aquí de Pablo y Timoteo, así debería ser con usted mientras madura como  creyente: Las iglesias serán establecidas y el número se incrementará cada día.

Y de nuevo en I Corintios 3 observamos a dos hombres que fueron confirmados.

I Corintios 3:6:

Yo [Pablo] planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.

I Corintios 3:6 dice que en Corinto, Pablo había plantado la semilla de la Palabra de Dios y Apolos la había regado, pero ¿Quién dio el crecimiento? Dios. ¿Quién va a plantar  y a regar hoy? Creyentes que anden en la Palabra y que hablen la Palabra de Dios. Y mientras andamos, Dios da el crecimiento a las semillas que plantamos y regamos.

Colosenses 2:7:
Arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.

Sólo hay una manera para que las personas comiencen a estar arraigados y sobreedificados y confirmados, y esta es que alguien les enseñe. Así que, con el fin de conseguir que la gente sea arraigada, sobreedificada y confirmada, usted necesita enseñar como ha sido enseñado.

“Abundando en acciones de gracias”. Las acciones de gracias y “agradecer mientras vivimos” van de la mano. Sus acciones de gracias a Dios causan su actuar en gratitud. ¡Viva la Palabra con acción de gracias y con gozo! No  puede usted esperar ser un testigo eficaz para Dios a menos que viva Su Palabra. No puede solamente hablar la Palabra; usted tiene que vivir los principios de la Palabra o no va a permanecer.

Ahora, el versículo 8 de Colosenses 2 comienza con una seria advertencia: “Mirad”. Usted tiene que mirar o tener cuidado (ser avispado) con la finalidad de mantener su caminar en Cristo Jesús.

Versículo 8:
Mirad que nadie os engañe [sulagÇgeÇ] por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.

“Mirad que nadie os engañe…” “Engañe” es sulagÇgeÇ, que significa “que seamos llevados como una presa o botín”. No permita que el adversario le lleve lejos como un botín de batalla. No son las manzanas podridas o estropeadas las que el devorador está buscando. Son las buenas manzanas de las que busca apoderarse el enemigo. El adversario dedica sus mejores esfuerzos para evitar que usted sea un denodado testigo para Dios. El adversario no está interesado en aquellos que están sin Dios; él está interesado en conseguir a la gente que ama a Dios y en llevarlos como un botín.

Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías…” La filosofía es la sabiduría del mundo. Hay una gran cantidad de hombres y mujeres que son tremendamente entusiastas con la sabiduría del mundo; pero nosotros sabemos por la Palabra de Dios que la verdadera sabiduría y el conocimiento provienen de Dios. Los verdaderos tesoros de la sabiduría y el conocimiento se encuentran en Dios, no en la sabiduría mundana. Así que tenga cuidado, porque usted va a ser confrontado con la sabiduría del mundo.

La siguiente cosa con la que hay que tener cuidado es con las “huecas sutilezas”". “Huecas” es “vacías” en el griego “sutilezas” son “tergiversaciones”, en otras palabras,  manipulaciones intencionales. “Filosofías” y “huecas sutilezas” están unidas por la conjunción “y” porque estas dos van de la mano. Ambos inflan el ego. Ellas son “según las tradiciones de los hombres”.

Para ver el contraste entre la grandeza de Dios y las tradiciones de los hombres, vamos a Mateo 15.

Mateo 15:1 y 2:
Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo:

¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan.

Los escribas y fariseos, que formaban parte de la jerarquía del Templo, confrontaron a Jesucristo con el problema que sus discípulos estaban causando al no lavarse las manos antes de comer. Lavarse las manos antes de comer era una “tradición de los ancianos”.

Versículo 3:
Respondiendo él [Jesucristo], les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?

Así que la tradición puede y a menudo transgrede el mandamiento de Dios. ¿Y cuál de los dos es más importante, la tradición de los ancianos o los mandamientos del Señor? La respuesta es obvia. En el versículo 6 de Mateo 15 Jesús concluye: “Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición”. Cuando la tradición toma preeminencia sobre la Palabra de Dios, los mandamientos de Dios se vuelven ineficaces.

Entonces Jesús dijo a la gente en el registro de Mateo 15: “Hipócritas”. ¿Le sorprende que Jesús dijera algo tan duro? ¿Él no amaba a la gente? Ciertamente lo hizo; sin embargo, él llamó a estas personas hipócritas. ¿Recuerda el “mirad” de Colosenses 2:8? Usted debe ser consciente, debe estar alerta de los trucos de la tradición.

Mateo 15:7 and 8:

Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo:

Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí.

“Este pueblo de labios me honra…” Ellos podían decir las palabras correctas, “pero su corazón está lejos de mí”. ¿Eran religiosos? ¿Eran sinceros? Ciertamente lo eran. Pero ser religioso o sincero no es garantía de la verdad. Dios no mira las apariencias; Él ve en el corazón, y “su corazón está lejos de mí”.
Versículo 9:
Pues en vano me honran [adoran], enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.

El pueblo al que Jesús se dirigía, ¿adoraba? Oh, sí. Tenían velas, tenían el altar debidamente organizado, llevaban el atuendo correcto, oraban en el momento adecuado, la introducción con el órgano era melodiosa, y los salmos eran leídos con la inflexión o tono adecuado. Todo lucía muy bien, excepto por una cosa: su corazón estaba lejos de Dios. Por lo tanto, ellos adoraron en vano. Entonces ¿qué enseñaban ellos con el corazón tan lejos de Dios? Enseñaron los mandamientos de los hombres como su doctrina, y no la Palabra de Dios.

Por lo tanto Colosenses 2:8 dice: “Cuídate de no ser tomado como botín por la sabiduría del mundo, por tergiversaciones o manipulaciones intencionadas según la tradición de los hombres, de acuerdo a los principios del mundo, y no según Cristo”.

Colosenses 2:9:
Porque en él [en Cristo] habita corporalmente toda la plenitud [lleno a capacidad] de la Deidad.

Note la palabra “Deidad”. Este versículo exactamente dice: “Porque en Cristo habita toda la plenitud de Dios Quien es la cabeza”. Y sólo hay una cabeza: Dios. Hay dos dioses, pero sólo hay una cabeza de todo, y ese es Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. El otro dios es el dios de este mundo, y ciertamente él no es la cabeza.

Jesucristo fue la primera persona que se menciona en la Palabra de Dios que tuvo sin medida todo lo que Dios podría hacer disponible en ese momento. Toda otra persona a la que Dios había puesto de Su espíritu, se le dio el espíritu con medida, con una cantidad específica. Mire Juan 3.

Juan 3:34:
Porque el que Dios envió [Jesucristo], las palabras de Dios habla; pues Dios no [le] da el Espíritu por medida.

“…Pues Dios no [le] da el Espíritu por medida…” Jesucristo entonces pudo operar al máximo todas las manifestaciones del espíritu disponibles a él: profecía, palabra de ciencia, palabra de sabiduría, discernimiento de espíritus, fe (creencia), milagros y dones de sanidad. Sin embargo, hubo dos manifestaciones que él no tenía: hablar en lenguas e interpretación de lenguas, ya que no estuvieron disponibles hasta Pentecostés. Es por eso que toda la plenitud de Dios, la máxima plenitud que estaba disponible, moraba en Cristo. La “plenitud de Dios” es todo lo que Dios puede hacer disponible. Hoy tenemos la plenitud de Dios en nosotros y podemos operar las nueve manifestaciones. Jesucristo pudo operar sólo siete. Todo lo que Dios podría hacer disponible en ese momento, Jesucristo tuvo.

Colosenses 2:10:
Y vosotros estáis completos en él [en Jesucristo], que es la cabeza de todo principado y potestad.


“Y vosotros estáis completos…” Si le faltara un poco de algo, usted no estaría  completo. Y usted está completo por lo que Dios hizo en Cristo Jesús nuestro señor y salvador. Y si Cristo es la cabeza y usted tiene a Cristo en usted, eso pone a Satanás justo debajo de sus pies. Usted pertenece a Dios, y Satanás no tiene absolutamente ningún derecho sobre usted o sobre sus hermanos y hermanas cristianos. Usted puede apagar todos los dardos de fuego del adversario porque tiene más poder de lo que él tiene.

Efesios 1 corrobora esto:

Efesios 1:3:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda [con cada] bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.

Dios le ha bendecido con toda bendición espiritual y le ha hecho completo en Cristo. Dios estaba en Cristo y Cristo está en usted. Dios en Cristo en usted le hace completo en él. Usted está completo en él con toda bendición espiritual.

Colosenses 2:10 además dice: “…que es la cabeza de todo principado y potestad”. Estamos completamente completos en Cristo, que es la cabeza sobre todo principado y potestad. Ahora considere esto: Si Cristo es la cabeza de todo principado y potestad, y si usted está completo en Cristo, usted es poderoso, ¿no es usted es más que vencedor? Dios en Cristo en usted le da el poder de manifestar la vida más abundante porque usted está sobre todo principado y potestad.*

Colosenses 2:11:
En él [en Cristo] también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo.

El pacto de la circuncisión fue un pacto de sangre. Dios le dijo a Israel: “Mira, tú eres mío; Yo te protegeré. Tú has dado tu sangre. Tenemos un pacto, y no voy a romper el pacto de sangre”. Mientras Israel caminó en los mandamientos de Dios, no hubo literalmente nadie que pudiera perjudicarlo. Pero Colosenses 2:11 dice que fuimos circuncidados con circuncisión no hecha a mano, esta circuncisión consiste en que fuimos despojados del cuerpo de pecado de la carne.



* Efesios 6:12: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad [espíritus malignos] en las regiones celestes [de lo alto]”. Los creyentes renacidos no tenemos lucha contra sangre y carne, es decir, contra las personas; nosotros  luchamos sólo contra un poder espiritual. Tenemos que hacer frente a las causas y no a los síntomas. Y las causas de los problemas son los principados, poderes, espíritus malvados de lo alto. Y puesto que Cristo es la cabeza de todo principado y potestad, y tenemos a Cristo en nosotros, somos más poderosos que Satanás y usted puede triunfar sobre él y sobre el poder que él ejerce.


Nuestra circuncisión es que hemos sido librados del cuerpo de pecado de la carne. El cuerpo de pecado de la carne fue circuncidado de nosotros porque Cristo llevó nuestros pecados. Fue el acto de Cristo, y no el nuestro, que nos colocó en el pacto de sangre. Hemos  visto tan poco de esta Palabra y la grandeza de lo que tenemos en Dios en Cristo, y el privilegio que tenemos de compartirlo.

Versículo 12:
Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

“Sepultados con él en el bautismo…” ¿Sabe usted lo que es el bautismo? La sepultura de Cristo. Con frecuencia el bautismo no se refiere a estar inmerso en agua. “Bautismo” significa “purificar o limpiar”. En este contexto es ir a la tumba con Cristo. Cuando él estuvo allí, nosotros estuvimos con él. “Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él…”

No sólo fuimos circuncidados en su crucifixión y bautizados en su muerte, sino que cuando Dios resucitó a Cristo, nosotros fuimos levantamos con él. Usted y yo fuimos resucitados con Cristo. “Resucitados con él, mediante [a través de] la fe [creencia] en el poder [energeia, energía] de Dios que le levantó de los muertos”. Cuando Cristo se levantó, nosotros fuimos levantados con él. Jesucristo creyó que Dios le levantaría de entre los muertos, y nosotros creemos lo mismo. Esa es la creencia de Colosenses 3:12. Efesios 1 añade aún más conocimientos a esto.

Efesios 1:18-23:
Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,

la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,

sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;

y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,

la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Entonces Colosenses 2 dice que fuimos circuncidados, sepultados y resucitados con Cristo Jesús; y Efesios 1 dice que ascendimos con él y que estamos sentados con él. ¡Estamos completamente, absolutamente completos! Estamos equipados; es algo que ya tenemos. No por lo que somos en nosotros mismos, sino por lo que Dios hizo en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y le sentó a Su diestra.

Cuando Jesucristo fue levantado, fuimos levantados con él; cuando él ascendió, ascendimos con él; cuando se sentó a la diestra de Dios, nos sentamos con él. Todo ha sido cumplido.

Colosenses 2:13:
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.

“Y a vosotros, estando muertos en pecados…” Usted ya no está muerto en pecados, pero ha muerto a ellos. Usted estaba muerto en sus pecados antes de renacer. Pero cuando usted renació del Espíritu de Dios con Cristo en usted, llegó a estar muerto a esos pecados. Cada uno de nosotros nacemos en esta vida natural muertos en delitos y pecados, y la única forma en que Dios puede levantarnos, es al confesar con nuestra boca al Señor Jesucristo creyendo que Dios lo resucitó de entre los muertos, como Romanos 10: 9 y 10 nos instruye. Es entonces que se nos da la remisión del pecado y Dios pone Su espíritu en nosotros, que es Dios en Cristo en usted, el cual es vida eterna. Ya no estamos más muertos en nuestros delitos y pecados, y en vez de eso llegamos a estar muertos a nuestros delitos y pecados.

Después de que Dios perdona todos los pecados, Colosenses 2 explica además lo que Él hace con todas las acusaciones que estaban en contra de nosotros.

Versículo 14:
Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.

Me pregunté el significado de este versículo durante quince o veinte años, dándome cuenta de que no lo entendía. También tuve un problema con Isaías 40. El versículo 1 dice: “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios”. La palabra “consolaos” aquí significa aliviar a la gente, darles paz y serenidad. Pero el segundo versículo de Isaías 40 continúa: “Hablad al corazón de Jerusalén [la gente de Dios]; decidle a voces que su tiempo [el tiempo señalado] es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados”.

“…Consolaos, consolaos, pueblo mío… Hablad al corazón de Jerusalén…” Diles que Dios va a doblar sus pecados. Ahora ¿cómo podría consolar a alguien si van a recibir el doble por sus pecados? ¡ Eso no tiene sentido! El Obispo K.C. Pillai finalmente me explicó lo que es el “doble” por los pecado de Isaías 40, y entonces entendí la frase “anulando el acta de los decretos” de Colosenses 2:14.

En los tiempos del Antiguo Testamento una parte del sistema judicial eran los ancianos en la puerta. Estos eran hombres mayores, experimentados y sabios en los asuntos humanos. Ellos eran seleccionados entre los hombres más destacados de la comunidad y eran conocidos por su honestidad y buen juicio. Una persona que llegaba a ser un anciano en la puerta era tenida en alta estima. Era responsable de hacer juicios racionales y decisiones con respecto a conflictos de cualquier tipo. Estos ancianos en la puerta eran requeridos para “sentarse” en ciertos momentos señalados, y si los habitantes de la ciudad tenían conflictos o problemas, los presentaban en esos momentos. Disputas y problemas civiles eran resueltos de esta manera.

Ahora, supongamos que un israelita se declaraba en bancarrota. Él tendría que informar a los ancianos en la puerta. Los ancianos harían una declaración de quiebra en la que se hacia una lista de todo aquel a quien el deudor debía dinero. Cuando los ancianos habían terminado de escribir a todos los acreedores, clavaban esta notificación de quiebra en las puertas de la ciudad. Era publicado como un recordatorio constante al público del dilema y la vergüenza del deudor. Día tras día este aviso se colgaba en la puerta de la ciudad hasta que se pagaban todas las deudas.

En cualquier momento mientras permanecía esa publicación de la deuda, una persona podía venir y actuar como un benefactor. Él podría caminar en las puertas y leer el aviso de bancarrota. Quizá él conocía al deudor o era de su familia. Así que el benefactor iría a ver a los ancianos en la puerta y diría: “Quiero pagar en su totalidad todo lo que se debe y es contrario a este deudor”, y luego él pagaría las deudas. Entonces, ¿qué hacían los ancianos en la puerta con la notificación de bancarrota? La bajaban y la “doblaban”. Eso significa que ellos ocultarían el registro para que nadie pudiera ver la deuda escrita dentro y nadie podía ver ya lo que hubo en contra del deudor. Entonces los ancianos hacían otra cosa. Ellos escribían el nombre del ex deudor en el exterior de este documento doblado, y una vez más tomarían la hoja doblada y la clavarían a la puerta de la ciudad. Así todo el mundo sabría que todas las deudas, todo lo que era contrario al deudor o en contra de él, habían sido completamente pagado.

En Isaías 40, Israel tenía sus pecados doblados. “Consolaos, consolaos, pueblo mío… porque doble han recibido… por todos sus pecados”. Un benefactor, llamado, el Señor Dios, pagó por sus pecados y les dio un documento limpio y doblado en las puertas.

Similarmente, Colosenses 2:14 dice: “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz [la cruz de Jesucristo]”. Jesucristo, que no conoció pecado por nosotros Dios lo hizo pecado para que pudiéramos ser justicia de Dios en él. Él pagó nuestra deuda, y entonces Dios dio un paso todavía mejor y la borró. Él borró completamente esas cosas que estaban en contra de nosotros, porque Jesucristo pagó el precio en la cruz. Por lo tanto, no hay ningún registro de lo que había en contra de nosotros, todas las deudas han sido pagadas. Jesucristo tomó el oprobio que estaba en contra de nosotros, y fue clavado en su cruz. Isaías 53:6 dice: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas [pero] Jehová cargó en él [en Jesucristo] el pecado de todos nosotros”.

Colosenses 2:15:
Y despojando [apekduomai] a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.

Esta palabra griega para “despojado” significa “habiendo arrojado de sí mismo”, habla de lo que él cargó o llevó por nosotros. El que no conoció pecado, fue hecho pecado por nosotros. Luego arrojó de sí mismo los pecados, que eran los principados y potestades. Él hizo una demostración pública de los principados y potestades, triunfando sobre ellos cuando Dios lo resucitó de entre los muertos.*

Ahora viene más información importante que los creyentes deben tener en cuenta.

Versículos 16 y 17:
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,

todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.

No le permita a nadie que lo juzgue en virtud de la ley del Antiguo Testamento, porque no está más bajo la ley del Antiguo Testamento; usted pertenece al Cuerpo de Cristo durante la Era de la Gracia. La ley del Antiguo Testamento era sólo una sombra de la ley mayor del espíritu de vida en Cristo Jesús, que ahora está en vigor.

Versículo 18:

Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal.

“Nadie os prive de vuestro premio…” Las palabras “os prive” significan “os estafe”. La salvación es por gracia y las recompensas son por mérito. No permita que nadie le prive de su premio, por medio de envolverle en sus rituales religiosos, poniéndolo bajo la tradición de los hombres, y sintiéndose orgulloso de ello, vanamente hinchado.

Versículo 19:
Y no asiéndose de la Cabeza [¿quién es la cabeza? Jesucristo], en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose [vinculándose] por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.

La expresión “unidos” en el versículo 2 de Colosenses 2, “para que sean consolados sus corazones, unidos en amor”, es repetida aquí. Debemos sujetarnos fuertemente a la cabeza, sabiendo que todo el cuerpo, siendo nutrido y ministrado por las coyunturas y ligamentos, crece. Ministramos la Palabra de Dios los unos a los otros y así, el Cuerpo de Cristo es nutrido y va creciendo. Cada creyente es parte de ese cuerpo, y cada uno de nosotros avanza, va hacia adelante para ministrar. Recibiendo nutrimento, estamos unidos en el Cuerpo con cada ligamento y coyuntura y podemos permanecer juntos y contribuir. Un creyente puede ser muy fuerte en un área práctica, y otro será muy fuerte en alguna otra área; nos complementamos y apoyamos los unos a los otros. Eso es estar unido entre sí.


*Efesios 4:8 Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres”.


Esto requiere todas las partes del cuerpo, cada uno llevando a cabo su propia función única, para que el cuerpo funcione correctamente. I Corintios 12:21 expresa esta imagen tan claramente: “Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros”. Alguien tiene que ser ojo, otra persona la muñeca, o el dedo pulgar o el dedo índice. ¿Qué pasaría si todos fuéramos la misma parte del Cuerpo?

Puede que nunca haya tenido aprecio particularmente por mis dedos hasta que uno de ellos me duela. Es notable que cuando me golpeó el pulgar con un martillo, todo mi cuerpo siente el impacto. Antes de golpearlo, ni siquiera estaba consciente de que tengo un pulgar. Y no solo duele por un momento, sino por algún tiempo después. El Cuerpo de Cristo es así. Si un miembro es herido, todos sufrimos. Todas las partes en el Cuerpo espiritual son interdependientes al igual que en el cuerpo físico.

Los miembros actúan en diferentes y variadas capacidades en el Cuerpo. Pero cada uno somos sólo una parte de ese Cuerpo, y cada uno debe hacer su trabajo a la medida de sus posibilidades, para que todo el Cuerpo pueda funcionar eficazmente. Si alguien no funciona en su llamado, el Cuerpo como una unidad está herido. Cada miembro en particular es importante. Y cuando cada miembro está funcionando, el Cuerpo crece con el crecimiento que da Dios. Este es un crecimiento dinámico.

Colosenses 2:20:

Pues si [ya que] habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos [sistemas, principios] del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos

Si hemos muerto con Cristo a los rudimentos del mundo, ¿por qué nos permitimos a nosotros mismos ser sujetos a ellos de nuevo? ¿Por qué, como si viviéramos en el mundo, estamos dogmatizando de nuevo ordenanzas? ¿De qué tipo de ordenanzas está hablando? La Palabra de Dios va a explicar esto.

Versículos 21 y 22:
Tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques

(en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso?

Estas ordenanzas dogmáticas son “mandamientos y doctrinas de hombres”. El “no manejes, ni gustes, ni aun toques” son tipos de ordenanzas hechas por el hombre corrupto. ¿Por qué entonces deberíamos someternos a aquellas normas que son mandamientos y doctrinas de hombres? ¿Recuerda Mateo 15? Los fariseos enseñaban “como doctrinas mandamientos de hombres”. Cuando adoramos de acuerdo a los mandamientos y doctrinas de los hombres, ¿qué tipo de adoración es? Vana. Lo dice en Mateo 15:9: “En vano me honran [adoran]”.

Colosenses 2:23:

Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

Las ordenanzas del hombre “tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría”. Pero ese tipo de sabiduría es la sabiduría del hombre natural que, cuando la estudiamos anteriormente, la encontramos de muy poco valor, porque el verdadero conocimiento y sabiduría vienen de Dios. Las ordenanzas del hombre y los rituales religiosos no “no tienen valor alguno contra [hacia] los apetitos [pl‘smon, satisfacciones] de la carne”. Las ordenanzas del hombre y los rituales religiosos no tienen ningún valor contra los apetitos de la carne.

Colosenses 3:1:

Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

Si, pues, habéis resucitado con Cristo…” Se nos dijo en Colosenses 2:12 que cuando él se levantó, nosotros fuimos levantados con él. ¿Recuerda? “Si [ya que], habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”. Busque las cosas de Dios; y no siga después de los rudimentos del mundo.

Versículo 2:

Poned la mira [phroneÇ, la mente, verbo] en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

 “Poner la mente en las cosas de arriba”, es como dice el texto. Esto significa absolutamente hágalo. Usted pone su mente en las cosas de arriba. Ponga la Palabra de Dios en su mente, y verá la grandeza de Dios en Cristo en usted.

“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”, porque esas cosas que vemos con nuestros sentidos son temporales; pero lo que vemos espiritualmente, que es Dios en Cristo en nosotros, es eterno.

Damas y caballeros, el mundo exterior nunca verá la grandeza en su vida hasta que vean al Cristo en usted. Ellos leerán su vida antes de que alguna vez lean la Biblia, se lo garantizo. Tienen que verla viviendo en usted primero. Seamos epístolas vivientes, conocidas y leídas por todos los hombres. Debemos vivir la Palabra y dejar que nuestra luz brille ante los hombres.

Versículos 3 y 4:

Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

“Cuando Cristo, vuestra vida....” Cristo es nuestra vida. Esta es la única cosa que tenemos. Estamos muertos a este mundo, pero vivos en Cristo. Él es ahora mismo nuestra vida. Él es nuestra vida. Y él ya está sentado a la diestra del Padre, y él va a volver por nosotros. Eso es lo que Colosenses 3: 4 dice. “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”. Cuando Cristo se manifieste, ¡seremos manifestados con él!

No conozco nada más emocionante y alentador que un andar triunfal, que vivir en desbordante exuberancia con la mira de ser manifestados con Cristo en gloria. No conozco otra manera mayor de alentar a la gente de Dios a vivir en un andar constante día tras día. Porque estamos arraigados y sobreedificados en Cristo, porque vivimos la Palabra de Dios, porque hemos dejado este mundo con sus rudimentos y su sabiduría atrás, porque somos el Cuerpo de Cristo donde cada uno de nosotros tiene una función específica, porque estamos completamente completos en Cristo Jesús, por todas estas razones y más, según lo que hemos visto en Colosenses 2 y 3, deseamos caminar para Dios como creyentes maduros que abundan en de acción de gracias y que agradecen mientras vivimos.

Oh, qué vida tenemos, que privilegio, ¡qué gozo es servir al Señor Jesucristo! Hemos sido vivificados juntamente con Cristo. Estamos completamente completos en él, y tenemos la habilidad y la autoridad de permanecer firmes con él y los unos con los otros. Esperamos expectantes el día en que seamos manifestamos con El en gloria. Es por eso que nuestros corazones son consolados. Esta es la razón por la que estamos unidos en amor en esta extraordinaria familia de Dios.



Traducción por Claudia Juárez Garbalena