martes, 18 de noviembre de 2014

¿POR QUÉ HAY DIVISIÓN?
Por Victor Paul Wierwille
Capítulo Trece de
"La Iglesia nueva y dinámica"

De una manera u otra, en nuestro modo de pensar, muchos hemos abrazado erróneamente la idea de que cuando Dios se mueve, la paz y la tranquilidad prevalecen. Este concepto fue expresado concisamente en una transmisión de radio cuando un ministro lo explicó así:

“Frecuentemente nos confundimos cuando se trata de definir un movimiento de Dios. Pensamos que cualquier tipo de confusión indica que todo el asunto es de Satanás. Nada podría estar más lejos de la verdad. Cuando Dios se mueve siempre se altera el equilibrio del statu quo. Por un período de tiempo parece suscitar caos en las metódicas vidas e iglesias. Los conformistas, los satisfechos y complacidos de sí mismos se molestan grandemente. Se cita que "Dios no es Dios de confusión, sino de paz". Esto es cierto, pero esta paz se hallará solamente en la Iglesia. En el mundo, así como en la iglesia "meramente profesante", se halla confusión y toda mala obra. Cuando Dios se mueve se altera todo lo carnal, lo egoísta y lo diabólico.”

El capítulo catorce de Hechos nos cuenta de un movimiento de Dios. Tuvo lugar en Iconio, y los evangelistas fueron Pablo y Bernabé. Lo que sucedió no fue sólo un caso aislado; tales eventos parecen haber sido la norma dondequiera que Pablo y Bernabé predicaban. Al llegar a Iconio desde Antioquía en Pisidia, presenciaron la misma clase de confusión que había ocurrido en los otros lugares.

Hechos 14:1:
Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos.
Hubo una gran cantidad de judíos y gentiles que se volvieron hacia Dios, pero no todo era dulzura y luz.

Hechos 14:2:
Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos.

¿Impidió la actitud de los incrédulos que Pablo y Bernabé siguieran ministrando? De ninguna manera.

Hechos 14:3:
Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios.

¿Cómo podían dejar de predicar cuando Dios seguía haciendo grandes señales y prodigios bajo su ministerio? Pero a pesar de estas maravillas de gracia, había aquellos que no querían creer.

Hechos 14:4:
Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles.

Aquí había división y confusión. No sólo un hogar o una iglesia estaba dividida, sino una ciudad entera. La tensión no disminuyó, sino que empeoró.

Hechos 14:5:
...los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos.

Aquí había disturbios y violencia.

Algunos dirán: "Seguro que si esto fuera de Dios, todo esto no hubiera ocurrido". Sin embargo eso fue lo que ocurrió y lo que todavía ocurre cuando se enseña la verdad. Las potestades de las tinieblas, aunque ataviadas religiosamente, lucharán. El mal siempre tiene que ser expuesto y destruido cuandoquiera y dondequiera que suceda un despertar espiritual.

No fueron los disturbios, sino las señales y los prodigios que acompañaron a Pablo y Bernabé los que dieron testimonio al hecho de que Dios los había llamado y de que ellos en verdad llevaban a cabo el movimiento de Dios. Las señales siguen a aquellos enviados por el Señor. Ellos hablan nuevas lenguas. Ellos echan fuera demonios en su nombre. Cuando hombres de Dios le imponen las manos a los enfermos, éstos se levantan sanados pues con Dios “no hay mudanza, ni sombra de variación”. El responde a las necesidades constantemente.

Estos santos de Dios, Pablo y Bernabé, a duras penas escaparon de Iconio con vida, pero continuaron hasta Listra y Derbe. En Listra la gente quiso hacer dioses de Pablo y Bernabé, y apenas se podía contener al sacerdote de Júpiter para que no les ofreciera sacrificios. Pero Pablo y su acompañante no permitieron ninguna de estas actividades. Ellos intervinieron entre estos idólatras y lograron detener todo el procedimiento. De hecho, Pablo y Bernabé lo lograron con tanto éxito que la corriente se volvió en contra de ellos y en poco tiempo la gente atacó y apedreó a Pablo y le arrastraron fuera de la ciudad pensando que estaba muerto.

La cantidad de nosotros a los cuales les gustaría formar parte de tal clase de movimiento probablemente es infinitesimal, y sin embargo éste era un movimiento de Dios. Son muchas las experiencias de este tipo que se podrían relatar tanto de los días de los apóstoles como de ahí en adelante.

Los Lolardos --reformadores organizados por Wycliffe en el siglo catorce-- fueron instruidos a “salir y predicar a los pobres en su propia lengua, trabajando en armonía con el clero si ellos les permitían hacerlo, pero en contra o independientemente de ellos si les eran hostiles”.

Los líderes de los movimientos espirituales en la Iglesia siempre han sido ridiculizados y calumniados. El elemento de confusión en toda la situación es que es la gente religiosa, aquellos que son profundamente sinceros, los que causan la división. El mundo parece mostrar poco interés inicial con respecto a un movimiento de Dios y prácticamente no le presta la menor atención. Como lo señala Hechos 7, son los del elemento religioso quienes son los perseguidores y quienes ponen resistencia.

Hechos 7:51,52:
¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. 

¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores.

Los fariseos no quisieron aceptar a Jesús como el Cristo. Los judíos sublevaron a la multitud en contra de Pablo y Bernabé. La gente religiosa de la época apedreó a Esteban. La división siempre frustra los esfuerzos cristianos.



Que Dios nos libre a nosotros, la Iglesia, de ser contenciosos y difíciles, de calumniar a nuestros hermanos, de reñir y pelear, de dividir el Cuerpo de Cristo por nuestra falta de claro entendimiento. Hay demasiada división fuera de la Iglesia; nuestra solidaridad es imperativa para que nos dé fuerza para avanzar a pesar de la oposición. Que el Padre en el cielo, por amor al Hijo unigénito, nos bendiga con tal abundancia que dejemos de ser parte del problema y nos hagamos parte de la solución. Que nosotros como miembros del Cuerpo de Cristo estemos tan llenos de amor que seamos dóciles para aprender y tengamos nuestros corazones abiertos a Su Santa Palabra. Y que recibamos de El y llevemos esa bendición a todos los que encontremos, para que nos vean y sepan que somos Suyos.
"EL HABLAR EN LENGUAS" Y "CÓMO HABLAR EN LENGUAS".
Por Victor Paul Wierwille.
Capítulos 9 y 10 de
 La Iglesia Nueva y dinámica"


El Hablar En Lenguas
Capítulo Nueve
Nadie puede ir más allá de lo que se le ha enseñado, y un maestro solamente puede enseñar lo que sabe. Si usted desea ayudar a otra persona, primero usted mismo tiene que recibir ayuda; de otro modo sería como un ciego que guía a otro ciego, y ambos van tropezando. Una de las áreas menos entendidas en la Biblia es la relacionada con el Espíritu Santo, tanto el Donador como el don de espíritu santo. Acabemos con nuestra ceguera. Estudiemos la Palabra de Dios para entender Su voluntad.

Primero que nada aclaremos que Dios es Espíritu Santo. Cuando una persona renace, Dios le da un don a Su nuevo hijo. Y puesto que Dios es Espíritu Santo, El solamente puede dar lo que El es: espíritu santo. Para ayudar a distinguir entre Dios el Donador y Su don, el Donador, Espíritu Santo, se escribe siempre con mayúsculas, mientras que Su don, espíritu santo, se escribe siempre con minúsculas.

Una persona recibe el espíritu santo cuando confiesa que Jesús es el señor y cree que Dios le levantó de los muertos, tal como enseña Romanos 10:9-10. El don de espíritu santo tiene 9 partes o manifestaciones en 1 Corintios 12 enumera estas manifestaciones: 1) palabra de sabiduría; 2); palabra de ciencia; 3) fe; 4) dones de sanidades; 5) milagros; 6) profecía; 7) discernimiento de espíritus; 8) lenguas; 9) interpretación de lenguas. En este estudio queremos examinar específicamente la manifestación de hablar en lenguas--cuándo se habla en lenguas y por qué se habla en lenguas.

Un creyente que opere la manifestación del espíritu llamada lenguas será edificado espiritualmente, será fortalecido espiritualmente. Hay dos situaciones en que él puede operar esta manifestación: en público y en privado. 1) La mayor parte del hablar en lenguas de un creyente es en su propia vida privada. Como tal, el hablar en lenguas en privado será una oración o alabanza al Padre y, por lo tanto, nunca se interpreta. Se habla de esta oración o alabanza como de "orar en el espíritu". 2)        Un creyente puede hablar en lenguas públicamente en una reunión de creyentes. Cuando una persona habla en lenguas públicamente, siempre tiene que interpretar. Sin embargo, un mensaje público nunca es una oración; es una comunicación proveniente de Dios dicha para la gente presente. Al hablar en lenguas tanto en público como en privado se le llama hablarle a Dios.

Cuando usted ora silenciosamente en el espíritu, usted está hablando en lenguas. Cuando en una reunión de creyentes usted habla en el espíritu en voz alta, también está hablando en lenguas. Estos usos diferentes del hablar en lenguas se deben mantener separados el uno del otro. Tenemos que aprender cómo operar el hablar en lenguas, y manifestarlo con exactitud según la Palabra.

Consideremos el hablar en lenguas dentro de la Iglesia. En la Palabra de Dios la "Iglesia" se refiere a los hijos de Dios renacidos, los que están llenos con el poder proveniente del Espíritu Santo y que operan las manifestaciones del espíritu. En la Iglesia el hablar en lenguas con interpretación por un creyente es un mensaje proveniente de Dios o en nombre de Dios dirigido al cuerpo de creyentes para edificación del grupo por medio de exhortación y consolación. "Exhortar" significa "alentar a un esfuerzo más digno". "Consolar" es "brindar una serenidad apacible, una tranquilidad y aquiescencia a la grandiosidad de las cosas que Dios quiere comunicar". El hablar en lenguas con su interpretación edifica a la Iglesia por medio de exhortarles y/o consolarles.

Esta edificación del cuerpo de creyentes por medio del hablar en lenguas con interpretación es un mensaje directo proveniente de Dios, como si Dios mismo estuviera en la reunión de creyentes. Dios le está hablando a Su gente. Al hablar en lenguas e interpretar en una reunión de creyentes hoy, recibimos el mensaje proveniente de Dios dirigido a esa reunión en particular. Lo que El quiera para nosotros mañana, lo averiguaremos mañana. Nosotros no sabemos ahora cuál es el mensaje específico para el futuro, pero sí sabemos cuál es el mensaje para este día en particular si tenemos oídos para oír.

El hablar en lenguas en privado y el hablar en lenguas con interpretación en público tienen dos maneras de edificar claramente diferentes. El mensaje privado es una oración que edifica el espíritu del que habla. El mensaje público es una comunicación que edifica las mentes de las personas presentes, incluso la del que habla. Ahora bien, ¿es edificada en su espíritu la persona que habla en lenguas e interpreta en una reunión de creyentes? No. El hablar en lenguas en una reunión de creyentes por uno que también interpreta, no edifica a ese creyente en el espíritu, pues el mensaje hablado es de Dios a la gente, y la interpretación, en el idioma de la mayoría de la gente presente, es para la edificación del cuerpo de creyentes. Un mensaje público con su interpretación no nutre el espíritu del que habla, sino que más bien, edifica las mentes de las personas reunidas.

La Palabra de Dios enseña explícitamente que cuando una persona habla en lenguas en una reunión de creyentes, él tiene que interpretar para edificar las mentes del Cuerpo. Sin embargo, hay hijos de Dios que hablan en lenguas en una reunión de creyentes pero que no tienen suficiente creencia o conocimiento como para inspirarles a que interpreten. Ellos son lo que yo llamo "creyentes incrédulos". Ellos saben que pueden hablar en lenguas en sus vidas privadas y algunos de ellos incluso hablan en reuniones de creyentes, pero no creen para interpretar.

Si estos "creyentes incrédulos", que no creen para interpretar, hablaran en lenguas en la Iglesia, bajo tales circunstancias, su espíritu sería edificado. Su hablar no sería un mensaje de Dios a la gente, porque si lo fuera, tendría que ser interpretado.

Para entender esto, usted tiene que entender acerca de la presciencia de Dios. ¿Sabe Dios antes de que yo hable en lenguas en una reunión de creyentes si voy a interpretar o no? Como Dios sabe que yo voy a interpretar cuando hable en lenguas, El da un mensaje a la gente; y viceversa, si Dios sabe que yo voy a hablar en lenguas pero que no voy a interpretar, El inspira una oración que, repito, edifica el espíritu del que habla.

En el cuerpo de creyentes, el hablar en lenguas con interpretación es siempre un mensaje proveniente de Dios o en nombre de Dios dirigido a la gente, y su interpretación edificará al cuerpo de creyentes en sus mentes renovadas por medio de exhortación y consolación. No solamente son alentadas y consoladas las mentes de los creyentes, sino que 1 Corintios 14:22 dice que el mensaje dado es también una señal para los incrédulos. Estos incrédulos no son los incrédulos que no son salvos, sino más bien los creyentes incrédulos. La palabra "incrédulo" es una forma de apistia.* El creyente incrédulo necesita esta señal de oír a alguien hablar en lenguas para saber que hay poder en los creyentes, que los creyentes sí hablan en lenguas y que los creyentes sí interpretan.

Tanto al orar privadamente a Dios en el espíritu como al dar un mensaje en lenguas con interpretación en una reunión de creyentes se le llama hablar en lenguas. La razón por la cual se confunden los dos usos es porque la gente siempre está buscando la manera de romper la Palabra de Dios. ¿Por qué no buscar la forma de ver cómo la Palabra encaja en vez de hacerla pedazos? Deberíamos creer en la integridad de la Palabra y permitir que la Palabra hable. Luego armonizamos nuestras vidas y nuestra creencia según lo que dice en la Palabra. Investigamos la Palabra para ver cómo toda la Palabra encaja con precisión.

En la Iglesia, el hablar en lenguas lo tienen que hacer creyentes que crean para interpretar, o no se estará usando con el propósito específico que Dios quiso. Aquellos cristianos que hablan en lenguas pero que no creen para interpretar en una reunión de creyentes simplemente están diciendo una oración. Estas personas no han de hablar en voz alta en la Iglesia sino que han de orar silenciosamente en lenguas para sí mismos y para Dios.

1 Corintios 14:2:
Porque el que habla en lenguas no, habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.

El hablar es en una lengua desconocida para el que habla. Como sabemos, "lenguas" quiere decir "idioma desconocido". "Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende... "La palabra "le" no figura en los textos griegos y se debe descartar porque hace inexacta a la Biblia. Hablando de cuando los apóstoles recibieron el don proveniente del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, Hechos 2:4-11 dice que los apóstoles hablaron en lenguas según el Espíritu les daba que hablasen. Los inconversos que les oyeron hablar entendieron las lenguas que estos doce apóstoles hablaron por inspiración. Ellos dijeron que estos apóstoles estaban hablando "las maravillas de Dios". Por lo tanto sabemos que el hablar en lenguas fue entendido en Pentecostés--no por los hombres que hablaban, sino por aquellos que les oyeron hablar.

El contenido de lo que usted habla en lenguas es asunto de Dios, pero el hecho de hablar es responsabilidad suya. En el día de Pentecostés, como siempre, lo que la persona habló era un idioma desconocido para él, pero no necesariamente para los oyentes. En Pentecostés un grupo de oyentes entendió lo que Pedro decía, otro entendió a Mateo, otro entendió a Juan, y así sucesivamente con los otros apóstoles. Existe la posibilidad de que un oyente entienda la lengua, porque es Dios el que da lo que se ha de hablar. El Espíritu Santo, Dios, lo da, pero es usted quien por su propia voluntad tiene que hablar.
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*Apistia.-- la incredulidad de uno que ha tenido alguna instrucción y enseñanza, pero no lo suficiente como para creer plenamente.
Apeitheia.-- la incredulidad de uno que ha sido plenamente instruido y enseñado, pero que rehúsa creer.


1 Corintios 14:2:
Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a [¿a quién?] Dios…

Otro aspecto en esta escritura es que los que hablan, hablan a Dios. Esto no anula la verdad de que el mensaje total --lenguas con interpretación-- va a ser un mensaje proveniente de Dios o en nombre de Dios dirigido a la gente. Puede que algunos digan que es el hombre hablándole solamente a Dios. Permítame hacerle una pregunta: cuando usted dice que le habló al Presidente por teléfono, ¿qué quiere decir? Usted quiere decir que cuando le habló a él, él también le habló a usted. Usted no fue el único que habló. Esta verdad aquí en la Palabra es la misma: usted le habla a Dios y El le habla a usted. Esa es la esencia.

Ahora bien, un punto que se debe estudiar y entender es que el hablar en lenguas en la vida privada de oración de uno, edifica al que habla.

I Corintios 14:4:
El que habla en lenguas... a sí mismo se edifica...

En una reunión de creyentes soy yo el que hablo en lenguas; mas a medida que hablo, Dios da qué hablar. Luego yo doy la interpretación proveniente de Dios, la cual edificará las mentes de los creyentes.

Hay dos maneras básicas en que usted puede edificar su mente: 1) Estudie la Palabra y permita que more en abundancia en su mente. 2) Participe en una reunión de creyentes donde se interpreta el hablar en lenguas, pues la interpretación le dará a su mente conocimiento que exhortará y consolará.

Cuando se da un mensaje en lenguas con su interpretación, ¿es edificado mi espíritu? No. Pero mi mente, al igual que las mentes de las otras personas presentes, es edificada. La mente del cristiano tiene que ser edificada, porque la mente --el pensamiento-- es lo que hace a una persona lo que es. La Biblia dice en Proverbios 23:7: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él...”

Cuando un hombre de cuerpo, alma y espíritu habla en lenguas en su vida privada de oración o en una reunión de creyentes y no cree para interpretar, su hablar en lenguas será oración o alabanza a Dios, y edificará el espíritu del hombre que habla. Es por eso que el versículo 4 de 1Corintios 14 estipula: “El que habla en lengua... a sí mismo se edifica...” Cuando nosotros hablamos en lenguas sin interpretación, edificamos el espíritu que está en nosotros, llamado el hombre interior.

Ahora, el problema con el cual nos encontramos es que algunos dicen que el espíritu del Cristo en usted es perfecto, por lo tanto, ¿cómo puede este hablar en lenguas, edificar el espíritu? ¿Por qué necesita ser edificado el espíritu de un cristiano?  El espíritu es igual que un bebé, el cual, aunque perfecto, de todos modos necesita ser alimentado. Lo mismo sucede con su espíritu, usted lo alimenta mediante el hablar en lenguas.

La ley fundamental involucrada en todo este asunto es que Dios es Espíritu y solamente puede hablarle a lo que es espíritu. Casi todos los grupos confunden la carne y el espíritu porque no mantienen claros sus principios bíblicos. Yo sé que el espíritu es perfecto. Pero los cristianos mismos se estancan espiritualmente. No mantienen su frescura porque muchos de ellos no edifican sus espíritus mediante el hablar en lenguas. En su vida privada de oración, su espíritu es edificado, crece mediante el hablar en lenguas --no mediante la interpretación, no mediante la profecía.

La interpretación y la profecía edifican el cuerpo de creyentes, no en sus espíritus sino en sus mentes.

1 Corintios 14:5:
Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis...

Es aquí donde generalmente la gente deja de leer para decir que el hablar en lenguas en la Iglesia no es muy importante. Ellos preferirían que un creyente profetizase. La mayoría de la gente que expone este argumento, a su vez, nunca profetiza. ¿Ve usted el engaño sutil de Satanás? El quiere empequeñecer la Palabra, hacer pedazos la Palabra. No hay nada que iguale el hablar en lenguas en su vida privada. Esto le edificará espiritualmente, mientras que hablar con denuedo en lenguas con su interpretación en una reunión de creyentes edifica el cuerpo de creyentes.

I Corintios 14:5:
Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis [en la Iglesia]; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.

Cuando el creyente habla en lenguas e interpreta, la Iglesia recibe edificación. ¿En el espíritu? No. ¿Dónde? En la mente. La interpretación es siempre en el idioma de la mayoría de la gente presente. Es por esto que en 1 Corintios 14:3 “Pero el que profetiza habla a los hombres...” ¿Por qué? Porque profecía es en el idioma de la mayoría de la gente presente. Así que, si la congregación fuera alemana, la profecía tendría que ser en alemán.

I Corintios 14:3:
Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.

Por lo tanto, cuando usted habla en lenguas con interpretación o profetiza, usted y los otros creyentes presentes son edificados por medio de exhortación y consolación. ¿Quién es el que tiene que estar bendecido en su vida privada? Usted, el creyente individual. Sin embargo, en una reunión de creyentes, cada uno tiene que ser edificado.

I Corintios 14:12:
Así también vosotros; pues que anheláis dones [cosas o asuntos] espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la Iglesia.

La palabra "dones" no figura en los textos griegos y debe ser descartada. La palabra "espirituales" es la palabra pneumatikos que significa "cosas del espíritu". Debemos anhelar las cosas del espíritu, ya sea privadamente para nosotros mismos espiritualmente, o  públicamente para las mentes de todo el cuerpo de creyentes. ¡Hágase todo para edificación!


Capítulo Diez
Cómo hablar en lenguas

Ahora que usted sabe por qué se habla en lenguas y cuándo se habla en lenguas, sé que le gustaría recibir en manifestación el poder de la plenitud del Espíritu Santo. Sé que a usted le gustaría hablar las maravillas de Dios y magnificar a Dios. Para hacer esto hay una cosa que usted tiene que hacer y esa es: creer la Palabra de Dios. Sin duda usted cree la Palabra de Dios pues lo que El ha prometido, no solamente desea hacerlo, sino que es capaz de hacerlo. Yo le puedo asegurar, por la integridad de la Palabra de Dios, que cuando usted hable en lenguas estará hablando las maravillas de Dios y magnificando a Dios.*

Antes de hacer conexión con cualquiera de los recursos de Dios usted tiene que saber, primero que nada, "qué está disponible". Usted sabe que hablar en lenguas está disponible porque la Palabra de Dios dice que todos los creyentes renacidos tienen el espíritu santo dentro de ellos, el cual es la habilidad de hablar en lenguas. Luego usted tiene que saber cómo recibirlo, lo cual se expone a continuación.

Permítame revelarle las claves y muy pronto usted también estará hablando las maravillas de Dios. Hechos 2:4 dice: “y fueron todos llenos del Espíritu Santo”.  Todos fueron llenos, nadie fue pasado por alto. Nadie es pasado por alto si ha oído la Palabra y si la cree y luego actúa según ella. Dios es siempre fiel y en consecuencia nadie puede ser pasado por alto. Haga exactamente lo que yo le diga hasta el más mínimo detalle.

En 1 Tesalonicenses 2:13 Pablo le agradeció a Dios de que “cuando recibisteis la Palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios”. Usted también tiene que seguir la verdad de Dios según se declara en la Palabra de Dios. Pero si usted piensa que es solamente Victor Paul Wierwille quien escribe o le habla, nunca recibirá. Si usted tiene la certeza de que lo que yo le estoy diciendo son las palabras que el Espíritu Santo ha hablado y está hablándole a usted por intermedio mío, entonces usted también manifestará la grandeza del poder de Dios. Si usted hace literalmente lo que yo le pido que haga, entonces podrá manifestar la plenitud de la abundancia de Dios, el maravilloso poder de Dios.

Recuerde que Hechos 2:4 dice: “y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron [ellos] a hablar...” Ellos mismos fueron los que hablaron.
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 *Hechos 2:11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.
Hechos 10:46: “Porque los oían que hablaban en lenguas y que magnificaban a Dios”.

¿Alguna vez ha analizado usted la mecánica del hablar? Usted, con sus propios órganos vocales tiene que producir el habla. La misma mecánica que se utiliza para hablar español o cualquier otro idioma conocido es la que se utiliza en el hablar en lenguas. Por ejemplo, si yo digo: "Yo amo al Señor Jesucristo", ¿qué fue lo que hice mecánicamente? Moví los labios, moví la lengua, moví la garganta, yo hice los sonidos y yo tuve que pensar. Todo esto está involucrado en la mecánica del hablar.

Diga en voz alta: " Yo amo al Señor Jesucristo". ¿Qué fue lo que hizo? Movió los labios, la garganta y la lengua para hablar. Usted formuló las palabras; usted las impulsó hacia afuera.

La única diferencia entre hablar en lenguas y hablar en español es que cuando yo digo: "Yo amo al Señor Jesucristo", tengo que pensar. Cuando hablo en lenguas no pienso las palabras que hablo. Dios da las palabras a mi espíritu, y yo las formulo en mis labios. Yo no pienso las palabras, pero ellas están allí cuando muevo los labios, la garganta, la lengua.

Crea como para estar muy a gusto y tranquilo. Usted tiene que mover los labios, la garganta, la lengua; usted impulsa el aire a través de las cuerdas vocales para producir los sonidos. Usted tiene que formular las palabras, pero las palabras que usted habla, como en Hechos 2:4, son según el Espíritu le da que hable. El contenido de lo que usted habla es asunto de Dios, pero el hecho de hablar es asunto suyo. Yo produzco los sonidos, pero las palabras que yo hablo le son dadas a mi espíritu. Dios da lo que se ha de hablar, y son palabras que magnifican Su Nombre, que hablan de las maravillas de Dios. Esta es la grandeza de la manifestación de hablar en lenguas.

Si usted entiende la mecánica de hablar en español o en cualquier otro idioma que conozca, entonces usted entiende la mecánica de hablar en lenguas. Si usted es renacido del Espíritu de Dios, el poder está en usted, pero es usted el que tiene que hablar--no Dios--usted lo hace. No tendrá ninguna dificultad con Dios; la única dificultad que usted podría tener sería en su propia mente y en su entendimiento de lo que tiene que hacer. Usted, no el Espíritu, mueve los labios; usted mueve la lengua; mueve la garganta; usted le da sonido a las palabras por el poder de Dios que hay en usted. Así pues usted está declarando las estupendas maravillas de Dios. ¡Qué sencillo y bello que es!

Hechos 2 es la orden del día para la Iglesia.

Hechos 2:38:
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón [remisión] de los pecados; y recibiréis [lambanö,* manifestaréis] el don del Espíritu Santo [pneuma hagion].
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*Hay dos palabras griegas para "recibir" que se usan con relación a recibir el espíritu santo. Dechomai quiere decir “recibir el poder y la habilidad inherentes”. Lambanö quiere decir “recibir al grado de manifestar exteriormente”


Esto es para la Era de la Iglesia en la cual usted y yo vivimos. Cuando usted confiesa con su boca que Jesús es el señor y cree que Dios le levantó de los muertos, usted tiene la remisión de pecados.*

La Palabra dice: "recibiréis". Usted ha de manifestar en el mundo de los sentidos la prueba de que ha recibido espiritualmente. Al manifestar, usted habla las maravillas de Dios; usted magnifica a Dios.

Juan 7 nos dice una gran verdad que usted y yo necesitamos entender cuando manifestamos el poder del Espíritu Santo.

Juan 7:37,38:
...Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

La palabra "interior" indica la profundidad del alma de un hombre. "De lo más profundo de ese hombre correrán ríos [no pequeños riachuelos] de agua viva". Cuando usted recibe en manifestación el poder proveniente del Espíritu Santo, usted no recibe más sustancia espiritual; usted simplemente recibe en evidencia, en manifestación en el mundo de los sentidos, lo que usted ya tiene espiritualmente en su interior. Manifestar el espíritu santo no quiere decir que se le ha dado a usted algo nuevo; usted simplemente está manifestándole a sus sentidos lo que tiene adentro. El don ya está en usted. Dios le dio la habilidad de hablar en lenguas cuando usted renació. La acción de hablar en lenguas es su responsabilidad; usted ya tiene el potencial. Si usted no habla en lenguas, no es porque Dios no le haya dado la habilidad. Dios prometió por medio de Su hijo: "de su interior correrán ríos de agua viva".

Esto es lo que Jesucristo habló y lo que dijo a los apóstoles antes de ascender. De su interior, de lo más profundo de su ser, correrían ríos de agua viva. Así que cuando usted comience a hablar en lenguas, formule las palabras, hable las palabras y deje que broten burbujeantes, deje que fluyan libremente, no gota a gota. Cuando usted comience a hablar en lenguas, deje que fluya con un sonido tras otro. Eso es lo que dice la Palabra y eso es lo que quiere decir.

Lucas 11:11:
¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?

Suponga que usted tiene un hijo que tenga hambre y usted tiene pan en la casa; si él se lo pidiera, ¿le daría usted una piedra? Estoy seguro que no.
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 *Romanos 10:9: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.

Lucas 11:12,13:
¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Pues si vosotros [como padres], siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

La palabra "pidan" es la misma palabra que "exijan". ¿Sabe usted por qué puede exigir el pago de un cheque? Porque el dinero que lo respalda ya se ha depositado en el banco. Todo lo que tiene que hacer es presentarse a la ventanilla de pagos y pedir el dinero de ese cheque. ¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan [se lo exijan]? ¿Por qué podemos exigir el espíritu santo? Porque ya se nos ha dado.

Quiero hacerles notar una cosa más. Los más grandes cargamentos en la vida entran al puerto cuando los mares están serenos. Cuando los mares están agitados, los barcos esperan mar adentro; pero cuando los mares se aquietan, los grandes barcos de carga vuelven al puerto. Los más grandes cargamentos de nuestra vida espiritual se reciben cuando nuestros mares interiores están tranquilos. Una de las cosas que la Palabra de Dios ha hecho para mí es darme paz interior para poder recibir la abundancia del poder de la plenitud de Dios.

Gálatas 3:5:
Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?

¿Cómo ministro yo el espíritu santo a la gente? ¿Lo hago por el oír con fe? ¡Sí! No hago esto por las obras de la ley.

Estoy ministrándole el espíritu santo a usted, estoy enseñándole a usted exactamente qué hacer. Después de que haya leído todas las instrucciones. Quiero que cierre los ojos y se siente tranquilamente. Recuerde que cuando le haya ministrado el espíritu santo a usted, quiero que mueva los labios, la garganta, la lengua. Haga usted los sonidos.

Siéntese tranquilamente y haga exactamente lo que yo le digo. Recuerde que la Palabra de Dios dice en Job 29:23: “Y abrían su boca como a la lluvia tardía”. Para beber usted tiene que abrir la boca. En Juan 20:22, antes de la ascensión, Jesús le dio instrucciones a los apóstoles de inhalar. El abrió su boca e inhaló.* Dentro de poco quiero que usted abra su boca e inhale.

Mientras esté sentado, siga esta instrucción.  Abra su boca e inhale. Usted no va a recibir nada más espiritualmente; ahora usted va a manifestar la presencia del espíritu. Simplemente inhale. Abra su boca. Mientras inhale, agradézcale a Dios por haberle llenado con la plenitud del poder de Su espíritu santo. No le suplique;  agradézcaselo.
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 *Vea la explicación de Juan 20:22 en la página 58.


Cuando comience a hablar en lenguas, mueva los labios, la garganta, la lengua. Hable. Cuando haya terminado un sonido, hable otro. No preste atención alguna a lo que está pensando. Formule las palabras; mueva los labios, la garganta, la lengua; dígalo. Usted está magnificando a Dios no importa cómo le suenen las palabras a sus oídos. La tarea suya es hablar en lenguas; la tarea de Dios es dar lo que se habla.

Siga moviendo los labios, la garganta y la lengua. Formule otro sonido. Usted tiene que formular sonidos diferentes con los labios. Dios se los ha dado a su espíritu. Ellos están en su espíritu y vienen brotando a su lengua; usted tiene que hablarlos. Usted está hablando las maravillas de Dios; usted está magnificando a Dios; usted está hablando en lenguas. La manifestación externa es su prueba en el mundo de los sentidos de que tiene a Cristo adentro. Hágalo con denuedo. Deje que fluya; deje que entre en efervescencia. "De su interior correrán ríos de agua viva". Siga hablando. Dios está dándole las palabras a su espíritu; su espíritu las está llevando hasta su garganta y usted las está impulsando hacia afuera.

"Padre, en el nombre de Jesucristo y por el poder de Dios que está en mí, yo ministro ahora la plenitud de tu espíritu santo en manifestación en la vida de este creyente". Inhale profundamente y ahora comience a hablar en lenguas como yo le acabo de instruir.

¿No es Dios maravilloso?

Si usted puede hablar una palabra, puede hablar diez mil; porque si puede hablar una palabra, usted tiene el poder, la habilidad dada por Dios, de hablar más. Cada vez que hable recuerde que usted se está edificando a sí mismo espiritualmente. Usted está hablando las maravillas de Dios; está magnificando a Dios. Ahora usted tiene la prueba en el mundo de los sentidos de que tiene a Cristo adentro, que es coheredero con él.

Dentro de poco quiero hable otra vez; que hable una vez más para que por la experiencia pueda adquirir fluidez y confianza. Aprender otro idioma usando la mente tomaría meses; pero el hablar en una lengua desconocida sucede instantáneamente. Dios conoce las lenguas, así  que El se las da a su espíritu y usted las habla.



Cualquier persona que sepa aunque sea un poquito acerca de idiomas sabe que "pi, pi, pi, pa, pa, pa" no sería hablar en lenguas. Hablar en lenguas es hablar un idioma desarrollado. Ahora una vez más quiero que usted hable en lenguas. Esté tranquilo. Mueva los labios, la garganta y la lengua y comience a hablar otra vez. Siga hablando. Usted está hablando las maravillas de Dios, magnificando a Dios. Ahora usted le ha probado a sus sentidos que Cristo está en usted y que usted tiene el poder del espíritu santo. Esta es la grandeza del maravilloso poder de Dios a usted como creyente.
LA IGLESIA DEL PRIMER SIGLO EN EL SIGLO XX
Por V. P. Wierwille
Capítulo doce de
"La Iglesia Nueva y dinámica"


La Iglesia del primer siglo tenía enorme poder porque los cristianos creían que al ser salvos recibían el poder proveniente del Espíritu Santo, y que por lo tanto podían operar las nueve manifestaciones del espíritu. Además de tener tal poder interno, los creyentes del principio estudiaban la Palabra de Dios y actuaban según ella, aceptándola como la voluntad de Dios.

La Iglesia del primer siglo fue una iglesia dinámica, según lo que relata el Libro de Hechos. Nosotros nunca hemos visto a la Iglesia moverse con tal ungimiento. Algunos dicen que Dios ha derramado un ungimiento especial en estos últimos tiempos, pero eso simplemente no es verdad. La Palabra dice que El envió Su don en el día de Pentecostés. Su don está aquí. Obviamente, la Iglesia del primer siglo era más dinámica y rebosante de vida, no porque Dios era más poderoso, sino porque los creyentes que formaban la Iglesia operaban más efectivamente.

Según lo que se relata en el Libro de Hechos y en las Epístolas Eclesiásticas, la Iglesia del principio, el Cuerpo de Cristo, desarrolló un patrón para el crecimiento en sus diferentes localidades.

1. Cada persona era responsable de testificar con denuedo acerca de la Palabra de Dios. Cuando una persona aceptaba a Jesús como su señor, los cristianos "mayores" continuaban nutriendo y pastoreando al nuevo cristiano hasta que estuviera lo suficientemente establecido como para pararse firme y andar por sí solo según la Palabra dada.

2. Se llevaban a cabo pequeñas reuniones supervisadas, llamadas "iglesias", en casas particulares, cada una con un anciano jefe o pastor que supervisaba las unidades hogareñas.

3. Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros visitaban fielmente a cada grupo, a cada iglesia, y mantenían la comunicación escrita con ellos.

4. Los cristianos no habían de ser apartados de su camino por los bienes materiales: por lo tanto ellos vendían sus posesiones innecesarias para fomentar la obra del ministerio.

La Iglesia del principio nació en medio de una sociedad que era tan indoctrinada y endurecida como cualquier otra sociedad en cualquier otro tiempo. Los romanos tenían el control gubernamental y el paganismo reinaba desenfrenado. Sin embargo la Iglesia cristiana del primer siglo trastornó al mundo --que significa que lo pusieron al derecho. Ellos tenían la habilidad espiritual potencial que se hizo cinética en una forma maravillosa y dinámica. Dentro de una generación los creyentes del principio cambiaron el curso espiritual de los eventos de esa parte del mundo. No sabemos cuántos cristianos durante el primer siglo realmente anduvieron según la Palabra de Dios y testificaron al mundo entonces conocido, pero sabemos que de acuerdo con Hechos 19:10 en dos años y tres meses “...todos... en Asia [lo que hoy se conoce como Asia Menor] judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor”.

Esta hazaña ciertamente no hubiera podido lograrse, y no fue lograda, por un hombre. Pero bajo el ministerio y la enseñanza de Pablo, los originales, "unos doce hombres...",* (familias) fueron inspirados y aprendieron a andar según la Palabra de Dios y a compartirla con otros. Por ejemplo, cuando el área conocida como Asia oyó esta maravillosa Palabra de Dios a medida que se esparcía desde Éfeso, cada creyente trató de ganar a otro, y nutrirlo hasta que ese cristiano recién nacido fuera lo suficientemente fuerte como para estar firme y andar según la Palabra de Dios, operando las manifestaciones del espíritu. Todo esto se logró sin ayudas modernas como radio, televisión o materiales impresos.

Juan 1:40 se halla una de las primeras narraciones acerca de un creyente ganando a un amigo. Es el relato donde Andrés halló primero a su hermano Pedro y le trajo al señor.

Al igual que hoy, no todos en el primer siglo creyeron y fueron salvos cuando un cristiano les testificó. Cuando usted predique la Palabra de Dios y la comparta con una persona o un  grupo, descubrirá que la respuesta será como en Hechos 28:24: “Y algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían”.

Por supuesto que dentro del grupo de los incrédulos estaban aquellos que, de acuerdo con Hechos 17:32, cuando oyeron la Palabra de Dios en relación con la resurrección de los muertos “se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez”.

Los líderes de la Iglesia del principio incluyendo a Pedro y los otros apóstoles, eran muy osados en la presentación de la Palabra de Dios; y a causa de su denuedo, gran número tanto de hombres como de mujeres fueron añadidos a la Iglesia según nos dice Hechos 5:14: “Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres”.  Sin embargo, como dice a continuación el relato en Hechos 5, el sumo sacerdote y los saduceos echaron mano a los apóstoles y los metieron en la cárcel. Sin embargo, tan pronto como los cristianos fueron sacados de allí, Dios les dijo: “Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida”, así que volvieron al templo a enseñar.

Pronto vino también el sumo sacerdote al templo e hizo reunir al Sanedrín para traer ante ellos a los prisioneros; pero los apóstoles no estaban en la cárcel. Cuando el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes (de acuerdo con Hechos 5:24) supieron lo que Dios estaba haciendo y cómo Él había sacado a estos hombres de la cárcel, se turbaron. Ellos no querían que creciera este nuevo movimiento. Se necesitó gran coraje de parte de los apóstoles para volver al templo y enseñar a la gente, sabiendo de antemano que se presentarían problemas cuando ellos hablaran la verdadera Palabra de Dios. Pero, de acuerdo con Hechos 5:29: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Después de ser interrogados implacablemente, los apóstoles fueron azotados e intimidados a que no hablasen en el nombre de Jesús. Sin embargo los apóstoles perseveraron, pues en Hechos 5:42 dice: “Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo”.
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*Hechos 19:7: “Eran por todos unos doce hombres”.


Aquellos de la sinagoga no los aguantaban, igual como en muchos lugares hoy, los verdaderos creyentes en la Palabra de Dios no son tolerados en las iglesias organizadas y establecidas. Esto hizo necesario el segundo punto de este estudio, a saber: pequeñas reuniones supervisadas, llamadas iglesias, en los hogares. Le daré a conocer a usted las escrituras que yo he observado, para que usted pueda leer exactamente lo que está escrito en la Palabra de Dios en referencia a tales reuniones.

En Hechos 5 leímos que los apóstoles iban de casa en casa hablándole a la gente acerca de la Palabra de Dios. Este es el primer relato que demuestra cómo los apóstoles declararon la Palabra en los principios mismos de la Era de la Iglesia, la era a la que usted y yo pertenecemos.

Más adelante, en Hechos 8:3, leemos que antes de ser salvo, Pablo (cuyo nombre en hebreo es Saulo) entraba “casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel”. Era necesario entrar a las casas para hallar a los cristianos ya que ellas, eran sus lugares de reunión.

En Hechos 10 está el primer relato acerca de la casa de un gentil que pasa por la experiencia del nuevo nacimiento y del recibimiento en manifestación del poder proveniente del Espíritu Santo.

Hechos 10:2 piadoso y temeroso de Dios [Cornelio] con toda su casa...

Esta reunión, también en una casa, era una característica de la Iglesia del primer siglo.

Hechos 16 cuenta de cuando Pablo y Silas ministraron en una casa inmediatamente después de que Dios los había sacado de la cárcel. El carcelero preguntó en Hechos 16:30: ..."Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?"

Hechos 16:31,32:
Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.

Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.

Este es un significativo versículo de escritura pues establece el precedente de testificarle a casas enteras a la vez. No hemos de tratar de ganar para el señor sólo una persona en una casa, sino que debemos tratar de ganar a toda la casa: el padre, la madre y todos los niños.

Aunque la cultura del Oriente difiere de la cultura nuestra, por lo menos podemos aplicar los principios de la Palabra de Dios. Yo estoy seguro que si podemos persuadir al padre y a la madre, entonces los niños más jóvenes pueden ser ganados, especialmente si al padre y a la madre se les enseña la exactitud de la Palabra de Dios en cuanto a su responsabilidad para con Dios y para con sus familias.

Hechos 18:8:
Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados.
El jefe del hogar fue convertido; le fue enseñada la exactitud de la Palabra de Dios, y a su vez toda la casa vino a formar parte de la casa de la fe, recibiendo la fe del Señor Jesucristo.

En Hechos 21 hay otro ejemplo de una casa como lugar de reunión.

Hechos 21:8:
Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesárea; y entrando en casa de Felipe el evangelista...

La casa de Felipe se había convertido en un lugar de reunión para los creyentes. También el lugar donde Pablo vivía en Roma se convirtió en un lugar de reunión para la difusión y la enseñanza de la Palabra de Dios en los tempranos días de la Iglesia cristiana.

Hechos 28: 23, 30,31:
Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas.

Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos lo que a él venían,

predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.

Esa es la crónica de la Iglesia del primer siglo en el Libro de Hechos, que es la presentación histórica de la fundación y el crecimiento de la Iglesia cristiana.

Vaya a Romanos 16:3 y 5: Pablo le escribió a los romanos diciéndoles: "Saludad a Priscila y a Aquila... Saludad también a la iglesia [el grupo cristiano local] de su casa...”

1 Corintios 1:11:
Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas.

1 Corintios y Colosenses nos dan otros ejemplos de reuniones en una casa.

1 Corintios 16:19:
Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor.

Colosenses 4:15:
Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa.

Hay un versículo en 1 Timoteo que debe leerse muy cuidadosamente.

1 Timoteo 3:15:
para que si tardo, sepas como debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.

Los hogares en los cuales se reunían las iglesias se conocían como casas de Dios. Estos hogares eran las columnas de la Iglesia porque estas comuniones estaban edificadas sobre la fundación de la verdad.

Filemón, versículo 2:
y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa.

En vista de que estos versículos que he compartido con usted son lo que dice la Palabra de Dios en cuanto a las reuniones con apropiada supervisión de las iglesias del primer siglo, entonces este tiene que ser el método de Dios para ganar a hombres y mujeres para la Iglesia y sustentarlos. Si usted dice que los tiempos han cambiado, entonces a mi me gustaría decir que la Palabra de Dios no ha cambiado. Cuando las iglesias se reunían en los hogares, lo pequeño del grupo permitía la participación de cada uno, a la vez que se les podía prestar atención y ayuda en forma personal.

Tiene que haber liderazgo en ese grupo o iglesia que se reúne en un hogar. La obra del Señor no puede hacerse al azar. Yo creo que nos podríamos reunir en hogares, en grupos de seis a posiblemente 20 personas más o menos, dependiendo de la capacidad del cuarto. Entonces podríamos ayudar a los creyentes en cada área en particular. Nadie necesitaría viajar muy lejos, más la gente oiría la maravillosa Palabra de Dios. Nuestros niños podrían reunirse ya fuera en un cuarto separado con un adulto enseñándoles la Palabra de Dios o junto con los adultos. Oír la Palabra de Dios apropiadamente explicada y la operación de las manifestaciones sería la cosa más grandiosa que se pudiera hacer por ellos. Recuerde, son las iglesias, la comunión de creyentes, lo que nos interesa; nada que el hombre haya edificado servirá.

En cuanto a los ancianos o los pastores para cada grupo, veamos el ejemplo de Pablo según se relata en Hechos 20. Pablo reúne a los ancianos de la iglesia de Éfeso para amonestarles.

Hechos 20:28,29:
Por tanto, mirad por vosotros [que es el primer requisito de cualquier líder], y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.

Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.

El "obispo" se refiere a un anciano (no necesariamente en edad, sino anciano en experiencia con la Palabra) que era el gobernante, el coordinador, el supervisor en la casa, la iglesia. Los ancianos eran los pastores de las unidades locales, a veces llamados obispos. Este supervisor tiene que estar muy, pero muy atento a lo que sucede en la casa donde se reúne la iglesia, la comunión de creyentes.

Hechos 20:30:
Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.

En otras palabras, Satanás engañaría a algunos de los supervisores mismos. Habría divisiones en las iglesias que se celebran en los hogares porque la gente estaba llena de orgullo y quería llevar los discípulos tras de sí mismos y no tras la Palabra de Dios. Por lo tanto, era esencial un liderazgo fuerte y preciso.

Y este liderazgo no se determinó al azar. El supervisor era elegido por un hombre de Dios quien era guiado por el Espíritu Santo.

Tito 1:5:
Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé.

En 1 Pedro se les dice a los ancianos cómo han de comportarse.

1 Pedro 5:2:
Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto,

no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.

Ahora bien, en cuanto a las visitas hechas por los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, el Libro de Hechos constantemente cuenta de las veces en que Pablo empezó comuniones de creyentes en varios lugares y luego volvió a visitarlas. Vemos también a otros hombres --Timoteo, Tito, Silvano, y otros-- visitando iglesias, comuniones de creyentes. Al estudiar los viajes misioneros podemos ver que Derbe, Cesarea, Antioquía de Pisidia, Tarso, Iconio, Pessino, Éfeso, Troas, Neápolis, Filipo, Anfípolis, Apolonia, Tesalónica, Berea, Atenas, y Corinto estaban entre los lugares que se visitaron de nuevo.

En Hechos 20 tenemos el relato de cuando Pablo volvió a visitar a los efesios y envió a llamar a los ancianos de la iglesia para reunirse en Mileto. La razón por la cual había ancianos (plural) en la iglesia es que había muchas casas en las cuales se reunía la gente y cada casa era supervisada por un anciano. En el siguiente versículo, Pablo se está dirigiendo a los ancianos en Éfeso.

Hechos 20:20:
y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente [eso es, en reuniones de grupos en casas amplias] y por las casas.

El Apóstol Pablo no solamente fue por las casas enseñando la maravillosa Palabra de Dios, sino que también escribió cartas a las iglesias dispersas, a las reuniones de comunión locales, que formaban la Iglesia, el Cuerpo. Entonces se leían estas cartas en los diferentes hogares donde se reunían los cristianos. Así es cómo la Iglesia del principio recibió instrucción y creció. Podemos darnos cuenta que 1 y 2 Timoteo especifican el procedimiento completo y la conducta para los líderes en relación a la Iglesia. Hemos de leer cuidadosamente estas epístolas porque en ellas encontramos la verdad que necesitamos saber para manifestar con exactitud la grandeza de la Palabra de Dios.

El cuarto punto que explica el dinamismo de la Iglesia del principio fue que los cristianos dieron todos los bienes materiales que no necesitaban, para fomentar el ministerio cristiano. Pero antes de examinar este punto específico, miremos los antecedentes en Hechos 4 para ver los otros elementos de crecimiento que se desarrollaron antes de que los cristianos renunciaran al exceso de posesiones materiales.

De acuerdo con Hechos 4, Pedro y Juan acababan de ministrarle sanidad a un hombre de más de cuarenta años de edad, obra por la cual fueron encarcelados e intimados que ni siquiera hablaran o enseñaran en el nombre de Jesús.*

Sin embargo, apenas librados de la cárcel, Pedro y Juan empezaron a predicar nuevamente.

Hechos 4:29:
Y ahora, Señor, mira sus amenazas [de los líderes de la sinagoga], y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra.

¿No es esa una maravillosa oración? Este es el primer relato de una oración por la Iglesia del primer siglo. Los apóstoles habían sido encarcelados, humillados, heridos y amenazados por su enseñanza y por la forma en la cual ministraban sanidad. Sin embargo, cuando Pedro y Juan retornaron junto al grupo de creyentes--en vez de pedir unas vacaciones, en vez de pedir un lugar donde fuera más fácil servir--ellos oraron: “Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra”. Fue el hablar la Palabra lo que desde el principio los puso en aprietos, pero solamente su perseverancia les haría progresar en su misión.

La Iglesia del principio siempre predicó la Palabra de Dios y nada más que la Palabra de Dios--no las opiniones personales. Ellos hablaron solo la Palabra con denuedo; y a menudo, cuando ellos hablaron la Palabra, se metieron en líos; la pregunta ahora es: ¿estamos enseñando la Palabra?

Puede que, cuando realmente presentemos la Palabra de Dios y andemos en la luz de la Palabra de Dios, recibamos persecución por aquí y por allá. Pero esto no debería disuadirnos. Debemos simplemente decir: “Bueno, si Satanás está tratando tan fuertemente de obstruir nuestros esfuerzos, debe ser que estamos haciendo algo que vale la pena. Si nuestras metas no tuvieran ningún valor, seguro que Satanás no se tomaría la molestia de inmiscuirse. El pelea porque le estamos haciendo batalla”.
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 *Hechos 4:18 y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.


Fíjese que los discípulos oraron: "... concede a tus siervos... "Estos hombres eran hijos de Dios en su relación celestial; pero en sus responsabilidades terrenales, ellos estaban para servir a Dios, y por lo tanto se les llamaba siervos.

Hechos 4:31,32:
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la Palabra de Dios.

Y la multitud (El texto es "cada uno de ellos"] de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.

¡Imagínese esto en la Iglesia del principio! Todas las personas renacidas del Espíritu de Dios y llenas con el poder del Espíritu Santo eran de un corazón y un alma. Ellos tenían la Palabra y estaban de acuerdo en la Palabra. Esto es lo que le dio poder a la Iglesia del principio.

Al estudiar "tenían todas las cosas en común" vemos que de acuerdo con los textos críticos griegos la palabra que se usa para "común" en el versículo 32 significa: "a fin de que en sus creencias y en sus acciones estaban comúnmente unidos". Ninguna de las cosas--las pluralidades--que una persona poseía era realmente suya propia. La pluralidad de lo que poseía era común en lo que a necesidad se refería.

Cuando la Iglesia del principio comenzó a moverse, toda la pluralidad de cada miembro era común entre ellos. Si un miembro tenía una necesidad, la pluralidad era usada para proveer lo que se necesitaba.

Hechos 4:33-35:
Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia [favor divino] era sobre todos ellos.

Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades [plural] o casas [plural], las vendían, y traían el precio de lo vendido,

y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.

Fíjese que la última palabra en Hechos 4:35 no es "codicia", sino "necesidad". Había personas en la Iglesia que tenían más de lo que necesitaban en materia de comida, vestuario y vivienda. Por lo tanto, ellos vendieron sus pluralidades--aquello que no necesitaban--para ayudar a algún otro en la Iglesia que tenía una necesidad. Supongamos que en la Iglesia hubiera un matrimonio joven que estaban dedicados al Señor, que amaban la Palabra de Dios y que querían empezar a cultivar un terreno; ellos tenían una necesidad. La Iglesia había de ayudar a la pareja a comenzar.

Fíjese cuidadosamente en las palabras "todos los que poseían" en el versículo 34. ¿Qué hicieron estas personas que poseían heredades (plural) y casas (plural) cuando renacieron? Vendieron sus pluralidades. Ellos vendieron aquello que no necesitaban. La pluralidad es codicia, no es necesidad. Si queremos que la Iglesia avance bajo el ungimiento del poder del Espíritu Santo como avanzó la Iglesia del principio, tenemos que ser obedientes a la Palabra de Dios y superar, vencer nuestra codicia. El exceso de peso nos sobrecarga, y los cristianos no han de quedarse atascados por las cosas de este mundo.

Dios nunca le pidió a un hombre, en ningún lugar en la Biblia, que vendiera o se deshiciera de aquello que él necesitaba para su subsistencia. Ellos vendieron lo que no necesitaban, sus pluralidades, y el dinero lo trajeron a los apóstoles quienes lo distribuyeron de acuerdo a la necesidad de cada creyente en particular. Las necesidades de una persona pueden ser más que las de otra. Cada uno debe determinar dentro de sí mismo su necesidad, de acuerdo a la renovación de su propia mente una vez que ha renacido.

Puede que usted pregunte: "Bueno, ¿y a quién le confiamos las posesiones recogidas?" ¿A quiénes se las confió la Iglesia del principio? A los apóstoles. Si usted como cristiano no confía que la persona o el grupo o la organización usará apropiadamente su donación, debería darla en otra parte, a algo o a alguien en quien usted confíe que lo usará como se supone que debe ser usado. Los apóstoles distribuyeron los bienes.

Hechos 4:36,37:
Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre,

como tenía una heredad [singular], la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.

Acabamos de leer que los primeros cristianos vendieron sólo sus pluralidades. Sin embargo, aquí hay un hombre que vendió su tierra, un bien único. ¿Por qué? Porque era un levita. De acuerdo con el Antiguo Testamento, un levita no podía ser dueño de ninguna propiedad.

Este José, cuyo sobrenombre era Bernabé, de Chipre, entendiendo y creyendo lo enseñado, fue convertido y hecho salvo. Por lo tanto vendió su única propiedad (que nunca debiera haber poseído) y trajo el dinero y lo depositó a los pies de los apóstoles.

Así tenemos en pocas palabras una idea de cómo la Iglesia del primer siglo operó y prosperó al punto de que muchos fueron ganados para el Señor Jesucristo y manifestaron su poder. Una y otra vez vemos estos principios:

1. Cada persona era responsable de testificar con denuedo acerca de la Palabra de Dios y luego respaldar a esos nuevos cristianos renacidos hasta que ellos pudieran andar y a su vez testificar por sí solos.

2. La Iglesia prosperó cuando pequeños grupos (iglesias, reuniones de comunión) se reunieron en los hogares y ministraron bajo la supervisión de coordinadores  capaces.

3. Los apóstoles, los profetas, los evangelistas, los pastores y los maestros mantuvieron contacto continuo con cada grupo por medio de visitas y  comunicaciones escritas.

4. Los cristianos contribuyeron al bienestar de la Iglesia y de sus miembros dando para las necesidades comunes, contribuyendo las pluralidades de sus bienes materiales.

Al leer Hechos y las Epístolas Paulinas, rápidamente nos damos cuenta del crecimiento numérico y de la prosperidad espiritual de la Iglesia del primer siglo. Obviamente, la Iglesia del siglo veinte no se le compara en su vitalidad. Por lo tanto, tenemos todo para ganar si seguimos el ejemplo de la Iglesia del principio. Dios no ha cambiado. Y como todavía tenemos Su poder, ciertamente podemos adaptar las técnicas de la Iglesia del principio. Somos nosotros quienes tenemos que aplicar estos principios y este poder y el denuedo de los apóstoles para hacer a la Iglesia del siglo veinte más fuerte y más vital de lo que ha sido jamás la Iglesia cristiana. Esta es nuestra oportunidad y nuestro desafío.


LA CLAVE AL PODER
Por V.P. Wierwille
Capítulo 5 de
"La Iglesia Nueva y Dinámica"

Cuando Dios creó a Adán y lo puso en el huerto del Edén, El le dio a Adán ciertos derechos legales. Estos derechos legales no eran de Adán por naturaleza, no eran derechos innatos. Estos derechos legales eran derechos conferidos. Siempre que usted recibe derechos conferidos, no solamente tiene el privilegio y la oportunidad de tenerlos, sino también la posibilidad de perderlos.

Dios le confirió a Adán la autoridad y el poder para gobernar la tierra con todas sus criaturas. Génesis 1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Así pues, Dios Se limitó a Sí mismo al darle esa responsabilidad legal a Adán. Entre otros derechos legales que Dios confirió a Adán estaban los derechos al amor perfecto, al gozo completo, a la felicidad y a la salud perfecta. El derecho a la vida eterna era otro derecho conferido.

Adán--o el hombre en general--no solamente tenían ciertos derechos conferidos, sino también derechos naturales. Estos derechos naturales no se pueden perder. A diferencia de un derecho natural, usted puede usar un derecho legal en cualquier forma que usted desee, aunque no tenga el derecho moral para hacerlo. El derecho legal para usar aquello que le ha sido conferido a usted es absolutamente suyo. Si yo le otorgase a una persona un título universitario con ciertos derechos y privilegios, la persona podría tomar el poder que está latente en ese título y usarlo para bien o para mal, usarlo para beneficiar al hombre o para perjudicarle.

 Esta verdad se puede ilustrar aun más pensando en términos de una corte de justicia. Ante el tribunal, se lee un testamento donde se estipula que se le ha dado a usted cierta cantidad de dinero. ¿Diría usted entonces que la cantidad de dinero es suya? Sí, porque se le ha otorgado legalmente. Una vez que esa cantidad de dinero le ha sido otorgada y usted la recibe, puede gastarla sabia o tontamente, en la manera que usted escoja.

Cualquier cosa que se otorga al hombre puede usarse bien o mal. Cuando Dios le dio a Adán todos los privilegios mencionados en la Palabra, Dios también le confirió ciertos derechos legales que a su vez le dieron a Adán control absoluto sobre los privilegios concedidos a él. Adán tomó esos derechos legales, y, por su propia decisión intencionada, transfirió la autoridad y el poder de esos derechos a Satanás. Adán pudo haber rehusado la seductora invitación a pecar que Eva le hizo; sin embargo, haciendo uso de su libre albedrío, él tomó sus derechos conferidos, el dominio de la tierra, y se los dio a Satanás. Con esa decisión, el hombre perdió los derechos legales que Dios le había dado, transfiriéndoselos legalmente a otro.

El pecado original del hombre tuvo consecuencias legales. Adán tenía el derecho de transferir la autoridad y el poder y el dominio que él tenía porque Dios se lo había otorgado. Pero Adán cometió una traición al hacerlo. El transferir a Satanás, el archienemigo de Dios, el poder que Dios le había otorgado originalmente, fue traición. Desde ese día, Romanos 8:22 relata que “...toda la creación [la tierra] gime a una, y a una está con dolores de parto [aún] hasta ahora.

El pecado y las consecuencias del pecado estuvieron sobre el hombre desde ese día en que Satanás recibió el derecho legal para regir al hombre y a toda la tierra. Satanás tiene ahora el derecho legal para gobernar sobre los hombres que no son salvos y sobre el mundo entero. Así pues, cuando Adán pecó, Satanás, que era el enemigo supremo de Dios, obtuvo control absoluto sobre todo eso que Dios había dado originalmente a Adán.

La redención del hombre de este estado caído fue un acto único. Debemos recordar siempre que Dios es absolutamente justo. Cuando El hace un compromiso legal, El lo respeta. Cuando Dios le otorgó a Adán ciertos derechos legales y Adán los transfirió a Satanás, Dios tuvo que reconocer esos derechos legales transferidos.

Dios, siendo justo, tiene necesariamente que redimir al hombre según principios legales, para ser justo consigo mismo, con el hombre y con Satanás. Para llevar a cabo esta justicia completa, el redentor tenía que venir a la tierra. Este redentor tenía que ser un hombre porque era el hombre el que había cometido el pecado original.

Para completar todos los requisitos de la justicia, el Espíritu Santo, efectuó la concepción de Jesús, quien habría de ser el Cristo. El niño nació de una mujer. El era hombre en todo sentido, pero el poder de Satanás no tenía autoridad ninguna sobre él porque no había muerte en su cuerpo debido a que la vida en su sangre era sin pecado o pura, y, por consiguiente, incorruptible.

En varios lugares en el Nuevo Testamento leemos que la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:7 “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. No podría limpiar si no hubiera sido limpia.

El niño Jesús no era súbdito de la muerte ni súbdito de Satanás. Satanás sabía el propósito de Dios y trató de frustrar el plan de la redención legal haciendo que Herodes ejecutara un decreto según el cual todos los niños de dos años o menos a través de toda la provincia debían ser matados. Satanás sabía que si Jesús vivía y crecía, él reclamaría lo que el hombre había perdido, que en ese entonces eran los derechos legales de Satanás.

Cada paso que Dios dio mediante Jesucristo fue un paso basado en principios legales. La redención del hombre está basada en principios legales. Jesús satisfizo las demandas justas de Dios porque era humano, y aun así creyó perfectamente la voluntad de Dios. El satisfizo las demandas de un Dios justo por todos los pecadores para siempre. Hebreos 4:15 dice que el Hijo de Dios “... fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.
La redención incluyó su crucifixión, según nos dice 1 de Pedro.

1 Pedro 2:24:
quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
Jesús pagó el precio legal completo por el pecado del hombre y las consecuencias del pecado. Hebreos 9:12  “y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”.  El descendió al Hades (la tumba), y en algún momento entre la resurrección y su aparición a María, él predicó en su cuerpo resucitado a los espíritus encarcelados. 1 Pedro 3:19: “en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados”. El rompió legalmente las cadenas de autoridad y poder de Satanás. Jesús redimió lo que Adán había legalmente transferido a Satanás. Desde la resurrección de Cristo y el dar el espíritu santo en el día de Pentecostés, el poder y dominio de Satanás sobre el hombre están rotos. No hay absolutamente ningún control que Satanás tenga o que sostenga legalmente sobre cualquier hombre salvo.

Jesucristo ascendió al cielo y se llevó consigo las muestras de su victoria sobre el Diablo.

Efesios 4:8-10:
Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres.

Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?

El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.

Basado en la victoria completa de Jesús, el pecador hoy tiene un derecho legal a la salvación. Si Jesucristo no hubiera completado esa justa victoria, por medio de ser un hombre y derrotar a Satanás y su poder, no habría ningún lector de este libro que pudiera reclamar la salvación basándose en fundamentos legales. La victoria completada de Cristo le da derechos legales al cristiano renacido.

Usted tiene derecho legal a la vida eterna por lo que Jesús hizo. Usted tiene derecho legal a la victoria sobre todo pecado y las consecuencias del pecado. Todo lo que el hombre perdió en Adán, Cristo lo ha redimido legalmente para la humanidad. Usted tiene hoy derecho legal a un hogar en el cielo. Usted tiene el derecho legal de usar la autoridad del nombre de Jesucristo en oración a fin de obtener resultados. Filipenses 2:10: “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra”. Usted tiene derecho legal a la protección, cuidado y guía del Padre. Usted tiene el derecho legal de ser hijo de Dios, amigo de Dios, heredero, sí, coheredero con Cristo Jesús en la familia de Dios. Romanos 8:17 “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”. Usted tiene el derecho legal de recibir la presencia residente del espíritu santo. Usted tiene el derecho legal de ser transformado en el momento de su segunda venida, si está vivo en ese momento. 1 Tesalonicenses 4:17: “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. Usted tiene derecho legal a un cuerpo inmortal. 1 Corintios 15:52,53: “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”. Usted tiene derecho legal a una herencia en el cielo nuevo y la tierra nueva. Esto es solamente una parte de los derechos legales que son suyos por lo que hizo Jesucristo. El compró y entregó a Dios la completa redención del hombre. Jesucristo le compró a usted, y esa compra fue entera y completa. Por la compra que él efectuó tenemos derechos legales que son un don de gracia.

Los cristianos tienen hoy en día una autoridad delegada que ha dado Dios en Cristo. Pero la Iglesia no ha reclamado ni se ha apropiado de sus justos derechos. La Iglesia no ha reclamado sus derechos, su poder y su autoridad porque Satanás nos ha disuadido de ello. Mi amigo Rufus Mosley solía decir: “Dios siempre está tratando de hacer lo mejor que El puede por usted, y el Diablo siempre está tratando de hacer lo peor por usted; lo que usted elija determina el resultado”.

Solamente hay un poder bueno en el mundo--el poder de Dios. Satanás también tiene poder, pero sólo poder destructivo, que él puede usar cuando las personas le permiten que les gobierne.

Puesto que tenemos derechos legales en Cristo Jesús, no nos acercamos a Dios como mendigos pidiendo comida. Vamos a Dios como hijos y nos apropiamos, mediante la creencia, de nuestra autoridad y derechos legales. Cuando voy a Dios en oración, tengo conocimiento de las promesas de Dios y le creo a Dios. Dios es fiel a Sus promesas y yo reclamo ante El mis derechos legales como hijo.

En el momento en que una persona confiesa que Jesucristo es señor en su vida, creyendo en su corazón que Dios le levantó de los muertos, se convierte en un hijo de Dios, nacido de Su Espíritu. Romanos 10:9,10: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Si somos hijos, somos herederos. De acuerdo con Romanos 8:17 somos coherederos con Cristo. Nosotros tenemos derecho legal a todo lo que Cristo tenía, si creemos. Todo lo que Jesús hizo mientras estuvo sobre la tierra, nosotros lo podemos hacer, y aun más, si creemos. Juan 14:12: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará porque yo voy al Padre”. Esto es un don de la gracia de Dios.

Dios hará lo que El dijo que haría. Nosotros hemos creído tantas cosas que Satanás ha dicho, pero hemos creído tan poco de lo que Dios ha dicho. Cuán a menudo Dios hace una promesa en la Palabra diciendo que El hará tal y tal cosa, pero no creemos ni una palabra. Cuando un amigo nos hace una promesa le creemos cada palabra; pero cuando se trata de las promesas que Dios nos da en la Biblia, decimos: "¡Oh no! Eso no puede ser verdad. Eso estaba bien para hombres espirituales como los apóstoles, pero no para cristianos como yo". ¡Por favor deme el capítulo y versículo que respalde tal declaración!

Cristo ha delegado su autoridad a los creyentes que constituyen la Iglesia, los santos de la casa de la fe. Si la Iglesia no asume su responsabilidad y las oportunidades que le han sido delegadas, el poder y la autoridad de Dios quedan paralizados. Dios ha tomado acción en Jesucristo. Jesucristo tomó acción para reconquistar los derechos legales para el hombre. Ahora le toca al hombre tomar acción con la autoridad y el poder que le han sido delegados por Jesucristo, porque Satanás no tiene derecho legal alguno sobre el hombre convertido, renacido.

Romanos 6:14:
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros...

Satanás, sin embargo, todavía tiene derechos legales definitivos sobre el pecador. El pecador no convertido pertenece legalmente al Diablo en cuerpo y alma. Pero Cristo ha quebrantado ese poder para los que hemos nacido del Espíritu de Dios y conocemos Su poder dentro de nosotros.

Observe la autoridad y el poder de Cristo.

Filipenses 2:5-11:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,

el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,

sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;

y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,

para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;

y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

I Corintios 3:21 y 23:
...porque todo es vuestro:

y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

Si 1 Corintios 3:21 y 23 son verdad, entonces, ¡levántese como un hombre de Dios y reclame la autoridad que se le ha delegado como creyente! El poder y la autoridad de Cristo se nos delega por medio del nombre de Jesucristo. Es su maravilloso, incomparable y poderoso nombre el que anula las fuerzas del mal cuando lo nombramos desde nuestro corazón y lo tenemos a flor de labios. Tenemos un Cristo que libera y su autoridad es nuestra autoridad para actuar en su nombre a través de la Iglesia que él estableció.

Las palabras en Marcos son verdad para todo creyente.

Marcos 16:17-20:
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;

tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.

Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.

La autoridad delegada a un creyente es el derecho legal de liberación de todos los poderes del enemigo. Si usted tiene mil dólares en el banco, usted tiene la autoridad o el derecho legal para escribir un cheque por mil dólares. No se requiere fe para hacerlo; se requiere acción y denuedo.

A menos que reclamemos nuestros derechos delegados con acción y denuedo, estamos atando las manos de Dios. Dios está limitado hasta el punto donde lleguen la creencia y la obediencia de un hombre. Permítame exhortarle a que estudie la Palabra de Dios diligentemente para saber cuáles son sus derechos legales en Cristo Jesús. Esta es la clave al poder.


SU PODER LEGAL DE REPRESENTACIÓN
Por Victor Paul Wierwille
Capítulo 4 de
"La Iglesia Nueva y dinámica"

Toda persona en el mundo desea un nombre bueno y respetado. La gente desea que se piense bien de ella, y con razón. Yo deseo tener un buen nombre, y deseo que la gente piense bien de mí.

Pero los nombres de muchas personas hoy día no se respetan. Un hombre le dice a usted: "le pagaré en tal y tal día". Cuando ese día llega, él no paga. Alguien promete: "Te encontraré a tal y tal hora". Cuando esa hora llega, no está allí y le deja esperando. Los nombres de tales personas no se respetan porque ni sus promesas ni sus palabras son verdaderas.

En contraste con la palabra del hombre, la palabra de Cristo siempre es verdadera. Más aun, yo sé que Cristo está en mí y que yo estoy en él (Colosenses 1:27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria). No importa lo que la gente diga, mi nombre está escrito en el Libro de la Vida. Pero, para ser capaces de ayudarnos a nosotros mismos y de ayudar a otros, tenemos que saber más que esto: tenemos que saber qué poder tenemos ahora mismo, antes del retorno de Cristo.

Uno de los poderes que tenemos ahora como hijos de Dios se llama "el poder legal de representación". ¿Qué es el poder legal de representación? El poder legal de representación es el derecho legal de usar el nombre de la persona que le ha entregado el poder. Lo único que limita este poder es los recursos que hay detrás de ese nombre. Si se le ha dado a la Iglesia el poder legal de representación, ella tiene únicamente tanto poder como lo hay en el nombre de Jesucristo. Si el nombre de Jesucristo tiene poder, y ese nombre le ha sido dado a usted, entonces usted tiene el poder legal de representación para ejercer en ese nombre cualquier recurso que Cristo haya hecho disponible.

El propósito que Dios tuvo en mente al darnos su nombre está declarado en Efesios.

Efesios 1:18-23
alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,

la cuál operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,

sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;

y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,

la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Todos los individuos en la Iglesia verdadera (el cuerpo de creyentes) pueden reclamar el poder en el nombre de Jesucristo. Pero antes de estudiar el poder que se nos ha dado, quiero mostrarles tres razones para el poder que hay en su nombre. Primeramente, Jesús heredó un nombre más excelente que cualquier otro porque es el unigénito del Padre. Esto le dio a él los derechos legales de un hijo primogénito. El es más grande que cualquiera de los ángeles o cualquier otro ser humano individual que haya vivido o que vivirá. Junto a Jesucristo, en la presencia de Dios, se encuentran los creyentes. ¿Sabía usted eso?

Romanos 8:17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo...

Jesús dijo: “Salí del Padre” y en otra ocasión dijo: “Yo y el Padre uno somos”, y también: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. ¿Recuerda? Jesús heredó un nombre maravilloso.

En segundo lugar, Dios le dio a Jesús un nombre que es sobre todo nombre.

Filipenses 2:9,10:
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,

para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra.

En tercer lugar, Jesús adquirió para sí mismo un nombre por sobre todo nombre.

Efesios 4:8:
Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad...

Colosenses 2:15:
y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.

Jesús logró estas cosas. El adquirió este nombre por su conquista del Diablo, del infierno, de la enfermedad y de la dolencia. El adquirió un nombre exaltado debido a sus logros.

El poder que Jesús adquirió es el derecho legal de todo creyente renacido. Pero para que un creyente manifieste el poder de Cristo en su vida, debe renovar su mente de acuerdo a la Palabra de Dios.

Romanos 12:2
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Debemos hacer que nuestras mentes piensen como lo dicta la Palabra de Dios para que entonces podamos comprobar la voluntad de Dios.

Para poder entender nuestro poder en el nombre de Jesucristo, le llevaré directamente a la Palabra de Dios.

Mateo 1:21
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

La profecía dice que el nombre de este niño será Jesús. Jesús quiere decir "Salvador".

Mateo 1:23:
He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.

Su nombre quiere decir "El es nuestro salvador", y Dios está con nosotros por medio de él, de la misma forma como usted puede estar conmigo por medio de sus hijos.

Hechos 4:12:
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

No hay otro nombre excepto el de Jesucristo en que podamos ser salvos. No podemos ser salvos con sólo pertenecer a  una iglesia o con ir a la iglesia en la Navidad y en la Pascua de Resurrección. Tenemos que ser salvos confesando al Señor Jesucristo y creyendo que Dios le levantó de los muertos. (Romanos 10:9,10: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación).

Hechos 2:38:
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Juan 14:13,14:
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre [Ahí está ese maravilloso nombre otra vez.], lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.


La bendición de usar el nombre de Jesucristo nos pertenece porque pertenecemos al Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Pablo dijo: "Oro para que Dios abra su entendimiento para que vean algunas de las riquezas de la herencia de los santos en el precioso nombre--Jesús".

Efesios 1:18: “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”.

En Hechos 3 otra vez vemos el poderoso nombre de Jesucristo en el día en que Pedro y Juan fueron al templo y hablaron al hombre que estaba pidiendo limosnas en la puerta. ¿Se arrodillaron Pedro y Juan y le suplicaron a Dios durante una hora para sanar al hombre? No. ¿Qué dice el relato?

Hechos 3:6,7:
Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.

Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y los tobillos.

En el nombre de Jesucristo hay poder. Hechos 3 relata que el hombre a quien Pedro le habló se levantó y anduvo cuando el discípulo le tomó por la mano.

Hechos 3:16:
Y por la fe en su nombre [el de Jesucristo]... ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.

Pablo usó el poderoso nombre de Jesucristo como se relata en Hechos 16, para liberar a otra persona esclavizada.

Hechos 16:16-18:
Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando.

Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación.

Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió [el espíritu diabólico] en aquella misma hora.

¡Qué poder que tiene hoy en día la Iglesia en el nombre de Jesucristo! Necesitamos reclamar ese poder. La Iglesia de hoy día apenas ha usado el poder de su nombre; sin usarlo, la Iglesia nunca puede manifestar poder. En el nombre de Jesucristo los enfermos son sanados. En el nombre de Jesucristo la gente es librada de la esclavitud mental. Qué privilegio y qué poder debería tener la Iglesia.

Filipenses 3:10:
a fin de conocerle, y el poder de su resurrección...

Qué gozo es pertenecer a la Iglesia. Cuando pertenecemos a la Iglesia, pertenecemos al cuerpo más grande y más poderoso en el mundo; nada hay, en ninguna parte, como la Iglesia. La Iglesia tiene un poder tan grande que ni siquiera las puertas del Hades prevalecerán contra ella. Es por eso que el Diablo no puede hacerle daño a la gente de la Iglesia cuando ellos conocen el nombre de Jesucristo y usan ese nombre, creyendo en él. ¿Puede ver por qué nuestras oraciones tienen que ser respondidas cuando creemos que Cristo está en nosotros? Podemos recibir de Dios cualquier cosa que El haya prometido en Su Palabra si sólo lo sabemos y lo creemos. Podemos dar gracias a  Dios por todo lo que ha sido revelado en la Palabra, y si nosotros lo creemos, sucederá.

Colosenses 3:17:
Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Efesios 5:20:
dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Hágalo todo en el nombre del señor Jesús, dando siempre gracias.

Filipenses 4:19:
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

En otras  palabras, se garantiza suplir sus necesidades por Cristo Jesús.

I Corintios 6:11:
Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Usted ha sido lavado y santificado, y ha sido justificado en su nombre; pero tiene que recibirlo antes de manifestarlo. ¿No es maravilloso? Tenemos todo poder en ese nombre. Tenemos el poder legal de representación para que cuando usemos el nombre de Jesucristo, sucedan cosas poderosas.

Hebreos 13:15:
Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.

Santiago 5:14,15:
¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceiten el nombre del Señor.

Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados.

¿Tienen poder los ancianos en la Iglesia? ¡Los ancianos tienen poder para mover las puertas mismas del infierno! La Palabra lo dice.

I Juan 3:23:
Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.

Debemos amarnos unos a otros a causa del nombre de Jesucristo.

La Iglesia tiene el poder legal de representación, el derecho de usar el nombre de Jesucristo. Yo le he mostrado los pasajes de la Escritura que enseñan sobre el nombre de Jesucristo, que muestran el poder que hay detrás de ese nombre.

Pregúntese honestamente: “¿tengo el poder legal de representación?” Usted sí tiene el derecho, la autoridad dada por Dios, de usar el nombre de Jesucristo y ver los resultados. Aun así, por años y años la gente dentro de la comunión de los creyentes no ha visto sino pocos resultados positivos. ¿Por qué? Sólo decir el nombre de Jesucristo no es todo lo que se necesita; usted tiene que creer que lo que está diciendo sucederá. Todo poder es activado por la creencia y de usted depende el operar la creencia. La creencia es acción. Usted tiene que saber lo que la Palabra de Dios dice, y luego actuar según esa Palabra. A medida que usted escuche Su Palabra y actúe según ella, Dios responderá a sus pedidos.

Ahora que sabe que tiene el poder como representante legal, ¡úselo! ¿De qué le sirve a usted tener dinero en el banco si no sabe que lo tiene? Es la misma situación que cuando tenemos todo el poder en el nombre de Jesucristo y no nos damos cuenta de ello. Tenemos a Cristo en nosotros, así que tenemos el poder legal de representación. En el nombre de Jesucristo active ese poder y viva la vida más abundante.