jueves, 1 de noviembre de 2012


Atentos a la voz de Dios

Una cosa es que estés tratando de ayudar a alguien que necesita y requiere ayuda, y otra muy distinta es tratar de cambiar a quienes no quieren hacerlo
La oración es un diálogo, no un monólogo. Para orar eficazmente debemos tanto hablar como escuchar a Dios. Debido a que Dios nos ha llamado a una relación de amor, hemos de comprender la importancia de lo que implica este tipo de vínculo.
Ya sea oír la Palabra de Dios para una mejor comprensión de la Escritura, o a fin de recibir su dirección divina para nuestra vida, el saber hacerlo es sumamente importante.
“Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en
pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los
hombres. De cierto os digo: Ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores,
entra en tu alcoba, y cerrada tu puerta ora a tu Padre que está en secreto; y
tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará en público”. - Mateo 6:5-6

La oración es un lugar y una relación es el lugar de donde oramos. 
La relación significa comunión, comunicación y comunión. 
Si no existe una relación, entonces no hay oración.

Jesús llamó al lugar de la oración, el lugar de la relación, el lugar secreto.
La vida de oración de Jesús Cristo es un secreto, un misterio. La Biblia dice que Él oró, y lo que sucedió cuando oraba. Pero la Biblia no nos dice lo que Él oró. Los discípulos le preguntaron, enséñanos a orar. No sabían lo que Él oró. Sólo lo vieron cuando iba a orar, y pasó lo que pasó después de que Él oró. Pero ellos no sabían lo que Él oró.
Ensénanos a Orar
Mas Él se apartaba al desierto, y oraba. Y aconteció un día, que Él estaba
enseñando, y los fariseos y doctores de la ley estaban sentados; los cuales
habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén: Y el
poder del Señor estaba allí para sanarlos. - Lucas 5:16-17
En primer lugar, Jesús oró en el desierto y luego en la montaña. No oró en el mismo monte todo el tiempo. la oración no es una fórmula, es una experiencia. Entonces vieron que Jesús se separó para orar y cuando regresó, el poder salió. Ellos dijeron: Jesús, enséñanos a orar. Entonces Jesús los llevó a un lado y les enseñó el patrón. 
Él no les enseñó una fórmula. Una fórmula es una construcción humana rígido. Jesús les dio un patrón, no una fórmula.
Jesús llamó al lugar de oración el lugar secreto. Un día Jesús se fue al desierto, otro día la montaña.

. La oración es un lugar. La revelación viene de un lugar de relación con Dios.
“Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el
Señor nuestro Dios, el Señor uno es”. – Marcos 12:29
La oración representa la relación que uno tiene con Dios la comunión, es escuchar a Dios, sucederán estas cosas: 
1.   La oración es el lugar de revelación. La oración es el lugar de poder.  La oración es el lugar de milagros.  La oración es el lugar de recibir.  La oración es el lugar donde te convierte en uno con El Uno. La oración es la relación con Dios.

En esa Relación:
Para escuchar la voz de Dios debemos tener la actitud correcta:
JUAN 7:17 "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta"
En este versículo, Jesús nos revela la importancia de una actitud dispuesta con relación a la voluntad de Dios.
Por lo tanto, si no estamos dispuestos a hacer su voluntad, no podremos oír claramente la voz del Señor.
De manera que nuestro deseo de escuchar a Dios debe expresarse mediante una actitud dispuesta. ¿Por qué habría El de hablar a alguien que no quisiese obedecer?
Otro principio importante en cuanto a escuchar a Dios es tener "oídos para oír". En el Evangelio de Lucas, Jesús dice a sus discípulos: "Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres" (Lucas 9:44).
Sin embargo, ellos no comprendieron lo que Jesús decía, aunque lo oyeron físicamente: "Mas ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen; y temían preguntarle sobre estas palabras" (Lucas 9:45).
¿Por qué no comprendieron los discípulos lo que se les dijo claramente? No tenían oídos para oír. Mientras Jesús hiciera milagros y manifestase el poder del reino venidero, ellos estaban dispuestos a comprender por lo menos las implicaciones temporales de lo que El enseñaba; sin embargo, cuando les anunció que podían perder a su Mesías y Señor, no quisieron escucharlo, de modo que no lo entendieron.
Estudiando la cognición (proceso mental por el que adquirimos el conocimiento), los pedagogos han descubierto que un estudiante comprende y retiene mejor lo que se siente motivado a aprender. Si el alumno está familiarizado con el tema de estudio, entenderá mejor que si no es así; y si considera lo que se dice de importancia para sus necesidades prestará más atención. Los discípulos no tenían interés en oír acerca de la posibilidad de que Jesús fuera apresado por sus enemigos; de modo Que no escucharon.
Así que tener oídos para oír es contar con la capacidad de comprender lo que se dice gracias a la actitud correcta: la obediencia. Si no queremos sinceramente hacer la voluntad de Dios, no podremos escucharle.
APOCALIPSIS 3:6"El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" 
Este versículo se repite varias veces en los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, e implica que no podemos escuchar lo que el Espíritu está hablando si no contamos con un oído que oye.
No es que no queramos escuchar; sino que debemos tener la capacidad de hacerlo.
Cuando escuchamos la voz de Dios, a menudo El corrige nuestras malas actitudes, nos aconseja y nos da dirección clara. Si hemos pecado, el Espíritu Santo está listo para redargüirnos y volvernos a llevar al lugar donde cometimos el pecado. ¿Cómo desarrollamos un oído que oye para escuchar lo que el Espíritu nos está diciendo?
Para ello necesitamos ser obedientes en lo que ya sabemos es la voluntad de Dios.
¿Por qué habría El de dirigirnos si no hemos obedecido en lo que hasta ahora nos ha guiado a hacer? Si en nuestra vida hay pecado que nos impide obedecer a Dios, debemos confesarlo rápidamente y ponerlo bajo la sangre de Cristo. Eso limpia nuestra vida y nos hace volver a una relación de amor con Jesucristo, y Dios al tiempo que nos capacita para oír su voz.
La voz y el momento de Dios
Dios puede hablarnos, pero hemos de aprender a conocer su momento; y eso requiere disciplina y paciencia.

ISAIAS 50:4 "Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios"
El contexto de este versículo es muy importante para aprender a escuchar a Dios y a movernos en su momento oportuno. Isaías 50 comienza señalando el triste estado de Israel; y luego, Dios formula la retórica pregunta: ¿Por qué?
La respuesta es que cuando El quiso visitar a su pueblo con bendición, no pudo encontrar a ningún hombre dispuesto a ser usado. Luego leemos el versículo que acabamos de citar y que proféticamente tiene que ver con la venida del Mesías. Sin embargo, el principio divino implicado en el mismo sigue siendo válido para todos los que están deseosos de escuchar y obedecer a la voz de Dios.
Debemos ser disciplinados (sabios), y no sólo conocer la palabra adecuada; sino también hablar y obedecer en el momento oportuno.
El apóstol Pablo quería predicar en Asia -tenía un deseo muy grande de compartir el inigualable evangelio de Jesucristo en aquella necesitada parte del mundo-; sin embargo, el Espíritu Santo no le permitió ir. Luego quiso viajar a Bitinia, y el Espíritu tampoco le dejó; de modo que Pablo acabo en Troas. Pero por la noche, Dios le dirigió hacia Europa: esa era la voluntad divina. Miles de años después, el evangelio fue predicado en Asia. ¡Es crucial actuar en el momento escogido por Dios!.
Por lo tanto, esté dispuesto a obedecer, mantenga la actitud espiritual correcta, obedezca lo que ya sabe que es la voluntad de Dios, y comience a escuchar atentamente cuando ora.
Tal vez el momento perfecto para llevar, a cabo sus pensamientos no haya llegado todavía, pero Dios le guiara en el camino en que deba andar. Aunque tarde, su dirección es segura:
ISAIAS 55:11"Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, Sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envíe"
Dios quiere hombres y mujeres con oídos para oír lo que el Espíritu Santo esta diciendo a la Iglesia.
El problema no consiste en que El haya dejado de hablar, sino en que nosotros no estamos escuchando.
Es de importancia capital en cuanto a escuchar a Dios el reconocimiento de que El es un Padre amoroso y nosotros sus hijos por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Como padre, aprecio de manera especial esta Importante relación que tenemos con Dios. Aunque mis hijos se parecen entre si en el aspecto externo, son muy diferentes en cuanto a personalidad. Cada uno de ellos tiene una forma característica de escuchar y comprender; y ya que además los cuatro  pertenecen a grupos de edades distintos, hay que tratar a cada uno de un modo diferente.
Soy responsable de comunicarme con ellos de manera que puedan entender y no hablo al menor de la misma forma que al mayor. Nuestro Padre celestial hace lo mismo.
Dios desea comunicarse con nosotros aún más de lo que nosotros queremos hacerlo con El; y puesto que conoce el nivel espiritual de cada uno, nos habla como corresponde.
"Su Palabra se dirige a nosotros de varias formas. Jeremías profetizó: ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?" (Jeremías 23:29).
Por lo tanto, la Palabra de Dios puede dirigirse a nosotros poderosamente: como fuego que enciende una respuesta, o como martillo que rompe toda oposición; y también puede tener por objetivo nuestra mente en vez de nuestras emociones. "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta..." (Isaías 1: 18).
Sea cual fuere la forma en que Dios prefiera hablarnos, debemos aprender a escuchar, y acordarnos de juzgar todo lo que oigamos por su Palabra revelada: la Biblia. Al apóstol Juan le preocupaba particularmente esto cuando escribió:
1JUAN 3:24- 4:1 "Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo"
Así que el Espíritu Santo es capaz de dirigirnos a una sensibilidad espiritual mediante la cual podemos "probar" Juzgar) lo que oímos; y distinguir entre la guía de Dios y las voces humana o satánica.
¿Y cómo nos dirige Dios? Al igual que un cajero de banco es capaz de distinguir entre billetes falsos y verdaderos porque maneja estos últimos, también nosotros, si permanecemos en El y guardamos sus mandamientos, podemos discernir la voz de Dios.
En el evangelio de Mateo, leemos: "Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos" (Mateo 24:23-24). A medida que nos vayamos acercando a los últimos días, la falsa profecía abundará más y más; y Satanás intentará engañar a la Iglesia utilizando muchas voces.
Sin embargo, los que aprendan a escuchar a Dios no serán engañados, porque sabrán la diferencia que existe entre El y las voces falsas. Si saben oír la voz del Señor, no podrán ser engañados por otras voces. Cada vez es más importante aprender a probar los espíritus y ser capaces de distinguir entre Dios y el diablo.
Jesús continúa describiendo el estado del mundo al final de esta era, y afirma: "Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entro en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre" (Mateo 24:37-39).
El tiempo anterior a la Segunda Venida de Jesucristo se conoce como los últimos días. Los versículos que acabamos de citar describen esos días, que serán semejantes a aquellos en los que Noé construyó su arca.
Cuando se acercaba el día del juicio, la gente seguía actuando como si nada sucediera; no estaban conscientes del tiempo en que vivían.
También hoy día, la gente se ocupa en sus asuntos normalmente, sin saber que se aproxima el fin del mundo. No están escuchando a la voz de Dios ni se encontrarán listos cuando venga el Señor.



Dios declara en su Palabra.
2TIMOTEO 3:16,17
16Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redarg:uir, para corregir, para instruir en justicia, 17a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Dios revelo, exalo su Palabra, ella procede del centro mismo de Dios, nosotros la leemos hoy pero cuando no estaba escrita era su voz.
Hoy es lo mismo el hablándonos a travez de su Palabra escrita primero y luego por revelación por medio de su espíritu, empezar a actuar a obedecer en lo que ya esta escrito, para que el nos diga cosas que ojo no vio ni oído oyo ni han subido en corazón de hombre, Dios siempre esta listo para dar, y nosotros tenemos que estamos listos para actuar.
FILIPENSES  1:6 6estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;
Su voluntad es enteramente preparado, equipado sin que nos falte nada,  para toda buena obra. Es su Palabra, es respirada de Dios se origino en El, el no nos deja nos perfeccionara hasta el día de Jesucristo.
JEREMIAS  2:13  13Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Nunca dejar a nuestro Padre y manejarnos por lo que nos parece porque estaríamos como una cisterna rota que no retiene agua, ir a la fuente de agua viva Dios, su Palabra que es su Voluntad y nuestro señor Jesucristo y que El nos guie.

Que Misericordia, Gracia y amor:   escuchar y hablar y tener una relación de amor con Dios nuestro Padre.       Alabado sea Dios y Gracias en el nombre de Jesucristo por siempre.  Amen.
Jca.

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