viernes, 18 de agosto de 2017

CAPÍTULO XVII

". . . CIERTAMENTE MORIRÁS"
VICTOR PAUL WIERWILLE




En la comunicación de Dios con Adán, Dios orientó al primer humano a las reglas de la vida. La única restricción que Dios le puso a Adán está relatada en Génesis 2.

     Génesis 2:16, 17:
     Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer [La versión Reina-Valera no comunica la grandeza de ese versículo. En el texto original “podrás comer” son las palabras “ciertamente comerás”. Una traducción más correcta de ese versículo sería “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto ciertamente comerás”.];
     mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día [no un día,  sino en ese mismo día] que de él comieres, ciertamente morirás.

En el principio solamente había uno que estaba por encima de Adán, y ése era Dios. Con excepción de Dios, Adán era el ser supremo. Como soberano de la tierra,

Adán tenía solamente una estipulación restrictiva, siendo la consecuencia de desobediencia: “...porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.

En el principio, el espíritu en el hombre hizo posible que Dios le hablase y que el hombre, a su vez, le pudiese hablar a Dios. El hombre natural de cuerpo y alma solamente tiene sus cinco sentidos con los cuales adquirir conocimiento. En contraste, el primer hombre no sólo podía adquirir conocimiento por medio de sus cinco sentidos, sino que también podía obtener conocimiento a través de su comunicación con Dios, hecha posible por el espíritu de Dios dentro de él. Adán tenía dos formas por las cuales él podía conocer las cosas, y tenía la libre voluntad para escoger si iba a acumular conocimiento por sus cinco sentidos o por espíritu --Dios hablándole a él.

Cuando Dios creó espíritu dentro del hombre, el hombre tenía comunión perfecta con el Creador en todo momento. Adán también tenía poder supremo en la tierra sobre aquello que Dios le había dado como dominio.

     Génesis 1:26:
     ...y señoree [el hombre] en los peces del  mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra...

Adán tenía dominio sobre toda la creación de Dios porque Dios le había dado este dominio; y mientras Adán andaba según el espíritu, tenía perfecta comunión con Dios. Pero en el momento en que Adán dejó que sus sentidos gobernasen su mente y cuerpo, en vez de andar por el espíritu, el resultado fue calamidad. ¿Por qué? Porque entonces él ya no era regido por Dios. Adán tenía la opción de andar por sus sentidos o andar por el espíritu. Él determinaba, por su libre albedrío, si iba a ser guiado por lo que él podía ver, oír, oler, gustar y tocar o si iba a ser guiado por Dios.

En Génesis se desarrolla la historia de Adán. Recuerde que Lucifer, quién había caído, también es llamado la serpiente.

     Génesis 3:1:
     Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Johová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?

¿Sabía la serpiente lo que Dios había dicho? Él sabía lo que Dios había dicho. Con este conocimiento, la serpiente --fue a Eva y dijo: “¿De verdad que Dios ha dicho esto? ¿Dijo Dios que no comáis de todo árbol del huerto?”.

Al estudiar la caída del hombre, podemos observar cuidadosamente cómo el diablo opera consistentemente. Lo primero que el diablo hizo que Eva hiciera --y lo primero que él nos llevará a hacer-- fue que cuestionara la integridad y exactitud de la Palabra de Dios. Él le dijo a ella: “¿De verdad que Dios os dijo que no comáis de todo árbol del huerto?” El diablo sabía lo que Dios había dicho. El diablo también sabía que él quería insinuar una duda en la mente de Eva. Este es el comienzo de los problemas. El diablo, disimuladamente, consigue que la gente dude la exactitud e integridad de la Palabra de Dios, a medida que se disfraza como un ángel de luz. El diablo no es tan estúpido como para entremeterse en los asuntos de uno de una manera directa y detestable. Él cuestiona astutamente: “¿De verdad que Dios dijo que no comáis de todo árbol del huerto?”.

Con esta duda puesta en la mente de Eva, ella reacciona a la serpiente según se relata en el versículo 2. “Y la mujer respondió a la serpiente...” Esta es la próxima trampa. Una persona no puede impedir que se acerquen las influencias satánicas, pero uno puede evitar que ellas hagan morada o permanezcan en la mente. Uno no siempre puede evitar que venga un mal pensamiento, por ejemplo, pero uno se puede abstener de darle cabida e incubarlo. La complicación de la situación con Eva no fue que el diablo le había dicho a ella:  “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” El problema tomó raíz cuando Eva comenzó a participar conversando y “razonando” con el diablo.

     Génesis  3:2:
     Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer.

Pero ¿fue eso lo que dijo Dios? De hecho, según el texto original, Dios había dicho “De todo árbol del huerto ciertamente comerás”. ¿Sabe usted lo que hizo Eva? Ella omitió la palabra “ciertamente”. Si se omite una palabra de la Palabra de Dios, ¿sigue siendo todavía la Palabra de Dios? No, se ha vuelto una interpretación privada. Omitiendo una palabra, Eva ya no tenía  la Palabra. Ella continuó su conversación.

     Génesis 3:3:
     Pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.

Dios nunca dijo cosa alguna sobre tocar el fruto. ¿Qué había hecho Eva ahora? Ella había añadido a la Palabra de Dios. Cuando uno añade a la Palabra de Dios, ¿es aún la Palabra de Dios? De nuevo, se vuelve interpretación privada. En el momento en que se quita o añade una palabra, uno ya no tiene la Palabra. Dios nunca dijo lo que Eva dijo que Él había dicho. ¿Pero estaba siendo sincera ella? Ella estaba siendo sincera, pero estaba totalmente equivocada.

¿Qué más hizo Eva a la Palabra de Dios? “No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis”. Dios había dicho: “Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. No había equivocación al respecto. Eva cambió la verdad de la Palabra de Dios de “el día que de él comieres, ciertamente morirás”, a “para que [tal vez, algún día] no muráis”. Ella cuestionó la integridad de la Palabra de Dios.

Siguiendo el patrón, lo primero que el diablo indujo a Eva a hacer fue cuestionar la Palabra de Dios. Eva cometió el segundo error al considerar la pregunta que el diablo había propuesto. En tercer lugar, Eva omitió de la Palabra de Dios; en cuarto lugar, ella añadió a la Palabra de Dios; y en quinto lugar, ella cambió la Palabra de Dios de un absoluto a un tal vez. Aquí está el camino en espiral hacia abajo. Hasta el día de hoy, siempre que Satanás quiere atacar a hombres y mujeres de Dios, él siempre los lleva a cuestionar la integridad de la Palabra y luego cambiarla de modo que la Palabra no exista más.

El tercer capítulo de Génesis es tan oportuno hoy y mañana como lo fue en el día en que sucedió, hace muchos miles de años, cuando Adán y Eva pasaron por la experiencia. Cuando hombres y mujeres a través de la historia han escuchado a Satanás, comenzaron cuestionando la integridad de la Palabra de Dios. La gente dice: “Bueno, de todas maneras no es la Palabra de Dios”, o “Tiene muchos mitos en ella, muchas interpolaciones, mucho error. Después de todo, usted no puede creer todo eso, porque fue escrito por seres humanos”. Y así comienza la gente a cuestionar la integridad de la Palabra; ellos comienzan a dudarla. Lo siguiente es que esta gente nos habla a nosotros. Nosotros comenzamos a considerar sus dudas. “Bueno, tal vez usted tiene razón. Tal vez el hombre sí vino de un animal unicelular”. Antes de que nos demos cuenta, pensamos que es una buena idea que el hombre haya venido de una ameba, así que comenzamos a cambiar la Biblia. Omitimos una palabra o añadimos una palabra o cambiamos algunas palabras. Arreglamos la Palabra a nuestra conveniencia y, por tanto, no tenemos la verdadera Palabra.

Después que la mujer, Eva, le respondió al diablo, él continuó la conversación.

     Génesis 3:4:
     Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis.

El diablo sutilmente llevó a Eva hasta el punto de cuestionar la Palabra omitiendo una  palabra, añadiendo una palabra, cambiando una palabra. Cuando él finalmente tuvo a Eva en un estado de mente dócil, salió y mostró sus verdaderos colores. El diablo, audaz y llanamente, dijo: “No moriréis”. Esa declaración no es una omisión, una adición o un cambio. Es una contradicción directa de lo que Dios había dicho en Génesis 2:17. La verdadera Palabra de Dios decía: “Ciertamente morirás”, y el diablo dijo: “No moriréis”.

Las mismas cosas diabólicas suceden hoy en día. Cuando un hombre está muerto, nosotros vamos a la funeraria y vemos su cadáver. Él está muerto, pero alguna dulce persona viene y dice: “Oh, él no está muerto, él está volando por allá en el cielo porque yo supe de él anoche en una sesión espiritista”. La misma clase de mentira que el diablo propuso allá en Génesis 3, aún es propuesta por las iglesias hoy en día. El diablo dijo: “No moriréis”. Los que lloran al muerto dicen: “Él no está realmente muerto; él simplemente salió de este mundo hacia algo mejor”. Estas son verdaderas contradicciones de la Palabra de Dios.

El blanco primario del diablo es la Palabra porque si él puede deshacer la Palabra, no queda nada. Queda poco de la Palabra en las iglesias de hoy. Satanás siempre está causando divisiones con cosas ajenas a lo que importa para que la gente no tenga cuidado, o tiempo de estudiar la Palabra. La gran tragedia es que él ha tenido bastante buen éxito. Hoy en día la gente solamente habla de la Palabra. Ellos no la creen. Más aún, ellos no pueden juntar la Palabra de modo que encaje con exactitud y precisión. Una persona puede asistir a la mayoría de los colegios bíblicos en el mundo y aún no conocer la Palabra de Dios. Uno  puede ganar un conocimiento impresionante alrededor de la Palabra, pero no conocerá la Palabra. De otra manera, no estaríamos cayendo en las mismas trampas que Adán y Eva si nuestros maestros y predicadores supieran la Palabra.

Cuando Dios dijo: “Ciertamente morirás”, y el diablo dijo: “No moriréis”, uno de ellos tenía que estar mintiendo. Siga el discurso del diablo en Génesis 3.

     Génesis 3: 4, 5:
     Entonces la serpiente dijo a  la mujer: No moriréis;
     sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.

El diablo dice lisonjeramente: “Van a ser tan inteligentes como Dios. Van a saberlo todo”.

Lo que sigue está relatado en Génesis 3:6. “Y vio la mujer...” ¿Está “vio” en la categoría del espíritu o de los sentidos? Está en la categoría de los sentidos. Mientras Adán y Eva vivieron por la revelación de Dios, la vida fue perfecta; pero en el momento en que se permitió a los sentidos que dominasen sobre el espíritu, resultó la calamidad.

     Génesis 3:6:
     Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos [los sentidos], y árbol codiciable para alcanzar sabiduría, y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

Así que cayó el hombre porque fue desobediente a la Palabra de Dios. La Palabra de Dios decía: “usted puede hacer esto, pero no aquello”. El diablo dijo: “prosiga usted y hágalo porque será tan listo como Dios”. Eva, según el relato, anduvo definitivamente por sus sentidos; luego Adán, por su propia voluntad, la siguió a la catástrofe. Dice en la Biblia que Eva fue engañada por el diablo. Adán nunca fue engañado, él simplemente la siguió.

El error de Adán fue cataclísmico, pues Dios había dicho: “porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. ¿Qué murió en el día en que Adán y Eva comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal? ¿Tenían todavía Adán y Eva cuerpos y almas? Ciertamente que sí. Lo que ellos ya no tenían era su conexión con Dios, espíritu. Por esto Dios dijo: “El día que de él comieres, ciertamente morirás”. Muchas veces gente del clero, teólogos o comentarios han dicho: “Bueno, ellos no murieron realmente. Fue solamente que las simientes de muerte espiritual fueron plantadas en ellos, porque la Palabra de Dios dice que Adán vivió algunos 800 años después de eso”. La Palabra no está de acuerdo con esta explicación. La Palabra dice: “El día [el mismo día] que de él comieres, ciertamente [absolutamente] morirás”. Uno tiene que entender el hombre de cuerpo, alma y espíritu para estar consciente de exactamente qué sucedió en el día en que Adán contravino la única regla de Dios.

El espíritu desapareció. La razón por la que el espíritu fue llamado muerto es que ya no estaba ahí. Toda su conexión espiritual con Dios se perdió. Desde ese mismo día Adán y Eva fueron sólo cuerpo y alma, como cualquier otro animal.

El hombre, siendo cuerpo y alma, tenía que depender solamente de sus cinco sentidos. Desde el día en que Adán comió del árbol del conocimiento del bien y el mal, hasta el día de Pentecostés, miles de años más tarde, Dios se presentó en concreción siempre que le quiso hablar al hombre. Él tenía que presentarse en alguna forma para que los sentidos del hombre percibieran y de tal modo entendieran. Moisés, viajando por el desierto, vio una zarza ardiendo; y del medio de la zarza ardiente oyó una voz. Los sentidos de Moisés percibieron a Dios. Los hijos de Israel podían ver los Diez Mandamientos. Este fue el medio por el cual Dios se presentó en forma concreta para decirles qué hacer. Anualmente, en el día de expiación, el sumo sacerdote entraba en el santo de los santos para hacer sacrificios. Ponía sus manos sobre el macho cabrío y luego lo enviaba al desierto a morir. Dios había dicho que con la certeza con que los israelitas veían el macho cabrío irse al desierto, sus pecados iban con él. Ellos podían ver al macho cabrío, podían ver las tablas de piedra, podían ver la zarza ardiente.

Dios tenía que presentarse en forma concreta porque los hombres no tenían medios con que entender cosas espirituales. Pero puesto que el hombre todavía tenía cinco sentidos, podía creer. Esto explica por qué nació Jesucristo. Jesucristo nació de modo que la gente lo pudiera ver a él; él tenía que ser manifestado en forma física. Jesús dijo: “...El que me ha visto a mí, ha visto al Padre...” Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo. Jesús era la concreción.

Cuando un hombre de cuerpo y alma me dice: “No creo en su Dios”, yo digo: “Lo sé”, Él puede mirar a un lado y a otro, aturdido, porque esperaba luchar por su posición, pero no consigue lucha alguna porque yo conozco la exactitud de la Palabra; él no puede conocer a Dios pues es un hombre natural y solamente entiende el mundo de los cinco sentidos.

     1 Corintios 2:14:
     Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

El hombre natural no puede conocer cosas espirituales porque se han de discernir espiritualmente. Habiendo resumido la situación en un versículo de Escritura, Dios no se podía haber expresado más claramente. Porque las cosas de Dios son espirituales, ellas deben conocerse por el espíritu. Por eso es que la Palabra dice que las cosas espirituales son locura para el hombre natural, científico. El hombre natural va según su razón, según lo que puede ver, oír, oler, gustar y tocar; y no según la Palabra revelada de Dios.

     1 Corintios 1:21:
     Pues ya que en la sabiduría de Dios [sabiduría espiritual], el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría [sabiduría de conocimiento de los sentidos]...

Después de haber entendido una vez el cuerpo, alma y espíritu, esta sección entera de la Palabra de Dios se descubre por sí misma. Romanos 8 es ahora fácil de entender.

Romanos 8:1-8:
     Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne [por los cinco sentidos], sino conforme al Espíritu [por revelación de la Palabra de Dios o por revelación directa de Dios].
     Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de  la muerte.
     Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne [por medio de los sentidos], Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;
     para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne [según los cinco sentidos], sino [que andamos] conforme al Espíritu.
     Porque los que son de la carne piensan en [son obedientes a] las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
     Porque el ocuparse de la carne [guiarse por los cinco sentidos] es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
     Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios [el cerebro de muchos está en conflicto con Dios --los sentidos versus revelación]; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;
     y los que viven según la carne [quienes viven según sus cinco sentidos] no pueden agradar a Dios.

La carne no puede agradar a Dios porque Dios es Espíritu.

Previamente, nosotros vimos el origen de la Palabra de Dios. El hombre no escribió la Palabra por el uso de sus cinco sentidos. Gálatas 1 da más testimonio de esto.

     Gálatas 1:11, 12:
     Mas os hago saber [os aseguro], hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre;
     pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno...

Si el hombre no recibió el Evangelio de hombre alguno, no lo recibió por medio de los cinco sentidos.

Pablo continúa:

     sino por revelación de [proveniente de] Jesucristo.

Pablo recibió el Evangelio por revelación.

Jeremías 17 también señala la inhabilidad del hombre natural para conocer a Dios y asuntos asociados con Él.

Jeremías 17:5-8:
     Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y [quien] pone carne [los cinco sentidos] por su  brazo, y su corazón se aparta de Jehová.
     Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.
     Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.
     Porque será como árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará; ni dejará de dar fruto.

Un hombre confía en el brazo de la carne y el otro confía en Dios. El contraste es obvio.

Observe la instrucción en Proverbios 3.

Proverbios 3:5, 6:
     Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia  prudencia.
     Reconócelo en todos tus caminos, Y Él  enderezará tus veredas.

¿Ve usted las dos divisiones? Apoyarse en la propia prudencia de uno es andar por los cinco sentidos, mientras que reconocer a Dios es andar según la Palabra revelada de Dios o por revelación.

Porque Adán escogió andar por sus sentidos antes que por la Palabra de Dios, la posición de Adán y la productividad de la tierra cambiaron drásticamente.

     Génesis 3:17:
     Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor [trabajo] comerás de ella todos los días de tu vida.

En los capítulos uno y dos de Génesis no había ninguna maldición. Antes que el pecado hubiera venido, antes que Adán y Eva hubieran actuado de forma contraria a la voluntad de Dios, no había maldición de la tierra. Adán estaba en control absoluto de todos los asuntos terrenales; pero inmediatamente después de la caída, el testimonio en la Palabra dice que la tierra fue maldita. Dios dijo: “Con dolor [trabajo] comerás de ella todos los días de tu vida: espinos y cardos te producirá”. No había espinos y cardos en el paraíso. Donde no había pecado, no podía haber un rompimiento como éste. No había enfermedad, no había males,  no había muerte. ¿Por qué? Porque no había pecado. El pecado, cuyo originador es el diablo, produce enfermedad, mal, muerte; el pecado produce todo lo negativo que se relata después del tercer capítulo de Génesis.
           
     Génesis 3:19:
     Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

Cuando Adán desobedeció la condición impuesta por Dios, algo ocurrió que estableció la muerte física dentro del hombre. Siempre que rompemos las leyes espirituales de Dios, traemos para nosotros mismos calamidades físicas.

     Génesis 3:22, 23:
     Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
     Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.

El verdadero Dios y Su archienemigo el diablo estaban envueltos en una batalla sin cuartel.

Si se le hubiera permitido a Adán y Eva que permaneciesen en el paraíso después de la caída, el diablo podría haber vencido a Dios. El diablo hubiera podido entonces mantener al hombre para siempre en ese estado de pecado irremisible si éste hubiese comido del árbol de la vida después de haber pecado una vez. De modo que esto no sucediera, Dios expulsó a Adán y Eva del jardín o paraíso.

La interrogante surge en cuanto al dominio de este mundo después que Adán escuchó al diablo y desobedeció a Dios. Jesús habló del dominio de este mundo mientras él estuvo aquí en la tierra.

     Juan 14:30:
     No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.

En los capítulos uno y dos de Génesis, el príncipe de este mundo era Adán. En Juan 14, sin embargo, Jesucristo declara que el príncipe de este mundo nada tiene en él. ¿Quién es el príncipe de este mundo? Es el diablo. Observe Lucas 4.

     Lucas 4: 5,  6:
     Y le llevó el diablo [a Jesús] a un alto monte, y le mostró todos los reinos de la tierra.
     Y le dijo el diablo [a Jesús]: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy.

El diablo le dijo a Jesús: “A ti te daré toda esta potestad”. ¿Puede una persona dar algo si no lo tiene? Sin embargo, Lucas 4:5 dice que el diablo le estaba ofreciendo todos sus reinos, toda la gloria, toda la potestad a Jesucristo.

Si en un momento Adán tenía todo el poder, dominio y autoridad, ¿cómo entonces llegó a tenerlo el diablo? El diablo dijo “...a mí me ha sido entregada”. ¿Quién se la entregó? Adán lo hizo. Adán transfirió aquello que Dios le había conferido a él, al archienemigo de Dios: el diablo. Esto hizo al pecado original, en términos legales, alta traición en contra de Dios. Adán dio el poder que Dios le había dado a él, al archienemigo de Dios.

En el principio Dios había conferido el derecho de gobierno, dominio, autoridad y poder sobre toda la creación de Dios a Adán. Teniendo libre albedrío, Adán podía escoger cómo deseaba utilizar aquello que Dios le había dado. El pecado original fue la elección de Adán, transferir su poder conferido, al archienemigo de Dios: el diablo. El diablo, entonces, llegó a ser el dios de este mundo.

     2 Corintios 4:4:
     en los cuales el dios de este siglo [el dios de este mundo, Satanás] cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.

Luego hay dos dioses. Uno es el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, y el otro es el dios de este mundo, el diablo. Si un hombre dice: “Yo creo en Dios”, siempre le pregunto cuál. La Palabra dice que hay dos.

El diablo tiene ahora el gobierno, el dominio, la autoridad, el poder que Adán poseía originalmente sobre la creación de Dios. Siempre que el diablo quiere inundar un territorio, lo inunda. Cuando él quiere matar gente, los mata. Todo mal y enfermedad son lo opuesto a lo que el verdadero Dios haría. Para leer un ejemplo clásico de sufrimiento humano, examine la biografía de Job. Fue el diablo quien mató a los hijos de Job; fue el diablo quien volvió a la esposa de Job en contra de él; fue el diablo quien mandó la tormenta. ¿Por qué? Porque él tiene el poder, el gobierno, el dominio, la autoridad sobre esta tierra.




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