viernes, 16 de enero de 2015

SUBIENDO A LO ALTO EN BUSCA DE LA VERDAD
Capítulo Once de "Ordena mis pasos con Tu Palabra"
Por V.P. Wierwille

Mientras atravesamos por la vida, tenemos que escalar en nuestros corazones y mentes cada vez más alto con la grandeza de la Palabra de Dios. Debemos siempre mantenernos progresando para ver más y más de la Palabra de Dios y Sus promesas manifestadas en nuestras vidas diarias.

Lucas 19 contiene el registro de un hombre que literalmente subió a lo alto para ver al salvador. Este es el relato de Jesús y Zaqueo, una historia que siempre conmueve los corazones de aquellos que tienen hambre por la Palabra de Dios.

Lucas 19:1:
Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.

La ciudad de Jericó se encuentra al noreste de Jerusalén, situada en el río Jordán. Frecuentemente, cuando Jesús viajaba de Galilea a Jerusalén, pasaba por Jericó. Lucas 19 relata lo que ocurrió en un caso en particular.

Versículo 2:
Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico…

Zaqueo era un jefe de los publicanos. Los publicanos eran recaudadores de impuestos. Zaqueo no era un recaudador de impuestos común; él era jefe en esa área de Judea. Recolectar impuestos entonces, aún más que hoy día, era considerado una ocupación poco honorable. El sistema romano de recaudación de impuestos en Judea y en todo el Imperio Romano durante la vida de Jesús, era conocido por ser un sistema abusivo que era agravado por la deshonestidad y la extorsión de los publicanos asociados a él. Muchos pasajes de los Evangelios traen este hecho a la luz, Lucas 3 es un ejemplo.

Lucas 3:12 y13:
Vinieron también unos publicanos para ser bautizados [por Juan el Bautista], y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?

El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado [o, “no tomen más de lo que se les ha ordenado recolectar”].

No era una práctica poco común para los publicanos el exigir más impuestos de lo que estaban obligados a recaudar. Por ejemplo, si un recaudador de impuestos tenia la instrucción de recolectar de usted $100 dólares, tal vez él le informaría que debía $120. Él recaudaría $120 dólares, daría 100 al gobierno romano, y pondría los otros $20 en su bolsillo.

Otra razón por la que los recaudadores de impuestos eran tenidos en tan baja estima fue porque estos publicanos, siendo de Judea, estaban ayudando  a los romanos incircuncisos, a expensas de su propio pueblo. Los publicanos estaban tratando con, y ayudando a los conquistadores extranjeros haciendo el “trabajo sucio” de los romanos.

El Evangelio de Mateo da un registro de Jesucristo siendo confrontado por un grupo de personas en este mismo tema tan sensible de los impuestos.

Mateo 22: 17 y 18:
... [la gente preguntó a Jesús] ¿Es lícito dar tributo a César, o no?

Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?

En la situación registrada aquí, aquellos que cuestionaban a Jesús no estaban sinceramente interesados en la verdad; ellos estaban interesados en atrapar a Jesús por medio de sus propias declaraciones. Sin embargo, aquellos de nosotros que estamos sinceramente interesados en aprender, podemos aprender de la respuesta de Jesús.

Algunos de estos perversos hipócritas que tentaban a Jesús eran judíos herodianos, que apoyaban el dominio romano. Entre ellos se encontraban probablemente publicanos que  exigían más impuestos de los que la ley pedía. Jesús sabía quiénes eran y los tomó por sorpresa con su sabia respuesta.

Versículos 19-21:
Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.

Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción?

Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

Toda nación debe tener algún tipo de sistema de recolección de impuestos. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos y cristianos dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios y debemos reconocer la diferencia.

Sólo porque la recaudación de impuestos era considerada como una ocupación baja o vulgar asociada con la extorsión en un sistema abusivo, eso no hacía de todos los que recaudaban impuestos un ladrón. Esto es tan cierto hoy como lo fue en los días de Jesucristo.

He explicado esta información adicional sobre publicanos en el primer siglo con el fin de que podamos apreciar el gran significado que se encuentra en el relato de Zaqueo y Jesús en Lucas 19. Necesitamos entender las implicaciones sociales en la recaudación de impuestos y de los recaudadores de impuestos.

El versículo 2 de Lucas 19 nos dice que Zaqueo era “jefe de los publicanos, y rico”. Ahora, la gente ha leído estas dos afirmaciones como si estuvieran directamente relacionadas. Algunos concluyen que la razón por la cual Zaqueo era rico, era porque él era un publicano que recaudaba más de lo que le requerían, que él estaba robando dinero de la gente. Pero, ¿la Palabra de Dios dice eso? No, no dice eso. Simplemente dice que Zaqueo era jefe de los publicanos y que era rico. No dice que él robó para hacerse rico. Eso puedo haber sido una práctica de otros publicanos, pero no dice que Zaqueo lo hacía. No tenemos el derecho de leer dentro de esta declaración en Lucas, que Zaqueo obtuvo su riqueza en forma deshonesta.

Los publicanos eran recaudadores de impuestos, así como algunas personas hoy en día son agricultores o plomeros o políticos o maestros. El hecho de que una persona sea un plomero rico no indica que él sea un plomero corrupto que ha obtenido su riqueza deshonestamente. Eso es una suposición injustificada. Ni la ocupación ni la riqueza indican deshonestidad. Todo lo que sé es que la Palabra de Dios dice que Zaqueo era un publicano y que era rico. En este registro aprendemos una cosa más acerca de Zaqueo, y es que estuvo motivado por un deseo maravilloso: Él quería ver a Jesús.

Lucas 19:3:
Procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.

Zaqueo quería ver a Jesús, quería saber quién era él. Quizá lo impulsó la simple curiosidad. El texto no lo dice. Pero cualquiera que sea la razón, al fin y al cabo él quería ver a Jesús. Ojalá que hoy hubiera más gente que quisiera ver a Jesús. Cuando la gente pide ver a Jesús hoy, tenemos que mostrárselos. Cuando ellos quieren ver a Jesús y quien es él, podemos mostrarles la Palabra de Dios y la grandeza de la posición de Jesucristo en la Palabra.

Zaqueo quería ver a Jesús, pero no podía. La multitud no se lo permitía. Había tantas personas rodeando a Jesús que Zaqueo no alcanzaba a verlo.

Versículo 3:
… pues era pequeño de estatura.

Zaqueo era pequeño. Lo más importante acerca de él era su deseo de ver a Jesús.

Versículo 4:
Y corriendo [Zaqueo] delante [por delante de donde Jesús estaba caminando], subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.

Zaqueo subió a un árbol sicómoro con el fin de ver a Jesús, esta persona notable de quien la gente hablaba. Zaqueo tomó las medidas necesarias para cumplir su deseo. Eso es muy importante. Si usted quiere ver a Jesucristo a través de la Palabra de Dios, tiene que moverse, tiene que tomar acción. Zaqueo tomó la iniciativa y subió a ese árbol sicómoro.

El que la Palabra registre que el árbol al que Zaqueo se subió era un sicómoro, es una información interesante. El árbol llamado “sicómoro” en la Biblia no es el mismo árbol sicómoro común que se encuentra aquí en América. El árbol sicómoro del que se habla en el Oriente en los tiempos bíblicos era un cierto tipo de higuera. Una higuera sicómoro es específicamente lo que era este árbol. Es significativo que Zaqueo se subiera a este tipo de árbol. Los sicómoros higueras eran despreciados; daban un fruto con el que se alimentaba a las vacas y a los cerdos*. Pero Zaqueo subió a uno de ellos en busca de alimento espiritual, en busca del mismo Señor Jesucristo, quien es el mejor alimento de todos los tiempos; de hecho, él es el Pan de Vida. El que Zaqueo subiera a un árbol sicómoro higuera, que era despreciado, fue un acto de gran humildad.

Versículo 5:

Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba…

Zaqueo estaba agazapado en la higuera sicómoro mirando hacia abajo, mientras Jesucristo miraba hacia arriba. Jesucristo se interesó lo suficiente en este hombre como para parar en medio de todo el alboroto y las demandas de la multitud, y le habló directamente a esa sola persona.

Quiero decirle, que dondequiera que haya hombres y mujeres que deseen conocer al señor Jesucristo, ellos tendrán ese deseo saciado de acuerdo a la Palabra de Dios. Aquellas personas que tienen hambre y sed de justicia serán (absolutamente) saciadas. Así es. Qué ejemplo del cumplimiento de esta promesa en este registro en la Palabra de Dios.

Versículo 5:
Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.

¿Acaso dijo Jesús: “Zaqueo, eres un publicano insignificante y bueno para nada”? ¿O le dijo: “Oye enano”? No. ¿Y cómo sabía Jesús su nombre? El registro no nos lo dice, pero él se dirigió directamente a Zaqueo. Zaqueo nunca antes había visto a Jesucristo, y mucho menos alguna vez había tenido una conversación con él. ¡Qué electrizante!

Ya que Zaqueo no podía ver a Jesús por la multitud y por su tamaño, él subió al sicómoro higuera para poder verlo. Jesús pasó, rodeado de masas de gente, se detuvo y dijo: “Hola, Zaqueo. Es maravilloso que me estés buscando. Baja ahora. Voy a ir a tu casa contigo”. ¿Qué creen ustedes que pasó en el corazón de Zaqueo? Apuesto que comenzó a latir rápidamente. Apuesto que las lágrimas brotaron de los ojos de este hombre sorprendido y bendecido. Zaqueo no podía concebir la oferta de Jesús. “¿Yo? ¿Yo? ¿Yo?” Jesús dijo: “Sí, tu, Zaqueo. Vamos, date prisa, desciende. Hoy voy a pasar tiempo en tu casa”. Y saben, Zaqueo respondido rápidamente y con alegría a la oferta de Jesús. Lo dice en el versículo 6.

Versículo 6:
Entonces él descendió aprisa, y le recibió [en su casa] gozoso.


*K.C. Pillai, Luz a través de una ventana Oriental Vol. I pág. 18, (New York: Robert Speller & Sons, 1963). Disponible en el blog “Mira sólo a Dios”.



Zaqueo se apresuró y recibió a Jesús gozosamente en su casa. Nadie que viva en forma deshonesta, engañando a la gente y con un corazón de piedra, recibiría a Jesucristo gozosamente. Pero el corazón de Zaqueo y su vida personal debieron estar puros y en paz, porque él rápidamente recibió a Jesús en su casa.

Póngase en el lugar de Zaqueo. Digamos que usted vive como el Diablo, y que usted ha armado un gran lío y que lo sigue haciendo. Y de pronto un poderoso y destacado creyente le dice: “Vamos, quiero pasar el día contigo”. ¿Cómo se sentiría? Terrible. Su inclinación probablemente sería poner excusas y luego declinar la invitación; la situación podría llegar a ser demasiado incómoda.

Es por esto que no creo en todas las cosas sin fundamento que algunas personas han sugerido acerca de Zaqueo; tales acusaciones no pueden sostenerse contra la verdad de la Palabra de Dios. Creo Zaqueo debió ser un hombre maravilloso.

Versículo 7:
Al ver esto [la gente alrededor de Jesús, quizá incluyendo a los apóstoles, discípulos y otros], todos murmuraban [acerca de que Jesús había ido a la casa de Zaqueo], diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.

La gente murmuró. No hablaron en un tono normal; ellos susurraron: “¿Cómo puede Jesús, este gran profeta, ir a esa casa y ser el invitado de un hombre que es un pecador?” ¿Qué te parece eso? La multitud no vino directamente y le dijo: “Jesús, ¿te das cuenta de que estás comiendo con un chico malo?” No, ellos murmuraron a sus espaldas.

Mientras la gente hacia alarde de su ignorancia, Zaqueo estaba hablando con Jesús acerca de sí mismo.

Versículo 8:
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres…

Cuando Zaqueo reveló esta información, esto dio una completa y nueva perspectiva sobre este hombre. ¿Cuántas personas conoce usted que den el cincuenta por ciento de sus ingresos para ayudar a otros? De esa forma daba Zaqueo. Y él no le estaba mintiendo a Jesús, o Jesús lo habría sabido y lo habría reprendido. Él dijo: “Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres”.

…y si en algo he defraudado a alguno [o he robado, es decir, si he tomado cualquier cosa como recaudador de impuestos, algo de alguien ilegalmente], se lo devuelvo [¿Cómo?] cuadruplicado.

Quiero decirle, ¡Zaqueo era un hombre maravilloso! Él estaba diciendo al Señor: “Si he tomado algo de cualquier hombre que yo no debería haber tomado, Señor, yo devuelvo cuatro veces la cantidad que tomé”. Vaya recaudador de impuestos. Sí, era rico. Pero eso no era todo lo que caracterizaba a este hombre. También era extremadamente caritativo. Él compartía el cincuenta por ciento de sus bienes con los pobres. Y declaró: “Si he tomado algo de alguien, lo devolveré cuadruplicado”. ¡Qué hombre!

Es por esto que Jesús se detuvo en su casa. No se detuvo allí porque Zaqueo era un ladrón encubierto, o porque fuera un recaudador de impuestos deshonesto. Como publicano Zaqueo era despreciado por la totalidad de la gente. Muchos considerarían que él tenía una ocupación deshonrosa trabajando para los gentiles. Sin embargo, Jesús se detuvo con él aquel día, porque Jesús no vivía por estereotipos. Él caminaba por revelación de Dios, y él sabía que Zaqueo no era una persona malvada, deshonesta y de corazón duro. Jesús sabía por revelación, que Zaqueo era un hombre maravilloso y honesto deseando escuchar la Palabra de Dios. Y las propias palabras de Zaqueo pusieron al descubierto esa revelación.

¡Imagínese la venida de Jesucristo a la casa de este hombre! Un hombre a quien nunca había conocido antes. Esto debió ser emocionante para Zaqueo. Una experiencia única en la vida.

Versículo 9:

Hoy ha venido la salvación a esta casa. 

¿Por qué había venido la salvación a esa casa? Porque el salvador mismo estaba allí. Dondequiera que el salvador está, ahí hay salvación. Pero, ¿porqué la casa de Zaqueo?

… por cuanto él también es hijo de Abraham.

¿Sabe usted lo que un hijo de Abraham es? Un creyente. Una persona que, cuando la Palabra de Dios se abre ante él, escucha esa Palabra y la cree*. Zaqueo no sólo era un descendiente sanguíneo de Abraham, él era un creyente. Jesús fue a casa con él, compartió su vida con él, y le enseñó la Palabra de Dios. La salvación llegó ese día a la casa de Zaqueo, porque un hijo de Abraham, un creyente, vino a conocer a Jesús, el Cristo. ¡Qué maravilloso registro en la Palabra de Dios.

Luego viene la declaración de Jesús en el versículo 10, reprobando las murmuraciones habladas en el versículo 7.

Versículo 10:

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Zaqueo nunca antes había tenido el privilegio de conocer a Jesús. Nunca antes había oído lo que usted y yo llamaríamos hoy “el mensaje de salvación”. Sin embargo, él quería ver a Jesús. Así que se subió en un árbol. Cuando Jesús lo vio, le dijo: “Zaqueo, baja, y voy a pasar algún tiempo en tu casa”. Ahí Jesús le enseñó la verdad de Dios, y Zaqueo creyó. Jesús dijo entonces que el Hijo del hombre, Jesucristo, había venido a salvar a aquellos que estaban perdidos.



*Gálatas 3:7 Sabed, por tanto, que los que son de fe [creencia], éstos son hijos de Abraham.



Jesucristo es un médico del alma. Un médico no es necesario cuando uno está sano. Jesucristo viene a buscar y a salvar, para dar plenitud a aquellos en necesidad espiritual. Él busca a aquellos que están perdidos, hombres y mujeres que necesitan al señor Jesucristo. Él no tiene ningún problema extendiéndose a usted y a mí, porque somos personas que él vino a buscar y a salvar. Hebreos 7:25 dice de Jesucristo “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios”. Jesucristo está siempre dispuesto a conocerle. Él conoció a Zaqueo, que se había subido a un árbol para verlo. Dondequiera que haya hombres y mujeres que realmente quieren escuchar, Jesucristo siempre está ahí.

No hay nadie tan abajo que los brazos del Todopoderoso no estén debajo de él. No hay nadie tan alto que los brazos del Todopoderoso no estén por encima de él. Y no hay otro que no sea Su Hijo, que puede salvar a la gente. Porque no hay otro nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos.*

Damas y caballeros, lo que sea que ustedes tengan que hacer para conocer al señor Jesucristo, háganlo. A donde sea que ustedes tengan que ir para aprender acerca de él, háganlo. La única gran fuerza motora de su alma debe ser conocer a Jesucristo. ¿Quién es él? La única manera en que alguna vez sabrán quién es Jesucristo es viniendo a la Palabra de Dios. La Palabra nos da a conocer a Jesucristo. La Palabra nos dice quién es él. Es esta Palabra que ofrece el conocimiento de la salvación.

¿Qué es lo que usted necesita oír? La Palabra de Dios.** Jesucristo fue esa Palabra, la Palabra Viviente, que se encontró aquel día con Zaqueo en Jericó. Y esa Palabra trajo a Zaqueo a la gran realidad de ser un creyente, porque Jesús estuvo dispuesto a enseñarle, y Zaqueo fue manso para aprender. Si usted quiere experimentar la verdad de la Palabra de Dios, suba a lo alto en busca de la verdad. Dios siempre ha sido y siempre será buscado y encontrado por aquellos que están buscando a Jesucristo como su salvador y señor.
 

*Hechos 4:12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
** Romanos 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.




Traducción por Claudia Juárez Garbalena

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