domingo, 5 de mayo de 2013


CORRECCION III. O TODOS CONTRA TODOS

Una forma muy común de uso equivocado de la Biblia consiste en no tener en cuenta quiénes son los protagonistas de cada historia y el contexto en el que hicieron o dijeron algo, y luego aplicar esos hechos o esos dichos a situaciones actuales que son totalmente distintas.

Por ejemplo, encontramos a Jesús en Mateo 23:33 diciendo: “¡Serpientes, generación de víboras”. Esto es bíblico, así sucedió, podemos tener plena seguridad de que eso fue lo que exactamente Jesús dijo. Ahora, imaginemos que tres hermanos genuinos tienen problemas porque no se ponen de acuerdo si el ‘arrebatamiento’ será antes de la ‘Gran Tribulación’, durante o después. Y entonces uno de los tres les grita a los otros: “Ya lo dijo Jesús: ¡Serpientes, generación de víboras, arrepentíos!”. Al ser confrontado por su actitud este hermano dice: “Yo no hice nada malo. Jesús actúo exactamente como yo. Él mismo dijo esas palabras”.
¿Es mentira de que Jesús actúo así y dijo esas palabras? ¡Claro que no! Es verdad. ¿Entonces dónde está el problema? Simple: en que, para poder usar bien la Biblia, debemos tener muy en cuenta quien está hablando, a quién se dirige y por qué dice lo que dice. 
En el ejemplo, Jesús se estaba dirigiendo a escribas y fariseos, cuya piedad era completamente falsa, estando “llenos de hipocresía e iniquidad” (Mateo 23:28). Estos eran parte de una ‘generación de víboras’, culpable de “toda la sangre justa… desde la sangre de Abel” en adelante (Mateo 23:29-35). Gente que en Juan 8:44 Jesús define de una manera muy clara: “vosotros sois de vuestro padre el diablo”.   Trasladar estas palabras de Jesús a otro tipo de persona es anti bíblico y pecaminoso.                  ¿Cómo debo actuar?

Debo evitar las discusiones sin sentido: “Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes” (2 Timoteo 2:14).
Debo tener cuidado de no discutir sobre cosas que no entiendo bien y basado en que leí no se qué libro o vi no se qué video. Ya que corro peligro de desviarme a ‘vana palabrería’:                ”… se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman” (1 Timoteo 1:6,7).
A veces afirmamos algo tan seguros simplemente porque hemos leído un artículo por internet.
¡Cuidado! Pablo nos advierte claramente que no nos distraigamos con discusiones necias y que nuestro orgullo no nos lleve a creernos doctores de la ley.

¿En qué nos debemos concentrar? 1 Timoteo 1:5: En el ‘amor nacido de corazón limpio’. En tener una ‘buena conciencia’. En una ‘fe no fingida’. “De las cuales cosas desviándose algunos se apartaron a vana palabrería” (1 Timoteo 1:6).
Debemos seguir “lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Romanos 14:19). Centrarnos en lo que es “útil para enseñar” (2 Timoteo 3:16), provechoso, fundamental de nuestra fe. Y sobre lo que no es fundamental o medular, aplicamos el “vínculo perfecto”: “el amor” (Colosenses 3:14). Hablamos con humildad, sabiendo que nada debemos hacer “por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3). Teniendo claro que “ahora vemos por espejo, oscuramente” (1 Corintios 13:12) y que hay muchos puntos no fundamentales a nuestra salvación que sólo comprenderemos al resucitar en gloria (1 Corintios 15:43).                 Hacemos bien en estar atentos a las palabras de Pablo a los soberbios Corintios: “Y si alguno se imagina que sabe algo, aun no sabe nada como debe saberlo” (1 Corintios 8:2).

 “no erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33).
¿Y qué cuando tengo un problema personal con mi hermano? Hay una enorme diferencia entre ‘contender ardientemente por la fe’ (Judas 3) y tener un problema personal con un hermano.
Jamás encontrarás que la Palabra de Dios justifique que porque tienes algún problema personal con alguien vayas por ahí gritando ‘apóstata’, ‘hereje’, ‘hijo del diablo’. ¡Jamás!      
Hay momentos donde el Señor te llamará a aclarar difamaciones que te puedan hacer, diciendo lo que realmente sucedió y expresando tu posición bíblica al respecto. Pablo lo hacía (2 Timoteo 4:16; Hechos 22:1-21). Algo muy diferente es ir por todo lugar criticando a aquel que te hirió, te defraudó, te ofendió, te despidió, a aquel con el que discutiste o a aquel con el que, incluso, fuiste tú quien no entendió qué sucedió.

Nosotros debemos tener muy claro cuando se trata de un problema personal. A esto, vuelvo a decir, no le podemos llamar ‘defensa de la fe’.  En los problemas personales, aún una expresión bastante suave como “necio”, es pecado: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.

Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante” (Mateo 5:21-26).

Tal vez alguien diga: “No, mi problema no es personal. Es cierto que tuve un problema con él. Pero yo le hablo a todo el mundo mal de esa persona porque no quiero que lastime a nadie más”. Como excusa es bastante buena. El problema es que en la mayoría de los casos es simplemente eso: una excusa. Una excusa para que nuestra herida sangre tranquila y para vomitar todo nuestro rencor y nuestro deseo de venganza sin ningún problema.

¿Qué es entonces lo que debo hacer bíblicamente?  Jesús dice: “reconcíliate primero con tu hermano” (Mateo 5:24). Nosotros, “si es posible, en cuanto dependa de nosotros, (debemos estar) en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18).
En algunos casos la otra persona no para de atacarte y de buscar tu destrucción, por lo que no hay muchas maneras de arreglar cuentas. Bajo esas circunstancias, luego de un tiempo considerable, cabe la posibilidad de que no estés tratando con un hermano.

La Biblia dice que “todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él” (1 Juan 3:15). Mas, aún así, la Biblia nos ordena: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44).

Vuelvo a decir: si se trata de un problema personal, no estás en posición de ‘defender’ ninguna supuesta fe. Es muy probable que si no puedes obedecer el mandato de Jesús de Mateo 5:44 de amar a tus enemigos, todo tu griterío de defensa personal esté bañado de lo que expresa claramente Hebreos 12:15: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”.
En esta era tan ‘internetizada’ en la que parece que cualquiera puede decir cualquier cosa sobre quien sea, y éste no sólo es tenido en cuenta sino que se cree a sus Palabras, como si vinieran de la misma Biblia, debemos estudiar con detenimiento qué dice la Palabra de Dios sobre el tema de los falsos maestros.
¿Qué debo hacer cuando alguien advierte sobre las falsas enseñanzas y conductas erróneas de un lobo vestido de oveja? Jesús lo dijo claro: “No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:18-20).

El Señor nos manda a abrir bien los ojos: “Guardaos de los falsos profetas” (Mateo 7:15).     Aquí la palabra ‘guardaos’ proviene del término griego proséjo que según el Diccionario Vine significa:  prestar atención, escuchar atentamente. En este caso la instrucción es mirar, estudiar, escuchar, examinar, poner atención a la situación en particular.
Yo no estoy de acuerdo con los falsos maestros, pero tampoco estoy de acuerdo con los que tergiversan las palabras de los demás.
Por lo que hay que ser prudente.

Siempre que alguien me dice que tal persona dijo o hizo no sé qué, yo pregunto: “¿Lo viste y lo oíste tú o te lo contaron?”. Suele pasar que, apenas al comenzar a investigar, resulta que el hecho fue cambiando tanto de boca en boca que, cuando llegó a ti, ésta ya no tiene el menor parecido a lo que te contaron.
De manera que, por un lado tenemos las palabras de Jesús: “No juzguéis” (Mateo 7:1). Pero por otro lado también nos dice apenas catorce versículos después: “Guardaos de los falsos profetas” (Mateo 7:15).               Buenas preguntas.
Lo mejor es preguntarse: “Eso que dicen que dijo ¿lo escuché directamente yo o alguien dice que lo dijo? Eso que dicen que hizo ¿lo vi yo, o alguien que ni siquiera sé ni quién es, afirma que lo hizo? Lo que se dice sobre lo que tal o cual personaje dijo ¿realmente lo dijo, o la interpretación del ‘denunciante’ no tiene nada que ver con lo que realmente dijo?”.                Ejemplo bíblico.

En 2 Juan 1:9,10 encontramos: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!”.

Notemos que en este pasaje NO dice: “Si alguien por ahí te dice que ‘fulano de tal’ ‘no persevera en la doctrina de Cristo’ ni le digas bienvenido”. ¡No, no dice eso! Dice: “Si alguno VIENE a vosotros, y no trae esta doctrina”.
 No es una habladuría o una opinión gratuita. Esa persona VIENE A TI con otra doctrina. Este puede ser el pastor de tu Iglesia, El Líder, o un coordinador o un libro que ha llegado a tus manos, un video que claramente no ha sido manipulado para hacerle decir algo, una predicación que tú escuchas directamente, etc.
Y también notemos que el pasaje no se refiere a un tema menor. Aquí no habla de si la mujer debe usar falda o pantalón. 
Si leemos unos versículos antes encontramos: “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne” (2 Juan 1:7). Juan en su anterior epístola también advierte acerca de engañadores y anticristos. Pero ¡cuidado! El error de estos hombres no era que dudaban si los mil años del Apocalipsis son literales o no. Mira lo que dice Juan: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo” (1 Juan 2:22).

La Palabra dice claramente que debo estar alerta ante los falsos profetas. Debo examinar y tener cuidado. Y:
1) con pruebas serias (no chismes u opinología gratuita)
2) transgresiones fundamentales de doctrina o prácticas ininterrumpidas de conducta (1 Juan 3:8,9).
Cuando alguno enseña otra cosa y transgrede la doctrina bíblica, las Escrituras ordenan: “no lo recibáis en casa” (2 Juan 1:10).O como dice 2 Timoteo 3:5: “a estos evita”.

¿Qué hacemos con Jesús?
Si la situación no cumple los dos puntos antes citados, debo tener cuidado.
Hacer un juicio u opinión sobre lo que no sé quien dice de otro, nos llevaría a arrancar las cartas de Pablo de la Biblia.
De él decían: “no conviene que viva” (Hechos 22:22), “este hombre es una plaga, y promotor de sediciones” (Hechos 24:5).
De la Iglesia del primer siglo los judíos en Roma dijeron: “de esta secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella” (Hechos 28:22).
Y si juzgáramos simplemente por habladurías, chismes o difamaciones internáuticas ¿qué haríamos con el mismo Jesús?.

Aquellos que enseñaban y formaban al pueblo judío bajo la ley de Moisés dijeron de Jesús: “sabemos que ese hombre es pecador” (Juan 9:24) y lo acusaron directamente: “tienes demonio” (Juan 8:52). Esto me recuerda a ciertos lideres, que dicen, todos están poseídos, o influenciados espiritualmente, por no ser complices de sus inconductas moral y espiritual.
¿Qué haríamos si ciertas personas gritan por ahí del tal Jesús: “es reo de muerte” (Mateo 26:66) porque “ha blasfemado” (Mateo 26:65)?.

¿Profeta de Dios o chismoso?
¡Cuidado!. No sea que queriendo luchar por la fe termine luchando CONTRA la fe. Como muy bien dijo Gamaliel: “no seáis tal vez hallados luchando CONTRA Dios” (Hechos 5:39).
Hay una enorme diferencia entre un profeta de Dios y un chismoso que sólo repite lo que otro chismoso le dijo que le dijo otro chismoso, envueltos en un mar de mentiras, complicidades y conveniencias, e incubrimientos.
¿Tú lo viste? ¿Tú lo oíste de su boca? ¿Te lo hizo a ti o te dijeron que ‘no sé qué’?
“No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová” (Levítico 19:16). 
             
A esto prestar atención y hacer, practicar.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”                                            (2 Timoteo 3:16-17).
La inspiración  de las Sagradas Escrituras las convierten en autoridad absoluta y final, la norma suprema de la fe y practica , el manual de Instrucción de Dios, su Voluntad.    
Flp 4:8  Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.  Flp 4:9  Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.  ESTO HACED. AMEN.    jca

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