miércoles, 1 de mayo de 2013


NO OCUPAR EL TIEMPO PARA HABLAR DE OTROS
1Ti 1:1-4 Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor. Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora.
¿a qué se refiere Pablo con esas fábulas que causan disputas?
Encontré en el estudio de Juan Calvino sobre las cartas a Timoteo que el término fábulas, aquí, no sólo se refiere a falsedades e inventos de la gente – confesión positiva, evangelio de la prosperidad, falsas manifestaciones espirituales encajarían aquí-. Fábulas, dice Calvino, se refiere a minucias, insignificancias y tonterías que no tienen solidez.
Que no se preste atención a las fábulas y genealogías interminables, es el pedido de Pablo. Las fábulas son relatos fantásticos y por naturaleza falsos. Las genealogías, en cambio, tienen mejor reputación: son ciertas. Pero indagar en ellas no causa provecho ni edificación, sino peleas. Es decir, hay mensajes que no aprovechan: algunos por falsos, otros –aún ciertos- porque generan conflictos.

Cito aquí a Calvino: “Pablo desecha en este pasaje todas las indagaciones e investigaciones curiosas y todas las especulaciones que únicamente sirven para inquietar y perturbar la mente, o en las cuales no hay nada sino espectáculo y exhibición, y no edifican a los creyentes ni tampoco promueven la salvación de aquellos que las escuchan”. Y remata “Todos los que no aplican la Palabra de Dios para beneficio y avance son despreciadores y falsificadores de la buena doctrina”.

Dijo Pablo, no se goza de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Es contrario a Cristo, que nos encomendó edificar a su iglesia con su Palabra, y no informándola de cada nuevo escándalo. Cuando los que ofenden a Dios son nuestra gran noticia, y no el Evangelio, algo anda mal. Estas cosas deberían entristecernos y hacernos más conscientes del cuidado que requiere el rebaño, y no darnos la ‘alegría’ de tener más noticias sobre los falsos maestros, lo que confirmaría que ‘nosotros tenemos razón’. Que ellos están mal y nosotros bien. Se nos olvida que ante cada nuevo escándalo, caída o falsedad en la iglesia, el nombre de Dios es vituperado y la iglesia sufre.
Cuidémonos de no volvernos denunciadores profesionales, de no transgredir la misma Palabra que pretendemos defender. Cuidémonos por ejemplo de no admitir acusación contra un anciano sin testigos. Cuidémonos de contender por asuntos de opiniones y no por la fe.
Cuidémonos de hablar sin equilibrio, de juzgar sin misericordia y sin espíritu de mansedumbre, sin considerarnos a si mismos. “No sea que tú también seas tentado”, dice Pablo a los Gálatas hablando de juzgar, sí, pero para restaurar, no para destruir.

Siguiendo con Calvino, cuya visión de estos versículos en Timoteo resulta muy esclarecedora, él dice: “Pablo juzga la doctrina enseñada por el fruto que produce. Así, todo lo que no edifica debe ser rechazado, aunque no tenga otro defecto”.:
Dice Calvino: “todo lo que sirve sólo para suscitar pleitos debe ser condenado. Recordemos pues que todas las doctrinas deben ser probadas por esta regla: aquellas que contribuyen a la edificación pueden ser aprobadas, y aquellas que dan motivos para disputas infructuosas deben ser rechazadas por indignas de la iglesia de Dios. Y cuanto más informado y versado esté un individuo en ese tipo de enseñanzas que promueven contiendas y vanas especulaciones de las que no se puede sacar ningún provecho, más miserable debemos considerarlo”. Y remata: “estoy enterado que con muchas excusas algunos pretenden defender esas enseñanzas (fábulas, indagaciones curiosas), pero Pablo no hablaba en vano al condenar todo lo que causa contiendas en lugar de edificación”.

Déjeme mostrarle este necesario equilibrio con el ejemplo de Nehemías, de quien tomamos enseñanza como edificadores de la obra de Dios. Tobías y Sanbalat –sí, se dan los nombres de los que se oponen para identificar el riesgo que representan- han buscado por diversos medios desalentar y estorbar la reedificación de Jerusalén. Mas el Señor desbarataba siempre el consejo de estos opositores. Aquí vemos este equilibrio: Dios guarda y preserva a los suyos en la obra que hacen, y los suyos se ocupan de edificar. Pero también de estar en guardia:
Neh 4:17-18 Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada. Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.

Una mano a edificar, otra mano a defender. Una mano a la obra, la otra a la espada para la salvaguarda, atención, cuando ésta sea necesaria. Usted que ha leído Nehemías sabe que estos edificaron y que no fue necesario blandir la espada para defenderse de alguna arremetida de los opositores. Sólo estaban listos. ¿Le dice esto algo? A mí me dice que la defensa es una tarea que se hace en caso necesario, pero la edificación es una tarea permanente. Y aún más: Dios me hizo entender que, en buena medida, hemos llegado a poner las dos manos en la espada. ¿Ha puesto usted, hermano pastor, o líder, las dos manos a la espada? Con las dos manos a la espada no se puede edificar. Poner las dos manos a la espada sólo promueve un espíritu contencioso. Y si bien es cierto que no debemos ser ‘perros mudos’ (Isaías 56:10), con las dos manos a la espada corremos el riesgo de ser más bien perros rabiosos.
Cuidamos al rebaño de las amenazas de afuera, pero buen cuidado debemos tener de no terminar exponiéndolo a nuestros afanes contenciosos.

1Ti 4:16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.
1Ti 4:13 Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.
Lectura, enseñanza y exhortación. Yo no leo aquí ‘ocúpate en la investigación’. No digo que por tanto abracemos entonces a los falsos profetas, a esos no los debemos recibir porque aún el llamarles bienvenidos, dice Juan, es participar de sus malas obras. Pero es un hecho que Dios, que pelea nuestras batallas, hace lo suyo en la defensa de su obra. Veamos:
2Ti 3:8-9 Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Mas no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquéllos.

Janes y Jambres. Son los nombres populares dados a aquellos sacerdotes egipcios diestros en la magia que trataron de competir con los milagros que Dios hacía por mano de Moisés. Es un hecho: los falsos maestros harán maravillas mentirosas en los últimos tiempos. Pero mire bien lo que dice: estos no irán más adelante. ¿Por qué? Le aseguro que no es porque nos ocupamos nosotros de exhibirlos, sino porque su insensatez será manifiesta a todos, o sea, saldrá a la luz.

No dice “manifiéstales tú, Timoteo, su insensatez a todos”. Estos, más bien, serán probados en cuanto a la fe y se comprobará, según la expresión original, su demencia, esto es, su locura. Reprobarán. Su falsedad será exhibida, sacada de lo escondido. Y eso es algo que Dios hará. Será manifiesta como lo fue la de aquellos, Janes y Jambres, aquellos opositores que un día ya no pudieron rivalizar con Moisés reproduciendo con sus encantos una plaga de piojos, sino que los piojos cayeron sobre ellos, y fueron cubiertos de aquel sarpullido. Sobre los tales, dice Pedro, ya de largo tiempo la condenación no se tarda y su perdición no se duerme. Dios hará justicia y los pondrá en evidencia y en vergüenza como a los ángeles que pecaron y fueron arrojados al abismo.
2Ti 3:13-17 mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Persiste tú en las Escrituras. En la Verdad. No el error. No en reprender a los falsos. Dios los exhibirá. Es decir: ciertamente está el consejo de no participar de las obras infructuosas de las tinieblas sino más bien reprenderlas o exhibirlas.
Pero si se trata de persistir, persiste en las Escrituras. Porque cuando la luz es puesta en alto pone al descubierto todas las cosas. Las Escrituras te harán sabio para predicar e instruir la Verdad.

La Escritura, que es poderosa, por sí misma producirá efecto; confía en ello, pues toda es proveniente de Dios y es útil para enseñar (la doctrina correcta que contrasta naturalmente con la falsa), para redargüir (o reprender por sí misma a las personas por su conducta errónea o sus creencias equivocadas sacando todo pecado y mentira a la luz), para corregir (para ayudar a alguien que ha caído a volver a ponerse en pie, mostrando el camino de regreso a una vida piadosa) y para instruir en justicia (adiestrándonos para hacer lo que es justo y aprobado por Dios).

Señalar a los demás nos impide vernos a nosotros mismos en la perspectiva adecuada, nos hace señalar siempre hacia afuera y nos impide escudriñarnos, y pedirle al Señor que nos escudriñe y nos libre aún de los pecados que nos son ocultos. Dwight L. Moody, evangelista estadunidense del siglo diecinueve, decía: “ahora mismo estoy teniendo tantos problemas con Dwight L. Moody, que no tengo tiempo de encontrar faltas en otro compañero“.                                   
Cuán conveniente es recordar que el Señor nos pedirá cuentas de nuestros pecados, no de los pecados de los demás. Y en el caso de los pastores y maestros, particularmente, nos pedirá cuentas de lo que enseñamos. No se hagan maestros muchos de ustedes, sabiendo que recibiremos mayor condenación, escribió Santiago hablando de la manera suelta y hasta desenfrenada en la que como seres humanos solemos hablar.

2Ti 4:1-5 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.
 “tú sé sobrio en todo”. Sobriedad es equilibrio. El equilibro que Pablo mismo mostraba cuando se refería a los falsos maestros, apóstoles y profetas; tema presente pero no dominante en él:
1Co 2:2 Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.
Hoy en día algunos maestros entre nosotros bien podrían decir: “me propuse no saber entre ustedes cosa alguna sino las más recientes herejías de los falsos profetas, sus más recientes mentiras, cuánto costaron las entradas a sus conciertos, cuántos discos vendieron para decírselos a ustedes, en qué televisora aparecieron y qué dijeron, incluido el video para ponerlo a disposición de la iglesia en YouTube con tal de edificarles con eso”.
Creo que los pastores, o lideres, ocupados en edificar y no en alimentar disputas, debemos tener mucho cuidado con lo que afirmamos en nuestros mensajes a la iglesia: el uso de frases como “cuántas iglesias hoy en día hacen tal cosa, cuántos líderes andan por ahí haciendo tal o cual aberración, cuántos supuestos cristianos en su congregación creen mal este o aquel asunto” puede llevar escondido un mensaje muy arrogante: “ellos yerran… y yo no, yo soy de los buenos”. Eso, además, puede producir seguidores nuestros y no de Cristo.

Algunos, pues, apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas… o a los chismes. Y Pero tú sé sobrio en todo. Sobriedad es equilibrio. El equilibrio de tener la espada de la Palabra lista para corregir a los que se oponen, y la otra mano edificando. No ambas en la espada. Y usted dirá: pero por esas denuncias muchos creyentes verdaderos que viven bajo liderazgos abusivos y que temían enfrentar o “tocar al ungido” han sido libres. Qué bueno; pero una vez que vienen a nuestras congregaciones ¿qué hacemos para que sanen de tal experiencia? ¿Les seguimos hablando de los errores de los demás?
Persistiendo en señalar el error, hemos llegado a sentarnos, de algún modo, a los pies de Himeneo, de Fileto, de Alejandro, que según Pablo se apartaron de la fe y buscaron desviar a muchos. Ahora resulta que nos gusta escucharlos a ellos para luego denunciarlos y demostrar que ‘nosotros sí’ tenemos la verdad.

Cuán necesario es que seamos humildes y reconozcamos que nuestra comprensión de la Verdad es siempre inacabada, siempre está en proceso. Tenemos la Palabra y debemos estar atentos a ella como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana, la comprensión cabal de Cristo, sol de justicia, salga en nuestros corazones. Siguiendo esa verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo. Porque la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto, dice la Escritura.

Pablo habló, por ejemplo, de Alejandro el Calderero: “me hizo muchos males –dice-, Dios le pague”. ¿Mostraba Pablo así su deseo de que Dios azotara a Alejandro? No: en el original dice más bien “Dios le pagará”. Pablo encomendó su causa al que juzga justamente. Y no se dedicó a hablar de él, ni de los otros apóstatas, aunque advirtió a Timoteo “Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras”. Mas en comparación con el tema de Cristo, y de éste crucificado, las líneas dedicadas a Alejandro y a los falsos maestros y enemigos del Evangelio son mínimas. ¿Qué porcentaje de nuestras palabras, amado hermano, habremos dedicado nosotros a hablar de los falsos profetas, o lideres?
Yo les he dado tu Palabra. No he rehusado darles todo el consejo de Dios. Que el Señor pueda escuchar esas palabras de nuestros labios cuando nos llame a cuentas. ¿Eso incluye hacerle advertencias concretas al rebaño? Sí, pero eso no puede ser toda nuestra predicación.               
Mi mensaje es Cristo y este crucificado. Me ha sido impuesta necesidad. Ay de mí si no predico el Evangelio.
1Ti 1:5 Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida,

El propósito del mandamiento de que no se enseñe diferente doctrina ni se preste atención a fábulas y genealogías interminables que acarrean disputas y no edificación de Dios es el amor. El amor a Dios y al prójimo por el que proclamamos lo que al Señor le agrada y lo que al hombre le salva o le edifica, y no otra cosa. Dice Calvino para terminar: “debemos pues poner el mayor cuidado posible en no buscar en la santa Palabra de Dios sino la sólida edificación, no sea que de otra manera el Señor nos reprenda severamente por abusar de ella”.
1Jn 2:26-27 Os he escrito esto sobre los que os engañan. Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

 “La manera en que algunos pretenden defender la fe más bien me inspira a pelear, a enojarme contra los que no hablan o creen como yo. Yo no sé en realidad todas las herejías que los líderes más famosos del cristianismo puedan estar enseñando e introduciendo hoy en día, y yo no meto las manos al fuego por ninguno de ellos. Pero creo que el Señor no me ha hecho un capataz del reino de modo que deba yo invertir horas y horas en saber de qué cosas están hablando ellos, o qué están haciendo. Hay muchas cosas de las que Dios me hará responsable, pero entre ellas no están las cosas que otros dicen, sino más bien las que yo digo, y las que hago, y las que pienso, y las que callo. Francamente, con eso tengo”. –
              ¡Me cansé!.
Sé que seré criticado. Conozco muchos pasajes de la Biblia que prometen dar fuerzas al que no tiene ninguna. Sé que la Biblia dice que Él puede aumentar mis fuerzas como las del búfalo. También sé que Jesús puede aliviar mi cansancio. También sé que algunos me criticarán y dirán ¡que negativo! Sin embargo, no puedo disimular: me encuentro exhausto!!!!.
Aclaro, no estoy cansado de Dios ni mucho menos, tampoco del ministerio ¡Es un privilegio servir a Dios!!!!. Cada día pongo todo el corazón en lo que hago; amo a Dios por sobre todo, amo a mi familia y a mis amigos, mi congregación. He recibido tanto de Dios!!!!!!!!. . Mi agotamiento y frustración tienen otras razones.
¿Cansado de qué?
Me aflige hasta el cansancio escuchar “Los mensajes” de aquellos que se
enriquecen con el evangelio. Ya no aguanto más que se tomen textos fuera del contexto, para apoyar su avaricia, y vender sus revelaciones, o enseñanzas, al mejor postor.
Destruye mi ser interior, porque sé que les están tomando el pelo.
“Pacte”, ”Pacte”, ”Pacte” con Dios, dicen, eso me hace inevitablemente volver al oscurantismo de la edad media, “por cada chelín que deposite en el arca, usted recibirá las bendiciones de Dios” dicen los modernos Tetzéles . Estoy cansado de escuchar “Siembre una semilla en mi ministerio” o de un donativo especial, uf ,uf y recontra uf!!!!!!.
Me cansa la aburrida repetición de las teologías sin base bíblica.
Estoy cansado de oír “No juzguéis, para que no seáis juzgados”, estoy cansado de que los predicadores les pongan bozal a las ovejas y que les digan “No toquéis al Ungido de Jehová”, en lugar de decir como Pablo, “Todo lo que oísteis y visteis y aprendisteis de mí, esto haced, y Dios estará con vosotros”.
Me cansan los súper ungidos que te hacen viajar a donde viven para imponerte las manos y “Transmitirte la visión”. Que doloroso es observarlos sin la verdadera unción del Espíritu Santo,
Me desespera tener que explicar que no todos los pastores, o lideres, son fraudulentos y mentirosos, aduladores y de doble moral. No existe nada más extenuante, desgastante y agotador tener que demostrar, a familiares y amigos cristianos y no cristianos , que aquel último escándalo de la farándula cristiana es una excepción.
No todos somos iguales, ya me cansé de repetirlo!.
Me cansé de los hambrientos de poder, de reconocimiento y de poder político, el liderazgo está enfermo de “apostolitis´aguda”. O Coordinitis reaguda, o ser renombrado en la Iglesia.
No soporto escuchar que otro más se autoproclamó “profeta” y “apóstol”. y que Dios le revela solo a el,  Sé que estoy cansado, sin embargo, seguiré adelante, ya no puedo volver atrás.
Pero he decidido no participar más en el “Cristianismo” que fabrica becerros de oro y vacas sagradas. Renuncio a querer adornar mi nombre con títulos de cualquier especie, calificaciones de hombres, etc. No deseo ganar aplausos de auditorios famosos.
Buscaré la convivencia de cristianos y de pastores, y de lideres, que no tengan  espíritu de plataforma!.
Posiblemente dirás: “Que frustrado y negativo te ves y te oyes”´ Sí, lo estoy, pero no de Jesús y su hermosa Palabra que alumbró mi caminar, sino de las mentiras, fraudes y corrupción de los que se autodenominan “ungidos de Jehová” y nadie los puede tocar o decir algo, ponen un bozal a la gente y le meten miedo, y pregonan que sos libres con la libertad con que Cristo te hizo libre.   Alabado sea Dios por su gran Misericordia Amor y paciencia.    ESTO HACER:
Sal 34:1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo;  Su alabanza estará de continuo en mi boca.:2  En Jehová se gloriará mi alma;  Lo oirán los mansos, y se alegrarán.  

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